Introducir el vértice del embudo en uno de los orificios nasales.
Tapar el otro orificio con algodón.
Colocar en la abertura inferior del embudo en diferentes direcciones, haciendo que el sujeto en experiencia inspire cada vez que se moviliza el embudo.
Responder diciendo cuando se percibe el olor, en poca, mucha y más cantidad.
Tal como nos lo indicaba la actividad, hicimos un embudo de papel. Nos costó un poco lograr producir un buen embudo, pero al final lo logramos hacer.
Luego le pusimos un pedazo de algodón en el orificio izquierdo de la nariz a un compañero de grupo y en el orificio derecho introducimos el embudo. Luego rociamos un poco de spray en el aire, y nuestro compañero se puso a olorocer primero donde no había perfume, donde no sintió ningún olor. Luego oloroció cerca de donde se encontraba el perfume, donde sintió un poco más de olor. Luego respiró el aire donde había rociado el perfume y sintió mucho más olor. Después de eso respiró cerca de donde había sido rociado el perfume y nos manifestó que ya casi no sentía olor. Esto se debió a que el sentido del olfato se acostumbró al olor del perfume cuando lo aspiro en forma concentrada.
Sin duda, lo que más nos impresionó en esta actividad, fue el como el olfato se acostumbró rápidamente al olor, casi dejando de sentirlo, lo cual nos llevó a repetir la actividad con otro compañero para comprobar los resultados, los cuales volvieron a ser tan impresionantes como los de la prueba anterior.
Sentido del gusto.
Localización de los receptores gustativos.
Materiales:
Soluciones de sacarosa.
Soluciones de sal de cocina.
Soluciones de vinagre.
Soluciones de aspirina.
Pipeta o gotario.
Procedimiento:
Secar la lengua.
Tomar una de las soluciones y aplicarla con la pipeta o el gotario en las diferentes zonas linguales. Registre la zona que percibe el sabor.
Enjuagar la boca, secar la lengua y experimentar con las restantes soluciones registrando los resultados.
Haga un esquema de la lengua marcando con diferente color la zona receptiva para cada sabor.
Lo primero que hicimos fue enjuagar a un compañero la boca, pues acababa de comer algo en el recreo y no queríamos por ningún motivo que eso empañara los resultados de nuestro tan importante experimento.
Luego de enjuagar la boca, secamos la lengua con servilletas, lo cual produjo una sensación que fue bastante desagradable. Después de eso, con el gotero, pusimos una gota de la solución dulce en distintas zonas de la lengua, pudiendo comprobar que en el caso de nuestro compañero, se encontraba principalmente en la zona de la derecha de la lengua. Para proseguir la actividad volvimos a enjuagar y secar la lengua del mismo modo de la vez anterior, pero esta vez para ubicar los receptores de la zona amarga. Para esto no usamos una solución de aspirinas, sino de café, el cual, según nuestro compañero lo sintió bastante amargo. Esta segunda prueba nos arrojó como resultado que los receptores del sabor amargo de nuestro compañero, se encontraban en la zona de más a la punta de la lengua, lo cual nos impresionó, pues esperábamos que se encontrara en la parte de más atrás. Después de esto, repetimos el procedimiento de aseo de la lengua, y buscamos los receptores del sabor salado, los cuales se encontraron a la izquierda de la lengua. Luego de un nuevo aseo en la lengua, encontramos que el sabor ácido se sentía en la parte de atrás de la lengua.
Sin duda, lo que más nos impresionó en esta actividad, fue el no encontrar los receptores en la zona que esperábamos, pero no pudimos repetir la actividad, pues ya casi no nos quedaba tiempo.