Literatura
Rimas; Gustavo Adolfo Bécquer
ÍNDICE
Vida del autor pg 2
Obra pg 3
Estilo pg 3
Pensamiento becqueriano pg 4
RIMAS: pg 4
Ediciones pg 5
Poesía, poema y poeta pg 5
Temas de las Rimas pg 6
Estilo pg 6
Estructura pg 8
El lenguaje poético pg 9
Comentario de texto pg 10
Opinión personal pg 13
Bibliografía pg 14
1
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER y LAS RIMAS.
* Vida del autor.
El más alto creador lírico del Romanticismo español fue el gran poeta
sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), que renunció a sus
verdaderos apellidos Domínguez Bastida, para adoptar el de su vieja
estirpe flamenca, como descendiente por línea paterna de unos Bécquer
establecidos en Sevilla en el siglo XVII. Huérfano de padre desde muy
niño, a los diez años ingresó en el colegio de Náutica de San Telmo,
sufriendo al poco tiempo la pérdida de su madre, que le dejó sin
amparo con otros seis hermanos varones. Recogido primero por un tío
suyo y luego por su madrina, que tomó a su cargo su educación, el
joven Bécquer no tardó en abandonar sus estudios y a los dieciocho
años se trasladó a Madrid, donde tuvo que trabajar duramente para
vivir, experimentando las amarguras y privaciones de la pobreza. Tras
conseguir un modesto empleo de escribiente en una oficina pública,
que no supo conservar, convertido en funcionario cesante, tuvo que
ganarse la vida escribiendo en los principales periódicos y revistas
madrileñas de la época, especialmente en El Museo Universal (1857),
El Contemporáneo (1860), La Gaceta Literaria (1862), La Ilustración
de Madrid (1870).
En compañía de su hermano, el excelente pintor e ilustrador Valeriano
Bécquer, emprendió una serie de viajes artísticos por las viejas
ciudades castellanas, especialmente Soria, Ávila y Toledo, fruto de
los cuales fue su colaboración en la Historia de los Tiempos de
España, iniciada en 1857, donde redactó la parte correspondiente a la
iglesia de San Juan de los reyes de Toledo. Aquejado de un ataque de
hemoptisis, primer síntoma de la enfermedad que había de llevarle al
sepulcro, se trasladó, en compañía de su hermano, al monasterio de
Veruela al pie del Moncayo, donde escribió en 1864 algunas de sus
Leyendas y sus famosas Cartas desde mi celda. En su vida sentimental
apareció Julia Espín, hija de un profesor del conservatorio de
Madrid, que le inspiró la mayor parte de sus poesías; Luego, amó con
pasión a Elisa Guillén, que lo abandonó sumiéndolo en la
desesperación. Finalmente, se casó con una provinciana, Casta Esteban
de la que tuvo dos hijos y de la que se separó legalmente en 1868.
A su regreso a Madrid, protegido por González Bravo, desempeñó varios
cargos burocráticos, entre ellos el de censor de novelas, y cuando
reconciliado con su esposa empezaba a disfrutar de un cierto
bienestar económico, falleció víctima de la tuberculosis, el 22 de
diciembre de 1870, a la temprana edad de treinta y cuatro años.
2
* Obra.
Su primera publicación fue una Oda dedicada a Quintana con motivo del
homenaje literario que se realizó en su coronación poética. Tuvo
oportunidad de poner a prueba su prosa en los trabajos que prepara
destinados a una Historia de los Templos de España (1857-1858),
editada y entregas pero que dejó de publicarse. Bécquer se había
introducido en el mundo de las publicaciones periódicas, del cual
malvivió mediante empleos y colaboraciones de distinta índole entre
las que cuentan algunas de sus rimas (de las que aparecieron varias
desde 1859 y, sobre todo, en 1866), leyendas, su artículo Crítica
literaria y las cartas Desde mi celda, que escribió y enviaba a “El
Contemporáneo”, cuando estuvo en Veruela.
Al ser nombrado censor de novelas por su amigo, González Bravo pudo
vivir con holgura durante 4 años seguidos. Durante los
acontecimientos revolucionarios de 1868 se perdió el manuscrito de
las Rimas (Libro de los Gorriones). Así, Bécquer se dedicó a la
reconstrucción del mismo, que publicaran póstumamente sus amigos en
1871.
Su inmensa importancia como lírico no debe hacernos olvidar que
Bécquer fue un extraordinario prosista; frente a la funcionalidad de
la prosa realista, él dota a la suya de admirable calidad poética,
verdaderamente fascinante. Sus dos obras más destacadas son:
Leyendas. Pocas lecturas pueden resultar más apasionantes que estos
veintiocho relatos. Presentas rasgos claramente románticos: el amor
imposible (El rayo de luna), lo misterioso y sobrenatural (Maese
Pérez el organista, El Miserere), lo exótico (El caudillo de las
manos rojas), lo costumbrista (La venta de los gatos), y otros
títulos como el famoso El monte de las ánimas inolvidable.
Cartas desde mi celda. Son sugestivas crónicas compuestas durante una
estancia de reposo en el monasterio de Veruela.
* Estilo.
En lo que se refiere a la prosa poética y al poema en prosa se ha de
especificar que se sirvió del metricismo así como de la rima interna
y de otros mecanismos habituales del verso. En lo que se refiere al
estilo poético, se aprecia en un apartado llamado “Estilo de la
Rimas.”.
3
*Pensamiento becqueriano.
Bécquer representa la estabilización del subjetivismo y la tópica
metafísicos del Romanticismo en un estadio de cualidad poética
esencialmente con la progresión idealista que define al simbolismo y
que, además, probablemente nunca sería lograda por el Modernismo. En
fin, como ha dicho Allison Peers, sean cuales fueren las deudas de
Bécquer, << es el más original de los desdichados románticos de
España, y ninguno de ellos, ni siquiera Espronceda, es más digno de
figurar en las filas de los grandes desengañados del mundo moderno.
Ninguno ha cantado más melodiosa o más convincentemente el placer de
su dolor, su soledad por él querida, o problemas que son universales
y eternos. En todo y por todo es el romántico acabado. Su talante
trascendente es de vagas interrogaciones y temores. Por todas partes
ve el reflejo de su propia tristeza. No puede por menos de causar
impresión lo intenso de su subjetividad, tan falta de egoísmo; su
desilusión completa, tan libre de amargura, y una manifiesta
preferencia – tan típicamente española – por jugar con ideas al
emplearlas para montar una filosofía constructiva. >>
Su obra es, por otra parte, aquella que sin duda ha ejercido con
mayor insistencia una presión modélica en la elaboración de la lengua
poética española contemporánea, delineando un influjo esencialista
mucho más benéfico que ese otro que desde Espronceda, y especialmente
Zorrilla, enlaza con el sector de la producción poética más
distintivamente sonoro y externamente artificioso de Rubén Darío y el
Modernismo.
·RIMAS.
Las setenta y nueve rimas constituyen, en realidad, un solo poema de
amor. Bécquer, el poeta, como probablemente todos los poetas, no deja
nunca de hablar de sí mismo: su vida interior. Y se lo dice a
un “tú”, como si de una carta o de una conversación se tratara, que
nombra a la mujer que le ama, a la que un día le amó, a la que le
abandonó. Todo el camino que va desde el presentimiento del amor
hasta el fracaso, desde el momento en el que el amor aparece hasta el
momento de la soledad en que no habrá más que la obsesión del
recuerdo, que recorre a lo largo de las rimas.
4
* Ediciones.
Las Rimas, de las cuales ya aparecieron varias en publicaciones
periódicas desde 1859, y sobre todo en 1866, fueron editadas dentro
de las Obras (1871, dos volúmenes) del mismo según las dispusieron
para la imprenta Campillo, Ferrán y Rodríguez Correa, que les
antepuso un prólogo.
El descubrimiento en 1914 del manuscrito que reconstruyó Bécquer
recordando el original perdido en la casa de González Bravo hizo ver
que el número de rimas era de setenta y nueve y no de setenta y seis,
que una de ellas la tachó el mismo autor, otras dos sus amigos,
además, planteó el problema de a qué mano correspondían las distintas
correcciones practicadas en el texto y, lo que aún es más importante,
la ordenación de los poemas, bien diferente en el manuscrito respecto
de la edición de 1871. Los amigos de Bécquer dieron a las rimas un
orden que presuponía la descripción de un proceso amoroso que se
desarrolla desde la felicidad inicial hasta la angustia que revelan
los últimos versos.
Por otra parte, al no haberse podido establecer la cronología de los
textos, la ordenación de los mismos se hace todavía más discutible,
siendo lo conveniente, en principio, retornar al “desorden” primero
del manuscrito reconstruido por su autor; pues lo es que el orden
impuesto por los amigos editores del poeta representa una lectura
determinada, sea o no la preferida por el poeta supuestamente. La
ordenación establecida por los amigos de Bécquer ha permitido
discernir a José Pedro Díaz una no muy exacta pero útil clasificación
temática de las rimas en cuatro series que se atienen en su sucesión
al mismo orden fijado por aquéllos: 1ª serie (rimas I a XI), la
poesía; 2ª serie (rimas XII a XXIX), el amor; 3ª serie (rimas XXX a
LI), el desengaño y 4ª serie (rimas LII a LXXVI), la angustia. Por
otro lado, el mismo J. P. Díaz ha trazado el esquema de los múltiples
contactos literarios de las rimas con otros textos poéticos según lo
ha venido determinando la crítica. Se trata de correspondencias más o
menos explícitas con un buen número de autores, sean éstos Decarrete,
Ferrán, Espronceda y Selgas; Schiller, Schubert, Goethe y Heine;
Byron, Lamartine y otros.
* Poesía, poema y poeta.
En las Rimas, por otra parte, Bécquer, como dice Aguirre << establece
claramente la distinción entre poesía, poema y poeta. La poesía es,
para él, “un himno gigante y extraño” (I); el poema, “el rebelde,
mezquino idioma” domado (I); el poeta, el “vaso” que contiene la
poesía (V). Poesía como experiencia emocional humana (Bécquer se
refiere a ella como sentimiento); poeta como sujeto de esa
experiencia; poema, como fórmula objetiva de la misma. >>
5
* Los temas de las Rimas.
Las Rimas deben su clasificación a los temas de que tratan, es decir,
su clasificación es temática, por lo que este apartado igualmente se
podría llamar “Clasificación” que “Temas”.
El tema de la reflexión sobre la poesía ocupa de las rimas I a la XI;
seguidamente, las rimas de la XII a la XXIX, tratan de la exaltación
amorosa; el desengaño a moroso es expresado en las rimas XXX a la LI
y, finalmente, la condición humana, la muerte, la pregunta por la
inmortalidad, en definitiva, sentimiento de dolor y angustia en las
rimas desde la LII hasta la LXXVI.
Tales temas coinciden con las series que José Pedro Díaz considera en
las rimas a partir de la ordenación que adquirieron en la edición de
1871.
* Estilo de las Rimas.
Las Rimas son de extensión variable, pero abundan las breves. Es
también variada su versificación: Bécquer emplea desde estrofas
tradicionales a combinaciones personales de versos, y muestra una
clara preferencia por la asonancia; la gran mayoría de las Rimas
combina varios tipos de metro, prefiere la suavidad versal y brinda
notables resoluciones innovadoras.
En general, << destacaron como estrofas más corrientes el cuarteto
endecasílabo de rimas cruzadas y las octavas y sextetos de
semiestrofas simétricas terminadas en esa misma clase de rimas >>,
como dice Navarro Tomás. Frente a la más habitual tensión apasionada
que demuestra el hipérbato en la primera época romántica, la poesía
lírica de la segunda época atenúa relativamente el procedimiento
dentro de sus generales aspiraciones de moderación. Esto puede
decirse de Bécquer, si bien éste lo que hace es simplificar muy
calculadamente el cuerpo de la estructura del discurso manteniendo
tipos de construcción sintáctica como el que da comienzos a la rima
LIX: << Yo sé cuál el objeto / de tus suspiros es >>, introducida por
la rima aguda y el ritmo de origen popular.
Ya ha señalado la crítica el valor importante del verbo y su
frecuente posición acentual centralizadora en las Rimas de Bécquer
(Zardoya). Esto contrasta con la irrelevante por escasa presencia del
adjetivo en esos textos, a diferencia de lo que ocurre en la poesía
esproncediana.
6
De la frecuencia del paralelismo en las Rimas se ha podido decir que
aquello << que da relevancia al fenómeno en Bécquer es que cuando
aparece en una rima, la impregna totalmente (o casi totalmente) en su
estructura, de tal modo que el paralelismo viene a ser como el
esqueleto que mantiene en pie todo el organismo poemático, o como una
dura horma que da bulto y consistencia a la composición >>, según
Alonso y Bousoño. No se piense, sin embargo, que esto traduce
retóricamente una forma rígida de expresión. Las dos primeras
estrofas de las tres que componen la rima XLI, estudiada por
numerosos individuos, pueden servir excelentemente de demostración de
la técnica paralelística global a que consigue acceder el discurso de
Bécquer.
El propio Bécquer expuso sus ideas poéticas (en una reseña de La
soledad, de su amigo Augusto Ferrán), que sintetizamos así:
“Hay una poesía magnífica y sonora”, “que se engalana con todas las
pompas de la lengua”; es una poesía que agrada al oído, pero que no
calla, que se desvanece.
Frente a ella, hay otra poesía “natural, breve y seca”, “desnuda de
artificio”, “que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere
al sentimiento con una palabra y huye”; es como el sonido de un arpa
que se queda vibrando y deja la frente “cargada de pensamientos sin
nombre”.
No hay ni que decir que Bécquer prefiere ese segundo tipo de poesía,
por él calificada de natural, breve y seca y desnuda de artificios.
Pero hay que matizar esas declaraciones suyas. Ante todo, la poesía
de Bécquer, bajo su aparente naturalidad, oculta un gran cuidado
constructivo. No está tan desnuda de artificios, pero éstos son
sobrios y eficaces, no galas superfluas. Y cuando él la califica de
seca, se está refiriendo a un tono menos, casi conversacional, frente
a la grandilocuencia de otros. Por lo demás, sus versos están llenos
de vibraciones hondas, de ricos sentidos simbólicos.
Concretando, la poesía de Bécquer se singulariza por los siguientes
rasgos:
-Ante todo, su hondo intimismo.
-Un tono menor, nada grandilocuente.
-El rigor formal, por debajo de su aparente sencillez.
-También hay que atraer la atención sobre su condición de poeta
simbolista (es decir, la importancia de los símbolos en su obra) que
será ejemplo de grandes poetas posteriores.
Y estos rasgos son lo que hacen que Bécquer supere el puro
Romanticismo y se convierta (como dijo Dámaso Alonso) en nuestro
primer poeta contemporáneo.
7
* Estructuras de las Rimas.
La “música” de las rimas, el ritmo, lo toma a la vez de la tradición
culta y de la popular; junto a versos de 10, 11 y 12 sílabas, versos
de 5, 6, 7 y 8; en algunas ocasiones, unas estrofas se construyen con
endecasílabos y heptasílabos, y otras con octosílabos (rima XXVII);
pero son los endecasílabos combinados con heptasílabos los versos
preferidos de Bécquer.
El ritmo del heptasílabo –o a veces del pentasílabo-- quiebra,
refrena el del endecasílabo: sugiere agitación o temblor. “Su verso
es un verso trémulo –ha dicho Dámaso Alonso-, su avance musical tiene
un temblor de agua o de cuerda. Temblor externo, como el de la voz
del hombre cuando más se deja traspasar de emoción, que es un signo
del apasionamiento y el temblor del alma.”
Sólo muy excepcionalmente recurre Bécquer a estrofas clásicas (que
había cultivado en sus primeros poemas). De la misma manera, evita la
rima consonante, y la asonancia, más leve, más imperceptible y por
eso más sugerente --también más ligada a las formas populares y
tradicionales—predomina absolutamente en sus poemas.
La sugerencia y la brevedad son esenciales en las rimas. Bécquer lo
aprendió, probablemente, de la poesía popular y de poetas como
Eulogio Florentino Sanz, Selgas, Ferrán, que habían descubierto con
entusiasmo un clima lírico de origen alemán que unía a la brevedad,
musicalidad e intensidad (Schiller, Rückert, Heine). Añádase a ello
la influencia de la música vocal de Schubert y Schumann, que, siendo
un gran aficionado a la música, bien pudo conocer.
Otros dos aspectos sobresalen en la estructura de las rimas: de un
lado, el paralelismo; de otro, las construcciones antitéticas o
adversativas. Numerosas rimas se organizan mediante el primer
procedimiento. Éste introduce, efectivamente, un orden (cuya
necesidad Bécquer evoca con frecuencia, por ejemplo en la rima III).
Además, la repetición de una estructura sintáctica acentúa en el
lector una sensación de entusiasmo o de abatimiento, hace mayor el
peso de la emoción.
Por su parte, la antítesis o las estructuras adversativas expresan,
ya que no resuelven, una contradicción esencial en las rimas: el yo
frente al tú, la inspiración frente a la razón, la luz frente a la
oscuridad...
Particular interés tiene también el final de muchas rimas. Una
expresión muy breve, una exclamación, significan saber callar a
tiempo, en el momento más alto de la emoción. En otras ocasiones, el
final es una explicación –por ejemplo, de imágenes previas—o
prevalece el clima emocional creado en las estrofas anteriores.
8
*El lenguaje poético.
Leer las rimas, como leer cualquier poema, es percibir al mismo
tiempo un sentimiento, una estructura y una forma. La retórica, es
decir, la elección de un lenguaje, no es el adorno que se pone
artificialmente a un tema que exista previamente, sino la única
manera de decir lo que se quiere decir. No lo es nunca, y, desde
luego, no lo es en Bécquer. Un encabalgamiento, por ejemplo, el de
los primeros versos de la rima XXXVII, hace decir, al mismo tiempo,
que un hierro está escondido en las entrañas (lectura sintáctica) y
que el poeta morirá escondido (lectura rítmica). Una metáfora hace
decir, en los mismos versos, que el poeta lleva clavado un hierro y
que el amor es ese hierro, esto es, que duele como él. Unas escasas
palabras se cargan así de significados gracias al uso que el poema
les da. La abundancia de figuras de repetición sintáctica (anáfora,
bimembraciones, paralelismos ya mencionados); los hipérbatos; la
frecuente anteposición de adjetivos que les da un valor emocional: la
variedad da la entonación (frases exclamativas, interrogativas...),
constituyen algunos de los aspectos esenciales del lenguaje de las
rimas.
Igualmente esenciales son las imágenes, es decir, la representación
de experiencias sensoriales: sonido, vista, tacto, movimiento.
Necesarias cuando se pretende expresar, como aquí ocurre, algo
confuso, interior, inefable quizás, son extraordinariamente
abundantes en las rimas, y en ocasiones los poemas se construyen
mediante acumulación de las mismas (rimas II, III, V..). Pero, sin
embargo, las imágenes nunca sustituyen a los términos reales, como en
cierto modo ocurre en la poesía clásica y barroca: el poema no es un
artefacto verbal, un objeto lingüístico, sino un camino hacia la
poesía, que está fuera de él.
Las imágenes más frecuentes en las rimas son las referidas a la luz y
al movimiento; lo que se mueve y lo que corre, lo que se expande y
asciende, expresa la animación del mundo –el mundo tiene alma—y la
animación de la propia poesía. Y en la luz se da ejemplarmente el
movimiento. El poeta, que siente ese dinamismo, quiere confundirse
con él, aspira hacia la luz, expresión de aquella plenitud que sintió
y recuerda, idea pura, absoluto representado en la mujer (rima XI).
9
* Comentario de texto.
Rima X
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿qué sucede?
¡Es el amor que pasa!
Gustavo Adolfo Bécquer.
En cuanto a la localización diremos que es la rima X de
Bécquer. Según la clasificación de José Pedro Díaz pertenecería a la
I parte, que trata la reflexión sobre la poesía.
Las Rimas son composiciones de corta extensión. Su temática
es el amor y el mundo de ultratumba. Son asonantadas. Corresponden a
una poesía intimista y subjetiva del siglo XIX, despojada de toda
retórica grandilocuente.
Este tipo de poemas se aproxima mucho a lo que Juan Ramón
Jiménez llamaría más tarde poesía pura.
Bécquer pertenece al siglo XIX, al Romanticismo tardío.
Nación en Sevilla en 1836. Al ser huérfano, su madrina se encargó de
su educación. A sus dieciocho años se fue a Madrid donde tuvo que
trabajar duramente; tuvo también que ganarse la vida escribiendo en
los principales periódicos y revistas de la época.
En 1864, en el Monasterio de Veruela, escribió algunas de sus
Leyendas y sus famosas Cartas desde mi celda.
A su regreso a Madrid fue censor de novelas y cuando reconciliado con
su esposa empezaba a disfrutar de un cierto bienestar económico,
falleció víctima de la tuberculosis, el 22 de Diciembre de 1870, a
la edad de 34 años.
10
A continuación hablaremos del tema, que podría ser la
transfiguración de la Naturaleza para el poeta ya que brota en él el
sentimiento del amor. También sería el tema de esta rima el
sentimiento de plenitud que despierta el fugaz amor.
Respecto a la estructura del poema, podemos dividirlo en dos partes:
-1ª parte (v.1-7): el poeta siente que la naturaleza se transfigura y
se pregunta pues que está ocurriendo.
-2ª parte (v.8): el poeta se responde a sí mismo sobre lo que se
preguntó anteriormente; exclama la respuesta de forma efusiva.
Seguidamente, analizando la métrica observamos que la rima se
compone de siete versos endecasílabos y uno de pie quebrado
heptasílabo al final. El verso heptasílabo, frente a los anteriores,
endecasílabos, subraya que no hace falta decir más. Este verso rompe
el ritmo lento y pausado de los restantes versos, acentuando con
énfasis que el amor pasa y dándole agilidad al ritmo.
La rima es asonante. Bécquer evita la rima consonante,
predominando en sus poemas la asonancia, más leve, más imperceptible
y por eso más sugerente (también más ligada a las formas populares y
tradicionales). Como recursos métricos el autor utiliza sinalefas y,
además, destaca en el verso seis la ruptura de una de ellas, debido a
que la primera vocal de la segunda palabra es tónica, de alas.
Respecto al análisis hemos de destacar que la I estrofa hace
referencia a lo que percibe con el sentido de la vista, algo que
denota la palabra “invisibles”; en los tres siguientes versos el
autor enumera los elementos que percibe por medio del oído, algo
reflejado en el verbo que introduce estos versos, “oigo”.
Se aprecia también una abundante utilización de elementos de
la Naturaleza, algo típicamente romántico.
Además, podemos observar la utilización de adjetivos de
discurso o especificativos (de oro, de armonías, de besos, de alas) y
un adjetivo epíteto o explicativo (invisibles átomos).
Hallamos también una personificación en el último verso de la
1º estrofa “la tierra se estremece alborozada”, es decir, con alegría.
11
Particular interés tiene también el final de esta rima. Una expresión
muy breve, una exclamación, significan saber callar a tiempo, en el
momento más alto de la emoción. Se podría decir también que es una
explicación. En este caso es el verso de pie quebrado heptasílabo
sobre el que prevalece el clima emocional creado en las estrofas
anteriores ya que es una exclamación retórica.
Apreciamos también en esta rima el uso indiscutible de los
tiempos verbales en presente, que es el tiempo de lo atemporal porque
da un carácter duradero.
Merece destacarse, además, el paralelismo en el verso “rumor
de besos y batir de alas”. El autor utiliza también verbos
pronominales.
Se podría considerar que todo el poema constituye un recurso
llamado gradación, el cual se define como una sucesión de elementos
que se intensifican progresivamente. Al punto culminante se le llama
clímax. En la primera parte de esta gradación (v. 1- 4), el autor nos
describe lo que percibe por la vista, es decir, algo que es externo a
él. En la segunda parte (v.5 - 7) la intervención del que habla como
sujeto que percibe se pone de manifiesto en primer plano, algo
destacado por el verbo en presente, 1ª persona del singular, “Oigo” y
por el determinante posesivo de 1ª persona del singular “mis”. La
tercera y última parte llega con la exclamación como respuesta
efusiva.
La gradación nos da la sensación de que algo se está
acercando al poeta y se acerca tanto que hasta se apodera de él, y
que le obliga a concentrarse y a reflexionar (mis párpados se
cierran...). Busca la respuesta a lo que se acerca y se pregunta qué
sucede, lo que sería el clímax de la gradación. En la segunda parte
se responde a esa pregunta que se hace el poeta.
12
* Opinión personal.
Este trabajo me ha resultado fácil de hacer debido a que
hemos tenido muchos días en clase para recolectar información sobre
Bécquer y sus Rimas, además, el libro que me compré de Anaya me ayudó
mucho a comprender el lenguaje de Bécquer al leer las Rimas y
compararlas con “lo teórico”.
Desde el día que comenzamos a buscar información para hacer el
trabajo me puse a pasarlo poco a poco para que luego, aunque aún no
sabía cuando había que entregarlo, no tuviera que hacerlo todo en el
último momento; así, casi un mes antes de que lo recogieras, ya lo
había terminado yo, porque aproveché una semana en la que el grupo de
ciencias tenía un examen y nosotros no.
A pesar de todo, no lo imprimí hasta el final porque creía que era
demasiado corto, así que espero que no me falte nada.
Me ha encantado leerme las Rimas porque como tú bien sabes a todas
las chicas les encanta Bécquer (bueno, a casi todas) y a mi mucho más
porque me encanta la poesía y, sobre todo, las de amor. Antes de
hacer el trabajo, Bécquer me gustaba mucho, pero no sabía por qué;
ahora sé que es uno de mis autores favoritos, y también sé como ha
hecho este genio para engatusarme: conozco su corta vida y su intensa
vida sentimental; conozco la situación social de su época; conozco
también su lenguaje, sus recursos, etc..
En resumen, este trabajo me ha resultado muy fácil y, sobre todo,
ameno e interesante.
13
* Bibliografía.
Título: Antología Literaria.
Editorial: Teide, S. A.
Fecha edición: Segunda edición, 1967.
Autor/es: Antonio Vilanova.
Título: Rimas y Leyendas.
Editorial: Anaya, Biblioteca Didáctica Anaya nº 3.
Fecha edición: Madrid, 1997.
Autor/es: Vicente Tusón.
Título: La poesía en el siglo XIX. Romanticismo y Realismo.
Editorial: Ed. Taurus.
Colección: Historia crítica de la literatura hispánica, tomo 15.
Fecha edición: 1988.
Autor/es: Pedro Aullón de Haro.
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Enviado por: | Raquel Jiménez |
Idioma: | castellano |
País: | España |