Historia
Historia de Argentina
Argentina
Argentina
Argentina, a finales del siglo XIX se encontraba dividida en dos grupos fundamentales de poder, por un lado se encontraban los controladores de la política estatal, eran políticos liberales que pertenecían o tenían vínculos cercanos a la clase latifundista, éstos consiguieron hacerse también con el control y la influencia del ejército y no dudaban en recurrir al fraude electoral para conseguir sus objetivos políticos, estaban alineados en el único partido que realmente se podía llamar partido, el PAN, las cuestiones de Estado se negociaban entre toda esta élite monopolizadora del poder.
Como es lógico este monopolio del poder político tenía sus detractores, uno de esos grupos eran los nuevos latifundistas, excluidos por la aristocracia tradicional argentina, otro sector opositor eran las viejas familias aristocráticas alejadas de la costa y que fueron marginadas tanto de los beneficios del auge económico del siglo XIX, como de las decisiones políticas, y el tercer grupo, que irá teniendo cada vez más fuerza serán las clases medias, excluidos sistemáticamente del poder político, este trío opositor se coaligó en una plataforma denominada Partido Radical, que no dudaron en provocar revueltas para acabar con el sistema establecido (pues el fraude electoral contra ellos estaba a la orden del día), aunque todas fracasaron.
No todos los oligarcas apoyaron la posición gubernamental de excluir a los radicales del poder, un hecho que marcará un antes y un después en la historia política argentina será la reforma electoral llevada a cabo por el presidente Roque Sáenz Peña, aprobada en 1912, en ella se aceptaba el sufragio universal masculino para los mayores de 18 años poseedores de la nacionalidad argentina (con lo cual los inmigrantes sin la nacionalidad estaban excluidos del voto) y la obligatoriedad de votar.
Esta revisión de la ley electoral tenía como principal misión integrar a nuevos sectores sociales al juego político establecido, sectores que podían ser una amenaza, como la clase obrera.
Los radicales se impusieron en 1916 e Hipólito Irigoyen fue elegido presidente, que enfocó sus miras hacia su electorado, fundamentalmente los trabajadores, apoyando a los sindicatos en momentos de conflicto.
La primera crisis que tuvo que afrontar el gabinete Irigoyen fue durante 1918 y 1919, la influencia de lo que sucedía en Europa con la Revolución Rusa llegó a Argentina, los obreros se levantaron contra los empresarios, debido a lo escaso de los salarios y contra el Estado, por el aumento de precios de los alimentos dada la fuerte demanda europea de éstos.
Irigoyen no dudó en actuar con firmeza contra estas protestas, también colaboraron en frenar las protestas obreras un grupo denominado la Liga Patriótica Argentina, un grupo paramilitar de ultraderecha que hizo cundir el pánico entre la masa trabajadora.
La labor del gobierno y de la Liga descabezó a los sindicatos de sus líderes, fundamentalmente anarquistas, que acabaron en prisión, momento que fue aprovechado por socialistas y comunistas para hacerse con el control de estas formaciones sindicales.
La coyuntura económica durante los años veinte era muy buena para Argentina, los salarios aumentaron durante este periodo lo suficiente como para mantener a la clase trabajadora apaciguada, pero ante esto, los conservadores vieron cómo la reforma electoral les había privado del control político, la reforma hacía muy difícil repetir las prácticas fraudulentas en las convocatorias a las urnas, además, el continuo crecer del electorado (sobre todo de izquierdas) cada vez era peor visto por el ala conservadora que comenzó a no aceptar el nuevo sistema electoral.
Pero la reforma de Sáenz Peña dejaba también sombras, además de la exclusión del voto a las mujeres, se dejaba fuera a los trabajadores extranjeros no nacionalizados.
La tensión explotó en 1929, a pesar de que la crisis no afectó tanto a Argentina como al resto de sus vecinos (simplemente se produjo una leve reducción de los salarios que no tuvo una respuesta obrera de protesta) bastó para que el 6 de septiembre de 1930, una coalición de militares y aristócratas expulsaran del poder a Irigoyen, entendían que la situación política, que aparentemente iba bien, era un completo caos, además alejaba a los tradicionales depositarios del poder del mismo.
Entre los golpistas existían dos facciones con diferentes puntos de vista sobre el tipo de sistema que debía aplicarse en Argentina, por un lado, el general Agustín Justo quería el retorno a las formas políticas oligarcas anteriores a la reforma electoral, la otra facción encabezada por Justo Uriburu apostaba por formar en Argentina un estado semifascista, a imitación de Alemania o Italia y contrario al modelo democrático, donde la votación y la toma de decisiones se restrinja a la élite de la sociedad Argentina, con el objetivo de detener la política orientada a las clases sociales.
En 1932 se celebraron unas fraudulentas elecciones como las celebradas antes de la reforma electoral de Sáenz Peña, el gobierno trató de llevar a cabo una coalición de partidos llamada la Concordancia, su objetivo, formar un gobierno nacional, pero la clase obrera se movilizó, negándose a volver a las antiguas formas oligarcas.
En 1937 Roberto Ortiz, del Partido Radical fue declarado sucesor de Justo, éste paró el fraude electoral y en las elecciones los radicales consiguieron el control del Congreso, los militares volvían a acechar, a esto alentó el éxito parcial que estaban teniendo las tropas del Eje en la II Guerra Mundial y el deseo cada vez mayor de éstos por formar un estado fascista. De todas maneras hay que decir que, a pesar de la antipatía de los militares al bloque aliado, Argentina mantuvo la neutralidad para sacar una mayor tajada de la Guerra.
Finalmente, unos oficiales disidentes actuaron y se hicieron con el poder, se denominaban GOU (Grupo Obra de Unificación), estaban decididos a cambiar toda la estructura política, disolvieron el Congreso y en 1944 declararon prohibidos todos los partidos políticos.
Mientras los militares comenzaban a ocupar el sistema político, la clase trabajadora se movilizó, la importancia de éstos iba en aumento, tanto en número, como en formación, como en identificación nacional, ya que la mayoría eran nacidos en Argentina.
En este momento de polarización, clase obrera-militares, entra en escena Perón, se convirtió en el secretario de trabajo del grupo golpista GOU, y se las ingenió para hacerse con las simpatías de la clase trabajadora durante el periodo que estuvo en esa secretaría, algo que le dio una enorme popularidad, popularidad que aprovechó para presentarse a las elecciones presidenciales de 1946.
Perón venció en las elecciones, organizó Argentina en sectores, industriales, agricultores y trabajadores, el Estado se situó en la cima del poder haciendo de árbitro entre todas las partes, Perón confirmó de inmediato el nuevo papel del Estado en materia económica, mucho más intervencionista.
Perón hizo de los trabajadores su apoyo político fundamental, creó un sindicato de trabajadores, empresarios y militares, aunque en caso de huelgas obreras, el gobierno se posicionaba siempre a favor de los trabajadores.
Desarrolló una política eminentemente populista, incrementó las tarifas salariales un 25% en 1947, la mejora de vida del trabajador medio argentino era evidente, además Perón se mantuvo muy crítico con los latifundistas a los que atacó repetidamente efectuando expropiaciones y monopolizando el comercio gubernamental.
Por si esto fuera poco, la coyuntura económica internacional de los primeros años de Perón en la presidencia era muy buena, las exportaciones argentinas estaban en pleno auge, algo fundamental para desarrollar una política de tipo populista pero que traería graves consecuencias cuando el mercado internacional no fuera proclive a los intereses argentinos.
Argentina llevó a cabo una política nacionalizadora, el Estado compró el ferrocarril, la compañía de teléfonos y las instalaciones del muelle, todas ellas en propiedad extranjera, en 1947, Perón saldó toda la deuda exterior argentina.
Al carisma de Perón había que añadir otro factor esencial para entender el cariño de las clases humildes argentinas hacia el gobierno, su mujer Eva Perón, Evita se encargó de constituir una fundación encargada de distribuir ayuda entre los más desfavorecidos, ambos formaban un tándem político imponente.
Los éxitos políticos del gobierno Perón, que desarbolaron por completo a la oposición quedaron pronto en evidencia por el déficit del comercio exterior, la demanda de las exportaciones descendió notablemente, y con ellas su precio, además, la política populista del gobierno agravaba todavía más la crisis, ante esto, Perón reaccionó y en 1949 llevó a cabo un proyecto de estabilización reduciendo el gasto público.
Perón llevó a cabo una reforma constitucional para poder presentarse a la reelección como presidente, algo prohibido en la constitución pero que llevó a cabo concediendo además la ampliación del sufragio universal al voto femenino.
En 1951 Perón fue reelegido por una abrumadora mayoría, pero pronto comenzaron las desgracias para el presidente, en 1952, Evita, la cara amable del gobierno murió a consecuencia de un cáncer, la manifestación de pesar del pueblo argentino fue enorme, elevando la figura de la primera dama a la categoría de mito.
Mientras el severo plan de austeridad empezaba a tener éxito, comenzó este nuevo mandato moderando su carácter populista, se pidió a los trabajadores una congelación de sueldos que duraría dos años.
Los aristócratas que apoyaban a Perón retiraron su apoyo, el líder argentino llevó a cabo una política redistributiva de las propiedades de los latifundistas, la crisis económica y su apoyo a las clases populares estaban generando problemas con la clase medias y alta, la política militante del presidente contra la Iglesia (se ganó la excomunión del Papa) y las clases altas, hacía ver al ejército que el gobierno estaba fuera de control, y en 1955, un grupo de militares decidió deponerlo, Perón aceptó un ultimátum y se marchó de Argentina sin movilizar a sus bases para evitar la llegada de los militares al poder.
Eduardo Lonardi fue declarado nuevo presidente, pero su carácter conciliador con todas las partes no gustó nada al gabinete militar gubernamental y fue depuesto por Pedro Aramburu, éste se encargó de extirpar del Estado todo lo peronista y prohibió el partido del ya expresidente.
Una de las primeras medidas del nuevo presidente fue la devolución de las posesiones expropiadas a los terratenientes por parte del gobierno de Perón, el giro del sistema produjo un movimiento revolucionario protagonizado por los partidarios de Perón que fue controlado por el nuevo gobierno militar, Aramburu, pidió a todos los partidos un compromiso por la democracia, los militares apostaban no por un gobierno autoritario, sino por el establecimiento definitivo de la democracia.
Los políticos antiperonistas que accedieron al poder estaban muy divididos, el partido radical se dividió en dos facciones, por un lado estaban los “Radicales Intransigentes” liderados por Fronzini, moderado con el trato con los peronistas, mientras que la otra facción, la capitaneada por Balbín era antiperonista.
En 1957 las elecciones fueron ganadas por la formación de Fronzini, aunque no logró la cuota del voto suficiente como para gobernar, decidió coaligarse con los nuevamente legalizados peronistas.
Fronzini decidió apostar fuerte en su gobierno, potenció un programa de desarrollo industrial y agrícola para aumentar la producción argentina, todo ello financiado por compañías extranjeras reduciendo el papel interventor del gobierno en cuestiones económicas, algo que recibió un rechazo frontal por parte de los sectores nacionalistas por entregar el control de la riqueza nacional al imperialismo extranjero, Fronzini inició un plan de estabilización consensuado con el FMI, este plan de estabilización significaba que las clientelas alimentadas por Perón tendrían que enfrentarse a una dura situación, sacrificarse a largo plazo por mejorar la mala situación económica estatal.
Fronzini llevó a cabo una devaluación de la moneda argentina (aconsejada por el FMI) para equiparar los precios nacionales a los internacionales esta devaluación provocó la reducción del gasto público y de los salarios, empeoró el nivel de vida de la población argentina, los trabajadores urbanos comenzaron a batallar contra el nuevo gobierno.
A pesar de la oposición, el plan de estabilización estaba mejorando la situación económica argentina, la inflación bajó del 113,7% en 1959 al 13,5%, pero estos resultados no importaron a sindicatos e izquierda que en las elecciones de 1960 castigaron su política ortodoxa y la permisión de entrada al capital extranjero.
Los militares volvían a situarse en guardia, sobre todo en 1962 cuando en las elecciones al congreso el partido peronista consiguió el 35% de los votos, más que el partido del gobierno, el descrédito de Fronzini era tal que los militares obligaron a dejar su puesto.
Los militares decidieron anular los resultados electorales de 1962, ilegalizaron el partido peronista y se volvieron a convocar elecciones, en ellas, el candidato de la otra ala radical (la de Balbín) obtuvo la victoria, Arturo Illia fue nombrado presidente, aunque eso sí, en una situación muy incomoda en el parlamento (pues sólo controlaba un tercio de la cámara).
A Illia le acompañó una época de buenas cosechas que ayudó a equilibrar algo la balanza de pagos, pero la oposición al gobierno persistía, los sindicatos peronistas se opusieron frontalmente a Illia, que en las elecciones de 1965 sufrió una clara derrota electoral, el Partido Peronista (de nuevo legalizado) obtuvo el 30,3% de los votos, este hecho, unido al progresivo deterioramiento de la economía hizo que los militares volvieran a intervenir, expulsando a Illia del gobierno.
Juan Carlos Onganía se hizo con el control del gobierno, pretendía, ante el caos político y económico pegar carpetazo contra todo lo anterior, cerró el congreso y se propuso atraer a toda costa capital extranjero para aliviar la situación económica, además, Onganía decidió congelar los salarios de nuevo, durante dos años para mejorar la situación inflacionista.
En 1969 una revuelta en Córdoba provocó una matanza de manifestantes a manos de los militares, esto hizo enfurecer a toda Argentina, se sucedieron las protestas por todo el territorio, el gobierno de Onganía había sufrido un golpe mortal.
El descontento general hizo aumentar la violencia izquierdista y gubernamental, la escena política argentina estaba totalmente polarizada, los secuestros (como el del expresidente Aramburu) y los asesinatos de los dirigentes izquierdistas eran respondidos cor la fuerza por parte de los militares.
Tras un breve gobierno de Levingston, Alejandro Lanusse se hizo con la presidencia del país, legalizó definitivamente el partido peronista y permitió el regreso de Perón a Argentina, el candidato de Perón, Cámpora, venció en las elecciones de 1973, los militares veían en Perón el único que podía frenar los actos de terrorismo izquierdista.
Cámpora emprendió un nuevo enfoque económico, primero pretendía estabilizar los precios (pactando con sindicatos e industriales) para luego incrementar los salarios y dejarlos congelados durante dos años, pero para ello era necesario implicar y pactar con todas las fuerzas políticas argentinas. La guerrilla no aceptó este estado de cosas y continuó sus acciones terroristas, estaban profundamente decepcionados por la nueva política que llevaba a cabo Perón.
Perón pasó a hacerse cargo de la presidencia de Argentina en detrimento de Cámpora, su mujer, Isabel se convirtió en la vicepresidenta de Argentina, uno de los objetivos fundamentales del gobierno de Perón era acabar con los actos terroristas izquierdistas sin olvidar tampoco la eterna cuestión económica.
El presidente Perón, con una salud frágil desde hacía un tiempo, murió en 1974, pasaba ahora a la presidencia su mujer, Isabel, que se vio abrumada por la inestabilidad política y económica.
El partido peronista se escindió e Isabel se encontró con un parlamento donde la presidenta no contaba con mayoría, otro problema fundamental era la situación económica, la inflación alcanzó en 1975 el 335%. A comienzos de 1976, Isabel no tuvo más remedio que adoptar un duro plan de estabilización para volver a pedir ayuda al FMI.
La situación era realmente caótica, la guerrilla izquierdista, que reivindicaba un viraje político marxista leninista de la política argentina, se enfrentaba ahora a grupos derechistas igualmente peligrosos, la presidenta no sabía que hacer en esta crítica situación.
El ejército tardó en actuar para expulsar a Isabel del poder, quería que se desacreditara por completo la fórmula democrática para que así nadie viera mal el golpe militar, este llegó en 1976.
El general Videla se hizo cargo de la situación, llevó a cabo una oscura campaña contra la izquierda, empleando todas las fuerzas que tenía a su alcance atacó a los disidentes izquierdistas, sus operaciones se saldaron con miles de detenciones y en torno a unos 10.000 o 20.000 “desaparecidos” (asesinados), en vuelos de la muerte (arrojando a los presos al mar desde aviones) torturas y asesinatos, los desaparecidos eran las víctimas de una táctica diseñada de forma consciente para aterrorizar el país. Era una guerra a muerte en la cual ganaron los generales.
Económicamente hablando se volvió a insistir en realizar planes de estabilización, se volvieron a bajar salarios y se nacionalizaron una serie de empresas estatales, también se redujeron los aranceles al comercio, esto, junto al terror hizo disminuir la inflación a un 88% en 1980 pero, tras la quiebra de varias bancas argentinas y una gran salida de fondos del resto de entidades bancarias argentinas provocó un nuevo repunte inflacionista que llegó al 100%.
Leopoldo Galtieri se hizo con la presidencia en 1982, decidió atacar con el ejército las islas Malvinas, cuya soberanía pertenecía a los británicos, las disputas por las islas venían ya de lejos pero esta fue la primera vez que se aplicaba el ejército en una operación de conquista para solucionar el problema.
Margaret Thatcher denunció la invasión, movilizó una importante fuerza marina y contraatacó en las islas, desembarcaron miles de soldados que obtuvieron de nuevo el control de la zona.
Galtieri creía que esta rápida victoria contra los ingleses fortalecería al gobierno y uniría a la nación, es cierto que con la invasión el sentimiento patriótico se exaltó, pero no es menos cierto que el contraataque inglés provocó la rendición inmediata del ejército argentino, rendición que sentó fatal en Argentina, pues ni siquiera los generales eran buenos para ganar batallas.
Galtieri renunció a su cargo, las manifestaciones en su contra fueron multitudinarias, además, la economía fue de mal en peor, la inflación alcanzó el 200%, hecho que provocó la creación de un nuevo plan de estabilización.
En 1993 se celebraron elecciones presidenciales libres, se alzó con el triunfo el Partido Radical, Alfonsín paso a ser presidente de Argentina. Entró con el firme compromiso de perseguir al personal militar de Videla que llevó a cabo las más de 10.000 ejecuciones. La inflación además no dejaba de subir, en 1983 alcanzó el 400%.
Alfonsín consiguió poco respecto al problema con los militares, los nueve cargos principales fueron procesados pero una revuelta militar en 1987 hizo que los procesamientos se empantanaran.
Otro grave problema que tuvo que afrontar Alfonsín fue lidiar con los 50.000 millones de dólares de la deuda externa, Alfonsín tuvo que buscar nuevos préstamos mientras la inflación llegaba casi al 700%, fue el momento crítico en el que se decidió llevar a cabo el bautizado como Plan Austral, antiinflacionista, se congelaron los salarios y los precios y se creó una nueva moneda, el austral, esto provocó la caída de la inflación al 100%.
Poco duraron los éxitos del plan, de nuevo todo se disparó, la producción cayó en picado y los precios subieron, basta un dato, la renta per cápita de los argentinos descendió un 25% en la década de los 80%.
Los peronistas aprovecharon la situación, Carlos Saúl Menem, obtuvo en las elecciones presidenciales el 47% del voto, era la primera vez que los peronistas llegaban al poder sin el espectro de Perón.
La crisis económica era tal que se extendieron los saqueos entre la población, la situación era desesperada, Menem decidió nombrar a Ermán González ministro de Economía, éste llevo a cabo el plan de estabilización más coherente que hasta la fecha se hizo en Argentina, redujo impuestos sobre las importaciones y las exportaciones, y confiscó los ahorros de la clase media en los bancos, éstas y otras medidas provocaron el fin de la hiperinflación. A esto le acompañó un programa de privatización muy amplio, la compañía aérea nacional, la compañía telefónica y eléctrica, entre otras, fueron nacionalizadas.
A este plan le siguió una ley de convertibilidad, encargada de reducir el gasto público de acuerdo con el ingreso estableciéndose un tipo de cambio de uno por uno entre el peso argentino y el dólar americano. Estas medidas atrajeron capital privado extranjero y redujeron la inflación del 4.900% en 1989 al 4% en 1994, las consecuencias sociales de todo el periodo de los ochenta y de los continuos planes de estabilización fueron realmente catastróficos, la mitad de la clase media del país descendió a la clase inferior, el descontento de las clases medias y los sectores más humildes fue muy grande.
Menem además promulgó una serie de indultos a favor de los antiguos líderes del gobierno militar y no dudó en felicitarles por su labor contra los “desaparecidos” en el Gobierno Videla, esto provocó la indignación de asociaciones por los derechos humanos y víctimas de la matanza de esos años.
A pesar de estos actos, Menem volvió a presentarse a las elecciones en 1995 consiguiendo una sólida victoria con el 49,8% de los votos, los nulos candidatos que se presentaron en la oposición y la mejora de la situación económica estatal impulsaron el voto hacia Menem.
Argentina tiene la capacidad suficiente como para sobreponerse a todas estas eventualidades, la mala gestión interna, que provoca situaciones de hambruna entre algunos sectores de la población, es algo realmente increíble para ser el país que más alimentos exporta al mundo, lo más importante es cambiar las estructuras económicas, desarrollar un proyecto industrializador y hacer repercutir en la población los beneficios de los enormes sacrificios que se han visto obligados a tomar en cada programa de estabilización, para así desarrollar un mercado interno fuerte y un Estado con unas instituciones que garantice una mejor distribución del ingreso y erradique las prácticas populistas que en la mayoría de las ocasiones no se diferencian de la propia corrupción.
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Enviado por: | Cortesía De Abel Kaspueñas |
Idioma: | castellano |
País: | España |