Filosofía y Ciencia


El Banquete; Platón


  • Introducción.

  • Esta obra nos muestra a un grupo de amigos, entre ellos el filósofo Sócrates, reunidos en un banquete realizado en casa de Agatón cuando alcanzó el premio por su primera tragedia.

    Entre comida y bebida los comensales deciden realizar una exposición de lo que cada uno concibe acerca del Amor. Y así, lo que se supone debería ser una velada festiva de amigos, se convierte en un debate filosófico sobre el Amor. Cada uno de los invitados expone sus ideas interviniendo ordenadamente con un discurso. Además, intervendrán cada uno según su carácter y profesión: Fedro hablará como un joven, pero como un joven cuyas pasiones se han purificado con el estudio de la filosofía; Pausinias, como un hombre maduro, a quien la edad y la filosofía han enseñado lo que no sabe la juventud; Eriximaco se explica como médico; Aristófanes tiene la elocuencia del poeta cómico, ocultando bajo una forma festiva pensamientos profundos; Agatón se expresa como poeta.

    Sabiendo ya cual es el tema de los discursos, veremos detenidamente lo que cada uno considera que es más importante del Amor, además de la concepción que acerca de él tienen. Se realizará un comentario de cada uno de los discursos en el siguiente apartado. Las conclusiones que extraemos de éstos se expondrán seguidamente.

    2. Comentario de los discursos.

    Presentación de la obra.

    Apolodoro es interrogado por sus amigos que desean saber sobre una reunión celebrada en casa de Agatón hace años ya. Éste se propone a contarlo porque Aristodemo, que estuvo en la reunión, se la contó a él.

    El joven Aristodemo se encuentra casualmente con Sócrates y acude al banquete de Agatón sin ser invitado. Sócrates tarda en hacer presencia en el convite porque se ha quedado ensimismado en sus pensamientos en un portal cercano.

    Los comensales deciden beber moderadamente. Erixímaco plantea despedir a la flautista y dedicar la velada a escuchar los discursos que cada uno de los asistentes hará en alabanza al dios Eros, para dar satisfacción a Fedro, que se queja de que ningún poeta ha realizado hasta el momento un encomio de dicha divinidad. Sócrates se muestra de acuerdo, al igual que todos los demás.

    Discurso de Fedro

    Fedro toma primero la palabra, para hacer del Amor un elogio muy levantado.

    Según éste es el Amor el dios más antiguo y, además, es fuente para los hombres de grandes bienes tales como la virtud y la felicidad. El Amor inculca en el espíritu humano la norma que debe guiar durante toda la vida. Esta norma es la vergüenza ante la deshonra y la emulación en el honor.

    El amante goza de mayor divinidad que el amado pues el primero está inspirado por Eros. Sin embargo, los dioses valoran más el sacrificio del amado que el del amante precisamente por esa carencia de divinidad.

    En conclusión, es un dios que procura la felicidad al hombre, en cuanto le hace dichoso sobre la tierra y dichoso en el cielo, donde el que ha obrado bien recibe su recompensa.

    Discurso de Pausanias

    Corrige éste lo que hay de excesivo en el anterior elogio. La teoría del Amor es colocada a la entrada del verdadero camino que es el de la indagación filosófica.

    El Amor no camina sin Afrodita, es decir, que no se explica sin la Belleza. Se plantea, así, por vez primera esta estrecha relación entre el Amor y lo Bello que se pondrá después en evidencia. El enamoramiento del alma debe estar por encima del enamoramiento del cuerpo. Pausanias afirma que no sólo existe un Amor, distingue entre un Eros celeste y un Eros vulgar.

    El Amor celeste ama tan sólo al varón por ser de naturaleza más fuerte y de mayor entendimiento. Los que gozan un Amor celeste podrán amar al otro durante toda la vida sin engañarle. Obliga tanto al amante como al amado a cuidar de sí mismo para cuidar, así, la virtud. Este Amor se dirige a la inteligencia, por tanto, al sexo masculino, es digno de ser honrado y deseado por todos. Pero exige, para que sea bueno y honesto, de parte del amante, muchas condiciones difíles de reunir. El amante debe amar al alma, y en el alma la virtud. El Amor se funda en un cambio de servicios entre amantes con el fin “de hacerse mutuamente dichosos”.

    El Amor vulgar obra al azar y es el que adoptan los hombres viles. Aman indistintamente a mujeres y mancebos. El amor nace en su cuerpo y no en su alma. Pretenden el goce carnal y no se preocupan de si el acto de amar es bello o no lo es. Es sensual, brutal, popular, sólo se dirige a los sentidos; un amor vergonzoso y que es necesario evitar.

    Según él debería existir una ley que prohibiera amar a los muchachos jóvenes, pues no se sabe que pasará con su alma y con su cuerpo cuando estos crezcan, es decir, si gozarán de virtud o de maldad.

    Diálogo.

    Aristófanes no puede hacer su discurso en este momento a causa de un ataque de hipo. Cede la palabra a Erexímaco.

    Discurso de Erixímaco

    Admite la distinción realizada por Pausinias de los dos tipos de Amor, pero camina mucho más adelante. Se propone probar que el Amor no reside sólo en el alma de los hombres, sino que está en todos los seres. Plantea sus afirmaciones tomando como punto de partida la medicina, a la que define como “el conocimiento de las tendencias amorosas del cuerpo con respecto a llenarse y a vaciarse”, este dios rige todo en medicina. El Amor está en la medicina, en el sentido de que la salud del cuerpo resulta de la armonía de las cualidades que constituyen el temperamento bueno y el malo, y el arte de un buen médico consiste en ser hábil para restablecer esta armonía cuando es turbada, y para mantenerla.

    Para Erixímaco el concepto de Eros tiene un poder universal, hace de él una fuerza cósmica, que rige las relaciones entre los opuestos (sano-enfermo, frío-caliente, grave-agudo, rápido-lento...). Igualmente se da el Amor en la música: combinación de sonidos opuestos, del grave y del agudo, del lleno y del tenue. Lo mismo en la poesía, en la adivinación y en la religión.

    Las estaciones del año también son regidas por el Amor, interviene en sus opuestos. El Amor celeste los amaña con armonía y mesura y trae prosperidad y salud a los hombres, animales y plantas. El amor incontinente destruye y daña. Epidemias y escarchas son fruto del desorden de las tendencias amorosas

    El Amor en el bien va unido a la justicia y proporciona la felicidad.

    Discurso de Aristófanes

    Recurre a un mito para explicar la naturaleza del amor y las diferentes modalidades de la sexualidad, introduce una moraleja que contiene un llamamiento a la piedad.

    Existían unos seres dobles antecesores de los hombres actuales que fueron cortados en dos por Zeus. Si los hombres viven sin piedad corren el peligro de ser cortados de nuevo en dos mitades, si son piadosos los dioses les recompensaran permitiéndoles encontrar su mitad. El Amor es el deseo de encontrar esta mitad y fundirse con ella.

    El Amor se realiza individualmente, pero se intenta la restauración de la unidad perdida que es el premio que dan los dioses a la piedad de cada uno.

    El Amor es, a su parecer, la unión de los semejantes. Por ello, el amor del hombre a la mujer es el más inferior y el del hombre hacia el hombre es el noble, verdadero y durable. Por otra parte, todas las formas de amor son legítimas ya que tienen un fundamento en la naturaleza del individuo.

    Si concebimos el amor según las afirmaciones de Aristófanes deducimos que éste no se halla ligado a los sucesivos grados de abstracción de los particulares que elevarán el alma a la contemplación de la belleza universal, imperecedera, objeto del conocimiento, porque el amor no transciende el mundo de los fenómenos.

    Diálogo.

    Sócrates felicita a Erixímaco por su discurso y muestra temor a no ponerse a su altura cuando llegue su turno. Agatón se dispone a hablar.

    Discurso de Agatón.

    Define a Eros como la divinidad más bella y mejor. En esta parte reitera la afirmación de Fedro de que Eros es el más antiguo de los dioses y lo califica de “poeta” en el sentido de “creador”. Continúa con una enumeración de sus beneficios. El Amor, al ser sumamente bello y excelente en sí, es causa después para los demás de otras cosas semejantes: nos vacía de hostilidad, nos llena de familiaridad, nos despoja de rudeza, nos procura mansedumbre...

    Este discurso se plantea como un preludio a la intervención de Sócrates.

    Diálogo.

    Se llevan a cabo diálogos rápidos. Se llega a la conclusión de que el amor es deseo de algo de lo que se carece. Sócrates continúa silencioso.

    Intervención de Sócrates.

    Se compone de dos partes: una crítica, en la que Sócrates rechaza lo que le parece inadmisible en todo lo que se había dicho y especialmente en el discurso de Agatón y otra dogmática, donde da, respetando la división de Agatón, su propia opinión sobre la naturaleza y sobre los efectos del amor.

    Sócrates recuerda una conversación con Diotima y pretende realizar su discurso según tal. Adopta la condición de discípulo en vez de la de maestro y se presenta con su habitual ironía como un ignorante en los asuntos del amor. Según Diotima el Amor no es bello ni bueno, pero tampoco es feo ni malo. Se plantea Eros como un ser intermedio, entre el ser mortal y el inmortal. Los conceptos “mortal” e “inmortal” son absolutos, no caben en ellos diferencias de grado. En El Banquete los dioses no tienen contacto directo con los hombres. Los hombres y los dioses están separados por “seres intermedios”, entre los que está el Eros. Este ser intermedio entre el mortal y el inmortal es, en una palabra, un demonio. La función propia de un demonio consiste en servir de intérprete entre los dioses y los hombres, llevando de la tierra al cielo los votos y el homenaje de los mortales, y del cielo a la tierra las voluntades y beneficios de los dioses.

    El Amor mantiene la armonía entre la esfera humana y la divina, aproxima estas naturalezas contrarias, y es, como los demás demonios, el lazo que une el gran todo. Esto equivale a decir que el hombre, por esfuerzo del Amor, se eleva hasta Dios.

    El mito del nacimiento del Amor, de indudable autoridad platónica, sirve para enumerar sus cualidades y para poner de relieve su condición de ser entre lo mortal e inmortal, capaz de nacer, morir y revivir en un día. Con ello, la localización de Eros se traspone del amado al amante y se establece una importante relación entre la erótica y el saber. Eros es un amante del saber, es decir, un filósofo, lo que está en consonancia con su carácter de metaxý. Eros nace de Penía y de Poros. La pobreza agudiza el ingenio para escapar de sus lacras, un tópico literario. De su madre le viene el ser flaco, consumido, sin abrigo, miserable, de su padre el ser fuerte, varonil, emprendedor, robusto hábil y afortunado cazador, que sigue sin cesar la pista de las buenas y bellas acciones. Es además, apasionado por la sabiduría, que es bella y buena por excelencia; no siendo ni bastante sabio para poseerla, ni bastante ignorante para creer que la posee. Su objeto es, en último resultado, lo bello y el bien, que Platón identifica bajo una sola palabra: la Belleza. Pero es preciso saber bien lo que es amar lo bello: es desear apropiárselo y poseerlo siempre para ser dichoso.

    Los discursos anteriores, especialmente el de Agatón, habían insistido en la estrecha relación de Eros con la Belleza. El amante desea la posesión de lo que es bello, pero ¿cuál es la razón de ese deseo?. Una primera explicación consiste en identificar lo bello con lo bueno. El Amor sería la aspiración a la posesión del bien, que depara la felicidad. El Amor no consiste en completar las deficiencias de cada uno (buscando la unión con la otra mitad) porque esto supone la querencia de uno mismo, y los hombres están dispuestos a prescindir de sus propios miembros si éstos no son buenos. Entonces, ¿en qué sentido, puede decirse que lo bello que desea poseer el amante que es “bueno”?. Diotema encuentra la respuesta en los aspectos “poéticos”, es decir, creadores del amor. La belleza es el signo exterior de la fecundidad en el cuerpo y en el espíritu. El deseo de poseerla es el de procrear en ella.

    El impulso erótico, en última instancia, es una manifestación del deseo de inmortalidad. Su función no es simplemente la de deparar la felicidad del individuo, sino la de asegurar la perpetuación de la especie y del conocimiento. El hombre se siente feliz en el cumplimiento de este fin. La belleza es algo bueno, en cuanto indicio de la posibilidad de la consecución de dicho fin.

    El discurso de Diotima desarrolla el tema iniciado de que toda naturaleza mortal desea existir siempre y ser inmortal. Lo ejemplifica con la conducta de los animales, el deseo de la fama que da la inmortalidad, el amor heterosexual como propagación de la vida, y la enseñanza como pervivencia de las creaciones del espíritu. De nuevo, el Amor aparece como una fuerza cósmica, al igual que en el discurso de Erixímaco, que garantiza la perpetuación de todos los seres vivos.

    Las últimas páginas del discurso de Sócrates están consagradas a expresar la serie de esfuerzos mediante los que el Amor se eleva de grado en grado hasta su fin supremo. La sublimación del Amor se da recorriendo una escala que consta de los siguientes grados: el hombre poseído por el Amor se encanta, de un cuerpo bello, y después de todos los cuerpos bellos. Luego de las almas bellas y de todo lo que en ellas es bello: sus sentimientos y sus acciones. Pasamos al ala esfera de las acciones a la que la inteligencia. Allí se siente enamorado de todas las ciencias, cuya belleza le inspira, con una fecundidad inagotable, los más elevados pensamientos y todas esas grandes ideas que constituyen la filosofía. Pero, entre todas las ciencias, hay una que cautiva toda su alma, que es la ciencia misma de lo Bello, cuyo conocimiento es el colmo y la perfección del amor. ¿Y qué es esta belleza que tanto se desea y que tan difícil es de conseguir? Es la belleza en sí, eterna, divina, única belleza real, y de la que todas las demás son un reflejo.

    La contemplación de la forma ideal de la Belleza es el final de este proceso. Es el conocimiento de lo que es la belleza en sí, es decir, la Belleza absoluta. Cuando el hombre la contempla adquiere valor su vivir.

    Discurso de Alcibíades: elogio de Sócrates.

    Alcibíades hace entrada, borracho, con un grupo de amigos. Inspirado por Dioniso, comienza el elogio del maestro. Comienza el elogio haciendo símiles, el más llamativo es la comparación con el sátiro Marsias quien hacia saltar y agitarse a todo aquel que lo escuchaba tocar, este mismo efecto provocan las palabras de Socrates en aquel que las oye. Su forma de vida y sus charlas hacen que el propio Alcibiades se sienta avergonzado ante Sócrates, por preocuparse de la política que al lado de la filosofía no tiene valor.

    Sócrates queda fijado como el prototipo del filósofo, pero, además, es la imagen misma de Eros. Castro, valeroso, resistente a los efectos del vino, impasible al frío, es capaz de pasarse un día y una noche entera absorto en sus pensamientos.

    Fin de la reunión:

    Nuevos juerguistas entran en casa de Agatón, alboroto y desorden. Erixímaco y Fedro abandonan la casa. Cae dormido Aristófanes y Agatón. Sócrates abandona la casa para seguir su jornada, se demuestra la verdad del elogio de Alcibíades.

    3.Conclusiones y valoración.

    En El banquete el Amor se presenta como el deseo que tiene la naturaleza mortal de perpetuarse en la generación, en el espíritu o en el recuerdo. El amor sexual es un impulso natural para recuperar nuestra naturaleza dual originaria. Pero sólo el amor entre hombre y mujer puede asegurar la perpetuación de la especie, aunque en la obra sorprende la sentada superioridad que se le da al amor homosexual.

    Vemos como a lo largo de todo el libro se han ido dando distintas concepciones del Eros y de la belleza, pero la verdadera concepción que acerca del tema tiene Platón la vemos puesta en boca de Sócrates. Digamos que es Sócrates el intérprete directo de Platón y en su discurso es donde expresamente debe buscarse la teoría platoniana.

    Desde las primeras definiciones de Belleza en Grecia se la identifica con la Bondad, se habla de ella como lo adecuado, lo conveniente y, por lo tanto, lo bueno. Se fundamentará la Belleza en lo proporcional, entre las partes y con relación al todo de esa figura (armonía), es lo conveniente.

    ¿Qué ventaja procurará a cada uno la posesión de la Belleza? Habría que sustituir Belleza por Bien y, ya que poseer lo bueno es poseer la felicidad se llegaría a una repuesta última, pues no tiene sentido preguntar por qué cada uno desea ser feliz. Esto es, entonces, lo que significa el Amor. El Amor es el deseo de lo bueno, el deseo permanente del bien.

    La Belleza, por tanto, es una idea y, como tal, perfecta. El hombre al enamorarse debe ir ascendiendo en el camino de sublimación del amor, dejando de preocuparse por la mera belleza física. Hay una escala, primero se reconoce lo físico y se pasa a lo general, a lo espiritual, a lo político y después al último nivel que es la Belleza absoluta. Se pasa de amar a un cuerpo bello a amar a varios cuerpos porque son participaciones de Belleza absoluta, nada tiene belleza por sí mismo, son participaciones de ésta. El amor a la belleza física nos entusiasma y nos va a llevar, cuando culmine el proceso, hasta la Belleza absoluta. La ascensión hacia la Belleza absoluta la motiva el recuerdo que lo utilizamos en la medida en que nos sentimos entusiasmados (entusiasmarse: llenarse de Dios). La Belleza absoluta se encuentra en el mundo de las ideas y es abstracta, transcendental y metafísica. Se niega la validez de los sentidos a la hora de conocer el verdadero conocimiento que es el mundo de las ideas, es una teoría del conocimiento.

    Los sofistas planteaban la belleza diciendo que lo bello era lo que producía placer en la contemplación, es decir, a través de los sentidos. Sin embargo, la Belleza no puede estar ahí pues sería una belleza de carácter efímero y poco duradero. Para Platón la Belleza debe ser perdurable y, además, para él, esa concepción de belleza es subjetiva.

    El Amor en el Banquete culmina en la contemplación de la Belleza. Pero es imposible en vida tener acceso a esta contemplación: el individuo contempló la Belleza absoluta en otro tiempo. Al igual que la Bondad y la Verdad. Son valores universales, abstractos y eternos, pertenecientes al mundo de las ideas y, por tanto, inmutables. Se debe buscar la belleza física como vía de ascensión hacia la Belleza suprema. Es una experiencia mística que Platón describe en una de las páginas más conocidas de la filosofía clásica.

    Así, el Eros platónico en El banquete, es definido también como un ansia de cosas buenas y de felicidad, como un deseo de posesión del bien.

    4.Bibliografía.

    -PLATÓN: El Banquete, Ed. Luis Gil, Planeta, Barcelona, 1982 (Clásicos Universales Planeta, nº44).

    Observemos el comportamiento de Alcibíades con Sócrates: el primero actúa de amante y el segundo de amado esquivo a los intentos de seducción. Vemos invertidos los papeles esperados entre un hombre mayor y un muchacho. Pero Sócrates, al carecer de este impulso erótico, acrecenta sus merecimientos a la consideración divina.

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    País: España

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