Religión y Creencias


Rerum Novarum; Papa León XIII


A través del tiempo hemos podido identificar las causas más probables de la crisis social por la que atraviesa actualmente el mundo, pero sin embargo, no damos pie a ninguna interpretación racional con la cual muy fácilmente podríamos conceptualizar dicho problema en un contexto social - ideológico, y sencillamente puede llegar a convertirse en el motivo de lucha principal para la Santa Sede.

Afirmo tal cosa, porque (aun sin importar la situación presentada actualmente), el problema de la condición social de los obreros viene desarrollándose incluso desde el mismo surtimiento del sistema económico Capitalista, el cual, sin ningún otro consentimiento, fue adoptado por la mayoría de los gobiernos del mundo, dejando de lado sus repercusiones sociales, repercusiones que se podrían considerar como fundamento básico de la pobreza en la mayoría de los países tercermundistas.

Y es que no sobra decir que la sociedad en general, se encuentra ya muy saturada de "pseudorespuestas" a dichos problemas, ya que sin duda alguna, el mundo se encuentra en una carrera autodestructiva en la que el pilar de la economía se quebranta cada vez mas con abundante pobreza, miseria y enfermedad, y con escasa educación, alimentación, salud, entre otras.

Pero entonces, si el capitalismo es el culpable, ¿se debería adoptar otro sistema económico?

Ciertamente, si, pero no se debe de recaer en los errores cometidos por el Comunismo. En la encíclica, el papa León XIII critica muy abiertamente el papel que los comunistas desempeñaron en crear mayor miseria, advertía claramente de los peligros que traerían para el mismo hombre las nuevas concepciones políticas, sociales y económicas que no tomaban en cuenta a la persona humana y que, además, evadían sus responsabilidades sociales por su marcada tendencia individualista (ambigüedad en lo que se proponía con el nombre del "socialismo").

Es así como llegamos a una concepción idealista, en la cual, según parece, no se da ninguna posible solución a la problemática obrera.

¿Por qué se rechaza la ideología socialista como posible solución?

Por el simple hecho de no permitir la existencia de la propiedad privada, los socialistas son rechazados inmediatamente como artífices del cambio social, ya que esta prohibición va en contra de las leyes naturales. Esto se ve corroborado en cuanto a la desestimulación del trabajo que dicha ley produce, ya que si "el obrero presta a otros su fuerza y su industria, las presta con el fin de alcanzar lo necesario para vivir y sustentarse", ganándose así el derecho a un salario, dinero el cual puede utilizar libremente, siendo una forma de uso para este el de comprar alguna propiedad mueble o inmueble para dejar a su prole alguna posibilidad de futuro; pero todo este ideal se ve roto por la doctrina socialista, los cuales "al empeñarse en que los bienes de los particulares pasen a la comunidad, empeoran la condición de los obreros, porque quitándoles la libertad de disponer libremente de su salario, les quitan hasta la esperanza de poder aumentar sus bienes propios y sacar de ellos otras utilidades".

Es aquí entonces como vemos una especie de ambigüedad en lo que propone el papa León XIII, ya que niega tanto el capitalismo como el socialismo como posible solución. Pero contrario a lo que se piensa, en la encíclica se argumenta (de una forma un tanto latente y no tan manifiesta) tomar acción participativa de las cualidades de cada sistema, pero eso sí, respetando la Propiedad Privada, la cual es el estimulo ultimo por el que los obreros se someten a largas jornadas de trabajo.

Ya posterior a esto, se debe de tener en cuenta también los diferentes deberes que cada clase social tiene para con la otra, porque la solución planteada radica en varios puntos muy sencillos de entrever, pero muy difíciles a la hora de aplicarlos.

Pero entonces, ¿qué solución nos plantea la encíclica?

En la Rerum Novarum, se propone una solución bilateral en la cual las partes se comprometen a respetar los derechos de la otra y cumplir con sus propios deberes. Por ejemplo, el proletario debe cumplir íntegra y fielmente todo lo pactado en libertad y según justicia; no causar daño alguno al capital, ni dañar a la persona de los amos; en la defensa misma de sus derechos abstenerse de la violencia, y no transformarla en rebelión; no mezclarse con hombres malvados, que con todas mañas van ofreciendo cosas exageradas y grandes promesas, no logrando a la postre sino desengaños inútiles y destrucción de fortunas. Para los empresarios y adinerados consiste más en respetar los derechos de sus trabajadores, "respetar en ellos la dignidad de la persona humana, ennoblecida por el carácter cristiano. Ante la razón y ante la fe, el trabajo, realizado por medio de un salario, no degrada al hombre, antes le ennoblece, pues lo coloca en situación de llevar una vida honrada mediante él. Pero es verdaderamente vergonzoso e inhumano el abusar de los hombres, como si no fuesen más que cosas, exclusivamente para las ganancias, y no estimarlos sino en tanto cuando valgan sus músculos y sus fuerzas. Asimismo está mandado que ha de tenerse buen cuidado de todo cuanto toca a la religión y a los bienes del alma, en los proletarios. Por lo tanto, a los amos corresponde hacer que el obrero tenga libre el tiempo necesario para sus deberes religiosos; que no se le haya de exponer a seducciones corruptoras y a peligros de pecar; que no haya razón alguna para alejarle del espíritu de familia y del amor al ahorro. De ningún modo se le impondrán trabajos desproporcionados a sus fuerzas, o que no se avengan con su sexo y edad".

Cumpliendo con lo pactado anteriormente se puede abolir un sistema casi de "esclavitud" en que trabajan los obreros de las grandes empresas, debido a que los capitalistas se aprovechan de la desgracia económica de otros para así poder obtener buena ganancia del capital invertido, por decirlo así, aumentar la "rentabilidad"; porque bien dice Jean Jacques Rousseau en su libro "El Contrato Social", "si ningún hombre tiene autoridad natural sobre sus semejantes, y si la fuerza no produce ningún derecho, quedan las convenciones como base de toda autoridad legitima entre hombres".

Sin embargo, es mucho lo que se debe de hacer en la actualidad para aplicar a la realidad un concepto tan sencillo, puesto que nuestra sociedad se ha ido desarrollando dentro de un modelo elitista, en el que las clases superiores no quieren tener ninguna relación con los proletarios (fuera de su economía, claro esta), craso error debido a que aunque "el capital produce trabajo, el trabajo produce capital".

Es en este punto donde la santa autoridad de la Iglesia entra a desempeñar su papel más importante, impulsando y promulgando la Caridad Cristiana.

Esta nos plantea volver al fundamento mismo de la cristiandad, cuando en las primeras comunidades los ricos se despojaban de sus posesiones para ayudar al prójimo necesitado. Aunque en esta encíclica no se plantea exactamente dar en beneficencia todo el dinero de los ricos, todos sus bienes, se propone ayudar al proletariado dando parte de los excedentes de las ganancias, dando un poco de lo que sobra, porque aun por poco que den los ricos, estos pueden continuar con su lujo, no así los pobres, para los cuales un poco de caridad es la que puede marcar la diferencia.

Ya con el compromiso de las dos partes acordada, la solución y la ayuda planteada por la iglesia, nos falta todavía un elemento para completar el cuadro, y es la intervención del estado.

Pero esta intervención no se debe de confundir con la doctrina socialista, porque por afirmar esto, no se esta concluyendo que la propiedad privada debe de ser suprimida. Al contrario lo que se quiere re - afirmar es la responsabilidad que tiene el gobierno de dar las garantías suficientes para llevar una vida digna en prosperidad y paz.

Con la colaboración de los medios humanos que presenta la política, se puede afirmar que un conjunto de leyes orientados más hacia la pluralidad, hacia el bienestar común, se puede encontrar una verdadera armonía en la convivencia de las diferentes clases sociales, por lo tanto terminando asi con la injusticia social. Pero Tambien no se debe de dejar fuera de todo contexto, la importancia de la familia como primera sociedad, incluyendo por supuesto, en mayor grado de importancia, el respeto, la vivencia y la vigencia de los derechos humanos como fundamento social de una convivencia en paz, en la que los niños y las mujeres cierran el circulo moral de la comunidad.

Se establece así, los cimientos imprescindibles de la sociedad capitalista, en la que se da un respeto mutuo entre la elite y el proletariado, estructurando la importancia de los derechos que cada uno tiene; todo esto, por supuesto, con la ayuda, en mayor grado de la Iglesia, al proponer la caridad cristiana como solución a la miseria de los pobres, y la ayuda del gobierno, que al crear responsablemente leyes convenientes tanto para los empleadores como para los empleados, esta promoviendo y estimulando la justicia social, en la que todos y cada uno le es dado lo que su trabajo le ha merecido.

Aunque este ensayo parezca simplemente una retórica valida solo para promover un concepto, puedo afirmar que aunque la solución esta presente en esta encíclica, es muy difícil llevar a la practica lo que se propone en una teoría. Es así como llegamos al pináculo de la sociedad, en la que no se presenta mas injusticia, en la que se respeta los derechos de cada uno, y se vive en igualdad moral, pero imposible de aplicar seria este concepto si no se educa primero la próxima generación, en un modelo de valores enmarcado en la moral y la ética como base fundamental para que ocurra un verdadero cambio social; cambio el cual, veo cada vez más utópico, porque simplemente la sociedad (en todos sus estratos, desde los mas bajos hasta los mas altos) no se encuentra preparada para volver al origen de la misma religión cristiana, LA CARIDAD.




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Enviado por:Jorge Herrero Muñoz
Idioma: castellano
País: España

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