Religión y Creencias
Religiones precolombinas
INTRODUCCIÓN
Tema
No quedaban muchos más temas por escoger así que me decidí (con mi disuelto grupo) por el tema de "religiones Precolombinas"; era el que más me seducía, ya que siempre sentí curiosidad por aquellas culturas que tan poco se conoce, si bien que viven actualmente en reservas. Me parecía interesante conocer la historia del continente antes de la invasión española, saber algo de cuando todavía no habían guerrillas ni paramilitares, cuando no existía el hambre (a no ser que ayunaran intencionadamente como símbolo de fe), cuando todavía no se conocía aquel pueblo por su ron, por su coca o por otros vicios y placeres que hemos explotado.
Objetivos
He querido centrarme en las, que se consideran, tres religiones más importantes de la América Precolombina y con ello rendir tributo a la cultura que hicimos desaparecer, pero que aún mantiene algunas raíces que nadie podrá arrancar. En el trabajo quiero demostrar que sin nuestra intervención los indígenas de América habían inventado sistemas de irrigación y dominaban algunas ciencia; en cambio, ahora es un pueblo sometido a la subsistencia y sin prestigio.
Metodología
Toda la información recogida ha sido buscada en la biblioteca del colegio, en la Biblioteca Central y la Biblioteca del Club Natación Terrassa.
CUERPO ORGANIZADO
Breve introducción
Las antiguas culturas tribales americanas pertenecen al periodo precolonial, las cuales podían dividirse en tres grupos según la localización geográfica: las culturas indias norteamericanas, las culturas mesoamericanas y las culturas andinas. En estos lugares se desarrollaron complejas civilizaciones a partir de culturas más simples y pasaron por las etapas habituales: período de formación, período clásico o de florecimiento y período posclásico. Disponían de importantes organizaciones militares, eran los creadores de grandes infraestructuras y creían en religiones politeístas fuertemente vinculadas con los fenómenos naturales, dando resultado a una organización totalmente teocrática. Ya que hay diversas religiones precolombinas he decidido centrarme en las tres que he creído más representativas de la América Precolombina: Inca (de cultura Andina), Maya y Azteca (estas dos últimas, de cultura mesoamericana). Los monumentos escultóricos dan pruebas de que se mantuvo una cierta unidad entre las creencias básicas de estas tres culturas, aunque hablaran idiomas diferentes.
Situación geográfica
Los aztecas podemos situarlos en el valle de México. Destacando la capital Tenochtitlán-Tlatelolco, que estaba situada justo al sur de una rica provincia en lo que se refiere a algodón, semillas, frijoles, maíz y guerreros; esta provincia era Cuauhtitlán. También podemos destacar el estado independiente de Tlaxcallán y la provincia de Xoconochco, situada entre la llanura costera del sureste de Chiapas y la vecina Guatemala.
Los Mayas se establecieron principalmente en la región del Yucatán y Guatemala. Sus orígenes están en la llanura de Chiapas abierta al Pacífico, más tarde fue expansionándose hacia las tierras bajas de Petén y la península de Yucatán, diferenciándose en cierta manera a los mayas del altiplano de Guatemala y las tierras altas de Chiapas.
El imperio Inca se desarrollo en Ecuador, Perú, Bolivia, norte de Chile y el noroeste de Argentina. El pueblo inca había surgido como un pequeño principado en el área de Cuzco. Se observan algunas semejanzas culturales con civilizaciones de Polinesia y el Extremo Oriente pero la posibilidad de influencia religiosa es remota.
Historia de las grandes religiones precolombinas
Desde antes del primer milenio anterior a nuestra era, los diferentes pueblos de América habían desarrollado una serie de interesantes creencias. El desarrollo demográfico del continente debió realizarse en diversas oleadas procedentes de Asia, desarrollando luego culturas autónomas, las cuales tenían una mentalidad religiosa que oscilaba entre el animismo, o la creencia en espíritus, y el totemismo. En el período de formación de estas culturas (primer milenio) aparece el esquema religioso que jerarquizaba la sociedad; culmina a lo largo del siguiente milenio, en el periodo clásico, época pacífica en la que se construyeron templos-ciudades de gran belleza; a ésta le sigue la era posclásica, que terminó con las conquistas europeas; éste fue un período de incesante actividad militar que presenció la aparición de imperios como los de los incas y los aztecas. Según sus ritos religiosos, los indígenas adoraban a animales u otros seres de la Naturaleza, a los que consideraban poseedores de fuerzas sobrenaturales que podían proteger a los humanos. En los siglos XV y XVI, punto culminante de la estructura militar a causa de la invasión colonial, se pasa de adorar los dioses y diosas de la fertilidad a adorar las divinidades crueles y terroríficas de la guerra y la violencia. Después de 1492, estas creencias son disueltas por los colonos ya que no aceptaban sus cultos.
Religión Inca
Orígenes e historia
Desde finales del s. XIV, el imperio de lengua quechua se extendió hasta incluir partes del moderno Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina y se erigieron en una autocracia que se superpuso a los otros indios de las montañas que habían conquistado. Gracias al genio militar y político de algunos de sus soberanos, el imperio inca se extendió por todo el Perú y por el Ecuador durante la segunda mitad del siglo XV.
El estricto reparto de las tierras cultivadas entre el Estado, la Iglesia y el campesinado, las obras públicas que comprendían la construcción de caminos y la organización de los transportes, así como un sistema administrativo lógico, aunque complicado, caracterizaban a este imperio. Se desarrolló una ideología central, el dogma inca, que hacia del emperador un monarca sagrado representante del creador. Los ídolos de las regiones conquistadas fueron llevados a la capital, Cuzco, donde ellos y los dioses a los que representaban fueron venerados como divinidades inferiores, mientras que el culto de los dioses tribales incas se propagó entre los nuevos súbditos del emperador. Esta labor misionera, unida a las deportaciones en masa de grupos étnicos enteros, reforzó la integración política del vasto imperio. No había más que una religión de Estado oficial, pero las creencias nacionales de las tribus conquistadas perduraban, como lo hacía la religión popular practicada por simples campesinos y aldeanos; siguen todavía en vigor los huacas u objetos sagrados. La cultura inca alcanzó un alto nivel de desarrollo tanto en el campo de la arquitectura como en el de la ingeniería. Produjeron una rica cerámica y una importante orfebrería. Así mismo se destacaron como tejedores. La sociedad incaica desarrolló un sistema laboral y productivo encaminado a resolver el importante problema de la subsistencia. Para asegurar un reparto equitativo de productos básicos entre todos los habitantes se adoptó un sistema que podría llamarse "socialización de la economía" o "comunismo agrícola": la tierra era colectiva y los beneficios eran repartidos.
Con la llegada de Pizarro, en 1532, época en la que gobernaba el Inca Atahualpa, desaparece el Imperio en manos de los españoles.
2.2. Dioses y divinidades
En la cumbre del panteón Inca se sitúan el Sol, Inti, y su esposa, que es a la vez su hermana, Quilla, la Luna. La pareja divina suele representarse por dos discos de metal, de oro para el Sol, y de plata para la Luna. Ambos eran los encargados de velar por la fertilidad de los campos y todavía hoy desempeñan un papel importante en el panteón semipagano semicatólico de los indios quechua.
El dios supremo, creador y civilizador, de origen probablemente preincaico, es Viracocha, el emperador Pachacutí Inca Yupanqui hizo de éste el ser supremo del imperio, reemplazando a Inti que había sido hasta entonces el dios principal del panteón inca. Se le ofrecían sacrificios con regularidad. Su estatua, de oro puro, dominaba el templo de Cuzco, llamado templo del Sol; su fiesta se celebra en agosto.
La "Tierra Madre", Pacha-Mama, junto con los dioses estelares, velaba por los rebaños de llamas, además de ser la diosa de la tierra. El dios del trueno; el de la lluvia; Pacha-Mama y Sara-Mama, diosa del maíz, parecen haber desempeñado un papel secundario.
Una religión unida a la organización del Estado
La religión iba íntimamente unida a la organización del Estado y a los objetivos que éste perseguía. Los dioses y sus servidores los sacerdotes concedían la fertilidad, la salud y la victoria en las batallas y recomendaban la sumisión al emperador y al sistema que él representaba. Los dioses estaban organizados en un panteón estructurado paralelamente a la jerarquía del Estado y el clero estaba sometido al control y a la autoridad imperial. El emperador representaba hijo del Sol, ejercía una soberanía absoluta y era la máxima autoridad en un sistema teocrático que dominaba la sociedad, de una manera autocrática y centralizada. Los emperadores llegaban incluso a modificar el perfil de las divinidades con fines políticos prácticos; un claro ejemplo es Pachacutí Inca Yupanqui. (1)
El culto
El emperador
La organización cultual estaba dominada por el emperador divino, descendiente directo del sol. Oculto tras una cortina, era transportado en una litera, aclamado por sus súbditos extasiados. Todo lo que tocaba se volvía peligroso y malsano por el contacto con su fuerza sagrada y debía ser destruido. Por su naturaleza divina sólo podía contraer matrimonio con su propia hermana, en el culto encarnaban al sol y a la luna.
En la entronización del emperador, se ofrecían en sacrificio muchachas para fortalecer su salud y consolidar su reino, y, a su muerte, sus esposas favoritas y sus criados tenían que ofrecerse en sacrificio y seguirle en el más allá. Los emperadores difuntos momificados, coronados con los símbolos de la dignidad imperial, eran colocados en asientos de oro en el templo del Sol. Incluso después de su muerte tomaban parte en las ceremonias oficiales del culto, alineados contra el muro exterior del templo, rodeados por su sucesor vivo y su corte.
Los sacerdotes
Los más altos dirigentes y los sacerdotes de los templos más importantes pertenecían a la familia imperial. Cada templo tenía una jerarquía completa de sacerdotes y sirvientes. Los sacerdotes tenían tareas asignadas, algunos participaban en los servicios del culto, otros se dedicaban a la curación de enfermos, otros adivinaban el futuro interrogando las entrañas de los animales sacrificados, el vuelo de los pájaros y el desplazamiento de los animales y otros que confesaban a los "pecadores" (2). Los sacerdotes condenaban al pecador a hacer penitencia, por ejemplo, a ayunar durante varios días. Después de un baño purificador final , el pecador recibía la absolución del sacerdote.
Religión Maya
3.1. Orígenes e historia
La cultura maya es, en el plano estético y "científico", el desarrollo más avanzado y refinado en la historia de la cultura india en América. La civilización de Izapa se encuentra en la llanura de Chiapas abierta al Pacífico, y muy cerca de la frontera guatamalteca; ésta simboliza el primer desarrollo de la civilización maya.
Kaminaljuyú (3) es, probablemente, el área más crucial para la transmisión de la civilización izapiana a los mayas de Petén (después del 200 a.C.). La civilización maya clásica es la única civilización precolombina que haya escrito y narrado por medio de jeroglíficos. Además, elaboraron un calendario complejo y una forma de escritura.
La civilización "típica" maya floreció en las tierras bajas de Petén y de la península de Yucatán a lo largo de los seis siglos que van del 300 d.C. al 900; se caracterizó por unos imponentes templos-pirámides. Por el contrario, las tierras altas mayas carecieron durante el período clásico de cualquier tipo de escritura y de la fabulosa arquitectura en piedra de las tierras bajas. La era clásica de los mayas acaba con el proceso de destrucción de los templos-ciudades (hacia el año 900 d.C.) a causa de un conflicto de intereses entre el campesinado y la aristocracia sacerdotal. Más tarde, el Yucatán septentrional fue invadido por guerreros que venían del norte: eran los toltecas (4), una civilización venida del valle de Méjico; éstos se mezclaron con la antigua civilización maya. Esta era posclásica duró algunos siglos, pero al llegar los conquistadores españoles (5), la civilización maya ya no era más que un débil resto de un pasado esplendoroso.
Dioses y divinidades
El rasgo más peculiar de panteón maya es su dualismo: en el coexisten los dioses benéficos y los dioses maléficos, e incluso tendencias buenas y malas en un mismo dios. Por "buenos" entendemos los poderes que favorecen la vida y el bienestar de los hombres, y en primer lugar los dioses de la lluvia y del maíz. Los poderes malos provocan la guerra, las malas cosechas, etc. También puede ser que un mismo dios sea a la vez benéfico y maléfico; así el dios de la lluvia podía fertilizar los campos, pero también podía destrozar las cosechas con una granizada.
Las divinidades mayas eran los dioses del cielo, la fertilidad, la muerte y la guerra, los trabajos y los días. Todas estaban vinculadas de alguna manera a los intereses de los agricultores o de los sacerdotes.
El dios soberano de los cielos era Itzamná, también aparece como dios sol o dios de la lluvia. Se le atribuye la invención de los libros y la escritura, y hay indicios de que absorbió a un antiguo dios ocioso de la creación, Hunab Ku, "el único dios verdadero".
Otra divinidad celeste era la pareja de Itzamná, Ixchel, "nuestra madre", similar a todas las diosas-madre extendidas por el mundo y representada por la luna. Esta diosa reina sobre las aguas y protege a las mujeres, sobre todo en el momento del parto. El sol está representado por un personaje que tiene rasgos de jaguar. La estrella del Norte simboliza a un dios que guía a los mercaderes en sus viajes nocturnos. Los sacerdotes teólogos dieron a estas divinidades nuevas atribuciones; hicieron de la diosa-madre la patrona de la medicina y la adivinación, y del dios-sol el dios de la música y la poesía.
El "dios de la gran nariz", el dios de la lluvia Chaac era simbolizado por el signo de las lágrimas, porque las lágrimas representan las fertilizantes gotas de lluvia; otras veces era representado por una serpiente.
El dios del viento era representado con una nariz lobulada; el dios del maíz, como un joven que sobre la cabeza llevaba una mazorca de maíz. En las profundidades de la tierra habitaba el dios terrorífico de la muerte, Ah Puuch; suele aparecer representado por un cadáver en descomposición.
El culto
Los sacerdotes
Los sacerdotes eran los administradores del culto, vestían con pieles de jaguar y plumas de quetzal. Estaban organizados por clases jerarquizadas. Uno o dos sumos sacerdotes controlaban el culto, la astrología y la adivinación, supervisaban al clero e instruían a los aspirantes al sacerdocio. Los "sacerdotes del sol" presidían los sacrificios, y los profetas (chilan) podían entrar en trance y profetizar el futuro. La gente se dirigía también a los sacerdotes para confesar sus pecados; las confesiones eran necesarias para quien quería estar libre de ciertas enfermedades, porque, según se creía, éstas eran causadas por alguna transgresión involuntaria del código moral.
3.3.2. Sacrificios y canibalismo
Frecuentemente se sacrificaban animales y, en período de sequías, se llegaba incluso a inmolar a los dioses seres humanos, sobre todo en época posclásica. Dentro del mundo cultual, las órdenes militares fueron importantes, las más famosas son "las águilas" y los "jaguares" (6); los cuales presentaban al dios-sol el corazón de las víctimas sacrificadas. Los dioses mexicanos exigían sangre humana, porque ésta les daba fuerza y vigor para cumplir su tarea en beneficio de sus protegidos. Las guerras proporcionaban los prisioneros que debían ser sacrificados.
El acto sacrificial iba acompañado, en muchos casos, de canibalismo ritual: los sacerdotes revestían la piel de la víctima humana mientras que el cuerpo era despedazado y comido por aquellos a quienes se reconocía como dignos de participar en esta comunión. No hay indicios de un simbolismo de fertilidad, sino más bien el deseo de identificarse con el guerrero sacrificado y participar de su valentía.
También se realizaban sacrificios humanos de carácter agrario en el pozo sagrado o cenote de Chichén Itzá; en caso de sequía y hambre, los habitante arrojaban muchachas a las profundidades del pozo para aplacar y satisfacer a las potencias de la tierra y la vegetación. Los seres humanos sacrificados incitaban a que los dioses enviaran la lluvia y hicieran crecer las cosechas.
Los que habían sido sacrificados, igual que las mujeres muertas de parto y los suicidas, iban a un paraíso donde gozaban de una vida feliz, tenían comida y bebida abundantes y reposaban a la sombra de un árbol sagrado.
4. Religión Azteca
4.1. Orígenes e historia
Los aztecas eran indios americanos influenciados por la cultura zapoteca y cuyo imperio floreció en Teotihuacán (Méjico central) desde finales del s. XII d.C. hasta la llegada de Hernán Cortes en 1519. Fueron grandes conquistadores y esto les llevó a controlar el valle de Méjico. Su religión estaba en torno a un calendario sagrado y caracterizada por sacrificios humanos, en los que el corazón de una víctima era arrancado y ofrecido a los dioses.
En la época del gran desarrollo de la cultura maya aparecía la primera civilización superior del valle de México con la civilización de Teotihuacán. Ésta fue el centro de una serie de ciudades-estado y tuvo una influencia muy grande como metrópoli de las artes y la religión. Los propagadores de la cultura del Teotihuacán quizá fueran de lengua náhuatl, por tanto estaban emparentados con los toltecas y los aztecas. Influenciados por la cultura zapoteca, la religión agraria y pacífica de la civilización teocrática de Teotihuacán fue reemplazada por una religión militarista en la que el culto guerrero y los sacrificios humanos eran la regla.
A mediados del siglo XIV, los reyes aztecas habían creado una potencia equivalente a un imperio; Tenochtitlán, la gran capital azteca, sometió a su vecino inmediato del Norte, Tlateloco; y así la capital fue una ciudad gemela: Tenochtitlán-Tlatelolco (7). Gracias a sus conquistas, los aztecas pudieron controlar el aprovisionamiento del valle de México, que tenía una población muy densa. Los pueblos conquistados estaban bajo el control de las legiones aztecas y pagaban tributo a sus señores, pero conservaron su organización tribal y su religión. Los aztecas tuvieron que hacer frente a estados rivales como Tlaxcallán y Huexotzinco, es lo que se llama "la guerra florida"(8). Estos estados, debilitados y ahogados por la violencia azteca, abrazaron gustosos la causa española cuando Cortés entró en México.
Dioses y divinidades
Quetzacóatl pertenece a la herencia clásica y es el patrón del clero y descubridor del maíz; Tezcatlipoca pertenece a la herencia tolteca, es el protector de los jóvenes guerreros y los magos y reinaba como dios del destino, omnipresente y omnisciente; Huitzilopochtli pertenece a la herencia de los aztecas primitivos y era venerado en cuanto dios de la guerra y del sol; estos tres dioses constituyen los principales personajes del panteón azteca.
La madre de Huitzilopochti era la diosa terrestre Coatlicue, que con anterioridad había dado a luz a las cuatrocientas estrellas del cielo nocturno y a la hermana de éstas, la diosa lunar Coyolxauhqui, quedó fecundada por una pelota de plumas cuando estaba barriendo su casa o templo de Coatepec o "Montaña Serpiente". Celosas y enfurecidas, las luminarias nocturnas arrancaron la cabeza a Coyolxauhqui, pero Huitzlopochtli consiguió nacer y desarrollarse y entonces degolló a sus hermanas (9). Los dioses cósmicos desempeñaban un papel importante dentro de los funcionarios superiores y el clero; los campesinos se interesaban más por los dioses fertilizadores del suelo. El principal dios de la vegetación era Tláloc, dios de la lluvia y la tormenta. Era venerado en el gran templo de Tenochtitlán al lado de Huitzilopochtli, y ocupaba también un lugar destacado en la religión oficial.
Para los campesinos era el dios dispensador de la lluvia fertilizante, pero también de la sequía, las inundaciones y otras catástrofes. Chicomecóatl, diosa del maíz, era tan importante que se le consideraba como la diosa de los alimentos en general. También había un dios maíz, Centéotl, y distintas diosas para el maíz tierno y para el maíz maduro.
Los aztecas eran conocidos por su amor a las flores, y así no es sorprendente encontrar una pareja divina que las personifica, Xochipilli y Xochiquetzal; simbolizaban también la belleza, el amor y la prosperidad del verano. Una diosa con cuatrocientos pezones encarnaba al agave (10) de América, del cual se extraía una bebida embriagante, el pulque.
Ometecuhtli (Señor Doble) era a la vez masculina y femenina y representaba los dos aspectos de la naturaleza viva y fecunda, se creía que sostenía el mundo con su mano y era representado junto a una pareja que practica el coito.
4.3. Una gran organización civil y militar
El monarca sagrado, "el que habla", encabezaba la organización azteca. La organización de la jerarquía civil y militar, bajo la dirección de los dos jefes y su consejo, era muy compleja; esto hizo posible las numerosas conquistas militares en el valle de México. Los ejércitos aztecas eran muy numerosos y estaban organizados al mando de jefes guerreros o oficiales que habían conseguido el puesto capturando prisioneros. Los guerreros aztecas iban ricamente ataviados, en especial los que pertenecían a las órdenes guerreras, como los caballeros del Jaguar o del Águila (11). Las batallas las libraban con armas formidables, y sobre todo con el terrible macahuitl o espada-maza plana, afilada con hojas de obsidiana empotradas en unas ranuras. Hasta los españoles sentían terror del arma. El dardo lanzado con el atlatl era otra de las armas principales. Los mercenarios de las tribus otomíes actuaban como arqueros en defensa del Estado azteca. Las conquistas militares proporcionaron muchos prisioneros a Tenochtitlán, donde había una gran necesidad de ellos para el culto, ya que los dioses sanguinarios reclamaban cada vez más víctimas humanas.
La dirección suprema del Imperio iba aneja a la casa real. Esa dirección era más compleja de lo que supusieron los españoles, que negociaron principalmente con el hombre que llevaba el título de tlatoani (u "orador") al que llamaban emperador. El tlatoani cuidaba especialmente de las relaciones exteriores de la ciudad y del Imperio, ya fuesen pacíficas o de cualquier otro tipo. Pero había otro gobernante paralelo, desconocido de los españoles, que era miembro asimismo del linaje real y llevaba el título de cihuacoatl ("serpiente femenina"). Era el que tenía jurisdicción sobre los asuntos internos de la capital azteca. Así, cuando Cortés hubo eliminado al tlatoani, la resistencia de la ciudad a los invasores, lejos de disminuir se incrementó.
Disponían de una institución económica a la que llamaban pochteca; se trataba de una especie de gremio hereditario de mercaderes de larga distancia, que negociaban con productos de lujo en mercados foráneos y que, a menudo, viajaban de noche o disfrazados para evitar emboscadas.
El clero
Para la identificación y la celebración, los verdaderos especialistas eran, naturalmente, los sacerdotes reclutados sobre todo en las clases superiores e instruidos en las escuelas superiores de teología, los calmécac. Las mortificaciones y la ascesis, y también el aprendizaje de los cantos rituales, la escritura y la astrología formaban parte del programa de estudios. Cada templo de cierta importancia poseía un ejército de sacerdotes con funciones específicas.
Los templos dedicados a las diosas tenían sacerdotisas, frecuentemente jóvenes que todavía no estaban casadas. Los principales responsables del culto azteca, bajo la dirección de la "mujer serpiente", eran los dos sumos sacerdotes de Huitzilopochtli y Tlátloc, ambos oficiaban en el colosal templo, orgullo de Tenochtitlán. Los templos tenían abundantes medios de existencia, y los dones que recibían servían, por ejemplo, para la construcción de asilos para los pobres y hospitales para los enfermos.
El calendario y la cosmología
Los cultos se ajustaban al ciclo del año y se regían por el calendario mesoamericano, que comprendía un año sagrado de doscientos sesenta días y un año sagrado de doscientos sesenta días y un año solar de trescientos sesenta y cinco días. De acuerdo con este último, dividido en dieciocho meses de veinte días cada uno (más cinco días "nefastos" (12) al final del año), se fijaban las grandes fiestas, vinculadas a los trasbajos estacionales. A lo largo del segundo mes, cuando la vegetación salía de la tierra y se comenzaba a sembrar y a plantar, se ofrecía a Xipe Tótec el sacrificio de un esclavo; después de desarrollarlo un sacerdote se cubría con su piel, símbolo de la nueva vegetación. Dado que cada año comenzaba con un día designado por el nombre correspondiente en el sistema del Tonalpouhalli (13), que nunca coincidía con el año solar, se podía dar a cada año el nombre del día que pudieran coincidir con el comienzo del año: Acatl (caña), Tecpatl (cuchillo de piedra), Calli (casa) y Tochtli (conejo). Con los cuatro nombres podían combinarse los trece números. Entre los aztecas, el ciclo calendárico comenzaba con un año "2 Acatl", y se cerraba cuando la combinación de día y número daba otra vez un "2 Acatl". Esto ocurría cada cincuenta y dos años, y la fecha se celebraba con excepcional solemnidad. Se intercalaba entonces un ayuno de trece días para reajustar el calendario civil con el solar.
Numerosas fiestas de los aztecas eran frecuentemente la reproducción de acontecimientos cósmicos. Cuando Alción, de la constelación de la Pléyades, cruzaba el meridiano a medianoche, los sacerdotes sacrificaban una víctima humana y luego colocaban teas sobre la cavidad de que le habían extraído el corazón, y en ellas prendían el fuego nuevo, en el que se encendían las antorchas que unos corredores llevaban con el fuego nuevo a los templos locales y después a los hogares del pueblo que había venido practicando el ayuno. Observando las constelaciones y los movimientos de los astros y el paso de las estrellas errantes, aquellos hombres mantenían el contacto con los ritmos del universo y predecían el hado de cada día que se acercaba. Además, las constelaciones representaban a dioses del panteón azteca. Así, Leo era la casa del cielo correspondiente al este; su gancho era el báculo de Quetalcoatl, que como estrella de la mañana era venerado como una potencia benéfica.
Cuando sus estrellas cruzaban el cenit a medianoche en febrero, se decía que marchaba para traer los vientos que habrían de limpiar la tierra y para que vinieran los dioses de la lluvia que preparaban la llegada de la primavera. Escorpio, conocido en México por el mismo nombre, caracterizaba la medianoche de mayo. Pegaso y Acuario se combinaban para dar la imagen estelar del dios de la lluvia, Tláloc, y señalaban el cuartel celeste de agosto. Finalmente, Aldebarán, de aspecto feroz, señalaba en la medianoche el cambio de año.
Los sacrificios
Los conquistadores han dejado descripciones impresionantes y detalladas del culto azteca. Los sacerdotes ofrecían un horrible espectáculo, la sangre de los sacrificios les impregnaba con un olor repugnante, un terrible reguero de sangre se extendía alrededor de los templos y trozos de cuerpos humanos aparecían también dispersos. En la inauguración del gran templo de la capital fueron sacrificados más de veinte mil prisioneros de guerra. Estos sacrificios se sucedieron al largo de todo un año; el rey en persona subía de vez en cuando a la cima de la gran pirámide para degollar algunas víctimas. Había, también, comidas sacrificiales compuestas por productos vegetales en el culto de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, y a menudo se ofrendaban en los altares de los dioses palomas, vestidos y flores. Los sacrificios ofrecidos a los grandes dioses de la guerra se agrupaban en otoño y en invierno.
El ritual más dramático se realizaba en honor de Tezcatlipoca. Se escogía al prisionero más valiente y más digno de todos para personificar al dios. Durante todo un año era honrado como un rey; al final de éste, se organizaba una gran fiesta en su honor. El día indicado, se retiraba a un templo aislado. Después de despedirse de las personas de su séquito, subía las escaleras de la pirámide del templo; cuando llegaba a la plataforma del templo, cuatro sacerdotes le tendían sobre la piedra del sacrificio y le abrían el pecho con un cuchillo. Le arrancaban el corazón; después, el cadáver era colocado de nuevo en la tierra, y la cabeza cortada iba a sumarse a los cráneos apilados en un lugar cerca del templo. Este rito dramático representaba el camino recorrido por el sol (Tezcatlipoca) durante el año.
CONCLUSIONES
La busca de información ha sido algo complicada ya que las bibliotecas tienden a centrarse en la religión católica y es difícil encontrar algo en concreto sobre las tres religiones en que se basa mi trabajo.
Después de éste me he dado cuenta de la gran riqueza que poseía esta región antes del s. XVI, de la cantidad de poderosos imperios que la gobernaban y de la ilimitable fe de los que formaban el antiguo pueblo precolombino. Me sorprende su postura ante la muerte, no tenían miedo a dejar este mundo, a ser sacrificados o a morir en la guerra, creían fielmente en un paraíso. Asimismo también me sorprende la serie de alucinógenos con que disponían estas culturas como hojas de coca, el pulque o la chicha (estas dos últimas, bebidas alcohólicas).
Aprovecho para condenar la postura que tomamos ante el éxodo judío durante la dictadura de Hitler o el crimen que está realizando Milosevich, cuando hemos colonizado, masacrado, explotado e impuesto nuestra forma de vida a miles de culturas, no solo a los indígenas americanos, sino que también a los africanos y a culturas del Extremo Oriente.
NOTAS
Nota 1:
El emperador Pachacutí Inca Yupanqui hizo de Viracocha, dios personal de su padre, el ser supremo del imperio, reemplazando al dios-sol que había sido hasta entonces el dios principal del panteón inca. Es posible que en su reforma las experiencias religiosas espontáneas se unieran a fines políticos prácticos, ya que su iniciativa facilitó la unificación del sistema religioso en su imperio.
Nota 2:
Para el pueblo inca, los "pecados" eran el incumplimiento de las normas sociales y de los tabúes rituales, así como la desobediencia al emperador inca, lo que equivalía a un sacrilegio, ya que el soberano era una persona sagrada.
Nota 3:
Kaminaljuyú era una región situada en la actual ciudad de Guatemala. Antes de su destrucción por la fiebre desenfrenada de las construcciones modernas, había en el asentamiento cientos de grandes montículos-plataformas, muchos de ellos pertenecientes al formativo tardío, aunque algunos eran de comienzos del período clásico, junto con las plazas anejas. Junto con la cultura de Izapán, Kaminaljuyú, a causa de su presión demográfica, dio fruto a la civilización maya clásica.
Nota 4:
Cuando los españoles llegaron a México y América Central, las dinastías indígenas, que allí gobernaban y sus descendientes coloniales hablaban de un pueblo más antiguo conocido como los "toltecas", que habían creado una cultura maravillosa en un lugar llamado "Tollán" (más tarde desfigurado en "Tula") o "Lugar de las cañas". Los toltecas fueron artesanos y arquitectos extraordinarios, y Tula se convirtió en una especie de país de ensueño, con palacios cuajados de piedras preciosas. Sin embargo, los toltecas tenían unos orígenes humildes, ya que descendían en parte de tribus nómadas del desierto chichimeca, empujadas hacia el sur por la sequía y la necesidad.
Nota 5:
Época en que los dioses de los campesinos y los sacerdotes dejaron su lugar a los dioses de la guerra.
Nota 6:
Las "águilas" simbolizaban al sol durante su trayecto en el cielo y los "jaguares" simbolizaban el mundo subterráneo.
Nota 7:
El corazón imperial y espiritual del imperio fue la isla-capital de Tenochtitlán-Tlatelolco, y más en concreto su recinto ceremonial y el gran templo. Entrecruzada por canales, que discurrían paralelos a las calles. El fácil acceso al transporte por agua convirtió en una realidad el comercio a gran escala. Se dice que a comienzos del siglo XVI faenaban en el Gran Lago alrededor de 200.000 canoas. A la llegada de Cortés en 1519, en la ciudad habían más de 100.000 personas.
Nota 8:
"Flores", en la imaginería poética de los aztecas, era una metáfora para designar la sangre humana, mientras que el campo de batalla lo concebían como un jardín de flores.
Nota 9:
El mito alude a la destrucción diaria de la Luna y las estrellas por obra de los rayos solares. Con el amanecer de cada día, la divinidad solar renacía y se alzaba al mediodía sobre la espalda de una serpiente de fuego.
Nota 10:
Planta amarillenta, originaria de México, con hojas grandes, carnosas, puntiagudas y con espinas en su borde y flores amarillas en el extremo de un bohordo un jugo dulce del que se hace el pulque.
Nota 11:
Como en Tula y en Chichén Itza, ciudades de origen maya, las "águilas" y los "jaguares" figuraban entre las órdenes militares más importantes. Las "águilas" representan a los poderes luminosos, celestes y en particular a Huitzilopochtli, el dios que reinaba sobre el cielo claro y el sol diurno. Los "jaguares" simbolizaban los poderes caóticos de las tinieblas y estaban asociados con el dios del cielo nocturno y del sol subterráneo.
Nota 12:
Los días "nefastos" se refieren a los nemontemi (días de nada); en estos cinco días tenían que hacerse las menos cosas posibles.
Nota 13:
Tonalpouhalli es un período de doscientos sesenta días; cada uno de estos días va acompañado de una cifra; las dos series de 20 nombres y los numerales del 1 al 13 abarcaban todas las posibles permutaciones en doscientos sesenta días; cada día estaba relacionado con una divinidad tutelar.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN Pág. 1
CUERPO ORGANIZADO
1. Breve introducción Pág. 2
Situación geográfica Págs. 2 y 3
Historia de las grandes religiones precolombinas Pág. 3
2. Religión Inca
2.1. Orígenes e historia Pág. 4
2.2. Dioses y divinidades Pág. 5
2.3. Una religión unida a la organización del Estado Pág. 5
2.4. El culto Pág. 6
3. Religión Maya
3.1. Orígenes e historia Pág. 7
3.2. Dioses y divinidades Págs. 7 y 8
3.3. El culto Págs. 9 y 10
4. Religión Azteca
4.1. Orígenes e historia Págs. 10 y 11
4.2. Dioses y divinidades Págs. 11 y 12
4.3. Una gran organización civil y militar Págs. 12 y 13
4.4. El clero Pág. 13
4.5. El calendario y la cosmología Págs. 14 y 15
Los sacrificios Pág. 15
CONCLUSIONES Pág. 16
NOTAS Págs. 16, 17 y 18
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Enviado por: | Daniel Siles |
Idioma: | castellano |
País: | España |