Religión y Creencias
Sábana Santa
Historia de la Sábana.
Introducción histórica de las reliquias.
La practica de venerar reliquias dentro del cristianismo se remonta al siglo III de nuestra era. Sin embargo, esto supuso una cambio radical de actitud entre los primeros cristianos; no olvidemos las raíces judías del cristianismo y el rechazo de éstos ante cualquier cosa que hubiera estado en contacto con un cadáver: "Quien toque a un cadáver será impuro siete días" dice la Biblia. El cambio de parecer dentro de los primeros cristianos pudo verse influenciado por las prácticas de los gentiles, especialmente de los griegos y los romanos, cuyas religiones eran bastante propensas a adorar objetos. Los primeros padres del cristianismo potenciaron el culto a estos objetos, normalmente de un carácter más bien morboso, como una forma de consolidar la religión.
Este afán por recopilar restos relacionados con personas santas y especialmente Jesucristo, hizo que el mercado de reliquias no dejara de aumentar , de modo que en el siglo VII, san Juan Damasceno realiza el siguiente catálogo: "El Monte Sinaí y Nazaret, el pesebre de Belén y la cueva, el Gólgota Santo, el leño de la cruz, los clavos, la esponja, la caña, la lanza sagrada portadora de salvación, el vestido, la túnica, los lienzos sepulcrales (toús sindonas), las vendas (ta spárgana), el Santo Sepulcro, [...] la piedra del sepulcro, el monte santo de Sión y el de los Olivos, la probática piscina, el dichoso recinto de Getsemaní" ("El Fraude de la Sábana Santa y las Reliquias de Cristo", de Juan Eslava Galán, p. 11).
Sin embargo, este número de reliquias se vuelve risible si lo comparamos con la avalancha de las mismas que padeció Europa con la llegada de las Cruzadas. La obsesión llegó a ser tal, que en muchos casos podemos encontrar reliquias que, a ojos de alguien no acostumbrado a estos objetos de devoción, le pueden llegar a parecer ridículas: gotas de leche de la Virgen, cabellos de la misma, brazos, dedos y demás extremidades incorruptas de santos,...
Aparición de la Sábana Santa.
En medio de esta vorágine de reliquias aparece la Sábana Santa. La primera aparición documentada data del año 1.350 d. C., en la localidad francesa de Lirey. Su presunto pasado es muy misterioso pues su propietario, Geoffroy de Charny, nunca dijo cómo había llegado a su poder. Dicho caballero ordenó construir una Iglesia para albergar la reliquia, la cual fue terminada en 1357. La reliquia atrajo un gran número de peregrinos, lo que levantó las sospechas del obispo de Troies, Henry de Poitiers, quien acabó descubriendo el fraude, como bien señaló su sucesor en el cargo, Pierre d'Arcis en la carta al papa de Avignon del año 1.389 que publicamos. Este hecho obligó a los monjes que custodiaban la reliquia a esconderla temporalmente. Sin embargo, en 1.384 el papa Clemente VII de Avignon, que era primo del primer propietario de la Sábana, autorizó a los monjes a su exhibición. Cuando Pierre D'Arcis denunció el fraude en una carta, el Papa le mandó guardar silencio al respecto. Sin embargo, el engaño era tan descarado que hasta el rey Carlos VI ordenó retirar la guardia permanente que había puesto previamente para proteger la Sábana; el mismo papa tuvo que reconocer en 1.390 que "no se trata de la Verdadera Sábana de Nuestro Señor, sino de un cuadro o pintura hecha a semblanza o representación de la sábana".
La peregrinación de la sábana.
A mediados del s. XV, se volvió a expandir el rumor de que la sábana guardada en Lirey era con la que realmente fue sepultado Jesucristo. Margaret de Charny, nieta de Geoffroy, debido a las penurias económicas por la que pasaba, vendió el lienzo al duque Luis I de Saboya, a cambio de un castillo y un palacio. Los rumores sobre la Sábana y sus supuestas propiedades mágicas, se extendieron rápidamente haciendo que los de la casa de Saboya la llevaran consigo a todas partes, hasta que se construyó la Santa Capilla de la Sábana Santa en Chámbery. En 1.532 se desató un incendio en dicha capilla que produjo serios daños a la Sindone -"milagrosamente" la imagen no sufrió daño alguno, salvo en los hombros-, la cual fue reparada parcialmente por las monjas, dejando éstas fiel constancia de su trabajo en una emotiva memoria de su intervención. Después de este incendio, la sábana se guardó en un relicario de hierro y se expuso en contadas ocasiones. En octubre de 1.578, el duque Emmanuel Filiberto de Saboya llevó el lienzo hasta Turín para mostrársela a Carlos Borromeo, arzobispo de Milán. El sudario no volvió a Chámbery y se instaló definitivamente en la catedral de San Juan Bautista de Turín en 1.694.
La Sábana y el Mandylion de Edessa.
Según la leyenda, en tiempos de Cristo reinaba en Edessa un rey justo de nombre Abgar V Ukama, el cual padecía de una enfermedad incurable. Al parecer, este hombre había oído de los milagros de Jesús por lo que decidió enviarle una súplica de que viniese a curarlo. Sin embargo, éste le señaló en una carta que no le era posible salir de su país, por lo que mandó a un discípulo suyo, Judas Tadeo, a curarlo, aprovechando el viaje para fundar una sede episcopal en Edessa. Una versión posterior de la leyenda afirma que Jesús posó para que el enviado del rey le hiciese un retrato. Poteriores versiones dicen que Jesús en realidad no posó, sino que éste tomó la tela y, aplicándola sobre su cara, dejó impresa milagrosamente su faz, formándose así el famoso mandylion de Edessa. Después de estos hechos, el mandylion desapareció durante cinco siglos - siempre según la leyenda - hasta que en el año 544 de nuestra era, el rey persa Cosroes II sitió la ciudad. Entonces, el obispo de Edessa soñó que una Señora le reveló en sueños el lugar donde el mandylion estaba escondido, haciendo que los edesinos, con ayuda de este retrato derrotaran a los persas.
Pero dejémonos de cuentos y veamos qué podemos saber objetivamente del famoso Mandylion. Si realmente podemos determinar cuál es el auténtico porque a partir del s. VI empezaron a proliferar mandyliones por el Imperio Bizantino como champiñones. Aceptemos que el auténtico acabó en manos del emperador Romano I Lecapence en el año 944, dejándolo éste en Constantinopla, lugar en el que estuvo hasta el año 1.238. En este año, el emperador Balduino II se lo regaló a su primo Luis de Francia, quien lo guardó en la Sainte Chapelle hasta el 1.790, año que desapareció a raíz de la Revolución Francesa. Otros aseguran que se mantuvo en Constantinopla hasta la caída de esta ciudad ante los turcos, siendo mandado éste al papa Nicolás V, poniendole en un serio aprieto, pues en Roma se veneraba ya en la Basílica de San Pedro tanto la Santa Faz como como otro mandylion. Al parecer, actualmente esta reliquia preside la capilla privada del papa.
El Mandyllion de Edessa representado en un fresco ruso de Spas Nereditsa, del s. XII
Por lo que sabemos de dicha reliquia, ésta consistía un lienzo con la cara impresa o pintada de Jesucristo; nada que ver con la Sindone. Esto parece que fue así hasta que llegó un señor, llamado Ian Wilson, quien se empeñó en decir que el mandylion de Edessa era la Sábana Santa. Lo que pasa es que los edesinos lo mantuvieron doblado durante siglos dentro de un marco grueso que disimulaba el trapo, teniendo que, lo que todo el mundo creía que era un lienzo con un retrato de Jesucristo, era la sábana que le cobijó durante su muerte, manteniéndose el engaño durante 2.000 años. Cualquiera puede ver las contradicciones que presenta la versión de Wilson tanto con la leyenda sobre el Mandylion como con los hechos históricos; de ser cierto, hubo momentos en la historia en que teníamos dos mandylion-sábanas circulando por ahí. A todos nos han enseñado eso de que "los caminos del Señor son inescrutables", pero tanto...
El Hombre de la Sábana.
Mucho se ha afirmado sobre la perfección de la figura que aparece retratada sobre el lienzo de Turín. Los sindonólogos que la han estudiado han escrito libros y libros, dando testimonio de su perfección. Sin embargo, una inspección detallada de la misma nos muestran una serie de detalles que nos hacen dudar del origen milagroso de la figura así como de su supuesta perfección.
La perfección de la imagen.
Para empezar, la imagen dorsal es ligeramente más pequeña que la frontal, lo que resulta ciertamente extraño si la imagen se hubiera obtenido espontáneamente de un mismo modelo. Pero las diferencias de tamaño no acaban ahí; la cabeza, en la imagen frontal, es desproporcionada, demasiado pequeña, si la comparamos con el resto del cuerpo. A principios de siglo, Mély ya había señalado este detalle: "En el canon anatómico, un cuerpo contiene siete veces, rara vez ocho, la longitud de la cabeza en tanto que aquí, en el Lienzo, es contenida ocho veces y media". Este detalle ha hecho que algunos sindonólogos hayan dicho que, tal vez, Jesucristo padeciera una enfermedad conocida como microcefalia. Es más, no es la única evidencia de esa "posible enfermedad" que tenemos en la perfecta imagen de la sábana: la distancia que separa la frente de la parte posterior de la cabeza del hombre de la sábana ronda los 12 cm. Otra característica que parecen indicar que la cabeza y el resto del cuerpo de la imagen frontal no se pintaron a la vez es una especie de fino collar blanco que se nota claramente en el cuello, lo que parece ser la línea de ensamblaje entre la cabeza y el tronco. Además, dicho cuello también es excesivamente largo.
Otro detalle relevante es el pie izquierdo de la imagen. Mientras en la imagen frontal podemos una figura de un hombre relajado, en la imagen dorsal encontramos impresa la huella del pie izquierdo, lo que le exigiría haber doblado la rodilla. Siguiendo con el análisis anatómico, encontramos que las extremidades son demasiado largas para una figura humana. Si nos fijamos en los brazos, mientras los codos parecen reposar en el suelo, las palmas de las manos cubren totalmente los genitales de la imagen. Los antebrazos de la figura son anormalmente alargados para conseguir tal fin - tal vez el autor de la Sábana cayera en la cuenta de que iba a ser expuesta al público. Invito al lector a que se tumbe y, con los codos apoyados en el suelo, intente tapar sus genitales con las palmas de la mano. Además de lo imposible de la postura para un ser humano, esta posición de los brazos en la figura nos hace sospechar del origen de la misma, ya que los judíos de los tiempos de Cristo, al igual que casi todos los pueblos de Oriente, cruzaban los brazos de los difuntos sobre el pecho. Otro detalle sospechoso es que el hombre parece esconder los pulgares en las palmas, pues en la imagen no se ven. Esta característica es propia de imágenes góticas.
Imagen dorsal de la sindone, en la que podemos apreciar claramente la huella del pie izquierdo. (c) 1978 Barrie M. Schwortz También tenemos una serie de detalles sobre la simetría de la figura que no se dan normalmente en las personas. Junto al detalle comentado al principio sobre la diferencia de tamaños entra las imágenes frontal y dorsal, existe una clara asimetría entre la parte derecha e izquierda de la misma, que se hace patente en la diferencia de tamaño entre ambos brazos. Esta asimetría afecta especialemente a los dedos de las manos, los cuales, de por sí, son también anormalmente largos. El rostro es demasiado delgado, lo que hace que los ojos queden al borde de su contorno y las orejas desaparezcan. También es notoria la diferencia en el grosor de ambos muslos.
Rasgos Antropológicos.
Algunos sindonólogos proclaman que los rasgos antropológicos de la imagen concuerdan con los típicos rasgos palestinos. En concreto, Meacham cita a Coon para afirmar que el hombre "es de un tipo físico que se puede encontrar hoy en día entre nobles árabes y judíos sefardíes", añadiendo que ¡¡no tiene defectos observables!! Sin embargo, también cita a otro antropólogo que dice
que los rasgos que presenta son más característicos de los iraníes. Parece ser que hay serias discrepancias entre antrólogos para determinar los rasgos étnicos del hombre representado. ¿Por qué? Según Meacham, esta descripción es apoyada por otro experto de nombre Stewart. En respuesta a Meacham, Joe Nickell nos proporciona la cita completa de Stewart. Lo que este experto smithsoniano certifica es que la cara "podría ser semítica" pero avisa que "no hay forma de certificarlo sin un perfil". Enfatiza que no se podría decir si "era de Palestina o de Grecia" y observa que es "bastante parecida a las representaciones tradicionales de Cristo" (Wilcox, "Shroud". 1977: pp. 26-27)
En cuanto a la altura del hombre de la sábana, la mayoría de los sindonólogos parecen estar de acuerdo en que se trata de un hombre que mide entre 1,75 y 1,80 cm. de altura. Según Meacham, esta era la altura media de un palestino de hace 2.000 años. La verdad es que me cuesta aceptar que hace 2.000 años la nutrición estaba tan avanzada como para que un pueblo de entonces, teniendo en cuenta factores como la pobreza de la mayoría de la población el clima en que vivían, la situación de sometimiento - con todo lo que ello impica, sublevaciones,etc- tuviera una altura media en los varones superior a ¡la media española de hoy día!.
Conclusiones.
Una de las mejores observaciones que he leído sobre el hombre de la sábana es la realizada por el Dr. Félix Ares de Blas en su manuscrito, "La Sábana para torpes escrita por un torpe", por ello me permito el lujo de cederle la palabra:
"Al tratar de obtener resultados anatómicos de una pintura obtenemos cosas aberrantes. Aunque muy alejado en el tiempo, si a partir de un cuadro de El Greco, tratásemos de estudiar los detalles anatómicos de las figuras humanas, sus conclusiones rozarían lo cómico.
En resumen, sin quererlo, ya que tras un vistazo superficial el hombre de la Sábana ofrece un aspecto sobrio, solemne y respetable, el artista creó un auténtico engendro de la naturaleza. Si trasladáramos a un ser viviente ese conjunto de anomalías y deformidades tan serias, obtendríamos un espantajo grotesco, muy lejos no sólo de poder ser el epicentro de una cultura rel-giosa, sino de la posibilidad simple y llana de vivir."
La Sangre de Cristo.
"Vino también Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a Jesús, trayendo consigo una confección de mirra, y de áloe, cosa de 100 libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y bañado en las especies aromáticas, lo amortajaron con lienzos, según la costumbre de sepultar a los judíos" (Juan: XIX, 38-39).
Si hacemos caso del Evangelio, el cuerpo de Jesús fue limpiado y bañado en especias antes de ser sepultado, como era costumbre por otra parte. Así pues, todo aquél que afirme que se han encontrado restos de sangre en la sindone está contradiciendo el Evangelio, lo cual es un comportamiento herético, pues la Iglesia nos enseña que está inspirado directamente por Dios y éste no suele mentir nunca, que yo sepa. Sin embargo, probablemente esto se la traiga floja a los posibles sindonólogos ateos o agnósticos que se hayan dedicado a buscar restos de sangre en el lienzo de Turín, por lo que debemos recurrir a fuentes más científicas para poder refutarles.
Según la abundante literatura de tan peculiar trapo, éste contiene restos de sangre del tipo AB, ADN humano, hemoglobina y albúmina. Lo primero que uno piensa cuando lee todos estos hallazgos es por qué tienen que pertenecer a Jesucristo: En sus siete siglos y medio de historia la sábana ha pasado por innumerables manos y ha sido tocada por miles de personas, por lo que dichos restos pueden venir de cualquier ser humano que haya estado en contacto con ella. ¿O acaso alguno piensa en la capacidad de predicción de los peregrinos que procuraron no dejar rastros suyos, ante la posibilidad de un futuro análisis exhaustivo de tan polémico lienzo? Por si fuera poco, algunos de los "increíbles " hallazgos dentro de la Sábana no son exclusivamente humanos. La albúmina, por ejemplo, la podemos encontrar en otros organismos, como el huevo. Es más, esta substancia ha sido utilizada en ocasiones como fijador.
Otro detalle que salta a la vista es el color rojo que tienen las manchas de sangre de la sábana. Verdaderamente es un hecho milagroso que la sangre pueda mantener su color después de 2.000 años, si hacemos caso a los sindonólogos. Todo el mundo sabe que la sangre, a las pocas horas de estar expuesta al aire, se seca, volviéndose de un color marrón.
Restos de pintura.
Uno de los hombres que más en detalle ha estudiado la Sábana ha sido Walter McCrone, uno de los microanalistas forenses más prestigiosos del mundo. Sé que esta afirmación puede parecer gratuita pero la Iglesia lo reconoció como "la única persona capaz de resolver el duradero misterio de la Sábana de Turín" (the Turin Center of Sindonology, en la página de Walter McCrone). Los métodos que empleó fueron varios: caracterización de las partículas monocromáticas que forman la imagen, microscopio de luz polarizada y electrónico y tests microquímicos para detectar hierro, mercurio y fluidos corporales. Mientras los científicos del STURP ( * ) utilizaron microscopios de entre 20 y 50 aumentos, los utilizados por McCrone iban desde los 400 hasta los 2.500. De hecho, para poder identificar algunos de los pigmentos detectados por MacCrone, son necesarios entre 600 y mil aumentos. Compárense con los utilicados por el STURP.
Examinó más de ocho mil fibras de lino procedentes de 32 lugares distintos de la Sábana, incluyendo zonas del cuerpo y de manchas que se suponían de sangre. Concretamente de las 32 muestras, de unos 5 cm2 cada una, 20 fueron tomadas de partes del cuerpo y manchas de la sangre y las 12 restantes de zonas sin manchas de este tipo. Las muestras abarcaban todos los aspectos de la sábana: el cuerpo, manchas de "sangre", chamuscamientos, manchas de agua y áreas de control (ver fig. 2). En las 20 primeras encontró pigmentos de ocre rojo y, en 11 de ellas, de bermellón. Ninguno de estos pigmentos se encontró en las fibras de las zonas que no contienen la imagen. Variando las concentraciones de estos pigmentos se pueden obtener todos los colores que contiene la imagen corporal. Por ejemplo, el color sepia es obtenido a partir de estas substancias, diluidas en tempera de colágeno que actuaba como fijador.
Las partículas rojas fueron encontradas en todas las muestras procedentes de la imagen, abarcando un amplio espectro de colores, grados de hidratación e índice de refracción. Las propiedades encontradas son características del ocre rojo, un pigmento utilizado por artistas de todo el globo durante, al menos, 30.000 años. También se encontraron otras partículas rojas diferentes en color y profundidad al ocre rojo; dichas partículas fueron identificadas como bermellón, otro pigmento utilizado por artistas de todas las épocas.
Todo esto parece indicar que la Sábana es una pintura. Sin embargo, si es así, debe de haber una forma de pintarla. En una de las muestras, Walter McCrone encontró dos fibras cementadas mediante un residuo amarillo. Un examen más minucioso, entre 200 y 400 aumentos, mostró residuos de pintura en otras fibras y una fina capa de pintura esparcida por las fibras superficiales de la muestra (ver ¿Cómo se hizo?). El colágeno empleado es tinte azul y amido negro, una substancia que actualmente se utiliza para teñir proteínas. También se detectó otro tipo de tintura conocido como fucsina.
Algunos miembros del STURP concluyeron que la sábana contenía proteínas ,Fe2O3 y HgS, atribuyendo las proteínas a sangre y el bermellón al contacto de la Sábana con otras pinturas. La famosa sangre encontrada en 1978 se queda pues en unas simples proteínas que, no sólo encontramos en la sangre humana sino en infinidad de materiales orgánicos.
Después del preciso informe de Walter McCrone poco se puede dudar del origen de la Sábana. Sin embargo, muchos han afirmado haber encontrado sangre tipo AB e incluso DNA humano. Dejando al margen el origen de dicha sangre, puede provenir de cualquier persona, no nos toca a nosotros demostrar que así ha sido. Aquellos que reclamen estos descubrimientos son los que nos deben convencer a los escépticos. Una buena idea sería comentar de dónde qué parte de la Sábana obtuvieron las muestras y mediante qué procedimientos. Además, pare determinar el tipo de sangre "tiene que ser posible disolver o suspender lo suficiente en agua para que actue con o contra anticuerpos presentes en suspensiones de sangre de tipos conocidos. Dos muestras del mismo tipo (A, B, etc.) no coagularan [...] dependería de la cantidad y modo de depositación [...] para determinar el tipo " (McCrone, en un correo privado), es decir, necesitaremos encontrar la cantidad suficiente para poder medir las reacciones, en cuyo caso, no sería tan difícil como parece detectar restos de la misma.
Sin embargo, los defensores de la autenticidad de la sindone, disponen de una prueba definitiva sobre su autenticidad en el DNA encontrado. Es más, nos podría confirmar que fue el auténtico sudario que albergó el cuerpo de Jesucristo: sólo tienen que compararlo con el DNA que podemos encontrar en una de las innumerables gotitas de leche de la Virgen qe podemos encontrar en multitud de parroquias. Si nos da una relación madre-hijo, entonces no hay duda, aunque siempre podríamos albergar la sospecha de que en realidad fuera un hermano...
Las manchas de la sábana.
Como hemos comentado antes, uno de los aspectos que más sorprende de la sangre que aparece es que mantenga su color rojo. La auténtica sangre, primero es roja, cuando envejece un poco adquiere un tinte marrón rojizo, más tarde marrón oscuro y finalmente negra. Sin embargo, ese no fue el principal problema que encontraron los sindonólogos. "Paul Vignon y Pierre Barbet comprobaron, tras muchos intentos, que resulta imposible transferir sangre a un lienzo con un resultado ni siquiera similar al mostrado en la Sábana Santa. Si la sangre estaba demasiado fresca al entrar en contacto con el lino, ésta se extendía por capilaridad en todas direcciones a lo largo del entramado. Si, por el contrario, no estaba suficientemente fluida, lo que se producía era una simple mancha discontinua. En consecuencia, no pudieron reproducirse las manchas de sangre de la Sábana Santa ya que están nítidamente delimitadas" (Félix Ares, "La Sábana Santa para torpes, escrita por un torpe").
Sin embargo, es normal que no pudieran reproducir las manchas de sangre, partiendo de la idea de que realmente era sangre. El Dr. Baden, experto en medicina legal y presidente del Comité del Congreso de Los Estados Unidos sobre Asesinatos de 1.977 a 1.979, refiriéndose a su experiencia forenese señala que "en los muchos cadáveres que han pa-sado por el depósito de esta institución, apenas se han producido manchas de sangre en las mortajas de personas muertas de forma violenta, incluso aunque presentasen muchos cortes y heridas abiertas , y, mucho menos, manchas de heridas tan perfectamente definidas como en la Sábana Santa".
(*) STURP: Shroud of Turin Research Project. Grupo creado en EE.UU. en 1.977 con el fin de estudiar la Sábana Santa. Este grupo es tenido como independiente por los sindonólogos, pero en su libro Picknett y Price afirman que 39 de sus miembros eran fervorosos creyentes. El único agnóstico, Walter McCrone, fue echado del equipo cuando afirmó que "la sábana es una bonita pintura medieval".
La Crucifixión y los Latigazos.
En muchísimas ocasiones, quizás demasiadas, hemos podido oír el gran número de forenses que han inspeccionado la sindone corroborando la fiabilidad de las lesiones infligidas al hombre de la sábana durante la crucifixión y el anterior martirio al que fue sometido Jesucristo. Algunos se han atrevido incluso a pronosticar la última causa de muerte del martirizado, no faltando "reputados" forenses que afirman cosas tales como que el cuerpo del crucificado fue lavado antes de ser envuelto en la Sábana. Sin embargo, para no extendernos demasiado, nos centraremos en dos aspectos en que se basan los defensores del trapo para rechazar que es una falsificación medieval: los caracteres reveladores sobre la crucifixión y las huellas dejada por los maltratos de antes de la misma.
La Crucifixión.
Uno de los primeros en examinar la sindone desde un punto de vista forense fue el cirujano Pierre Barbet en la década de los años 30. Inicialmente se limitó a deducir ciertos aspectos del crucificado mediante unas fotografías de la sindone tomadas por el fotógrafo Giuseppe Enrie, las cuales llegaron a su poder de manos de su amigo el padre Armailhac. Pero no contento con esto, empezó a hacer experimentos con brazos amputados, se supone que después de hacer todo lo posible por salvarlos, para intentar determinar por dónde fue clavado el hombre de la sábana. Según sus experimentos, si se clavaba a alguien por las manos, el peso de la persona acabaría por desgarrar las manos, cosa que no pasaba si éste era clavado por las muñecas, como aparece el hombre de la sindone. Este detalle es, hasta cierto punto, dudoso, a mi enteder ya que, si observamos la fotografía de las manos, la extrema elongación de éstas, ya referidas en El Hombre de la Sábana, nos hace bastante difícil determinar si la herida está en la muñeca o en la palma de la mano.
Imagen ampliada de la zona de la sábana en la que se encuentran las manos.
(c) 1978 Barrie M. Schwortz
Esta coincidencia entre los experimentos de Barbet y la posición de las heridas en la sindone hace imposible, según los sindonólogos, que la sábana fuera una falsificación medieval, ya que la crucifixión fue abolida por el emperador Constantino en el año 337 y un artista del s. XIV no podría conocer estos detalles sobre crucifixiones. Para corroborar esta hipótesis, aluden a la multitud de representaciones medievales y posteriores de Jesús crucificado por las manos, lo que daría a entender el desconocimiento de estos detalles en esa época.
La primera objeción a este razonamiento es simple: La crucifixión continuó practicándose hasta la Edad Media; en multitudes de puntos en Europa, la religión dominante era la musulmana, donde la cruz no significaba otra cosa que un instrumento de tortura; de hecho esta práctica fue bastante frecuente en la España musulmana. Pero incluso en la Europa cristiana también se realizaron crucifixiones esporádicas. Uno de los casos más llamativos fue el de Bertoldo, asesino del rey Carlos el Bueno, mandado ejecutar en la cruz por Luis el Gordo de Francia en 1.137. Si aceptamos que los artistas medievales sabían cómo se practicaban las crucifixiones, ¿por qué pintaban a Jesús colgado por las manos? Muy sencillo, para no contradecir los Evangelios: "Dicho esto, mostróles las manos y el costado" (Juan XX, 20), "Si yo no veo en sus manos las hendiduras de los clavos" (Juan XX, 25) y "Mete aquí tu dedo y registra mis manos" (Juan XX,27). Sin embargo, al no estar obligados al parecer arqueológicamente rigurosos, tal vez prefirieron no jugarse la piel entrando en contradicción con los Evangelios.
Prestos a resolver tan llamativa contradicción, los sindonólogos han recurrido a los exégetas bíblicos. Al parecer, los pasajes bíblicos mencionados utilizan la expresión tas jeiras, que debería haberse traducido como brazos. Por si acaso, Maria G. Siliato, la sindonóloga suiza, advierte que tanto el latín manus como el arameo yad podrían referirse a "mano, muñeca y acaso la primera sección de los antebrazos". Menos mal que tenemos a los sindonólogos para sacar a la humanidad de un error histórico y de traducción que ha durado casi 2.000 años.
Por lo que tenemos, parece ser que Barbet tenía razón y la rigurosidad de la sábana hace improbable que fuera una falsificación medieval, aunque todavía no sabemos por qué tiene que ser el auténtico sudario de Cristo, pero bueno. Sin embargo, todavía no he mencionado un "pequeño" detalle: los crucificados no eran clavados tampoco por las muñecas, sino por el comienzo del antebrazo, concretamente en el espacio entre el radio y el cúbito. De hecho, es de sentido común que se aplicaran ahí los clavos ya que los verdugos tenían en ese sitio un amplio espacio para poder insertar el clavo en lugar de las muñecas, un lugar repleto de huesecillos donde tenían muchas más posibilidades de fallar el golpe. Pero como el sentido común no tiene por qué ser suficiente, tenemos dos testimonios de crucifixión de la época de los romanos. "El primero de ellos, de tipo literario, lo encontramos en 'El fantasma' de Plauto, donde se dice que a los crucificados se les clavan los brazos (brachia), no las muñecas. El testimonio arqueológico lo suministran los restos de un crucificado de la época de Cristo hallados en Jerusalén. Sus huesos muestran las erosiones de los clavos[...] en la juntura del radio y el cúbito" (Juan Eslava Galán, "El Fraude de la Sábana Santa y las Reliquias de Cristo"),
A golpe de flagrum.
Siguiendo con las investigaciones del doctor Barbet, al examinar las fotografías se la sindone descubrió que el cuerpo tenía múltiples huellas de azotes, concretamente 120, por todo el cuerpo, lo que también fue presentado como una prueba irrefutable de su autenticidad. ¿Cómo se realizaron tales azotes? Pues no lo podemos asegurar porque ni siquiera entre los estudiosos del lienzo se ponen de acuerdo.. SI hacemos caso a Julio Marvizón, el reo había sido azotado "pero con el método romano". Dos líneas más abajo afirma que "los reos de la cruz eran azotados por el sistema judío, que mandaba que fuesen 39 golpes, recibidos al desnudo" y cuatro líneas más abajo: "más de 120 golpes de flagelo, el flagrum romano de dos colas terminadas en 'pesitas de gimnasia'". En cambio, el padre Loring dice que "se han contado 120 impactos, por lo tanto, los latigazos podrían ser 40 y cada látigo tendría tres correas" (Eslava Galán, "El Fraude de la Sábana Santa [...]).
En lo que sí parecen ponerse de acuerdo es en el tipo de látigo romano, el llamado flagrum o, más propiamente flagellum taxitallum por estar acabado en puntas provistas de trozos de hueso o de metal. Los estudiosos de la sábana afirman que este tipo de látigo era exclusivamente utilizado por los romanos, afirmación completamente gratuita, ya que no hay forma de saber con certeza si otros pueblos también lo utilizaban. Es más, en el x. XIV existía este látigo y era comúnmente utilizado, sobre todo. En Europa eran muy comunes las cofradías de flagelantes que iban de pueblo en pueblo viviendo de la caridad, y golpeándose con el famoso flagrum. Vemos pues que el artista podía conocer perfectamente este tipo de látigo en caso de querer hacer una falsificación auténtica, aunque este punto es demasiado dudoso pues con los latigazos pasa como con las monedas, que hay que tener fe para poder distinguirlos.
Otro de los detalles descritos por Barbet que nos hace sospechar de un origen fraudulento es que no hay latigazos superpuestos, lo que también podría significar que el autor de los mismos puso un esmero desmedido a la hora de castigar al reo.
Otros síntomas.
Dentro del cuerpo de forenses sindonólogos hay quienes afirman que en el hombro derecho de la figura se puede ver claramente la erosión provocada por la cruz durante la subida al Calvario. Como tampoco quiero entrar en detalle sobre todas las afirmaciones realizadas por el conjunto de estudiosos del lienzo, sólo quiero hacer notar una cosa: Si echamos un vistazo a la Historia de la Sábana podemos comprobar que durante el incendio sufrido en 1.532 las únicas partes de la figura que se vieron parcialmente dañadas son los hombros, por lo que se me antoja muy difícil poder sacar algo en concreto de todo aquello que se refiera a esa parte de la anatomía.
Tampoco falta quien, partiendo de la herida causada a Jesús en la cruz para ver si estaba muerto, representada en el costado derecho de la imagen, ha determinado que el tipo de lanza con la que fue hecha era la utilizada por los soldados romanos. Solamente dos cuestiones: la primera es que los diferentes formas de lanzas de la antigüedad eran bastante parecidas en forma y dimensiones de la punta. La segunda es que es imposible determinar con qué tipo de arma se hizo una herida considerando solamente el tamaño de entrada de la misma. Cualquier forense sabe que es necesario saber la profundidad para poder decidir cuál fue el arma del crimen.
A más de uno, le habrá chocado que la herida esté en el lado derecho, en lugar del izquierdo que dicen los Evangelios. Este hecho ha producido que el Centro Español de Sindonología elabore una curiosa teoría sobre el mismo: Según esta filial sindonológica española, esto es debido a que los soldados romanos clavaban su lanza en el costado derecho de los enemigos, porque éstos se cubrían el corazón con el escudo, que sujetaban con la mano izquierda, de forma que la alternativa que tenían de alcanzarles en dicho órgano era por la derecha. Además, presentan este hecho como otra evidencia en contra de la falsificación, ya que un artista medieval no podrían conocer este detalle. Y tienen razón, no lo podían saber porque es algo ridículo y carente de todo fundamento. La causa de que la herida se encuentre en el costado derecho de la imagen no es otra que ésta se comporta como un espejo, es decir, su lado derecho sería el izquierdo de Jesucristo. Si el artista quería dar el pego, dando la sensación de que la sábana había albergado el cuerpo de Cristo, no lo quedaba más remedio que pintar la figura invertida horizontalmente. Es más, concediendo que realmente fuera la auténtica, lo que es conceder demasiado, y que realmente se hubiera impreso la imagen por cualquier método vaporo-radioactivo-milagroso, el resultado sería el mismo que si viéramos el reflejo del cadáver de Jesucristo en un espejo.
Otra teoría forense, producto de un sindonólogo español es la mantenida por Julio Marvizón. La deducción, propia de un Sherlock Holmes, aunque ya nada nos sorprende viniendo de sindonólogos, que este hombre realizó fue la siguiente: El golpe que fracturó la nariz e hinchó el pómulo de Jesucristo - teoría muy en boga, aunque contradice, de nuevo, la Biblia cuando ésta dice que no se le rompería ningún hueso - fue dado con una porra sostenida con la mano izquierda. ¿En que se basa para realizar semejante afirmación? "porque los judíos empleaban esta mano [la izquierda] para escribir ya que lo hacían de derecha a izquierda; luego era su mano más hábil" (Marvizón, citado por Eslava Galán en "El Fraude de la Sábana Santa...").
Pólenes y Otras Hierbas.
Cuando escucho ciertos supuestos hallazgos que se producen sobre la Sindone. me da la sensación de estar oyendo hablar de un parque botánico en lugar de un tejido de lino. En ella han proclamado encontrar pólenes de diferentes partes de Europa, de especies endémicas de Palestina características del s. I después de Cristo y, en definitiva, de todos aquellos que puedan dar validez a la hipótesis de que la Sábana de Turín fue testigo de la resurrección de Jesucristo. Hay quien afirma haber encontrado incluso la marca dejada por un crisantemo, flor utilizada en los rituales funerarios judíos.
El primer palinólogo.
En el congreso del STURP de 1978 entró en la escena sindonológica Max Frei, un funcionario suizo jubilado, que proclamó el origen oriental y una antigüedad de más de 2.000 años de la sábana. Los hallazgos realizados por este hombre se debieron gracias a una novedosísima técnica que pasó a denominarse palinología, es decir, ciencia que estudia los pólenes.
Pero, ¿quién era este señor que tanto revuelo causó en dicho congreso y cuyos resultados son blandidos hoy en día como una prueba irrefutable de la autenticidad del lienzo? Si hacemos caso a la suiza Maria G. Siliato "un especialista en investigación criminal, perito del tribunal de Zurich [...] nombre unido a [...] la indagación sobre la muerte del secretario general de la ONU, Hammarskjöld [...] palinólogo y figura de renombre internacional". ¿Cómo puede dudar alguien de las capacidades de este gran investigador?
Si uno echa un vistazo al curriculum de este hombre encontrará motivos suficientes para empezar a mirar con lupa todo su trabajo. Resulta que, además de palinólogo y aprendiz de Sherlock Holmes, también era un experto calígrafo. En calidad de docto en esta materia, fue uno de los tres peritos que confirmaron la autenticidad de los diarios de Hitler adquiridos por la revista alemana Stern por casi cuatro millones de dólares. Sin embargo, tales diarios resultaron ser falsos; la revista Stern procedió a un nuevo examen pericial -con distintos peritos- concluyendo que se tratan "no sólo de falsificaciones, sino de malas falsificaciones". El autor había sido un pintor, de nombre Konrad Kujau, especialista en imitación de manuscritos y de objetos nazis.
Uno puede pensar que una cosa no tiene que ver con la otra, y es verdad. Sin embargo, visto el rigor de Frei como calígrafo, debemos examinar su trabajo con precaución extrema. Y un primer examen nos revela un detalle: la irreproducibilidad de los descubrimientos de Frei. Tanto las investigaciones del STURP como las de Walter McCrone revelaron mucha menos cantidad de polen que la sugerida por el suizo, unos pocos granos, de hecho. McCrone estimó que todas las muestras de Frei no debían de contener más de 100 granos de polen. Y con esta cantidad, Max Frei reconstruyó el supuesto recorrido de la sábana desde Palestina hasta Francia. Sospechosamente, este recorrido se parece mucho al descrito por Ian Wilson en la reconstrucción histórica de la Sábana. Algo lógico, teniendo en cuenta que Frei limitó sus investigaciones a los lugares señalados por Ian Wilson como zonas de paso de la sindone. El propio STURP ha criticado su trabajo tildándolo de demasiado selectivo.
Otra cosa que sorprende es el número de especies de plantas distintas que Frei describe, teniendo en cuenta el número de muestras que analizó. Es más, la propia descripción de plantas extinguidas o desconocidas, teniendo en cuenta solamente su polen, no deja de ser increíble. Los estudiosos de los pólenes saben que es casi imposible asociar pólenes a las plantas descritas por Frei, pues el polen de muchas de ellas es idéntico al de otras.
En un artículo publicado por Steven D. Schafersman, del departamento de Geología de la Universidad de Miami, en Approfondimento Sindone, éste investigador hace notar que muchas de las especies de plantas descritas por Frei son polinizadas por insectos, lo que hace extremadamente improbable que su polen fuera transportado a la sábana por el viento, tal como afirman algunos sindonólogos. "Estas plantas retienen el polen en órganos específicos y sólo puede ser recogido y transportado por las especies de insectos polinizadores característicos de cada planta; es más, tales pólenes no están adaptados para ser transportados por el viento, y no irían a ningún lado incluso si algunos granos se desprendieran de las flores" (Schafersman). Para explicar la presencia de los pólenes procedentes de Palestina en la Sábana, algunos miembros del STURP aluden a la hipótesis de que fueron transportados por el viento desde ese lugar - ni el mismo STURP se cree ya lo de Frei. Sin embargo, sería casi un milagro encontrar exclusivamente pólenes de esta región en la sábana sin hallar muestras de otras partes procedentes de cualquier otro punto de Europa, África y Asia Menor.
Las muestras del Dr. Frei.
En 1986, cinco de las muestras recogidas por Max Frei fueron examinadas por cinco investigadores diferentes. Dos años después, se pudieron examinar todas las muestras, un total de 26. Con una sola excepción, todas ellas contenían demasiados pocos granos de polen como para contar 57 especies diferentes de plantas, como afirmaba el investigador suizo. Concretamente, en la muestra 6-B/d se encontraron docenas de granos de polen, en un área de entre dos y tres milímetros cuadrados, más cantidad que entre el resto de las muestras juntas. Walter McCrone, uno de los cinco investigadores que tuvo acceso a las muestras, proclamó que estos granos habían sido introducidos por una persona en la muestra. La prueba que presentó la presencia en esta muestra de fibras de algodón, el cual no podía venir de la sábana, pues ésta estaba hecha de lino. En el resto de muestras no se detectaron dichas fibras de algodón, pero sí se detectaron fibras de lino con partículas de pigmentos de ocre rojo, idénticas a las encontradas por el STURP y Walter McCrone en la sindone.
Por si a alguien le cabe alguna duda, el propio Frei se desdijo de algunas de las afirmaciones que había lanzado en el congreso del STURP del 78: "Sería en sí posible encontrar una planta ya extinguida hoy. Pero yo no he tenido esa fortuna, contrariamente a ciertas informaciones [...] el estado actual de nuestros conocimientos [sobre el polen] no permite una datación exacta... En los últimos dos mil años la vegetación de Israel no ha sufrido alteración fundamental... Las especies halladas estaban presentes en Palestina en tiempos de Jesucristo, pero también antes y después". Posteriormente también desmintió haber afirmado que "la sábana estaba en Palestina en el siglo I" (extractos del libro del P. Igartua citados en "El Fraude de la Sábana Santa y las Reliquias de Cristo" de Juan Eslava Galán).
Los crisantemos.
Uno de los últimos descubrimientos sindonológicos es la huella de un crisantemo en la sábana. Según los descubridores de tal irrefutable prueba a favor de la autenticidad de la Sindone, dicha flor era utilizada por los judíos en sus ritos funerarios. Como no tengo mucha información disponible al respecto lo único que puedo hacer es poner la foto de tal "increíble hallazgo" y que cada cual juzgue su veracidad. La verdad, a mí me recuerda, más que a una flor, a las fichas que suelen enseñar los psiquiatras, pero bueno...
Fotografía de un crisantemo. A la izquirda la imagen coronaria de un crisantemo. A la derecha un dibujo del mismo. En el centro la supuesta huella dejada por una flor de este tipo.
(c) 1978 Barrie M. Schwortz
Moneditas en los Ojos.
Un año después del famoso análisis "exhaustivo" de la sindone por parte de los miembros del STURP, un nuevo descubrimiento vino a reforzar la fe que mucha gente tenía en la autenticidad de la sindone. En 1.979, el padre Filas, profesor de Teología en la Universidad Loyola de Chicago, anunció que había descubierto sendas monedas, denominadas leptones, cubriendo los párpados de la imagen.
Con ayuda de un numismático colaborador suyo, Filas logró identificar una de las monedas como un leptón acuñado en tiempos de Poncio Pilato. Según Whanger, el numismático, había un total de setenta y cuatro coincidencias entre la moneda y la imagen en relieve obtenida de la sindone, lo que no deja de ser una hazaña, teniendo en cuenta que la supuesta moneda tienen un diámetro de 15 mm y nadie ha conseguido ver nada donde Filas apunta. Como anécdota, John Nickell en su libro comenta que uno de los científicos presentes cuando se anunció el descubrimiento, cuyo nombre no se citó, exclamó al ver las fotografías del teólogo: “Sí, y si miras desde un poco más cerca, en la esquina superior derecha, puedes ver al Pato Donald... y ahí, a la izquierda, a Mickey Mouse". Hecho también admitido por ciertos sindonólogos, como Corsini, el cual afirma que las fotografías "requieren una muy buena predisposición para ver en ellas las características de dicha moneda".
Errores ortográficos
. Si examinamos el trabajo numismático sobre la Sábana, vemos que Filas et ali identificaron la inscripción de la moneda gracias a unas letras que dicen haber encontrado cerca del arco de las cejas del hombre de la sábana, formando la palabra UCAI, deduciendo que formaba parte de TIBEPIOU CAICAPOC (de Tiberio César). "La lectura de UCAI es debida es debida, casi en su totalidad, a un alargamiento fotográfico y un proceso por ordenador, a menudo operaciones arbitrarias que eliminan sombras y manchas" (Antonio Lombatti, historiador, en una carta enviada en el nº 45 del British Society for the Turin Shroud ). Lombatti continúa diciendo que "no se debería de leer OU sino el diptongo OY[...] Además, las monedas de Tiberio siempre han usado la K de la palabra griega para "Caesar" por lo que se debería leer TIBEPIOY KAICAPOC". Eso es lo que se debería leer en una moneda de esas características. La defensa que ante esto plantearon algunos otros numismáticos estudiosos de la sábana, fueron unos leptones de la época lo suficientemente gastados como para que la K de Kaicapoc pareciera una C. Imagen de un leptón. (c) 1978 Barrie M. Schwortz
Pruebas históricas.
Todavía no hemos comentado por qué el supuesto hallazgo de las monedas apuntaría a la autenticidad de la sindone. Sin embargo, estoy seguro que más de uno habrá supuesto que era una práctica ritual muy común en los enterramientos judíos. Esto fue lo que le pasó al propio Filas y a algunos sindonólogos, como el español Julio Marvizón. Nada más lejos de la realidad. Veamos que nos dice el historiador Antonio Lombatti al respecto:
""Los seguidores de Filas nunca han explicado de dónde han sacado que era una costumbre judía poner dos monedas
sobre los párpados del difunto. Las fuentes en que Filas se basa para tal afirmación son: A.P. Bender, 'Beliefs, Rites and customs of the Jews, connected with death, burial and mourning', aparecido en Jewish Quarterly Review 7 (1895), p. 103-226, y R. Hachlili, 'Ancient Burial Customs Preserved in the Jericho Hills', en Biblical Archaeology Review, 4 (1979), p. 28-35. Bender habla, sin embargo, de algunas costumbres judías del siglo XIX y de otras rusas, quienes solían poner monedas en los párpados de los difuntos. El profesor Hachlili dice haber encontrado una calavera con una moneda en cada cavidad ocular[...] nunca ha afirmado que encontrara monedas en los párpados de un muerto, ni que esta fuera una tradición judía. No existen evidencias a favor de tal costumbre judía".
"En 1980, el gran especialista en cementerios judíos, el profesor L.Y. Rahmani, director de los Museos de Jerusalén, entra en el debate con un artículo en el Biblical Archaelogy, rechazando sin titubear la idea de una costumbre judía de poner monedas en los párpados de los difuntos. El profesor Hachlili confirmó inmediatamente, también en el Biblical Archaelogy, que las tumbas encontradas en 1979 estaban en muy malas condiciones. Las dos monedas encontradas en la calavera eran de la época de Agripa (40-45 a.C.), pero el osario estaba lleno de huesos amontonados[...] No estaba nada claro que las monedas hubieran sido puestas en los párpados. En resumen, la teoría de las monedas no tiene ni el mínimo soporte arqueológico."
Otra evidencia en contra de que a Jesucristo le pusieran dos monedas en los párpados "es que poner una moneda romana con símbolos paganos como el leptón sobre el cadáver del judío hubiera supuesto una grave conculcación de las normas hebreas sobre la pureza ritual en los enterramientos" (Pedro Corral, "Descubren la huella de una moneda del año 29 en la Sábana Santa", ABC, 8 de julio de 1.996).
La Física en contra de Filas.
Para acabar con las moneditas de marras, quisiera apuntar dos objeciones que nada tienen que ver con la historia. El leptón era una moneda que pesaba unos dos gramos. Cuando el rigor mortis afecta al cadáver, los párpados de éste se quedan entreabiertos. La tensión ejercida por los mismos movería hacia arriba las monedas, cuyo peso no es suficiente para contrarrestar la tensión de los párpados.
Una segunda objeción se presenta a la hora de explicar cómo se formó la imagen del leptón. Si hubiera sido por irradiación de "energía" (sea ésta la que sea), al ser las monedas metálicas, deberían haber dejado sendas manchas en los párpados. En cambio, si la "energía" fue tan intensa como para atravesar las monedas deberían haber dejado impresa en la sábana las dos caras de la moneda superpuestas. Claro que habría que explicar qué tipo de "energía" o irradiación es tan selectiva como para atravesar el metal y no haber abrasado la sábana.
Negativos e Imágenes Tridimensionales
Desde que en 1.898 se fotografiara por primera vez la sábana de Turín hasta nuestros días, la ciencia y la tecnología han adelantado "que es una barbaridad" (expresión popular), gracias a lo cual, los sindonólogos tienen a su disposición un amplio abanico de posibilidades para analizar la sábana. En esta sección nos centraremos en el terreno audiovisual, mejor dicho solamente visual, analizando la aplicación de dichas tecnologías a la sindone.
Una imagen en negativo.
En 1.898, el estado italiano celebró una exposición nacional en Turín conmemorativa del cincuenta aniversario de la creación del reino de Italia. Las relaciones con la Iglesia estaban muy deterioradas, debido a algunos territorios del estado vaticano anexionados al reino italiano en 1.871, por lo que ésta decidió montar una contraexposición, denominada "de Arte Sagrado, Misiones y Obras Católicas en la misma ciudad. Lógicamente, dentro de una exposición religiosa no podía faltar una ostensión de la sábana de Turín. Debido al éxito que tuvo dicho trapo y a las escasas ostensiones que de él se realizaban, se solicitó permiso al propietario, el rey Humberto, para realizar fotografías de la misma. El encargado de tal misión fue un fotógrafo aficionado llamado Secondo Pia - cuya cámara es venerada actualmente en el Museo Sindonológico de Turín. Cuando Secondo Pia reveló las placas, observó que en el negativo de la imagen se revelaban muchos más detalles de los que a simple vista a parecían. De este hecho curioso se dedujo otro todavía mucho más: ¡La Sábana Santa era una fotografía en negativo de Jesucristo! Es decir, lo que Secondo Pia obtuvo en sus placas (sus negativos) eran en realidad los positivos de la sábana, que se comportaba como un negativo.
A partir de aquí, el estudio de la sindone y la fama de la misma no fueron igual. Cientos de personas se interesaron por tal peculiar objeto e intentaron deducir más cosas de la muerte de Jesucristo a partir del negativo. Por no hablar de las cantidades ingentes de peregrinos que fueron a visitarla. También se desarrollaron multitud de hipótesis, todas ellas bastante increíbles, para explicar la formación de la imagen: por contacto directo, por emanación de vapores del cuerpo y hasta por una irradiación misteriosa en el momento de la resurrección. Pero todo esto supone aceptar que realmente la imagen es un negativo. Hay una serie de detalles que nos hacen bastante inverosímil esta explicación. El más llamativo de ellos es que la barba y el pelo en el negativo de Secondo Pía aparecen de color blanco. Si la sindone fuera realmente un negativo fotográfico, esto implica que Jesucristo era un anciano canoso, cuando sabemos (o eso dice la Tradición) que murió a la edad de treinta y tres años. Además, el dichoso color rojo de la sangre de la sábana parece una cosa imposible, ya que significaría que hubiera mantenido el color en el negativo, algo que todo el mundo sabe que es imposible. Además, si la imagen se hubiera formado por contacto, habría dado lugar a una figura panorámica. Cualquiera puede comprobarlo. Basta con ponerse un simple pañuelo pegado a la cara y marcar los puntos correspondientes a la nariz y las orejas. Al seguir el contorno del rostro, la distancia será mucho mayor que la que se recoge en una fotografía y la figura aparecerá enormemente deformada.
Para seguir manteniendo la hipótesis del negativo, los sindonólogos se resguardan en la multitud de detalles que aparecen en los negativos de la fotografía obtenida y que no aparecen a simple vista. Aunque este hecho es hasta cierto punto dudoso, tampoco significaría nada. No olvidemos que Secondo Pia obtuvo sus resultados el siglo pasado, cuando la fotografía era un invento más o menos reciente y lo que hoy nos parece algo normal, por aquél entonces era una novedad. En aquella época las fotografías eran tomadas con un tiempo de exposición relativamente largo; concretamente para obtener la fotografía de la sábana, Secondo Pia necesitó una exposición de entre 14 y 20 minutos. Cualquier aficionado a la fotografía y, en especial, a la fotografía astronómica sabe que la cámara capta un mayor número de detalles que el ojo humanos si se tiene expuesta el suficiente tiempo. Es más, las placas de la época "eran ortocromáticas, es decir, las manchas o eran negras o eran blancas, pero había poco lugar a tonos grises intermedios; ello tiende a aumentar el contraste de una imagen débil" (Félix Ares, "La Sábana Santa para torpes, escrita por un torpe").
A estas alturas, alguien puede creer que estoy insinuando que el artista dibujó detalles que se escapaban al ojo humano, incluido el suyo, lo que es ciertamente muy improbable. No, no estoy diciendo eso. Debemos tener en cuenta la antigüedad de la sindone y el deterioro que ha sufrido a lo largo del tiempo -uno de ellos registrado por un cronista de la época de Felipe El Hermoso en el siglo XV, que habla de que sometieron a la Sábana a una cocción en agua y aceite. Este deterioro puede haber permitido que algunos detalles del dibujo inicial se hicieran cada vez menos evidentes, hasta el punto de ser difícilmente perceptibles. Después de todo, la sábana ha sido lavada en varias ocasiones, ha sufrido diversos desperfectos y es una pieza de hace casi 800 años, por lo que no podemos esperar que se conserve igual que antes. Sobre esto nos pueden decir mucho los restauradores de arte cuando aplican técnicas fotográficas e infrarrojos para poder analizar imágenes deterioradas.
Imágenes tridimensionales.
Según cuenta la tradición sindonológica, John Jackson, un físico del Laboratorio de Armas del Ejército del Aire norteamericano, visitó a su amigo Bill Mottern, que trabajaba en los Sandia Cientific Laboratories de Alburquerque, Nuevo México, con un analizador de imagen que había sido desarrollado por encargo de la NASA; por cierto, esto último ha hecho correr ríos de tinta entre sindonólogos de todo el mundo, afirmando que la imagen había sido analizada por la NASA. "Casualmente", Jackson llevaba consigo una imagen de la sábana, por lo que decidieron suministrársela al VP-8, que pasaría a ser el analizador de imágenes más famoso de la historia sindonológica. No hace falta decir, que el analizador les presentó una figura en relieve que causó un gran impacto y todo eso.
Pero, ¿en qué consiste un analizador de imágenes? Concretamente, el VP-8 "un computador capaz de convertir densidades de gris en curvas de nivel y deducir de ellas una figura tridimensional" (Ares, Félix [1995], "La sábana santa para torpes, escrita por un torpe"). Básicamente, a cada nivel de gris de la imagen procesada se le asigna una "altura", de modo que cuando se obtiene una representación gráfica, las zonas más claras tienen un mayor relieve que las oscuras. Según esto, a nadie se le escapa que la imagen que le fue proporcionada al VP-8 tuvo que ser un negativo de la sindone.
Sin embargo, si se le hubiese proporcionado la imagen sin ninguna información adicional, el resultado habría sido radicalmente distinto: en el negativo podemos observar que la barba es mucho más clara que el resto del rostro, por lo que debería haber sobresalido notablemente. Además, la nariz estaría a la misma altura que los pómulos - hay quien ha sugerido que se le partió la nariz de un porrazo, lo que pasa es que esta versión también entra en contradicción con los Evangelios, pues afirman que no se le quebró ningún hueso - y las cejas son más claras que la nariz. Está claro que Jackson y Mottern tuvieron que realizar varios ajustes para eliminar perturbaciones (ruidos) y añadir otros datos que no se encontraban en la sábana para obtener una imagen tridimensional válida.
Este caso nos recuerda en el método a las famosas caras aparecidas en Marte. Dando por supuesto que la sábana había envuelto una figura humana - o que los caprichosos relieves de Marte eran una especie de esfinge - se realiza un análisis tridimensional de la misma. Casualmente, en ambos casos, todos aquellos que han realizado experimentos sin presuponer nada de antemano, no han obtenido los mismos resultados. Debido a estos problemas con los ruidos y la posible pérdida de información, el análisis por ordenador no es fiable al 100% debido a la gran dependencia del criterio del operador estimando qué es relevante y qué no. Es más, Jackson y Mottern envolvieron a un colaborador de estatura similar en una sábana sobre la que habían impreso la imagen de Turín, tomando después diversas fotografías del modelo, tanto cubierto con la sábana como sin ella. "Comparando las dos series calcularon las distancias relativas del tejido a la piel en cada parte del cuerpo. Sobre esta base hicieron los ajustes necesarios combinando la imagen de la sábana con el modelo humano. En resumidas cuentas, obligaron a la máquina a reproducir los resultados apetecidos" (Juan Eslava Galán, "El Fraude de la Sábana Santa y las Reliquias de Cristo"). Sin embargo, se encontraron con una serie de problemas que no pudieron resolver. Entre ellos, no lograron que el modelo utilizado tocase todos los puntos marcados como manchas de sangre, tanto del cuerpo como de la cabeza. Para que se hubieran dejado rastros de sangre, los puntos donde ésta estaba situada deberían haber estado en contacto con la sábana, ya que ésta, en el negativo, tiene una tonalidad de gris muy clara. El otro problema que no lograron resolver es el de la espalda; mientras los seres humanos tenemos la espalda en forma de S, el hombre de la sindone parece tenerla plana, pues toca la sábana con toda la espalda. Por si fuera poco, los valores estimados como correctos para la cara dejaban de serlo para las piernas, teniendo que utilizar distintas ecuaciones para cada parte del cuerpo. Demasiadas correcciones y modificaciones para aceptar que la sábana contenía información tridimensional.
Uno de los argumentos que se mantienen en favor de Jackson et ali es que publicó su trabajo en la revista arbitrada Applied Optics. Sin embargo, si echamos un vistazo a su artículo, comprobamos que su lenguaje y descubrimientos son mucho menos espectaculares que cuando habla para los seguidores de la sindone: "El coeficiente de determinación medido p^2 era de 0,60 para los 13 puntos. En el nivel de 95% de nivel de confianza, ello significa que el coeficiente de determinación real p^2 cae entre 0,13 y 0,86. A pesar de que el abanico es grande teniendo en cuenta el pequeño número de datos válidos, se pueden sacar algunas conclusiones. Primera, la hipótesis nula de que p^2=0 se excluye para estos datos con una confianza del 95%, indicando que hay alguna correlación lineal entre el sombreado de la imagen y la distancia de la tela al cuerpo tal como sugería Vignon.” (Jackson, John P.; Jumper, Eric J. Y Ercoline, William, R. Correlation of image Intensity on the Turin Shroud with 3-D structure of human body shape. Applied Optics. Vol 23. No. 14. 15 de julio de 1984. Páginas 2244-2270, traducido por Félix Ares, doctor en Informática). Vemos pues que obtuvieron "cierta correlación entre entre densidad de gris y distancia ¡para solamente trece puntos!. Todo lo demás son manipulaciones ad hoc para adaptar los datos a la hipótesis de partida" (Félix Ares).
El Día del Juicio (Carbono 14).
Ese es el título del último libro de Walter McCrone sobre la sábana santa y, a mi parecer, la etiqueta más apropiada para una sección que hable de la radiodatación de la sindone. Y esta parecía la opinión de los más fervientes defensores del lienzo: la prueba del carbono 14 sería definitivo, estando incluso decididos a acatar el resultado de la misma. Tales eran las presiones por parte de defensores y detractores que al final el Vaticano accedió a realizar la prueba.
Los preparativos.
Para evitar toda clase de suspicacias, la Iglesia decidió tomar todo tipo de medidas y asesoramiento a la hora de planificar la datación. Así pues, en Septiembre de 1.986 se celebró una reunión en Turín, en la que tomaron parte siete laboratorios de datación, con el fin de establecer un protocolo para la datación de la sindone. "En Octubre de 1987, el arzobispo de Turín y Custodio Pontificio de la Sábana, siguiendo instrucciones de la Iglesia, seleccionó las ofertas de tres laboratorios de datación por AMS (accelerator mass spectrometry), concretamente las de Arizona, Oxford y Zurich.[...] En Enero de 1988, se discutió entre representantes de los tres laboratorios elegidos, en el Museo Británico, el procedimiento para la toma de las muestras y el tratamiento de los resultados, cuyas recomendaciones fueron aprobadas por el Arzobispo de Turín" (Damon et. al, "Radiocarbon Dating of the Shroud of Turin", Nature, pp. 611-615, 16 de Febrero de 1.989). El Museo Británico fue invitado por el Vaticano con el fin de ayudar en la toma de las muestras y en el análisis estadístico. Este decidió que encargar tal misión a M. S. Tite, jefe del laboratorio de investigación del Museo Británico.
Una de las causas por las que la Iglesia era en principio reticente a realizar la prueba era que con las técnicas primitivas de datación se requerían unas muestras de unos 500 cm cuadrados lo que dejaría una notable huella en el lienzo. Sin embargo, gracias al desarrollo de técnicas como el AMS se podían realizar mediciones fiables con unos pocos centímetros cuadrados.
Toma de las muestras.
Una vez atados todos los cabos, el 21 de Abril de 1.988 se realizó la extracción de muestras de la sábana. Se cortó un pedazo de 7 cm cuadrados (10mmx70mm) del mismo lugar de donde se tomó una muestra para examinar en 1973. "Provenía de una zona principal de la Sábana, libre de zonas chamuscadas y remiendos" (Nature, 1.989). Todo el proceso se realizó en la sacristía de la Catedral de Turín el 21 de Abril de 1988, contando con la presencia del Cardenal Anastasio Ballestrero, Arzobispo de Turín; Profesor L. Gonella, del Departamento de Física del Politécnico de Turín y consejero científico del Arzobispo; dos expertos en tejidos: el profesor F. Testore, del Departamento de Ciencias de Materiales del Politécnico de Turín, y G. Vial, del Musée des Tissues y perteneciente al Centro Internacional de Estudios de Tejidos Antiguos de Lyon; representantes de los tres laboratorios de datación por radiocarbono: P. E. Damon, D. J. Donahue, E. T. Hall, Dr R. E. M. Hedges y W. Woelfli; M.S. Tite, del Museo Británico y M. Rigi de Numana, siendo este último el responsable de cortar la muestra.
Una vez cortado el pedazo principal, se subdividió en tres pedazos de unos 50 mg. cada uno, siendo llevados a continuación a la Sala Capitolare, para ser envueltas en aluminio selladas en contenedores de acero inoxidable numerados, por M. S. Tite y el cardenal Ballestreros. Esta tarea fue repetida también para las muestras de control, siendo estas operaciones, excepto el proceso de envolverlas, filmadas y fotografiadas.
Las muestras de control consistían en tres pedazos de peso y dimensiones similares a los de la sábana. En concreto, provenían de un pedazo de lino de una tumba Nubia del s. XII, un pedazo asociado a una momia egipcia cuya edad fue calculada entre los años 110 a.C. y 75 de nuestra era y una capa perteneciente a San Louis D'Anjou, de finales del S. XIII (1).
Procedimiento doble ciego.
Un experimento que lleve la etiqueta de doble ciego, se diseña de forma que tanto los que proporcionan el objeto de experimentación, como los que lo analizan, no saben la naturaleza del mismo. Este tipo de experimento es muy común en medicina, a la hora de probar nuevos fármacos: Por ejemplo, un médico proporciona a un número de pacientes unos medicamentos, de forma que los pacientes no saben si le han dado el medicamento a prueba o un placebo, ni el médico sabe a qué paciente le ha proporcionado el correcto. Se ha hablado mucho acerca de los fallos de diseño del procedimiento de datación de la sindone, aludiendo que había formas de determinar cuáles eran las muestras procedentes de la sindone. Y es verdad, las muestras se proporcionaron sin ser despedazadas ni desenmarañadas, por lo que habría sido fácil identificar la sarga de lino tejida en espiga de pez de la sindone. Si las piezas hubieran sido despedazadas ni desenmarañadas, en lugar de proporcionárselas a los laboratorios como una pieza entera, habría sido más difícil, pero no imposible, distinguir las muestras de la sábana de los controles. "Sin embargo se decidió operar así, en lugar de un experimento doble ciego, [...] debido a la poca disponibilidad de las muestras. A pesar de ello, los tres laboratorios decidieron no comparar resultados hasta haberlos trasmitido al Museo Británico. Además, en dos de ellos (Oxford y Zurich) decidieron recodificar las muestras una vez realizada la combustión a gas, de forma que el personal encargado de realizar la medición no conociera la identidad de las muestras" [Nature, 1.989] .
Métodos de limpieza.
En principio puede parecer excesivo reproducir íntegramente la parte del artículo aparecido en Nature relativa a cómo realizó cada laboratorio el procedimiento de limpiar la sábana de contaminación. Sin embargo, se han levantado muchas voces afirmando que no se procedió correctamente, por lo que prefiero que sea el lector quien juzgue.
"Dado que no había forma de saber el grado de contaminación por humo u otros contaminantes que afectaban a las muestras, los tres laboratorios decidieron dividir las muestras en pedazos, para someterlas a diferentes procesos químicos y mecánicos de limpieza.
Todos los laboratorios examinaron las piezas a través del microscopio para detectar y eliminar cualquier material extraño. Además el laboratorio de Oxford limpió las muestras mediante un tubo de vacío, seguido de una limpieza con éter de petróleo (a 40º C durante una hora) para eliminar lípidos y cera de candelabro, por ejemplo. Zurich prelimpió la muestra mediante baños de ultrasonidos [ultrasonic bath]. Después cada laboratorio dividió las muestras para realizar tratamientos distintos.
Así, el laboratorio de Arizona dividió cada muestra en cuatro submuestras. Un par de submuestras de cada tejido fue tratado con HCL diluido, NaOH diluido y de nuevo en ácido, realizando un aclarado entre cada proceso. El segundo par de cada muestra fue tratado con un detergente comercial (1,5% de SDS), agua destilada y otro detergente (tritón x-100); después fueron sometidas a una extracción de Soxhlet con etanol durante 1 hora y lavadas con agua destilada a 70ºC en un baño de ultrasonidos.
El grupo de Oxford dividió cada muestra en tres submuestras, siendo tratadas cada una de ellas con 1M HCL (80º C durante 2h), 1M NaOH (80º C durante 2 h) y de nuevo en ácido, con un aclarado entre cada tratamiento. Dos de estas tres submuestras fueron blanqueadas en NaOCl (2.5% de pH-3 durante 30 min).
El grupo de Zurich dividió cada muestra, limpiada previamente por ultrasonidos, en dos, retrasando el tratamiento del segundo grupo de muestras hasta que se completara el proceso de medición del segundo. El primer grupo de muestras se subdividió en tres porciones. La primera porción no tuvo ningún tipo de tratamiento; la segunda fue sometida a un tratamiento débil mediante 0,1% de HCl, 0.25% de NaOH y de nuevo en ácido, aclarándolos entre tratamientos, a temperatura ambiente; la tercera porción fue sometida a un tratamiento fuerte, usando el mismo procedimiento salvo la temperatura a la que se realizó (80ºC). Después de evidenciar que no había ningún tipo de contaminación, el segundo grupo se dividió en dos porciones, sometiendo a un tratamiento débil y fuerte a cada porción." [Nature, 1.989].
Filtraciones.
En septiembre de 1.988, seis meses después de recogerse las muestras de la sindone, comenzó a oirse el rumor de que la sábana era un fraude. Poco después, se comenzaron a saber de filtraciones a la prensa por parte de los laboratorios que iban en la misma línea. La reacción de la Iglesia vino de parte de Luiggi Gionella, asesor científico del arzobispo de Turín, que declaró que los laboratorios no conocían la identidad de las muestras. Si pensamos un poco, veremos que se enviaron cuatro muestras, una era la de la Sábana Santa, otra era de la época de Jesucristo, y las otras dos de los siglos XII y XIII. Supongamos que uno de los laboratorios, al hacer el análisis, se encuentra con que un trozo era de la época de Jesucristo y tres eran medievales (2). ¿De qué fecha era la sindone? Incluso poniéndonos en el supuesto contrario, los resultados nos proporcionas dos fechas de la época de Cristo y dos medievales, ¿era imposible saber la edad de la sábana? Como hemos dicho antes, el procedimiento no se diseñó como doble ciego debido a problemas con la cantidad de muestras disponibles de la sindone.
Resultados.
Volviendo a los laboratorios, cada uno realizó entre tres y cinco mediciones independientes en cada muestra separadas por periodos de un mes. Algunas de estas mediciones eran en realidad la media de varias mediciones realizadas de forma replicada - cada muestra se mide de forma secuencial, repitiendo dicha secuencia un número de veces. Los resultados fueron enviados al Laboratorio de Investigación del British Museum, que se encargó de los análisis estadísticos. Las fechas obtenidas por cada laboratorio para las muestras fueron:
Sábana de Turín | Tejido procedente de | Lino procedente de una momia del s. II d.C. | Capa de Luois | |
Arizona | 646 ± 31 | 927 ± 32 | 1.995 ± 46 | 722 ± 43 |
Oxford | 750 ± 30 | 940 ± 30 | 1.980 ± 35 | 755 ± 30 |
Zurich | 676 ± 24 | 941± 23 | 1.940 ± 30 | 685 ± 34 |
Las fechas están proporcionadas en años B.P. (Before Present).
Uno de los datos más interesantes que se pueden obtener al echar un vistazo a esta tabla es que los tres laboratorios obtuvieron rangos de fechas similares a pesar de los distintos procedimientos de limpieza utilizados. Una vez recibidos los resultados de los distintos laboratorios, el British Museum se encargó de realizar el análisis estadístico de los mismos así como de la calibración de los resultados. El resultado de dicho análisis dio una fecha para la sindone de 691 ± 31años B. P.
Al traducir dicha edad a "años de calendario", según la curva de alta precisión de Stuiver & Pearson obtenemos las distintas fechas de creación o, al menos, épocas en las que vivió el lino con el que está confeccionada la sábana de:
Nivel de confianza del 68% | 1273 - 1288 d. C. |
Nivel de confianza del 95% | 1262-1312, 1353 -1384 d. C. |
"Los resultados, junto con el análisis estadístico preparado por el British Museum, fue enviado al profesor Bray del Instituto de Metrología 'G. Colonetti', Turín, para que fueran comentados. Él [el profesor Bray] confirmó que los resultados de los tres laboratorios eran mútuamente compatibles y que, aceptada la evidencia, ninguno de los resultados obtenidos eran cuestionables" [Nature,1989].
El 31 de Octubre de 1.988 el cardenal Ballestrero anunció oficialmente los resultados del análisis. El Carbono 14 había hablado para dar la razón a aquellos que dudaban de la Sábana Santa como un artículo del s. I.
(1) Por si alguien está interesado en saber cómo se pudieron datar dichas muestras: El lino procedente de la tumba excavada en Qasr Ibrim en Nubia, se fechó gracias a unas inscripciones de la misma; el de la momia pertenecía a la colección de Antigüedades Egipcias del British Museum, y se había datado con anterioridad; sobre la capa, muy sencillo, se sabe en qué época vivió su propietario.
(2) Esta argumentación fue realizada por Félix Ares, miembro de la ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, en la lista de correo escépticos.
La Sábana de Turín
"El deán de Lirey, con engaño y maldad, movido por la avaricia, no con fines devocionales sino por codicia, proveyó su iglesia con un paño pintado con artificio, en el cual, de un modo ingenioso, estaba pintada una doble imagen de hombre por delante y por detrás, asegurando falsamente que era el sudario mismo en el que fue en envuelto nuestro Salvador Jesucristo en el sepulcro en el cual la imagen del Salvador con sus heridas había quedado impresa. Y esto fue divulgado no sólo en el reino de Francia sino en el mundo entero, por lo que acudían gentes de todas las partes del mundo. Y aun fingían milagros de curaciones en la ostensión del sudario [...] finalmente, el obispo de Troyes, tras una diligente investigación, descubrió el fraude, y cómo dicho lienzo había sido artificialmente pintado. En suma, que aquélla era obra de habilidad humana y no cosa milagrosamente realizada y obtenida [...] El deán y sus cómplices [...] viendo descubierto su engaño ocultaron y enterraron dicho lienzo [...] manteniéndolo oculto, enterrado cerca de treinta y cuatro años hasta el presente."(Carta de Pierre d'Arcis, obispo de Troyes, al papa Clemente VII de Avignon en Noviembre de 1389).
Aunque parezca mentira, esta carta fue escrita casi cuarenta años después de aparecer en la escena de la historia el sudario que algunos tienen por el que envolvió a Jesucristo durante su muerte. El fraude fue descubierto apenas creado, lo que no ha evitado que este curiosa reliquia sea objeto de polémicas discusiones sobre su autenticidad, haciendo que muchos "investigadores" hayan visto en él restos de sangre, pólenes de Palestina, figuras tridimensionales, moneditas en los ojos de la figura que aparece, lesiones, rasgos palestinos en la misma y hasta crisantemos. En pleno delirio sindonológico, hay quien afirma que dicho lienzo fue utilizado como mantel en la última cena.
No es mi objetivo realizar un estudio psicológico sobre los estudiosos de tan controvertido objeto, ni analizar quién puede salir beneficiado de que este fraude sea tan mantenido hasta nuestros días - no sólo los esotéricos están interesados en el fenómeno sociológico del año 2.000 como una sustancial fuente de ingresos. Lo que con esta página pretendo es analizar las evidencias que tenemos para afirmar que la Sábana Santa es una creación del s. XIV así como todas las objeciones que se han puesto a tal afirmación.
Indice
·Historia de la Sábana
·El Hombre de la Sábana
·La Sangre de Cristo
·La Crucifixión y los Latigazos
·Pólenes y Otras Hierbas
·Moneditas en los Ojos
·Negativos e Imágenes Tridimensionales
· El Día del Juicio (Carbono 14)
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Enviado por: | Alex Monedero Torres |
Idioma: | castellano |
País: | España |