Literatura
Yerma; Federico García Lorca
Yerma
Federico García Lorca
Introducción
Yerma es, una obra literaria, una tragedia teatral. Está situada en una época en que la familia era lo más importante en la sociedad, en donde el hombre era hombre cuando mantenía a su familia por medio de su trabajo, y en donde la mujer era mujer cuando cuidaba la casa, hacía los quehaceres domésticos y, lo más importante, criaba a los hijos. Las familias debían ser perfectas, debían tener una buena situación económica y además, debían demostrar que no tenían ninguna clase de problemas.
Esta obra, escrita por Lorca surge por el interés hacia la educación artística del público y por el ennoblecimiento del teatro. Lorca, dirigiéndose a la familia teatral madrileña asegura:
“Yo no hablo esta noche como autor, no como poeta, ni como un estudiante sencillo del rico panorama de la vida del hombre, sino como un ardiente enamorado del teatro y de su acción social. El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su desmayo. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.”
Contexto Histórico
El siglo XX es una época enormemente agitada: dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945); la Revolución Rusa de 1917, que intentó poner en práctica un sistema económico no capitalista; el hundimiento de la bolsa de Nueva York (1929), repercutiendo en Europa; la tensa “Guerra Fría” entre USA y URSS tras la Segunda Guerra Mundial; el derrumbamiento de los regímenes socialistas, simbolizando la caída del muro de Berlín (1989), etc.
Incluyendo a su vez, la guerra española (1936-1939), la de Vietnam (1962-1975) o la más reciente de Yugoslavia; los regímenes dictatoriales que se han sucedido en numerosos países, especialmente en los del Tercer Mundo, y los continuos conflictos y revueltas de orden social y racial.
Ha habido una aceleración histórica producida por unos descubrimientos que han modificado las tradicionales formas de vida: medios de transporte y comunicación, "revoluciones" (rápidos y drásticos adelantos y cambios) en todos los campos: Política (Mar), Filosofía (Nietzsche), Psicología (Freud), Biología (Darwin), Física (Einstein), etc. A pesar de tantos adelantos, algunos problemas de la humanidad siguen sin solucionarse o se han agravado: desigualdad, consumismo, angustia, contaminación... Tres corrientes de pensamiento han influido especialmente en los modos de vida y el arte del siglo XX: el marxismo, el psicoanálisis y el existencialismo.
En la literatura se refleja perfectamente las experiencias traumáticas y la crisis de valores sufrida por la sociedad a lo largo del siglo XX. De ahí a sus rasgos de innovación y experimentalismo, preocupación por lo social y político, etc. Es una manera de protestar contra la situación de caos que tiene a su alrededor el artista: guerras, burocracia, desprecio por la creatividad y el pensamiento, consumismo, etc.; por lo que se busca la esencia de las cosas mediante la intuición o la irracionalidad.
El teatro también sufre innovaciones, se aparta del realismo del siglo anterior e introduce rupturas espaciales y temporales. Y esto se ve también en el teatro de García Lorca y particularmente en Yerma
Desde un punto de vista cultural, más exhaustivo, nos encontramos que la Generación del 27 representó una ocasión única en la que las impresiones que dominaban eran una actitud descuidada de la vanguardia, la ilusión del arte modernista y el optimismo del Viejo Continente entre guerras. En España, esta atmósfera se manifestó momentáneamente en el ambiente vivaz que se creó con la proclamación de la Segunda República. Los artistas jóvenes se sentían extasiados con el mundo del cine, las "luces de la ciudad", la ruptura con la burguesía, el arte del realismo y la ilusión de una revolución política y estética.
Los nombres que componen el 27 son numerosos, aunque entre los estudiosos el acuerdo es unánime al integrar fundamentalmente los siguientes: Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. A éstos habría que añadir otros muchos y, sobre todo , los de algunas mujeres que se incorporan activamente a la vida literaria, algunas de ellas casándose con poetas o profesando una profunda amistad con ellos: María Teresa León, Ernestina de Champurcín, Concha Méndez, Carmen Conde, entre otras.
Años más tarde, todos ellos sufrirían las tremendas heridas de la Guerra Civil. Federico García Lorca fue asesinado, como dijimos antes, por los nacionalistas y su dramática muerte simbolizó la de toda una generación creadora. Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillen, Rosa Chacel y María Zambrano se vieron forzados al exilio. Y su poesía, que había traído a la lírica española el ideal de perfección de la "poesía pura", se volvió más temporal, más reflexiva.
Lorca se dio cuenta desde muy pequeño de la anomalía de su cultura y se hundió como ninguno antes en sus raíces. Al hacerlo, comprendió aquella posición de la cultura española popular que, sin embargo, había guardado el antiguo sentido trágico de la vida. En resumen:
- La cultura española del campo, siempre con su centro para Lorca en Andalucía, no sufrió el desarraigo que caracterizó al mundo industrializado.
- Aunque el público burgués amenazaba el teatro verdadero, Lorca veía una posible vuelta a los antiguos valores teatrales en el pueblo.
- Los problemas filosóficos y teóricos que preocupaban tanto a los dramaturgos de otros países no suponían para Lorca algo indispensable ni algo que le impidiera la creación de tragedias, ya que él con su duende y su propia “cultura de sangre” podía inspirarse en los mismos temas que los antiguos griegos.
- Y la cultura popular en España no había padecido la carga del racionalismo que convertía a la lógica n el centro de las vidas de los hombres y hacia que triunfara la clase burguesa que mataba el antiguo sentido fatalista de la verdadera tragedia.
En definitiva Lorca se atrevió a buscar nuevos vínculos con un mundo que en general ya habíamos dejado atrás.
Las tres grandes tragedias de Lorca
Federico García Lorca escribe, durante su vida, tres tragedias, las cuales ambientadas en espacios rurales, por lo que las personas eran mucho más discriminadoras, es decir que, si una persona cometía alguna fechoría o acto de sospecha era mal vista por esa gente, quizás, hasta el día de su muerte. Estas tragedias son:
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Bodas de Sangre que recoge la pasión amorosa entre un hombre y una mujer por encima de los odios familiares y de las normas sociales. Esta pasión desemboca en una tragedia colectiva.
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La casa de Bernarda Alba que presenta el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda, que ha decretado ocho años de luto y aislamiento para todos los suyos, y el deseo de libertad de sus cinco hijas. El conflicto se resuelve con el suicidio de la hija menor y la sumisión de las demás hijas a la voluntad de la madre.
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Yerma esta tragedia, que analizaremos en esta monografía nos presenta a una mujer que ha tenido una obsesión por llegar a ser madre desde el momento en que se casa. Al ver que no puede, pasa por diferentes situaciones para conseguir la fertilidad, aunque todas fracasan, ya que era su esposo el estéril, pero éste no lo sabe hasta el final de la obra.
Yerma, la tragedia de la infertilidad
La palabra Yerma, significa estéril e infecundo y en este caso es utilizada por García Lorca para dar título a una de sus obras literarias enmarcadas en el género de tragedias rurales.
El autor nos está anticipando desde el título que la obra se desarrollará alrededor de la vida de una mujer donde la fecundidad es el motivo principal.
Es una tragedia porque se desenvuelve desde el deseo, pasando por situaciones de sufrimiento, obsesión y frustración, culminando en la muerte.
Desde el inicio de la obra, Yerma parece temer acerca de su infertilidad, porque ya habían pasado alrededor de 2 años de casada y no tenía ningún hijo. Esto significaría que no era “una buena mujer ni una buena esposa”.
Yerma le recuerda a su esposo Juan, ganadero y labrador de sus propias tierras, el tiempo que llevan casados y que aún no tienen hijos. Sin embargo, a él no le molesta la situación, puesto que creía que, como estaban viviendo, todo estaba bien.
En el acto I, luego que Juan se marcha, ella se queda cosiendo y cantando una canción infantil, quizás, a un hijo, que no existe, lo que demuestra su deseo de ser madre.
Yerma se da cuenta de su necesidad de tener un hijo cuando aparece su amiga María, y de que quizás sea estéril. Ya que María quedó embarazada a los 5 meses de casada y ella, aún después de tanto intentarlo, no tenía resultados satisfactorios.
En el acto II se puede ver que Yerma empieza a desesperarse y busca una respuesta preguntándole a una anciana. Ésta le plantea por primera vez si ella sentía amor por su marido. Yerma se da cuenta en ese momento de que realmente siente más afecto por Víctor, su amigo y el de Juan, que por su esposo. Esto la lleva a pensar que, tal vez, la falta de amor hacia Juan es lo que le impide tener hijos, pero no es así. Esto se explica en el diálogo que Yerma mantiene con la Vieja:
“VIEJA. Oye. ¿A ti te gusta tu marido?
[…]¿No tiemblas cuando se acerca a ti? ¿No te da así como un sueño cuando acerca sus labios? Dime.
YERMA. No. No lo he sentido nunca
VIEJA. ¿Nunca? ¿Ni cuando has bailado?
YERMA. (Recordando.) Quizá… Una Vez… Víctor…
VIEJA. Sigue.
YERMA. Me tomó de la cintura y no pude decirle nada porque no podía hablar. Otra vez, el mismo Víctor, teniendo yo catorce años (él era un zalagón), me cogió en sus brazos para saltar una acequia y me entró un temblor que me sonaron los dientes. Pero es que he sido vergonzosa.
VIEJA. ¿Y con tu marido?...
YERMA. Mi marido es otra cosa. Me lo dio mi padre y yo lo acepté. Con alegría. Esta es la pura verdad. Pues el primer día que me puse de novia con él ya pensé… en los hijos. Y me miraba en sus ojos. Sí, pero era para verme muy chica, muy manejable, como si yo misma fuera hija mía.” (Acto Primero, cuadro segundo)
Luego, se encuentra con una muchacha quien le habla acerca de su madre, la cual le da yerbajos para la fecundidad. Yerma se interesa y le pregunta donde vive y su nombre.
La gente del pueblo, que murmura respecto de Yerma, es representada por cinco lavanderas, que entran en escena luego. Se decía que a Yerma le gustaba otro hombre poniendo en cuestión su honor y fidelidad hacia Juan. Éste se entera de lo que se dice en el pueblo y, por eso, pide a sus hermanas solteronas que la vigilen y que no la dejen salir de su casa.
En el acto III, Yerma acude a casa de Dolores, madre de la muchacha con la que anteriormente había entablado una conversación, y los yerbajos que ésta le da para la fecundidad, no le surten efecto.
Tiempo después acude a una romería en honor a un santo que trae suerte a las casadas sin hijos. En esta romería es cuando Yerma se resigna a no tener hijos porque se da cuenta que el estéril es su marido, por lo tanto ella está condenada a no tenerlos.
Llena de odio y desesperación estrangula y mata a Juan. Es así como finaliza la obra con las últimas palabras de Yerma: “No os acerquéis, porque he matado a mi hijo. ¡Yo misma he matado a mi hijo!”, aludiendo a que ella no podría tener ningún hijo si no era con su esposo.
Como vemos al tema de la esterilidad se le suman el del honor y de la honra. Por una parte, en toda la obra las personas del pueblo hablan del supuesto “deshonor” de Yerma; lo que se dice de ésta es que engaña a su esposo con Víctor, lo cual no es cierto. Ella siente un gran afecto hacia él, de eso se da cuenta a medida que pasa el tiempo, pero nunca engaña a su esposo, ni siquiera piensa en la posibilidad de abandonarlo e irse con Víctor, con quien seguramente tendría hijos.
Yerma piensa que su honor es más importante que lo que desea el corazón. Eso lo afirman las siguientes citas:
“YERMA. Figuraciones. De gente que no tiene la conciencia tranquila. Creen que me gusta otro hombre y no saben que, aunque me gustara, lo primero de mi casta es la honradez. Son piedras delante de mí. Pero ellos no saben que yo, si quiero, puedo ser agua de arroyo que las lleve.” (Acto Segundo, cuadro segundo)
“YERMA. […] Yo me entregué a mi marido por él, y me sigo entregando para ver si llega, pero nunca para divertirme.” (Acto Primero, cuadro segundo)
Por otro lado, el tema de la honra afecta demasiado a Yerma. Ella no se consideraría una buena mujer a menos que llegara a la maternidad; para ésto ella hace todo lo que puede para conseguir la fertilidad. Sin embargo no lo logra. Se puede ver cuánto la afecta cuando expresa lo siguiente:
“YERMA. La mujer del campo que no da hijos es inútil como un manojo de espinos, y hasta mala, a pesar de que yo sea de este desecho dejado de la mano de Dios” (Acto Segundo, cuadro segundo)
La obra se desenvuelve en una sociedad cerrada, conservadora. Era un pueblo, en donde las personas no debían mostrar ningún tipo de error ni debilidad. En el caso de Yerma y Juan su situación los afectaba, puesto que al ser él estéril y no poder crear una familia, eran un motivo más de que murmurar y se ponían en cuestión ciertas cosas de su relación.
Las lavanderas, como anteriormente dijimos, son las que entablan conversaciones entre ellas, acerca de la pareja:
“LAVANDERA 2ª. Cada hora que transcurre aumenta el infierno en aquella casa. Ella y las cuñadas, sin despegar los labios, blanquean todo el día las paredes friegan los cobres, limpian con vaho los cristales, dan aceite a la solería. Pues, cuando más relumbra la vivienda, más arde por dentro.
LAVANDERA 1ª. Él tiene la culpa, él. Cuando un padre no da hijos debe cuidar de su mujer.
LAVANDERA 4ª. La culpa es de ella, que tiene por lengua un pedernal.” (Acto Segundo, cuadro primero)
En cuanto a la esterilidad, a pesar de todos los intentos de Yerma para tener un hijo, entra cada vez más en la desesperación y la angustia. Eso lo demuestra cuando se expresa con resentimiento acerca de lo que la rodea, vinculándose todo con la fecundidad:
“YERMA. […] Yo no debo tener manos de madre.
[…] Porque estoy harta, Porque estoy harta de tenerlas y no poderlas usar en cosa propia. Que estoy ofendida, ofendida y rebajada hasta lo último, viendo que los trigos apuntan, que las fuentes no cesan de dar agua y que paren las ovejas cientos de corderos, y las perras, y que parece que todo el campo puesto de pie me enseña sus crías tiernas, adormiladas, mientras yo siento dos golpes de martillo aquí, en lugar de la boca de mi niño.” (Acto Segundo, cuadro segundo)
A Juan, este problema no le molesta. Sólo quiere que ella se quede en su casa para detener los murmullos y la deshonra pública demostrando la indiferencia hacia la situación que agobia a Yerma.
Yerma, una joven educada con valores bien marcados, se casa con Juan con la ilusión de tener hijos, girando su vida en entorno a ello. La ausencia de éstos la desesperanzaba, porque por algún motivo no engendraba ninguno. Empieza a sentir una profunda obsesión y ésto es lo que la lleva a buscar soluciones y pasar por diferentes situaciones, pero ninguna con éxito.
El tiempo transcurre y ella empieza a sentir una desesperación creciente. A ello a se le suma la constante presión de la sociedad, la que rumoreaba los motivos de su esterilidad. La situación vivida por Yerma la conduce a la frustración total, a tal punto de destruir a través de la muerte, la única posibilidad de tener hijos, quedando socialmente marginada de por vida.
Su esposo que era el verdadero responsable por la esterilidad aunque no lo admitía porque eso significaría, para esa sociedad, que era menos hombre que cualquier otro.
En un primer momento, la obra me pareció demasiado trágica, pero luego de investigar acerca del autor, y analizar a fondo la obra, pude ver que todo tenía sentido.
Todas las personas que la conocen sufren a causa de la infertilidad de Yerma. Sin embargo, Juan es al que menos parece preocuparle. En toda la obra podemos ver que Yerma nunca se rinde, ni siquiera al final. Su espíritu se mantiene a pesar de que las cosas se le complican cada vez más.
Entre los elementos simbólicos que aparecen se destacan:
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La falta de agua en los campos. Esa agua, se asocia a la fecundidad de la tierra. Se asocia la sequía con el momento en que Yerma deseaba la fecundidad. “El vientre guarda tiernos hijos como las nubes lleva la lluvia”
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El contacto con la tierra descalzo era señal de fecundidad.
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“Yo soy como un campo seco donde caben arando mil pares de bueyes”, en relación al dolor que sentía Yerma por no tener hijos.
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El agua no puede volver atrás, en alusión a la propuesta de dejar su esposo e irse a buscar a alguien con quien tener un hijo.
Bibliografía
Historia Universal de la Literatura
Encarta 2000
Diccionario de la Real Academia Española
Diccionario Enciclopédico Salvat
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Enviado por: | Littlewolf |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |