Historia
Prehistoria de Andalucía
TEMA 1
LOS PRIMEROS TESTIMONIOS SOBRE LA OCUPACIÓN PALEOLÍTICA DE ANDALUCÍA
03/10/2001
Cuando hablamos de poblamiento antiguo en Andalucía, tradicionalmente se hacía depender del resto de la Península Ibérica y así hasta los años 80 no existían testimonios seguros que avalaran una cierta situación privilegiada, sobretodo porque la investigación en Europa Occidental (particularmente en Francia) planteaba un poblamiento más antiguo de lo que, arqueológicamente, podía existir en Andalucía y ello hacía suponer que el poblamiento no empezó por el Sur sino por otro sitio, siendo su vía de acceso la septentrional. Ello, unido a que Europa siempre fue elemento subsidiario del poblamiento de África, hacía pensar que los homínidos africanos entraran por otros sitios distintos que las costas meridionales de la Península Ibérica.
No obstante, siempre estuvo la hipótesis de un posible paso por el estrecho del que existía carencia de documentación. En todo caso no jugaba Andalucía un papel primordial en este asunto. Pero en 1983 se publican los restos de Orce con una cronología que se remontaba al Pleistoceno Inferior, antropológicamente la más vieja de Europa, incluidos los restos de Vallonet. Entonces empiezan a tenerse en cuenta los restos andaluces. Así, hoy las propuestas de la introducción del Homo en Europa vienen avaladas por tres supuestos accesos:
La vía del Estrecho de Gibraltar.
La vía del Próximo Oriente, donde existe achelense desde 1,2/1 M de años BP.
El paso Sículo-tunecino (paso de Túnez a la península italiana por Sicilia). La plataforma continental es más alta en esa zona del Mediterráneo que en el propio estrecho de Gibraltar con lo que en las regresiones marinas sería más fácil pasar por ahí. Esta zona plantea una hipótesis a tener en cuenta porque inmediatamente, tras la península italiana, está la Cueva de Vallonet (en el Sur de Francia) con una cronología de algo más de 900.000 BP. De ahí hasta Atapuerca el camino estaría expedito. Ésta sería una de las posibilidades contempladas por el Equipo de Atapuerca (Carbonell, Arsuaga, etc.).
Una de las hipótesis barajada es la de la asociación de los homínidos al Megantereon whitei (tigre de dientes de sable) cuyos restos aparecen en dos de las posibles vías de entrada (Sur de la Península Ibérica y Próximo Oriente) sin que, en cambio, aparezca en la vía sícula-tunecina. Si tenemos en cuenta que este felino es de origen africano su presencia puede resultar la evidencia de que los homínidos pudieron pasar a Europa con él.
La vía del Estrecho de Gibraltar presenta ciertos problemas a la hora de asegurar su hipotética transitabilidad en otro tiempo. De hecho, en el Terciario, las orillas de este paso debieron estar más cerca o incluso el propio estrecho quizás no existiera. La deriva de los continentes por un lado y las transgresiones marinas por otro pudieron hacer que se abriera el Estrecho. Los momentos teóricos de posible cierre del Estrecho pudieron ser los siguientes:
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En el Plioceno antiguo (8-7 Millones B.P.), momento en el que existen procesos glaciares que producirían un considerable descenso del nivel del mar llevando a hacer transitable el Estrecho. El problema es que entonces aun no tenemos el género Homo
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En la Glaciación Günz (1,2-0,7 Millones B.P.) también existe una considerable regresión marina, unida a un escaso movimiento eustático (elevación de la tierra) y al mantenimiento de los niveles del mar. De esta forma, en esta glaciación pudo, también, darse la transitabilidad aludida.
El caso es que los restos de fauna (entre los que destacaba el Megantereon whitei) presentan una fechación muy segura, abarcando (tal como tenemos en Orce) un espacio comprendido entre 1,6/1,5 Millones B.P. (Villafranquiense) y 1,2/1,1 Millones B.P. Así, de ser cierta la posibilidad defendida por muchos paleontólogos sobre que el hombre sería un acompañante más en este desplazamiento faunístico de procedencia africana, un carroñero que junto a las grandes hienas (Pachycrocuta brevirostris) se encargaría de aprovechar los abundantes restos que dejaba a su paso los grandes depredadores como el tigre de dientes de sable. Las posibilidades de acceso de estos desplazamientos se pueden rastrear por dos vías:
La del Próximo Oriente, representada en los yacimientos de Dmanisi (Georgia) y Apollonia (Grecia).
La del Estrecho, simbolizada en el yacimiento de Orce donde, al igual que la otra vía, aparecen restos de Megantereon.
Un problema añadido a la hora de indagar el problema de las posibles vías de paso desde África es la propia existencia del Desierto del Sahara (difícil de rastrear arqueológicamente) que en aquel tiempo era una sabana.
En 1983 se descubre Orce como valor añadido a un yacimiento paleontológico. Algo semejante sólo se daba en Apollonia (Grecia). El caso es que existe en Orce una riqueza faunística sólo comparable a la que podía existir en la sabana africana: Elephas, Hippopotamus, Rhinoceros, distintos tipos de carniceros como el Megantereon o carroñeros como la Pachycrocuta.
Orce es un gran lago (cuyos bordes están repletos de los restos antedichos) que sube y baja de nivel (un lago activo) dependiendo de factores como la pluviosidad. Llega a alcanzar unos 40-50 Kms de longitud. En los rebordes del lago aparece una brecha fosilífera que es investigada en los años 80 por un Instituto Catalán dirigido por Josep Gibert. La idea era conocer la fauna de ese momento y relacionarla con la fauna africana, pero sin que en principio existiesen planteamientos desde el punto de vista antropológico. En un momento determinado aparece un fragmento craneal de poco más de 8 centímetros en el que se apreciaba sólo la curvatura del endocráneo o parte interna del cráneo (recubierto, antes de su limpieza, por una ganga calcárea difícil de limpiar debido al escaso grosor del fósil: sólo 2-3 mm). El fragmento correspondía a la parte posterior del cráneo y está compuesto por parte de los dos parietales y la escama posterior del occipital. La curvatura exterior (la parte de fuera) entraba dentro de los niveles humanos, concretamente de un individuo infantil ya que las suturas están totalmente abiertas (éstas no se cierran hasta una edad mayor). De esta forma la curvatura externa llamó la atención de Gibert sobre su origen posiblemente humano
El fragmento se estudió y se publicó muy tempranamente, lo que supuso un error porque la precipitación supone “meter la pata”. El estudio, tras la limpieza de la capa interna, llevó al equipo de Gibert a afirmar su antropicidad, dándose a conocer como Homo sin especificar la especie. Su supuesta antigüedad venía avalada por una fauna muy antigua cuyos márgenes de permanencia se situaban entre los 1,6 y los 1,2 Millones B.P. El equipo fue más allá y por puro sensacionalismo le atribuyó el margen superior de ese periodo cronológico (1,6 Millones) vendiéndolo como el yacimiento de homínidos más antiguo e importante de Europa. Las circunstancias políticas de la época llevó a cierta euforia nacionalista: se le bautiza como el “hombre de Orce” creando un cierto ego entre los andaluces.
El fragmento empezó a tener, desde el principio, serios problemas de aceptación porque si bien la cara externa parecía claramente humana, no quedaba tan claro el tema de la cara interna o endocráneo que presentaba una serie de surcos conocidos como digitaciones que chocaban con elementos comparativos del género llevando a serias dudas. Tampoco es que existieran bases para negar que fuera Homo porque pueden darse esas digitaciones en un pequeño porcentaje de la población. El caso es que, al ser algo no normal empezaba a plantear dudas. Además, la cresta sagitalis interna no es normal en las poblaciones Homo y sí que son muy normales entre los équidos. El caso es que el “Hombre de Orce” pasó a ser el “Borrico de Orce” porque lo cierto es que la idea de que fuera un équido (concretamente un ásnido) era más lógica, con lo que la crítica se fue decantando en este sentido.
Sólo el Equipo de Gibert siguió defendiendo la hominidad del resto, buscándose otros argumentos en apoyo de esta afirmación. Así, se intentó asociar a actividades humanas. Dentro de Orce, el yacimiento más rico y de mayor concentración de restos es Venta Micena (donde se halló, precisamente, el fragmento). Allí se buscaron estos restos de actividad humana, hallándose unos siete u ocho fragmentos de huesos de médula que aparecen astillados y cuyas formas de astillado parecen provocadas. Los estudios tafonómicos comenzaban a estar en vigor por aquella época y apuntaron a que esas aristas quebradas no debían haber sido fortuitas sino intencionadas, para extraer la médula y consumirla. Como el único ser que es capaz de llevar a cabo este proceso (aparte del quebrantahuesos) es el hombre ello significó otro argumento en apoyo de las tesis de Gibert.
Junto a las evidencias anteriores se habla de cientos de piedras descontextualizadas (manuportes) aunque por las características geológicas de Venta Micena no puede negarse que dichas piedras hayan podido ser depositadas allí por procesos sedimentológicos naturales. Lo mismo puede decirse de la aparición en superficie de restos de sílex, cuyo depósito puede haber sido efectuado en cualquier momento, aparte de que incluso sus propias características geomorfológicas denotan ser lascas “frescas” (de formación relativamente reciente). De esta manera, parece evidente que Orce (y concretamente Venta Micena) no aguanta una crítica pormenorizada.
04/10/2001
Siguiendo con el discutido cráneo, Emiliano Aguirre (el primer excavador de Atapuerca) piensa que el fragmento de Orce presenta cierta deformación, producida por el peso del sedimento, que ha acentuado la curvatura del fragmento hasta presentar una cierta forma humana. Este autor achaca a Gibert y su equipo el que una vez presentada la opción Homo no se hayan agotado las comparaciones con el género equus.
De todas formas se siguieron haciendo pruebas complementarias y a finales de los ochenta un laboratorio de Granada realiza en el fragmento las pruebas de albúmina fósil y de paleoinmunología. El resultado ofrece la presencia de albúmina humana, pero los detractores dicen que esa albúmina puede presentar contaminaciones recientes. El laboratorio lo niega e insiste en la validez de la prueba. No obstante, diversos experimentos realizados con posterioridad demostraron que pueden existir reacciones cruzadas en este tipo de experimentos.
Inasequibles al desaliento el equipo de Orce sigue buscando evidencias científicas que corroboraran sus tesis y se hacen pruebas de morfometría analítica de carácter matemático. Cada tipo de sutura es como un código de identificación de especies y así sucede con las suturas craneales que han de ser medidas (ahí entra el análisis fractal). Existen unas medidas para cada especie y así Paul Palmqvist, profesor de la Universidad de Málaga y especialistas en Megantereon, realiza estas mediciones utilizando las matemáticas fractales. Esta metodología le permitió caracterizar la complejidad de tales suturas craneanas y el valor obtenido resultó próximo al de los cráneos de los homínidos infantiles y significativamente inferior al de los équidos. El problema radicó en que las suturas analizadas en aquel estudio correspondían a un calco del fragmento original. Cuando se efectúa un análisis posterior los resultados revelan una dimensión fractal superior a la inicial y que no se diferenciaba del valor característico de los équidos (y el hombre volvió a ser un simple borrico).
Aparte del discutido fragmento craneal existe otro resto exhibido como humano por Gibert: se trata de una diáfisis humeral, también deformada y aun más discutida y menos aceptada que el otro fragmento.
El caso, definitivamente, es que hoy por hoy no está demostrado la homineidad de esos fragmentos. En Venta Micena existen una gran cantidad de restos con lo que existe la posibilidad de que allí existieran cubiles de hienas, siendo los restos carroña transportada para su consumo. En apoyo de esa hipótesis está el que un estudio de los huesos demuestra que existe entre ellos un alto porcentaje de casos de artrosis y otras enfermedades, lo que entraña que se trate de animales viejos, heridos, etc. (más fáciles de cazar y/o carroñear) De admitirse esta posibilidad implicaría que los hipotéticos restos de homínido formarían parte de esa carroña, con lo que aquellos huesos astillados no lo serían como consecuencia de actividad humana alguna. Ello, unido a que no estaba nada claro que las piedras descontextualizadas (manuportes) no lo fueran como fenómeno natural, unido también a lo dudoso del astillado antrópico de los huesos y a las evidencias científicas poco claras del fragmento craneal, ofrecen un panorama más que incierto para la afirmación de la presencia de homínidos a esas alturas temporales.
En apoyo de la existencia de actividades humanas tenemos el yacimiento de Fuente Nueva III (dentro de Orce) que presenta industria lítica relacionada con fauna similar a la vista para Venta Micena.
08/10/2001
De igual forma tenemos el yacimiento de Barranco León V. En cuanto a Fuente Nueva III se trata de una documentación vieja de los ochenta (un pozo de la Compañía Sevillana de Electricidad) con algunas piezas líticas y algunos restos paleontológicos como los de Venta Micena (un cráneo de elephas). Hasta 1994-95 no se hace una excavación por Alan Turc (del equipo de Gibert), apareciendo unas cien piezas de sílex que se clasifican como pertenecientes a un momento antiguo de transición plio-pleistocénica. Es cierto que Fuente Nueva III es un yacimiento ciertamente caótico desde la intervención de Sevillana y las subsiguientes intervenciones arqueológicas con métodos no muy exhaustivos (excavaciones más paleontológicas que arqueológicas) y no aseguran que el sílex rescatado sea de segura adscripción al momento analizado en el polémico cráneo antevisto. Se trata de restos pequeños: lascas triangulares de filos vivos y tecnología muy primaria que lo mismo pueden ser piezas viejas que pueden ser muy jóvenes ya que la cadena extractiva del sílex llega hasta la misma Edad del Cobre.
En el 2000 se ha vuelto a excavar en Fuente Nueva de una forma más sólida y evitando los problemas de contaminación que existieron en las anteriores excavaciones. También se volvió a excavar ese año en Venta Micena y en otros enclaves de Orce. En esta ocasión no se encontraron restos antrópicos en Venta Micena y por lo que respecta a Fuente Nueva, allí no se llegó a los niveles de Venta Micena. Señalar que en este último yacimiento (el del agujero de Sevillana) también se detectó la posible presencia de aquellas piedras desubicadas (manuportes), pero sin que este extremo esté muy investigado.
En cuanto a los estudios tafonómicos, existen publicaciones en las que se defiende la presencia en el momento de transición plio-pleistocénica de homínidos, por algunas “curiosas” asociaciones de fauna. La asociación de restos de fauna de Venta Micena se referiría a las actividades de las hienas que llevarían la carroña hasta sus cubiles y como está demostrado la existencia de momentos de abandono de estos cubiles por sus normales propietarias (por el crecimiento del lago, para proceder a una desparasitación natural, etc.) en esos momentos aparecería una asociación de huesos ciertamente extraña (cráneos de elephas, megantereon, équidos, ...) que presentaría una característica peculiar: que los paladares está relativamente conservados y, sin embargo, existen fracturas de las partes posteriores de los cráneos (actividad que, lógicamente, no parece realizada por las hienas) y que correspondería a un aprovechamiento de la médula del cerebro, de ahí que se piense en carroñeros humanos que han arrastrado hasta allí los animales aprovechando que no estaban las hienas. En opinión del profesor Ferrer estamos ante una prueba muy indirecta y una suposición ciertamente débil.
(Advertencia: En las páginas que siguen se harán constantes alusiones a términos como Pleistoceno y Paleolítico. A menudo pueden tender a confundirse aunque hay que dejar muy claro que no son lo mismo y que cronológicamente no tienen porque coincidir. El término Pleistoceno hace referencia a una clasificación geológica mientras que Paleolítico se refiere a una clasificación cultural.)
Hay que saltarse unos cientos de miles de años para poder asegurar un poblamiento cierto en Andalucía. Para ello habrá que adentrarse en el Pleistoceno Medio y por ello es conveniente tener claros algunos datos generales. El Pleistoceno Medio va desde el 750.000 B.P. (aprox.) hasta el 128.000 B.P. Su comienzo está relacionado con ciertos cambios de biogénesis como la extinción de determinada fauna y fenómenos como el calentamiento del mar, etc. En cuanto a lo que se conoce como Villafranquiense se trata de una etapa comprendida entre el final del Plioceno y el Pleistoceno Inferior (o lo que es lo mismo entre el final del la Era Terciaria y el principio de la Cuaternaria). Así, a las alturas del comienzo del Pleistoceno Medio (750.000 B.P.) tenemos ya la etapa consolidada del Pleistoceno y estamos bien metidos en el Cuaternario. En esta nueva fase pleistocénica que empieza sí que existen ya testimonios tecnológicos (aunque ni uno sólo antropológico).
El Pleistoceno Medio se divide en dos subetapas geológicas, aunque esta división no es tan clara culturalmente:
El Pleistoceno Medio Inicial (que llegaría hasta el 400.000 B.P.), en el cual podemos hablar de dos periodos:
Un momento de formación conocido culturalmente como el Estadio inicial de la Cultura de las Graveras que abarca, aproximadamente hasta el 600.000 B.P.
Una segunda etapa donde se van definiendo tecnologías más complejas que se conocen como Paleolítico Inferior Indeterminado, que llega hasta el 300.000 B.P., metiéndose en el Pleistoceno Medio Final.
El Pleistoceno Medio Final (hasta el 128.000 B.P.). También con dos momentos culturales:
Un primer estadio que se viene llamando en Andalucía Achelense Ibérico Pleno (entre el 300.000 y el 180.000 B.P)
Un segundo estadio llamado Achelense avanzado o final que sobrepasaría y se metería en el Pleistoceno Superior llegando hasta el 80.000 B.P.
Esta clasificación diferente a la habitual tiene su lógica ya que Andalucía es uno de los sitios donde primero se ha estudiado la Prehistoria y, dentro de ella, el Paleolítico (por autores como Obermaier y otros). En Andalucía no se logran identificar las fases clásicas europeas. Hasta los setenta aquí no se empezaba a hablar de tecnología hasta la constatación de una fase relacionable con el Achelense Medio peninsular (que comienza hacia 300.000 B.P.) y, de hecho, son Puente Mocho y La Carolina dos yacimientos que se barajaban desde hace mucho como de los primeros en antigüedad en Andalucía. Se suponía que el Prechelense se extendía desde Portugal al resto de la Península sin tocar Andalucía.
A principio de los ochenta, coincidiendo con las transferencias de competencias culturales a las autonomías, se potencia la investigación y empiezan a abrirse nuevos conocimientos, comprobándose que no existían vacíos en el Pleistoceno Medio sino que la Región estaba poblada, aunque los testimonios tecnológicos no encajaban en las clasificaciones habituales y por ello había de utilizarse otra terminología. Será Enrique Vallespí el potenciador de esta terminología y del estudio paleolitista andaluz.
La documentación de los viejos momentos tecnológicos (enmarcados en el Pleistoceno Medio) enseñan a aquel investigador que existe un derrotero de la población andaluza hacia sitios concretos, buscando las graveras de los ríos y litorales así como las de los lagos interiores (lugares, todos, que presentan muchos cantos rodados). Por ello se propone la terminología de Cultura de las Graveras.
De esta primera etapa inicial (750.000-600.000 B.P.) podríamos referir algunos yacimientos dudosos de Cádiz y Huelva y son dudosos porque la materia prima utilizada da lugar a confusiones, con aprovechamientos alejados en el tiempo ya que este tipo de piezas (denominadas clásicamente como choppers y chopping-tools) se siguen utilizando incluso en época holocénica (epipaleolítico) como piezas para extraer moluscos. En muchas ocasiones es muy difícil identificar cuándo la pieza está bajo la playa fósil o sobre la playa fósil que constituye el yacimiento.
Los yacimientos que sí son a tener en cuenta son Puente Mocho, El Aculadero, El Rompido y Cúllar de Baza I, aunque los dos primeros no están muy claros tal como se verá a continuación.
Puente Mocho es hoy un olivar y se trata de una playa fósil que tiene de todo, apareciendo mezclados tipos diferentes de útiles con lo que no es un yacimiento muy fiable (Barandiarán sí lo reconoce. Pag. 24 Manual).
Mª Ángeles Querol investiga en el Puerto de Santa María otra playa fósil con gran acumulación de elementos que se podía adscribir a momentos antiguos del Pleistoceno Medio: El Aculadero. Querol pone en relación este yacimiento con el Marruecos Atlántico y a principios de los noventa habla de la posibilidad de la existencia de un paso del estrecho con aporte de tecnología “vieja”. Pero a mediados de los noventa tenemos una tesis doctoral sobre este yacimiento señalando la existencia de talla de sílex “inquietante” (que no encaja) y que se da la presencia de talla centrípeta (técnica levallois), hecho que no cuadra con este estadio de Graveras inicial. No sabemos si se trata de algo ocasional aunque la tesis defiende que esta técnica presenta indicios de estandarización llegando a la presencia de auténticos núcleos levallois lo que produce una crisis entre los defensores y los detractores de El Aculadero en cuanto a que éste sea adscribible a estos momentos iniciales del Pleistoceno Medio.
10/10/2001
El Rompido es un yacimiento que aparece señalado en diversas obras pero el caso es que se habla poco de él. Los paleolitistas lo citan siempre aunque sin profundizar en él. Su industria tiene un aspecto arcaico pero no existe seguridad en cuanto a que el material corresponda al momento geológico de la playa en que aparece y es que hay que tener en cuenta la riqueza de las playas atlánticas peninsulares en la etapa holocénica (recuérdese las similitudes en el aspecto de las industrias arcaicas y las epipaleolíticas). El caso es que El Rompido se cita mucho pero nadie profundiza en él de forma que tampoco es un yacimiento que esté nada claro, aunque se podría pensar en una conexión con el Frente atlántico portugués y de esa forma entrar en esa secuencia vieja de la fase inicial de las Graveras.
Así, todos los yacimientos vistos, excepto Cúllar de Baza I, que se verá a continuación, son dudosos por el motivo que vimos en El Rompido. Tecnológicamente pueden ser adscribibles a esta Cultura de Graveras pero recordemos lo del Asturiense (cultura epipaleolítica) y su tremendo parecido con el Achelense. Sin ir más lejos, en el yacimiento malagueño de El Bajondillo (cuya secuencia empieza en el musteriense) apareció un canto trabajado que parecía llevar el yacimiento hasta momentos muy anteriores, pero en realidad se trataba de un instrumento utilizado para desprender los moluscos de las rocas marinas. El hecho es que todos estos yacimientos litorales son muy problemáticos sin que quepan adscripciones claras. Sólo en las terrazas del Guadalquivir tenemos estratos claros pero ya de 600.000 B.P. aproximadamente (en el límite con la siguiente fase).
Pasando al único yacimiento fiable, Cúllar de Baza I, éste sólo ofrece algunas dudas para los que pretenden rebajar su cronología, aunque la mayoría está de acuerdo en fijarla en los inicios del Pleistoceno Medio. El estudio de este yacimiento es consecuencia de una tesis doctoral paleontológica realizada por Antonio Ruiz Bustos (investigador del CSIC). Éste, en los setenta, plantea un proyecto de investigación en torno a la Depresión de Guadix-Baza desde finales del Plioceno. Se necesitaba regular una seriación para ver su fechación. Localiza varios enclaves paleontológicos y elige uno muy rico en Cúllar de Baza que le servirá para documentar las secuencias paleontológicas, encontrando hasta tres estratos diferentes. Guiado por los molares de équidos antiguos plantea una edad inicial en torno a los 900.000 B.P. (en pleno momento villafranquiense o Pleistoceno Inferior). Las seriaciones, más tarde, de toda la fauna han llevado a ciertas modificaciones, sobretodo en el estudio de la microfauna, lo que ha llevado a rebajar la fecha hasta los 725-700.000 B.P. Parece que esto fue aceptado por la mayoría de los investigadores excepto por algunos como Emiliano Aguirre que piensan que la fauna de mamíferos corresponde con la de algunos yacimientos italianos y centroeuropeos que se fechan en unos 500.000 B.P. La mayoría de investigadores admite la fecha anterior que coincidiría con la fase final del lago (de Orce) que se desecaría en estos momentos. En todo caso estamos dentro del Pleistoceno Medio.
Este yacimiento cumple la norma de una cierta tranquilidad a la hora de su exposición a la comunidad científica (al contrario de lo que había sucedido con el cráneo de Orce). El yacimiento se excava en 1973 y no se publica hasta once años después (en 1984), tras cotejarlo bien y ser ampliamente discutido en medios académicos, con lo que en el momento de su publicación está plenamente aceptado. La investigación incluye unos vestigios que, aunque escasos, se vinculan a actividades humanas. Se trata de siete piedras extrañas a la fracción o tamaño del sedimento propio del yacimiento (que es de fracción arcillosa). Oscilan entre 9-10 cms. y 17-18 cms. de altura y sus pesos están entre 1-1,8 kgs. de peso, destacando de toda la fracción sedimentológica y, además, no parecen llegado por deposición natural (son foráneos o exógenos). Dos de las piedras tienen restos de talla intencional; en un caso se trata de un chopper (talla unifacial) y en el otro estaríamos ante un chopping-tool (talla bifacial). Las otras cinco piezas son interpretables como manuportes.
Junto a la tecnología lítica, el estudio de la asociación de la fauna (su disposición) demuestra que se trata de una localización de borde de lago (así nos lo indica su fosilización) donde probablemente los animales han llegado muertos flotando en el agua, arrastrados por las corrientes del lago. Por lo tanto no se trataría de un cazadero sino que el consumo de esta carroña sería efectuado por las hienas, perros, lobos,...,y ocasionalmente el hombre. El estudio de los restos óseos (muy pormenorizado para aquella época de los setenta) da a Ruiz Bustos la identificación de dos fragmentos de diáfisis; uno de 7-8 cms. y otro de 5 cms. Están acabados en punta y la parte más ancha tiene 3-4 cms. En ambos casos se reconoce la cara plana de la diáfisis y la otra cara está cuidadosamente cortada (corte claramente intencional). La forma de estos “punzones” cubriría el sistema de extracción de médula (allí donde no llega el dedo).
En 1987 la Sección de Paleontología del Instituto Geológico y Minero vuelve a excavar el yacimiento. Se repiten los mismos elementos óseos y aparecen dos lascas (más bien lasquitas, según Ferrer) de sílex, correspondientes a una actividad ocasional del hombre. Están someramente retocadas en la extremidad distal. Se trata de piezas pequeñas y fácilmente transportables. El caso es que no existe allí la presencia de núcleos de sílex, luego las piedras llegaron ya fabricadas porque ni siquiera existe la presencia de esquirlas de tallado. Ello indica que aquel individuo sabía donde iba lo que implica que el sistema de poblamiento está ya consolidado y junto a un aprovechamiento cárnico normal utilizaría estas médulas ocasionales que aportarían muchas proteínas. Todo ello demuestra lo correcto de las tesis de Ruiz Bustos.
No tenemos nada más en Cúllar de Baza, pero de seguir esta teoría, en torno a 725-700.000 B.P. estaría consolidado el poblamiento de Andalucía, al menos en los niveles lacustres interiores.
15/10/2001
La seriación reconocida de las colecciones de artefactos que ha hecho Vallespí es la que se utiliza en la actualidad. Barandiarán, aplicando en parte a Vallespí, reconoce cuatro estadios:
Un estadio inicial de las culturas de graveras, datable al menos desde los comienzos del pleistoceno medio; a él y a la inmediata etapa de transición pertenecen industrias sobre cantos de la formación del Aljarafe y otras de las terrazas altas del Bajo Guadalquivir y acaso las del litoral inmediato hacia Huelva.
El achelense regional antiguo. Vallespí no se arriesga a llamarlo achelense sino que habla de etapa transicional denominada Paleolítico Inferior Indeterminado (la segunda fase del Pleistoceno Medio Inicial, entre 600 y 400.000 B.P.) que es lo que en otros lugares sería el Achelense Inferior y el Achelense Medio Inicial. En esta fase la tecnología que aparece no es una tecnología semejante a la realizada durante el achelense, al menos en los grandes utensilios. No existen verdaderos hendedores, bifaces o triedros, sino protohendedores, protobifaces o prototriedros; es decir, un material semejante pero sin formas absolutamente definidas. La mayor parte de estos “protos” son realizados sobre material de graveras o guijarros. Por ello, Vallespí y los paleolitistas andaluces han considerado que en estas series (sobretodo las de las terrazas del Guadalquivir) no existe un material comparable con el achelense peninsular que parece conformado desde el principio (por ejemplo las series de la Meseta que están al completo). Por ello su propuesta de que en el Sur existe una fase de formación de la industria achelense tiene sentido y a ello se refiere la denominación vista de Paleolítico Inferior Indeterminado. Normalmente, con estos “protos” lo que tenemos es una serie de utensilios pequeños, no siempre sobre soporte de lascas, como sería lógico, sino que se puede reconocer una línea de trabajo de utensilios sobre guijarros fracturados sobre los que se hacen muescas, denticulados, raederas, etc. (el cuadro tecnológico clásico del Paleolítico Inferior). Parece que aún las fuentes de materia prima de esta fase del Pleistoceno Medio siguen basadas en los guijarros de las graveras, litorales, etc. En el litoral siguen existiendo problemas de identificación. En cambio existe una buena identificación en las terrazas del Guadalete, también en el Puerto de Santa María (según Francisco Giles) y en las terrazas de la Cuenca media del Guadalquivir (entre las terrazas 11 y 14). Adolecen, eso sí, de estratigrafía, siendo recogida de productos aparecidos en las terrazas (éstas sí se pueden fechar bastante bien por lo que se opta por fechar el material en ese momento). También existen yacimientos en zonas lacustres interiores como los de Cortijo Calvillo y alguna ocupación de Orce (algo más problemática)
Esta dinámica de trabajo que se puede suponer como transición hacia la cultura de bifaces desemboca en los primeros momentos del Pleistoceno Medio avanzado en el desarrollo del Achelense Ibérico Pleno (en terminología de Vallespí) o Achelense Pleno a secas (como lo denomina Barandiarán). Puede hablarse ya de un abandono de las graveras como suministro (aunque algo se siguen utilizando) y sobretodo se da la ocupación de ámbitos con presencia de sílex. Tenemos una abundancia de auténticos bifaces. La industria sobre soportes pequeños es en sílex mayoritariamente pero las técnicas “levallois” no son recurrentes por lo que la mayor parte de estas tecnologías son industrias no “levallois”. Más yacimientos relacionados con este ámbito son dos existentes en Málaga: el de Aljaima en Cártama y Coto Correa en Marbella. Quizás, también, el de Puente Mocho (que puede estar en los momentos finales de esta etapa o en los principios de la siguiente)
La última fase de este Pleistoceno Medio, que desborda este marco llegando hasta el principio del Pleistoceno Superior Inicial corresponde al Achelense Avanzado (como lo denomina Barandiarán) o Achelense Final Transicional (como también lo llama Vallespí). Es curioso que en esta etapa que cronológicamente llegaría hasta el 80.000 B.P., donde el Achelense tiene las formas típicas del Achelense Peninsular y donde la tecnología “levallois” es más recurrente (aunque no en todos los grupos), se vuelva a la utilización de los guijarros, lo que en algunos casos desembocará en algún tipo de musteriense e industrias del Paleolítico Medio muy típicas de la zona que convivirán con las industrias clásicas del musteriense (Industrias del Paleolítico Medio de aspecto Preachelense según Vallespí). De esta etapa final tenemos, esencialmente La Solana del Zamborino, Cueva Horá, volveríamos a tener secuencias en Cortijo Calvillo y podríamos incorporar Cueva del Ángel (en Lucena y por ello llamada también Cueva Lucena) y, más correctamente, Puente Mocho. De igual modo podemos incluir Cueva de las Grajas en Archidona. De todos estos, Cueva Lucena está estudiándose aunque consta que tiene una buena estratigrafía. En Cueva Calvillo sólo tenemos piezas de superficie. Cueva Horá tiene problemas de interpretación en sus niveles basales. Así sólo nos queda La Solana del Zamborino y no siempre con absoluta seguridad. Con La Solana tenemos un yacimiento de borde de lago en la zona de Orce. A estas alturas del Achelense Avanzado tendríamos una fractura del primitivo lago en varias pequeñas lagunas más restringidas. En el borde de una de éstas (La Solana) tenemos el aprovechamiento por el hombre de la fauna hasta allí llegada. El yacimiento se descubre en 1964 y al principio es investigado por paleontólogos. Aparecen grandes vetas de arena (la playa de la laguna). Abundan los restos de cabras y caballos, aunque no únicamente. El yacimiento, en un momento determinado, es ofrecido al Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada para que se proceda a su estudio. Un antropólogo físico del Departamento, el Dr. Botella, descubre una serie de piezas que indican que aquel espacio fue utilizado por homínidos. Una de estas piezas sería un bifaz en sílex de tipo cordiforme que marca la posibilidad real de que nos encontremos ante un achelense avanzado. Se proyecta una campaña de excavaciones que se comenzará en 1972 y continuarán en el 73, 75 y 76. al final sólo se publicarán datos de la campaña del 72 y algunos de la del 73. Se ha vuelto a trabajar en la fauna pero no en el resto. Estos estudios faunísticos han hecho dudar de la adscripción del yacimiento indicando que puede ser una fase del Paleolítico Medio Inicial (cuando, al principio, la fauna parecía coherente con la del Pleistoceno Medio Final). Así, según la microfauna, la adscripción nos llevaría a momentos del Pleistoceno Superior Inicial, pero ello no es incompatible con lo que dice Vallespí, aunque se trataría de un Achelense en sus momentos finales.
19/10/2001
Existe una polémica en cuanto a la correspondencia tecnológica de La Solana del Zamborino. La tendencia (así, por ejemplo, Botella) era a encuadrarlo en un Achelense Superior Mediterráneo de facies no “levallois”. En realidad esta adscripción podría resultar correcta, aunque el problema es el desconocimiento a nivel global de todos los artefactos recuperados. De conocerse íntegramente todo lo excavado quizás esa tendencia no levallois se modificaría. La carencia de levallois es una razón más para considerar a este tipo de achelense como propio de un Paleolítico Inferior. Frente a eso, nunca manifestado oficialmente, y dependiendo de los resultados globales de todo lo recuperado en el yacimiento en todas las cinco campañas estaríamos bien ante un achelense final o avanzado pero al fin de cuentas achelense (en el caso de inexistencia de levallois) o bien ante tecnologías del Paleolítico Medio (en el caso que existiera levallois). En fin, como de momento no nos queda más remedio que creernos lo que nos dice el Dr. Botella, pues no existiría levallois y estaríamos ante tecnología achelense del Paleolítico Inferior.
Estos problemas hacen que nos encontremos algunas publicaciones que adscriben La Solana del Zamborino al Paleolítico Inferior, mientras que otras lo señalan como perteneciente al Paleolítico Medio. Además, se aduce, como no tenemos brechas calizas es imposible tener fechaciones absolutas. Por otro lado, el yacimiento tiene la presencia de hogares aunque sin fechación tampoco. Vega Toscano lo propone en el arranque del Paleolítico Medio, al menos, dice, en las series al aire libre.
En cuanto al tipo de yacimiento también es un problema. La única publicación existente ha publicado que se trata de un cazadero donde se acorralan a las piezas mediante fuegos de pradera o rastrojos y adicionalmente se realizarían trampas en el yacimiento, pero sólo conocemos una: una zanja transversal en una de las áreas de excavación supuestamente intencional para que allí caigan los animales. Estos dos argumentos están rechazados por algunos investigadores ya que, aluden, la existencia de estos fuegos de rastrojo no tienen porque ser un medio de caza sino que pueden ser un accidente a partir de hogueras mal apagadas (porque sí que es cierta la presencia de hogares o cocinas). Además, la teórica zanja pudo haber sido, y de hecho el terreno lo permite, una fractura de tipo diaclasa formada por medios naturales (fractura entre dos bloques). Hay que tener en cuenta que el terreno está compuesto por arenas de borde de lago con lo que puede sufrir procesos de termoalteración (desecaciones bruscas) y dado que estamos en una fase interglaciar (más calurosa) pueden darse esas fracturas del terreno arenoso con facilidad por lo que tampoco está claro que se trate de una trampa.
En cuanto a los estudios tafonómicos, estos nos indican que en los huesos de animales de La Solana existen huellas de descarnación animal (que no tienen porque ser antrópicas) por lo que ese indicio altera la “tranquilidad” que debe suponerse a un cazadero de hombres.
Así sólo puede admitirse que se trate de un cazadero como algo incidental lo que indica pautas de comportamiento que no encajan en un yacimiento de caza. Quizás se trate de un alto de caza, algo momentáneo que sólo duraría unos días.
Como conclusión, La Solana del Zamborino es un yacimiento clave para identificar el tránsito entre el Paleolítico Inferior y el Medio en unas fechas que estarían entre 128.000 y 80.000 B.P.
TEMA 2
LOS GRUPOS CAZADORES-RECOLECTORES DEL PALEOLÍTICO ANDALUZ
EL PALEOLÍTICO MEDIO
Existe un conocimiento disperso de este periodo en Andalucía y en ello intervienen factores muy diversos. Durante mucho tiempo la investigación de este periodo estuvo sólo sustentada en el yacimiento de la Carigüela en Píñar (Granada) ya que el resto de los yacimientos prácticamente eran yacimientos de superficie, documentados por colecciones líticas, por algún resto antropológico neandertal, por alguna excavación muy parcial de algún yacimiento que adolecía de ser monofásico (única utilización en un momento muy puntual) y casi siempre sin cronología. En los últimos años, en cambio, sí se han excavado yacimientos que amplían este marco, como los casos de Boquete de Zafarraya o Bajondillo (en Torremolinos). Los yacimientos gibraltareños, por su parte, son pobres en materiales aunque ricos antropológicamente. En realidad ni Boquete de Zafarraya ni Bajondillo están exhaustivamente publicados.
A ese conjunto podemos añadir yacimientos con series tecnológicas apreciables (aunque, también, sin publicación exhaustiva de sus materiales) como Cueva Horá, Cueva de las Grajas (Archidona), o Cueva del Ángel (o Cueva Lucena). Algunos autores incluirán también Cortijo Calvillo (Loja). Los tres yacimientos tienen excavaciones y, por tanto, podrían solucionar algo si se profundizara en ellos.
El estudio de estos yacimientos, junto con las series de yacimientos al aire libre en medios fluviales, ha planteado una dinámica del Paleolítico Medio andaluz ciertamente original. En el resto de Andalucía, en aquellas terrazas de ríos, tenemos tecnologías cada vez más parecidas a las del musteriense, pero basadas en el trabajo de las gravas, tal como ya venía siendo desde el Paleolítico Inferior y ello lo defiende Vallespí como una tendencia de series andaluzas que seguirían manejando los hombres del Paleolítico Medio, siendo bautizado por este autor (¡ojo!, Ferrer dice que esto cae con mucha habitualidad en los exámenes) como Paleolítico Medio de aspecto postachelense que implica una creciente fabricación de piezas parecidas a las de las técnicas musterienses (raederas, cuchillos de dorso, denticulados, muescas, etc.) con un creciente aporte de retoques o acabados cercanos a los retoques escamados de la técnica charentiense (como los tipo Quina). Hay que tener en cuenta que estamos en sitios fluviales donde la técnica levallois nunca había existido antes. La otra serie (ya no en terrazas fluviales o costeras) está más presente en ámbitos serranos donde el hábitat normal estándar es en cuevas (o al menos lo que nos ha quedado) próximas a recursos silíceos donde las cadenas operativas de tipo levallois están más presentes (aunque no únicamente).
Esto último, sin embargo, no es ningún axioma porque tenemos yacimientos como Bajondillo, de ámbito costero, donde el aprovechamiento lítico se hace con respecto a unas canteras cercanas y, de igual forma, también tenemos ámbitos serranos donde el aprovechamiento lítico presenta utilización de gravas.
22/10/2001
Modelo para ver la transición entre el Pleistoceno Medio y el Superior.
Los textos generales suelen recurrir a los esquemas tradicionales de clasificación (modelo Bordes para el Paleolítico Medio) aplicándolo a la Península Ibérica y así se fuerza lo que se conoce en las regiones. Bordes exponía sus cuatro variantes: musteriense de tradición achelense, típico, de denticulados, etc. y Barandiarán así lo expone. Pero este modelo rechina en cada región (como en el caso andaluz) porque aquí cada uno hace su propia industria.
Hay que recordar que los neandertales son los responsables básicos de la tecnología del Paleolítico Medio. Estos se articulan en familias no excesivamente amplias: varias mujeres, hombres y niños. Escasean los elementos seniles, puesto que la edad media es de unos veinte años (aunque no sea esa la edad tope). Cada grupo maneja una tecnología que tiene un nexo común pero un desarrollo particular. Cuanto más nos alejamos del modelo típico (el francés) más variarían las tecnologías con respecto a aquel y así en Andalucía varía bastante al ser lo más alejado geográficamente de Francia, aunque, de todas formas, existen proximidades.
Vega Toscano es el Director del Proyecto Carigüela (Píñar-Granada), que es el yacimiento con la secuencia más rica y continuada del musteriense andaluz. Este investigador tiene unas propuestas tecnológicas semejantes a las de Vallespí pero matizadas ya que éste, para el Paleolítico Medio de aspecto postachelense reúne un gran número de yacimientos tanto en Andalucía Oriental (mayoritariamente cuevas) como en Andalucía Occidental (básicamente medios fluviales del Guadalquivir, Tinto y Odiel). Lo que ocurre es que estos últimos, propuestos por Vallespí entre 1990 y 1993, están sujetos actualmente a revisiones porque la mayoría no llega temporalmente a desarrollarse en época del Pleistoceno Superior Reciente sino que se limitaría al Pleistoceno Medio Final.
Garrido Vega incorpora La Solana del Zamborino y la Cueva de las Grajas, cada una por un motivo distinto, a esta etapa entre el Pleistoceno Medio Final y el Pleistoceno Superior inicial y, en cambio, no incorpora nada de Andalucía Occidental al no admitirlas debido a que, en su opinión, no están contrastadas sedimentológicamente.
La Cueva de las Grajas tiene una tecnología parecida a la del premusteriense francés (industria sobre lascas y sin bifaces).
Existen yacimientos conocidos en Andalucía, pero con posibilidad de que rindan a nivel de estudios tenemos Carigüela, Boquete de Zafarraya y Bajondillo. Estos yacimientos serían los únicos con estratigrafía contrastada y bien estudiada en cuanto a tecnología musteriense. El resto son algunos utensilios y yacimientos monofásicos muy difíciles de valorar. También tenemos yacimientos mal o poco excavados como Las Grajas o Cueva Horá, u otros con materiales muy escasos como los yacimientos gibraltareños. Otros yacimientos que pueden dar una visión general del Paleolítico Medio son Cueva de los Murciélagos (Córdoba) y quizás los sedimentos de la Cueva del Humo (Málaga).
En estos momentos la variación tecnológica andaluza es similar a la de otros lugares: ese musteriense del que hablábamos pero con variantes. A Ferrer no le gusta el término musteriense andaluz. Los matices, sistematizados por Vega Toscano, están basados, básicamente, en Carigüela. Vega Toscano reconoce, fuera de la primera etapa de transición, una etapa de consolidación con tres tipos de musteriense que si bien no son iguales a los franceses se parecen mucho: se trata del momento de consolidación de la etapa (Pleniglacial, en torno a 75-70.000 B.P.) en el Würm I, donde vemos esa consolidación del musteriense. El que Vega Toscano no reconoce es el musteriense de tradición Achelense que queda referido a los materiales vistos en La Solana del Zamborino.
Así tendremos, según este autor:
Musteriense típico.
Musteriense de denticulados.
En vez de Charentiense, Vega toma el modelo de una cueva almeriense; Cueva de Zájara II y aprovechando un musteriense con un porcentaje del 60% de raederas lo denomina musteriense de tipo Zájara (que será similar al charentiense).
El que falta, el de tradición Achelense, podría estar en las terrazas. Sí defiende Vega, dentro del musteriense típico, subtipos y así el de denticulados aparece en Carigüela y es también significativo en Bajondillo y en ambos casos cerrando la secuencia estratigráfica.
El musteriense típico tiene cuatro variantes:
Típico 0 (MT0). Tecnológicamente sería el más cercano al típico francés (que es el típico “más típico”) pero sin ser el más abundante en Andalucía.
Típico 1 (MT1). El enriquecido en raederas (más del 40%). Ello no existe en el modelo francés.
Típico 2 (MT2). Enriquecido en denticulados (entre un 20 y un 30%).
Típico 3 (MT3). Enriquecido en elementos del grupo de materiales del Paleolítico Superior (perforadores, raspadores, buriles, cuchillos de dorso, ...)
Todos estos los tenemos en varios sitios y en algunos sitios varios tipos.
Junto a estas técnicas, el Paleolítico Medio en Andalucía comienza a dejar muestras de restos antropológicos: Zafarraya, Carigüela, Gibraltar, Cueva Umbría, etc. lo que implica que estas poblaciones neandertales están bien representadas en Andalucía. Ello implica, también, la existencia de prácticas rituales de algún tipo porque ahora se preservarían los restos. Existe una propuesta de canibalismo ritual en Zafarraya donde se destaca la presencia de una mandíbula en el interior de una hoguera (la mandíbula ha estallado por el calor) y restos de descarnamiento por sílex de fragmentos de huesos largos.
Existe una discusión sobre la utilización del canibalismo en los rituales; ¿se trataba de algo incidental o normal?. El tema no está demasiado claro en Zafarraya y habría que irse hasta Krapina (antigua Yugoslavia) donde sí que parece probada la existencia de este canibalismo. Enterramientos y preservación de restos sí que debieron existir a la fuerza ya que no pueden existir tantos restos conservados en Andalucía por casualidad (la mayor concentración de la Península Ibérica). También, en Zafarraya, se habla de un cráneo bien cuidado y rodeado de un pequeño círculo de piedras. Estas tradiciones pueden ser llegadas de fuera, pudiendo ser algo adaptado de la llegada de un grupo étnico hasta allí venido. Serían neandertales que se unirían a los de aquí.
24/10/2001
TRANSICIÓN PALEOLÍTICO MEDIO-SUPERIOR
Esta transición es un problema sin resolver. Todos los procesos de cambio constituyen dos tendencias:
-
La continuista. Los neandertales, en algún momento, serían absorbidos social, tecnológicamente, etc. por los sapiens-sapiens y evolucionan de un grado a otro. Es evidente que se admite una hibridación entre estas dos subespecies con no excesivas pruebas sobre ello. Se ha argumentado esta hibridación en el Próximo Oriente y actualmente en Portugal (Valle de Lapedo). Las tecnologías iniciales del Paleolítico Superior tendrían que ver con las de los últimos momentos de los neandertales.
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La rupturista. Plantea una separación neta entre neandertales y sapiens-sapiens, sin que cupiera la posibilidad de una hibridación viable y, por tanto, se defiende una marginación de los neandertales hasta su extinción definitiva. Los neandertales tendrían cada vez menos territorio y desaparecerían en la competencia por el medio. En la Península Ibérica se defiende la llamada línea del Ebro, debajo de la cual perdurarían los neandertales hasta que los sapiens-sapiens traspasaron esta especie de frontera natural, arrinconando a los neandertales hasta su extinción. Esta teoría (en los últimos 25 años) ha hecho dudar en Andalucía de la existencia de facies realmente antiguas del Paleolítico Superior Inicial; es decir, no existiría Auriñaciense antiguo que estaría suplido por una continuidad del musteriense. Tampoco existiría perigordiense (ni dentro de éste chatelperroniense).
Cueva de Nerja y Carigüela eran yacimientos atractivos desde el punto de vista de que lo musteriense perduraría tanto tiempo como para que cuando llegaran los sapiens-sapiens, estos se encontrarían con una tecnología muy avanzada. La investigación en Andalucía en estos momentos de transición consistía en trabajos más voluntariosos e intuitivos que otra cosa. Las colecciones de materiales (que no excavaciones) o las excavaciones apresuradas de principios de siglo efectuadas por Louis Siret (básicamente en Almería) planteaban la posibilidad de que algunos yacimientos fueran catalogables como auriñacienses, pero ello era algo meramente intuitivo porque los hallazgos no estaban bien definidos (no había azagayas, los raspadores carenados auriñacienses no estaban presentes, etc). Como no existen demasiadas pruebas el auriñaciense no era aceptado generalmente en el sur.
Cuando Fortea hace sus tesis sobre los complejos microlaminares del Epipaleolítico Mediterráneo se enfrenta con los orígenes de esas tecnologías en el Mediterráneo y analiza una serie de colecciones llegando a ver viables como auriñacienses algunos yacimientos. Pero las pruebas definitivas se remitieron siempre a futuras excavaciones, analíticas cronológicas, etc, de forma que nunca se determinó la existencia de esa fase en Andalucía.
Quizás dos yacimientos se han manejado para suponer la posibilidad de existencia de auriñaciense: Carigüela y Cueva Horá. Estos dos yacimientos parecían tener elementos de tránsito y por tanto auriñaciense. Ninguno tenía industria ósea de tipo auriñaciense ni materiales realmente significativos. Lo que sí existe es un cambio en la tecnología. Durante el musteriense la tecnología está basada en núcleos para lascas; cuando estos dejan de ser recurrentes y aparecen núcleos para láminas es que algo ha variado. Si estos son característicos del Paleolítico Superior intuitivamente se empieza a hablar de algo distinto. La fuerte personalidad de los conjuntos solutrenses (retoques a presión, útiles foliáceos, etc.) hace que cuando estratigráficamente por encima del musteriense aparecen materiales no característicos del solutrense se le suponga como fase transitoria entre el musteriense y el solutrense (tecnológica y tipológicamente). Al respecto perigordiense no existe porque no hay dorso abatido. El caso es que se trata de una industria ambigua que podría ser auriñaciense (por la existencia de su retoque o de azagayas) y por ello así se le denomina intuitivamente. Estos estudios no tenían análisis sedimentológicos, polínicos, etc. y dada la pulsación fría que se da en el auriñaciense estas pruebas hubieran sido claves. Como tampoco por encima tenemos solutrense final ni nada más pues es difícil conocer qué es lo que pasa. En el musteriense final existe una evolución además y, por tanto, estas supuestas industrias auriñacienses en realidad pueden ser evoluciones tecnológicas del musteriense donde todavía están presentes muescas y denticulados. Además, en Andalucía la estratigrafía que tenemos da la idea de que los distintos musterienses típicos de Vega Toscano se cierran en una época con más abundancia de denticulados.
Así vemos que Andalucía no es un sitio claro para ver la evolución. Cuando se excavó hace veinte años Boquete de Zafarraya, Vega Toscano planteó la defensa de una continuidad del Paleolítico Medio en los momentos iniciales del Paleolítico Superior Reciente, que en otros sitios se iniciaría con auriñaciense, chatelperroniense, etc. Las fechaciones absolutas de Boquete de Zafarraya parece que avalan esa idea puesto que aparecen materiales musterienses con cronologías avanzadas (28-27.000 B.P.), pero son series de Carbono 14 convencional o Uranio-Torio con resultados dispares. Habrá que hacer comparaciones del C14 AMS, del Convencional o de Uranio-Torio con otros sitios para llegar a conclusiones más definitivas. De hecho las fechaciones publicadas de Boquete de Zafarraya no son todas las existentes sobre el lugar, aunque no importa ya que la Revista Radiocarbono publica todas las fechaciones llevadas a cabo en los laboratorios existentes y así sabemos que Boquete de Zafarraya tiene fechaciones contradictorias. De esta forma, para concluir con este yacimiento, afirmar continuismo es arriesgado aunque sea una posibilidad.
Por su parte, en Carigüela, esa idea de continuismo de los neandertales en los primeros momentos del auriñaciense tiene pocas bases de apoyo. Allí no existen dataciones absolutas y sólo tenemos algunos aspectos tipológicos.
En este estado de la cuestión entra Bajondillo que inicialmente presenta niveles claros y oscuros en su adscripción formal. Existen dos momentos claros tecnológicamente que son los momentos del solutrense avanzado y del musteriense. El yacimiento tiene diecinueve estratos, siendo la serie basal de un musteriense que está en 90-80.000 B.P. (en cronología AMS). Sobre ese estrato basal Bajondillo tiene hasta el estrato 14 una adscripción musteriense. Existen variaciones hasta el estrato 8 que es solutreogravetiense o solutrense final. Los resultados iniciales del yacimiento se publican muy rápidamente por el criterio de la Junta de Andalucía al ser una excavación hecha por la vía de urgencia. Cuando se procede a su estudio pormenorizado desde 1990 hasta 1995 empiezan a aparecer piezas que dan apellidos a los estratos entre el 14 y el 8.
Los estratos 13 y 12, en principio, tienen un componente musteriense, aunque más pobre, en su etapa final.
El estrato 11 tiene un claro componente tecnológico distinto; desaparecen los núcleos sobre lascas y aparecen núcleos sobre láminas. No existe ningún retoque solutrense y, por tanto, están en un lugar intermedio entre el solutrense y el musteriense.
El estrato 10 nos ofrece elementos mucho más claros. Sigue el retoque sobre láminas y comienzan los retoques abruptos sobre dorso y algunos fragmentos de puntas de La Gravette, algunas microgravettes, algunas laminitas de dorso abatido arqueado, ..., en fin, un estrato gravetiense.
El estrato 9 no tiene el componente de dorsos abatidos sino que aparecen algunos retoques planos, dos fragmentos pequeños de puntas foliáceas y las extremidades de puntas de cara plana, lo que clasifica un solutrense avanzado (pero no final).
El problema estaba en el estrato 11 que seguía siendo de una clasificación intuitiva porque no tiene industria ósea.
En Bajondillo no existe apenas fauna y, por tanto, ello ha podido afectar a la inexistencia de industria ósea. Tampoco existen láminas de retoque auriñaciense. Sí existen raspadores carenados, en hocico, etc. Todo ello hace que intuitivamente hablemos de auriñaciense pero ¿qué tipo?, no sabemos. El caso es que al cerrarlo un gravetiense y por debajo tener musteriense ello lleva a pensar en la existencia de auriñaciense. Además los datos cronológicos basados en el Carbono 14 AMS, las series de Uranio-Torio, etc. parecen confirmarlo. El profesor Ferrer piensa que todo apoya la idea auriñaciense y por ello parece ser que sí que existe esta facie. El problema es si este auriñaciense marca una ruptura o si los estratos 13 y 12 son estratos continuistas al ser de difícil adscripción por su pobreza y parcialidad (5 cms como máximo). Por ello pueden ser estratos alterados porque la actividad humana es muy intensa en el estrato 11 y ello puede implicar la posibilidad de contaminación al pisar y arrasar los estratos inferiores. Además esos estratos 13 y 12 presentan tecnologías laminares que pueden implicar una transición. En fin, que no queda nada claro.
Bajondillo se está dando en 32.000 B.P. AMS. Tenemos una cronología de 33.000 B.P. AMS en Cova Beneito con lo que coincide. De esta forma en el estrato 11 de Bajondillo tendríamos un auriñaciense no demasiado antiguo (auriñaciense pleno) pero “suficiente” con lo que podemos tener claro que el sapiens-sapiens bajaría hasta Gibraltar (Gorham's Cave) en esta época.
31/10/2001
La transición entre el Paleolítico Medio y el Superior está bastante resumida en el manual de Barandiarán pero es que, según Ferrer, tampoco hay mucho más. De su síntesis se destaca como aceptable aquello de la “frontera” del Ebro con su separación de dos mundos: el franco-cantábrico y el levantino (también llamado fase ibérica) que iría desde Tarragona a Gibraltar. La zona norte está más unida a lo que pasa en la zona francesa y la banda del sur está más relacionada con lo que pasa en el Mediterráneo. Es cierto que mientras la banda norte tiene un modelo más generalizado en cuanto a tecnología se refiere, con modos de vida parecidos, tránsitos estacionales de habitación, etc., la banda levantina y sus paralelos portugueses están más atomizados tecnológicamente hablando (aunque todos tengan algo en común).
En una cosa no estará tan de acuerdo Ferrer con lo expuesto en la síntesis de Barandiarán, ya defendida en su anterior manual de 1990: hoy no se ve una tan clara continuidad entre las tecnologías viejas y nuevas del perigordiense (el chatelperroniense y el gravetiense respectivamente). Por tanto hablar de conjunto auriñacoperigordiense ya no es tan defendible, sobretodo porque las cronologías absolutas van demostrando que a una fase final se superpone otra. Hoy el chatelperroniense se conceptúa como una tecnología vieja del Paleolítico Superior Inicial que todavía se piensa, a veces, como algo transicional. A ese chatelperroniense se le superpone, normalmente, el auriñaciense, aunque parece al contrario en algunas cuevas cantábricas. Al auriñaciense, por su parte, se le superpondría el gravetiense. Además, los núcleos chatelperronienses y los que sirven para hacer cuchillos de La Gravette son núcleos distintos. Lo que sí está claro es que el auriñaciense deja paso al gravetiense.
En Andalucía parece clara esa evolución Norte-Sur y desde tiempo atrás los datos eran muy escasos para el Paleolítico Superior Inicial. Los hermanos Siret adscribieron al Paleolítico Superior Inicial (auriñaciense) una serie de cuevas de la zona sur levantina y por eso se menciona mucho el auriñaciense en los estudios de la época (y poco el chatelperroniense que en aquel tiempo no estaba conceptualizado). Hoy día no se sostiene esta adscripción auriñaciense de las cuevas del Sudeste porque existen confusiones entre el Paleolítico y el Epipaleolítico y todos esos yacimientos se dejan en el olvido. Se hablaba de Cueva Horá y de Cueva Ambrosio como auriñacienses pero hoy tampoco se sostienen porque los supuestos estratos auriñacienses no vuelven a ser localizables tras la excavación original y al no poderse contrastar es como si no existieran (extraña actitud, ésta, de los prehistoriadores).
Por su lado El Chorrito (El Burgo), citado por Barandiarán como auriñaciense, hay que rechazarlo como tal por ser una tecnología parecido pero más “fresca” (más nueva). Éste era un estudio hecho en los 70' y los avances de tipología actual no estaban en vigor.
Algunos yacimientos como Cueva del Humo (Málaga) sí pueden ser susceptibles de auriñaciense. Existe un musteriense bastante evolucionado en el sustrato y las colecciones tipológicas son más amplias aunque las excavaciones no son demasiado académicas. Puede que en un futuro se conozcan muchas más cosas de esta interesante cueva.
Otro yacimiento conocido desde antiguo es la Cueva de Gorham (Gibraltar) excavada desde finales de los cincuenta. Su “suerte” fue que en ella se hacen una de las primeras series de Carbono 14 dando un resultado de unos 29-28.000 B.P. en el nivel D, el cual tiene unas 54 piezas (raspadores carenados, núcleos para láminas, buriles, etc), lo que no está mal para un auriñaciense, aunque no está muy claro del tipo de auriñaciense que se trata: final, inicial o medio aunque esa fecha de 29-28.000 B.P. sería, más bien, de auriñaciense final.
Gibraltar, en general, se está excavando mucho desde principio de los noventa. Así, en 1990 se volvió a excavar Gorham y se obtienen más cosas y más difíciles de relacionar con las antiguas dataciones. De esta forma tenemos una datación para un nivel de unas pocas piezas no claras que da 32.000 B.P. AMS (que siempre son más antiguas). Pero el conjunto de piezas es pobre y poco claro y para colmo se excava seriamente la cueva en 1999-2000 y la estratigrafía no localiza el nivel del Paleolítico Superior Inicial, pasándose del musteriense al solutrense con lo que hoy día se elude hablar de Paleolítico Superior Inicial en Gorham.
Existen dos yacimientos que tienen excavaciones relativamente frecuentes como Nerja, excavada en cuanto a Paleolítico desde hace poco y dirigido por Jordá en los años 80. Da una frecuencia buena en dos salas: la del Vestíbulo y la de la Mina y presenta una secuencia epipaleolítica y magdaleniense, por debajo un solutrense pobre y por debajo un conjunto aún más pobre. Ello no evita que los niveles 13 a 11 de la Sala del Vestíbulo den una serie de piezas laminares (Nerja no tiene musteriense) no microlaminares, con abundancia de raspadores, algún buril, raspador en hocico lateral, raspadores en ojiva, alguna laminita de retoque abrupto, etc; es decir, lo típico del auriñaciense. El problema es que no existen dataciones absolutas aunque el nivel sedimentológico ofrece un momento climática coincidente con la época.
En Las Arenosas (Guadalete) tenemos una abundancia de raspadores pequeños, junto a buriles, etc, todo presentado por Francisco Giles en una colección de superficie “muy bien pensada”. Se trata de un yacimiento recientemente incorporado ya que son excavaciones del 96-97.
En cuanto a Bajondillo, como se dijo, éste presenta diecinueve niveles. El suelo es de trabertino que es una consolidación vegetal que se formó hace unos 130.000 años, tras lo que se abrió la cueva que el agua fue modelando de forma laberíntica al tender a ir por las capas vegetales fosilizadas. El paquete sedimentario a estudiar para esta etapa estaría entre los niveles 17 y 6 (aunque tras las últimas investigaciones se han detectado dos niveles más; el 19 y el 18). El intervalo entre los niveles 5 y 3 correspondería de forma clara al Paleolítico Superior. Entre el 19 y el 14 estaríamos ante los paquetes sedimentarios musterienses (algunos muy sólidos como el 16). Después hasta el estrato 9 no tenemos ningún estrato general. El estrato 11 marca una ruptura con el 14 en cuanto a tecnología. Así, el 14 es un musteriense final de denticulados y su tecnología es sobre lascas. En cambio, el nivel 11 es ya tecnología sobre láminas, con inexistencia de núcleos para lascas y aparece un conjunto totalmente diferente a la tecnología musteriense: láminas, raspadores en hocico, algunos buriles, mayor abundancia de raspadores y, junto a ello, una serie de laminitas de dorso curvo que chocan con todos los materiales del estrato 14. No hay nada gravetiense en toda la serie. El retoque abrupto no es general. En fin, que todo ello hace que el estrato se pueda definir como auriñaciense. Hasta ahora se había publicado con auriñaciense “lato sensu” pero desde hace un mes tenemos dataciones absolutas que indican que estamos en 31-30.000 B.P. AMS o 28.000 TL (termoluminiscencia), con lo que, según la primera cronología, se puede adscribir el nivel a un auriñaciense pleno (no existe, en cambio, el inicial). Resulta, pues, que existen rupturas con el musteriense aunque el auriñaciense que se instala ya viene formado con lo que es posible que los neandertales y la tecnología musteriense habrían pervivido más tiempo que en el Norte, pero no demasiado más.
05/11/2001
En cuanto al gravetiense hoy se sabe que no deriva del chatelperroniense (antes esto parecía muy claro). Por tanto hay que analizar el gravetiense como evolución tecnológica o innovación con respecto al auriñaciense. Ello tiene el problema a la hora del estudio de los yacimientos, sobretodo en el llamado gravetiense ibérico o mediterráneo ya que existe una heterogeneidad marcada entre los distintos yacimientos gravetienses que hace que apenas encontremos dos con un mismo esquema tecnotipológico, aunque todos tengan unos grandes rasgos comunes: puntas de La Gravette, microgravettes y dorso abatido que, por lo demás no siempre están presentes en la evolución gravetiense y además se invierte la proporción de raspadores y buriles: ahora hay mayor porcentaje de buriles que de raspadores excepto en el gravetiense antiguo donde los porcentajes están más compensados al estar más cerca del auriñaciense.
El gravetiense en todo el litoral mediterráneo tiene una norma: siempre aparece estratificado por encima de los niveles auriñacienses o inaugurando la secuencia estratigráfica (al ser un hábitat nuevo). Ello implica que no existe una relación con el chatelperroniense.
Otra de las cuestiones generalizadores del gravetiense en el Levante es que no existen cronologías absolutas de los estratos gravetienses. Suelen ser momentos fechados utilizando las últimas fechas conocidas para el auriñaciense (sobre el 28.000 B.P AMS) y las primeras del solutrense (21.000 B.P. AMS). El gravetiense portugués sí que tiene cronologías absolutas que coincide con ese intervalo (27-21.000 B.P. AMS).
¿Cómo encaja esto en Andalucía?. El gravetiense, inicialmente en su secuencia clásica, es mal conocido en nuestra tierra. Se trata de una etapa benigna climáticamente hablando (aunque siempre dentro de la glaciación Würm) con lo que las cuevas serían utilizadas con menor intensidad con lo que es más difícil encontrar materiales gravetienses. De esta forma mientras más al sur menos yacimientos con posibilidad de que nos hayan llegado (ya que en teoría son casi todos al aire libre con las dificultades que ello conlleva en cuenta a hallazgos). Se pueden citar, como posibles, sólo dos yacimientos almerienses: Cueva Zájara II y Cueva Serrón (ésta última con sólo una colección muy pobre de materiales). Ambas pertenecen a las excavaciones de Siret. Carmen Cacho hace una recopilación del Paleolítico Superior en el Sureste y recoge todo lo de Siret (entre ello estas dos cuevas). También Fortea en su estudio sobre el epipaleolítico microlaminar introduce estos yacimientos como antecedentes de su estudio. Pero ninguno de ellos es fiable a la hora de hacer todo un estudio sobre el gravetiense en Andalucía.
La mayor parte de las síntesis historiográficas, cuando empiezan a hablar de Paleolítico Superior lo hacen hablando de solutrense y por ello Vega Toscano pretendía llevar el musteriense hasta lindar con el mismo solutrense.
Así estábamos cuando Nerja hace su aparición, siendo excavada en los 70-80 por De La Cuadra Salcedo que dice encontrar enterramientos solutrenses con poca base. A continuación excava Pellicer y tras él lo hace F. Jordá, tras el que sigue su equipo (Villaverde Bonilla, Jesús Jordá, etc.), de forma que a finales de los ochenta se pueden adelantar algunas cosas de Nerja. Se excava en la Sala del Vestíbulo, en la Sala de la Mina y Sala de la Torca. Jordá cogió la secuencia de la Sala de la Mina y la Sala del Vestíbulo (la Torca fue excavada por Pellicer). Jordá, en aquel momento, habla de que se podía localizar un auriñaciense sensu lato y que, probablemente, por encima existiría un gravetiense. En Vestíbulo, en los niveles 13, 12 y 11 y en Mina (en 19, 18 y 17) se afirma la existencia de ese auriñaciense, pero el equipo no ve claro la presencia de gravetiense y se desdice, con lo que en publicaciones antiguas se habla de gravetiense y hoy, salvo que se tomen estas viejas fuentes nadie habla ya de gravetiense en Nerja.
En cuanto a la secuencia de Bajondillo, en el nivel 10 tenemos algunos elementos que nos hablan de tecnología gravetiense con retoques abatidos. La mayoría son piezas fracturadas en sus extremidades con lo que se piensa que estas puntas de la Gravette alargadas con dorso abatido llegarían más allá de los 7 centímetros (macrogravettes). También aparecerían microgravettes (suelen ser de 4-5 cms. y realizadas sobre laminitas). También existen buriles y raspadores (los primeros en mayor número). La conclusión es que en este caso sí podemos adscribir el nivel al gravetiense. Al respecto de este tema tenemos ya cronología de termoluminiscencia (que siempre se quedan cortas) que dan 19.000 B.P. (24/23.000 B.P. en cronología AMS, de la cual aún no han llegado los resultados). De este material se puede apuntar algo; en primer lugar que no debe ser un gravetiense viejo porque la presencia de abundantes gravettes y, sobretodo, microgravettes y un índice de buriles superior al de raspadores claramente, no son lógicos en un gravetiense viejo. Incluso podría tratarse de un gravetiense bastante evolucionado (por la abundancia de microgravettes) y aun parecería ya un protosolutrense (tránsito entre el gravetiense y el solutrense). El problema es que no existe en Andalucía ninguna cueva solutrense que se puede fechar en un solutrense inferior (y eso que existen muchas cuevas solutrenses) con lo que calificar este nivel como protosolutrense es rizar el rizo.
El problema de Bajondillo es la inexistencia de restos óseos, posiblemente porque debe haber algún tipo de sustancia química en el yacimiento que destruye el colágeno de los huesos. En fin, el caso es que incluso en Bajondillo no queda meridianamente clara la existencia de gravetiense, máxime cuando su secuencia es de las más destruidas por las obras.
En resumen: carencia de chatelperroniense, presencia de auriñaciense y presencia de gravetiense pero relativamente reciente. Ello implica que podemos negar la idea de que en Andalucía el Paleolítico Superior empieza en el Solutrense.
08/11/2001
EL SOLUTRENSE EN ANDALUCÍA (Fase Central del Paleolítico Superior).
En Andalucía no existe solutrense antiguo de forma que para centrarnos nos hemos de referir al solutrense viejo del Levante.
Las cronologías irían en torno a 21/20.000 B.P. para el solutrense antiguo. El solutrense medio estaría en torno a 20/19.000 B.P. llegando hasta los 16.500/16.000 B.P. y el solutrense evolucionado tendría una cronología algo más compleja.
El solutrense en Andalucía tiene sus paralelos con otras tecnologías solutrenses peninsulares y sobretodo con el Levante (más que con otras zonas). Al respecto, la primera fase de ese solutrense ibérico mediterráneo muestra al principio unas tecnologías cercanas al gravetiense (dorsos abatidos, pocas puntas ya de cara plana y, aunque los índices raspadores-buriles tienden a invertirse y ser más abundantes los raspadores, en la primera fase están muy cercano dichos porcentajes). Ese solutrense antiguo no parece responder en ningún momento a los ejemplos documentados que tiene Andalucía. Por tanto definir una fase de solutrense antiguo en Andalucía es tan difícil que ningún autor se atreve a hablar de esta fase aquí, aunque ello bien puede ser sólo una carencia de materiales porque no se hayan encontrado aun. La idea de que el solutrense es una creación de poblaciones del Norte parte de la hipotética existencia de bandas de cazadores-recolectores provenientes de allí y que presentarían una amplia movilidad. Esta movilidad vendría demostrada por el hecho de la simultaneidad cronológica en la aparición de las manifestaciones solutrenses en casi toda la Península.
Los primeros elementos documentados del solutrense andaluz los tenemos en el solutrense pleno (o medio); tecnología que en el Levante se caracteriza por puntas de cara plana, elementos foliáceos (fundamentalmente hojas de laurel), una decidida inversión del índice raspadores-buriles a favor de los raspadores y eliminación de las hojitas de dorsos que aun veíamos en la fase del solutrense antiguo. Este modelo de solutrense pleno aparece en Andalucía aunque no demasiado y ello hace pensar que quizá el solutrense tenga una entrada algo más tardía y ello porque al hablar de solutrense medio sólo tenemos Cueva Ambrosio (próxima a la zona levantina) y algunos yacimientos más que dudosos como Nerja y Bajondillo. Como se ve es un movimiento de Norte a Sur litoral.
En cuanto a las representaciones artísticas implican que quizá el solutrense pleno sea más extenso ya que las pinturas-grabados pueden aumentar la relativa escasez del solutrense pleno andaluz aunque ello es difícil de afirmar sólo por el estilo de la representación. Sí existen un par de fechas (sobretodo en la Cueva de la Pileta) que nos empiezan a hablar del aprovechamiento de cuevas interiores en el Solutrense Pleno. En cambio sí que tenemos múltiples yacimientos de la fase evolucionada o final del solutrense.
El solutrense pleno está bien especificado en Cueva Ambrosio con la tecnología ya vista. Su problema es la existencia de una datación absoluta en el nivel del solutrense pleno que da una fecha de 16.500 B.P. No obstante la oscilación de esa fecha es amplia (+/- 1.500 años y no es AMS) siendo, además, una datación vieja de los setenta, lo que hace que sus excavadores (Ripio) cogieran la banda cronológica más amplia situando el yacimiento en torno al 18.000.
De Nerja no tenemos dataciones absolutas para el solutrense pleno. En Vestíbulo, en los niveles 10-9 e incluso en la primera parte del 8, parece existir una correspondencia con un momento relativamente antiguo del solutrense pero con materiales exiguos: algunos raspadores y buriles (más estos que aquellos) y algunos elementos con un cierto carácter foliáceo con retoque plano. Además algunas piezas nos hacen pensar en elementos microlaminares o laminares con lo que todo ello hace que interpretemos esos estratos como solutrense pleno.
En Bajondillo también tendríamos esa posibilidad y podríamos hablar de un primer estrato solutrense en el nivel 9, aunque se trata de un nivel escasamente documentado del que, además, se conserva poco (debido a la destrucción por obras). En la base de ese estrato, además, existen caídas de la visera de la cueva lo que complica aún más las cosas. Hay que recordar que el solutrense corresponde a una etapa muy fría, lo que implica que el agua de las rocas, al helarse, actúa de cuña y rompe las rocas con lo que el lugar sería algo complicado de visitar en la época. No obstante el estrato marca un momento consolidado lo que, a juicio del profesor Ferrer, puede implicar que estemos ante una especie de palimpsesto: materiales diversos depositados no simultáneamente sino que se trataría de piezas de diversos grupos que las depositarían ocasionalmente en visitas ocasionales y puntuales (heterodoxia material). Por exclusión esta tecnología diversa no es del solutrense evolucionado luego tiene que adscribirse (a sensu contrario) a un solutrense pleno o antiguo.
En principio no existen pruebas suficientes para hablar de solutrense antiguo en Bajondillo. Sí es cierto que la base de Bajondillo-9 puede dividirse en dos zonas (B-9a y B-9b), lo que en un futuro podría resolver la falta de documentación y podría ocasionar que pudiéramos hablar de solutrense antiguo en el futuro.
En cambio sí que tenemos constancia del solutrense pleno. Así existen más buriles que raspadores, piezas foliáceas con retoque plano cubriente, tres pequeños fragmentos de puntas de cara plana, algunas láminas y laminitas, etc. Todo ello sin que dominen los dorsos abatidos.
Aunque pobre el conjunto hace pensar en un solutrense pleno. Ello implica la ocupación de la costa con una economía relativamente importante ya que más al interior se darían temperaturas más bajas, siendo la costa, en cambio, más preferente de ocupar dado la benignidad del clima litoral.
El solutrense evolucionado supone una mejora del clima y la transición hacia la inversión climática (cambio de radiación solar y reducción del glaciarismo) con pulsaciones en las que va variando el clima, lo que implicará una mayor ocupación del interior, aunque seguirá siendo amplia la ocupación y aprovechamiento costeros.
El solutrense final (o evolucionado) será muy complejo y en la actualidad su plano ha cambiado. Hasta hace unos años se hablaba de tres momentos de un solutrense final que ahora se denomina solutrense evolucionado:
Solutrense evolucionado I¸ que para los que ven algo más cambiante la fase lo zanjan con la denominación de solutrense superior.
Solutrense evolucionado II, que para los que piensan que ya no es una fase propiamente solutrense su denominación más correcta sería solutreogravetiense (con dos momentos: I y II)
Fenómeno de magdalenización (en terminología antigua) y ahora solutrense evolucionado III o solutreogravetiense III o también fase de desolutreanización. A esta fase se incorporan a veces las fases solutreogravetienses (o como se prefiera denominarlas) anteriores (que para muchos no serían verdaderas fases solutrenses).
Linealmente podemos definir todas estas fases descritas por la presencia de pocas puntas de cara plana, escasos foliáceos, presencia de muescas y puntas de pedúnculo y aletas y elementos microlaminares con dorsos abatidos. Renacen, pues, los dorsos abatidos y de ahí la denominación de solutreogravetiense.
Cuando existe presencia de elementos de cara plana y otros típicamente solutrenses (como los foliáceos) estaríamos en la fase 1 descrita. A medida que las puntas de cara plana y los foliáceos apenas aparecen (a la manera de sustratos que van quedando atrás) estaríamos en las fases 2 y 3. Mientras más puntas de muesca y elementos microlaminares aparezcan más avanzados estaremos y así, en los momentos finales de la fase 3, asistimos a la presencia de algunas puntas en huesos que “huelen” ya a magdaleniense.
Lo que subyace es que el solutrense nunca se impone del todo porque incluso en el solutrense pleno (por ejemplo en Beneito) siguen existiendo muchos elementos gravetienses. De esta forma podemos ver dos corrientes:
Solutrenses más norteños. Se trataría de poblaciones nuevas con tecnología también nueva.
Gravetienses colonizados. Con más elementos de sustrato.
De esta forma existirían nuevas poblaciones y ello lo vemos en que a veces el solutrense inicia los estratos de muchos yacimientos.
Esta línea es difícil seguir en Andalucía debido a las estratigrafías no claras existentes. Sólo algún ejemplo con el solutrense evolucionado I parece que puede seguirse en dos yacimientos:
Cueva Ambrosio (con toda seguridad)
Peña de la Grieta (Jaén).
Ambos yacimientos tienen materiales como algún foliáceo todavía presente y en el caso del yacimiento jiennense tiene por encima de este estrato otro de solutrense evolucionado II bastante claro con puntas de pedúnculo y aletas y puntas de muesca. Pero este sustrato es pobre (con sólo 50 piezas en plan palimpsesto en una potencia estratigráfica amplia de medio metro.
El resto de yacimientos son una amalgama sin seguridad.
09/11/2001
La clase de hoy estará dedicada al Arte en el solutrense para lo cual se recomienda (por parte del profesor Ferrer) que se eche un vistazo al manual de Barandiarán o al Manual de Córdoba (El Paleolítico en Andalucía de Sanchidrián y otros). También se puede ver Las culturas del Pleistoceno Superior en Andalucía editado por el Patronato de la Cueva de Nerja.
En la síntesis de Córdoba (de 1996) se dedica un apartado (p. 62 y ss.) a las manifestaciones simbólicas en el solutrense (porque antes no existen o no se han encontrado en Andalucía) y ello no extraña porque del auriñaciense y del gravetiense tampoco tenemos mucho de cultura material. Cuando se habla en la síntesis de las representaciones se las mete todas en el saco común del solutrense evolucionado movido por los porcentajes estadísticos de las evidencias que hablaban de poco solutrense pleno y mayoría de solutrense evolucionado por lo que se deduce que las representaciones también son de esa fase. Así, si aceptamos que el arte parietal se produce por la complejidad social ello implica que esa complejidad no llega a Andalucía hasta el solutrense evolucionado. Pero desde 1996 a hoy esa teoría ha dejado de tener validez debido a una mayor presencia de cronologías absolutas (AMS en los pigmentos de las pinturas). Cuando se aplica este método de datación hay que arrancar algún trozo de la pintura y cuando éstas son escasas ello es más difícil. Ahora se van teniendo más cronologías detalladas (sobretodo desde los hallazgos de Foz Côa en Portugal).
Desde la teorización de los estilos de Breuil se ha comprobado que esto (la teorización) no siempre se cumple y ahora existen referencias más concretas. Así, en Andalucía, las dos únicas fechaciones absolutas; las cuevas de La Pileta y Nerja, dan fechas en torno al 20.000 B.P. En La Pileta se documenta un toro y en Nerja un ciervo y ello no es índice de solutrense evolucionado sino, en todo caso, solutrense antiguo o pleno como mínimo. De esta forma podemos comprobar que el solutrense artístico empieza en Andalucía más tempranamente de lo que se pensaba.
También en el estrato 8 de Bajondillo existe una plaqueta arañada y dos en Nerja con trazos curvos que se suponen representaciones simbólicas a base de trazados. Así hay que ir pensando en una pintura más temprana en Andalucía.
Se puede comprobar que el amplio margen de cuevas con pinturas implica todo el sustrato de Andalucía Oriental. Que no aparezcan en Andalucía Occidental no implica que no las haya sino más bien que el medio cárstico es menos importante que en la parte oriental de la región. No obstante la ampliación hacia Occidente se va ya viendo. Las representaciones artísticas decaen durante el epipaleolítico para reaparecer con posterioridad durante el neolítico cuando las tenemos, ya, en la provincia de Cádiz (luego pudieron existir también antes aunque hay, al respecto, una ausencia de proyectos de investigación). El caso es que tenemos un bloque “artístico” que va desde la Cueva de la Pileta (en el oeste) hasta la Cueva de Almaceta (en el este). Las representaciones parietales, además, tienen continuidad y una vez que se usan debieron seguir utilizándose.
En el Manual de Córdoba existe una tipología diversa de cuevas con arte parietal:
-
Cuevas con restos de hábitat.
-
Cuevas sin restos de hábitat.
-
Cuevas donde las figuras están bien iluminadas (en los principios y en relación directa con los hábitats como en Cueva Ambrosio)
-
Cuevas donde las áreas de ocupación están separadas bastante de las áreas de representaciones parietales.
-
Pinturas al aire libre o en abrigos rocosos sin restos materiales cercanos.
-
Santuarios profundos (como en la Cueva de la Pileta).
La presencia o no de hábitat propone una interpretación distinta. Así se puede decir que intervienen distintos elementos diferentes entre ellos. En el trabajo de Arteaga, Ros, etc. Peña de la Grieta no tiene representaciones artísticas pero se trae a colación y se interpreta como que tiene importantes visitas por las bandas, lo que implica que se articula el territorio andaluz en función de los recorridos de esas bandas de cazadores-recolectores. Se intenta conformar un sistema territorial y así estos autores buscan un nexo en las representaciones pictóricas.
Existe una articulación del espacio en Andalucía durante el solutrense al parecer coherente con una estructura social y ello se demostraría con la presencia de cuevas con pinturas rupestres. Se indica la obviedad que existe conexión entre las cuevas con pinturas con zonas económicas (porque todas están en terrenos de caza). En efecto todas aparecen en zonas de valles o zonas de caza de lagomorfos (conejos), aunque no existe ningún conejo pintado. Esas cuevas serían los lugares idóneos para las reuniones colectivas donde podrían ir los grupos “emparentados” lo que llevaría consigo la idea de territorialidad de un grupo emparentado que se reuniría en la cueva para sus intercambios sociales (ceremonial de alianzas, cooperativismo, relaciones sociales, solidaridad grupal, etc.). Se plantea a estas cuevas con pinturas como lugares de convergencia para la concreción de las ententes territoriales no sólo a niveles ... Se propone el tránsito hacia una estructura parental social posterior. La moda de la arqueología social hace que esta idea sea cada vez más atractiva.
En la realidad, hasta ahora, el catálogo figurativo andaluz no permite explicar una base coherente para esta documentación. Pero no existe ni unificación del bestiario en las distintas cuevas que marque un elemento común. Se ha llegado a decir que lo representado sería un elemento totémico (el tótem del grupo). En la actualidad cualquier extrapolación que se haga de las representaciones parietales buscando vertebrar una geografía social (intento descrito) en Andalucía es algo muy arriesgado.
Arteaga y Ramos desarrollan otra línea de investigación y extrapolan los planteamientos de sociedades avanzadas buscando las raíces (como influencia de la antropología social de moda). Lo que es cierto, en todo caso, es que las posturas existen y que están entre los que consideran que lo conocido permite lo que hemos examinado supra y posturas más prudentes que piden esperar a una mayor documentación para teorizar. Así tenemos yacimientos en Andalucía con un amplio componente? desde el solutrense, un pobre nivel de representaciones mobiliares (que simbólicamente son más importantes porque son lo que las poblaciones pueden llevar consigo) y algo que no funciona en el solutrense por lo que se ha visto en los yacimientos con restos de hábitat pero que, sin embargo, sí que se dará con el magdaleniense: que el animal representado es el animal consumido. Así, por ejemplo, en Cueva Ambrosio se como mucho conejo y, sin embargo, éste no se representa. En el magdaleniense, pues, sí que se dará esta dualidad representación-alimento con, por ejemplo, la representación de salmones y otros peces.
12/11/2001
EL MAGDALENIENSE EN ANDALUCÍA.
Se da, en esta fase, una reducción de yacimientos con respecto al solutrense y hoy se verá porqué sucede esto. En el resto de la Península Ibérica hay que irse, como referencia para Andalucía, al Levante. Allí el magdaleniense está subdividido en tres partes (aunque algunos no aceptan el magdaleniense medio):
Magdaleniense inicial.
Magdaleniense medio.
Magdaleniense superior o mediterráneo.
En la primera fase (la más antigua) no existen arpones que sí existen en la fase superior (no queda clara su presencia en la media). La fase superior o mediterránea es la que más restos nos ha dejado. La fase antigua sólo es observable por encima del paralelo 39-40. En cambio, contemporáneamente a la fase antigua, aquí tenemos el solutreogravetiense que se vio antes.
En Andalucía, pues, no existen testimonios de magdaleniense antiguo o medio y sólo los hay, en un momento avanzado, del magdaleniense superior. Se citan dos fechas para decir que esto no deber ser una realidad absoluta: una de Carbono 14 convencional en Carigüela y otra del mismo sistema en Nerja que dicen que estamos ante una fecha de 13.500/13.400 B.P. lo que supone un momento más antiguo del que realmente se tenía por la fechación tecnotipológica. Tendremos que aceptar las fechas absolutas con respecto a la estratigrafía de Nerja de los primeros momentos de la excavación de Jordá en Mina y Vestíbulo. La cronología de Nerja no va más allá del 12.000 B.P. (nivel 16 de Mina y nivel 7-6 de Vestíbulo). Ello equivale en el Levante a un magdaleniense superior o mediterráneo no muy viejo. De esta forma tenemos la existencia de unos 3.000 años sin la presencia de magdaleniense efectivo en Andalucía y ¿por qué?. No existe una explicación absoluta. Se ha propuesto un cierto abandono territorial debido al recrudecimiento del frío con respecto al solutreogravetiense. Se han propuesto, también, fenómenos de conservación de sedimentos (vaciados de las cuevas en fases posteriores) ya que comienza la oscilación templada de Alleröd con un clima lluvioso que haría que el agua vaciara el sustrato de sedimento del momento. También se ha hablado del abandono momentáneo del hábitat en cuevas cambiándose por el aire libre, del que tampoco quedarían restos por las mismas causas lluviosas.
Existe un hecho constatado: que cuando aparecen tecnocomplejos magdalenienses estos son del magdaleniense superior mediterráneo (momentos finales) en la fase B con presencia de material óseo, arpones, puntas de hueso (no excesivamente abundantes) y un utillaje microlaminar bastante diversificado (raspadores, buriles, hojitas de dorso, ...).
Sobre esta base vendría una última fase magdaleniense, que por las fechas absolutas existentes debía finalizar en torno al 10.500 B.P., donde el material óseo (como los arpones) va desapareciendo y aunque siguen existiendo algunas puntas de hueso lo típico es la presencia de materiales microlíticos donde la presencia de elementos geométricos marca la pauta (por ejemplo los triángulos escalenos).
No obstante tampoco es que existan muchos yacimientos que identifiquen el magdaleniense en Andalucía (como Nerja o algún momento de El Pirulejo). Incluso en el yacimiento de Nacimiento (Jaén) se trataría de materiales más modernos.
En Andalucía existe un epílogo posterior en lo que se denomina epimagdaleniense identificable más por el condicionamiento de los estratos, metidos en fase casi holocénica. La variación tipológica apenas se nota, existiendo, en todo caso, una vuelta a la inversión raspadores (que aumentan) buriles (que disminuyen), un descenso en número de las laminitas en la fase B, etc., criterios tecnológicamente “aburridos” (sic) y que apenas difieren si no es porque aparecen más arriba en los estratos. Debido a ello existen dificultades para identificar la diferencia en los yacimientos (como sucede en Hoyo de la Mina).
En el ámbito de las representaciones artísticas el magdaleniense en Andalucía también representa una eliminación de los contextos ornamentales (al menos los parietales). Sólo podemos hablar de casos en Nerja y Pileta. En Doña Trinidad (Ardales-Málaga) parece que existen también algún ictiomorfo (pez) pero para hablar de relación de pinturas y momento sólo los dos primeros. En Ermita del Calvario (Cabra-Córdoba) también tenemos representaciones que pueden ser adscritas a esta fase. Existen materiales mobiliares (plaquetas grabadas y elementos ornamentales posteriores) en algunas cuevas, pero poca cosa en general.
Durante el magdaleniense se da, pues, una retracción del arte que tanto se dio en el solutrense. Ello nos puede llevar a la “condensación” de los santuarios que antes, durante el solutrense, presentaban una cierta atomización. Así sólo Pileta y Nerja presentan este carácter santuarial y es que ambas grandes cuevas concentrarían el entorno ya que poseen en su hinterland recursos muy variados y ricos. Al respecto Nerja tiene una estratigrafía que nos habla de profusa utilización. Pileta es más enigmática porque está menos estudiada. En fin, que por ello hablamos de condensación y de fuertes núcleos poblacionales. Por otro lado ello puede ser síntoma de una articulación de población de costa e interior. Es cierto que los animales representados ahora se acercan más al biotopo circundante: en Pileta ciervos y caballos y en Nerja peces, aunque los ictiomorfos también se dan en Pileta.
En Nerja existiría una importante colonia de focas monje que se extinguirían al ser esquilmadas entre el magdaleniense y el epipaleolítico. Es posible que estas focas fueran capaces de remontar los ríos que comunican la costa con el interior y por ello parece que también tenemos focas representadas en Pileta. También es posible que existiera una importante movilidad territorial desde la costa que transmitiría relaciones con agregaciones temporales y disgregaciones interior / exterior. Es cierto que la necesidad de movilidad en este momento es menor y ello da que pensar sobre si son reuniones programadas las que se darían porque lo cierto es que subsistencialmente no necesitan moverse. Al respecto el aprovechamiento de Nerja demuestra el consumo de una biodiversidad enorme con una amplia gama de alimentos (mamíferos, aves, fauna marina que incluye peces de alta mar, ...). El estudio de las aves y su momento de caza (se trata de aves migratorias), el consumo de productos de roqueo, etc. implican una presencia poblacional dilatada y durante todo el año. Quizás en verano remontarían al interior (aunque no excesivamente lejos). En fin, que la movilidad es más reducida y centrada en territorios más concretos con lo que ahora sí que existiría una relación territorial de los grupos. Este sería, pues, el mecanismo del magdaleniense.
Existen otros materiales en Nerja. Parecen existir restos de arpones (aunque no está claro). Sí que existen elementos biapuntados (antecedentes de los primeros arpones): pequeños punzones o micropunzones biapuntados y en hueso de los que se ha supuesto su uso como anzuelos por la existencia abundante de raspas de pescado. Nerja tiene una economía decisivamente litoral (muchos productos marinos) pero que no llegaría a restar importancia a los productos terrestres ya que no suponen un aporte dietético superior al de los mamíferos.
Arpones, con seguridad, sólo los tenemos en la Cueva del Higuerón, donde aparecieron un claro fuste mesial de arpón, un fragmento final y poco más. Se trataría, en todo caso, de arpones pequeños. También tenemos la presencia de algún arpón en Hoyo de la Mina, Cueva de la Victoria, Cueva del Suizo y Cueva Tapada (en Torremolinos).
Siguiendo con Nerja tenemos la presencia de algunos elementos decorados, generalmente trazos lineales, y algún trazo que llama a figurativo. También tenemos elementos de hueso que pudieron servir como mangos u otros usos. Concluyendo, este magdaleniense superior mediterráneo B está bastante bien representado.
16/11/2001
LA TRANSICIÓN ENTRE EL PALEOLÍTICO Y EL NEOLÍTICO.
Se trata, ésta, de una etapa con ambigüedad definitoria (aquello de epipaleolítico o mesolítico). Últimamente la tendencia en Europa y la Península Ibérica es intentar ver las dos etapas: una continuista y otra de transición al neolítico (epipaleolítico y mesolítico respectivamente). Esta visión parece consolidarse en el Cantábrico con el aziliense (epipaleolítico) y el asturiense (mesolítico) donde en el primer caso (aziliense) seguiría existiendo un sistema de caza-recolección continuista mientras que en el segundo (asturiense) existiría más sedentarismo con un mayor arraigo al territorio.
Cuando lo anterior lo tratamos de ver en el Levante y en el Sur la cosa no queda tan clara ya que la tradición gravetiense sigue muy enraizada e incluso en el magdaleniense se destaca más.
Hace tiempo Fortea intentó clarificar la evolución levantina en los momentos iniciales del holoceno. Esto fue en los setenta, con su tesis doctoral sobre el mundo levantino. Define dos momentos:
Un momento antiguo próximo al magdaleniense donde las tecnologías son una evolución de aquel, abundando las microláminas y de ahí la conceptuación como epipaleolítico microlaminar. Apenas se diferencia del magdaleniense (según el profesor Ferrer), sólo el aprovechamiento de conchas, cierta desaparición del hueso y los arpones, en fin, nada significativo. Fortea ve regionalizaciones o tendencias en esa industria microlaminar ejemplificadas en dos yacimientos:
Tendencia de Sant Gregori de Falset.
Tendencia de Mallaetes.
Ambas con +/- un 30% de elementos microlaminares, raspadores pequeños sobre laminitas y lascas pequeñas. Ello en ambas tendencias. No se trata de áreas regionales con lo que se quiere indicar una cierta movilidad aún existente en los grupos, pero manteniendo una relación con ámbitos territoriales determinados que dominan.
Un segundo momento en el que se abandona esa tendencia microlaminar que es sustituida por elementos geométricos que durante el magdaleniense se hacían con la técnica del microburil y que ahora se hace con otras técnicas. Así aparecen triángulos al principio y trapecios con posterioridad. En esta fase, denominada por Fortea epipaleolítico geométrico, este autor ve también dos facies o tendencias:
Facie Filador. Más norteña,
Facie Cocina. Más sureña, tomando su nombre de este yacimiento en el que tenemos toda la serie del epipaleolítico geométrico y del neolítico.
En la actualidad la tendencia es a considerar que el epipaleolítico microlaminar en el Levante y más en el Sur podría tratarse en realidad de una continuidad del magdaleniense ya que las microláminas ya aparecían entonces, así como los pequeños raspadores. De esta forma tenemos autores que hablan ya de epimagdaleniense.
En cuanto a la segunda fase no existen novedades terminológicas pero también se está viendo que no es tan como lo definía Fortea, con lo que algunos, basándose en la fuerte presencia de concheros, fundamenta una “nueva etapa”: Etapa de concheros, más tendente a la intensificación de la recolección aunque no puede ser un término genéricamente aceptado porque no en todos los sitios se dan concheros y así, donde no tenemos concheros seguimos con la caracterización por el útil de piedra.
En Andalucía, durante esta época, tenemos tanto yacimientos litorales como interiores. Hubo un momento (en los tiempos de la tesis de Fortea y hasta los ochenta) en que se decía que existía una banda litoral mediterránea y otra franja litoral cantábrica. Prácticamente no había nada en Galicia y, después, teníamos la zona portuguesa del Muge donde sí se hablaba de mesolítico aunque con elementos geométricos casi paralelos a los de Cocina (triángulos y trapecios). Se hablaba en Portugal de colonización prehistórica desde España y se decía que los levantinos habían surcado el Tajo colonizando su desembocadura de forma muy rápida. Hoy vemos que el territorio está poblado entero aunque existen muchas lagunas arqueológicas. Cuando se investiga sistemáticamente se va viendo la realidad y así sucede en Andalucía donde se pensaba que el epipaleolítico era sólo litoral y cuando se ha excavado en el interior se han encontrado yacimientos adscribibles como epipaleolíticos (como sucede en torno a Zueros. Ver mapa). El problema es que los sitios abruptos están menos prospectados. Destaca el yacimiento de Olivar de las Patudas (Córdoba) que linda con la zona extremeña.
El problema es que casi todo lo existente son colecciones que se definen como epipaleolíticas por la unión de todos los estratos para hacer un estudio global y lo cierto es que no tienen una gran seguridad, salvo Nerja, El Pirulejo (estratos nº 2 y 3) y Hoyo de la Mina. Luego están las series del Río Palmones y del Guadalete con recolecciones superficiales difíciles de clasificar y asegurar como epipaleolíticas, aunque sus grupos de investigación así las definen. También existen colecciones de superficie en los yacimientos de la costa onubense con presencia de piedras macrolíticas en playas holocénicas que funcionarían como en el asturiense. También, así, en Bajondillo, por encima del nivel 6 existen estratos que podrían ser epipaleolíticos o magdalenienses finales porque encima aparecen estratos neolíticos. Puede ser que exista concentración social en Hoyo de la Mina y Nerja y por ello no existirían tantos yacimientos epipaleolíticos. En realidad muchos yacimientos o estratos adscritos como epipaleolíticos microlaminares podrían ser magdalenienses y existiría poco epipaleolítico geométrico porque existiría concentración social.
TEMA 3
LAS COMUNIDADES PRODUCTORAS DEL NEOLÍTICO EN ANDALUCÍA
03/12/2001
Aparte de ser un concepto tecnotipológico el neolítico es también un concepto de cambio de estructura socioeconómica. Sus orígenes pasan por una aceptación básica inicial: o es autóctono o es alóctono. Esta disyuntiva es realmente reciente (de veinte años hacia acá) porque antes sólo se pensaba en la teoría difusionista (el neolítico venía de fuera). Ahora vemos que existe más complejidad en cuanto al origen y ahora se introduce la variante de una posibilidad de surgimiento autóctono. Esta posición ha estado pivotando desde fines de los ochenta - mediados de los noventa. Hoy el autoctonismo es, cuando menos, silenciado y los autoctonistas están callados, con lo que se está volviendo a la aceptación de un fenómeno de origen externo, aunque surgen problemas colaterales: si bien se acepta que el fenómeno de desarrollo del neolítico tiene que ver con la teoría del frente de avance, los lugares de llegada, cómo llegan, cómo afectan a los indígenas, su expansión por la Península Ibérica y cómo afecta a Andalucía son problemas que no están muy resueltos.
Un primer problema terminológico es el referirse a esa llegada del norte como fenómeno de aculturación (se habla de ello excesivamente). Es cierto que existen poblaciones epipaleolíticas geométricas que adoptan algunos de los parámetros de la cultura material más innovadores que le llegan de fuera (básicamente la cerámica), pero todo lo demás (patrones tecnológicos de la neolitización) está en el sustrato epipaleolítico peninsular. Así los materiales de sílex son los mismos, la piedra pulimentada ya estaba en el sustrato epipaleolítico geométrico final (por ejemplo en Portugal con los sistemas de abrasión), el trabajo en hueso se había desarrollado extraordinariamente en el Paleolítico Superior, el conjunto de adornos ya estaba presente, etc. De esta forma salvo la cerámica todo lo demás estaba en el sustrato (tampoco, por supuesto, la domesticación).
Existen poblaciones epipaleolíticas de las que no se conservan síntomas de domesticación pero de las que, en cambio, sí que quedaron restos de cerámicas (a ello se refiere lo de aculturación). Así, por ejemplo, en Cocina III tenemos una fase de epipaleolítico geométrico con cerámica.
En Andalucía tenemos cosas parecidas como la Cueva del Nacimiento (Pontones-Jaén), también un epipaleolítico geométrico con cerámica pero sin restos de domesticación (ni animales ni cereales), aunque no siempre conservamos los elementos domésticos y es que no siempre la recolección elimina la depredación y, por tanto, no es un buen ejemplo. Además podemos decir que existen productos domésticos que pueden entrar en la cadena alimenticia de los cazadores-recolectores (por ejemplo la cabra que se escapa).
En el Neolítico levantino los procesos de inicio del neolítico están más claros y el resto de la Península Ibérica ha tenido una colonización investigadora por las escuelas levantinas. El esquema es fácil: en el sustrato epipaleolítico geométrico de la costa, en el cambio del V Milenio a.C. aparecen los neolíticos (Coveta de l'Or, por ejemplo, tiene fechas de 6.700 B.P.). En esos momentos existe una seriación material con cerámicas decoradas con cardium edule impreso (cerámicas cardiales). El primer neolítico levantino es así y después evoluciona hacia lo que se conoce como epicardial, tras lo que el Levante desarrolla decoraciones cerámicas de tipo inciso con los demás parámetros neolíticos (domesticación, pulimento, etc.) e impresiones no cardiales (peines, ruedecillas dentadas, impresiones de caña cortada, ...). Eso sustituirá a la cerámica cardial a la par que se da un mayor énfasis en la domesticación. Ese modelo es el que se quiere trasladar a toda la Península Ibérica (también a Andalucía).
En Andalucía existe un hándicap inicial: la temprana investigación de los yacimientos (desde finales del siglo XIX) con cuevas reiteradamente excavadas, expoliadas, vaciadas, etc. La riqueza de materiales de las cuevas del litoral andaluz y la profusión de cuevas en el Sur han hecho que además la investigación se concentre entre Almería y Málaga y que la mayoría de los yacimientos se localicen en las provincias de la Andalucía Oriental (aunque poco a poco se han ido incorporando las demás provincias). Así se han investigado tempranamente con supuestos metodológicos “simplistas”. Ello ha hecho que la documentación generada no soporte las críticas y las contrastaciones. Además esa riqueza documental define pronto la existencia de un sustrato poblacional con fuerte personalidad, con lo que llega un momento en que se dice que aquí existía una cultura de cuevas neolíticas que tiene un patrón en las cerámicas similares: la cultura de las cuevas con cerámica decorada. Ese término se acepta aunque hace alusión a unos grupos en los que la cerámica es básicamente no cardial y, por tanto, en el modelo levantino correspondería a una fase más avanzada. Cuando aparecen las primeras fechaciones absolutas (Zueros en Córdoba) éstas dan, también, una cronología avanzada (6.200 B.P.) correspondiente a un neolítico medio en otras latitudes. Cuando aparece algún elemento cardial lo es en poca cantidad y escasamente significativo y, por tanto, siempre se le sitúa en una fase prácticamente de pervivencia de la cerámica cardial en Andalucía. De hecho la mayoría de las síntesis hasta hace poco sólo hablaban de neolítico medio en Andalucía. Además, hasta hace poco, el patrón de estudio del neolítico era la cerámica exclusivamente. El tiempo ha demostrado que había mucho por investigar y que la cerámica cardial no era infrecuente sino que sólo era no muy deseada. El problema es que muchas veces aparece descontextualizada: así, por ejemplo, en Carigüela, donde están las mejores series de cerámica cardial de Andalucía, Cueva de Malalmuerzo (Granada), el yacimiento de Las Majolicas (Alfacar-Noroeste de Granada), Cueva de las Goteras (Mollina-Málaga), Cueva del Higuerón o del Suizo (Rincón de la Victoria-Málaga), el cardial más oriental de Cueva de Lubrín (Almería). También en Cádiz tenemos la Cueva del Parralejo o el yacimiento al aire libre de La Esperilla.
Debieron existir más yacimientos al aire libre pero sabemos que son problemáticos de documentar aunque, de todas formas, vemos que no sólo existió una cultura de cuevas. Así se hablaba de cerámica cardial de los últimos momentos del neolítico antiguo y de los primeros momentos del medio, coincidiendo y coexistiendo con las cerámicas incisas.
Coincidiendo con esto aparece la cerámica de almagra (un engobe rojizo más o menos claro o espeso). Alguna cerámica cardial también aparece junto a la almagra.
Existe pues una simbiosis de técnicas decorativas incluso en los mismos vasos. Ello hace que la concepción de cómo se realiza esto en Andalucía es muy compleja. Cuando empiezan a aparecer fechaciones absolutas considerablemente altas (fines de los ochenta y principios de los noventa) se plantea una doble hipótesis sobre a qué deben responder estas fechaciones.
Existen, al menos, tres cuevas básicas que son paradigmas:
Cueva Chica de Santiago (Cazalla de la Sierra-Sevilla)
Cueva de la Dehesilla (Cádiz)
Cueva de Nerja.
Se trata de tres cuevas que sin tener cerámica cardial tienen unas fechaciones muy antiguas: desde los 7.900 B.P. de Cueva Chica de Santiago y Nerja, hasta los 7.600 B.P. de Dehesilla, lo que implicaría la existencia de neolítico 1.000 años antes que en la Coveta de l'Or y más o menos como en Cova Fosca, con lo que se trataría de cerámicas anteriores a la cardial y con fechas más viejas que ésta. Ello implica, según Pellicer y esposa, cierto autoctonismo: fechas viejas, cerámicas distintas a la cardial y, por tanto, posibilidad de surgimiento autóctono del neolítico (a la par que fechaciones tan paradigmáticas como las de Nea Nikomedeia en Grecia). Además se vale de elementos domésticos teóricos como el cerdo (un ejemplar aparecido en Nerja), desde el epipaleolítico final (también el bos taurus), pero ni cabra doméstica ni ovejas. Aunque, de hecho, así lo afirma la Escuela Paleontozoológica de Munich, puede tratarse de una contaminación de estratos. Además se demuestra que el cerdo no tiene parangón puesto que no existe evolución del cerdo con lo que es contaminación o error de apreciación en cuanto a la catalogación de esta fauna. En fin, que el rechazo de esta fauna, la inexistencia de ancestros, etc. hacen que se rechace pronto (1998) la idea de autoctonismo y se comience a hablar de neolítico viejo con otro patrón distinto al del Levante.
05/12/2001
Actualmente la mayoría de los investigadores opina que la llegada del neolítico a la Península Ibérica es alóctona. Rechazada la autoctonía, en Andalucía lo que se plantea es que el neolítico es más antiguo que en otros lugares, con unas cronologías excesivamente viejas con respecto al resto de la Península. La explicación de que este neolítico antiguo inicial tenga carácter propio andaluz es lo que defiende Pellicer, encontrando parámetros diferentes a los del Levante, con cerámicas almagras o incisas o la decoración por cordones aplicados, todo esto visto en el “sistema” andaluz. Con todo esto se crean las características especiales de este neolítico antiguo en Andalucía.
La discusión de este planteamiento viene motivado sobretodo por la evolución de este conjunto a nivel estratigráfico y el papel que en éste tiene la cerámica cardial. Así, con anterioridad a los estratos con representación de cerámicas cardiales tendríamos un material arqueológico típico de Andalucía al que se superpondría el cardial (que provendría del neolítico levantino donde predomina en primer lugar esta cerámica cardial).
En Andalucía se desarrollarían las cerámicas incisas típicas en primer lugar, independientemente del discurrir de la cardial del Levante, procedente de Oriente en el paquete del frente u ola de avance.
La explicación que se le ha querido dar a estas cerámicas no cardiales es que pudieron llegar del norte de África. Esta hipótesis surge al tener que explicar que estas cerámicas sean anteriores a las cardiales y, por tanto, no orientales pero tampoco autóctonas. En fin, se trata de una teoría difícil de creer.
Por regla general, al aparecer cerámicas incisas junto a cardiales, aquéllas siempre aparecen sobre éstas y predominan sólo cuando las cardiales van desapareciendo. Así, las incisas parecen ser un proceso posterior a las cardiales y ello encaja con el proceso levantino. Por ello la dificultad de creerse las fechas tan antiguas de Andalucía y de ahí que se las considere no válidas o contaminadas.
Hay diferencias de conservación de materiales, de tal manera que se entienden algunas cosas historiográficas como aquella conceptuación antigua de la cultura de las cuevas y neolítico o cultura de Almería. Esto se debió a los métodos de investigación ya que las cuevas eran localizables fácilmente. Actualmente esto implica un cambio en todos los patrones establecidos y se introducen otras zonas como el literal cárstico mediterráneo y el conjunto de las serranías cordobesas, también representantes del neolítico serrano interior a los que se añaden algunos ámbitos de Cádiz y otras zonas más occidentales a las que se suma también el medio de hábitat al aire libre (campamentos o simples cabañas) de las que sólo quedan restos de las actividades realizadas allí, no las estructuras que permitan reconocerlas como neolítico. Actualmente, mediante sistemas de búsqueda aleatoria nos encontramos con un mayor número de yacimientos al aire libre en detrimento de las cuevas (que en etapas anteriores eran las únicas investigadas). Se trata de yacimientos neolíticos cuyo número se va incrementando a medida que avanza el periodo neolítico, entre otras cosas por el desarrollo de los sistemas de agregamiento poblacional, en que los grupos familiares se van agregando entre si pero sin olvidar los poblados dispersos anteriores que no desaparecen.
09/01/2002
La creencia que el neolítico medio era una fase de cuevas exclusivamente se está rechazando ahora por el conocimiento actual de pequeños agrupamientos al aire libre para la explotación casi sedentaria del espacio, donde el aprovechamiento cerealístico es ya más significativo (en las Cuevas no era tan significativo). Ello lleva a pensar que ahora las incidencias de la agricultura producen un tipo de contradicciones sociales que determinan un cambio estructural con lo que se podría llegar a hablar de la teórica revolución de la agricultura. Esta visión ha sido defendida por investigadores como Cabrera o Nocete en el sentido que las transformaciones hacia una estructura más compleja en la Edad de los Metales se basaba en una modificación de los comportamientos por la incidencia agrícola. Se produciría una mayor sedentarización de los grupos de parentesco que se vinculaban al territorio variando de un sistema de población dispersa a otro sistema de población más concentrada con lo que se daría lugar a las primeras aldeas que, durante el neolítico final, serían la consecuencia de ese proceso basado en la agricultura.
Esta atractiva tesis de efímera aunque radical vigencia es puesta en duda a raíz de diversos descubrimientos bastante significativos, hace 10-12 años, como el caso del yacimiento del Polideportivo de Martos que ponía de manifiesto la existencia de una población que, con una gran carga ganadera, planteaba la tendencia al sedentarismo y hacia la transformación de los modelos sociales. Ese descubrimiento, pues, tambaleó las tesis cerealísticas situándolas en su lugar.
De esta forma se llegó a la conclusión de que la agricultura ha podido influir en las transformaciones sociales existentes pero la ganadería también ha jugado su papel en el camino hacia el sedentarismo y tanto agricultura como ganadería son importantes en el neolítico medio-final. Ahora vemos ya que no sólo las cuevas sino todos los ámbitos andaluces están explotados durante el neolítico medio (todos los ecosistemas) y sólo la no conservación (por diversos motivos) de restos arqueológicos daba a entender la antigua versión de las Cuevas.
Es cierto que los datos dan a entender en el neolítico medio un aprovechamiento más ganadero que agrícola, pero ocurre que la producción cerealística de la época es muy autárquica sin que se busquen los excedentes. Por ello no hacen falta campos extensivos y la producción es conseguible incluso en un ámbito serrano (con tal que éste no sea demasiado abrupto o alto). Así, por ejemplo, en Málaga existen testimonios de agricultura familiar en una allanada en pleno Torcal (Cueva del Toro), en torno a los 900-1000 metros. Así el cereal no debió ser de producción masiva ni las agrupaciones debieron ser extensivas sino familiares dado que la población, como se dijo, era una población dispersa en el neolítico medio. Esta población, además poseería sus pequeños rebaños, siendo, en fin, una economía relativamente autárquica.
En el neolítico final las cosas van variando y vemos como en los materiales arqueológicos empiezan a proliferar formas cerámicas abiertas (grandes fuentes, junto a pequeñas escudillas, platos, cuencos, ...) que se han interpretado como vajillas de concentración familiar que recogen el alimento y lo reparten entre la población. Existe una cierta unificación en los modelos cerámicos escaseando la decoración y buscando la funcionalidad, lo que implica que mientras más aséptica y menos simbólica sea la vajilla más llegará a los distintos grupos. Aunque perduran los elementos líticos de caza, los elementos de hoz, con sus restos de pátina de la siega, están más presentes. Esto también implica que las prácticas agrícolas proliferan en esta época aunque todavía es una agricultura no extensiva y familiar de agrupaciones pequeñas.
La ubicación de esas agrupaciones parece que marca la tendencia a proliferar en los llanos y, por tanto, implica un mayor aprovechamiento de las zonas de valle. Ello obliga a desarrollar estructuras urbanísticas diferentes a las existentes y se empiezan a ver las primeras aldeas (o casi) semisedentarias que pueden trasladarse en el momento en que el terreno agrícola no dé más de si. No obstante son aldeas sin estructura urbanística, tratándose de diversas chozas agrupadas. Muchas veces son estructuras pegadas a los abrigos de roca que se techan y se aprovechan como estancia (en Málaga, señala Ferrer, se aprovechan mucho las fisuras de las rocas como en el caso del Cerro Coronado). Éste es, pues, el desarrollo preurbanístico de la Andalucía del neolítico final. Se empiezan a ver algunos poblados que tienen ya valor de tales aunque se descubrieron tempranamente y están mal documentados.
Quizás entre los poblados más investigados (por ser de descubrimiento reciente) estén los del Polideportivo de Martos y la gran aldea de Marroquíes Bajos. Ésta última es una aldea que surge en esta época del neolítico final (y se seguirá desarrollando más en el Cobre y Bronce. Por su parte, el del Polideportivo de Martos es un poblado con evidencias más simbólicas que estructurales. Estos hallazgos están demostrando que junto a las estructuras efímeras de barro y cañas se está desarrollando un modelo de construcciones semisubterráneas (también denominadas siliformes) donde todo: casas, graneros, incluso enterramientos, utilizan un tipo de construcción que marca en el terreno formas aproximadamente circulares que profundizan el terreno y despejan hacia el subsuelo un espacio más o menos profundo, pudiendo llegar a ser lo suficientemente hondo como para posibilitar la movilidad humana en el interior (A) o que se queda a una determinada altura que permita completarse mediante estructuras aéreas (B).
Algunas de estas construcciones tienen indicios de actividades domésticas y otras son tan pequeñas que sólo debieron servir como depósitos o incluso como recogidas de aguas superficiales. Cuando esas estructuras dejan de ser funcionales se utilizan, por ejemplo, para enterramientos. El caso más evidente está en el Polideportivo de Martos donde se utilizan para enterramientos humanos y también para enterrar animales (con lo que estos poseen un claro valor simbólico. Así existe un lugar de enterramientos de perros en exclusiva, lo que nos pone sobre la pista del valor del perro como ayuda en el pastoreo. También aparece allí un bóvido entero enterrado y ello es también muy simbólico al no haber sido aprovechado para alimento y haberse enterrado en una de estas estructuras.
Tan importante son estas estructuras en Andalucía que, a principios de siglo se habló de Cultura de los Silos del Bajo Guadalquivir porque en principio se pensaba que sólo se daba en esta zona. Después se fue comprobando que este tipo de estructuras aparecía por todos lados: zona de Montejaque, Nerja, Ardales, Rota, Almería, Marroquíes Altos, Cerro de Greal en Granada, etc. Con ello vemos que no se trata de estructuras aisladas ni típicas de algún sitio concreto sino que están presentes por toda Andalucía.
La idea de que todo esto suceda en el neolítico final es aprovechada por algunos autores para decir que los hábitats semisedentarios empiezan a convertirse en sedentarios y permanentes porque nadie va a perder una importante cantidad de tiempo en excavar estas estructuras en la tierra si no es con la tendencia a acomodarse en ese territorio. Eso es relacionado con el cambio social e ideológico y si antes el motor de esos cambios se veía en la tendencia de modificación de la materia prima (piedra, metales, ...) ahora se ve la clave en las transformaciones económicas y en la producción que serían el motor de cambio desde la vida itinerante hacia una vida más estable. Ello también hace ver que debe existir una modificación en los cambios sociales donde producir más sea necesario. Al respecto de cuáles sean las causas existen diversas propuestas:
-
El incremento demográfico: A más bocas más alimento se necesita.
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Los procesos climáticos: A mayor benignidad climática mayor producción. Esto, en realidad, no está demostrado e incluso se habla de empeoramiento climático. Si esto último ocurriera sería necesario contrarrestar esta circunstancia mediante métodos que incluso podrían implicar un aumento de la producción como en el caso de los sistemas de irrigación.
10/01/2002
EL MEGALITISMO EN ANDALUCÍA
Ese posible cambio simbólico que debió desarrollarse en Andalucía en el neolítico final tiene bastante que ver con el primer desarrollo de los ritos megalíticos en Andalucía. En síntesis la demostración que existe un cambio ideológico está en la presencia o testimonio de una cierta complejidad social manifestada en el enterramiento colectivo. Si los cultos funerarios demuestran una variación sustancial, la sociedad, en vida, debió reflejar la variación del modelo y, por tanto, podría pensarse que durante el neolítico final se desarrollan las estructuras simbólicas necesarias para justificar una sociedad con objetivos comunes para la economía, producción, vida, etc. Antes, recuérdese, sólo existían unidades aisladas y autosuficientes con relaciones muy simples. Llega un momento en que pasa algo que no tenemos muy claro: un cúmulo de circunstancias que producen que estas relaciones sociales aisladas cambien a complejas y exista, por tanto, una dirección comunitaria que regule las actividades de la sociedad o grupo para conseguir una serie de objetivos normalmente económicos. En ese cambio al colectivismo tiene sentido un aumento de la producción y es que no es lo mismo prever y guardar la producción para un grupo familiar que para grupos más amplios.
El megalitismo es un hecho palpable de que el mundo simbólico se reestructura durante el neolítico. Hoy se han abandonado ya las teorías difusionistas childianas por las que el megalitismo nos llegaba desde Oriente. Ahora se piensa que el fenómeno megalítico es algo propiamente europeo y relacionado con la vinculación de la población al territorio donde se empiezan a desarrollar una serie de esquemas que lo relacionan con el paisaje y nicho ecológico en el que viven. Cuando la “ola de avance” del neolítico, en busca de nuevas tierras agrícolas, llega al atlántico los terrenos cultivables se completan de población y ésta se va aquilatando y estacionándose con lo que la defensa ideológica del territorio comienza a desarrollarse y de ahí la idea megalítica.
Los primeros megalitos están relacionados con zonas de concheros, donde ya antes se había potenciado el asentamiento y aprovechamiento “intensivo” económico.
El megalitismo es la plasmación final del rito de enterramiento colectivo que empieza fuera de las estructuras megalíticas propiamente dichas. Esto ocurre en Andalucía durante el neolítico final (ya que no existen evidencias durante el neolítico medio). Quizás lo más enraizado en la tradición neolítica de Andalucía sea la variación en la presencia de enterramientos colectivos en el interior de las Cuevas. Existe un ejemplo controvertido que tiene el hándicap de ser conocido desde muy antiguo y, por tanto, difícil de reinvestigar; nos referimos a la Cueva de los Murciélagos de Albuñol (Granada). Nos sirve para fechar el inicio del neolítico final (3.500 a.C. sin calibrar y 4.200 a.C. en fecha calibrada) porque evidencia la existencia de un rito que antes no estaba presente puesto que antes lo que se daban eran enterramientos simples (más deposiciones que enterramientos) en fondos de cuevas, a veces espolvoreados de ocre. Durante el neolítico final comienzan las inhumaciones en si y, en el caso dicho, existe un enterramiento localizado por unos labriegos en el Siglo XIX cuya descripción es recogida por Góngora y Martínez (“padre” de la arqueología andaluza). Se describía un enterramiento con una figura principal, posiblemente mujer al tener una diadema de oro en la frente. Esta figura estaba rodeada por una serie de inhumaciones de “súbditos” (8-10) o, al menos, elementos inferiores en el rango con respecto a esa inhumación principal. Tal vez se trate de una narración con más fantasía de la cuenta y posiblemente serían enterramientos arrimados al fondo de la pared de la cueva que sería destinada a enterramientos. Lo importante es que se trata de un conjunto que implica un rito colectivo. Los ajuares localizados entonces evidenciaban restos de “complementos” de vestir como bolsos , cinturones, sandalias, ..., todo en esparto trenzado. Algunos “bolsitos” contenían restos de amapola de opio o papaver somniferum (alucinógenos) con un posible efecto anestésico y farmacológico. Gracias a ese ajuar de esparto, el conjunto ha podido ser fechado en cronología absoluta con bastante fiabilidad en torno a los 3.500 a.C. (comienzos del neolítico final). Si la diadema de oro batido es del neolítico final o más tardía es una cuestión no dilucidada porque la verificación arqueológica no existe para la Cueva de los Murciélagos aunque en todo caso es un enterramiento colectivo. El grupo implica que están agrupados colectivamente en vida.
Otro yacimiento interesante en Andalucía es el del Cerro de la Virtud en Cuevas de Almanzora que evidenciaría la presencia de enterramientos colectivos durante una fase de la transición entre el neolítico medio y el final. Así lo recoge Montero pero se trata de un yacimiento polémico. Aparece una serie de 5-6 cadáveres en muy mal estado de conservación pero de los que se puede afirmar que forman un conjunto. El problema es que la cronología absoluta se realiza sobre restos de madera y estos no son muy fiables para la cronología ya que no se sabe si la madera era contemporánea al enterramiento o había sido cortado mucho tiempo antes. También ocurre que el yacimiento tiene alteraciones por el uso continuado del espacio y además el enterramiento se hace en una fosa que perfora estratigrafías anteriores. Todo ello hace que estos enterramientos no estén plenamente aceptados.
En cuanto a las estructuras semienterradas o enterradas vistas ayer, también son una demostración de que los ritos de inhumación individuales están variando hacia el colectivismo y ello es otro síntoma de lo mismo. Tenemos casos de cabañas de hábitat que en un momento dado pasan a tener un uso funerario. En el yacimiento del Polideportivo de Martos vemos que el número de cabañas es superior al de enterramientos. Así, parece que no todo el mundo se entierra de lo que se infiere que el rito colectivo es para un segmento de la población mientras que el resto de los muertos iría a algún basurero u otro sitio donde no se conservaban. De esta forma vemos que se cambia el hábitat por el enterramiento de un determinado grupo que así perpetúa su importancia. Se ven en clase distintas diapositivas de estas cabañas reutilizadas como enterramientos, incluida una que sirvió para inhumar a cinco perros. Estas cabañas se relacionan con las fases más viejas del poblado y así se las deja como símbolo. También vemos un ejemplo del enterramiento de un bóvido (aunque en una estructura que no sería de hábitat). Todos estos ejemplos implican una variación importante en el modo de pensar y en el comportamiento de las poblaciones.
También podríamos citar dos hechos en Andalucía más cercanos al concepto de rito megalítico pero que aun no encajan en él. Nos referimos a estas estructuras semisubterráneas que habían sido conocidas como Cultura de los Silos del Bajo Guadalquivir (que en realidad se extendían por toda Andalucía) y a los sepulcros circulares de la llamada Cultura de Almería. En ambos conjuntos los ritos de inhumación colectiva están presentes y ambos son fechables en el neolítico final.
11/01/2002
En cuanto a la cultura de Almería existe un interesante artículo de Ana María Muñoz sobre la transición al Neolítico Final donde se alude a un vacío en Almería entre el neolítico antiguo y el medio. Se apunta a circunstancias climáticas por las cuales la pluviosidad sería muy pequeña en los valles almerienses (200-300 mm por año) con lo que no se podía llevar a cabo una agricultura familiar de tipo local ya que los cereales existentes no aguantaban mucho tiempo sin agua. Por ello, según esta autora, en esta época la agricultura brillaba por su ausencia. Sólo el avance tecnológico del neolítico final avanzaría en la captación de sistemas de agua: pequeños canales de irrigación, por ejemplo, con lo que sí se pueden empezar a desarrollar el sistema agrícola del neolítico final y por ello es cuando empezamos a ver poblaciones neolíticas en el neolítico final en Almería. Esto, añade, daría lugar a un aprovechamiento territorial por poblaciones que se condensarían en un área bastante limitada.
La investigación, desde el 85, ha variado el tema demostrando que no es tan restringida la presencia del neolítico final en Almería sino que es más amplia y si se asciende hacia el reborde montañoso encontramos poblaciones de la mal llamada Cultura de las Cuevas (del neolítico medio). Se trataría de poblaciones a las que no le interesa la explotación de los medios prelitorales quizás por la salinidad del ambiente. Cuando empiezan a bajar al valle esos pobladores de los rebordes montañosos debieron instalarse en aldeas relativamente estables (ya que no forman tells o montículos) emigrando cuando el terreno se agota para el cultivo.
De esas poblaciones del neolítico final de Almería lo que sí se conocían desde el final del Siglo XIX (Siret) eran las necrópolis de sus poblados. Son estructuras funerarias cuyo contenido son inhumaciones colectivas que presentan ajuares de clara tradición neolítica (cerámica decorada, piedra pulimentada, geométricos utilizados como puntas de flechas y algunos objetos de adorno muy característicos del neolítico final como pulseras realizadas en conchas horadadas que ganan ya en producción a las de mármol). Así, no teníamos las poblaciones pero teníamos estas estructuras, más viejas que lo que conocíamos de los sepulcros megalíticos andaluces. De ahí que se hable de una cultura de enterramientos sin hábitats que marcan la Cultura de Almería.
Suelen ser círculos construidos con pequeñas lajas de piedra de no más de 50-60 cms de altura, con diámetros amplios (más de dos metros normalmente) y que no conservan ningún tipo de cubierta ni restos asociados por lo que se deduce que se cubrieron con cubiertas vegetales perecederas. Hoy sabemos que esta costumbre está muy extendida y que existen hábitats relacionados con estas estructuras que están en la base de lo que después será Los Millares. Así la Cultura de Almería (con los Rundgräber cuyo nombre es una referencia a los Leisner, matrimonio alemán que la estudió) es otra prueba más de cómo desemboca el rito de inhumación colectiva en las estructuras arquitectónicas.
De ahí se da un salto hacia la creación de un modelo destinado sólo a coger las inhumaciones que será el sepulcro megalítico con sus variantes que no corresponden estilísticamente a las estructuras de hábitat paralelas porque se seguirá viviendo en cabañas circulares de adobe cubiertas con ramaje (que todo lo más podrán recordar a los tholoi o las cuevas artificiales). Sólo se habla de una hipotética similitud entre diversas minas que empiezan al aire libre y se introducen en la tierra con los sepulcros megalíticos. Pero en Andalucía no tenemos galerías mineras del estilo descrito sino que el sílex es extraído en canteras al aire libre.
De lo más antiguo, por los materiales, serían las pequeñas estructuras megalíticas, pero en grandes cantidades, de la zona de Gor, Gorafe y Guadix donde se localizaron muchas tumbas en tiempos de Siret y el antropólogo García Sánchez. Muchas de los sepulcros megalíticos presentan ajuares viejos parangonables con los de la cultura de Almería con geométricos, pulseras, vasos ovoides, etc. Se trata de verdaderos campos dolménicos. Se ha pensado en la expansión de la Cultura de Almería hacia la periferia por las conexiones de los valles. El rito se expansionaría muy rápido; en 200/300 años.
18/01/2002
LAS FORMAS MEGALÍTICAS.
Empieza a gestarse un proceso de necrópolis que habían sido ensayadas utilizando modelos urbanísticos para ese efecto en la Cultura de Almería (zócalos circulares). Ese modelo se traspasa a las necrópolis y lo mismo sucede con aquellas cabañas siliformes. Esa traslación de un modelo urbanístico doméstico al simbolismo mortuorio no tuvo mucho éxito y se buscó otro modelo que fuera exclusivamente simbólico abandonando el modelo doméstico. De esta forma aparecen los sepulcros megalíticos aunque algunos, no obstante, utilizan la tradición doméstica. Así, los que aprovechan el modelo tipo tholoi (sepulcros de falsa cúpula), generalmente con pasillos de acceso que de acuerdo a la documentación empírica que tenemos no son los modelos urbanísticos domésticos utilizados, aunque profundizan modelos urbanísticos. El concepto que representan las cabañas circulares con techo de ramaje sustentadas con postes centrales (dibujo de la página 63) es profundizado en aquellos tholoi. No obstante estos tienen una estructura de piedra en la cúpula que no se desarrolla en el ámbito doméstico donde se utiliza, en cambio, ramaje.
El otro camino de estructuras de las necrópolis son los sepulcros adintelados (frente a los tholoi y las cuevas artificiales que son sepulcros cupuliformes) que se tapan con lozas planas que cubren el espacio de lado a lado del sepulcro. Estos son los dos modelos que encontramos en Andalucía.
En los tholoi, a veces la falsa cúpula empieza desde abajo sin que exista un zócalo aunque estos casi siempre aparecen. Otras veces, los tholoi no tienen corredor de acceso pero es más corriente que lo tengan. Los tholoi tienen variantes:
Simples. Sin corredor de acceso.
Con corredor de acceso. A su vez puede ser:
Con corredor de acceso simple
Con corredor de acceso complejo; cuando está segmentado por puertas de acceso en lajas de piedras horadadas que se taparían con estructuras vegetales.
Con camarines secundarios. Sobre estos se especuló que servían para enterrar a los niños, pero el hecho es que se han encontrado también adultos. A su vez los camarines pueden ser rectangulares, circulares, etc.
En fin, el caso es que existen muchas variantes y combinaciones de tholois.
El mundo de distribución de los tholoi es muy amplio. En Andalucía quizás tenga una menor abundancia en las zonas altas del Norte y así no existen en las zonas de Jaén y Córdoba, lo que es la vertiente norte del Guadalquivir. En las demás provincias sí que tenemos tholoi.
Por la profusión de estas construcciones en Almería llegó a pensarse que allí empezaron, pero hoy ya no se piensa así sino que fue un surgimiento autónomo en los diversos sitios. Quizás donde más proliferen es en los extremos este y oeste (Almería y Huelva respectivamente) con yacimientos como San Bartolomé de la Torre, La Zarcita o Cabezas Rubias.
Existe otro tipo de estructuras en Andalucía que son las Cuevas Artificiales (muy bien representadas tanto en Portugal como en Andalucía) que pueden ser un desarrollo del sistema de aprovechamiento de construcciones siliformes semisubterráneas (Polideportivo de Martos, Papauvas, Valencina de la Concepción, etc.) Así se especula que estas estructuras pueden ser donde desemboca el tipo experimentado en las estructuras semisubterráneas que ahora pasaría a ser totalmente subterránea. Se aprovecharía la existencia de terrenos con un material fácil de trabajar y excavar (greda). Málaga es de las provincias que más necrópolis en cuevas artificiales tiene, destacando, por ejemplo, la Necrópolis de Alcaide (cerca de Villanueva de Algaidas), también las tenemos en Archidona, cerca de Campillos, etc. Sus variantes son más numerosas que las de los tholoi ya que la ductibilidad de la greda ofrece más posibilidades. Al igual que pasaba con los tholoi, de las cuevas también existen diversas variantes:
Con acceso directo a la Cámara mediante una entrada en pozo tapada por una laja o estructuras vegetales. Suelen ser circulares o semicirculares.
Cuevas artificiales con corredor. El corredor puede estar al aire libre pero dibujado sobre la roca y dentro puede tener sus nichos.
Cuevas más complejas que dependen de lo que permita el terreno, con tramos del corredor cubiertos y otros no, con cámaras secundarias circulares o absidales, cámaras semicuadradas,..., en fin, una gran multitud de variantes.
En los sepulcros adintelados (la otra variedad junto a los cupuliformes) podemos hablar, básicamente, de dos tipos:
Aquellos cuyos laterales son sensiblemente paralelos (galerías).
Si la cantera no ofrece posibilidades de extraer piedras más o menos rectas el resultado será una galería más amorfa. Las galerías pueden tener tramos diferenciados. Pueden ser pequeñas (5/6 metros), aunque también pueden llegar a ser enormes (de hasta 30 metros de longitud). Por esta razón se pensó que las galerías podían ser el reflejo simbólico del trabajo de los mineros, pero el caso es que existen en lugares donde no aparecen indicios de actividad minera alguna. Pueden existir múltiples variantes de las galerías. También tenemos sistemas mixtos donde los sistemas de adintelamiento se acompasan con sistemas de falso muro (piedras secas). En Huelva tenemos caso de galerías poco ortodoxas que adquieren múltiples formas: en L, dos galerías con un corredor común, conjuntos arracimados, etc.
Frente a las galerías aparecen unos pequeños sepulcros de tendencia poligonal que son pequeñas cámaras que pueden no tener zona de acceso o, en todo caso poseer pequeños corredores de acceso.
TEMA 4
EL III MILENIO A.C.: LA INTENSIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DURANTE EL CALCOLÍTICO EN ANDALUCÍA.
21/01/2002
EL CALCOLÍTICO
No en todos los sitios ni todos los investigadores se refieren a esa fase ni consideran el término válido como tal. De hecho, cuando el Cobre no era muy conocido como motor de culturas como las del Mediterráneo Oriental, se conocía a la fase como eneolítico (final o epígono del neolítico, literalmente) porque se pensaba que no existía producción de metal. En el siglo XIX, incluso, se pasaba directamente del neolítico a los fenicios. Poco a poco se va variando esta conceptuación cuando V. G. Childe empieza a decir que existe una corriente difusionista desde el Mediterráneo Oriental que hace que se busque en la Europa Occidental el metal que escaseaba en el Próximo Oriente. A partir de esa idea (la búsqueda de metal dejaría la idea del metal a los poblados occidentales) surge el concepto de calcolítico cuyos abanderados son los alemanes que lanzan la idea del colonialismo. De esta forma, el término va siendo admitido hasta que se asienta. Lo cierto es que los datos existentes para el calcolítico muy raramente hablaban de presencia de cobre, a lo sumo aparecía algún objeto doméstico que tecnológicamente no suponía gran cosa. Cuando el cobre comienza a ser significativo es en los momentos finales de ese periodo, cuando varía desde usos domésticos básicamente (como los punzones, por ejemplo). Es entonces cuando el metal comienza a tener otros fines, sobretodo coercitivos, sustentando a una clase que evidentemente está relacionada con una crisis social donde quien tiene más armas tiene más influencia. Por eso, cuando en los dos últimos decenios del Siglo XX Nocete plantea una evolución hacia la complejidad social durante esa fase, defiende el poco valor que tiene el metal como motor de influencia social de esa complejidad y se fija en un elemento más común: la producción económica (básicamente cerealística) incrementada más allá de la necesidad social (excedente) que cambia la estructura social dejando a un lado los lazos familiares. Así, este autor dice que debe variarse la terminología de esta época y hace referencia a un término cronológico para definir la época: Sociedades del Tercer Milenio antes de Cristo (Cronología no calibrada), señalando que las referencias materiales no definen las sociedades. No obstante renunciar al término calcolítico o Edad del Cobre es muy difícil y se sigue utilizando aunque sepamos que cobre existía poco en el III Milenio y sí, en cambio, mucho sílex, que es objeto de un gran comercio porque, entre otras cosas, es el material que se utiliza para la recolección.
Otro problema básico (aparte de la terminología) es cómo fraccionamos el proceso en Andalucía y en qué nos basamos. En realidad siempre utilizamos tres fases:
Calcolítico inicial. Es la fase inicial que marca una diferenciación con la fase anterior.
Calcolítico pleno. Es la fase de consolidación y plenitud.
Calcolítico final. La desintegración del periodo.
Pero este periodo no es simple en el calcolítico porque su fase de plenitud comporta una base empírica material que varía muy poco de la fase inicial y así normalmente se ha dividido en:
Calcolítico del Sureste. En las provincias orientales.
Calcolítico del Sudoeste. En las provincias occidentales.
Existe un mundo intermedio en las provincias de Málaga y Córdoba que comparte cosas de una y otra zona.
En el caso del Sureste se ha cogido siempre como ejemplo el yacimiento de Los Millares en Santa Fe de Mondújar (Almería), conocido desde el Siglo XIX, reexcavado a mediados del siglo XX y últimamente por un equipo de la Universidad de Granada. Su cronología está concentrada en:
a. Calcolítico inicial. Desde comienzos del 3.000 a.C. (en bibliografía más antigua se hablaba del 2.300 a.C.). Este periodo formativo llegaría hasta el 2.400 a.C. sin calibrar (Ojo con la cronología del Barandiarán).
b. Calcolítico pleno. Entre el 2.400 y el 2.000 a.C. aproximadamente.
c. Calcolítico final. Entre el 2.000 y el 1.800 a.C.
Los dos primeros periodos tiene materiales muy semejantes. Tienen una continuidad en los hábitats como regla general lo que ha hecho que se busque un patrón distintitivo en el Sudeste que cada vez se acepta más: las cerámicas campaniformes. De esta forma se comienzan a sintetizar los tres momentos en una seriación bipartita:
Momento precampaniforme. Durante el III milenio a.C., coincidiendo con el calcolítico inicial y el pleno.
Momento campaniforme. Entre 2.000 y 1.800 a.C. coincidiendo con el calcolítico final y llegando hasta la Edad del Bronce. Hay que indicar que en algunos sitios este momento se adelanta algo; unos 100 años.
En cuanto al Sudoeste el sistema es algo parecido aunque su patrón de referencia no está en la propia Andalucía sino en Portugal sobretodo porque allí (en la Extremadura portuguesa) existen referentes occidentales de Los Millares: Vilanova de San Pedro y Zambujal (también Monte da Tumba) que han dado una seriación material para Portugal que hoy está controvertida pero que ha servido para hablar de tres momentos:
Fase de las Tasas o Copos Carenados (fuentes carenadas).
Fase de la decoración de hojas de acacia o también de platos o fuentes de borde engrosado. Es la variación cerámica la que define la fase.
Fase de desarrollo del campaniforme..
Este patrón no funciona tampoco de forma muy segura y sólo la fase campaniforme es segura, con lo que sucede igual que pasaba en el Sureste de forma que también se empieza a hablar de Precampaniforme y Campaniforme con lo que al final cada vez tiene menos sentido separar el Este del Oeste andaluz. Hoy por hoy se considera que la Andalucía occidental tiene un proceso más retardado que en Andalucía oriental con un desfase de unos cien años, con lo que el calcolítico iría, aproximadamente, desde el 2.800 al 1.700 a.C. No obstante, desde hace algo más de un año, se empieza a hablar de retrasar las fechas.
Debemos a Nocete (catedrático de Prehistoria de la Universidad de Huelva) la idea de cómo se produce el proceso de complejidad social físicamente hablando. Desde los ochenta este investigador trabaja en las campiñas de Jaén (cerca de Porcuna). Basándose en sus investigaciones hace un modelo de cómo se produce el tránsito hacia la complejidad. Aprovecha un estudio sobre la productividad de los suelos de la zona para ubicar la implantación de los núcleos de hábitat y así intenta definir cuáles están en sitios productivos (sobretodo dedicados a productos cerealísticos) y cuántos se alejan de esas zonas (en cuyo caso serían enclaves con otras funciones como las de control del territorio, fronteras, oteos, etc.).
Así, Nocete propone un entramado de complejidad que se iniciaría desde la implantación del modelo cerealístico por las poblaciones neolíticas finales. El modelo marca una territorialidad de cada poblado (más bien aldeas de corta ocupación temporal) en los márgenes del Guadalquivir, con una explotación altamente productiva que no se preocupa del agotamiento de la tierra. Son aldeas semisedentarias que cambian de ubicación cuando se agotan las tierras (modelo Swidden, parangonando un sistema europeo).
El problema es que, en realidad, el hipotético mapa trazado presenta el problema de que los puntos definidos como poblaciones pueden ser el punto donde se han trasladado los habitantes de otra de las aldeas que también aparezcan en el mapa con lo que en realidad estarían funcionando menos sitios de los que aparecerían en los mapas de Nocete. De todas formas se pasaría de aprovechar los puntos más fértiles a implantar cultivos más extensivos.
23/01/2002
ASENTAMIENTOS DURANTE EL CALCOLÍTICO.
Podemos distinguir dos conjuntos generales de asentamientos:
Aquellos que son continuidad del neolítico final. Son aldeas que se sedentarizan en el espacio y que desarrollan un patrón doméstico con un hábitat que se estabiliza creando patrones más complejos.
Un modelo de desarrollo nuevo mediante la implantación de hábitats de grupos con patrones de la Edad del Cobre (que no proceden de un desarrollo neolítico).
La diferencia entre ambos la podemos ver en la base estratigráfica de los yacimientos ya que los primeros tienen una secuencia que arranca del neolítico, mientras que los segundos inauguran la secuencia en el calcolítico.
En el primer caso existen ejemplos significativos como Papauvas (Huelva) cuya base estratigráfica arranca en el neolítico final. Es un referente para la Andalucía occidental porque su base de cultura material está bastante relacionada con Portugal (fuentes carenadas, platos de borde engrosado, ...). Se trata de un “poblado abierto”; es decir, carece de superestructuras de tipo murario (líneas de muralla) que lo diferencien del territorio circundante, pero en cambio sí que tiene unas grandes zanjas que perforan el terreno en V o U desarrollando un sistema complejo de fosos, entrecruzados a veces, de muy difícil lectura. La vinculación al territorio viene demostrada por estas dificultosas obras. No sabemos si en torno a esas zanjas existen construcciones o empalizadas vegetales (de madera) que pueden trasladarse, lo que explicaría el cambio de las zanjas. El caso es que estas estructuras no están muy claras.
En Marroquíes Bajos (Jaén) tenemos también un arranque desde el neolítico final y una continuación durante toda la fase del cobre e incluso con posterioridad al Campaniforme. Actualmente es una de las aldeas que marca mayor extensión. También es un poblado abierto donde se amplían las zanjas con muros sólidos dibujando muros concéntricos que delimitan un espacio considerablemente amplio.
También es referente desde los ochenta el poblado de Los Castillejos en Peña de los Gitanos (Montefrío, Granada), poblado excavado en 1978-79. En 1979 se publica el corte estratigráfico 1 en los Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, siendo un trabajo puntero para aquel tiempo. En dicho trabajo se rechaza la idea apriorística de la división del comienzo del calcolítico entre las zonas oriental y occidental (Cultura de Almería y Cultura de los Silos del Bajo Guadalquivir respectivamente). Así, en Montefrío encontramos estructuras de silos que demostraron que este sistema no se daba sólo en la parte occidental. Cuando este yacimiento se publica se acepta que arranca desde el neolítico final, cuando es un aprovechamiento del terreno muy simple, con hábitats cercanos desde el neolítico medio que pueden llegar incluso al neolítico final en la Cueva de las Tontas. Parecía que la población salía al exterior y adecuaba el terreno adosando las cabañas a las rocas y así continuaba con una cierta complejidad (cabañas exentas, pequeños muros, etc.).
El estudio de Montefrío (básicamente el de sus cerámicas) hace que se tenga como referente para toda Andalucía. Hoy sabemos que la ocupación del poblado se remonta al neolítico medio cuando ya se vive allí al aire libre y se ve la utilización de estructuras de fuego en la roca para el calentamiento del sílex y la producción de las pequeñas laminitas del neolítico medio-final. También aparece el torrefactado del cereal (para conservarlo). De esta forma las prácticas de adecuación del espacio y las prácticas artesanales están muy documentadas y, por ello, son un referente. Todo esto continuará durante el calcolítico.
En cuanto a los yacimientos de nueva creación el grupo ya tiene los patrones sociales, económicos, simbólicos, etc. del calcolítico. Cuando esto ocurre normalmente podemos rastrear un patrón de ocupación. La elección del hábitat suele ser el aprovechamiento de altitudes medias, de fácil acceso, separados de los niveles de inundación (aunque no excesivamente); unos 20/30 metros de desnivel sobre el valle. Se eligen zonas amesetadas, vinculadas mayormente a vías fluviales, aprovechando meandros (lo que plantea ya un cierto perímetro que no tiene que trabajarse), buscando la existencia de campos cultivables cercanos al río (irrigables por tanto), con posibilidades de represar los cauces para obtener agua en todo momento, ... Este esquema se repite bastante y es que este tipo de poblados responde a la secuencia que más perdura en el III Milenio.
A medida que avanza el Cobre, los objetivos empiezan a variar y la elección del emplazamiento se hace en función a otros parámetros como el control de la materia prima por cercanía, el control de las vías de acceso a la zona de producción (no a las zonas de producción exclusivamente subsistencial como antes), cercanía a los afloramientos mineros o vegetales (buscando maderas que quemen bien), etc.
Respondiendo a estos esquemas tenemos yacimientos clásicos en la historiografía reciente como Los Millares, cuyo espacio había sido utilizado esporádicamente durante el neolítico final, que es de los que aprovechan los ríos. Las murallas de Los Millares aprovechan dos ramblas fluviales (de los ríos Andarax y Huéchar) a cuyos lados está el amurallamiento. Se trata de una zona amesetada ligeramente ascendente que domina un vado fluvial.
En Málaga destaca el Cerro de Marimacho que constituye el hábitat de la zona dolménica de Antequera, con el Río de la Villa al lado y en un cerro amesetado donde se establece el poblado.
En algunos sitios no está claro el modelo, como sucede en Valencina de la Concepción, con un yacimiento abierto (fosos y cabañas semiexcavadas) donde, al estar cubierto por el pueblo moderno, sólo conocemos retazos.
También citable, aunque de época más tardía (Cobre antiguo avanzado), es el yacimiento de El Malagón (Granada), pequeña meseta en torno a una rambla próxima a una mina de malaquita. Los investigadores han visto que el poblado era, en realidad, bastante extenso (más que Los Millares, aunque sin estructuras tan complejas como las de aquel), llegando a superar, probablemente, los 1.500 habitantes, teniendo en cuenta lo arriesgado de dar estos datos.
El uso doméstico tanto en unos como en otros tipos de poblados es un uso variopinto que no sigue modelos concretos. No se aprecia urbanismo interior en ningún lado. Existe un modelo propuesto por Ramos Millán pero no es muy claro. Parece, en todo caso, que las cabañas son arbitrarias en cuanto a la elección del espacio, sin guardar relación entre si, con escasa complejidad interior donde, a lo sumo, aparece un hogar (que también puede ser exterior). Puede aparecer algún banco adosado a la cabaña que puede servir para trabajar en él, para dormir, para descansar o para múltiples usos. No existe un tamaño predeterminado, dependiendo del número de habitantes. Son circulares, normalmente (u ovaladas en todo caso). Sigue el esquema de semiexcavación pero también pueden tener un zócalo de murete (depende el sitio y su tradición). Existen pocas casas rectangulares y en algunos casos, como el edificio rectangular de Los Millares, resulta ser lo más arrasado y no sabemos la función que pudo tener y además suelen estar en dependencias de las superestructuras del poblado (murallas), pudiendo ser un aprovechamiento de estos muros. De esta forma pueden ser pseudorectangulares en función de la disposición concreta de la muralla aunque son los menos casos. Normalmente son cabañas exentas (ya que el adosado es más tardío) aunque puede ser adosados aprovechando, por ejemplo, los bancales de la Meseta de los Alcores. Este modelo se desarrolló mucho en la Edad del Bronce tendiendo a desaparecer en el Bronce final y retomándose, posteriormente, en la Edad Media.
Existen algunos modelos de casas con similitud con el modelo de tholoi (por ejemplo en Cerro de la Virgen donde aparecen casas de falsa cúpula con techos no de ramaje sino de aproximación de hileras.
24/01/2002
Los poblados de la etapa campaniforme se originan por una variación en el aprovechamiento de los recursos no subsistenciales (la demanda del metal sería más activa) aunque ésta no es la única causa de surgimiento. El patrón visto (mesetas con recursos hídricos) tiene que ver con los recursos cerealísticos aunque es un patrón tendencioso al ser lo más visible (existen muchos otros no vistos en el registro arqueológico). Esa actividad agrícola se puede dividir en dos territorios de influencias sobre los que los poblados calcolíticos hacen cierta presión para controlar:
Territorios muy cercanos a los recursos hídricos.
Hábitats que se alejan de los potenciales recursos hídricos.
En el primer caso puede deberse a la necesidad de situarse cerca de vías de comunicación (como sucede con los valles naturales que comunican las cuencas hidrográficas) o también puede deberse a la necesidad de controlar el recurso hídrico en si mismo. Esto segundo parece más palpable en los territorios que durante el III Milenio a.C. caminan, teóricamente, hacia la aridez o están en ella (Sureste fundamentalmente). Gilman, Chapman, Fernando Molina, Nocete y Oswaldo Arteaga están relacionados con el estudio de la aridez en los procesos de intervención social. La idea de que una supuesta aridez del Sureste obligaría a las poblaciones del Cobre que estaban teniendo una incidencia superior sobre la producción agrícola a crear una serie de obras de infraestructuras para “atesorar” el agua (acequias y, posteriormente, aljibes). Así, en Los Millares existe una acequia bastante larga. En Cerro de la Virgen también tienen acequias. Gilman, sobretodo, relaciona esto con la necesidad de producir una agricultura de regadío.
Fuera del ámbito del Sureste la pluviosidad permitiría una humedad en el subsuelo suficiente para desarrollar secano. Con ello se consigue un cereal más pobre pero al arar más campos se obtiene más cantidad, con lo que no se necesitan aquellas infraestructuras hidráulicas.
Gilman utiliza aquellas obras para teorizar una cierta complejidad social para el control de las infraestructuras hídricas por la cual se desarrollarían élites a través de los procesos de acumulación de la producción. Existen autores que no están de acuerdo con esto porque los análisis polínicos y de fauna cazada (pruebas evidentes del biotopo) parecen demostrar que la aridez es una falacia y que la capacidad de contener la humedad del territorio sería superior a la que hoy se observa. La presencia de lirones, castores, etc. demuestra la existencia de bosques-galerías con lo que el biotopo sería menos árido y entonces esa circunstancia de la aridez no sería tan clave en la mayor complejidad social. Pero tampoco podemos decir que no exista un proceso de aridización. En todo caso sí que existe presión cerealística (demostrado por la presencia de las acequias) ya de regadío, ya de secano.
Pero no es sólo esa producción agrícola sino que la ganadería también la tenemos aunque no como la entendemos. Hay poblados enteramente dedicados al ganado. Ahora se conoce el cerdo (aparecen muchos en los encinares de Huelva) y siguen las ovejas y las cabras. Aparecen los bueyes, quizás más como fuerza de trabajo que para carne ya que los esqueletos indican que mueren bastante adultos. Parece que en el Cobre se domesticaría también el caballo como elemento de transporte más que de tracción. El acarreo viene dado porque hay que llevar lo recolectado en el campo (ya sean elementos de consumo como de elaboración intermedio como metales, sílex, etc.) al poblado. De esta forma tenemos poblados cuyos alrededores aparecen talados para hacer dehesas y que el ganado paste en ellas. Se aprecian sistemas de itinerancia estacional del ganado (pastos de invierno cerca del poblado y de verano en las montañas del extrarradio). De todas formas es más evidente la agricultura que la ganadería.
Sobre la fauna cazada se teorizaba sobre si se daba para tratar de eliminar a los animales que se comían los campos o sobre si eran los pastores los que en su itinerancia cazaban como actividad secundaria a su labor principal. Esta polémica se ha esfumado hoy.
Todo parece demostrar que los poblados de buena parte del III Milenio a.C. van desarrollando sus sistemas de producción incrementando paulatinamente ésta y ello debió ser motivo para la extensión del área de los poblados. Ello puede observarse cuando vemos como las líneas de murallas se quedan cortas y se edifican segundas líneas (incluso terceras y cuartas). Esta circunstancia implica un incremento poblacional debido a la relajación de los sistemas de control demográfico que se relaciona, a su vez, con aquella llamada “Revolución de los productos secundarios” por la que se introducen productos como los quesos, el aceite, la vid, etc. Ello se ve en el desarrollo de una gran variedad de recipientes (cuencos, copas, etc.) cuyo análisis ha demostrado incluso la existencia de pozos de mosto en esos recipientes. Todo ello hace, como se decía, que se relaje el control demográfico. Esa curva de demografía creciente la vemos también en la presencia de cabañas más grandes. En un momento dado el patrón de hábitat precedente (mesetas) se queda corto con lo que se presentan dos opciones:
Abandonan todos el lugar.
Se segrega una parte del grupo que busca un nuevo territorio.
Esto segundo, lógico en la evolución del III Milenio A.C., incidiría en la aparición de nuevos hábitats al final de la Edad del Cobre. El final es que el patrón elegido no será óptimo y todo el sistema social, económico y simbólico se romperá. Interviene en ello elementos como la variación esencial en los recursos y así, si durante el III Milenio el elemento básico es el sílex y otras piedras, muy concentradas en Andalucía, llegará un momento en que ese sílex no sirve para determinadas funciones y será sustituido por el metal.
Examinando la idea precedente vemos como el sílex está presente por casi todos lados. En el calcolítico se necesita mucho más sílex que el que arrastraban los ríos ya que los instrumentos de recolección (hoces) se hacían en ese material. Ya no basta, pues, con sílex procedente de cantos rodados siendo necesaria la obtención de sílex mineral que está muy concentrado en las sierras malagueñas y algunas granadinas. Al respecto y de más a menos producción destacan los enclaves de Los Gallumbares (Loja, Granada), Cerro Alcolea (Aldea de Mondrón, Alto Vélez), Montecorto (Ronda) y Castillo de Turón (Ardales, Málaga). Esta concentración hace pensar en una red de distribución de sílex. También existen redes de distribución a pequeña escala que dan para la demanda local (y consecuentemente suele ser un sílex de mala calidad). Cuando se quiere más cantidad o calidad se iría a aquel sílex de los grandes yacimientos que se distribuiría preelaborado en piezas como aquellas denominadas “libras de mantequilla”, láminas de hasta 30 cms de longitud que producen entre 10 y 15 láminas para hoz. Es normal encontrar estas grandes hojas en las sepulturas megalíticas como ajuar y símbolo de riqueza. Por otro lado es menos normal encontrarlas en los poblados o en los campos puesto que, allí, su uso las desgastaría, normalmente, hasta romperlas.
Este proceso abriría un “mercado” y “rutas comerciales” o de redistribución de productos que contribuye a crear una base o segmento de la población que se encargaría de realizar esa redistribución (“buhoneros” campaniformes). Sucede que al final del Cobre ha surgido una necesidad distinta: la demanda del metal, que inicialmente era un elemento exótico utilizado para adornos y punzones (que pueden ser funcionales o de adorno). De esta forma comienzan a aparecer hachas de metal (piezas rectangulares con filos ligeramente curvos) que suelen ser muy pesadas (unos 500 grs.) cuyos filos demuestran falta de uso ya que no tienen mella de utilización prolongada. Ello ha hecho pensar en la posibilidad de que se trate de lingotes de metal con forma de hachas.
FIN
CONSEJO PARA ESTE EXAMEN: Estudiaros con mucho cuidado todo lo que son datos, cronologías, nombres de culturas, etc. Las grandes teorías (por el tipo de examen) no van a caer. Repasaros el Barandiarán porque Ferrer advirtió que pueden caer cosas que él no haya visto expresamente en clase.
Como en años y asignaturas precedentes, recuerdo al personal que aprueba estudiando estos apuntes (que tanto me ha costado confeccionar) que el Copyright obliga al aprobado a invitar al redactor (un servidor) a una cerveza y/o café en el bar de la Facultad de Letras. Este derecho podrá ser hecho efectivo con arreglo a todas las leyes que protegen la propiedad intelectual.
Una prueba realizada por Lowenstein en un metacarpiano de caballo había suministrado más nanogramos de albúmina humana que de Equino por lo que no se pueden descartar reacciones cruzadas.
Mucho más grandes que en la actualidad, llegando a pesar unos 100 kgs.
Las tecnologías no son universales sino regionales y, por tanto, era difícil buscar similitudes absolutas.
Los ratones son el indicador cronológico más seguro.
El iniciador de la excavación sistemática de Atapuerca.
Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada y Congreso Arqueológico Nacional.
Gorham's Cave, Devil's Tower, Forbe's Quarry y Genista 1.
Se trata de excavaciones controvertidas.
Aunque sin destacar tanto como en Francia donde esta variante tiene más del 40% aquí presente.
Algo muy típico de los investigadores que utilizan y publican sólo las que son acordes a sus tesis, ocultando las que no le cuadran.
Existen miles de piezas, unas 40.000, entre lascas, láminas, esquirlas, etc.
Fueron excavadas por la Organización Juvenil Española (OJE) en los 60.
Los demás son parciales; es decir, que afectan sólo a una parte del suelo del yacimiento.
Además la UNESCO no aprueba la excavación de las Cuevas salvo en causa muy justificada.
Durante un tiempo se pensó que el Solutrense procedía del Norte de África
Hasta ahora existía una especie de “frontera” artística en la Cueva de la Pileta por hallarse ésta en la parte más occidental (en Benaoján al oeste de la actual provincia de Málaga)
Aquellas de Pellicer en las que estudiando el neolítico profundizaba hasta el magdaleniense.
Aurea establecía tres subfases: A, B y C.
Que en otros sitios se trataría de una fase antigua epipaleolítica.
Posibles salmónidos que remontarían los ríos.
Frente que desde el Próximo Oriente va extendiéndose por Europa hasta la costa atlántica.
Excavadas por Pellicer y Acosta.
Como hoy puede suceder con las cortijadas.
O al menos esa impresión da ya que es un tema que no está muy estudiado, según el profesor Ferrer.
En la antigua Estación de ferrocarriles de Jaén.
Que es diferente a Marroquíes Bajos, donde se encontraba la aldea que vimos.
Y por ello mal excavados e investigados.
Ferrer nos narra como existían operaciones de extirpación de tumores craneales efectuadas en la fecha y evidenciadas en las cicatrices presentes en algunos cráneos. Para estas intervenciones quirúrgicas, entre otras cosas, servirían estos “anestésicos” tan peculiares.
En Homenaje a Luis Siret. 1985.
Los primeros sepulcros de planta circular, a veces poligonal.
Su patrón bien podía haber sido Valencina de la Concepción pero al estar situado dicho yacimiento por debajo de la población actual sólo tenemos retazos de sus restos.
Excavado por Martín de la Cruz.
El único que se ha publicado.
Se estima que Los Millares debía tener unos 1.000 habitantes mientras que Valencina de la Concepción puede que llegara a los 2.000.
Hecho que se detecta en los análisis polínicos.
Algunos de estos enclaves están funcionando industrialmente hablando hasta el mismo Siglo XIX utilizado como piedra de fusil.
PREHISTORIA DE ANDALUCÍA PEPE©TEBA 2001-2002
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Enviado por: | Pepe Berdugo |
Idioma: | castellano |
País: | España |