Literatura
Teatro español del siglo XX
EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO XX
1.- LA OBRA TEATRAL DE RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN
La originalidad audaz de Valle, sus planteamientos radicales y sin concesiones, la riqueza y expresividad de su lenguaje, lo distinto de sus temas y de su estética explican que sus obras permanecieran fuera de los escenarios de su tiempo, relegadas a ser teatro para leer.
La adscripción de Valle a la Generación del 98 ha dado lugar a muchos debates. Sin embargo, su evolución ideológica y estética no tiene apenas puntos en común con los noventayochistas. Valle fue mucho más radical que ellos en su crítica de la sociedad, de la cultura y de la política. Su inagotable búsqueda artística le llevó de su inicial modernismo decadente a la creación de un género personal: el esperpento.
Al igual que en su labor novelística, el primer teatro de Valle se inscribe en la corriente modernista, en su faceta más decadente. Los temas de evasión, el estilo brillante y la actitud rebelde se encuadran en unas obras idealizadas y estetizantes, que resultan convencionales y retóricas. Cuento de abril y Voces de gesta.
Valle prueba a la par otros caminos. El ciclo mítico, con las Comedias bárbaras, es el resultado de la prueba. Es una trilogía formada por Águila de blasón, Romance de lobos y la tardía Cara de plata. La Galicia mítica y rural es el marco en el que se desarrollan estas historias. En ellas, los personajes, ya sean hidalgos, mendigos o seres tarados, actúan gobernados por instintos y pasiones violentas y primitivas (sexo, dinero, poder), en un clima donde las supersticiones y los mitos desempeñan un papel fundamental.
La culminación de este ciclo es Divinas palabras. Seres diabólicos, irracionales y monstruosos pueblan esta obra, en la que la avaricia y la lujuria desencadenan todos los conflictos. El argumento nos sitúa de nuevo en los caminos y aldeas de Galicia.
Simultáneamente, Valle-Inclán desarrolla una serie de farsas, donde lo grotesco y la caricatura convierten a los personajes en fantoches y marionetas ridículas. Farsa italiana de la enamorada del Rey y Farsa y licencia de la Reina Castiza, las dos de 1920, pintan un retablo satírico y despiadado de la España isabelina.
El Esperpento
En ese mismo año de 1920, Valle-Inclán encuentra la fórmula en la que cuajan las líneas anteriores: el esperpento. Con la primera versión de Luces de bohemia, Valle da nombre a un género literario propio, basado en la deformación sistemática de personajes y valores, con la que ofrece una denuncia de la sociedad española contemporánea. Lo esperpéntico es una manera de ver el mundo, un reflejo deformado de una realidad ya deformada, que nos revela el verdadero rostro de la vida española. Los personajes (seres de ficción o reales) son seres grotescos en un mundo grotesco, semejantes a marionetas ridículas y de pesadilla, aunque en ocasiones el autor tenga un gesto de ternura hacia ellas.
Otros rasgos formales de los esperpentos son los siguientes:
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El uso de contrastes: entro lo doloroso y lo grotesco, lo trágico y lo cómico, etc.
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La riqueza del lenguaje, cuidadosamente elaborado y muy personal, en el que hay una estilización de registros diferentes (hablas populares, regionales, lenguaje literaturizado, etc.).
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Las acotaciones teatrales, muy literarias, que adquieren valor en si mismas.
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Los numerosos personajes y los continuos cambios de espacio y tiempo entre las escenas.
Las obras esperpénticas incluyen, novelas como Tirano Banderas o la serie de El ruedo ibérico. El teatro esperpéntico agrupa a la mencionada Luces de bohemia y la trilogía Martes de carnaval, integrada por Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. La primera resulta una parodia del honor calderoniano y de sus realizaciones teatrales melodramáticas. Las galas del difunto, además de incluir una caricatura de Don Juan Tenorio, trata sobre la miseria de los repatriados de la guerra de Cuba. La hija del capitán esperpentiza el golpe de Estado de Primo de Ribera y lo enlaza con la historia de un horrendo crimen. Por la misma época compone Valle las piezas breves agrupadas bajo el título de Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, influidas por el esperpento, auque el autor no las denomine así.
Luces de bohemia es la obra maestra del teatro valleinclanesco. Basada en la vida del escritor bohemio Alejandro Sawa -amigo personal del escritor y de Rubén Darío-, narra la última noche del poeta Max Estrella. Éste, acompañado de su lazarillo Don Latino de Hispalis, recorre diversos lugares de un Madrid absurdo, brillante y hambriento (librerías, tabernas, cafés, calles, despachos de Ministerios...) y en todos encuentra motivos para la desolación. Desesperanzado Max muere -o se deja morir, como su mujer y su hija-.
El valor literario de los esperpentos hay que buscarlo en la ruptura que, paralela a la de las vanguardias, representan frente a la tradición, en su entronque con el expresionismo europeo y en su nexo con posteriores reflexiones teatrales de Brecht y del teatro del absurdo: Valle fue un precursor y un guía del moderno teatro crítico.
2.- EL TEATRO ESPAÑOL TRAS LA GUERRA CIVIL
2.1.- EL TEATRO EN LOS AÑOS CUARENTA
Es un teatro condicionado por la sociedad burguesa del momento, dirigido a su ideología. Representa una realidad falsificada, formalmente es viejo y desdeña lo experimental.
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Un teatro cómico, heredero del sainete y del astracán, lleno de situaciones tópicas y chistes lingüísticos de nulo valor literario.
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Un teatro folclórico-musical que casi no es teatro, donde la música asfixia lo literario. Son espectáculos de varietés, en los que la canción es el elemento fundamental.
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Un teatro histórico-político, de evasión, que permita olvidar la realidad inmediata. Canta glorias y héroes del pasado y en él se dan estrenos y reposiciones. Es un paralelo al cine exitoso de la época.
En la creación dramática son dos la líneas que sobresalen en estos años:
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El drama burgués, continuación de la comedia benaventina, en el que se inscriben autores como José María Pemán, Joaquín Calvo-Sotelo, Juan Ignacio Luca de Tena y Edgar Neville. Ya sean comedias de evasión o dramas ideológicos, defienden valores conservadores, encuadrados en obras de correcta construcción y elegantes diálogos, que no aportan nada nuevo al teatro.
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El teatro de humor es, quizá lo más interesante del período. Enrique Jardiel Poncela tratará de crear un audaz tipo de comicidad de lo inverosímil, caracterizada por la ruptura con las formas tradicionales del humor, por su deseo de desasirse de la lógica, por su huida del tópico y por su libre concepción de la técnica teatral y del espacio escénico. Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro.
Miguel Mihura escribió Tres sombreros de copa. El humor cercano al absurdo, la burla corrosiva de lo hábitos burgueses y provincianos y la sonrisa dolorosa que provocan sus situaciones resultaban muy osados cuando fue escrita. Más tarde, también; pero ya Mihura había renunciado a esa línea y se había decantado por la escritura de comedias más normales, sometidas a los dictados de la época, como Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.
2.2.- EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA
La década de los cincuenta se abre con tres importantes estrenos: Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo; Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura; y Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre. Con los estrenos del de Buero y Sastre se vio la posibilidad de hacer un teatro distinto, que reflejara los problemas del momento, porque ambos se insertan en una corriente existencialista que derivará después hacia la preocupación social.
Generación realista, que incluye a Carlos Muñiz, Lauro Olmo y José Martín Recuerda. Sus temas abordan problemas de obreros, estudiantes, etc., siempre poniendo de relieve las desigualdades sociales y la falta de humanidad.
El enfoque metafísico de Cargamento de sueños; la denuncia del militarismo en Escuadra hacia la muerte, y de la tiranía en La mordaza; la llamada a la revolución en El pan de todos y en La sangre y la ceniza; o la investigación lingüística de La taberna fantástica.
2.3.- LA OBRA TEATRAL DE ANTONIO BUERO VALLEJO
El dramaturgo de mayor interés del teatro de posguerra es Antonio Buero Vallejo. Nacido en Guadalajara en 1916, desde joven sintió afición por la pintura y los libros. En la guerra civil combate como soldado en el bando republicano. Condenado a muerte al finalizar la contienda, se le conmuta la pena por la de cadena perpetua. En 1946 sale en libertad condicional y decide volcarse en el teatro.
Se producción está marcada por el compromiso adoptado por el autor ante los temas humanos más universales, ya sean de tipo existencial o social. Buero mira la realidad con ojos lúcidos: ve los deseos de los hombres y sus frustraciones, las mentiras que se inventan para soportar su infelicidad, los obstáculos que los gobernantes, la sociedad o la existencia misma les ponen para impedir su realización plena. Y lo que ve, lo traslada a sus argumentos para comunicárselo al espectador y provocar en él una reflexión y una reacción.
El género adoptado por Buero es la tragedia. Con la tragedia se pretende la catarsis del espectador; éste debe conmoverse ante lo representado y debe sentirse impulsado a luchar para superar sus errores y para labrarse su propio destino. La misión del dramaturgo es mostrarle las realidades ocultas en iluminarle las oscurecidas. Sin embargo, el teatro de Buero es doblemente problemático para el espectador, porque le enseña los problemas, pero le plantea también el problema de cómo resolverlos, porque no le ofrece soluciones. La mayoría de las obras de Buero se cierran con un interrogante sin respuesta lanzado hacia el público.
En los dramas de Buero, el diálogo ocupa un papel importante, pero no exclusivo. El lenguaje de los protagonistas suele estar caracterizado por su densidad, hondura y precisión; en él, Buero se revela como un consumado dominador del idioma. Pero no descuida los aspectos espectaculares del teatro. El espacio escénico suele estar descrito con minuciosidad en las acotaciones, porque, en él, los objetos, su disposición y el ambiente descrito adquieren una significación concreta. En algunas obras, como El tragaluz o La Fundación, aparecen varios espacios simultáneamente en escena. La música, los ruido y los juegos de luces, por último, no son gratuitos: aportan elementos necesarios para la significación global.
En relación con la técnica teatral de Buero, están los denominados efectos de inmersión: en algunos momentos, el autor trata de hacer partícipe al espectador de lo que ve en escena.
Se han propuesto varias clasificaciones de la producción dramática de Buero. Una de ellas la divide en tres grupos:
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Los dramas de indagación del ser humano envuelto en conflictos sociales. Historia de una escalera, Hoy es fiesta y Caimán.
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Los dramas históricos, que presentan argumentos alejados en el tiempo, pero que sirven como modelo de hechos o conductas actuales. Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio, El sueño de la razón y La denotación.
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Los dramas históricos, que presentan argumentos alejados en el tiempo, pero que sirven como modelo de hechos o conductas actuales. Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio, El sueño de la razón y La denotación.
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Dramas de personajes con taras, cuyas limitaciones físicas (ceguera, sordera u otras) simbolizan las limitaciones humanas para enfrentarse abiertamente a la realidad. En la ardiente oscuridad, El concierto de San Ovidio o La Fundación.
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Enviado por: | Lorena |
Idioma: | castellano |
País: | España |