Entre las muchas marcas de fábrica de la xenofobia, hay una que nunca falta, a saber, el estigma de la corrupción de la salud que atribuimos al objeto de nuestra fobia. Y de ello tenemos un ejemplo reciente nacido en lo que para muchos es un vergel de riqueza, civilización y solidaridad, la flamante Noruega. El caso levantó una agria polémica en la IV Reunión Europea sobre Migrantes, Minorías Etnicas y HIV/SIDA que se celebró recientemente en Barcelona. El pasado verano el Ministerio de Salud noruego lanzó una campaña en la que nada menos adviertía a la población de no mantener relaciones sexuales con un inmigrante africano sin protección, por el gran riesgo que presentaban de ser seropositivos. Pocas veces podremos encontrar una consejo de salud más desatinado y sujeto a lo que podríamos denominar como "sandez estadística". Desde el punto de vista científico-médico la campaña carece totalmente de argumentos. Por un lado, si algo deberíamos haber aprendido de la prevención del SIDA, es precisamente que, para tener éxito, la prevención debe ser indiscriminada; todos somos susceptibles de infectar y de ser infectados. Dar el falso mensaje de atender sólo a contactos con colectivos de riesgo aumenta paradójicamente el riesgo de contagio. Pero es que además, la elección del colectivo por su origen y no por la conducta de riesgo es cuando menos grotesco. Mucho más riesgo de ser seropositivo tiene un simple cooperante de ayuda o un soldado que haya visitado países con gran prevalencia de sida que un inmigrante proveniente de esas zonas, y eso según los datos del mismo ministerio de
salud noruego!. Y no digamos ya una plaga cada vez más de moda, el turismo sexual ¿Por qué no realiza el gobierno campañas para prevenir contactos sin protección con tales grupos? Y esto es lo peor, porque desde el punto de vista ético, la campaña no se sostiene. Estigmatizar a un grupo frente a un supuesto resto de sociedad indemne atenta directamente a los derechos humanos.
Por todo ello es importante repetir hasta la saciedad las dos caras del mensaje que nos transmite el artículo. La persona que emigra por motivos económicos es un adulto joven y sano. Es mucho más problable que importemos enfermedades con los visitantes ocasionales. Lo que realmente debería preocuparnos son las enfermedades que les estamos transmitiendo nosotros por obligarlos a vivir en "ghettos" y por no ofrecerles la atención médica adecuada. Las semillas de la xenofobia sólo precisan de una simple falacia como la noruega para brotar. Que nos quede claro.
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