Historia
Primera Guerra Mundial
TEMA 29. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Desde 1870 Europa vive una época de paz no exenta de tensiones; es el período conocido como “paz armada”. Bismarck intentó consolidar el II Reich, y para tener manos libres en su política interior se preocupó, sobre todo, por aislar a la doblegada III República francesa. Con tal fin, preparó una serie de alianzas: Entente de los Tres Emperadores (Rusia, Austria, Alemania); Dúplice Entente germano-austríaca (1878), convertida más tarde en Triple Alianza (Alemania, Austria, Italia). Gran Bretaña se alarmó, Francia se acercó a Rusia y así nació la Triple Entente (Francia, Rusia, Gran Bretaña), 1904-1907. Las crisis marroquíes de 1905 y 1911 y, sobre todo, la crisis de los Balcanes (1912-13), provocaron el enfrentamiento de intereses entre las grandes potencias: Francia y Alemania en Marruecos, Rusia y Austria en los Balcanes. La pólvora estaba almacenada, sólo bastaba aplicarle la mecha para que el sistema de alianzas europeas saltara por los aires.
# Las grandes crisis prebélicas (1905-1914).
A principios del s. XX, la tensión internacional crecía imparable. Desde 1905 se sucedieron una serie de crisis que enrarecieron el panorama internacional y prepararon la guerra. Estas crisis fueron de dos tipos: coloniales entre Alemania y Francia por el tema de Marruecos, y balcánicas de carácter nacionalista entre Austria-Hungría y Rusia por su influencia en la zona. Hubo otros focos de fricción de tipo financiero y estratégico (Persia, Turquía y Etiopía), pero no presentaban en ningún momento peligro de conflicto bélico.
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1ª crisis marroquí (1904-1906).- Marruecos estaba ocupada en 1904 por los franceses (y una pequeña parte por España). Fue en 1905 cuando el emperador alemán, con el fin de presionar a Francia, proclama en Tánger la defensa de la independencia de Marruecos y la libre concurrencia económica en la zona de todas las naciones; sólo admitiría las pretensiones francesas si Francia y Rusia aceptaban una alianza con Alemania. Para resolver la crisis, en 1906 se celebraba en Algeciras una conferencia internacional, en la que -respetando la independencia de Marruecos- se daba a Francia y España el control de sus puertos. La conferencia afianzó la presencia francesa en Marruecos y robusteció la Entente cordial entre Francia e Inglaterra (que ve la política exterior agresiva de Alemania).
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1ª crisis balcánica.- Desde 1903 ocupaba el trono de Serbia el rusófilo Pedro I, por lo que se acaba el período de amistad entre Austria y Serbia. El gobierno de Pedro I quería unir a todos los eslavos del sur frente a Austria-Hungría e inicia una política hostil hacia Austria, cerrándole la salida de los productos austríacos hacia el sudeste. El problema se agrava cuando Rusia mira interesada la zona de los Balcanes (proyecto de ferrocarril transversal que incrementaría la circulación de mercancías rusas e italianas, entre el mar Negro y el Adriático). Así las cosas, en 1908 los austríacos invaden y ocupan Bosnia y Herzegovina, que son incorporadas como provincias al imperio. Ello elevó la tensión austro-rusa a límites insostenibles. Se llega al borde de la guerra, pero Francia no apoya a Rusia y Alemania presiona para impedir el conflicto. A simple vista fue un éxito para Austria, pero atizó más el nacionalismo yugoslavo y empujó a Rusia a estrechar más sus lazos con la Entente.
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2ª crisis marroquí.- Fue desencadenada por la ocupación de Fez y Meknés en 1911 por tropas francesas. Considerando que ello violaba el Tratado de Algeciras (1906), Alemania envió a Agadir un pequeño contingente militar; pretendía obtener compensaciones coloniales de París por dejar Marruecos, y romper la Triple Entente. Francia, apoyada por Inglaterra, se resiste. Finalmente, tras largas y difíciles negociaciones, se firmó un acuerdo por el que Berlín aceptaba el protectorado francés en Marruecos a cambio de parte del Congo francés. El acuerdo exacerbó el nacionalismo en Francia, donde se reprocha la firma de tratados bajo amenaza, y en Alemania, donde se estima que la compensación ha sido insuficiente. La crisis robusteció la Triple Entente, preocupados Rusia e Inglaterra por la acción de Alemania.
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2ª crisis balcánica.- Turquía había aceptado en 1908 la renuncia a Bosnia-Herzegovina a cambio de una compensación monetaria. Ello era síntoma de la debilidad que afectaba al imperio otomano. Ante ello, en 1912 los Estados balcánicos (Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro) declaraban la guerra a Turquía para expulsarla de sus últimas posesiones europeas (Macedonia) = Primera guerra balcánica. Apoyados por Rusia alcanzaron una rápida victoria, pero el reparto de los territorios entregados por Turquía enfrentó a los vencedores. En 1913 estalla la guerra entre los vencedores = Segunda guerra balcánica. En el choque entre serbios y búlgaros, los griegos apoyan a aquéllos y los turcos reemprenden el combate. Finalmente firmaron el Tratado de Bucarest, siendo Bulgaria la gran perdedora. Turquía mantiene en Europa sólo 26.000 km². Serbia es la gran vencedora: se ha engrandecido y supone un obstáculo para las comunicaciones austríacas. El enfrentamiento entre las dos naciones parece inevitable.
La situación era más peligrosa que nunca, y las coaliciones se reforzaron, excluyéndose toda posibilidad de compromiso: Austria estaba decidida a impedir cualquier nuevo brote de nacionalismo eslavo que hiciera peligrar su precario equilibrio interno; Berlín la apoyaba y se exasperaba ante el cerco al que se creía sometida por la Entente, y por la presión que suponía para ella la competencia naval británica; rusos y eslavos se sentían amenazados por el pangermanismo de Viena; Francia seguía apoyando a Rusia, y Gran Bretaña se negaba a frenar el ritmo de sus construcciones navales.
A comienzos de 1914 la paz parece precaria.
# Causas profundas de la guerra.
Los motivos de rivalidad entre las grandes potencias son de índole territorial, económica y psicológica.
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Rivalidades territoriales.-
Localizadas, sobre todo, en dos zonas: Alsacia-Lorena (→ el nacionalismo francés no deja de reivindicar los territorios; los alemanes adoptan medidas de germanización que provocan incidentes con la población) y los Balcanes (→ Austria-Hungria comprendía que su sistema plurinacional sólo era posible si ahogaba los nacionalismos eslavos. Por tanto, había que eliminar a Serbia, pero ésta estaba apoyada por Rusia, que se oponía al pangermanismo austríaco. Ambas potencias ambicionaban el poder territorial en la región balcánica).
En Polonia se mantienen las reivindicaciones nacionalistas, en un territorio dividido bajo administración alemana, rusa y austríaca (→ otro punto de conflicto entre rusos y austríacos).
Otra zona conflictiva era la de los Estrechos (→ para Turquía el peligro era Rusia, donde el movimiento paneslavista había expresado claramente sus pretensiones. Alemania envió a sus oficiales para adiestrar al ejército turco, inundó Turquía con sus productos, y el antes poderosísimo imperio llegó a parecer un protectorado alemán).
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Rivalidades económicas.-
Principalmente las anglo-alemanas contribuyeron a aumentar las tensiones internacionales, pues el poder económico alemán amenazaba seriamente a la primacía inglesa. (→ A mediados del s. XIX, la potencia de Gran Bretaña era igual a la de todos los demás países juntos. No obstante, durante la segunda mitad de la centuria, la distancia que la separaba de las demás naciones industriales fue disminuyendo paulatinamente, y se formaron otras naciones industriales, que lograron crecer, prosperar y escapar al dominio británico. Entre 1880 y 1914, Alemania dio el salto económico más prodigioso de la historia. Siguiendo el ejemplo de ingleses y franceses, adoptó la idea de la expansión a ultramar, ya fuera para abastecerse de materias primas o bien para ampliar sus mercados. Pero el mundo entero, o casi, estaba ya conquistado o repartido. Con su enorme potencia económica (el rápido desarrollo de la industria alemana fue gracias a la concentración y a la coordinación entre la ciencia y la industria) concentrada en un territorio relativamente pequeño y su campo de extensión estrechamente limitado por las posiciones adquiridas por sus rivales, Alemania no podía satisfacer su necesidad de crecimiento, mientras que su economía era perfectamente competitiva. Gran Bretaña era el país que se sentía más amenazado por esta voluntad de desafío, sobre todo a partir de 1900 cuando, bajo la influencia de los pangermanistas, se produjo un gran aumento del poderío naval alemán. Ello suscitó vivos recelos entre los británicos, que decidieron abandonar definitivamente su política de aislamiento, estrechando las relaciones que habían contraído con Francia y Rusia (la Triple Entente) implicándose militarmente de forma plena cuando apareció con toda evidencia que Alemania amenazaba efectivamente su hegemonía).
Otro conflicto paralelo y de la misma naturaleza fue el que enfrentaba a Alemania y Francia, animadas por una hostilidad secular. A las rivalidades territoriales (Alsacia y Lorena) se sumaba el de la expansión colonial, la exportación de productos y la conquista de los mercados financieros. Hacia principios de siglo, el desarrollo económico de Francia había recobrado cierto vigor, pero comparado con el de su rival daba signos de fatiga, lo mismo que la curva demográfica, y París veía con inquietud cómo crecía la sombra de su enemigo hereditario.
Del mismo modo, Rusia, el otro enemigo secular de Alemania, se sentía amenazada a la vez por el tradicional `Dang nach Osten' (expansión hacia el este) y por la rápida difusión de los productos alemanes manufacturados, que dificultaban el desarrollo de la industria rusa.
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Rivalidades psicológicas.-
En los años que precedieron a la Gran Guerra, los ciudadanos de los distintos países fueron sometidos a una especial educación que les predisponía al enfrentamiento: los niños en las escuelas y los adultos a través de la prensa recibieron un verdadero bombardeo de contenido ultranacionalista (los textos escolares y la prensa franceses presentaban a Francia desgarrada por los bárbaros alemanes, que en 1870 habían robado Alsacia y Lorena; en Alemania, la opinión pública consideraba que los franceses -envidiosos, rapaces y frívolos- acechaban continuamente, mientras los embrutecidos eslavos de Rusia constituían por el otro lado una permanente amenaza; en Austria se temía, desconfiaba y odiaba a los rusos, y éstos juzgaban con severidad a los alemanes).
También existía un ambiente militarista a nivel popular. Los militares tenían un inmenso poder: se les suponía el valor, el patriotismo y la honorabilidad (sólo en Francia, con el caso Dreyfus, los militares habían sufrido una merma de su prestigio, pero en 1910 lo habían recuperado). Los frecuentes desfiles y las galas de los uniformes fascinaban a las masas.
Hay que comentar que, aparte de las causas anteriores, hubo razones sociales: los movimientos obreros (→ la presión de la clases trabajadora hizo que los distintos gobiernos consideraran que una guerra desviaría a los socialistas de sus objetivos revolucionarios y liberaría parte de la tensión social. De hecho, la II Internacional socialista se dejó arrastrar por la vorágine bélica y nacionalista, olvidando los viejos principios obreros del internacionalismo proletario).
# El asesinato de Sarajevo (28 de junio de 1914)
La chispa que hizo estallar el conflicto saltó el 28 de junio de 1914 cuando el heredero del trono austríaco, Francisco Fernando, junto con su esposa, fueron asesinados en Sarajevo por un miembro de la organización serbia `Mano Negra'. Sin embargo, la guerra no estalló hasta el 3 de agosto. Durante el mes de julio, los diplomáticos y ministros europeos se movieron pero fueron incapaces de evitar la guerra: las recomendaciones de Alemania a su aliado Austria no eran más que para evadir responsabilidades; Inglaterra no manifestó claramente que participaría en el conflicto hasta que vio a Bélgica amenazada; Francia tuvo empeño en mantenerse correcta sin agitarse; Rusia, segura de la alianza francesa, nada temía y movilizaba sus tropas... Pero, sobre todo, donde había un empeño decidido en no transigir, a menos en asestar el golpe definitivo a Serbia, era en Viena.
El 23 de julio, Austria presentó un durísimo ultimátum a Serbia, a la que responsabilizaba del atentado (→ Austria demandaba a Serbia que en 48 horas hiciese público el reconocimiento de su participación en el atentado, pusiese fin a toda propaganda paneslava y antiaustríaca, permitiese la participación de la policía austríaca en la investigación del atentado dentro de la propia Serbia y prohibiese organizaciones nacionalistas como la `Mano Negra' que, legales en Serbia, operaban en la clandestinidad en Bosnia-Herzegovina -anexionada a Austria en 1908-). Serbia, que se sabía más débil que Austria, trató de mantener una actitud conciliadora pese a su respuesta negativa. Ante ella, Austria le declaraba la guerra el 28 de julio.
En ese momento se pusieron en marcha los compromisos previstos por las alianzas, desembocando en una guerra generalizada: Rusia apoyó a Serbia por razones políticas, religiosas y de prestigio, y decretó la movilización general el 30 de julio. Al día siguiente, Alemania pidió a Rusia que detuviese la movilización. Ante la negativa rusa a su petición, Alemania declara la guerra a Rusia el 1 de agosto. Francia respondió ordenando a su vez horas después la movilización de tropas. El 3 de agosto Alemania declaró la guerra a Francia; y finalmente, el 4 de agosto, después de que Alemania iniciase la invasión de Bélgica para entrar en Francia, Gran Bretaña, como garante de la neutralidad de Bélgica acordada en 1839, declaró la guerra a Alemania. El ciclo se cerró cuando Austria declaró formalmente la guerra a Rusia y cuando Gran Bretaña y Francia lo hicieron con Austria.
Así adquiría la guerra dimensiones jamás imaginadas: a la Triple Entente se unieron Japón, Italia, Portugal, Rumania, EE.UU. y Grecia que, a cambio, perdieron Rusia tras el triunfo de la revolución bolchevique en octubre de 1917; mientras que Turquía y Bulgaria apoyaban a la Triple Alianza. Sólo España, Suiza, Holanda, los países escandinavos y Albania permanecieron, por lo que se refiere a Europa, neutrales.
La razón de la generalización del conflicto estuvo en el funcionamiento automático de movilizaciones y mecanismos de alianzas establecidos por las potencias a lo largo de los años. En buena medida, la guerra se precipitó por un inmenso error en los cálculos alemanes y austríacos. Creyeron que podrían mantener la ficción de una “guerra localizada” en los Balcanes. Por lo menos, Austria erró totalmente al creer que Rusia no apoyaría a Serbia y pensar que el respaldo de Alemania disuadiría a otros países de intervenir. Alemania se equivocó al apoyar a Austria contra Serbia creyendo que ni Francia ni Gran Bretaña entrarían en guerra por un conflicto en los Balcanes y que Rusia carecía de la preparación adecuada. También Rusia erró al pensar que la movilización de sus tropas en apoyo de Serbia no provocaría respuesta de Alemania.
# Responsabilidades
Las mayores `responsabilidades inmediatas' de la guerra recayeron sobre Austria (que no quiso atender ninguna recomendación para negociar con Rusia el problema serbio, ni siquiera de los alemanes) y sobre Rusia (que ordenó la movilización general cuando otros países, como Gran Bretaña, propiciaban la reunión de una conferencia internacional para tratar la cuestión, cuando la propia Alemania estaba tratando de detener a Austria y a pesar de que Francia le pidió que adoptara posiciones conciliadoras).
Sin embargo, Alemania fue la principal responsable de buena parte de la tensión internacional generada en los años 1900-1914 (→ al fin y al cabo, el art. 231 del Tratado de Versalles le declaró “culpable” de la guerra). Su `Weltpolitik' (1899) respondía a una aspiración indisimulada a la hegemonía mundial. La construcción de la escuadra lanzó la carrera de armamentos y generó una fuerte rivalidad con Gran Bretaña por la superioridad naval. Los planes militares de Schlieffen (destruir al ejército francés en un ataque rápido) y de Moltke (atacar Francia atravesando Bélgica) suponían el riesgo calculado de guerra con Francia (y probablemente con Gran Bretaña), por más que se tratara de planes de naturaleza defensiva y como medida preventiva que impidiera, precisamente, conflagraciones de gran alcance. Más todavía, la diplomacia alemana provocó las graves crisis marroquíes de 1905 y 1911, que reavivaron la tensión franco-alemana y estimularon el revanchismo francés. Finalmente, Alemania alentó en 1908 a Austria-Hungría para que procediese a la anexión de Bosnia-Herzegovina que tuvo, como se ha visto, numerosísimas y peligrosas derivaciones (→ la anexión vino a ser una provocación al reino de Serbia, que reivindicaba el territorio como parte de la Serbia étnica e histórica). Alemania, en suma, rompió el equilibrio internacional (el “equilibrio de poder” entre las grandes potencias basado en distintos bloques de alianzas ideado por Bismarck) y provocó una siempre peligrosa bipolarización entre las potencias (Alemania y Austria-Hungría de una parte; Gran Bretaña, Francia y Rusia de otra).
# Repercusiones de la guerra
La I Guerra Mundial dejó un balance de 10 millones de muertos y cerca de 30 millones de heridos. La catástrofe demográfica que ello supuso -agravada por la epidemia de gripe que asoló Europa en 1919- difícilmente podría ser exagerada. Todas las pirámides demográficas de los países que intervinieron en la contienda registraron acentuados estrangulamientos en la zona de edad de los 20 a los 40 años (Francia, por ejemplo, perdió el 50 % de los varones de 20-23 años). El descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población fueron evidentes en toda Europa desde 1920. Viudas, huérfanos y mutilados de guerra se contaron por millones.
Las destrucciones materiales no fueron menos intensas. Francia fue el país más afectado (5.000 km. de vías férreas destruidas, unos 30.000 edificios derrumbados, las minas del norte anegadas), afectando a un 30 % de su riqueza nacional. Para Alemania supuso el 22 %, para Inglaterra el 32 %, para Italia el 26 %, para los EE.UU. el 9 %. La guerra supuso una debilitación del continente europeo en el concierto mundial. El coste de la guerra hizo que las potencias europeas contrajeran una deuda de 10.000 millones de dólares con los EE.UU. en 1919.
Las transformaciones sociales son intensas. La incorporación de la mujer a una serie de trabajos, hasta entonces monopolio masculino, se acelera; el éxodo rural hacia las ciudades es más rápido; al lado de millones de familias empobrecidas han aparecido nuevos ricos, fabricantes de armas o especuladores que han amasado fortunas.
# Los tratados de paz.
En noviembre de 1918, Alemania, hambrienta, agotados los recursos, desconcertada y, sobre todo, indisciplinada (→ Al comienzo de las hostilidades, el ardor patriótico había arrastrado a los pacifistas y, con ello, a la Internacional; los militantes revolucionarios habían corrido a luchar contra el enemigo, como todo el mundo. Hubo, desde luego, algunos casos aislados (sindicalistas, anarquistas, marxistas) que trataron de luchar contra corriente. Pero su acción encontró un eco sumamente débil, incluso en Alemania, donde el grupo de la Liga Espartaquista (formado en 1916 por Rosa Luxemburgo) tenía al menos un miembro en el Reichstag. En 1918, ante la verdadera situación militar de Alemania, se produjeron en el país manifestaciones a favor de la paz, estallaron motines en Kiel, los marinos formaron soviets con los obreros y la ola revolucionaria se extendió por toda Alemania que obligó al káiser Guillermo II a abdicar), pidió un armisticio que fue una verdadera rendición.
En una serie de tratados (Versalles, Saint Germain, Neuilly, Trianon y Sèvres) se dirimen los problemas legados por la guerra; en el más importante de todos ellos, Versalles, se afronta el problema alemán y los temas básicos de la reconstrucción de Europa.
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Tratado de Versalles (28-06-1919)
Las condiciones de la paz definitiva se discutieron en el Salón de los Espejos de Versalles (el mismo escenario de la proclamación de Guillermo I como emperador de Alemania en 1871) en enero de 1919. A finales de junio, Alemania firmó las condiciones que le impusieron los aliados, sin que éstos le hubieran permitido participar en los debates ni, mucho menos, introducir modificaciones en el texto final (→ Fue algo que no tenía precedentes en las relaciones internacionales: fue un juicio que condenó a los vencidos sin concederles el derecho de defensa. Al llegar el día de la firma, los plenipotenciarios alemanes se encontraron con un documento que no podían hacer más que firmar. Fue una verdadera sentencia -los alemanes todavía llaman al Tratado de Versalles, que jurídicamente acabó la guerra, un `Diktat', es decir, una condena-).
El punto de partida de los tratados de paz fueron los 14 puntos que el presidente norteamericano Wilson había hecho públicos en enero de 1918, cuyos objetivos prioritarios eran la democratización de la diplomacia (punto primero) y la creación de una asociación de naciones destinada a velar por la seguridad del sistema internacional (punto catorce). Los otros puntos del programa eran sobre la libertad de los mares, el desarme, reajustes territoriales la cuestión colonial.
Sin embargo, habida cuenta de los conflictos de intereses entre las principales potencias (Francia estuvo interesada ante todo en su seguridad y en la imposición de sanciones y reparaciones de guerra a Alemania, hecho que no contemplaba el plan norteamericano; Italia luchó para que se le concediera lo que le había sido prometido en 1915 a cambio de su entrada en la guerra; Gran Bretaña, muy poco interesada en la Sociedad de Naciones, quiso ante todo defender sus intereses coloniales, mejorar la parte que le correspondiese de las reparaciones alemanas y asegurarse su antigua supremacía naval), Wilson acabó haciendo numerosas concesiones a cambio de asegurarse la aceptación de la Sociedad de Naciones.
El Tratado se encabezaba con el pacto de la Sociedad de Naciones, garante de la seguridad de sus miembros. Sin embargo, ni Alemania ni la Unión Soviética (maniatada ésta última por la revolución bolchevique) integraban la nómina de los miembros de la organización, y EE.UU. terminaría por abandonar la Sociedad. El organismo debía garantizar la cooperación entre las naciones integrantes y la resolución mediante el arbitraje y la diplomacia abierta de conflictos y disputas internacionales. La Sociedad de Naciones se completó, además, con la Organización Internacional del Trabajo, para extender la legislación laboral, y con el Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya. Sin embargo, las divergencias entre los países miembros, la aparición de Estados fascistas militaristas y la propia impotencia de la Sociedad de Naciones para solventar pacíficamente los conflictos internacionales, condujeron a una crisis general de la organización y a su ineficacia práctica (quizá por la falta de poder coercitivo sobre sus miembros para la aplicación de sanciones que sólo tenían carácter de condena moral).
A continuación, el Tratado se ocupaba de la cuestión alemana. Territorialmente, Alemania devolvía Alsacia y Lorena a Francia; cede a Polonia parte de la Prusia oriental (donde se abre un `pasillo' para permitir el acceso de Polonia al mar) y acepta para Memel y Dantzig el estatuto de ciudades libres; el Tratado obliga a Alemania a entregar todas sus colonias. Al considerarla responsable total del conflicto (art. 231), las reparaciones de guerra que tuvo que aceptar ascendieron a la utópica cifra de 132.000 millones de marcos oro (→ lo cierto era que Alemania no podía pagar aquella exorbitante suma), amén de obligarla a entregar también su flota mercante y de guerra (los marineros hundieron ésta última antes de hacerlo), el material ferroviario que le quedaba y las propiedades de los ciudadanos alemanes en el extranjero. Como `anticipo a cuenta', Francia ocupó el Sarre, territorio rico en minas e industrias, por un plazo de quince años. Las cláusulas militares dejan a Alemania prácticamente indefensa: el ejército alemán quedó reducido a 100.000 hombres.
Francia había conseguido reparar la humillación infligida en 1871 imponiendo el desquite más completo: se había rectificado la historia. La dureza de las cláusulas impuestas a Alemania (que no había sido derrotada en el campo de batalla) hizo que muchas fueran imposible de cumplir. Esta imposibilidad justificó los intentos de Hitler por romper los acuerdos del Tratado e intentar recuperar la dignidad perdida, esta vez por los alemanes (→ Cuando Keynes comprobó con asombro que las compensaciones de guerra que Alemania debía pagar a los aliados eran astronómicas y, por tanto, inaceptables, no pudo por menos de manifestar que aquel documento, más que una capitulación, parecía el acta de declaración de una nueva guerra mundial. Y no iba muy desencaminado).
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Los Tratados de Saint Germain (con Austria) y Trianon (con Hungría) dividieron el imperio austro-húngaro. Austria quedó reducida a un pequeño país de 6 millones de habitantes. Hungría perdió dos terceras partes de su territorio (el nuevo estado tenía una población de 8 millones).
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El Tratado de Sèvres (con Turquía) estableció la desmilitarización de los Estrechos; la cesión de la Tracia oriental y Esmirna a Grecia; que los territorios no turcos del Imperio (Armenia, Kurdistan, Siria, Líbano, Palestina, Irak y Transjordania) se constituyeran en estados independientes o autónomos. La dureza de los términos provocó la reacción del nacionalismo turco y la guerra contra Grecia. Los aliados aceptaron revisar el Tratado de Sèvres (→ Tratado de Lausanne, 1923).
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El Tratado de Neuilly (con Bulgaria) impuso la reducción de sus fronteras occidentales para fortalecer la posición estratégica de Yugoslavia (nuevo estado), la cesión de la Tracia occidental a Grecia (lo que le privaba de acceso al mar Egeo), una indemnización y la reducción de su ejército.
# El nuevo mapa de Europa después de la guerra.
En el Tratado de Versalles también se trazaron las fronteras de la nueva Europa. Muchos de los Estados europeos, sobre todo si formaban parte de los vencedores, vieron como sus fronteras se extendían de alguna manera y como, además, otros países comprendidos en el seno de algún viejo imperio alcanzaban la independencia. Asimismo, hubo países que aparecieron con autonomía en el concierto mundial, aunque momentáneamente quedaran sujetos a la tutela colonial de alguno de los vencedores.
Los Estados que aparecieron fueron, en Europa, los de Polonia, Yugoslavia, Checoslovaquia y Hungría, todos ellos con antiguos territorios pertenecientes a Alemania, Rusia o el Imperio austro-húngaro. Polonia, aunque era un país con clara identidad nacional desde hacía muchos siglos, estaba bajo la tutela de la Rusia zarista, con importantes territorios en poder de Alemania y Austria; después de Versalles recobró su identidad nacional, lo que al parecer fue conveniente para las potencias occidentales, que querían un Estado entre la Rusia comunista y Alemania. Checoslovaquia se independizó del Imperio austríaco, y Yugoslavia formó un Estado con una parte de territorio austríaco más los antiguos reinos de Serbia y Montenegro. También aparecieron otros Estados pertenecientes antes a la Rusia imperial: Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania.
Aumentaron su territorio y extendieron sus fronteras Francia (con Alsacia y Lorena), Italia (el Tirol del sur), Rumania (la Transilvania austríaca) y Grecia (la costa del Egeo).
El imperio otomano quedó reducido a la península de Anatolia. En su antigua posesión, la península arábiga, aparecieron varios estados que, de momento, quedaron bajo dominio inglés o francés (los ya citados de Siria, Irak, Transjordania y Palestina) más dos estados árabes independientes: Hedjaz y Yemen.
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Enviado por: | Antonia |
Idioma: | castellano |
País: | España |