Psicología
Personalidad. Investigación interaccionista II
TEMA 24
INVESTIGACION INTERACCIONISTA
II: CONDUCTA ALTRUISTA
INTRODUCCION
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¿ Por qué algunas personas abandonan a otros cuando les necesitan, mientras que otras ayudan incluso cuando esta ayuda supone un coste considerable?
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La moderna psicología siente devoción hacia los modelos egoístas sobre la conducta humana: ésta solo es motivada por beneficio personal que pueda obtener.
DETERMINANTES INTERNOS VS EXTERNOS DE LA CONDUCTA HUMANA
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Los investigadores se preguntan si hay una disposición interna en algunas personas, que les lleva a preocuparse por los demás, o si la única diferencia entre las que ayudan y la que no radica en que ambos grupos se enfrentan a situaciones sociales externas que tienen distintos patrones de refuerzo para el egoísmo.
Determinantes internos
. Diferencias individuales
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Esta investigación parte del supuesto de que ciertos sujetos tienen disposiciones, innatas o adquiridas, que contribuyen a la conducta de ayuda.
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Una primera aproximación ha intentado encontrar una relación entre la conducta prosocial y una serie de variables demográficas y de personalidad: responsabilidad social, maquiavelismo, autoritarismo, deseabilidad social, alienación, autonomía, consideración, sumisión, confianza, independencia, acuerdo con las creencias de la Nueva Izquierda, conocimiento de las consecuencias, atribución de responsabilidad, y tamaño de la ciudad de residencia. Resultados: ninguna de esas variables ha demostrado ser una predictora consistente con la conducta prosocial.
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Staub, basándose en un índice de “orientación prosocial” obtenido a partir de las respuestas de los sujetos a diversas medidas de personalidad, tuvo éxito en la predicción de la conducta de ayuda. Sin embargo, el índice de Staub no puede considerarse un predictor consistente de la conducta de ayuda ya que se obtiene de una exploración post hoc de los datos.
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En general, puede decirse que la idea de que las diferencias individuales determinan el que una persona ayude no ha recibido apoyo suficiente.
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Sin embargo, lo que si ha recibido un apoyo más consistente es el efecto que tienen las diferencias individuales en la forma en que se ayuda. Ejemplos:
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las personas más altas en atribución interna de la responsabilidad tendían a ayudar directamente a la víctima , en lugar de buscar ayuda de terceras personas (Schwartz y Clausen)
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una orientación religiosa ortodoxa correlaciona positivamente con una forma relativamente persistente de ayuda que se muestra insensible a las necesidades de la persona necesitada, mientras que una orientación religiosa abierta, si respondía a las necesidades de la persona en dificultades. (Darley y Batson).
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El hecho de no poder determinar si las variables de personalidad y cuáles, influyen en la conducta de ayuda obliga a cambiar la estrategia de investigación, pero no a cambiar el objeto de estudio. Por ejemplo:
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Desarrollar una taxonomía de situaciones de necesidad, indicando las dimensiones fundamentales en las que difieren y la implicación que las diferencias individuales pueden tener en las mismas. (Gergen)
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Cambiar las muestras (son pequeñas y homogéneas), comprobar si las variables de personalidad son las correctas, es decir, mejoras metodológicas en general.
2.1.2. Normas
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“Responsabilidad social”: esta norma señala que los sujetos deberían ayudar a quienes lo necesiten.
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Se argumenta que una vez que la persona acepta, mediante el proceso de socialización, esta regla de conducta, debería sentir la presión interna para actuar de acuerdo con ella. Resultado: la evidencia empírica de que esta norma lleve a conducta prosocial es poco convincente.
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Autores como Darley y Latané señalan que las normas suelen ser contradictorias; una norma señala que se debe ayudar, otra que hay que preocuparse por los propios asuntos. Además son demasiado generales y no permiten la predicción precisa sobre cuando ocurrirá dicha conducta.
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Otro trabajo (Darley y Batson) utilizaron una manipulación de la “saliencia” de la norma de responsabilidad social considerada tradicionalmente de muy poderosa: en la condición de alta saliencia, los estudiantes de un Seminario de Teología leyeron la parábola del buen samaritano. En la condición de baja saliencia, los seminaristas leyeron un mensaje sobre las condiciones de trabajo de los sacerdotes. Posteriormente, fueron llevados a otro edificio donde iban a tratar el tema sobre el que había leído. En el camino, pasaban junto a un callejón en el que se encontraba un hombre tumbado, tosiendo y gimiendo. Los seminaristas que iban a tratar el tema del buen samaritano no ayudaron más a la víctima que los otros.
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Puede concluirse que la norma de responsabilidad social no es un motivador muy potente de la conducta prosocial.
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Un estudio de Schwartz propone usar la norma como predictor de la conducta prosocial, pero no la general, sino normas “personales específicas”: son reglas internalizadas de conducta aprendidas a través de la interacción social. Varían de sujeto a sujeto e incluso dentro de la misma sociedad. Su no cumplimiento sanciona al autoconcepto: culpa, pérdida de autoestima.
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Las normas “personales específicas” dirigen la decisión hacia la respuesta más adecuada en la situación considerada.
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¿ Puede encontrarse apoyo empírico que muestre que las normas personales específicas afectan a las respuestas dadas en situaciones de necesidad ?
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Schwartz soluciona este problema infiriendo relaciones causales de análisis de correlaciones.
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Sin embargo no podemos asegurar que la correlación no es el resultado de algún otro factor que afecta a la conducta prosocial y que, por tanto, afecta a los resultados autoinformados sobre el deber de ayudar (índice de fuerza de la normas personales específicas).
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Se necesita un método que permita manipular directamente la fuerza de las normas personales antes de evaluar su poder causal.
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En definitiva, los intentos por encontrar determinantes externos en la conducta de ayuda no parecen haber tenido gran éxito. El apoyo empírico de las diferencias individuales y de las normas ha sido débil.
Determinantes externos
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Estudio de Latané y Darley en el que se desarrolla un modelo cognitivo del proceso de decisión incluido en la conducta de ayuda ante una emergencia:
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Proponen que: el contexto social de una emergencia influirá en el proceso de decisión, especialmente en la interpretación y la responsabilidad ( forma de ayuda que puede ofrecer y cómo llevarlo a cabo).
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Los estudios han mostrado que las claves sociales procedentes de otros observadores, sugiriendo que han interpretado o n el acontecimiento como una emergencia (por ejemplo, expresiones faciales de alarma vs. expresiones de tranquilidad) afectan a la probabilidad de que la persona actúe.
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Algunos estudios han mostrado que focalizar la responsabilidad de la ayuda en un único observador (por ejemplo, que no estén presentes otras personas que pudieran ayudar) aumenta la probabilidad de que la persona intervenga.
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La investigación actual parece apuntar a que las causas de la conducta prosocial parecen estar en la situación y no en las características internas del sujeto.
FACTORES QUE LLEVAN A INTERESARSE NUEVAMENTE POR LOS DETERMINANTES INTERNOS
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Los modelos desarrollados por Latané y Darley no son suficientes para explicar por qué ayuda una persona. Sirve para explicar cuándo ayudará una persona y cuando no, pero no porqué.
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Se plantea que considerar la investigación como un enfrentamiento entre determinantes externos frente a internos de la conducta de ayuda, es un error.
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Se pone de manifiesto la intervención de un posible determinante interno de la conducta de ayuda, no considerado en la investigación previa: la evidencia a favor de los estados emocionales internos relacionados con la conducta de ayuda.
Los datos proceden de dos fuentes:
Hay datos de que los observadores de una situación de emergencia se encuentran fisiológicamente activados: manos sudorosas, respiración alterada, etc.
Hay evidencia empírica sobre que el estado de ánimo del individuo afecta a la conducta prosocial en situaciones menos extremas: las personas con un estado de ánimo bueno tienden a hacer más favores que las personas con un estado bajo o medio. Porqué razón el estado de ánimo afecta a la conducta prosocioal, sigue siendo un interrogante.
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La orientación cognitiva está estrechamente ligada al estudio de los determinantes externos de la conducta.
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Se piensa que un modelo de funcionamiento humano limitado al procesamiento cognitivo de los estímulos externos no es adecuado para dar cuenta de la conducta humana, porque los procesos cognitivos son afectados por los estados internos del organismo.
4. ACTIVACION EMOCIONAL COMO DETERMINANTE INTERNO DE LA CONDUCTA DE AYUDA
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Se han desarrollado dos aproximaciones diferentes para explicar cómo la activación emocional es un determinante en la conducta de ayuda, partiendo ambas de la misma premisa:
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la activación emocional es un componente importante de la motivación para ayudar a los demás y tal activación puede llevar o no a la conducta prosocial, dependiendo de las presiones situacionales externas.
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Ambas aproximación difieren en el tipo de motivación que suponen producen la activación emocional:
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Una considera que la motivación es puramente egoísta: la desgracia ajena crea un estado de malestar en el observador, que le lleva egoístamente a reducirlo.
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La otra considera que esta motivación es parcialmente altruista.: la desgracia ajena crea una activación emocional empática que lleva a una motivación de reducir, no el propio malestar, sino el de los demás.
4.1. Activación aversiva como un motivador egoísta
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Modelo de los Piliavin:
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Tiene dos componentes:
Activación: se sugieren un nº de fuentes de activación ante las emergencias: vicaria o empatía, sorpresa, shock, incertidumbre y miedo.
Estas se suman, creando un nivel total de malestar personal.
Este nivel de activación puede reinterpretarse cognitivamente en dos direcciones: como emoción positiva (excitación, placer), el observador no será motivado a reducirla. Como emoción negativa (miedo, enfado) sí será motivado a ello.
Decisión: basado en el cálculo de costes-beneficios que determinarán si el observador ayudará, abandonará la escena, reinterpretará la situación decidiendo que no es una emergencia o restando importancia a lo sucedido.
Existe evidencia de que el aumento en el coste de la respuesta de ayuda disminuye la probabilidad de que ésta ocurra.
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La verdad es que no hay evidencia empírica de que las diversas formas de activación se sumen, ni de que la reducción del malestar personal sea la motivación primaria de la conducta de ayuda.
4.2. Emoción empática como un motivador altruista
4.2.1. Definiciones
4.2.1.1. Altruismo:
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La conducta de un sujeto es altruistamente motivada cuando su meta última es reducir el dolor de otra persona o aumentar su satisfacción. Es decir, la conducta del organismo A es alturistamente motivada en la medida que sus respuestas se dirigen a producir placer o a reducir el dolor del organismo B.
4.2.1.2. Empatía:
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Acuñado por Titchener. Estado emocional elicitado por el estado emocional de otra persona y congruente con dicho estado. No quiere decirse que una respuesta empática incluya sentir la misma emoción que la otra persona siente, solo requiere que sea afectivamente congruente. La respuesta empática incluirá una emoción positiva cuando el otro experimenta una emoción positiva , por ejemplo.
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Hay 3 aspectos que señalar:
La empatía incluye tanto un componente de activación fisiológica como un conocimiento cognitivo de esta activación: para experimentar empatía la persona debe sentir y debe percibir que este sentimiento incluye la preocupación por que el dolor del otro disminuya o aumente su satisfacción.
Esta percepción parece implicar un tipo especial de relación entre la persona empatizante y la empatizada. Aquí el “self” cobra una dimensión distinta en tanto va mas allá de los límites de nuestro propio cuerpo; ciertas personas de nuestro entorno (amigos, familia) son vistas como parte de nosotros mismo, de forma tal que cuando sufren, también sufrimos nosotros. Se seguimos por este camino, la contradicción entre altruismo y egoísmo se debilita.
En esta concepción de empatía n puede distinguirse bien de “simpatía”.
La empatía como emoción debe distinguirse de la empatía como “proceso cognitivo”. Para los teóricos cognitivos, la empatía se entiende como ·ver el mundo como otra persona lo hace”.
4.2.2. Emoción empatíca como fuente de motivación alturista
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Varios estudios nos dan evidencias consistentes de que el aumento en la emoción empática lleva a una mayor conducta de ayuda:
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Estudio de Berger: encontró que un observador se activa cuando veía a un apersona moviendo su brazo en respuesta a un supuesto shock eléctrico.
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Aronfredd y Paskal y Aderman y Berkowitz: establecieron un ensayo dirigido a provocar o inhibir la respuesta empática ante el malestar de una persona. En el primer estudio los sujetos podían ayudar, y en el segundo era el experimentador quien lo hacía. La conducta de ayuda fue mayor en las condiciones experimentales dirigidas a facilitar la activación empática.
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Krebs: evaluó tanto la conducta de ayuda como las reacciones fisiológicas. Los resultados mostraron que en la condición de “alta empatía” se obtenía una mayor activación fisiológica y una mayor conducta de auto-sacrificio para ayudar a la otra persona. Se demuestra en este estudio que la activación empática y la conducta de ayuda correlacionan positivamente.
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Harris y Huang: Cuando los sujetos se encontraban realizando una tarea matemática entraba un cómplice con una rodilla vendada, chocaba contra una silla, se caía y se quejaba de dolor. Algunos sujetos fueron inducidos a atribuir erróneamente la activación causada por este incidente a ruido aversivo que se estaba emitiendo durante la realización de la tarea. Al resto no se les dio ninguna información.
Se planea que, si la activación motiva la conducta de ayuda, sólo debería ocurrir cuando se atribuía a la desgracia de la víctima.
Resultados: tal y como se predijo, los sujetos inducidos a realizar una atribución errónea sobre su activación ofrecieron menos ayuda al cómplice que los no inducidos en esta dirección.
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Coke y Batson: los sujetos escucharon una cinta que contenía una emisión de noticias radiofónicas, describiendo el sufrimiento de una víctima. Los sujetos fueron instruidos bien hacia la observación de las técnicas de emisión (baja empatía), bien hacia el sufrimiento de la víctima (alta empatía). Antes de oír la cinta, se dio a los sujetos un placebo, en otro contexto experimental. A una parte de los sujetos se les dijo que el placebo tenía efectos relajantes, y al resto, que tenía efectos activadores.
Se parte del supuesto de que la emoción empática sería experimentada en la condición de alta empatía-relax. En las condiciones de baja empatía se produciría una activación empática muy baja y en la condición de alta empatía se experimentaría activación empática, pero se atribuiría erróneamente al efecto placebo.
Resultados: confirman la importancia de la activación empática percibida como mediadora de la conducta de ayuda.
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Al proponer al emoción empatica en respuesta al malestar de otra persona lleva a una motivación altruista de ayudar, se plantean dos cuestiones:
¿ como se desarrolla la motivación altruista-empática ?
cómo relacionar este modelo con la evidencia de que la situación influye en la conducta de ayuda ?
4.2.3. Desarrollo de la motivación altruista-empática
4.2.3.1. Posibles bases genéticas de una relación empática
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Dos argumentos a favor de esta propuesta:
La preocupación protectora mostrada en la conducta maternal, puede encontrar una expresión más general en una tendencia genética a cuidar de los seres más pequeños e indefensos.
Esta tendencia puede dar base a una preocupación altruista por aquellos con quienes se comparten algunos genes.
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También se sugiera la posibilidad de que los factores culturales crean y no solo desarrollan o incrementan, los impulsos altruistas, dada la gran interdependencia social de las sociedades humanas. Esta evolución sociocultural sería lamarkiana: los principios altruistas que surgen en una generación se enseñan a otras personas y estas a otras generaciones.
4.2.3.2. Intensificación y extensión cognitiva y social
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En cualquier caso, la conducta de ayuda está afecta por el desarrollo cognitivo y social de la persona.
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Hoffman ha tratado de encontrar la interacción entre los impulsos altruistas básicos y el desarrollo cognitivo y social. Plantea que, dado que un niño no distingue al principio entre sí mismo y los demás, tampoco cabe la distinción entre orientaciones altruistas o egoístas. A medida que el niño empieza a disociar entre sí mismo y los demás, los factores cognitivos empiezan a cobrar relevancia en la emoción empática y ésta tiende a ser seguida por la conducta de ayuda. Así surge la emoción altruista-empática.
La transformación de las reacciones empáticas en motivación altruista-empática tiene lugar en tres etapas, según Hoffman:
Al principio el niño reacciona a las desgracias de los otros como si se tratara de la suya propia, pero cualquier intento de ayuda será inadecuado a la necesidad del otro, dada su limitada comprensión.
Sobre los dos años, el niño empieza a reconocer que los estados internos de los demás son distintos de los suyos, pero que sus sentimientos se parecen. Sus respuestas empiezan a ser más adaptativas y efectivas.
Entre los 6-9 años ya concibe a las personas y a sí mismo con identidades propias. Surgen de forma abierta ideas sobre injusticia y victimización.
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En esta secuencia del desarrollo aparecen cinco posibilidades cognitivas que tienen un papel esencial en la transformación de la reacción empática indiferenciada, en una motivación altruista-empática:
Interpretación emocional: El niño sabe que es activado por el dolor del otro, pero ¿ sabe lo que significa esta activación ? El hecho de percibir miedo, o disgusto no implica la necesidad de reducir el malestar del otro para disminuir el propio.
Toma de perspectivas: esta capacidad permite al niño detectar y responder empáticamente a clases de malestar cada vez más sutiles y es un elemento crucial del pensamiento moral.
Conocimiento de las consecuencias: Permite percibir la necesidad o la injusticia.. Permite entender y utilizar la reciprocidad.
Generalización conceptual: El desarrollo de la capacidad de representar simbólicamente y del procesamiento conceptual facilitan que el impulso de la conducta de ayuda se extienda más allá de los protectores iniciales del niño.
Formación de unidades: ciertas características de la otra persona o de una situación social pueden llevar al sujeto a percibirse a sí mismo y al otro como formando una unidad. Las proximidad o compartir un destino común puede llevar a la formación de unidades. Se ha encontrado evidencia de que si la persona que ayuda conoce a la persona necesitada o la ha observado previamente, será más probable que intervenga a favor de ella y cuando la persona necesitada muestra actitudes similares a las del observador.
5. LIMITACIONES SITUACIONALES A LA MOTIVACION ALTRUISTA: INTEGRACION DE LOS DETERMINANTES INTERNOS Y EXTERNOS DE LA CONDUCTA DE AYUDA
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La motivación altruista-empática puede llevar a un deseo interno de que las necesidades de los demás se resuelvan, pero no siempre este deseo es seguido de la acción: deben tenerse en cuenta las características de la situación.
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Propuesta de integración:
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La secuencia de decisión en 5 etapas planteada por Latané y Darley sobre la respuesta de un observador ante una emergencia era:
Notar que sucede algo extraño
interpretar la situación como una emergencia
aceptar la responsabilidad personal de ayudar.
considerar la mejor forma de intervención
ayudar.
secuencia criticada por no reflejar un componente motivacional.
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Este podría ser: el altruismo inducido empáticamente.
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Si un sujeto decide que está observando una situación de emergencia, que alguien le necesita (2ª etapa), puede experimentar una emoción empática y desear que la necesidad del otro se resuelva.
La existencia y la intensidad de la emoción empática dependerá de la fuerza de unión empática entre el observador y la víctima.
Las relaciones de unidad percibidas, así como la dependencia y vulnerabilidad de la víctima pueden afectar a la fuerza de esta unión empática.
La preocupación por sí mismo puede inhibir la capacidad de tomar la perspectiva del otro y la capacidad de experimentar una emoción empática.
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La emoción empática puede crear un deseo de ver reducida la necesidad del otro, pero no requiere que sea él mismo quien la reduzca:
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Si la situación no exige una respuesta inmediata o impulsiva, el observador decidirá si debe ayudar o pedir ayuda (3ª etapa).
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Si sabe que alguien más puede ayudar, la emoción empatica disminuye: se difunde la responsabilidad; sino nadie más puede ayudar, la emoción empática permanece y solo puede reducirla si ayuda por lo que buscará la manera de hacerlo (4ª etapa). Si encuentra un medio viable ayudará (5ª etapa).
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Si una persona no ayuda, y la situación no puede ser redefinida, la emoción empática disminuirá gradualmente con el tiempo, pero la emoción empática será reinterpretada como:
indignación hacia los otros que debían haber ayudado y no lo hicieron
como culpa autodirigida
como desprecio hacia la víctima.
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Este modelo contempla varios puntos del modelo egoísta de los Piliavin, pero difiere en:
1.Los Piliavin plantean que todas las formas de activación emocional contribuyen a un estado de activación aversivo.
El modelo de Piliavin sugiere que la ayuda es interesada, para reducir las necesidades del propio observador.
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Quedan por resolver cuestiones como:
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Otras formas de activación emocional distintas a la empática son tan efectivas como ella en la motivación de la conducta de ayuda ?
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la activación emocional empática se reduce mediante la condcuta de ayuda ?
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qué ocurre con la activación emocional empática que no se reduce a través de la ayuda ? etc.
INVESTIGACION INTERACCIONISTA II: CONDUCTA ALTRUISTA
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PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD / TEMA 23 2ª PP. 1999
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