Sociología y Trabajo Social
Schutz: Sentido común
SCHUTZ
CONTRUCCIONES DE PENSAMIENTO PROPIOS DEL SENTIDO COMÚN
Toda interpretación de este mundo, se basa en un acervo de experiencias previas sobre él, que son nuestras, o nos han sido transmitidas por padres o maestros; esas experiencias funcionan comp. un esquema de referencia en forma de conocimiento a mano.
A este cúmulo de conocimientos a mano pertenece nuestro saber de que el mundo en que vivimos es un mundo de objetos mas o meno bien determinados, con cualidades mas o menos definidas, entre los cuales nos movemos, que se nos resisten y sobre los cuales podemos actuar: Sin embargo, ninguno de estos objetos es percibido como si estuviera aislado, sino como situado desde un primer momento dentro de un horizonte familiaridad y trato previo, que, como tal, se presupone hasta nuevo aviso como el acervo inmediato, aunque cuestionable en cualquier momento, de conocimiento inmediato. Sin embargo, también las experiencias previas indiscutidas están a mano desde un primer momento como típicas, es decir, presentan horizontes abiertos de experiencias similares o anticipadas. Por ejemplo, el mundo exterior no es experimentado como un ordenamiento de objetos individuales únicos, dispersos en el espacio y en el tiempo, sino como montañas, árboles, animales, hombres, etc. Alfred Schutz pone como ejemplo a este respecto la pregunta por un perro perdiguero irlandés, él no los conoce, pero al ver uno sabrá que es un animal, y por la conducta habitual del animal podrá saber que es un perro. Después es concebible una pregunta, ¿Que tipo de perro es este? Esta inquietud nos muestra que las diferencias que hay con el mencionado perdiguero irlandés, resaltan sobre las de los otros perros conocidos, a manera de semejanza, con experiencias incuestionadas de perros típicos.
Se puede tomar el objeto típicamente apercibido, como un ejemplar del tipo general y dejarse conducir al concepto de tipo, pero de ninguna manera se puede pensar un objeto concreto como un ejemplar del concepto general. Es decir un Perdiguero irlandés, muestra todas las características incluidas en el tipo perro. Sin embargo, no es de interés saber precisamente que tiene en común con otros perros. De tal modo, en la actitud natural de la vida cotidiana, nos interesa únicamente determinados objetos, que se destacan contra el campo cuestionado de otros experimentados previamente, y el resultado de la actividad selectiva de nuestra mente es determinar cuales de las características particulares de tal objeto son individuales y cuales las típicas. Generalmente solo nos interesan algunos aspectos del objeto particular tipificado. Un ejemplo pertinente que nos muestra Schutz, es cuando afirmamos que el objeto S tiene la propiedad característica P, en la forma “S es P”, luego nos afirma la naturaleza elíptica de este enunciado, ya que S, aceptado sin cuestionamiento, tal como se nos aparece, no es solamente P, sino también Q y R, y muchas otras cosas. El enunciado completo debería ser: “S es, entre muchas otras cosas, tales como Q y R, también P.” Si, con referencia a un elemento del mundo presupuesto, afirmo “S es P”, es debido a que en las circunstancias vigentes, es relevante el hecho de que S es P, mientras no se considera significativo que también sea Q y R.
En la vida diaria el hombre, siempre se encuentra en una situación biografica determinada, en un medio físico y sociocultural que él define, y dentro del cual ocupa una posición, no solo determinada en términos de espacio físico, o estatus o rol dentro del sistema social, sino también una posición moral e ideológica. Decir que esta definición de la situación esta biográficamente determinada, equivale a decir que tiene su historia, es la sedimentación de todas las experiencias previas del hombre, organizada en el patrimonio corriente en el acervo de su conocimiento a mano, y, como tal, es su posesión exclusiva, dada a él y solo a él.
CARÁCTER INTERSUBJETIVO DEL SENTIDO COMÚN
El mundo es cultural e intersubjetivo. Es intersubjetivo porque vivimos en él como hombres entre hombres, con quienes nos vinculan influencias y valores comunes, comprendiendo a los demás, y siendo comprendidos por ellos. Es un mundo de cultura, porque, desde el principio, el mundo de la vida cotidiana es un universo de significación para nosotros, vale decir, vale decir una textura de sentido que debemos interpretar para orientarnos y conducirnos en él. Pero esta textura de sentido, se origina en acciones humanas, y ha sido instituida por ellas, por las nuestras, y las de nuestras semejantes. Todos los objetos culturales (herramientas, arte, sistemas de lenguaje, etc), señalan en su mismo origen y significado las actividades de sujetos humanos. Debido a ello siempre somos concientes de la historicidad de la cultura que encontramos en las tradiciones y las costumbres. Esta historicidad es pasible de ser examinada en su referencia a actividades humanas cuyo sedimento constituye. Por la misma razón, no se puede comprender un objeto cultural sin referirlo a la actividad humana en la cual se origina.
El mundo, no es un mundo privado, sino intersubjetivo, y que, por la tanto, el conocimiento de él, no es privado, sino intersubjetivo y socializado desde el principio. Es por ello que se deben considerar los siguientes tres aspectos del problema de la socialización del conocimiento.
La reciprocidad de las perspectivas
Se basa en presumir la inteligencia de los semejantes. Esto, implica que los objetos del mundo, son, en principio, accesibles a su conocimiento, o sea que son conocidos o conocibles, por ellos. Es algo que se sabe, y se presupone, están fuera de toda duda. Pero también hay conocimiento de que el mismo objeto, debe significar algo diferente para mí, y para cualquiera de mis semejantes.
El origen social del conocimiento
Solo una parte del conocimiento, se origina dentro de la experiencia personal. En su mayor parte es de origen social, ha sido transmitido por amigos padres y maestros. Se nos enseña a definir el ambiente, (es decir las características típicas del aspecto natural relativo del mundo que predomina en el endogrupo como la suma total incuestionada, pero siempre cuestionable, de cosas que se presuponen hasta nuevo aviso) sino también a elaborar construcciones típicas de acuerdo con el sistema de significatividades aceptado por el punto de vista anónimo unificado del endogrupo. Esto incluye modos de vida, métodos para abordar el ambiente, recetas eficaces para el uso de medios típicos que tienden a lograr fines típicos en situaciones típicas. El medio tipificador por excelencia que permite transmitir el conocimiento de origen social es el vocabulario y la sintaxis del lenguaje cotidiano.
La distribución social del conocimiento
El conocimiento esta socialmente distribuido. El conocimiento real “a mano”, mencionado anteriormente, difiere de un individuo a otro, y el pensamiento de sentido común toma en cuenta este hecho. No solamente difiere lo que un individuo conoce de lo que conoce su semejante, sino también el modo como conocen ambos el mismo hecho. El conocimiento tiene muchos grados de claridad, nitidez, precisión y familiaridad, al igual que el acervo de conocimiento que un individuo tiene a mano. Esta estructura se origina en el sistema de significatividades vigente, y por ende, esta biográficamente determinado. El conocimiento de esas diferencias individuales constituyen en sí mismo un elemento de la experiencia de sentido común: Se sabe a que abogado o medico hay que consultar, y en que circunstancias hay que hacerlo.
Para resumir, en la vida diaria, se construyen tipos acerca del campo de trato directo del otro, y del alcance de su conocimiento. Al hacerlo, se presumo que el otro se guiará por determinadas estructuras de significatividades, que se expresan en un conjunto de motivos constantes que conducen a una pauta particular de acción, y hasta codeterminan su personalidad.
ESTRUCTURA DEL MUNDO SOCIAL Y SU TIPIFACIÓN
El individuo, nacido en el mundo social y que vive su existencia cotidiana en él, lo experimenta como construido alrededor del lugar que ocupa en él, como abierto a su interpretación y acción, pero siempre con referencia a una situación biográficamente determinada. Sólo con respecto al individuo se logran las relaciones con otros en el significado especifico que se designa con la palabra nosotros, sólo con referencia a nosotros, cuyo centro es el individuo, aparecen otros como vosotros, y en referencia a este vosotros, que a su vez se refiere al individuo, surgen terceros como ellos. En la dimensión del tiempo, existen con referencia al individuo, en su momento biográfico actual contemporáneos, con quienes puede establecer un intercambio de acción y reacción, predecesores, sobre los cuales no puede actuar, pero cuyas acciones pasadas y su resultado están abiertos a su interpretación, y pueden influir sobre las acciones del individuo. Y por último están los sucesores a quien se pueden orientar las acciones. Podemos presuponer que el hombre es capaz de comprender a sus semejantes y sus acciones, y que puede comunicarse con otros por que presume que ellos comprenden lsa acciones de él, también que, aunque esta mutua comprensión tiene ciertos límites, basta para muchos fines prácticos.
Al compartir una comunidad de espacio, quiere decir que cierto sector del mundo externo esta por igual al alcance de cada coparticipe, y contiene objetos de interés y significatividad que les son comunes. Para cada coparticipe, el cuerpo del otro, sus gestos, su porte, y sus expresiones faciales son inmediatamente observables, no solo como cosas o sucesos del mundo externo, sino en su significación fisonómica, vale decir, como síntomas de los pensamientos del otro. Compartir una comunidad de tiempo, no solo en el sentido del tiempo exterior (cronológico), sino también el tiempo interior. Esto implica que cada coparticipe interviene en la vida en el curso del otro, y se puede captar en un presente vívido los pensamientos del otro, tal como este los construye paso a paso. Así, cada uno de ellos comparte las anticipaciones del futuro del otro, en resumen, cada uno de los asociados se halla implicado en la biografía del otro.
En una relación, por superficial que sea, en donde el otro es captado como una individualidad única (aunque solo un aspecto de su personalidad se ponga de manifiesto) en su situación biográfica particular (aunque relevada de manera solamente fragmentaria). En todas las otras formas de relación social, el sí-mismo del semajante solo puede ser captado elaborando una construcción de una forma típica de conducta, una pauta típica de motivos subyacentes, de aptitudes típicas de un tipo de personalidad, de las cuales no son sino casos o ejemplos el otro y la conducta suya que se examina, ambas fuera del alcance de la observación.
A medida que el grado de aninomia de la relación entre contemporáneos se incrementa, es decir de la construcción necesaria para prender al otro y su conducta. Se hace evidente que este aumento supone una disminución de la plenitud del contenido. Cuanto mas anónima es la construcción tipificadora, tanto mas alejada está de la singularidad del semejante individual implicado y tanto menores son los aspectos de su personalidad y pautas de conducta que entran en la tipificación como significativos respecto del propósito a mano para el cual ha sido construido el tipo. Para sintetizar podemos decir que nunca aprehendemos la singularidad individual de nuestro semejante en su situación biografica única. En las construcciones del pensamiento de sentido común, el otro aparece, a lo sumo, como un sí-mismo parcial, forma parte incluso de la pura relación definida interiormente como “nosotros” sólo con una parte de su personalidad.
Cuando construyo el otro como un sí-mismo parcial, como el que desempeña roles o funciones típicas, el corolario es el proceso de autotipificación que se produce si se entra en relación con él. Yo no estoy implicado en tal relación como mi personalidad total, sino solo con algunas capas de ella. Al definir el rol del otro, se autoasume un rol. Al tipificar la conducta del otro, se esta tipificando una conducta que se interrelaciona con la de los demás, transformándose en pasajero, consumidor, contribuyente, lector, etc.
Debemos recordar que en gran medida las construcciones de sentido común, usadas para tipificar al otro y a sí mismo, tienen origen y aprobación sociales. Dentro del endogrupo, la mayoría de los tipos personales, y de los tipos de cursos de acción son presupuestos (hasta que se pruebe lo contrario), como u conjunto de reglas y recetas que hasta ahora han resistido la prueba y se espera que la resistan en el futuro. Mas aún la pauta de construcciones típicas es institucionalizada con frecuencia, como una norma de conducta, autorizada por las costumbres tradicionales y habituales y a veces por medios propios de lo que se denomina control social, tales como el orden jurídico.
TIPOS DE CURSOS DE ACCIÓN Y TIPOS PERSONALES
Acción Proyecto y Motivo
El termino de acción designara la conducta humana concebida de antemano por el actor, ósea, una conducta basada en un proyecto preconcebido. El termino acto designara el resultado de este proceso en curso, es decir la acción cumplida. Esta puede ser latente (por ejemplo el intento de resolver mentalmente un problema científico) o manifiesta, incierta en el mundo exterior; puede llevarse acabo por comisión u omisión considerando la abstención intencional de actuar como una acción en sí.
Toda proyección consiste en anticipar la conducta futura mediante la imaginación; sin embargo, no es el proceso de la acción en curso, sino el acto que se imagina ya cumplida lo que constituye el punto de partida de toda proyección. Se debe visualizar el estado de cosas que provocará acciones futuras antes de poder esbozar los pasos específicos de dicha acción futura de la cual resultará ese estado de cosas. Como ejemplo, antes de poder esbozar los planos se debe tener alguna idea del edificio por construir. Así, debo situarme imaginariamente en un tiempo futuro cuando esa acción ya haya sido llevada a cabo. Solo entonces podré reconstruir en la imaginación cada uno de los pasos que habrán producido ese acto futuro. En la terminología indicada el proyecto no anticipa la acción futura, sino el acto futuro, y lo hace en el tiempo futuro perfecto. Esta perspectiva temporal que es peculiar del proyecto tiene consecuencias bastante importantes.
En las acciones habituales y rutinarias de la vida diaria aplicamos seguimos recetas y reglas empíricas que han resistido las pruebas que hasta ahora se les han sometido, y con frecuencia, uniendo medios y fines sin un claro conocimiento acerca de sus conexiones reales. Hasta en el pensamiento de sentido común construimos un mundo de hechos supuestamente relacionados que contienen de manera exclusiva elementos a los que se considera significativos para nuestro propósito.
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Enviado por: | Leuco |
Idioma: | castellano |
País: | Colombia |