Todos sabemos que el Reino de Dios se presenta como la salvación del hombre y la vida eterna, en la que el hombre conseguirá su plenitud definitiva. Este es un Reino de amor y de vida sencilla en la inocencia del corazón. Pero no es un reino como esos que vemos aquí en nuestro mundo, es decir, no es un reino físico y material, sino que es un Reino al cual entramos al ser bautizados y al permanecer en la fe de Cristo, pero que lo vivimos dentro de cada uno de nosotros y nos mantendremos en él al seguir el camino de nuestro Padre que lo dio todo por nosotros, incluso a su propio hijo para salvarnos de nuestros pecados. Mucha gente afirma que el Reino de Dios se acerca y trata de convencer a las otras personas de que se conviertan porque el Reino de Dios ya se acerca, pero están equivocados en algo, y es que el Reino de Dios ya está en medio de nosotros, tal cual lo dijo Jesús según el Evangelio San Lucas. El reinado de Dios es pleno; en los que creen se va realizando, poco a poco, en su corazón y en su conciencia, sus costumbres se van adaptando cada vez más al nuevo amor a Dios. Este Reino ya está aquí, aunque muchos lo nieguen y lo siguen esperando, sólo que no es visible como los otros reinos de los hombres, sino que es un Reino espiritual.
Además el Reino de Dios no sólo se refiere al futuro, es decir que en la Biblia vemos expresado que al final de los días, el fin del mundo, sólo los que pertenezcan a él y sigan sus mandamientos estarán en el Reino de los cielos y tendrán vida eterna. Sabemos que eso es cierto, pero también el Reino de Dios también es algo que irrumpe en nuestra vida diaria, ya que nuestro Padre nos presenta innumerables "pruebas" a las que a veces respondemos de manera incorrecta. Entonces, si pertenecemos al Reino del Señor, podremos transformar las relaciones del odio, egoísmo, discriminación y explotación, en relaciones de amor, solidaridad, justicia y paz.
En nuestro país, en toda Latinoamérica y en todo el mundo existe la injusticia con los pobres, en algunos lugares más que en otros. La liberación humanizadora de los pobres y oprimidos de la tierra es la irrupción más significativa del Reino en la sociedad. La teología de la liberación, que es el intento de los seguidores del Reino de liberar a todos aquellos que sufren de injusticias, busca problematizar los mecanismos de explotación económica, política, ideológica y cultural que oprimen y deshumanizan a la mayoría de la población. Esta teología de liberación se fundamenta en la fe y la esperanza del pueblo de Dios, pero su novedad está en que busca aplicar su pensamiento al oprimido como sujeto histórico.
Las condiciones para entrar en el Reino de Dios y las condiciones para pertenecer a la única iglesia fundada por Cristo son idénticas. La iglesia de Cristo es el Reino de Dios en la Tierra. Los pasos que conducen al Reino de Dios son los mismos que conducen a la verdadera Iglesia de Dios.
En la actualidad, existe una urgente necesidad de hombres y mujeres consagrados y hay una gran demanda de predicadores santos y devotos de Dios. ¿Qué está ocurriendo con el mundo que Dios dejó en nuestras manos y que mandó a su hijo para salvarnos y para que todos recibiéramos vida eterna? El ateísmo y el satanismo nos están invadiendo grandemente. Por ejemplo en nuestro país en los últimos años ha habido un creciente índice de satanismo. Nos estamos dejando llevar del mal, y no estamos llevando el plan de Dios y nosotros pertenecientes a la religión cristiana no actuamos como verdaderos cristianos y nos estamos dejando llevar por el camino de lo fácil.
No todo es malo; el conocimiento de Dios se duplica en cada cuatro o cinco años. Además, han habido muchos acontecimientos que han provocado importantes cambios en todo el mundo, tales como la caída del muro de Berlín en 1989 y el reciente atentado terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York el pasado 11 de septiembre. Estos hechos han causado el arrepentimiento y conversión hacia el Cristianismo de muchas personas. En mi opinión, Dios está estremeciendo las naciones para que se den cuenta de lo mal que están y se arrepientan y sigan Su camino. Nosotros como cristianos, debemos considerar a la iglesia como una iglesia que adora y alaba a Dios en espíritu y en verdad, pues así era la del primer siglo, y a pesar de los errores que ha cometido ya que es una institución dirigida por seres humanos con derecho a equivocarse, se mantendrá siempre como el Reino de Dios en la tierra.