Biografía
Sócrates
SÓCRATES
¿Quién era Sócrates? Su vida y su preocupación filosófica
Sócrates nació en el 470 antes de Cristo: era hijo de un escultor y de una experta partera. Les estaba agradecido por tres cosas: ser hombre, y no animal; haber nacido varón, y no mujer; ser griego, y no bárbaro.
Sócrates es quizás el personaje más enigmático de toda la historia de la filosofía. No escrbió nada en absoluto. Y sin embargo, es uno de los filósofos que más influencia ha ejercido sobre el pensamiento de la humanidad. Esto se debe en parte a su dramática muerte.
Sabemos que nació en Atenas y que pasó la mayor parte de su vida por calles y plazas conversando con la gente con la que se topaba. A menudo se quedaba inmóvil, de pie, en profunda meditación durante horas.
Sócrates se interesó por la “naturaleza humana” y por la “conducta recta o virtuosa”. En este sentido, cifró su empeño en HACER MEJORES a los demás. Su figura se tornó el centro de conflictos y de disputas: atrajo la simpatía y la admiración de muchos y, también, envidias y recelos.
La vida de Sócrates se conoce sobre todo a través de Platón, que fue su alumno y que, por otra parte, sería uno de los filósofos más grande de la historia. Platón escribió muchos diálogos en los que utilizaba a Sócrates como portavoz. Por ello no podemos estar completamente seguros de que sus palabras fueran verdaderas.
Según relata Platón en la Apología 20c-23d de Sócrates, la misión tan difícil de Sócrates era “examinar entre los ciudadanos como entre los extranjeros, a todo aquel que se cree SABIO y en cuanto no me lo parece, trato -con la ayuda de Dios- de hacerle ver con claridad que no es sabio.” Según él, “es de temer que ninguno (alguien que se creía sabio, y él) de los dos sepa nada cabal ni que valga la pena, pero mientras él CREE SABER ALGO y no sabe, yo, si de hecho no sé, tampoco creo saberlo. Soy más sabio porque no sé ni me figuro saber.”
¿Qué decía? Su filosofía
Sócrates en sus conversaciones, no trataba sobres las grandes cuestiones que la filosofía se había planteado acerca del mundo y de la realidad toda, sino en interrogantes acerca de lo que el hombre tiene más próximo a sí mismo: su mismo ser, su obrar como hombre (“conócete a ti mismo”).
“El hombre es profundamente ignorante de los más grandes problemas que lo conmueven, (...). Sin embargo, el hombre presume saber (...) CREE SABER cuál debe ser el sentido de la vida humana, (...) afirmando con ello implícitamente el VALOR de sus elecciones. (...) Sin embargo, muy pocos, se plantean el problema de la VERDAD o el problema de la BONDAD de tal vida o de tales actitudes, ni menos son capaces de ´dar razón´ de todo ello. Por lo general, más que realizar personalmente sus existencia, los HOMBRES ´se dejan vivir´, se dejan arrastrar por las opiniones hechas, por lo que la ´gente´ dice o hace”
Para Sócrates, el conocimiento y el ´obrar moral´ están íntimamente relacionados: si el punto de llegada del método era el concepto, el conocimiento seguro y válido para todos en todas las circunstancias, el VERDADERO CONOCIMIENTO, debe conducir a un obrar MORALMENTE BUENO.
La verdadera SABIDURÍA une dos máximas:
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Conócete a ti mismo VERDAD
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Véncete a ti mismo BONDAD
La preocupación de Sócrates fue la de enseñar a sus conciudadanos a conocer sus propias capacidades y posibilidades, para que CONOCIENDO pudieran encotrar la excelencia en el obrar, el BUEN OBRAR, el OBRAR MORALMENTE BUENO.
Todos los hombres quieren alcanzar la felicidad, y ésta se alcanza a través de una vida virtuosa, porque la virtud asegura una felicidad duradera y no transitoria, dependiente de placeres o de objetos perecederos.
La felicidad es la consecuencia natural de una vida VIRTUOSA. Pero la VIRTUD debe ser descubierta a través del ´conocimiento´ para poder adherir a ella y practicarla.
En conclusión , quien realmente ´conoce´ no puede obrar mal, obra realmente, definitivamente BIEN. Quien ´obra mal´ es quien no ´conoce´, quien no ha emprendido el trabajoso examen de sí mismo hasta descubrir lo que realmente DEBE SABER para SER el hombre que ´debe ser´. Por eso es tan importante que aumentemos nuestros conocimientos.
¿Cómo lo hacía? El método: el arte de conversar
El objetivo de Sócrates no era enseñar a la gente. Daba más bien la impresión de que aprendía de las personas con las que hablaba. De modo que no enseñaba como cualquier maestro, él conversaba.
Al ser la madre de Sócrates una partera, él comparaba su propia actividad con la del “arte de parir”. Así, Sócrates, consideraba su misión ayudar a las personas a “parir” la debida comprensión. Porque el verdadero conocimiento tiene que salir del interior de cada uno.
Haciéndose el ignorante, Sócrates obligaba a la gente con la que se topaba a utilizar su sentido común. Sócrates aparentaba ser más tonto de lo que era y así podía señalar constantemente los puntos débiles de la manera de pensar de los atenienses.
Su método constaba de dos pasos:
La refutación: mediante hábiles preguntas le mostraba al interlocutor que las opiniones que él cree verdaderas y seguras son en realidad débiles o falsas.
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El tono: la ironía: a través del cual fingía ignorancia.
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Primer estado: la purificación: la perplejidad y la decepción que provoca el concluir que NADA se SABE de lo que se cree conocer, es un reconocimiento de la propia ignorancia: el alma se purifica, y deja lugar libre para la VERDAD.
La Mayéutica: es el momento positivo o constructivo. Consiste en “dar a luz” la verdad que hay en el interior de cada hombre. Es el momento más importante.
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El punto de llegada: el concepto: la mayéutica conduce a un estado de verdadera sabiduría: es el CONCEPTO. Más que una OPINIÓN, se trata de un conocimiento VÁLIDO para todos, claramente expresado en una definición.
Sócrates define su actividad y su método
“¿Sabéis que me dedico al mismo arte que mi madre? No se lo digáis a nadie, porque nadie sabe que yo tengo estas mismas habilidades de, estando estéril yo mismo, servir de PARTERA a quien está embarazado... Yo soy nada más que un luchador por la sabiduría, y ya me suele la gente echar en cara que no hago sino preguntar, sin descubrir nada sabio, porque me dicen que no sé nada. Los que conmigo hablan, al pronto parece que no saben nada: pero en la CONVERSACIÓN dan a luz cosas sorprendentes, gracias a un arte mayéutico en la que yo y algún dios tenemos parte”
PLATÓN: Teeteto, 150 b - 151 c.
Por lo tanto no es de extrañar que Sócrates a la larga pudiera resultar molesto e irritante, sobre todo para los que sostenían los poderes de la sociedad.
Dos figuras ejemplares: Cristo y Sócrates
La vida, la obra, la muerte de Sócrates son tan excepcionalmente raros que su figura es “comparable” a la de Cristo, cuyo significado histórico rebasa la importancia que pueda asignársele desde el punto de vista estrictamente religioso.
Tanto Cristo como Sócrates eran considerados personas enigmáticas por sus contemporáneos. Ninguno de los dos escribió su mensaje, lo que significa que dependemos totalmente de la imagen que de ellos dejaron sus discípulos. Lo que está por encima de cualquier duda, es que los dos eran maestros en el arte de conversar, en el caso de Jesús, a través de parábolas. Además, hablaban de una manera que fascinaba e irritaba. Y los dos pensaban que hablaban en nombre de algo mucho mayor que ellos mismos. Tenían una misión entre los hombres. Desafiaron a los poderosos de la sociedad, criticando toda clase de injusticia y abuso de poder. Y finalmente: esta actividad les costaría la vida.
También en lo que se refiere a los juicios contra Jesús y Sócrates, vemos varios puntos comunes. Los dos podrían haber suplicado clemencia y haber salvado, así, la vida. Pero pensaban que tenían una vocación que habrían traicionado si no hubieran ido hasta el final. Precisamente yendo a la muerte con la cabeza erguida, reunirían a miles de partidarios también después de su muerte.
Los dos no fueron iguales, pero los dos tenían un mensaje que no puede ser separado de su coraje personal.
Bibliografía:
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Noro, Jorge Eduardo, “Filosofía Historias Problemas Vida”
Ed. Didascalia. 2º Edición. Rosario, Argentina 1996.
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Gaarder, Jostein, “El mundo de Sofía”
Ed. Siruela. Madrid, España 1994.
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Obiols, Guillermo, “Curso de lógica y Filosofía”
Ed. Kapeluz. Bs. As., Argentina 1985.
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Carpio, Adolfo, “Principios de filosofía”
Ed. Glauco. Bs. As., Argentina.
Carpio, Adolfo. Principios de filosofía. Ed. Glaco. Bs. As.
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Enviado por: | Kiki Casas |
Idioma: | castellano |
País: | España |