Historia
Segunda Guerra Mundial
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Segunda guerra mundial, conflicto militar que comenzó en 1939 como un enfrentamiento bélico europeo entre Alemania y la coalición franco-británica, se extendió hasta afectar a la mayoría de las naciones del planeta y cuya conclusión en 1945 supuso el nacimiento de un nuevo orden mundial dominado por Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La II Guerra Mundial requirió la utilización de todos los recursos humanos y económicos de cada Estado y fue un conflicto único en los tiempos modernos por la violencia de los ataques lanzados contra la población civil y por el genocidio (el exterminio de judíos, gitanos, homosexuales y otros grupos) llevado a cabo por la Alemania nacionalsocialista (nazi) como un objetivo específico de la guerra. Los principales factores que determinaron su desenlace fueron la capacidad industrial y la cantidad de tropas. En los últimos momentos de la lucha se emplearon dos armas radicalmente nuevas: los cohetes de largo alcance y la bomba atómica. No obstante, el tipo de armamento empleado durante casi todo el enfrentamiento fue similar al de la I Guerra Mundial, aunque con ciertas mejoras. Las principales innovaciones se aplicaron a las aeronaves y a los carros de combate.
La situación después de la I Guerra Mundial
El resultado de la I Guerra Mundial fue decepcionante para tres de las grandes potencias implicadas. Alemania, la gran derrotada, albergaba un profundo resentimiento por la pérdida de grandes áreas geográficas y por las indemnizaciones que debía pagar en función de las reparaciones de guerra impuestas por el Tratado de Versalles. Italia, una de las vencedoras, no recibió suficientes concesiones territoriales para compensar el coste de la guerra ni para ver cumplidas sus ambiciones. Japón, que se encontraba también en el bando aliado vencedor, vio frustrado su deseo de obtener mayores posesiones en Asia oriental.
Las causas de la guerra
Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos alcanzaron, por su parte, los objetivos previstos en el conflicto iniciado en 1914. Habían logrado que Alemania limitara su potencial militar a una cifra determinada y reorganizaron Europa y el mundo según sus intereses. No obstante, los desacuerdos políticos entre Francia y Gran Bretaña durante el periodo de entreguerras (1918-1939) fueron frecuentes, y ambos países desconfiaban de su capacidad para mantener la paz. Estados Unidos, desengañado con sus aliados europeos, que no pagaron las deudas contraídas en la guerra, inició una política aislacionista.
El fracaso de los esfuerzos de paz
Durante la década de 1920 se llevaron a cabo varios intentos para lograr el establecimiento de una paz duradera. En primer lugar, en 1920 se constituyó la Sociedad de Naciones, un organismo internacional de arbitraje en el que los diferentes países podrían dirimir sus disputas. Los poderes de la Sociedad quedaban limitados a la persuasión y a varios grados de sanciones morales y económicas que los miembros eran libres de cumplir según su criterio. En la Conferencia de Washington (1921-1922), las principales potencias navales acordaron limitar el número de naves a una proporción establecida. Los Tratados de Locarno, firmados en esta ciudad suiza en una conferencia celebrada en 1925, garantizaban las fronteras franco-alemanas e incluían un acuerdo de arbitraje entre Alemania y Polonia. Durante la celebración del Pacto de París (1928), 63 naciones firmaron el Tratado para la Renuncia a la Guerra, también denominado Pacto Briand-Kellog, por el que renunciaron a la guerra como instrumento de sus respectivas políticas nacionales y se comprometieron a resolver los conflictos internacionales por medios pacíficos. Los países signatarios habían decidido de antemano no incluir las guerras de autodefensa en esta renuncia a los medios bélicos.
El ascenso del fascismo
Uno de los objetivos de los vencedores de la I Guerra Mundial había sido hacer del mundo un lugar seguro para la democracia; la Alemania de posguerra (cuyo régimen es conocido como la República de Weimar) adoptó una Constitución democrática, al igual que la mayoría de los estados reconstituidos o creados después de la contienda. Sin embargo, en la década de 1920 proliferaron los movimientos que propugnaban un régimen basado en el totalitarismo nacionalista y militarista, conocido por su nombre italiano, fascismo, que prometía satisfacer las necesidades del pueblo con más eficacia que la democracia y se presentaba como una defensa segura frente al comunismo. Benito Mussolini estableció en Italia en 1922 la primera dictadura fascista.
La formación del Eje
Adolf Hitler, Führer (líder) del Partido Nacionalsocialista Alemán, impregnó de racismo su movimiento fascista. Prometió cancelar el Tratado de Versalles y conseguir un mayor Lebensraum (en alemán, `espacio vital') para el pueblo alemán, un derecho que merecía, a su juicio, por pertenecer a una raza superior. La Gran Depresión que se produjo a comienzos de la década de 1930 afectó profundamente a Alemania.
Los partidos moderados no llegaban a ningún acuerdo con respecto a las posibles soluciones, y un gran número de ciudadanos depositó su confianza especialmente en los nazis. Hitler fue nombrado canciller de Alemania en 1933 y se erigió en dictador tras una serie de maniobras políticas.
Japón no adoptó un régimen fascista de forma oficial, pero la influyente posición de las Fuerzas Armadas en el seno del gobierno les permitió imponer un totalitarismo de características similares. Los militares japoneses se anticiparon a Hitler a la hora de desmantelar la situación mundial. Aprovecharon un pequeño enfrentamiento con tropas chinas en las proximidades de Mukden (actual Shenyang) en 1931 como pretexto para apoderarse de Manchuria, en donde constituyeron el Estado de Manchukuo en 1932. Asimismo, ocuparon entre 1937 y 1938 los principales puertos de China.
Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizar unas nuevas Fuerzas Aéreas y reimplantar el servicio militar, puso a prueba su nuevo armamento durante la Guerra Civil española (1936-1939), en la que participó en defensa de los militares rebeldes junto con las tropas italianas de Mussolini, que pasaron a apoyar a los insurrectos españoles después de haber conquistado Etiopía (1935-1936) en un breve conflicto armado. Los tratados firmados por Alemania, Italia y Japón (además de otros estados como Hungría, Rumania y Bulgaria por ejemplo) desde 1936, cuando los dos primeros países acordaron el primero de ellos, hasta 1941 (cuando Bulgaria se incorporó a los mismos) dieron como resultado la formación del Eje Roma-Berlín-Tokio.
La agresión alemana en Europa
Hitler inició su propia campaña expansionista con la Anschluss (en alemán, `anexión' o `unión') de Austria en marzo de 1938, para lograr la cual no hubo de hacer frente a ningún impedimento: Italia lo apoyó, y los británicos y franceses, intimidados por el rearme de Alemania, aceptaron que Hitler alegara que la situación de Austria concernía a la política interior alemana. Estados Unidos había limitado drásticamente su capacidad para actuar contra este tipo de agresiones después de haber aprobado una ley de neutralidad que prohibía el envío de ayuda material a cualquiera de las partes implicadas en un conflicto internacional.
En septiembre de 1938, Hitler amenazó con declarar la guerra para anexionarse la zona de la frontera occidental de Checoslovaquia, los Sudetes, con sus 3,5 millones de ciudadanos de lengua alemana. El primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, inició una serie de conversaciones que concluyeron a finales de mes con el Pacto de Munich, en el que los checoslovacos, instados por británicos y franceses, renunciaban a los Sudetes a cambio de que Hitler se comprometiera a no apoderarse de más territorios checos. No obstante, este acuerdo no tardó en convertirse en un apaciguamiento infructuoso: Hitler invadió el resto de Checoslovaquia en marzo de 1939.
El gobierno británico, alarmado por esta nueva agresión y las amenazas proferidas por Hitler contra Polonia, se comprometió a ayudar a este país en el caso de que Alemania pusiera en peligro su independencia. Francia también estableció un tratado de defensa mutua con Polonia.
La otra vertiente de la política de apaciguamiento tenía como protagonista a la URSS. Iósiv Stalin, el máximo dirigente soviético, había ofrecido ayuda militar a Checoslovaquia durante la crisis de 1938, pero su proposición no fue tenida en consideración por ninguna de las partes del Pacto de Munich. Ahora que existía la amenaza de una guerra, ambos bandos procuraban obtener la alianza soviética, pero fue Hitler el que realizó la oferta más atractiva. El Pacto Germano-soviético se firmó en Moscú en la noche del 23 de agosto de 1939. En el comunicado hecho público al día siguiente, Alemania y la URSS acordaban no luchar entre sí; existía, no obstante, un protocolo secreto en el que se concedía a Stalin libertad de acción en Finlandia, Estonia, Letonia y en el este de Polonia y en Rumania.
Las operaciones militares
Los ejércitos alemanes marcharon sobre Polonia a primeras horas de la mañana del 1 de septiembre de 1939. Los británicos y los franceses declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre, pero no tenían intención de prestar ayuda a los polacos.
Primera fase: la supremacía del Eje
El número de tropas de las fuerzas alemanas y polacas era prácticamente similar. Hitler envió 1,5 millones de soldados y el mariscal polaco Edwar Rydz-Smigly esperaba reunir 1,8 millones de hombres. Sin embargo los alemanes contaban con seis divisiones panzer (`acorazadas') y cuatro divisiones motorizadas; los polacos sólo disponían de una brigada acorazada, una motorizada y algunos batallones de carros de combate. Las Fuerzas Aéreas alemanas estaban formadas por 1.600 aeronaves de último modelo, mientras que la mitad de los 935 aviones polacos eran obsoletos.
La derrota de Francia
El 20 de mayo, el grupo panzer tomó la ciudad francesa de Abbeville, situada en la desembocadura del río Somme, y comenzó a avanzar hacia el norte a lo largo de la costa. Hacia el 26 de mayo, los británicos y los franceses se vieron obligados a retroceder hasta una estrecha playa que se encontraba en los alrededores de Dunkerque.
El rey belga, Leopoldo III, capituló al día siguiente. Destructores y pequeñas embarcaciones de todo tipo consiguieron evacuar de Dunkerque a 338.226 hombres en un salvamento heroico propiciado por la actitud del general alemán Gerd von Rundstedt, que ordenó a sus carros de combate que se detuvieran a fin de preservarlos para la siguiente fase de la operación.
La campaña contra Francia comenzó el 5 de junio. Italia declaró la guerra a Francia y Gran Bretaña el 10 de junio. La Línea Maginot, que sólo dejaba a merced del enemigo la frontera con Bélgica, no había sufrido el más mínimo daño, pero el comandante de las fuerzas francesas, el general Maxime Weygand, no disponía de ningún medio para proteger París por el norte y el oeste. El 17 de junio, el mariscal Henri Philippe Pétain, nombrado jefe de gobierno el día anterior solicitó un armisticio, que fue firmado el 25 de junio, en el que se acordó que Alemania controlaría el norte y la franja atlántica de Francia. Pétain estableció la capital en Vichy, en la zona no ocupada del sureste.
La segunda fase: la expansión de la guerra
Un año después de la caída de Francia, la contienda se convirtió en una guerra mundial en 1941. Mientras se llevaban a cabo campañas secundarias en los Balcanes y en el norte de África así como combates aéreos contra los británicos, Hitler desplegó el grueso de sus fuerzas hacia el este y formó una coalición con los países del sureste de Europa (además de Finlandia) para atacar a la URSS.
La ayuda de Estados Unidos a Gran Bretaña
Estados Unidos abandonó su política de neutralidad estricta en la guerra europea y se enfrentó, sin llegar a la guerra, con Japón en Asia y el océano Pacífico. Las conferencias mantenidas entre Estados Unidos y Gran Bretaña desde enero de 1941 sirvieron para diseñar una estrategia básica en el caso de que los estadounidenses intervinieran en la guerra; ambos centrarían su esfuerzo en combatir a Alemania, posponiendo la lucha con Japón, en el caso de que ésta se iniciara.
En septiembre, el presidente Franklin Delano Roosevelt autorizó a las naves que realizaban estas misiones de escolta a abrir fuego contra las embarcaciones de las potencias del Eje.
Los conflictos entre Estados Unidos y Japón
Mientras tanto, las relaciones entre Estados Unidos y Japón continuaban deteriorándose. En septiembre de 1940, Japón obligó al gobierno francés de Vichy a entregarle la zona norte de Indochina.
Estados Unidos respondió a esta acción prohibiendo la exportación de acero y combustible a los japoneses. Éstos firmaron un pacto de neutralidad con la URSS en abril de 1941 para prevenir un ataque soviético en el caso de que entraran en conflicto con Gran Bretaña o Estados Unidos mientras se apoderaban de territorios en el sur y este de Asia. Cuando Alemania invadió la URSS en junio, los dirigentes japoneses sopesaron la posibilidad de romper el acuerdo y unirse a la ofensiva desde el este, pero finalmente optaron por ocupar el sur de Indochina el 23 de julio. Dos días después, Estados Unidos, Gran Bretaña y los Países Bajos congelaron los activos japoneses para impedir que Japón pudiera adquirir petróleo, lo que a la larga inutilizaría por completo a su Armada y sus Fuerzas Aéreas.
La invasión alemana de la URSS
En la mañana del 22 de junio de 1941, más de 3 millones de soldados alemanes iniciaron la invasión de la URSS. Stalin, cuya confianza en el poderío militar soviético se había tambaleado tras la guerra con Finlandia, prohibió toda respuesta o reacción por miedo a provocar a los alemanes. Además, el Alto Mando soviético había llegado a la conclusión de que la guerra relámpago, tal y como se había llevado a cabo en Polonia y Francia, no podría ponerse en práctica en la URSS; ambos bandos se limitarían a mantener pequeños combates a lo largo de la frontera, al menos durante varias semanas. El Ejército soviético contaba con 2,9 millones de soldados en la frontera occidental y era dos veces superior a los alemanes en carros de combate y diez veces en aeronaves. Muchos de sus tanques estaban anticuados, pero otros, concretamente los T-34, eran mucho más sofisticados que los alemanes.
Las primeras victorias de los alemanes
Los alemanes habían organizado tres grupos de ejércitos para la invasión, denominados Norte, Centro y Sur, que se dirigirían hacia Leningrado (en la actualidad San Petersburgo), Moscú y Kíev. Hitler y sus generales habían llegado a la conclusión de que su principal problema estratégico consistía en bloquear al Ejército soviético durante la batalla y derrotarlo antes de que pudiera escapar adentrándose en el país; sin embargo, discrepaban sobre cómo superar este inconveniente. La mayoría de los generales creían que el régimen soviético lo sacrificaría todo por salvar Moscú, la capital, el punto de unión de las redes ferroviarias y de carreteras, y el principal centro industrial de la URSS. En opinión de Hitler, la tierra y los recursos de Ucrania y el petróleo de Caucasia eran más importantes. Finalmente se llegó a un compromiso que satisfizo tanto a Hitler como a sus generales: lanzar tres ofensivas que deberían alcanzar la victoria en diez semanas antes de que finalizara el verano.
Churchill ofreció una alianza a la URSS y Roosevelt hizo extensiva a éste Estado la Ley de Préstamos y Arriendos, pero al cabo de los primeros días, sus respectivos estados mayores creían que la contienda terminaría en una semana aproximadamente.
A finales de agosto, el Grupo de ejércitos del Centro había realizado importantes avances en Bialystok y Minsk, y tras cruzar el río Dniéper, la frontera natural del oeste de Moscú, se encontraba cerca de Smoliensk habiendo cubierto más de dos terceras partes del camino hasta Moscú.
El intento de tomar Moscú
El Grupo de ejércitos del Centro retomó las operaciones el 2 de octubre, después de una interrupción de seis semanas. Se realizaron dos grandes maniobras envolventes pero pronto comenzaron las lluvias del otoño, que convirtieron las carreteras soviéticas, sin pavimentar, en barrizales que frenaron el avance durante casi un mes.
A mediados de noviembre bajaron las temperaturas y el suelo se heló. Hitler y el comandante del Grupo de ejércitos del Centro, el mariscal de campo Fedor von Bock, decidieron seguir adelante, con el fin de acabar la campaña de 1941 con una victoria en Moscú antes de la llegada del invierno.
Los generales que estaban al mando de los dos grupos acorazados que Bock mandó como avanzadilla tuvieron que detener la marcha el 5 de diciembre ante las extremas condiciones climatológicas que tuvieron que afrontar.
La contraofensiva soviética
Stalin, que permaneció en Moscú, y el general Gueorgui Konstantínovich Zhúkov lanzaron una fuerte contraofensiva con las fuerzas de reserva rusas el 6 de diciembre y, al cabo de pocos días, el grupo de avance de los alemanes fue arrollado.
El comienzo de la guerra en el Pacífico
Japón, ante la aparente inminencia de la derrota soviética en el verano y otoño de 1941, vio una gran ocasión para apoderarse del petróleo y demás recursos del Sureste asiático y las islas de los alrededores, pero sabía que estas acciones desatarían una guerra contra Estados Unidos. El gobierno estadounidense deseaba detener la expansión japonesa, pero no estaba seguro de que la opinión pública estuviera dispuesta a llegar a la guerra para cumplir este objetivo. Acuciados por el embargo de petróleo que sufrían, los japoneses decidieron lanzar un ataque sobre el Sureste asiático.
La tercera fase: el cambio de rumbo de la guerra
Roosevelt, Churchill y sus respectivos consejeros se reunieron en Washington a finales de diciembre de 1941. Confirmaron su estrategia, cuyo objetivo principal era derrotar a Alemania; los británicos sólo tenían capacidad para luchar en Europa, de manera que la guerra contra Japón pasó a ser una responsabilidad casi exclusiva de Estados Unidos. Asimismo, se constituyó el Estado Mayor Conjunto (Combined Chief of Staff, CCS), comité militar británico y estadounidense con sede en Washington, encargado de elaborar y ejecutar un plan de guerra común. El 1 de enero de 1942 Estados Unidos, Gran Bretaña, la URSS y otras 23 naciones firmaron la Declaración de las Naciones Unidas en la que se comprometían a no pactar la paz por separado.
La elaboración de la estrategia aliada
Desde el punto de vista práctico, Estados Unidos no desplegó una gran actividad en Europa hasta principios de 1942. Los británicos no se limitaron a defender sus posiciones en el norte de África; conquistaron Tubruq el 10 de diciembre de 1941 y Bengasi (Libia) dos semanas después. Rommel contraatacó a finales de enero de 1942 y les hizo retroceder 300 km, pero detuvo su propio avance junto a Tubruq y la frontera egipcia.
Europa
La URSS, temiendo una segunda ofensiva alemana en el verano, insistió a Estados Unidos y Gran Bretaña para que aliviaran la presión del frente soviético lanzando una ofensiva por el oeste. El general George Catlett Marshall, jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense, creía que la mejor forma de ayudar a los rusos y poner fin rápidamente a la guerra era llevar a cabo una concentración de tropas en Inglaterra, cruzar el canal de la Mancha y atacar desde el noroeste de Europa. Los británicos no deseaban intervenir en ninguna otra operación hasta que se conquistara el norte de África, y no pensaban que fuera posible reunir en Inglaterra una fuerza tan poderosa para lanzar una ofensiva a través del canal en 1943. Rommel fue quien proporcionó la clave para resolver el dilema. En el mes de junio, capturó Tubruq y se adentró 380 km en Egipto, hasta El-Alamein. Ante esta situación, los estadounidenses estuvieron de acuerdo en aplazar indefinidamente el ataque desde el canal y enviaron sus tropas a Gran Bretaña para invadir el África del Norte francesa.
El Pacífico
Mientras tanto, la Armada estadounidense proseguía la lucha contra Japón en el Pacífico. El general Douglas MacArthur, que había estado al mando de las fuerzas de Filipinas, había sido evacuado por un submarino y trasladado a Australia antes de la rendición. La batalla de Midway había detenido el avance de los japoneses en la zona central del Pacífico, pero éstos continuaban expandiéndose por el suroeste a través de las islas Salomón y Nueva Guinea. El 2 de julio de 1942 los jefes del Estado Mayor de Estados Unidos dirigieron las operaciones de las fuerzas terrestres y navales en el sur y suroeste del Pacífico con el objetivo de frenar a los japoneses, expulsarlos de las islas Salomón y del noreste de Nueva Guinea y eliminar la gran base que éstos habían establecido en Rabaul, situada en Nueva Bretaña.
El frente ruso: el verano de 1942
La zona más conflictiva en esos momentos era el frente ruso, donde los alemanes tomaron nuevamente la iniciativa en el verano de 1942 en las ofensivas sobre el sur de Leningrado, las proximidades de Járkov y Crimea. Era tal la fe de Hitler en la victoria en 1941, que ordenó detener la fabricación de armas y municiones para el Ejército de Tierra y reconvirtió estas industrias para que fabricaran materiales para las Fuerzas Aéreas y la Armada. La producción de armamento para el Ejército se había reanudado en enero de 1942, pero esta remesa no llegaría al frente hasta finales del verano. Por otro lado, la producción de armas soviética fue aumentando progresivamente desde comienzos del nuevo año; además, la base industrial de la URSS era mayor que la alemana.
Hitler sabía que no podría llevar a cabo una nueva ofensiva total sobre tres objetivos. Algunos de sus generales proponían que se aguardara un año hasta que se volviera a reorganizar al Ejército, pero Hitler estaba decidido a conseguir la victoria en 1942, por lo que intentó obligar al mando soviético a sacrificar al grueso de su Ejército para defender las minas de carbón de la cuenca del Donets y los campos de petróleo de Caucasia.
El 9 de agosto los alemanes se habían adentrado en Caucasia, en dirección a Maikop. El triunfo parecía acercarse cuando el VI Ejército y el IV Ejército Acorazado se unieron cerca de Stalingrado el 3 de septiembre.
La resistencia rusa en Stalingrado
La URSS atravesó la situación más difícil de la guerra a finales de julio de 1942, cuando tras la retirada rusa los alemanes estuvieron en condiciones de avanzar a lo largo del Volga, por detrás de Moscú, y de adentrarse en Caucasia.
El 28 de julio, Stalin hizo un llamamiento a sus tropas para que libraran una guerra patriótica por Rusia. A finales de agosto convocó a sus dos mejores militares, Zhúkov, que había organizado la contraofensiva de Moscú en diciembre de 1941, y el general Alexandr M. Vasilevski, jefe del Estado Mayor del Ejército, para tomar una decisión sobre Stalingrado. Éstos propusieron derrotar al enemigo bloqueando a sus tropas en la ciudad mientras se reunían los medios para lanzar un contraataque.
La victoria soviética en Stalingrado
Los alemanes habían avanzado 1.100 km más hacia Leningrado y Caucasia en el frente oriental. Hitler no disponía de tropas alemanas para cubrir esa distancia, de manera que tuvo que recurrir a las tropas puestas a su disposición por sus aliados. Así pues, mientras el VI y IV Ejércitos Acorazados permanecían inmovilizados en Stalingrado durante septiembre y octubre de 1942, fueron flanqueados por los ejércitos rumanos que acudieron en su ayuda. Un ejército de italianos y húngaros comenzó a remontar el río Don rápidamente.
En la mañana del 19 de noviembre las fuerzas acorazadas soviéticas atacaron a los rumanos al oeste y el sur de Stalingrado. Se reunieron tres días después en Kalach, a orillas del río Don, donde rodearon al VI Ejército, casi la mitad del IV Ejército Acorazado y a varias unidades de rumanos. Hitler ordenó al comandante del VI Ejército, el general Friedrich von Paulus, resistir y le prometió mandar suministros por aire; asimismo, envió a Manstein, que en aquella época era mariscal de campo, para aliviar la presión en esa zona. El transporte aéreo no pudo hacer llegar a Manstein las 300 toneladas de suministros que necesitaba cada día, y las fuerzas de la operación de descerco fueron contenidas a 55 km de las tropas de Manstein a finales de diciembre. El VI Ejército estaba condenado a menos que intentara atravesar las filas enemigas, y Hitler no lo permitía.
Los rusos se internaron en este reducto por tres frentes en enero de 1943, y Paulus se rindió el 31 de enero. Después de la lucha de Stalingrado, los alemanes se vieron obligados a retirarse de Caucasia y retroceder aproximadamente a la línea de la que partieron en la ofensiva del verano de 1942; esto se debió en parte a la derrota de las fuerzas italianas y húngaras.
La cuarta fase: la victoria de los aliados
Hitler permitió al Grupo de ejércitos del Sur retirarse hasta el río Dniéper el 15 de septiembre; de lo contrario, lo más probable es que fuera aniquilado. Asimismo, ordenó a las tropas que destruyeran todo aquello que se encontrara en la zona oriental del río Dniéper y pudiera ser de alguna utilidad para el enemigo. Esta política sólo pudo llevarse a cabo parcialmente antes de que los soldados cruzaran el río a finales de mes; a partir de este momento se aplicó en todos los territorios cedidos a los rusos.
Las tropas alemanas no encontraron el más mínimo rastro de la barrera oriental al cruzar el río, y tuvieron que luchar desde el principio contra cinco cabezas de puente soviéticas. La orilla superior izquierda del río era la mejor línea defensiva que quedaba en la URSS, y los ejércitos rusos, mandados por Zhúkov y Vasilevski, lucharon encarnizadamente para impedir que el enemigo se hiciera fuerte en esta zona.
Las batallas finales en Europa
La última y débil esperanza de Hitler, alentada brevemente por el fallecimiento del presidente estadounidense Roosevelt ocurrido el 12 de abril, era que se desatara un conflicto entre las potencias occidentales y la URSS. El V Ejército de Estados Unidos y el VIII Ejército británico lanzaron una serie de ataques el 14 y el 16 de abril que les llevaron hasta el río Po en una semana. El avance soviético hacia Berlín comenzó el 16 de abril. El VII Ejército estadounidense tomó Nuremberg el 20 de abril. Cuatro días después los soviéticos cerraron el cerco sobre Berlín. Al día siguiente el V Ejército soviético y el I Ejército estadounidense establecieron contacto en la ciudad de Torgau, situada en el Elba (al noreste de Leipzig), y Alemania quedó dividida en dos partes. La resistencia organizada contra los estadounidenses y los británicos cesó prácticamente la última semana del mes, pero las tropas alemanas orientadas hacia el este lucharon desesperadamente para evitar ser apresadas por los soviéticos.
La rendición de Alemania
Hitler decidió esperar el desenlace final en Berlín, donde aún podía manipular a los escasos altos mandos que quedaban. La mayor parte de sus colaboradores políticos y militares abandonaron la capital para dirigirse hacia el norte y sur de Alemania, seguramente para no estar al alcance de los soviéticos. Hitler se suicidó en su búnker de Berlín el 30 de abril. Su último acto oficial importante fue nombrar al almirante Karl Dönitz como sucesor suyo en la jefatura del Estado.
La única opción que le quedaba a Dönitz, que había sido leal a Hitler, era rendirse. Su representante, el general Alfred Jodl, firmó la rendición incondicional de todas las Fuerzas Armadas alemanas en el cuartel general de Eisenhower, establecido en Reims, el 7 de mayo. Las tropas alemanas de Italia ya se habían rendido (el 2 mayo), al igual que las de los Países Bajos, el norte de Alemania y Dinamarca (4 de mayo). Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña declararon el 8 de mayo el Día de la Victoria en Europa. La rendición incondicional completa entró en vigor un minuto después de la medianoche, una vez firmado en Berlín un segundo documento que también suscribió la URSS.
La derrota de Japón
El final de la guerra no se avistaba, a pesar de que la situación de Japón era desesperada a comienzos de 1945. La Armada japonesa ya no volvería a operar a pleno rendimiento, pero la mayor parte del Ejército se encontraba en buenas condiciones y estaba desplegado en los archipiélagos y en China. Los japoneses dieron una muestra de lo que aún podía esperarse de sus fuerzas recurriendo a las actividades de los kamikazes (en japonés, `viento divino'), ataques aéreos suicidas, durante los combates en Luzón (islas Filipinas).
Hiroshima y Nagasaki
A lo largo de todo el conflicto, los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña habían llevado a cabo un gran proyecto científico e industrial para el desarrollo de armas nucleares, y creían que Alemania estaba investigando en el mismo campo. No se disponía de suficientes cantidades de los elementos principales, uranio y plutonio fisionable, antes de que concluyera la guerra en Europa. La primera bomba atómica se hizo explotar en un ensayo realizado el 16 de julio de 1945 en Alamogordo (Nuevo México, en Estados Unidos).
Se habían fabricado dos bombas más, y comenzó a plantearse la posibilidad de emplearlas contra Japón para conseguir su rendición. El presidente estadounidense Harry S. Truman permitió que se lanzaran estos dos artefactos porque, según explicó, creía que podrían salvar miles de vidas; la primera cayó sobre Hiroshima el 6 de agosto, y la segunda se lanzó sobre Nagasaki tres días después. Los cálculos de Estados Unidos indican que fallecieron entre 66.000 y 78.000 en Hiroshima y que el número de víctimas en Nagasaki fue de 39.000. Los japoneses estiman que las bajas ascendieron a un total de 240.000 personas. La URSS declaró la guerra a Japón el 8 de agosto e invadió Manchuria al día siguiente.
La rendición de Japón
Japón anunció su rendición el 14 de agosto, aunque no fue totalmente incondicional debido a que los aliados habían acordado permitir que el país mantuviera a su emperador. La firma oficial se realizó en la bahía de Tokyo a bordo del acorazado Missouri el 2 de septiembre. La delegación aliada estaba encabezada por el general MacArthur, que pasó a ser el gobernador militar del Japón ocupado.
El coste de la guerra
Las estadísticas fundamentales de la II Guerra Mundial la convierten en el mayor conflicto de la historia en cuanto a los recursos humanos y materiales empleados. En total, tomaron parte en esta contienda 61 países con una población de 1.700 millones de personas, esto es, tres cuartas partes de la población mundial. Se reclutó a 110 millones de ciudadanos, más de la mitad de los cuales procedían de tres países: la URSS (22-30 millones), Alemania (17 millones) y Estados Unidos (16 millones).
La mayor parte de las estadísticas de la guerra son únicamente cálculos aproximados. La inmensa y caótica destrucción del conflicto ha imposibilitado la elaboración de un registro uniforme. Algunos gobiernos perdieron el control de los datos, y otros decidieron manipularlos con fines políticos.
Se ha alcanzado un cierto consenso con respecto al coste total de la guerra. Se estima que el económico rebasó el billón de dólares estadounidenses, lo que la hace más onerosa que todas las anteriores guerras en conjunto. El coste humano —sin incluir a los más de 5 millones de judíos asesinados en el Holocausto, que fueron víctimas indirectas de la contienda— se estima en 55 millones de muertos, 25 millones de los cuales eran militares y el resto civiles.
Estadísticas económicas
Estados Unidos fue el país que destinó más dinero a la guerra: el gasto aproximado fue de 341.000 millones de dólares, incluidos 50.000 millones asignados a préstamos y arriendos; de éstos, 31.000 fueron destinados a Gran Bretaña, 11.000 a la URSS, 5.000 a China y 3.000 fueron repartidos entre otros 35 países. La segunda nación fue Alemania, que dedicó 272.000 millones de dólares; le sigue la URSS con 192.000 millones; Gran Bretaña, con 120.000 millones; Italia, con 94.000 millones; y Japón, con 56.000 millones. No obstante, a excepción de Estados Unidos y algunos de los aliados menos activos desde el punto de vista militar, el dinero empleado no se aproxima al verdadero coste de la guerra. El gobierno soviético calculó que la URSS perdió el 30% de su riqueza nacional. Las exacciones y el saqueo de los nazis en las naciones ocupadas son incalculables. Se estima que el importe total de la contienda en Japón ascendió a 562.000 millones.
Las pérdidas humanas
El coste humano de la guerra recayó principalmente sobre la URSS, cuyas bajas entre personal militar y población civil se cree que superaron los 27 millones. Las víctimas militares y civiles de los aliados fueron de 44 millones, en tanto que las de las potencias del Eje de 11 millones.
El número de muertos de ambos bandos en Europa ascendió a 19 millones y las víctimas de la guerra contra Japón llegaron a los 6 millones. Estados Unidos, que apenas sufrió bajas entre la población civil, perdió a unos 400.000 ciudadanos.
Como consecuencia de estas ingentes pérdidas humanas y económicas, se alteró el equilibrio político. Gran Bretaña, Francia y Alemania dejaron de ser grandes potencias desde el punto de vista militar, posición que fue ocupada por Estados Unidos y la URSS.
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Enviado por: | Patricia |
Idioma: | castellano |
País: | España |