Historia


Política económica en la dictadura de Primo de Rivera


ÍNDICE

Ubicación Histórica ………………………………………………………………..pág. 2

La dictadura de Primo de Rivera:

  • inicio y causas del golpe …………………………………..…….pág 4

  • la dictadura a grandes rasgos………………………….…………pág 4

1ª etapa: el directorio militar ……………………………………………….……….pág 7

- política monetaria 1923-1925 ……………………………….…….pág 7

2ª etapa: el directorio civil ……………………………………………………..….pág 10

-política monetaria 1926-1929. Calvo Sotelo …………………..…pág 10

El regeneracionismo y corporativismo en la dictadura …………...........................pág 12

El inicio del fin ……………………………………………………………………pág 18

Bibliografía ………………………………………………………………………..pág 19

LA ECONOMÍA Y POLÍTICA ECONÓMICA DURANTE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

Ubicación histórica

La historia de España durante el siglo XX está marcada por la sucesión y confrontación de los distintos movimientos políticos. Para entender mejor las actuaciones, previamente debemos enmarcar la situación que se vivía.

En primer lugar, veremos la evolución de la sociedad española desde principios de siglo.

A principios de siglo, la clase burguesa se desarrolló y creció, pues a las plataformas tradicionales (fabricantes catalanes, comerciantes de los puertos o los ferreteros vizcaínos) se les añadieron los banqueros del País Vasco, la nueva burguesía agraria de Castilla y León, los nuevos ricos del ferrocarril o los mineros de Cartagena.

A su vez, según el estrato social al que pertenecían los individuos, predominaba una mentalidad que se convertirían en tópicas: los propietarios rurales eran más conservadores, los pequeños comerciantes republicanos, los médicos eran más progresistas de izquierdas y los abogados apoyaban más la política parlamentaria.

El proletariado urbano se centraba en Cataluña, Vizcaya, Asturias, Madrid etc, mientras que el proletariado rural se centraba en Extremadura y Andalucía. Las jornadas laborales oscilaban entre las 10 y las 12 horas, sin seguridad social, bajos salarios y viviendas poco dignas.

Además del proletariado tenemos que tener en cuenta tanto al ejército como al clero. La

mentalidad del ejército se basaba en su sensibilidad por el prestigio del cuerpo, patriotismo histórico, concepción unitaria de la patria y la fidelidad al rey.

El nuevo siglo se abrió con la violencia anarquista, fundándose en 1907 la Solidaridad Obrera, de la que después salió la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores).

En 1909 se vivió la denominada Semana Trágica, en 1911 se constituye la CNT en Barcelona y años después se sufre la crisis de 1917. Cronológicamente después, entre 1919-1921 surge la huelga de “La Cadaniense”. En 1920 se rompe el pacto UGT - CNT y se inicia el terrorismo del “Sindicato Libre”. Fue en 1921 cuando se constituye el partido Comunista de España (sección española de la Internacional comunista).

A la continuidad de hechos políticos, se debe añadir la agitación social que también se estaba viviendo. Esta agitación viene desembocada por el crecimiento numérico del proletariado industrial, la concentración demográfica en las ciudades y la subida de los precios. A partir de 1919 se añade la crisis económica provocada en España por la contracción del mercado europeo y la oleada revolucionaria europea.

No nos tenemos que olvidar del problema marroquí: la larga guerra que mantiene España en Marruecos entre 1909 y 1927, adquiere notoriedad al finalizar la I Guerra Mundial. La zona del protectorado adjudicada a España en el tratado hispano-francés de 1912 es ocupada lenta pero sistemáticamente, partiendo desde Melilla, Ceuta y Larache. Tetuán es ocupado en 1913 y Xauen en 1920. La resistencia marroquí se centra en la región de Yebala, con El Raisuni a la cabeza, y en la región del Rif, feudo de Abd-El-Krim. En 1921 el general Fernández Silvestre se adentra en el Rif. Sus tropas son arrolladas por los moros en el barranco que separa Igueriben y Annual. Se produce entonces el Desastre de Annual: el general Silvestre pierde la vida, junto con más de 15.000 soldados en el derrumbamiento de la línea española de penetración. La oleada de indignación que se propaga por la Península contra la guerra, que ya era impopular desde su comienzo, es sobre todo de índole política y de opinión pública. Se abrió una investigación de las responsabilidades técnicas, y los resultados del proceso producen la sustitución de Berenguer y la caída del gobierno. La conmoción emocional producida por el desastre marroquí incide más en la situación política.

La dictadura de Primo de Rivera

Inicio y causas del golpe

El sistema político de la Restauración, lo podríamos definir como un sistema liberal oligárquico en el sentido de que la constitución y la legislación permitían una amplia libertad aunque sólo era ejercida por una minoría, que no se imponía por la fuerza o coacción al resto, sino que era la apatía política del resto la que hacía que esa minoría monopolizara la vida política. Este sistema, típico de una sociedad rural estable, comenzó a entrar en crisis en el momento en el que se dio un cambio social, como fue el de la modernización. Poco a poco, se fue sufriendo un debilitamiento de la autoridad y de la responsabilidad del sistema político, causa principal del advenimiento de Primo de Rivera. Una posible interpretación de los orígenes de la dictadura parte no de la insistencia en el poder de los militares, sino en la debilidad del Estado

Por la tanto, el papel que jugó el orden público fue una de las grandes causas de la contrariedad de Primo de Rivera; fue éste un factor decisivo para que la decisión anticonstitucional de los militares fuese aceptada con entusiasmo por la mayor parte de la población.

La dictadura a grandes rasgos

El 13 de septiembre de 1923, ante la crisis que vive el país y para evitar la exigencia de las responsabilidades derivadas de Annual, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado con el apoyo de la mayoría de las unidades militares. Dado el desprestigio en que había caído el sistema político de la Restauración, el golpe de estado no encontró ninguna resistencia. La dictadura tuvo siete años de vida en los que se sucedieron dos formas de gobierno: el Directorio Militar (1923-25) y el Directorio Civil (1925-30).

La reunión prevista de las Cortes Generales para fechas inmediatamente posteriores con el objetivo de analizar el problema de Marruecos y el papel del ejército en la contienda, fue el detonante último de la sublevación. A esta situación se une una grave crisis del sistema monárquico que no acaba de encajar en un siglo XX marcado por la revolución industrial acelerada, un papel no reconocido a la burguesía, tensiones nacionalistas y unos partidos políticos tradicionales incapaces de afrontar un régimen democrático pleno.

Resumiendo, podríamos decir que los hechos que coadyuvaron a las salida dictatorial fueron las distintas crisis: económica (después del boom de la I guerra Mundial), social, militar (desastres de Marruecos), de orden público (terrorismo, pistoleros, represión, política, etc)

Previamente, Antonio Maura había desaconsejado al Rey la posibilidad tanto de un golpe de estado como del establecimiento de cualquier sistema autoritario. El 14 de septiembre el gobierno legítimo había pedido al Rey la destitución inmediata de los generales sublevados, singularmente José Sanjurjo y el propio Primo de Rivera, y la convocatoria de las Cortes Generales, pero el monarca aceptó finalmente el golpe.

En el Manifiesto de los sublevados se invocó la salvación de España de "los profesionales de la política". Con el apoyo del ejército, de la burguesía industrial vasca y catalana y de los terratenientes andaluces, el Rey Alfonso XIII no pone mayores obstáculos a nombrar Presidente del Gobierno a Primo de Rivera en su calidad de dictador militar el 15 de septiembre. Se suspendió la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos, se prohibieron los partidos políticos, se crearon los somatén como milicias urbanas y se declaró el estado de guerra. Por otra parte, se suprimió toda aspiración regionalista o nacionalista. Reaccionaron con energía contra los que se tomaron la libertad de criticar su legalidad establecida. Unamuno fue destituido de su puesto de rector de Salamanca, el Ateneo de Madrid fue clausurado, etc….

La nueva dictadura cortejó con éxito a industriales y hacendados, así como a la Iglesia y a la UGT. Los tres primeros elementos fueron característicos del fascismo italiano y de las dictaduras centroeuropeas. La colaboración con los socialistas fue un rasgo original de la dictadura española.

Primo de Rivera ofrecía una imagen campechana y paternalista, al tiempo que mantenía un discurso antisistema muy al día en la época, tildando de corruptos a los políticos y enviando a la población mensajes sencillos que hacían pensar en una fácil solución de los problemas con recetas puramente domésticas al alcance de todos.

En el plano económico, debemos tener en cuenta que durante la I Guerra Mundial la economía española prosperó, pues los industriales multiplicaron sus beneficios y los obreros vieron subir sus salarios, a pesar de que los precios aumentaron más deprisa. Pero al finalizar la guerra, la situación social se agravó, y la lucha de clases estuvo a punto de convertirse en un conflicto abierto, con actuaciones de violencia como la del general Martínez Anido. Además de en Barcelona, hubo revueltas en Andalucía, donde los anarquistas ocuparon pueblos y tierras durante el denominado “trienio bolchevique”, que finalmente fue dominado por el ejército.

Sin embargo, durante la dictadura, el estado acometió grandes proyectos de obras públicas, y en el plano social, puso en práctica un programa vagamente reformista, con la implantación de los comités paritarios y los tribunales industriales, intentando ganarse la adhesión del partido socialista mediante el contacto establecido con los reformistas Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto. Pero los obreros no dejaron de notar que los salarios no seguían la curva de una prosperidad patronal ostentosa y que el derecho de huelga había sido suprimido.

1ª etapa: el directorio militar (1923-1925):

El Directorio Militar fue una etapa estrictamente militar que estaba formado por nueve generales y un almirante. Primo de Rivera asumió todos los poderes, cuya finalidad en sus propias palabras era "poner España en orden" para devolverla después a manos civiles.

Se consiguió restablecer el orden público, y para conseguirlo se adoptó como medida el estado de guerra y se abolieron las libertades. Además, se intensificaron las actuaciones represivas contra el movimiento obrero, se creó una milicia nacional que fue puesta al servicio del régimen y se formó la unión patriótica formada por conservadores, burgueses católicos y grandes terratenientes; también se organizó un sistema ágil de administración central, provincial y municipal.

En 1924 se hace cargo de la situación en Marruecos, iniciando un movimiento de repliegue a las zonas de Ceuta, Tetuán y Melilla. Se evacuó Xauén. En 1925 y de acuerdo con Francia, las tropas españolas desembarcan en el peñón de Alhucemas en respuesta a los ataques del Abd-El-Krim, y la campaña continúa hasta la derrota de este jefe rifeño, que se entrega a Francia. Así, en 1926 finaliza la guerra de Marruecos, aunque el sometimiento y la ocupación del territorio marroquí no termina hasta 1927.

Al terminar la primera etapa de la dictadura su balance era positivo; gozaba de una acogida favorable entre los sectores políticos y la opinión pública.

La política monetaria de 1923-1925

Los objetivos económicos no ocuparon un lugar de importancia en el programa del dictador y desempeñaron un papel muy subordinado en la política del directorio militar.

El episodio más significativo de este periodo fue la crisis bancaria que tuvo lugar en junio de 1924, cuando quebró el Banco Castilla, y en 1926, cuando cerró el Banco Sabadell. Seis entidades financieras importantes liquidaron y un gran número estuvo a punto de suspensión de pagos. Esas dificultades fueron las sufridas por el Banco Central, que de haber caído, habría ampliado las consecuencias para la economía nacional.

La retirada de depósitos comenzó a partir de 1924, que se prolongó hasta 1925. Generalmente la retirada masiva de depósitos se produce cuando los poseedores de éstos desconfían de la liquidez o solvencia de las entidades financieras y temen por la seguridad de sus activos. En otros casos, los bancos liquidan cuando registran importantes pérdidas de capital, o la rentabilidad de sus inversiones disminuye y sus beneficios se reducen o desaparecen.

Parece ser que la razón de quiebra de aquellos años fue la insolvencia. El descenso de los precios de las mercancías y valores privados que había tenido lugar a raíz de la conclusión de la I Guerra Mundial y que se extendió hasta 1923 trajo consigo un deterioro en la calidad de los préstamos e inversiones bancarias. Muchos bancos experimentan pérdidas de capital, a la vez que crecía el número de incobrables, sobre todo las instituciones vinculadas a sectores industriales. Es decir, las consecuencias de la I Guerra Mundial fueron la causa principal de las dificultades financieras, pero a esto le debemos añadir la falta de previsión y la inadecuada política de activos seguida por muchas entidades de crédito.

No fue hasta 1925 cuando se comenzó a hacer frente a la situación económica que se estaba desarrollando. Para entonces el nivel de depósitos bancarios había experimentado ya un considerable descenso y varias entidades habían presentado la suspensión de pagos. Fue Carlos Vergara Cailleux quién informó al consejo de la situación crítica de la banca, haciendo referencia especial a la situación del Banco Central, que había solicitado con urgencia el auxilio del Banco de España, pues las consecuencia que tendría para España la suspensión de pagos de éste serían incalculables, por lo tanto, se solicitó que la Comisión de Operaciones procediese con mayor libertad a la concesión de créditos para el Banco Central. Fue sólo en esta operación en la que el Banco de España participó en un salvamento financiero, adoptado ante las otras entidades una actitud pasiva, dejando que la crisis siguiera su curso, puesto que pensaban que las quiebras bancarias eran consecuencia de una mala gestión y que no era labor del Banco de España rescatar a todos aquellos bancos que habían caído en las especulaciones y excesos. En muchos casos era cierto, pero en otros no consideraron la situación de insolvencia causada por las relaciones entre las entidades de crédito y determinados sectores industriales afectados por la crisis de postguerra. Tampoco se tuvieron en cuenta las consecuencias que podría tener sobre el público del sistema financiero y sobre las expectativas empresariales las suspensiones de pagos.

Respecto a la política de tipos de interés, no fue hasta 1922 cuando comenzaron a realizar disminuciones de los mismos. Se supone que dicha bajada se debió al estancamiento que estaban sufriendo las operaciones comerciales del Banco, pues al estar los tipos de interés alto se estaba provocando un descenso de la actividad económica.

A partir de 1923 fue cuando se comenzó a notar una recuperación económica, aunque no es creído por diversos autores que “se deba a las diversas medidas adoptadas por las autoridades, tales como el arancel de Cambó o la rebaja del tipo de descuento del Banco de España.” Se piensa que esta recuperación económica es la producida normalmente después de que hubiese tocado fondo, a la vez que la economía europea comenzaba una fase de crecimiento.

En este periodo, desde el punto de vista de la política económica, los dos problemas que se quedaron sin resolver fueron la estabilidad de la moneda y la nivelación del presupuesto. Además, en 1925 aún no se había logrado formular una estrategia adecuada que pudiera conducir a la solución de ambos problemas.

2ª etapa: directorio civil (1925-1930):

La pacificación de Marruecos afianzó el poder personal de Primo de Rivera. En 1925, abandonando la idea de transitoriedad, nombra un gobierno civil compuesto por 4 militares y 6 civiles. El nuevo gobierno contaba con políticos jóvenes y técnicamente bien preparados (Calvo Sotelo, Aunós, Lorenzo Pardo, Conde de Guadalhorce, etc..).La entrada de estas personas supone en cierta medida el paso de las soluciones improvisadas a una economía planificada y dirigida. Además, contaba con el apoyo de la Unión Patriótica, fundada en 1924, y que pretendía ser una especie de partido llamado a dar continuidad en su día a la obra de Primo de Rivera.

Un hecho que caracteriza a la época es el proceso de industrialización, que se desarrolla paralelo a la escasa atención que se pone en la agricultura, que permaneció inamovible, a pesar de posturas como la de Calvo Sotelo que pensaba que el poder público debía actuar con urgencia por medio de una ley agraria, con la cual y mediante la parcelación de latifundios, borraría de España el fantasma comunista. Pero sólo las confederaciones Hidrográficas y la repoblación forestal tuvieron algún interés en el campo agrícola, junto con las juntas de Reintegración del Campo (intento de devolver al campo a los obreros que lo habían abandonado, y mantener a los que aún permanecen en él). A pesar de la escasa actuación, Primo de Rivera fue el más ambicioso en sus proyectos que todos los anteriores.

En el campo hacendístico y de obras públicas es dónde el régimen consiguió sus mejores bazas. Calvo Sotelo logró aliviar la deuda pública y monopolizó algún sector clave: petróleo (Campsa). En obras públicas, al calor de la bonanza económica, se ampliaron y mejoraron carreteras, puertos y regadíos. Estas reformas fueron, sin embargo, truncadas en sus expectativas con el estallido del crash bursátil de Wall Street en 1929.

Política monetaria de 1926-1929 . Calvo Sotelo

Fue a partir de 1925 cuando Europa comenzó a experimentar una expansión económica. En España también podríamos decir que fue a partir de este periodo cuando se comenzó a notar esa prosperidad económica, y las autoridades comenzaron a tomar medidas para tratar de estabilizar la peseta.

Los impulsos que ayudaron a que nuestra economía avanzara fueron sobre todo de la mano de la política fiscal, concretamente de los gastos públicos en inversión. La actividad del estado, estimuló la demanda agregada de bienes y servicios y generó un conjunto de economías internas y externas que facilitó la inversión privada en las actividades directamente productivas. Además, el crecimiento también fue debido al hecho de la aceleración no anticipada de la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero y por la depreciación del tipo de cambio de la peseta.

Calvo Sotelo, en su labor de Ministro de Hacienda, en un primer periodo se centró más en los problemas presupuestarios, dejando de lado a la política cambiaria. Sin embargo, a partir de 1928, fue la estabilización de la peseta y la posibilidad de adoptar el patrón oro su principal preocupación. Por lo tanto, durante ese primer periodo que abarca de 1926-1927, se intentó llegar a una nivelación del presupuesto mediante una política económica austera que no era sólo hacer economías en los presupuestos, sino más bien en intentar no amentarlos creando nuevos servicios. Se tenía una preferencia por la deuda a largo plazo, la necesidad de evitar los efectos perturbadores de las obligaciones del Tesoro sobre el mercado de dinero y la incertidumbre que conllevan los vencimientos cortos.

Fue a partir de 1928 cuando la atención se centró más sobre el tipo de cambio de la peseta, debido a la favorable evolución que estaba sufriendo la peseta. Esta evolución positiva fue debida a las expectativas de revalorización generadas por una creciente confianza en la situación política, económica y financiera de España, además de la mejora temporal de la balanza comercial debido al aumento de las exportaciones de vino y naranja y de la caída del precio de varios productos de importación.

Como ya hemos señalado, en el periodo anterior de la política de Calvo Sotelo, se había dejado que la peseta se revaluase, hasta que en 1927 nuestra moneda comenzó a sufrir una lenta pero continuada depreciación, por lo tanto fue en 1928 cuando las autoridades se enfrentaron al problema de la caída de la cotización en el exterior de la moneda. Ante las opciones que tenía Calvo Sotelo, y sabedor de ellas, sin embargo decidió no hacer nada y aplazar cualquier decisión sobre el tema, cuando para muchos autores resultaba obvio que con la depreciación de la peseta, ésta se iba a consolidar. El ministro sin embargo confió en una revaluación natural, aunque nada en España justificaba ese animado punto de vista, pues los precios en el mercado mundial mostraban una persistencia a la baja, además, ya en 1928 se comenzaba a n otra el desgaste político de la dictadura. Esa revalorización natural que Calvo Sotelo esperaba no llegó a producirse, sino todo lo contrario, pues la depreciación de la peseta se acentuó, por lo tanto, en 1928 la moneda española comenzó a recibir apoyo oficial en el mercado de divisas hasta enero de 1929, cuando se dio por terminada la primera fase de apoyo oficial. Hubo más tarde una segunda, que tampoco solucionó el problema que se estaba viviendo. Debido a estas situaciones, no fue hasta finales de 1928 cuando el ministro de Hacienda decidió adoptar una política monetaria deflacionista.

Calvo Sotelo dimitió en 1929, y Primo de Rivera reconoció que la intervención había sido un fracaso y un error, por lo que la dictadura finalizó sus días sin haber logrado estabilizar los cambios.

El regeneracionismo y corporativismo en la dictadura

Ya hemos comentado que el origen de la dictadura fue principalmente político, por lo que nada tiene de particular que en la etapa inicial se llevara a cabo una labor de reforma política, destacando principalmente el problema de Marruecos. Es posible que los principios ideológicos de esta actuación política a día de hoy nos puedan resultar incomprensibles, pero que en su momento se podían considerar como normales. Es lo que llamamos regeneracionismo liberal que partía de la diferencia existente entre la constitución política del país y la práctica habitual, para concluir en la necesidad de intervención de un “cirujano de hierro”, capaz de producir una reforma sustancial en las costumbres políticas en un espacio corto de tiempo. Primo de Rivera intentó llevar a la práctica un amplio programa de reformas políticas, aunque su traducción a la realidad distó de ser satisfactoria. De lo que no cabe duda es de la voluntad liberal que los guiaba. Una curiosidad es que mientras que en el directorio militar se da un intento de regeneracionismo liberal, al cambiar al directorio civil se trata de lograr fórmulas de una cierta permanencia, con soluciones más autoritarias.

Respecto al sufragio, intentó introducir fórmulas de representación proporcional: el voto femenino, reducción de la edad necesaria para ser elector y perfeccionar los procedimientos de confección del censo. También existió un intento de reforma del senado, tendente a limitar la representación de los grandes de España, hacer desaparecer a los senadores vitalicios e introducir la representación corporativa. Estos dos proyectos anteriores no pasaron de ser sólo proyectos, aunque lo que se llevó a cabo fue un nuevo Estatuto Provincial y otro Municipal. Éste último representaba la fórmula más democrática de los ayuntamientos españoles, pues además de procedimientos electorales más fiables, también se limitaba la intervención gubernamental y se potenciaba la capacidad de acción municipal. Pero al no llevarse a cabo dicho estatuto, se puede concluir que la Dictadura no había tenido otro efecto sobre la vida municipal que la de aumentar las deudas de las entidades locales al concederles mayor capacidad de obtención de créditos y el de introducir algunos concejales de representación corporativa, mientras que los electivos eran nombrados gubernativamente. El estatuto Provincial, creado a posteriori, contenía elementos menos renovadores.

Otras medidas tomadas por el dictador fueron las relativas a la clase política del régimen liberal oligárquico. Siguiendo la tesis del regeneracionismo liberal, se debía emplear una actitud decidida respecto al caciquismo, y en segundo lugar, facilitar el que los intereses de la España real aparecieran por encima de la España oficial.

Tomó medidas recibidas por la opinión pública de una manera entusiasta, como por ejemplo, la suspensión de los ayuntamientos y las diputaciones provinciales para sustituirlos temporalmente por la Junta de Vocales Asociados y realizar mientras tanto una profunda labor de inspección de la gestión municipal.

En realidad, todas las medidas tenían mucho de ficticio y en muchos casos eran temporales (ya hemos visto cual fue el destino de los ayuntamientos, totalmente diferente a lo estipulado en el estatuto).

En el terreno de la persecución de la trama caciquil, la medida más importante fue la creación de los delegados militares gubernativos. Eran como una reproducción, a un nivel geográfico inferior, de la representación que Primo de Rivera tenía a nivel nacional. La misión de éstos era la de inspeccionar los Ayuntamientos y organismos administrativos, en donde su tarea debía consistir no sólo en la persecución del abuso, sino en favorecer una amplia regeneración que afectaba no sólo aspectos políticos o administrativos, sino también a los ejercicios físicos o las tareas caseras.

La gran medida regeneradora, con el propósito de engendrar una nueva política que sustituyera a los pésimos procedimientos de la antigua, fue la creación de la Unión Patriótica. Con ella demostró que si sus ideas con respecto a la destrucción de la vieja política podían resultar muy simples, pero eran al menos populares, en cambio en los aspectos más positivos carecían por completo de una orientación firme y coherente..

La Unión Patriótica, pensada como una agrupación de hombres de “ideas sanas” y organizada en su primer momento con el procedimiento de circulación de cuartillas, nunca se supo exactamente qué era. Admitió a gente de ideas muy diferentes, pero pronto predominaron no sólo los sectores conservadores, sino también quienes se aproximaban a unos procedimientos autoritarios que nunca tuvieron una aceptación completa por parte del dictador. Su intención fundamental era sustituir el caciquismo, pero en realidad, o eran mucho más caciques, o se convirtieron en ellos fácilmente. No se identificó nunca con el gobierno, hasta tal punto que los gobernadores civiles constituían, en las provincias, una autoridad superior y diferente. Siempre estuvo lejos de llegar a ser un partido único, que junto con su falta de precisión ideológica explica que se desvaneciera sin dificultad al final de la etapa dictatorial. Pero en sus filas se formaron quienes fueron figuras importantes de la derecha radical durante la segunda República.

Después de esto, podemos decir que la labor de la Dictadura respecto a lo que fue la transformación de las estructuras más íntimas de la vida política del país fue muy poco efectiva. Los cambios fueron mínimos, y consistieron en una desorganización de la red caciquil y en un aumento de su desprestigio ante la opinión pública. Aunque sus medidas fueron recibidas con entusiasmo, se demostraron simples y contraproducentes. Pero no debemos olvidar que fue el político español que intentó de manera más decidida cumplir el programa.

El corporativismo es entendido como el medio para suprimir el modelo liberal ya que éste no frenaba adecuadamente al socialismo, que era el elemento a batir. Según Aunós, ministro de trabajo durante la dictadura y máximo defensor del corporativismo “ el estado corporativo descansa sobre el pueblo organizado en entidades autárquicas. Así como el estado liberal proclama el “derecho” de los individuos, la base esencial del estado corporativo es la “función” de los mismos, de lo que infiere que su exigencia primaria es el deber social del trabajo. Cada individuo viene obligado a desempeñar la función para la que sea apto en beneficio de la colectividad y por ese motivo forma parte obligatoria de la organización corporativa correspondiente. Este principio excluye la ficticia libertad del estado democrático; sustituye el elemento abstracto de ciudadano por el de productor; subordina los intereses individuales o de clase a los más generales y soberanos de la colectividad; establece disciplina social y el respeto a las jerarquías que se derivan de la preeminencia en las tareas productivas y supone, por consiguiente, un Estado fuerte, con la suficiente autoridad para cumplir sus amplísimos fines.”

El corporativismo buscaba reconducir la lucha de clases a un espacio de colaboración entre las mismas, en el que los que consideraban intereses particulares y egoístas debían subordinarse a los intereses nacionales, la defensa de los cuales garantizaba el beneficio común de patronos y trabajadores. No se trataba sólo de establecer comités mixtos, órganos de conciliación y arbitraje, sino también de regular obligatoriamente las relaciones de trabajo y de imponer de manera obligatoria la presencia de las dos partes en un entramado complejo. El dominio de la cúpula de dicho entramado garantiza la hegemonía sobre el en su totalidad y dicha cúpula pasa a ser un órgano del estado.

Ya hemos visto como Primo de Rivera no toma el poder con fines de largo plazo, no era su intento inicial el de tomar medidas coyunturales, sino que su pronunciamiento buscaba una nueva legalidad, sanear la situación y volver al punto de partida modificando la prácticas políticas. Pero el cambio fundamental se produce una vez solucionado el problema africano. Sabedor de su popularidad, empieza a pensar en la idea prolongada de su situación como regenerador, pasando así del directorio militar al directorio civil. En su proyecto de programa de gobierno se preocupa sobre todo de la adopción de medidas de administración. Es impulsado a emprender una obra reconstructiva, donde mezcla la rapidez y el método para elevar los grados morales y materiales de la nación, fomenta las obras y los trabajos públicos, utiliza las grandes riquezas del país, perfecciona la legislación, sanea Hacienda y reorganiza los servicios del Estado. Además, en este proyecto también que se gobernaría por decreto, no se convocarían elecciones y no se suprimiría la censura.

Fue entonces cuando surgió el corporativismo, manifestándose claramente en el seno de la dictadura. Se formaron los comités paritarios, que eran uniones por los vértices de sindicatos de obreros y patronos para cuestiones comunes entre capital y trabajo. Aunós no lo veía así, pues según él, estos comités estaban minados por el socialismo habían servido como instrumentos de luchas de clases.

Esta política laboral corporativa constituyó un “éxito relativo”, debido sobre todo a la buena disposición del socialismo español para con la dictadura.

La Organización Corporativa Nacional, a través de sus corporaciones agricultura, industria y comercio, y servicios, va a determinar, controlar y solucionar ciertos problemas sociales, gracias al Comité Paritario. El corporativismo social permite al régimen asegurar la cuota de orden público que el sistema de producción demandaba, y que la colaboración de clases prestó una gran contribución, y sin embargo, en lo económico, contribuyó a aumentar la injusta distribución de la renta, ya que el nivel de vida de la clase trabajadora disminuyó considerablemente.

La Organización Corporativa Nacional también se encarga de ordenar el país en el sentido económico, como fueron la creación de leyes como la de creación del Consejo de Economía Nacional, el aumento de los derechos arancelarios, el restablecimiento del Comité Regulador de la Producción Industrial, creación de las confederaciones hidrográficas ya mencionadas, leyes sobre protección y fomento de la Industria Nacional, la orientación de la emigración a Hispanoamérica en un sentido plenamente protegido de intervención, la intervención de la peseta, creación de monopolios (CAMPSA, Telefónica…) y mucho más es lo que configura la política intervencionista de la dictadura.

Pero esta intervención es impensable sin la planificación. El poder público dirige y regula la economía, orienta la producción, invierte en obras públicas, etc. De este modo nace en 1924 el Consejo de Economía Nacional, con el fin de regular todo lo posible y a informar de todo cuanto interesa a la producción y a su exportación. Era una especie de instrumento de defensa de nuestra economía.

Este corporativismo español fue de gran pobreza teórica. La nueva economía que se quería construir demostró poca consistencia, por lo que la gran mayoría de su esquema teórico era el de la economía clásica, con unos ligeros retoques, aportaciones que nada variaban de lo fundamental.

Otros aspectos a tener en cuenta son los que se refieren a toda actuación pública tendente a la ordenación y puesta al día del mecanismo productivo del país que se dirigió a favorecer y proteger única y exclusivamente a la economía nacional (nacionalismo económico). La creación de CAMPSA, las facilidades dadas al fomento de productos como el maíz, plomo, motores y automóviles, construcciones de buques, química, farmacéutica, papel, tabaco etc son manifestaciones de ese nacionalismo económico profesado por calvo Sotelo, sin el cual España no sería grande, ni “una”, ni libre, porque no gozará de verdadera independencia nacional. Es en esta época cuando empieza a tomar cuerpo el ideal de la autarquía económica

Durante la época, muchos autores no percibían a la dictadura y el corporativismo sin el fascismo, aunque la mayoría de ellos no incluyen el periodo dictatorial entre los fascismos debido a diferencias entre unos y otros, como puede ser la falta de apoyo en una reacción de las masas pequeño burguesas, la no existencia de una situación prerrevolucionaria por parte de la clase obrera, no alentar un régimen prefascista ni querer crear un estado nuevo, la ausencia de violencia, falta de un partido fascista, mantenimiento en la legalidad de un partido político y una central sindical de carácter obrero, como el P.S.O.E y U.G.T.

El inicio del fin

Mientras duró la relativa prosperidad económica, la Dictadura se mantuvo sin demasiadas dificultades, pero al terminar aquella perdió rápidamente la fácil popularidad que había conquistado. Al ver que se había quedado claramente sin apoyo alguno, que incluso la burguesía (antes esperanzada con él) se manifestaba en su contra, preguntó a los altos oficiales del ejército si estaban dispuestos a que siguiera en el poder, y al comprobar que no le sostenían, presentó la dimisión en enero de 1930. Durante los meses que siguieron, el rey experimentó con diversos gabinetes militares. El general Berenguer fue el encargado de sustituirle, pero el prometido retorno a la normalidad constitucional se llevaba tan lentamente que la oposición y la opinión pública mostraron su descontento hacia lo que irónicamente se llamaba "dictablanda".
En el verano de 1930, se firmó un pacto entre varios políticos e intelectuales republicanos, socialistas, defensores del nacionalismo catalán y constituyeron el movimiento al servicio de la República.

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http://www.mailxmail.com/curso/excelencia/historia_espana2/capitulo11.htm “La dictadura de Primo de Rivera”

http://www.historia-es.com “La dictadura de Primo de Rivera”

Desde 1875 se vivía la denominada época de la restauración monárquica con Alfonso XII (1875-1885). Posteriormente se desarrolla la Regencia de María Cristina (1885-1902) y, tras la temprana muerte de Alfonso XII., sube al trono Alfonso XIII.

Las causas de la semana trágica fueron los ataques de los indígenas del Rif a trabajadores españoles , las movilizaciones de reservistas (protestas en Barcelona y Madrid ),primeros choques militares (Desastre del Barranco del Lobo con 1.200 bajas, que desembocó en la huelga general en Barcelona ), tres días de protestas, quemas de conventos, enfrentamientos con el ejército, centenares de muertos y heridos, destrucciones…,el juicio irregular y ejecución de Francisco Ferrer y Guardia

Huelga general apoyada por la C.N.T, los socialistas y la U.G.T, sofocada por el ejército, que conduce a la disolución del movimiento de los parlamentarios: tanto el ejército como la burguesía se ponen de parte del gobierno.

El somatén (en catalán sometent) es una institución de carácter parapolicial tradicional de Cataluña En sus inicios era un cuerpo armado de autoprotección civil, separado del ejército, para defensa propia y de la tierra en tiempo de conflicto bélico.

Gobernador civil de Barcelona de 1920-1922

Martín Aceña. “La política monetaria en España 1919-1935” instituto de estudios fiscales. Pag. 103

Cfr. Guerrero Salom “ La dictadura de Primo de Rivera y el corporativismo”, Cuadernos económicos del ICE. Número 10, pags. 115, 116

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Enviado por:Raquel Fernández Molinero
Idioma: castellano
País: España

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