Historia
Paises de Europa
PAÍSES DE EUROPA
ALBANIA
Estado de Europa, situado en la península Balcánica; 28.748 km
2, 3.255.891 hab. Cap. Tirana. Limita al N con la nueva Yugoslavia
(Serbia y Montenegro), al E con Macedonia y al S con Grecia.
• GEOGR. En Albania se pueden distinguir cinco regiones físicas: al
N, los Alpes Albaneses, que se elevan casi a 2.700 m; al E, montañas
de origen volcánico y de menor alt. en general, pero que guardan la
máxima cima del país, el Korab (2.764 m); más al SE está la región de
las cuencas y los lagos (Ohrid y Prespa); en la parte meridional se
hallan macizos calcáreos; finalmente, al O, se extiende la costa
litoral adriática, de carácter pantanoso, que tradicionalmente ha
dificultado el asentamiento humano. Los ríos más importantes son el
Drin, el Mat y el Shkumbin; al N, en la frontera con Yugoslavia, se
encuentra el lago de Skadar. El clima es mediterráneo en la estrecha
franja litoral y se convierte en continental hacia el interior con la
presencia de los abruptos grupos montañosos; ello se traduce en una
media anual de precipitaciones de unos 1.000 mm. Albania posee uno de
los índices de crecimiento demográfico más elevados de Europa (1,8 %
anual), debido a la persistencia de altas tasas de natalidad (23,8 ô)
y a una notable reducción de las tasas de mortalidad (5,4 ô), gracias
a los avances médicos conseguidos; sin embargo, la mortalidad
infantil es aún del 32,9 ô. Los drenajes sistemáticos a que han sido
sometidas las zonas de la costa y las cuencas interiores han
permitido la absorción del éxodo rural por parte de las mayores
ciudades del país (Durrës y Vlorë, en el litoral; Tirana y Shkodër,
en el prelitoral; y Korçë, más al interior). Desde el final de la II
Guerra Mundial, Albania encauzó su desarrollo económico sobre las
bases de un rígido modelo comunista; una desastrosa gestión y un
prolongado aislacionismo abocaron a una profunda crisis económica que
sumiría a Albania en el último puesto del ranking económico europeo;
amplias franjas de su pobl. viven en la extrema pobreza. En la
agricultura destaca el cultivo de cereales, olivo, viña, algodón y
tabaco; las principales cabañas ganaderas son la ovina y caprina. El
gran recurso minero es el cromo, del que Albania es uno de los
mayores productores mundiales. En el sector secundario, localizado en
torno a las mayores ciudades y yacimientos, sobresalen las industrias
ligeras (alimentarias); algunos complejos textiles y químicos
agravaron sus defectos estructurales con las grandes restricciones
energéticas que acompañaron al colapso de comienzos de los años
noventa. Para hacerle frente, Albania tuvo que acogerse a la ayuda
humanitaria internacional.
• HIST. Su territorio, antiguamente poblado por los ilirios, formó
una de las provincias del Imperio romano y, más tarde, del Imperio
bizantino. Entre los ss. IX y XI perteneció a los búlgaros antes de
volver a la soberanía de Bizancio, disputada por los normandos del
sur de Italia y los venecianos. A partir del s. XIV se afirmó la
influencia de Venecia, que en 1421 eliminó a una dinastía local de
origen serbio fundada por el rey Balsa en 1366. En las postrimerías
de la Edad Media los albaneses opusieron una enconada resistencia a
la penetración turca en torno a la figura de Jorge Castriota, apodado
Skanderbeg. La subsiguiente dominación otomana, turbada por algunas
revueltas, se alargó hasta 1913, en que Albania obtuvo el
reconocimiento de su independencia de la mano del libertador Ismail
Kemal Vlorë. Pero sólo un año después padeció la ocupación del
ejército italiano, que no se retiraría hasta 1920. La ratificación de
la soberanía albanesa (1921) comportó algunas pérdidas territoriales
en beneficio de Yugoslavia (a la que se atribuyó Kosovo) y Grecia. El
coronel Ahmet Zogú -máximo representante de la clase oligárquica
agraria- impuso a la joven República un régimen dictatorial, apoyado
por Italia, y en 1928 él mismo pasó a proclamarse rey. Al iniciarse
la II Guerra Mundial, el país fue ocupado primero por el ejército de
Mussolini y luego por las tropas alemanas, que fueron definitivamente
expulsadas en 1944. Enver Hodja, que había encabezado la resistencia
de los partisanos comunistas, se encargó de proclamar en 1946 la
República Popular de Albania, la cual quedaría adscrita inicialmente
a la zona de influencia soviética. Pero con el proceso de
desestalinización llevado a cabo en la URSS (1961) se produjo la
ruptura entre ambos países y el acercamiento de Albania a la ortodoxia
comunista supuestamente representada entonces por China. Esta nueva
alianza se rompió definitivamente en 1978, poco después de la muerte
de Mao Zedong; Hodja, anclado en el estalinismo, reprochó a los
chinos el hecho de haberse acercado a EE UU y, a su vez, de haber
abandonado el maoísmo. Comenzó entonces para Albania un período de
marcado aislacionismo hasta que, a la muerte de Hodja (1985), el
nuevo presidente Ramiz Alia (1983-1992) inició un tímido proceso de
apertura diplomática. Presionado por el descontento popular y por la
aguda crisis económica, que empujaron a huidas masivas de población
desde 1990 hacia los países vecinos (los cuales devolvieron las
oleadas de emigrantes en su casi totalidad, con drásticas medidas),
el propio Gobierno inició en 1991 el proceso de transición hacia la
democracia: culminó en las elecciones presidenciales de marzo-abril
del mismo año, en las que venció Ramiz Alia. Sin embargo, la
verdadera apertura política en Albania y el abandono de las viejas
prácticas estalinistas, en realidad sólo remozadas, vinieron a
producirse con las elecciones generales de marzo de 1992, que dieron
la victoria a las formaciones opositoras al régimen (el Partido
Democrático de Albania); Ramiz Alia dimitió de su cargo y el
Parlamento eligió para sustituirle a Sali Berisha, vencedor en las
elecciones de 1996, a las cuales no se presentaron los partidos de la
oposición. En 1997 el escándalo financiero originado por el sistema
de sociedades piramidales acabó con los ahorros de buena parte de la
población y generó una revuelta popular. La pérdida del control de la
situación por parte del ejército y de la policía gubernamental
propició que el caos se adueñara de todo el país, con huidas masivas
hacia la vecina Italia.
ANDORRA
Estado de Europa, en los Pirineos orientales; 464 km2, 64.181
hab. Cap. Andorra la Vella. Está situado en la vertiente meridional
pirenaica, entre Francia y España.
• GEOGR. Los valles andorranos se centran en la cuenca alta del río
Valira, afl. del Segre. La máxima alt. es el pico de Pedrosa, con
2.964 m. El clima es frío -típico de un alto valle pirenaico-, con
fuertes oscilaciones térmicas durante el año y abundantes
precipitaciones. La economía se basa en un pujante sector turístico,
relacionado especialmente con los deportes de invierno, y en una
intensa actividad comercial, que se inició a finales de los años
treinta. Por el contrario, la agricultura (tabaco y centeno) y la
ganadería (bovina) tradicionales han quedado en un segundo término.
• HIST. En sus orígenes, el territorio de Andorra formaba parte de la
Marca Hispánica. Propiedad del obispado de Urgel desde el s. X, éste
lo enfeudó a los Caboet, cuya herencia recogieron los condes de Foix
en el s. XIII, aunque manteniendo la primacía de los derechos
eclesiásticos (régimen de vasallaje) a través de los Pariatges (o
sentencias arbitrales, 1278-1288). Los derechos de los Foix pasaron a
su vez a los Borbones de Francia, sin mengua de la autoridad efectiva
del obispado urgelense. Posteriores retoques jurídicos (1886, 1887)
no alteraron este status de soberanía compartida entre ambos
copríncipes: el jefe del Estado francés y el obispo de Urgel,
representados por dos veguers. En la segunda mitad del s. XX, Andorra
ha experimentado un proceso de democratización: el Consell General,
elegido por sufragio universal directo, es el órgano del poder
legislativo. Desde 1982 el poder ejecutivo fue delegado en seis
consellers, presididos por un jefe de Gobierno. En 1993, tras la
aprobación por el Consell general de les valls de la primera
Constitución del Principado, se efectuó el traspaso de competencias
entre los copríncipes y el nuevo Estado andorrano, reconocido por
Francia y España y gobernado desde 1990 por Óscar Ribas Reig. Desde
el 28 de julio de 1993 Andorra se convirtió en el estado número 184
de la ONU y en 1994 ingresó en el Consejo de Europa. Este mismo año,
el jefe del Gobierno, Óscar Ribas, perdió una moción de confianza y
fue sustituido por el liberal Marc Forné, quien en febrero de 1997
fue reelegido en el cargo con mayoria absoluta.
ARMENIA
Región del Próximo Oriente que se extiende por los Estados de
Turquía, Irán y Armenia, entre Anatolia y la meseta iraní. Los
límites geográficos de lo que se califica como Armenia han ido
variando a lo largo de la historia. En la actualidad comprende la
región que se encuentra entre los lagos de Van y Seván y los cursos
altos de los ríos Çoruh, Éufrates y Murat. El relieve lo forman
elevadas mesetas (alcanzan más de 3.000 m de alt.) y grandes
cordilleras: su punto más elevado es el monte Ararat (5.165 m de
alt.). Subsuelo rico en recursos minerales (petróleo, cobre). Clima
continental extremado.
• HIST. Poblada seguramente desde época paleolítica, Armenia fue uno
de los primeros lugares donde tomó cuerpo la revolución neolítica.
Hacia el s. IX a.J.C., y en torno al lago de Van, se creó el reino de
Urartu, que extendió sus posesiones hacia el Asia occidental
(Anatolia) y Mesopotomia. En el s. VII a.J.C., una sucesión de
invasiones (cimerios, escitas, medos) acabaron con él. Bajo el
dominio de Ciro el Grande, Armenia pasó a convertirse -hasta 330
a.J.C.- en una satrapía de los persas aqueménidas. En el s. IV a.J.C.
se incorporó al imperio de Alejandro Magno y, a su muerte, fue
anexionada al reino sirio de Seleuco I. La derrota del rey sirio
Antíoco III (189 a.J.C.) a manos de las legiones romanas fue
aprovechada por los gobernadores de Armenia occidental y oriental
(Zariadis y Artaxias, respectivamente) para separarse de aquél. En el
reinado de Tigranes II el Grande (95-c.54 a.J.C.) Armenia alcanzó su
mayor poderío, controlando desde Transcaucasia hasta Palestina, y
desde el mar Caspio hasta el Mediterráneo. Pero no pudo soportar los
ataques romanos y persas: en 387 d.J.C. los persas se quedaron con la
Armenia oriental, mientras que para los romanos fue el sector
occidental. Con la debacle del Imperio romano, se produjo la
conquista definitiva del territorio armenio por parte de los persas
(429). En 624 Heraclio, el emperador de Bizancio, invadió Armenia;
pero ésta pronto caería en poder árabe, con la ocupación e
islamización del país (640). Hasta 885 Armenia estuvo vinculada a
Bagdad: desde entonces, la debilidad del poder central permitió el
surgimiento de una serie de reinos semiindependientes, entre los que
destacó el de los bagratíes (885-1079). La capital de dicho reino,
Ani, cayó en poder bizantino en 1045 y algo más tarde (1064) sufrió
una importante destrucción por obra de los turcos selyúcidas. En
1080, y tras repetidas razzias turcas y mongolas, se produjo una
emigración en masa de los armenios hacia Cilicia, fundándose un nuevo
estado, la Pequeña Armenia, que bajo la estirpe de los rupénidas se
prolongó hasta el s. XIV. Durante la Baja Edad Media, este reino
desempeñó un papel importante en las cruzadas y constituyó el postrer
reducto de la cristiandad en Oriente, hasta que llegó su ocaso en
1375, con la invasión de los mamelucos de Egipto. Antes de que
acabara el siglo padeció la sangrienta invasión mongola, de la mano
de Tamerlán (1386-1394). Entre los ss. XVI-XVIII Armenia fue el teatro
de operaciones del conflicto entre turcos y persas: éstos se
apoderaron de su porción oriental (Najicheván, Ereván, Karabaj),
mientras que los turcos se hicieron con el resto del país. Durante el
s. XIX la Armenia turca y la persa vieron en la Rusia de los zares
una aliada para sacudirse el yugo imperialista; por una serie de
tratados (Gulistán, Adrianópolis), Rusia se apoderó de la Armenia
oriental, arrebatándosela a los persas; más tarde, y a raíz de la
guerra ruso-turca, Turquía le cedió otro sector, por el Tratado de
Berlín (1878). Sin embargo, la situación de postergación que continuó
sufriendo la población nativa de la Armenia turca alentó la aparición
de los primeros partidos políticos armenios (Armenakan, 1885;
Hinchak, 1887), los cuales buscaban un objetivo común: conseguir que
se implantaran una serie de reformas, de carácter democrático,
encaminadas finalmente a proclamar la liberación de la Armenia
turca. Este proceso no estuvo exento de episodios violentos, entre
los que destacan las famosas matanzas de armenios de 1895-1896 y 1915-
1916. Tras la Revolución rusa, Armenia fundó una República
independiente (1918), reconocida oficialmente por el Tratado de
Sèvres (1920). Poco más tarde, sin embargo, fue ocupada por los
soviéticos, quienes fundaron una Federación transcaucásica en 1922;
otro sector de Armenia se incorporó a Turquía, al renunciar Francia a
su mandato en el área de Cilicia (1921).
ALEMANIA
Estado de Europa, en la parte central del continente;
356.957 km2, 80.275.000 hab. Cap. Berlín. Limita al N con Dinamarca,
al S con Austria y Suiza, al E con Polonia y la República Checa y al
O con Francia, Luxemburgo, Bélgica y Países Bajos. Se halla bañado al
NO por el mar del Norte y al NE por el mar Báltico.
• GEOGR. Geografía Física. En su descripción morfológica hay que
distinguir tres grandes conjuntos paisajísticos: al N, los terrenos
aluviales de la gran llanura germano-polaca; en el centro, los
terrenos hercinianos de las cuencas y macizos del Mittelgebirge; y al
S, el ámbito subalpino y danubiano de los Alpes de Baviera y el
altiplano de Baviera. El Rin (1.326 km, de los cuales 865 km en suelo
alemán) y sus afl. (Mosela, Main, Neckar), así como otros grandes
cursos fluviales como el Elba (1.165 km), el Oder (912 km) y el Weser
-también navegables-, constituyen, en gran medida, el vínculo natural
de unión entre estas tres grandes regiones; por otra parte, un
excelente sistema de canalización comunica desde 1938 un buen número
de estos ríos. El sector septentrional de Alemania forma parte de la
gran llanura europea, que se extiende desde la cuenca de París hasta
los confines de Rusia con las tierras siberianas. La línea costera -
que antiguamente llegaba hasta la altura del archipiélago de Frisia
oriental- ha sido parcialmente recuperada mediante la construcción de
pólders (los Marschen). Importantes puertos se sitúan en los
profundos estuarios fluviales: Emden (en el estuario del Ems),
Bremerhaven y Bremen (en el del Weser). Un relieve característico de
la región son las Geest, mesetas o landas arenosas de origen
cuaternario; también son frecuentes los pantanos y las turberas. Más
al interior, los terrenos limosos de las Börde (la región agrícola
más fértil del país) se extienden desde la cuenca de Münster hasta
Brunswick y separan la gran llanura del norte de la región montañosa
central o Mittelgebirge. Con sus antiguos macizos hercinianos, el
Mittelgebirge conforma el paisaje más típico de Alemania -una
sucesión de suaves elevaciones cubiertas de bosques y con una serie
de depresiones (valles del Rin y de sus afl.) intermedias-,
delimitando en su conjunto la zona más densamente poblada y de mayor
concentración económica del país. El Mittelgebirge se extiende desde
el macizo de Renania, al O, hasta el Erzgebirge y el macizo de
Bohemia, al E (en la frontera con la República Checa); entre otras
formaciones, comprende el Vogelsberg (de origen volcánico), la Selva
Negra (macizo de base cristalina) y el Jura de Suabia (colinas
calcáreas), configurando un complejo conjunto orográfico y geológico.
El valle del Danubio se abre entre el Mittelgebirge y la Alemania más
montañosa. La parte alemana de los Alpes se reduce a una estrecha
franja: en su antepaís, la meseta de Baviera es una fosa ocupada por
sedimentos terciarios procedentes de aquella cordillera, con extensos
terrenos loésicos. La zona propiamente alpina se encuentra en el
extremo meridional -los Prealpes septentrionales o Alpes bávaros-,
con su punto culminante en el Zugspitze (2.964 m de alt.); sus
estribaciones al O son los Alpes de Argovia y al E los de
Berchtesgaden. Las aguas alpinas desaguan en los cursos altos del
Rin, que atraviesa el lago Constanza, y del Danubio, que nace en la
Selva Negra, recibe al Lech y al Inn, entre otros, y atraviesa el
país de O a E en dirección a Austria. En su conjunto, Alemania tiene
un clima de tipo continental, si bien se halla alterado por la
relativa cercanía del océano; la carencia de fronteras naturales en
la costa favorece la penetración de influencias atlánticas, que al
adentrarse en invierno hacia el E sustituyen la nieve por la lluvia.
También existen notables contrastes entre las tierras altas y las
bajas.Geografía Humana. Resuelta en 1990 la fragmentación en dos
Estados resultante de la II Guerra Mundial, la Alemania reunificada
es el primer país de Europa en pobl., si bien tan sólo ocupa el
quinto lugar por su superf. territorial. Esta doble constatación
explica que la densidad media (225 hab./km2) sea la mayor de Europa
Central y una de las más altas de todo el continente europeo, sólo
inferior a la del Reino Unido, Bélgica y Países Bajos (y a la de los
pequeños Estados como Mónaco, San Marino, Vaticano y Malta, de
extensión mínima). En contrapartida, la evolución demográfica
presenta desde fines de los años sesenta uno de los crecimientos más
bajos del mundo, si no nulo (inferior al 0,5 % en la antigua
República Federal de Alemania y sólo rayando en el 0,1 % en la ex
República Democrática), al haber caído la tasa de natalidad por
debajo del 12 ô y mantenerse la de mortalidad en torno al 11-12 ô, lo
cual refleja el envejecimiento en la pirámide de edades. Tan sólo el
peso de la fuerte inmigración que vivió Alemania Occidental entre
1960 y 1975 ha podido compensar esta tendencia regresiva; pese a
haber disminuido sensiblemente a partir de esta fecha y al retorno de
numerosos contingentes hacia sus respectivos países -al completarse
la reconstrucción económica de la posguerra-, los grupos de otras
nacionalidades asentados en la ex RFA (turcos, griegos, yugoslavos,
italianos y españoles) suman más de 4,5 millones. En otro plano, han
empezado a tomarse medidas para evitar la previsible emigración
desde las naciones del Este, antes comunistas, que desde 1990
presionaba sobre el territorio de la ex RDA. Hoy en día, al haber
aflorado un cúmulo de dificultades socioeconómicas con la
reunificación, estos aportes de pobl. no germana -la mano de obra
barata que contribuyó al llamado milagro alemán de posguerra- son el
blanco de la creciente reacción xenófoba y racista; incluso se ha
hecho extensiva a los ossies (término con que designa a los antiguos
habitantes de la República Democrática), contrapuestos, por su mucho
más bajo nivel de desarrollo, a la supuesta opulencia de los germanos
occidentales. Salvando los casos de los Länder urbanos (Hamburgo,
Bremen), los principales centros urbanos están emplazados en la
Alemania media, sobre todo en Renania Septentrional-Westfalia
(incluyendo el Ruhr), el Sarre y Sajonia, regiones todas ellas
altamente industrializadas. El índice de urbanización llega al 86,4
%, y se concreta en una red de ciudades que forman un tejido bastante
equilibrado. Berlín sobrepasa ampliamente los tres millones de hab.,
Hamburgo el millón y medio y Munich el millón, mientras que Colonia
(Renania del Norte-Westfalia) se aproxima sensiblemente a esa cifra.
Otras nueve urbes superan los 500.000 hab.: en Bremen, su cap.
homón.; en la Baja Sajonia, Hannover; en la cuenca del Ruhr, Dortmund
y Essen; en el valle del Rin, Düsseldorf y Duisburg; en el valle del
Main, Frankfurt; en Baden-Württemberg, Stuttgart; y en Sajonia,
Leipzig, la ciudad más importante de la ex-RDA junto con Dresde, que
casa alcanza esa cifra. Por debajo de ellas, otro medio centenar
aproximadamente -encabezadas por la segunda c. bávara, Nuremberg-
superan los 100.000 hab. y terminan de configurar la compleja trama
urbana de Alemania: unas de carácter esencialmente político-
administrativo (Bonn, antigua cap. de la RFA), otras con gran arraigo
industrial (Mönchengladbach, Bochum, Chemnitz -la antigua Karl-Marx-
Stadt-, Mannheim, Brunswick, Wuppertal, Bielefeld, Gelsenkirchen,
Oberhausen), o con una larga y reconocida historia (Tréveris,
Maguncia. Aquisgrán, Magdeburgo), y también puertos tradicionales
(Lübeck, Karlsruhe) o de más reciente consolidación (Kiel, Rostock).
Geografía Económica. La nueva Alemania, que ha reunido a la economía
más potente de Europa (la de la ex RFA) y al segundo país más
desarrollado del bloque socialista después de la URSS (la ex RDA), se
alza también como un verdadero coloso en el concierto mundial. Si
antes del desplome soviético ocupaba el tercer o cuarto lugar, a
fines del presente siglo se dibuja la pugna con Japón -la otra
potencia ascendente- y, ya a distancia, con Rusia (que atesora gran
parte del potencial económico de la antigua URSS) por desbancar a EE
UU del primer puesto mundial. La agricultura tiene una importancia
relativa: apenas ocupa a un 5 % de la pobl. activa y, no obstante
sus altos rendimientos y grado de mecanización, no llega a satisfacer
la demanda interna; los cultivos principales son los cereales (casi
26 millones de t en 1990), especialmente el trigo (un 40 % del
total), las patatas y la remolacha azucarera. Las cabañas ganaderas
más numerosas son la vacuna y la porcina. En conjunto, la aportación
del sector primario a la renta nacional supone menos del 4 %. En
cambio, el sector secundario da empleo a un 40 % aproximadamente de
la pobl. activa alemana y representa un porcentaje similar en la
estructura del PIB. La pujanza industrial ha partido de recursos
carboníferos notables, que suministran en su casi totalidad las
cuencas del Sarre y del Ruhr; Alemania es el primer productor mundial
de lignito (casi 241 millones de t) y el noveno de hulla (77,5
millones de t). En cambio, son insuficientes sus reservas de hierro,
en la medida en que han de alimentar a la quinta industria
siderúrgica del mundo en volumen de producción. Ésta se localiza no
sólo en las citadas cuencas extractivas del Ruhr y del Sarre
(Oberhausen, Bochum, Mülheim, Duisburg), sino también en Sajonia, el
Alto-Palatinado y la región de Lübeck. Destacan la metalurgia del
plomo (Braubach, Noderham), del estaño (Essen, Duisburg), del
aluminio (Innwerk, Lippwerk), del cobre y del cinc. En la fabricación
de automóviles (Hannover, Wolfsburg, Stuttgart, Colonia), las
acreditadas firmas alemanas (Volkswagen -que por sí sola domina un 13
% del mercado-, Opel, BMW, Daimler-Benz, etc.) aseguran al país el
tercer puesto entre los grandes productores; en la variada gama de
las construcciones mecánicas, sobresalen los capítulos de la
maquinaria agrícola e industrial y el material ferroviario (Munich).
Por lo que respecta a la industria química, de tan larga tradición
como enormes dimensiones, se concentra sobre todo en dos áreas: una
que se extiende desde Colonia-Leverkusen hasta el Ruhr, y la otra
desde Mannheim hasta Frankfurt-am-Main y Höchst. La industria textil
tiene sus grandes centros en la región renana (Bonn, Aquisgrán,
Münster), la cuenca del Neckar (Esslingen, Reutlingen) y, en Sajonia,
el triángulo Plauen-Leipzig-Zittau. Tradicional industria fotográfica
en Dresde y óptica en Jena. Mecánica de precisión en Berlín, Dresde y
Munich. Tienen asimismo un peso relevante la transformación de los
productos alimentarios, la producción de electrodomésticos (aparatos
de radio, televisores) y los astilleros (Hamburgo, Bremen, Kiel). El
progreso de la economía alemana se ha visto apoyado por un gran
desarrollo de las infraestructuras en comunicación por carretera
(casi 11.000 km de autopistas) y por vía férrea (más de 44.000 km),
complementadas por la gran importancia del tráfico fluvial. El
transporte aéreo cuenta con uno de los aeropuertos más importantes de
Europa, el de Frankfurt-am-Main, mientras que los puertos de
Hamburgo, Bremen (Bremerhaven), Rostock y Wilhelmshaven concentran la
mayor parte de la actividad comercial y pesquera del país. La balanza
comercial de Alemania es positiva, ya que el peso de sus
exportaciones (bienes de equipo: vehículos, maquinaria industrial,
productos químicos) supera al de sus importaciones (petróleo,
minerales, productos agrícolas y bienes de consumo). Tomando datos
bastante ilustrativos (los de la antigua RFA para el año 1990), el
total de las exportaciones ascendió a unos 671.000 millones de marcos
de las importaciones. La mitad del comercio exterior se efectúa con
los países de la UE, siendo Francia el primer cliente y proveedor
comercial del país. El gran reto ante el s. XXI es, sin duda, la
integración de las dos Alemanias en una sola y equilibrada, sin que
el coste social que se deba pagar por ello sea de tal magnitud que
pueda favorecer la aceptación mayoritaria de movimientos totalitarios
de muy reciente e infausto recuerdo.
• HIST. Las etapas prehistóricas y la antigua Germania. Su territorio
ofrece restos de las culturas paleolíticas más antiguas (mandíbula de
Mauer) y su primera cultura neolítica, con cerámica de bandas, data
del VI milenio a.J.C. Desde finales del s. X a.J.C. se desarrolló en
el S de Alemania y Alta Austria la primera civilización de la Edad
del Hierro europea, la cultura de Hallstatt, dentro del ámbito celta.
Su continuación, la cultura de La Tène, ya es plenamente céltica,
aunque con influencias escitas y griegas: se extendió por el S de
Alemania hasta el s. III a.J.C., cuando germanos del N de Europa,
huyendo de un enfriamiento climático, reemplazaron y se mezclaron con
ese sustrato céltico y pasaron a ocupar todo el territorio de la
actual Alemania. El mundo romano tuvo las primeras noticias de los
germanos por el ataque de cimbrios y teutones, derrotados por Mario
en Aix-en-Provence y Vercelli (102 y 101 a.J.C.); las primeras
descripciones fiables provienen de Julio César, quien, tras conquistar
la Galia, estableció la frontera de Roma en el Rin (51 a.J.C.). Los
emperadores de la dinastía Julia-Claudia intentaron avanzarla hasta
el río Elba, pero la derrota de las legiones mandadas por Varo en el
bosque de Teutoburgo (9 d.J.C.) a manos del jefe germano Arminio fue
el preludio del definitivo retroceso hacia el Rin, donde se fortificó
el limes del Imperio romano; su defensa obligó a repetidas campañas a
todo lo largo de la época imperial. La continuada presión de las
tribus germanas -descritas sobre todo por Plinio el Viejo y Tácito-
sobre esa frontera tomó la forma de invasiones ya incontenibles en el
s. V, en sucesivas oleadas generadas, en parte, por el empuje de los
hunos (s. IV a.J.C.) y otros pueblos. En algunos de los espacios que
habían dejado semivacíos en Germania se aposentaron tribus eslavas
(wendos, abodritas).La Edad Media y el Sacro Imperio. Entre 490 y 560
los francos impusieron su dominio sobre los alamanes, turingios y
bávaros que vivían en Alemania, pero la decadencia merovingia
conllevó que Alemania siguiese dividida y sin evangelizar, con
escasas innovaciones. A principios del s. X los carolingios ocuparon
y cristianizaron Germania, fundando numerosos monasterios e
incorporándola a la cultura europea. Cuando el Tratado de Verdún
(843) desmembró el bloque territorial forjado por Carlomagno, surgió
en Alemania un Reino Oriental (843-911) regido por miembros de su
dinastía (desde Luis el Germánico), pero los ataques normandos,
magiares y eslavos no consolidaron el poder real, sino la
feudalización de la sociedad y la creación de marcas. Al extinguirse
la rama carolingia, los grandes señores se dieron su propio rey,
Conrado I de Franconia (911-919). Él y sus sucesores de la casa de
Sajonia apuntalaron las bases del Sacro Imperio romano germánico
(creado en 962 por Otón I), cuyos soberanos se apoyaron en la
Iglesia, la pequeña nobleza y sus victorias sobre los invasores:
derrota de los húngaros en Lechfeld (955) por Otón I, que también
contuvo a daneses y eslavos. Desde el s. XI la prosperidad agrícola y
comercial y las concesiones a la gran nobleza durante la pugna de las
investiduras con el Papado fueron debilitando el poder de los
emperadores, cuya elección era muy conflictiva. Enrique V puso fin a
la lucha de las investiduras en el Concordato de Worms (1122), pero
significó la pérdida del control de la Iglesia alemana, el más firme
soporte de la autoridad imperial. Durante ese siglo comenzó la
colonización del E, que supuso el exterminio o el sometimiento de los
grupos residuales eslavos, y en el siguiente se creó la Hansa, una
liga de ciudades con finalidad comercial y defensiva cuya actividad
(comercio de trigo, lana, pieles y arenques) llegaba de Londres a
Novgorod. Federico I Barbarroja (1152-1190) restableció su supremacía
gracias a que el Papado recurrió a él frente a los normandos
establecidos en Sicilia, pero Enrique VI fracasó en sus intentos de
hacer hereditarios a los emperadores. A su muerte (1197) se produjo
el Gran Interregno (1250-1273), durante el cual no hubo emperador
reconocido, poniendo en evidencia que el poder nobiliario se había
impuesto al poder imperial. Cuando Rodolfo de Habsburgo (1273-1291)
accedió al trono, su poder efectivo se limitaba a los territorios
propios de los Habsburgo. El s. XIII fue de crisis profunda: hambres
(1315-1317), peste (1348) y conflictos sociales en las ciudades (1332-
1384). Carlos IV de Luxemburgo limitó la capacidad electiva (Bula de
Oro, 1356) a los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris, los
príncipes de Bohemia, Brandeburgo, Sajonia y el conde palatino. Estos
siete príncipes electores tuvieron en su mano, de modo hereditario,
la designación del emperador que, aunque era la autoridad suprema,
sólo podía imponer su voluntad gracias a sus recursos patrimoniales.
Como los Habsburgo eran los que poseían mayores posesiones, lograron
ocupar el trono imperial de forma continuada desde Alberto II (1438-
1439) hasta la época contemporánea. La debilidad del poder monárquico
en la Baja Edad Media permitió el desarrollo de guerras privadas
entre nobles, la creación de ligas de ciudades, la existencia del
tribunal secreto de la Vehme para la represión del bandidaje
nobiliario, la derrota de la orden Teutónica -que había sido uno de
los agentes principales de la expansión hacia el E- en Grundwald
(1410) ante los polacos y la revuelta de los husitas en Bohemia. Pero
estos problemas políticos no impidieron la afirmación de la
influencia alemana en la Europa Central y oriental, un sentido deseo
de reforma religiosa (fruto en parte del desprestigio que había
reportado al Papado el Cisma de Occidente) y un gran desarrollo de
las ciudades renanas y bálticas, con el consiguiente auge de una
cultura burguesa y urbana que condujo a la creación de las
universidades de Praga (1348) y de Viena (1365).Edad Moderna. Las
condiciones que se habían creado en esas centurias y el impacto del
nuevo horizonte cultural y económico del Renacimiento en la burguesía
urbana abonaron la aparición de numerosos predicadores que buscaban
en la Biblia la confirmación de sus aspiraciones de cambio y, aún en
mayor grado, las críticas de Lutero (1517) al Papado, hasta desembocar
en la cristalización de una nueva doctrina religiosa. La Edad
Moderna se inició en Alemania con una época de convulsiones políticas
y religiosas conocida como la Reforma. Ésta dio origen a revueltas
radicales y sociales (1523-1524) de los campesinos y de los
anabaptistas de Tomas Münster (1533-1534), que fueron vencidas por la
nobleza. La alta nobleza la aprovechó para enfrentarse al emperador
Carlos, centralista y católico, y apoderarse de los bienes de la
Iglesia. Después del fracaso de la Dieta de Worms (1522), el
emperador, en guerra con Francia, no pudo hacer frente de forma clara
a Lutero hasta el Tratado de Madrid (1526), pero su intervención tuvo
que contener a la Liga de Smalkalda (1531) de los nobles
protestantes, apoyada por Francia desde 1534 y derrotada en Mühlberg
(1547). La Paz de Augsburgo (1555) consagró el principio cuius regio
eius religio, que obligaba a los habitantes de Alemania a tener la
religión de su señor, y se limitó a reconocer la división del país
(sólo Austria, los obispados y Baviera del lado católico) y las
secularizaciones. En el S, Austria fue incapaz de frenar el avance
turco: desastre de Mohács (1526) y sitio de Viena (1529); en el N se
produjo la guerra de liberación de Holanda desde 1572. Todo ello se
agravó por la expansión del calvinismo y el comienzo de la
Contrarreforma, dirigida desde Austria y Baviera y apoyada por los
jesuitas. La guerra de los Treinta Años, que comenzó con la
defenestración de Praga (1618), fue una guerra religiosa y política
con intervención de daneses, suecos, franceses y españoles que asoló
y despobló el país. La Paz de Westfalia (1648), que puso fin a esa
guerra, consagró la división del imperio en 350 estados prácticamente
independientes y el intervencionismo francés y sueco. El emperador se
concentró en extender sus territorios fuera de las fronteras alemanas
(los turcos fueron rechazados de Viena en 1683). Prusia surgió de
Westfalia como la potencia rival de Austria y aumentó sus territorios
e influencia con la repoblación del E y, sobre todo, con los
conflictos bélicos del s. XVIII: Federico I en la guerra de Sucesión
española, Federico II el Grande, que ocupó Silesia (1740) en la
guerra de Sucesión austríaca y en la guerra de los Siete Años (1756-
1763), cuando aliado a la Gran Bretaña hizo frente a Austria, Rusia y
Francia. Prusia fue un Estado protestante, con una excelente
organización civil y militar abierto a las nuevas ideas del despotismo
ilustrado, mientras que Austria era un imperio católico, basado en
la economía agropecuaria y las tradiciones. En la última década del
s. XVIII, tanto Austria como Prusia participaron en los repartos de
Polonia, con lo que acrecieron su extensión territorial.Edad
Contemporánea hasta la creación del II Reich. El liberalismo de la
Revolución Francesa se extendió a Alemania, aunque sus ilustrados
rechazaron pronto su radicalismo y los Estados de Austria y Prusia se
opusieron militarmente. Sus derrotas ante las tropas francesas,
ratificadas en los tratados de Basilea (1795), Campoformio (1797) y
Lunéville (1801), llevaron las fronteras francesas hasta el Rin, y la
paz de Presburgo (1805), que puso fin a la tercera coalición
antinapoleónica, significó el fin del Sacro Imperio. En 1806 se creó
la Confederación del Rin, bajo protectorado francés, como contrapeso
a Austria y Prusia, y Francisco II reconoció el fin del Imperio
alemán y se proclamó emperador de Austria. El Tratado de Tilsit
(1807) dejó a Federico Guillermo III una Prusia reducida, cuyos
territorios en parte sirvieron para crear el ducado de Varsovia. La
influencia de Francia y las reformas que promovió en la política
alemana contribuyeron a difundir el liberalismo y el nacionalismo,
este último como reacción contra la ocupación. El Congreso de Viena
(1815), que fijó el mapa de la Europa de la Restauración, creó la
Confederación Germánica. Estuvo formada por 39 estados y estableció
la Dieta de Frankfurt con poderes reducidos. Austria y Prusia habían
aumentado sus territorios en Italia y en el Rin (la futura región
industrial), respectivamente. Ambos Estados reprimieron los brotes
nacionalistas y liberales en Alemania, de acuerdo con las ideas de la
Restauración, ya que el miedo a la revolución era aún muy intenso
entre la aristocracia. La unificación alemana vino propiciada por la
industrialización e impulsada por la burguesía. La unificación del
mercado nacional fue apoyada por Prusia, que en 1818 abolió sus
barreras aduaneras interiores; en 1834 se estableció el Zollverein,
unión aduanera de los estados del N de Alemania que excluía a
Austria. En esta época comenzó el tendido sistemático de
ferrocarriles, la explotación de las minas del Ruhr y del Sarre y
surgieron las ciudades manufactureras del Rin. La revolución
nacionalista y liberal de 1848 consiguió que se proclamasen efímeras
Constituciones y se convocase una Asamblea Nacional constituyente
que, sin tener en cuenta la opinión de los príncipes, proclamó
regente a Juan de Habsburgo; pero este proceso revolucionario de tipo
burgués carecía de fuerza real y del apoyo de las clases populares.
Federico Guillermo de Prusia rechazó la oferta de esa corona por las
presiones de Austria y Rusia y por estar condicionado a una carta
constitucional. Tras estos fracasos, la burguesía se orientó a evitar
los procesos revolucionarios populares y se alineó con el modelo de
unificación dirigido por Prusia, impulsado por el desarrollo
industrial y jalonado por el expansionismo que facilitaba su fuerte
dispositivo militar. En 1864 Austria y Prusia vencieron a Dinamarca
en la guerra de los Ducados y le arrebataron Schleswig y Holstein,
poblados por alemanes. La alianza duró hasta 1866, en que se
produjeron la guerra entre ambas potencias germánicas y la victoria
de Prusia en Sadowa (1866), que permitió la constitución en 1867 de
la Confederación de la Alemania del Norte (Austria excluida), a cuyo
frente se encontraba el reino prusiano. El triunfo de la nueva
potencia alemana hizo recelar a los estados católicos y agrarios del
S del país y la Francia de Napoleón III exigió compensaciones
territoriales para restablecer el equilibrio, sin tener en cuenta la
opinión de su población. Ello permitió a Bismarck presentar a Prusia
como el brazo armado de la nación alemana y agrupar a todo el país
tras él. Las tropas francesas fueron vencidas en la batalla de Sedán
(1870), Guillermo I fue proclamado káiser del II Reich en Versalles
(1871) y se anexó Alsacia y Lorena.El II Reich. La Constitución de
1871 extendió, con variantes y cierta autonomía legislativa, a los 26
estados las normas que presidían la Confederación y creó un
legislativo federal de dos cámaras. El principal apoyo político del
nuevo régimen prusiano fue la nobleza terrateniente (junkers),
favorecida por el proteccionismo comercial. El canciller Bismarck
procuró la consolidación del Estado frente al autonomismo de los
antiguos estados católicos del S e impulsó el crecimiento económico.
La enseñanza y el matrimonio laico le enfrentaron no sólo con la
Santa Sede, sino también con la jerarquía católica y una considerable
masa de población en el interior (sus diversas formas de resistencia
se englobaron con el nombre de Kulturkampf). La socialdemocracia,
pujante tras el congreso de unificación de Gotha (1875) y favorecida
por la industrialización, tuvo un gran ascenso electoral y consiguió
reformas sociales y el sufragio universal. Bismarck creó diversos
sistemas de alianzas europeos para aislar a Francia, que
cristalizaron en la Triple Alianza con Italia y Austria (1882), y
evitó enfrentamientos directos con Gran Bretaña al renunciar a una
política colonial que aún no necesitaba, dado que la construcción del
mercado interior alemán era suficiente por lo reciente de su
consecución. Cuando Guillermo II subió al trono en 1868, dirigió
personalmente una política más agresiva; una vez hubo prescindido del
viejo canciller (1890), se fijó el objetivo de una expansión
imperialista (un lugar bajo el sol) que permitiera la continuación de
un desarrollo industrial necesariamente conectado con la exigencia de
más mercados; esta expansión fue primero comercial antes que política
y se proyectó sobre la Europa oriental antes que en las colonias
ultramarinas. A finales del s. XIX Alemania se había convertido en
una gran potencia europea y mundial en abierta rivalidad con Gran
Bretaña. El costo fueron las duras condiciones de vida de la clase
trabajadora, que llevarían al Partido Socialdemócrata a ser el más
fuerte de Europa y el más numeroso del Reichstag. El s. XX reveló los
graves problemas de esta expansión: rivalidad colonial con Gran
Bretaña, carrera de armamentos (rearme naval acelerado, dirigido por
Von Tirpitz) y cerco diplomático. Francia había mantenido su
hostilidad, agudizada por las tensiones coloniales y apoyada por Gran
Bretaña y Rusia, que abandonaba su aislamiento político. Sólo quedaba
como aliado el Imperio austrohúngaro, anclado en sus arcaicas
estructuras y cada vez más amenazado por el desarrollo del
nacionalismo. Los pactos secretos, las tensiones coloniales y el
conflicto balcánico condujeron a la I Guerra Mundial (1914-1918), en
la que los Imperios centrales (Alemania, Austria y Turquía) fueron
derrotados tras un mortífero desgaste en el doble frente occidental y
oriental y el bloqueo marítimo. El fin de la guerra fue propiciado
por una revolución interior que obligó a pedir el armisticio en 1918.
La paz llegó con la descomposición del régimen político, provocada
por la sublevación espartaquista (1918-1919) -influida por la
Revolución soviética-, la proclamación de la República Socialista de
Baviera y la huida del káiser. El socialdemócrata moderado Ebert
subió al poder y aplastó la revolución pactando con el ejército y con
los sectores conservadores (muerte de Karl Liebknecht y Rosa
Luxemburg en 1919).La República de Weimar. La Paz de Versalles (1919)
impuso cesiones territoriales de Alemania a todos sus vecinos, la
ocupación de Renania, enormes reparaciones de guerra y la reducción
de su ejército. Esa humillante paz pesó negativamente sobre la
consolidación de la nueva República, donde la antigua clase dirigente
continuaba controlando los resortes del poder (burocracia, jueces y
ejército). La inestabilidad continuó durante la posguerra: en 1923 el
general Ludendorff dio un fracasado golpe de estado nacionalista en
Munich que condujo a prisión a Hitler, donde escribió Mi lucha. El
relativo equilibrio conseguido desde mediados los años veinte, pese a
todas estas dificultades, acabó en la depresión de los años treinta,
con sus secuelas de paro y empobrecimiento (la cifra de parados
ascendió a 6 millones en 1932). La continua sangría de las
reparaciones de guerra llevó a un rápido auge del nacionalismo, que
favoreció al Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (NSDAP) -
segundo partido del país en las elecciones de 1930 (que le depararon
el 18,3 % de los votos) y ya mayoritario en el Parlamento desde 1932
(37,4 % del total)-, apoyado por los grandes industriales y el
ejército. En 1933 Hitler fue nombrado canciller, en coalición con el
Partido Católico de centro y bajo la presidencia nominal del mariscal
Hindenburg.El III Reich. Al obtener Hitler plenos poderes del
Parlamento (1933), prohibió los sindicatos, salvo el Frente del
Trabajo (correa de transmisión de las directrices nacionalsocialistas
en el plano laboral), e inició una campaña antisemita y de
persecución de socialdemócratas y comunistas. También ilegalizó todos
los partidos que no fueran el nazi, al que depuró del sector
izquierdista (las SA) con la matanza llamada noche de los cuchillos
largos (1934), y a la muerte de Hindenburg asumió la presidencia y
abandonó progresivamente cualquier apariencia residual de
parlamentarismo. Desarrolló una política de protección de los
intereses de la burguesía, a la que libró de sus temores al comunismo
, y la compaginó con las vertientes populistas del nacionalsocialismo
; consiguió el pleno empleo merced a las obras públicas y el rearme,
y para ello convirtió al Estado en el director de la economía y
favoreció el corporativismo. En política exterior, estableció una
alianza con Italia y Japón, el Pacto Antikomintern, y desde 1935 se
dedicó a anular los efectos del Tratado de Versalles: recuperó el
Sarre mediante un plebiscito, impuso el servicio militar obligatorio,
remilitarizó Renania (1936) y anexó Austria y los Sudetes (1938). La
invasión de Polonia y su reparto con la URSS desencadenó la II Guerra
Mundial, que tuvo unos inicios fulgurantes para Alemania, pues en
1940 ocupó Francia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Holanda y
Luxemburgo. La expansión prosiguió hasta 1942 (Yugoslavia, Grecia y
URSS) y proporcionó grandes recursos a su esfuerzo bélico (expoliación
de las naciones ocupadas, campos de trabajos forzados y política
racista). La derrota de Stalingrado (1943) y los desembarcos aliados
en Italia y Normandía marcaron el declive de Alemania, superada por
la industria de los EE UU y la ofensiva de la URSS, y destrozada por
los bombardeos aéreos, hasta la consumación de la derrota en mayo de
1945.Alemania tras la II Guerra Mundial. El país fue mutilado en su
territorio y dividido en cuatro zonas de ocupación: británica,
francesa, estadounidense y soviética. Su reconstrucción comenzó con
la asimilación de unos nueve millones de repatriados y el pago de
reparaciones. Los vencedores impusieron cambios democráticos y el
proceso en Nuremberg (1945-1947) de los principales jefes de la
Alemania nazi por crímenes de guerra. La situación política y
económica mejoró con el Plan Marshall y el comienzo de la guerra
fría, originada por la rivalidad entre EE UU y URSS y el bloqueo
soviético de Berlín durante 11 meses en 1948 (abastecido mediante un
puente aéreo). En 1949 aparecieron dos Estados alemanes: la República
Federal de Alemania en las tres zonas de ocupación de los países
occidentales y la República Democrática de Alemania en la soviética.
La RFA proclamó su Constitución en 1949 y tuvo como canciller a
Adenauer (1949-1963), bajo cuyo gobierno el país vivió el milagro
económico (propiciado por la obligada inexistencia de gastos de
defensa), ingresó en la OTAN (1954), creó su propio ejército, se
libró de la ocupación militar (1955) y se adhirió a la CEE (1957); en
1963 Adenauer fue sustituido por el también cristianodemócrata
Erhard. El socialdemócrata Willy Brandt gobernó en coalición con los
liberales desde 1969, impulsó la Ostpolitik -que significó la
normalización de las relaciones con los países del Este, incluida la
RDA (1972)- y fue el precursor de la reunificación. En 1974 Brandt
dimitió por un escándalo de espionaje y le sucedió Helmut Schmidt, al
cual sustituyó en 1982 el cristianodemócrata Helmut Kohl, quien en
octubre de 1994 fue reelegido canciller por quinta vez consecutiva.
La renovada pujanza industrial convirtió a la RFA en una gran
potencia económica, que atrajo mano de obra de toda Europa. La
reunificación con la RDA en 1990 y el fin de la confrontación entre
bloques plantearon la redefinición de su política exterior y una
costosa integración socioeconómica. La RDA fue fundada en 1949 como
un Estado de tipo socialista, bajo protección de las tropas
soviéticas. Su reconstrucción se basó en planes quinquenales que
impusieron la reforma agraria (destrucción de los junkers
tradicionales), nacionalizaciones y la primacía de la industria
pesada, pero sin conseguir igualar el nivel de vida de la RFA; en
1953 se recurrió a las tropas soviéticas para sofocar la protesta
generada por las deficiencias económicas. En política exterior, se
integró en el Pacto de Varsovia y en 1961 edificó el llamado muro de
Berlín para impedir el contacto con Occidente, sin que se evitara la
huida de los sectores más jóvenes y dinámicos de su población. A
partir de 1962 subió el nivel de vida en la RDA y se convirtió en el
país más industrializado de la Europa del Este, aunque siguió
gobernado por un régimen de partido único de tipo totalitario
dirigido por Walter Ulbricht (1949-1971) y Eric Honecker (hasta
1989). La Ostpolitik condujo a la firma (1972) del tratado de amistad
con la RFA. El creciente descontento popular y el descenso de la
influencia de la URSS produjeron el fin del régimen de partido único
y la unificación de las dos mitades del país, adoptando la
Constitución e instituciones de la RFA (Tratado de Unión en 1990).
Tras la unificación, los antiguos habitantes de la RDA han sufrido el
paro producido por el cierre de la mayoría del aparato productivo y
la desorganización que supone la introducción brusca de la economía
de mercado.En 1994 fue elegido presidente el democristiano Roman
Herzog, en la primera elección presidencial realizada en el histórico
Parlamento berlinés tras la reunificación. Unos meses más tarde tuvo
lugar la retirada definitiva del territorio alemán de las últimas
tropas aliadas. En las elecciones de septiembre de 1998 resultó
elegido nuevo canciller Gerhard Schröder, del Partido Socialdemócrata
(SPD), con lo que finalizaba la llamada "era Kohl".
• LIT. Las primeras producciones literarias en lengua alemana se
remontan al s. VIII: se trata de poemas de tipo heroico, basados en
las leyendas germánicas, el más antiguo de los cuales es el Cantar de
Hildebrando. De forma paralela, la épica cortesana y la poesía lírica
de los minnesänger recibieron influencias francesas y provenzales; en
la primera, destacan H. von Aue y G. von Strassburg y, en la segunda,
W. von der Vogelweide. La lírica perdió su acento cortesano hacia
mediados del s. XIII y empezó a transmitir las aspiraciones de la
burguesía ascendente. En el siglo siguiente, floreció la poesía
mística en las obras de Eckart, Suso y Taulero. El Renacimiento, como
consecuencia del movimiento reformista, se caracterizó por el
predominio de la literatura religiosa; la traducción de la Biblia al
alemán hecha por Lutero es considerada como el inicio de la lengua
moderna. Otra tendencia importante fue la de la literatura realista y
burguesa, cuyos precursores fueron el Till Eulenspiegel, de origen
legendario, y La nave de los locos, de Brandt, y cuyos autores más
destacados fueron H. Sachs y J. Fischart. Por influencia de la
Contrarreforma, en la segunda mitad del s. XVI, el gusto literario y
artístico se orientó hacia la estética barroca. Los máximos
representantes de esta nueva estética fueron Grimmelshausen y
Gryphius, el poeta y dramaturgo más importante del Barroco alemán. A
partir de 1680, las obras de J.Ch. Gottsched marcaron el inicio de la
Aufklärung (Ilustración), cuyos máximos representantes fueron G.E
Lessing, Ch.M. Wieland y G.Ch. Lichtenberg; al margen de la tendencia
hacia el racionalismo ilustrado, las Odas religiosas de F.G.
Klopstock anunciaron una literatura sentimental y pietista. Hacia
1770 surgió, como reacción contra el racionalismo de la Ilustración,
el Sturm und Drang (tormenta e ímpetu). Su principal exponente, J.G.
Herder, opuso a la imitación de los clásicos una literatura basada en
lo popular. Este movimiento cambió de orientación a partir de 1775,
bajo la influencia del clasicismo griego propuesto como modelo por
J.J. Winckelmann; los autores más destacados de esta tendencia fueron
K.Ph. Moritz, W. von Humboldt, J.W. Goethe y F. Schiller, cuyo
entramado filosófico y estético tuvo en las obras de F. Hölderlin,
J.P. Richter y H. von Kleist su más elevada expresión. De forma
paralela al movimiento anterior, a partir de 1790 surgió un
movimiento romántico en torno al pensamiento de Fichte y de la
revista Athenäum (1798-1800). La primera escuela romántica, integrada
por L. Tieck, los hermanos Schlegel, Novalis y F. Schleiermacher, se
caracterizó por un exaltado panteísmo. A principios del s. XIX, la
segunda generación romántica se dividió en dos grupos: el de
Heidelberg (C. Brentano, A. von Arnim y los hermanos Grimm) y el de
Berlín (La Motte-Fouqué, E.T.A. Hoffman y A. von Chamisso); este
segundo romanticismo sintió una fascinación por lo misterioso y lo
oculto y fue sensible a la tradición popular. Hacia 1825-1830, el
movimiento realista de la «Joven Alemania» se alejó del romanticismo
e incorporó elementos políticos; destacan las obras de H. Heine, L.
Börne y H. Laube. Esta orientación se prolongó en el «realismo
poético» de B. Auerbach y de F. Hebbel, en la novela psicológica de
Th. Fontane y en el naturalismo de G. Hauptmann. En la última década
del s. XIX, Stefan George, H. von Hofmannsthal y R.M. Rilke marcaron
el inicio de la poesía alemana contemporánea. Papel similar
desempeñaron, en el ámbito de la novela, T. Mann, H. Hesse y R.
Musil. Hacia 1910 surgió el expresionismo, cuyos autores más
destacados fueron, en poesía, E. Lasker-Schüler y G. Benn; en teatro,
H. Johst y B. Brecht, y, en novela, K. Edschmid y A. Döblin. La I
Guerra Mundial impuso un realismo que destacaba los aspectos más
brutales del mundo moderno («la nueva objetividad»). Mención aparte
merecen las obras de F. Kafka y las reflexiones sobre la guerra de
E.M. Remarque y de E. Jünger. Tras la II Guerra Mundial, las
consecuencias morales y materiales del conflicto constituyeron el
motivo de escritura de novelistas (S. Andres y H. Böll) y de poetas
(G. Eich y H.E. Holthusen); de forma paralela, surgieron el «realismo
mágico» (E. Kreuder) y una tendencia autocrítica (P. Celan y G.
Grass). En las últimas décadas, cabe señalar las aportaciones del
poeta H.M. Enzensberger, del dramaturgo P. Weiss y de los novelistas
R. Walser, Ch. Wolf, de los suizos M. Frisch y F. Dürrenmatt y de los
austríacos P. Handke y T. Bernhard.
• ARTE. Una de las principales características del arte alemán es su
evolución discontinua; sin embargo, por debajo de sus variaciones,
con frecuencia debidas a las circunstancias políticas, permanece un
espíritu germánico, que oscila entre la austeridad y la inquietud y
que se interesa más por la expresión que por la armonía. Carlomagno
dio un notable impulso a la arquitectura, a la iluminación de
manuscritos y a la orfebrería. El arte carolingio, sin olvidar sus
orígenes bárbaros, acusa un retorno al clasicismo y una influencia
del arte bizantino. La capilla Palatina, construida por Carlomagno en
Aquisgrán hacia 805, adopta la planta central de las iglesias
bizantinas; de la misma época data la planta del monasterio de Saint-
Gall, cuya basílica presenta un rasgo muy común en el arte germánico:
dos coros, situados uno frente a otro, en cada extremo de la planta.
En la iluminación de manuscritos, debemos citar el Evangeliario de la
Coronación (Viena), el Evangeliario de Godescalco (París) y el
Evangeliario de Ada (Tréveris), cuya decoración arquitectónica tiene
resonancias orientales. Bajo la dinastía de los emperadores otones,
en los ss. X y XI, se acentuó la influencia bizantina. Destacan las
catedrales de Magdeburgo, Maguncia y Worms, cuyos vestigios se
conservan en los edificios construidos con posterioridad. La pintura
siguió su auge en los conventos (maestros de la isla de Reichenau y
frescos de Oberzell). La escultura en bronce produjo una obra
maestra: las puertas de la iglesia de San Bernardo en Hildesheim
(1015). A partir del s. XI, el arte románico se extendió por las
riberas del Rin. La arquitectura, derivada de la otónica, cuenta con
las catedrales de Spira y de Maguncia y con la iglesia abacial de
Maria Laach. El gótico, llegado de Francia, penetró en los países
germánicos muy vinculado al estilo románico. Sólo la catedral de
Colonia, terminada en el s. XIX, puede compararse por sus dimensiones
con las grandes catedrales de Francia. La escultura gótica alcanzó su
madurez con la escuela sajona del s. XIII y con un importante grupo
de escultores del s. XV (Jörg Syrlin el Viejo, Erasmus Grasser,
Michael Pacher, Gregor Erhart, Adam Krafft). El s. XVI fue uno de los
períodos más importantes en la historia del arte alemán, salvo para
la arquitectura, cuya evolución fue muy lenta. La pintura estuvo
dominada por Alberto Durero, Hans Holbein el Joven, Lucas Cranach el
Viejo, Matthias Grünewald y Albercht Altdorfer. En escultura, como lo
demuestran las obras de la escuela de Nuremberg, perduró el espíritu
gótico. La Alemania posterior a la guerra de los Treinta Años no
favoreció el desarrollo de las artes, que tuvieron que esperar hasta
el s. XVIII para alcanzar el vigor de sus épocas más brillantes. La
arquitectura alcanzó su plenitud en palacios e iglesias, en los que
se aprecia una renovada influencia italiana y francesa; destacan la
abadía de Melk, de J. Prandtauer (1702), las edificaciones vienesas
de F. von Erlach y L. von Hildebrandt, la iglesia de San Juan
Nepomuceno en Munich, de los hermanos Asam (1733-1746), y los
castillos de Brühl, Münster, Pommersfelden y Ludwigsburg, de J.B.
Neumann. La pintura y la escultura, a pesar de su supeditación a la
arquitectura, cuentan con notables y originales aportaciones: las
fuentes vienesas de R. Donner y las decoraciones pictóricas de F.A.
Maulbertsch. A fines del s. XVIII se aprecia el inicio de
orientaciones neoclásicas. La arquitectura se inspiró en los cánones
griegos, romanos y renacentistas; son dignas de mención la Gliptoteca
y la Antigua pinacoteca (1816), construidas en Munich por L. von
Klenze y la Ópera de Dresde (1838), edificada por G. Semper. El s. XIX
, a pesar de las aportaciones de J.G. Schadow y Ch.D. Rauch, no fue
una época brillante para la escultura. Por el contrario, la pintura
desarrolló todas las tendencias y búsquedas características del
siglo: el neoclasicismo de A. Carstens, el simbolismo de Ph.O. Runge,
el romanticismo de C.D. Friedrich, la religiosidad neogótica de los
Nazarenos (F. Pforr, J.F. Overbeck, J. Schnorr von Carolsfeld), el
realismo de G. von Dillis, J.C. Dahl y A. von Menzel y el
impresionismo de M. Slevogt y L. Corinth. Con la llegada del s. XX,
la utilización del hierro, del acero y del hormigón posibilitó el
desarrollo del funcionalismo de P. Behrens y de la escuela de la
Bauhaus, bajo la dirección de W. Gropius y de Mies van der Rohe; tras
la II Guerra Mundial, los arquitectos más importantes fueron E.
Eiermann, H. Scharoun, F. Otto y H. Hentrich. Los grandes movimientos
plásticos de las dos primeras décadas del s. XX son: el modernismo
del Jugendstil berlinés; el expresionismo del grupo Die Brücke,
fundado en 1905 por los pintores E.L. Kirchner, E. Heckel, K. Schmidt-
Rottluff y O. Mueller, y la abstracción del Blaue Reiter, asociación
constituida en 1911 por V. Kandinsky, F. Marc, A. Macke, J. von
Jawlensly y P. Klee. Tras la I Guerra Mundial, el arte alemán siguió
los pasos de las principales vanguardias europeas: la nueva
objetividad (M. Beckmann, O. Dix), el dadaísmo (K. Schwitters) y el
surrealismo (M. Ernst). Movimientos que motivaron la reacción del
régimen nazi, cuyas teorías estéticas supusieron un empobrecimiento
de las actividades artísticas. Después de la II Guerra Mundial, los
pintores se orientaron hacia la abstracción lírica (E. Wilhelm Nahy),
el realismo fantástico (B. Schulze), el neofigurativismo (H. Antes) y
el neoexpresionismo. Los escultores más destacados de este período
son E. Cimiotti, G. Haese, N. Kricke y B. Meier-Denninghoff.
AUSTRIA
Estado de Europa, sit. en la parte central del continente;
83.859 km2, 7.812.100 hab. Cap. Viena. Limita con la República Checa
al N, con la República de Eslovaquia al E, con Alemania al N y O, con
Italia y Eslovenia al S, con Suiza y Liechtenstein al O y con Hungría
al E.
• GEOGR. Geografía física. El relieve austríaco, en su mayor parte
montañoso (1.000 m de alt. media), integra las estribaciones
orientales de los Alpes y deja tan sólo un pequeño espacio (al N y al
E) para los terrenos llanos (borde de la llanura húngara -el
Burgenland-, cuenca del Danubio). Las grandes ramificaciones alpinas -
macizo del Otztal, de los Hohe Tauern (3.796 m en el Grossglockner,
cima máxima del país), Alpes de Carintia y de Estiria- se hallan con
frecuencia interrumpidas por la presencia de numerosos y fértiles
valles (Inn, Mur, Drave). El sector danubiano, comprendido entre los
Alpes (al S) y los macizos de la Selva de Bohemia (al N), configura
el paisaje subalpino más típico del país, con una sucesión de
explotaciones agrarias y de pastos para el ganado. El clima
continental está muy relacionado con la alt. dominante y su rigor
sólo se atempera en la cuenca vienesa. Las abundantes precipitaciones
se atenúan considerablemente en la zona austríaca de la llanura
panónica (menos de 600 mm anuales). Un viento característico de los
valles austríacos, al igual que de los suizos, es el föhn, cálido y
seco (hasta el punto de que puede fundir la nieve invernal).Geografía
humana. Con 93 hab./km2 Austria posee la densidad más baja de Europa
central. Su demografía se caracteriza por un crecimiento muy reducido
(0,7 %) y el envejecimiento de la población. Su índice de urbanización
es mediano (58 %), en comparación con los Estados occidentales de
Europa, y resulta de un hecho poco frecuente en ellos: la gran
vitalidad de los Länder de montaña (Vorarlberg, Tirol, Salzburgo),
cuyo aumento de hab. contrasta con el estancamiento de los situados
en las regiones llanas o con el descenso experimentado por la propia
Viena. De esta manera, el espacio geográfico de Austria no sufre los
grandes desequilibrios de muchas áreas europeas: aunque Viena siga
tipificando un caso de macrocefalia (agrupa casi un 20 % de la pobl.
total) en razón de su pasado histórico, la trama de centros urbanos
de tamaño medio -como Graz, Linz (en torno a los 200.000 hab.),
Salzburgo, Innsbruck (alrededor de 100.000 hab.), Klagenfurt o Sankt
Pölten-, se localizan tanto en zonas de dominio alpino como en zonas
de llanura. Geografía económica. Las actividades agropecuarias
todavían conservan una gran importancia: en la región de altas
montañas pastorea el ganado vacuno, mientras que el valle del Danubio
y la cuenca de Viena están dedicados a un rico policultivo (cereales,
remolacha azucarera, frutales, viñedos). En la segunda mitad de este
siglo se ha desarrollado una industria bastante diversificada -
siderúrgica, mecánica, eléctrica, química, alimentaria-, bajo los
auspicios del Estado y con su base en la explotación de los recursos
naturales (petróleo en la cuenca vienesa; potencial hidroeléctrico en
los Alpes y el Danubio; minas de hierro en Ezberg); se concentra
especialmente en el eje danubiano (Linz, Viena). El sector turístico,
en expansión, tiene en las montañas del Tirol y del Vorarlberg sus
áreas más conocidas, y contribuye a compensar los déficit en la
balanza de pagos. Cada vez en mayor grado, la economía austríaca
estrecha lazos con la de Alemania, que es, además, el proveedor
fundamental del país, y con la UE, a la que se incorporó el 1 de
enero de 1995.
• HIST. El territorio que hoy constituye la actual Austria fue el
centro de la cultura neolítica de Hallstatt; hacia el año 400 a.J.C.
fue invadido por los celtas, posteriormente fusionados con los restos
de algunos pueblos germanos diezmados por la República romana
(cimbrios, teutones) en el s. II a.J.C. al intentar avanzar sobre
Italia. El dominio de Roma fue consolidado sobre todo por el
emperador Augusto; sus fronteras con los pueblos bárbaros fueron
aseguradas al S del Danubio por las provincias de Retia, Nórica y
Panonia; en los campamentos de sus legiones tuvieron su origen las
principales ciudades actuales, entre ellas Viena (Vindobona). La
débil romanización se compensó con la propagación del cristianismo
hacia el s. IV, en que comenzaron también los movimientos de pueblos
germanos y asiáticos. Los hunos ocuparan Panonia (432) y allí
permanecieron durante algún tiempo; en los ss. VII y VIII el
territorio fue dividido entre bávaros y ávaros, unos y otros
posteriormente derrotados por Carlomagno (788). Éste transformó el
territorio en una marca (Ostmark, Marca del Este) a fin de proteger
al Imperio franco de los ataques provenientes de Europa oriental;
esta marca constituyó el germen de la futura Austria, nombre aparecido
documentalmente por vez primera en el año 996 (Osterreich). A
finales del s. X la marca pasó a la casa Babenberg, desde 1156 se
convirtió en ducado hereditario y en 1278 quedó vinculada a los
Habsburgo, que lo conservaron hasta 1918. A partir del s. XIII los
emperadores alemanes eran con frecuencia elegidos entre los
Habsburgo, cuya importancia se acrecentó cuando se hicieron con la
corona imperial de manera definitiva (mediados del s. XV), con
Federico III, quien adoptó la divisa AEIOU (Austriae est imperare
orbi universo). Una acertada política matrimonial engrandeció de
manera extraordinaria las posesiones de los Habsburgo y contribuyó a
dar un contenido real a la mencionada frase emblemática; Maximiliano
I, hijo de Federico III, contrajo matrimonio con la heredera del
ducado de Borgoña, que aportó sus dominios como dote; el hijo de
Maximiliano, Felipe el Hermoso, casó con Juana, heredera de los Reyes
Católicos, con lo que también España pasaría a ser regida por la
familia de los Habsburgo. Finalmente el matrimonio de dos nietos de
Maximiliano con los hijos de los reyes de Hungría y Bohemia preparó
el terreno para la futura incorporación de estos reinos (1526). Así
se pusieron los cimientos del imperio mundial de Carlos V, con su
centro de gravitación en España; la administración del país austríaco
fue delegada en su hermano Fernando. A la muerte de Carlos V (1558),
la dinastía de los Habsburgo se dividió en dos ramas: una austríaca
(Fernando I, 1619-1637) y otra española (Felipe II). Durante los ss.
XVI y XVII Austria constituyó un freno a la expansión de los turcos,
que pusieron cerco a Viena en dos ocasiones (1529 y 1683), pero en
ambas se vieron obligados a retirarse; la contraofensiva austríaca
obligó a los otomanos a firmar el Tratado de Karlowitz (1699), por el
que cedieron toda Hungría (menos el banato de Temesvár) y la
soberanía sobre Transilvania; en 1718 Austria incorporó merced a la
Paz de Passarowitz y a costa de los turcos aquel banato de Temesvár,
parte de Valaquia, de Bosnia y de Serbia. Mientras tanto, en el
interior se había restringido la expansión del protestantismo
(Fernando II fue uno de los adalides de la Contrarreforma) y dado al
Estado un cariz absolutista y católico, máxime después de la ruptura
de la unidad religiosa en los países germánicos que había conducido a
la guerra de los Treinta Años (1618-1648). A principios del s. XVIII
tras la firma del Tratado de Utrecht-Rastadt (1714), que puso fin a
la guerra de Sucesión española en favor del candidato borbónico
(Felipe de Anjou), Austria recibió los Países Bajos, el Milanesado,
Nápoles y Cerdeña (las dos últimas perdidas en 1738). Para la
organización de este bloque territorial, que en Alemania empezó a
disputar la naciente potencia prusiana con las crisis representadas
por las guerras de Sucesión austríaca (1740-1748) y de los Siete Años
(1756-1763), se adoptaron medidas centralizadoras, respetándose
aparentemente los privilegios de las provincias. El dominio imperial
se sustentaba en cuatro pilares: burocracia (austríaca), ejército,
policía y clero. Estos patrones de unitarismo y de intentos de
germanización se afirmaron con María Teresa (1740-1780). En cambio,
José II (1780-1790), típico representante del despotismo ilustrado,
practicó una política de reformas. Luchó contra la influencia de la
Iglesia y estableció un control especial del Estado sobre aquélla (
josefismo). Durante esta época Austria adquirió, como consecuencia
del reparto de Polonia, la región de Galitzia (1775) y Cracovia
(1795), y arrebató a los turcos la Bucovina (1775). El período de
1792 a 1815 invirtió este proceso interior y exterior, al reportar
continuas pérdidas territoriales, causadas por su enfrentamiento a la
Francia revolucionaria y al Imperio napoleónico. En 1806 Francisco II
de Habsburgo disolvió el Sacro Imperio Romano Germánico y se
convirtió en emperador de Austria. Durante el Congreso de Viena
(1815), y gracias sobre todo a la personalidad del canciller
Metternich, Austria recuperó la mayor parte de los territorios
perdidos y se convirtió en el bastión y gendarme del absolutismo en
Europa; sin embargo, no pudo impedir la proliferación del ideario
liberal. En 1848 se produjo un levantamiento revolucionario que
obligó a Metternich a huir, lo que constituyó todo un símbolo como
final de una época; el liberalismo iba acompañado de fermentos
independentistas en los países sometidos (alzamientos nacionales en
Hungría, Bohemia e Italia); no obstante, las insurrecciones fueron
aplastadas, la Constitución liberal de 1849 anulada, y se constituyó
durante algún tiempo un régimen tan centralizador como el anterior,
basado en la fuerza decisoria del ejército y en la práctica entrega
de los resortes educativos y culturales a la Iglesia; sus tintes más
reaccionarios los encarnó el barón Von Bach, ministro de 1852 a 1859.
A pesar de la rígida compresión del sistema, pronto se pusieron de
manifiesto sus debilidades, no menos internas (heterogeneidad étnica
de sus dominios) que externas (rivalidad de Prusia, asunción de las
reivindicaciones de unificación italiana por el Piamonte). La derrota
en Italia ante la coalición francopiamontesa (1859) y ante los
prusianos en Sadowa (1866) precipitó la urgencia de reformas
inmediatas que hiciesen frente tanto a las peticiones liberales como
a los movimientos nacionalistas. El Imperio austríaco se transformó
para constituir el sistema de la monarquía dual austro-húngara
(1867), dos Estados distintos e iguales que se repartían el control
de las múltiples nacionalidades bajo un mismo vínculo dinástico: la
Cisleithania, con capital en Viena, de mayoría germana, y la
Transleithania, con capital en Budapest y con predominio de magiares;
de esta forma se reconocía la autonomía de Hungría, de la que
Francisco José (1848-1916) fue coronado emperador. Por otro lado, la
evolución económica propició determinadas reformas de talante liberal
que culminaron el año 1905 con la instauración del sufragio
universal. La I Guerra Mundial aceleró el proceso de desintegración
del imperio de los Habsburgo. Los movimientos nacionalistas hicieron
insostenible la situación. Carlos I, sucesor de Francisco José
(1916), renunció a la corona (noviembre 1918), y al día siguiente se
proclamó la República de Austria, con un territorio reducido a su
núcleo inicial germano. En seguida se notaron las desastrosas
consecuencias de la guerra: la explosiva situación social favoreció
la aparición de movimientos revolucionarios y a ellos se unió el
intento separatista de algunos Länder. En octubre de 1920 se promulgó
una Constitución que permaneció vigente hasta 1938, período
caracterizado por los conflictos entre socialistas y conservadores y
por las agitaciones de los nacionalistas germanos, cuyas miras se
orientaban a la integración con Alemania (Anschluss). Al socaire de
la crisis mundial de 1929 y sus secuelas de deterioro social las
doctrinas pangermánicas no hicieron sino acrecer sus partidarios. En
1933 el Gobierno conservador de Engelbert Dollfuss disolvió el
Parlamento e instauró un régimen autoritario. Los socialistas,
sometidos a continuas provocaciones, se alzaron en armas el 12 de
febrero de 1934, pero no lograron resistir más que unos pocos días;
el paso siguiente fue la abolición de todos los partidos, excepto el
Frente Patriótico creado por Dollfuss. El 25 de julio de 1934 un
grupo de nacionalsocialistas se apoderó de la Cancillería y asesinó a
Dollfuss, pero la insurrección fue sofocada. Kurt von Schuschnigg,
sucesor de aquél, buscó apoyo en Francia, el Reino Unido e Italia
para evitar la unión con Alemania; tales contactos fracasaron y,
cuando se anunció un plebiscito sobre la independencia del país,
Hitler invadió Austria, proclamó el Anschluss y el país se convirtió
en una provincia del III Reich, rebautizada con su viejo nombre
medieval (Ostmark). Contra la amalgama efectuada por el nazismo en el
ejército y la administración empezaron a actuar desde 1943 débiles
grupos de resistencia, mientras el futuro de Austria se decidía en la
Declaración de Moscú (firmada por la URSS, EE UU y el Reino Unido)
que fijaba la independencia del país como uno de los objetivos de la
guerra. Al acabar la II Guerra Mundial fue ocupado por las cuatro
potencias vencedoras; el Tratado de Viena (1955), al restablecer su
soberanía, le prohibía pertenecer a cualquier alianza militar y
asociarse con Alemania. Esta neutralidad forzosa fue aprovechada para
desarrollar una política exterior de mediación entre las grandes
potencias. En la posguerra tres formaciones políticas ejercieron el
protagonismo: el Partido Popular (ÖVP, democristiano), el Partido
Socialista (SPÖ, socialdemócrata) y el Partido Comunista (este último
progresivamente desplazado); los dos primeros respondieron a la
división del país en una zona rural, conservadora y católica (Partido
Popular) y otra industrializada y progresista (Partido Socialista).
Durante los primeros años ambos gobernaron en coalición. En 1966
ocupó el poder el Partido Popular, pero en 1980, bajo la dirección de
Bruno Kreisky, lo hicieron los socialistas, que gobernaron solos
(1970-83), en coalición con los liberales (1983-86) o con
democristianos (desde 1986). Austria vivió un período de aislamiento
internacional cuando Kurt Waldheim, sujeto y objeto de graves
acusaciones por su pasado nazi, ocupó la presidencia (1985-1992). En
las elecciones de octubre de 1990, surgieron dos nuevas formaciones
en el panorama político: el Partido Liberal (FPÖ), de extrema
derecha, y los ecologistas. En 1992, alcanzó la presidencia Thomas
Klestil, que se había presentado a las elecciones como candidato del
Partido Popular (ÖVP). Tras el referéndum de 1994, Austria ingresó en
la U.E.
AZERBAIJÁN
Estado de Transcaucasia, junto al mar Caspio; 86.600 km2,
7.137.000 hab. Cap. Bakú. Situado al E del conjunto transcaucáusico,
limita con Armenia, Irán, Georgia y la república autónoma rusa de
Daguestán; la inclusión en su territorio de la prov. autónoma de
Nagorno-Karabaj (Alto Karabaj), fuente de enconados conflictos con
Armenia, es una herencia residual de su anterior situación como
república federativa de la antigua URSS. La parte central está
ocupada por la cuenca del Kura, muy amplia y bordeada al N por el
Gran Cáucaso (con alt. cercanas a los 4.500 m) y al S por el Pequeño
Cáucaso; sus aguas se utilizan para la agricultura de regadío
(algodón, frutales, cultivos hortícolas). La tradicional explotación
de petróleo y gas natural (Bakú), a pesar de haber descendido en
importancia, continúa siendo relevante. Cuenta, además, con
yacimientos de hierro, cobre, plomo y cinc. La industria tiene su eje
en la petroquímica, pero se ha diversificado también en otras ramas:
acerías y metalurgia del aluminio, construcciones mecánicas,
productos alimentarios, etc. Además de la cap., un centro urbano
importante es Sumgait.
• HIST. El Estado actual de Azerbaiján -que, junto con el Azerbaiján
iraní, compone la región homón.- se convirtió en 1918 en república
independiente, pero sufrió inmediatamente la ocupación de británicos
y turcos. Tras ser invadida por el ejército Rojo, pasó a ser
república soviética (1920); más tarde, formó parte de la Federación
transcaucásica (1922) y, finalmente, se convirtió en república
federativa (1936). El conflicto interétnico que la enfrenta a su
vecina Armenia por la posesión de Nagorno-Karabaj (región habitada
mayoritariamente por armenios cristianos, que está integrada en la
República de Azerbaiján, de mayoría islámica) representó, desde su
estallido en octubre de 1987, un amenazante problema para el gobierno
de M. Gorbachov, y significó, en definitiva, el punto de partida del
proceso de desintegración de la URSS. La independencia de Azerbaiján
fue declarada en agosto de 1991, entrando a formar parte, en
diciembre del mismo año, de la Comunidad de Estados Independientes
(CEI). A partir de ese momento se enconó el antiguo contencioso con
Armenia por el control de Nagorno-Karabaj, hasta desembocar en un
estado de abierto conflicto armado, caracterizado por la virulencia
de las acciones y por la amenaza latente de involucrar en el
enfrentamiento a otras naciones, como Rusia y, sobre todo, Turquía.
Geidar Alier fue elegido presidente en 1993. En 1995 se aprobó una
Constitución de tipo presidencialista y se celebraron elecciones
legislativas.
BÉLGICA
Estado de Europa occidental, a orillas del mar del Norte;
30.518 km2, 10.130.574 hab. Cap. Bruselas. Limita al N y E con Países
Bajos, al E con Alemania y Luxemburgo, al S y O con Francia, y al NO
con el mar del Norte.
• GEOGR. Geografía física. El relieve de Bélgica, dominado por las
tierras llanas, desciende gradualmente hacia el mar, de SE a NO. Al
SE, el Signal de Botrange (techo del país con 694 m de alt.), está
integrado en el macizo de las Ardenas, que tiene aspecto de meseta y
en su vertiente septentrional queda separado de la meseta de Condroz
por las depresiones de la Famenne y la Fagne. Una vez rebasada la
línea de mesetas de Hainaut, Brabante y Hesbaye, situadas en el
centro del país, se abre, al N-NO, la gran llanura belga, que
comprende, de O a E, la campiña marítima, Flandes y la Campine. El
litoral es arenoso y rectilíneo. Los ríos, en su mayoría navegables,
se hallan conectados por una compleja red de canales (Alberto,
Terneuzen, Brujas); destacan el Mosa (con su afl. el Sambre) y el
Escalda. El clima, oceánico en el conjunto del país, adquiere rasgos
de continentalidad en las Ardenas, donde los inviernos son más
rigurosos.Geografía humana. La población belga está envejecida y su
crecimiento es, hoy en día, nulo. Sin embargo, después de Países
Bajos y con la excepción de minúsculos Estados como el Vaticano o
Mónaco, Bélgica es el país europeo más densamente poblado (325 hab./km
2). Las provincias menos habitadas son las del S -los valores más
bajos se registran en las Ardenas-, mientras que en las prov.
septentrionales de Flandes Oriental y Amberes, así como en la central
de Brabante, se llegan a alcanzar incluso densidades que rondan los
3.000 hab./km2. El índice de urbanización es muy elevado (96,9 %),
siendo las principales ciudades Bruselas (en cuya aglomeración urbana
se concentran 960.324 hab.), Amberes (467.875), Gante (230.446),
Charleroi (206.779), Lieja (195.201), Brujas, Namur, Ostende, Mons,
Hasselt y Lovaina. El peso de la red urbana intermedia es muy
destacado: así, casi 4/5 partes de la población vive en centros que
superan los 5.000 hab. Geografía económica. Integrada en el Benelux -
junto a Países Bajos y Luxemburgo-, Bélgica posee una estructura
económica común a la del resto de países de la UE, dominada por los
sectores industrial y de servicios y en la que el sector primario, y
más concretamente el agropecuario, ocupa un lugar cada vez más
marginal. Su agricultura, de carácter intensivo, no llega a ocupar al
2 % de la población activa y se caracteriza por sus elevados
rendimientos y su alto nivel de mecanización: trigo, patatas,
remolacha azucarera, lino, etc. La riqueza de Bélgica se ha
fundamentado en el desarrollo de su industria, basado desde la
Revolución Industrial en una notable riqueza carbonífera (principales
yacimientos en la Campine, Lieja, Charleroi-Namur), hoy en día en
claro declive; reflejo de ello es que, pese a una notable producción
hullera (12,7 Mt en 1989), el carbón está siendo relegado por la
energía nuclear (42.861 kWh) como principal fuente energética. El
petróleo, por su parte, es importado y se refina en las plantas de
Amberes, Gante o Bruselas. La contracción de la minería ha
repercutido hondamente en una industria de gran tradición y
diversificación, en la que destacan desde la tradicional textil de
Flandes hasta la siderúrgica (10 Mt de acero), la mecánica (material
ferroviario y naval, fabricación de vehículos), metalúrgica, química,
del vidrio, etc. En este sentido, la Valonia, eje tradicional de la
industria belga (Borinage-Charleroi-Bajo Sambre-Lieja), es en la
actualidad una región con dificultades, lo que contrasta con un
relativo mayor dinamismo de Flandes (Kortrijk, área del canal Gante-
Terneuzen) o del enclave de Amberes (gran puerto comercial), más al
N. Frente a la contracción de su industria -cuya falta de flexibilidad
en sus grandes consorcios supone una seria amenaza para el mercado
único europeo-, Bélgica vive una franca expansión en su sector
terciario (que ocupa casi al 70 % de la población activa), debido a
su creciente urbanización (apoyada en una densa red de
comunicaciones) y al auge de su comercio internacional: con una
balanza comercial equilibrada, Bélgica exporta maquinaria, vehículos
y productos químicos y textiles, e importa, sobre todo, materias
primas (minerales, hidrocarburos). Su comercio se desarrolla
principalmente con los países de la UE, EE UU y Japón.
• HIST. En 57 a.J.C., Julio César invadió la Galia Bélgica, poblada
por celtas y germánicos, que se extendía desde el Sena hasta el Rin.
En el s. V, en la región septentrional se establecieron los francos
salios, que impusieron su cultura en el N, mientras el S, más poblado
y colonizado por los romanos, adoptó la de éstos. De aquí arranca la
actual división de los belgas en flamencos y valones. Incluida en el
Imperio carolingio, Bélgica fue repartida por el Tratado de Verdún
(843) entre Lotaringia, al E del Escalda, y Francia, al O (Flandes).
Esta última se fue emancipando y en el s. XII sus principados y,
sobre todo, sus ciudades alcanzaron un gran desarrollo económico
(Ypres, Brujas). En el s. XIV, el condado de Flandes pasó a depender
del duque de Borgoña, y a la muerte de Carlos el Temerario (1477)
quedó en poder de los Habsburgo. En 1579, las provincias católicas
(Unión de Arras) se separaron de las protestantes (Unión de Utrecht),
que formaron la República federal de las Provincias Unidas, sublevada
contra Felipe II. El dominio español perduró hasta el fin de la
guerra de Sucesión española (1713), y fue transferido a Austria. En
1789, la revolución brabanzona expulsó a los Habsburgo y proclamó la
independencia de Bélgica (1790), pero siete meses después aquéllos
retomaron el poder. En 1795 fue ocupada por la Francia
revolucionaria, y en 1815 fue unida a los Países Bajos por el
Congreso de Viena, bajo el reinado de Guillermo I de Orange-Nassau.
La revolución de 1830 logró la independencia, garantizada por Francia
y Gran Bretaña y reconocida por Holanda en 1839. La Constitución de
1831 estableció una monarquía parlamentaria, cuya corona fue ofrecida
a Leopoldo de Sajonia-Coburgo. Durante el reinado de Leopoldo I (1831-
1865) y parte del de Leopoldo II (1865-1909), el Parlamento estuvo
controlado por el Partido Liberal. El católico, con fuerte
implantación en el S, gobernó el país casi sin interrupción desde
1884. En 1885, año de la fundación del Partido Obrero Belga, el
Tratado de Berlín concedió el Congo como propiedad personal a
Leopoldo II, quien lo legó al Estado en 1908. Bajo el siguiente
monarca, Alberto I (1909-1934), católicos y socialistas
protagonizaron la vida política, pero su enfrentamiento quedó
relegado ante el estallido de la I Guerra Mundial. A pesar de
declararse neutral, Bélgica fue invadida por los alemanes y el
gobierno se replegó a Amberes y luego a Le Havre. Durante la
ocupación, Flandes y Valonia fueron separadas administrativamente.
Con la Paz de Versalles, Bélgica obtuvo de Alemania la cesión de
Eupen y Malmédy. En la posguerra, socialistas y liberales se aliaron
para afrontar el gran auge socialista, pero se asistía al mismo
tiempo al auge del nacionalismo flamenco. El Parlamento dividió el
país en dos áreas lingüísticas con administraciones separadas. En
1936 fueron electos 20 diputados de tendencia nacionalsocialista,
entre ellos Léon Degrelle. En 1940, los alemanes volvieron a invadir
el país; Leopoldo III (1934-1951) abdicó y quedó prisionero,
mientras el gobierno se refugiaba en Londres para dirigir la
resistencia. Tras la liberación, Leopoldo III volvió a ocupar el
trono, pero se vio obligado a abdicar en favor de su hijo, Balduino I
(1951). En 1948, Bélgica entró a formar parte del Benelux; en 1949
ingresó en la OTAN y en 1957 en la Comunidad Económica Europea. En
1960, tras violentos disturbios en el Congo, combatidos por el
ejército, concedió la independencia a la colonia. Durante las últimas
décadas, el conflicto entre las comunidades étnico-lingüísticas se ha
ido agravando. En 1970, una enmienda constitucional concedía
autonomía a las comunidades flamenca, valona y alemana; en 1988, el
Parlamento aprobó la primera fase de la federalización del país, que
fue ampliada en 1992 por los acuerdos de Saint Michel. La reforma
constitucional propone convertir Bélgica en un Estado federal que
conservaría el control de la política exterior, ejército, justicia y
política monetaria, mientras que quedarían para los respectivos
consejos regionales las competencias en comercio exterior,
agricultura, policía y política científica. En julio de 1992 Bélgica
ratificó el Tratado de Maastricht. A la muerte de Balduino (1993) le
sucedió en el trono su hermano Alberto II. Las elecciones generales
de 1991 dieron la victoria a los partidos de centroizquierda, que
gobernaron en coalición cuatripartita de socialistas y
socialcristianos valones y flamencos, coalición que volvería a
resultar vencedora en los comicios celebrados en 1995.
BIELORRUSIA
Estado de Europa Central, antigua República federada de
la URSS; 207.600 km2, 10.260.000 hab. Cap. Minsk. Limita al N con
Letonia y Lituania, al O con Polonia, al S con Ucrania y al E con
Rusia. Su relieve, en el que destacan las colinas de Minsk, se
caracteriza por sus extensos bosques y la proliferación de lagos de
origen glaciar (4.000). En la agricultura, que en la actualidad no es
ya la actividad dominante, destacan los cultivos de cereales, lino y
patatas; y en la ganadería, la cría de bovinos y porcinos. La
industria, tradicionalmente vinculada a las actividades agropecuarias
(carne, leche, azúcar, madera) ha visto ampliada la gama de sus
instalaciones gracias a los grandes complejos petroquímicos de
Novopólotsk, Grodno o Svetlogorsk y a la implantación de otras
industrias, como la mecánica y la eléctrica. Yacimientos de turba,
potasa (Soligorsk) y petróleo (Riéchitsa). Oleoducto de la Amistad,
que transporta crudo procedente del Segundo Bakú. Principales
ciudades: Minsk, Gomel, Moguiliov, Vitebsk y Grodno.
• HIST. Región integrada en el principado de Kíev (ss. IX-XII),
Bielorrusia entró a formar parte, tras un corto período de
independencia, del gran ducado de Lituania (XIII-XIV). La Rusia
Blanca -que es el significado de Bielorrusia- empezó a desarrollar
durante la Baja Edad Media una cultura propia y diferenciada con
respecto a la rusa y a la ucraniana; pero pronto tuvo que hacer
frente a un proceso de transformación (desde el s. XV) derivado del
ascenso político de la aristocracia lituana, muy influenciada por la
cultura polaca. Esta dicotomía entre las culturas polaca y bielorrusa
se mantuvo en los ss. XVI-XVII y tuvo uno de sus episodios más
destacados cuando en 1696 la nobleza bielorrusa reconoció el polaco
como idioma oficial, decisión que provocó el arrinconamiento de la
cultura bielorrusa al ámbito rural. Ya como provincia del Imperio
ruso -tras los repartos de Polonia de 1772 y 1793-, la Rusia Blanca
sufrió un proceso de rusificación, intensificado especialmente tras
ser sofocadas las rebeliones de 1831 y 1843. A principios del s. XX,
la «Gromada Socialista Bielorrusa» (1902-1907) logró aglutinar
políticamente el creciente sentimiento autonomista de la región. Tras
el triunfo de la revolución de 1917, Bielorrusia se convirtió en una
de las repúblicas de la URSS (1922). Con la invasión germano-
soviética de Polonia (1939), se incorporó a esta república la
Bielorrusia occidental, que había sido traspasada a Polonia por el
Tratado de Riga (1921). Entre 1941 y 1944 Bielorrusia sufrió
intensamente la represión nazi llevada a cabo contra los judíos y que
se tradujo en la exterminación de una cuarta parte de su población.
El centralismo cultural y político del régimen stalinista -que
intensificó la rusificación linguística sobre la región, al tiempo
que llevó a cabo una sistemática represión contra los comunistas
nacionales- empujó a un importante contingente de población
bielorrusa a emigrar. En el curso del proceso de extinción de la
URSS, que tuvo lugar durante el mandato de M. Gorbachov, Bielorrusia
proclamó su independencia absoluta con respecto a aquélla en agosto
de 1991. Desde diciembre del mismo año, es miembro de la Comunidad de
Estados Independientes (CEI). En marzo de 1994 entró en vigor la
nueva Constitución. El candidato populista Alexandr Lukashenko venció
en las elecciones presidenciales de 1994.
BOSNIA-HERZEGOVINA
Estado de Europa, en la península de los Balcanes;
51.129 km2, 4.383.000 hab. Cap. Sarajevo. Antigua República federal
de Yugoslavia, limita al N y O con Croacia, al SO con el mar
Adriático, y al E y S con la nueva Yugoslavia (Serbia y Montenegro).
Su territorio, de carácter montañoso (más de 2.000 m de alt. en el
Cvrsnica y el Prenj), se extiende desde la costa Adriática, al S,
hasta el valle del Save, al N. Viñedos y hortalizas en los poljé
(Livno); ganadería ovina en las tierras altas. La actividad
industrial se vincula estrechamente con los recursos naturales
(madera: celulosa, papel), en especial los del subsuelo: hierro
(Vares) y carbón (Kakanj), que suministran materia prima a la
concentración siderúrgica de Zenica. A pesar del impulso industrial
que conoció tras la II Guerra Mundial, Bosnia-Herzegovina no ha
conseguido los niveles de desarrollo de los estados próximos de
Eslovenia y Croacia, y además, al igual que ellos, se ha visto
seriamente afectada por la guerra civil con Serbia, que ha terminado
por desintegrar el antiguo Estado yugoslavo.
• HIST. Bosnia, cuyo nombre deriva del río Bosna, afl. del Save,
estuvo integrada en el Imperio romano y, más tarde, en el bizantino.
Eslavizada desde el s. VI, fue sucesivamente dominada por los
búlgaros (927), croatas (hasta 1138) y húngaros (ss. XII-XV), con un
intervalo de presencia bizantina (1165-1180), hasta caer en 1463 en
manos de los turcos, que la ocuparon por completo -incluyendo el
ducado autónomo de Herzegovina- en 1482. Se inició así un largo
período de dominación otomana y de islamización que promovió el
desarrollo de las ciudades y el comercio, pero hizo de este
territorio un campo de batalla entre los otomanos y las potencias
centroeuropeas. La progresiva retirada de la presencia turca en los
Balcanes a fines del s. XVIII y a lo largo del s. XIX se tradujo en
un aumento de las revueltas sociales. En 1908 el Imperio austro-
húngaro se anexionó el territorio, lo que alentó un amplio movimiento
de rechazo de tipo nacionalista, cuyo acto más destacado fue el
asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo (1914). En
1918 Bosnia se unió al Estado yugoslavo creado tras la I Guerra
Mundial. En 1941 se anexionó al Estado Croata Independiente y en 1945
entró a formar parte de la República Socialista Federativa de
Yugoslavia, dirigida por Tito. Pero a la muerte de éste (1980), la
aguda crisis económica en la que se vio inmersa el país -que ponía en
entredicho la efectividad del modelo de autogestión yugoslava-, unida
al surgimiento de movimientos democráticos y nacionalistas en las
Repúblicas de la URSS -que culminaron con la desaparición de este
inmenso Estado- provocaron de inmediato el recrudecimiento de las
tensiones nacionalistas entre las Repúblicas yugoslavas. Desde que
proclamó su independencia en marzo de 1992, el país fue escenario de
una guerra civil entre serbios, croatas y bosnios hasta que en
noviembre de 1995 se llegó a un acuerdo de paz y Bosnia-Herzegovina
pasó a ser un Estado confederal integrado por dos entes autónomos: la
Federación Musulmanocroata y la República Serbobosnia, con una
presidencia tricéfala y un solo Parlamento. Tras las elecciones de
septiembre de 1996, la presidencia colegiada y rotativa la formaron
Alia Izetbegovic (Acción Democrática), Momcilo Krajisnik (Partido
Democrático Serbio) y Kresmir Zubak (Unión Democrático Croata).
BULGARIA
Estado de Europa, en la península de los Balcanes; 110.994 km
2, 8.472.724 hab. Cap. Sofía. Situada en el sector sudoriental de los
Balcanes, limita al N con Rumania, al O con Serbia y la República de
Macedonia, al S con Grecia y Turquía y al E con el mar Negro.
• GEOGR. Bulgaria posee un relieve predominantemente montañoso: la
cuenca de Sofía y el valle del Marica -que desagua en el mar Negro-,
separan el antiguo macizo del Ródope (Musala, techo del país con
2.925 m de alt.), al S, de la cordillera de los Balcanes (con sus dos
unidades, la Stara Planina -Botev, 2.376 m de alt.- y la Sredna
Gora), en el centro-N del país. Además del Marica, el territorio se
halla avenado por una serie de afluentes del Danubio (Iskar, Vit,
Jantra), río que señala, al N, la frontera con Rumania. En el litoral
del mar Negro tan sólo destaca, como accidente geográfico, el
profundo golfo de Burgas. El clima es continental, con inviernos muy
rigurosos: las temperaturas descienden por debajo de los 0 oC en todo
el país, excepto en la franja costera (en Varna, junto al mar Negro,
la media en enero es de 4,5 oC). En cambio, los veranos, sobre todo
en la región danubiana, son muy calurosos; las lluvias son
especialmente abundantes en los Balcanes. Más del 30 % de la
población búlgara -la cual se concentra principalmente en los valles
del Danubio y el Marica y en las cuencas internas-, continúa viviendo
en el ámbito rural. Como centros urbanos destacan Sofía, la capital
del país (1.182.540 hab.), Plovdiv (340.810 hab.) y Varna (307.915
hab.). La agricultura (trigo, maíz, girasol, remolacha azucarera) y
la industria básica (metalurgia de transformación, petroquímica en
Burgas) continúan siendo la base económica del país. El desarrollo
industrial se ha cimentado en la construcción de carreteras y en la
explotación de los recursos del subsuelo (lignito, hierro, plomo,
cinc, manganeso), así como en el aprovechamiento hidroeléctrico. Las
nuevas industrias de tecnología punta crecen en importancia, y entre
ellas destaca el desarrollo experimentado por el sector electrónico.
Se exportan a Occidente, sobre todo, productos agrícolas (conservas
de frutas y verduras, cigarrillos, vino). Otras producciones
importantes son las de acero para la construcción, aluminio,
productos refinados del petróleo y maquinaria. En la actualidad se
fomenta el turismo en torno al litoral del mar Negro, se da
preferencia al programa nuclear y se potencia la expansión de la
industria biotecnológica.
• HIST. Los tracios fueron los primeros pobladores de la actual
Bulgaria en tiempos históricos. Fueron luego, sucesivamente,
desalojados o asimilados por los macedonios y los romanos. Éstos la
dividieron en las provincias de Mesia, al N de los montes Balcánicos,
y de Tracia, al S. En el s. VI comenzaron a asentarse los eslavos,
llegados desde el N y el NE. Hacia 680, los protobúlgaros, turcos
conducidos por el Khan Asparuh, derrotaron al emperador bizantino
Constantino IV, quien se vio obligado a reconocer la autoridad de
aquéllos sobre la región comprendida entre los montes Balcánicos y el
Danubio. Los protobúlgaros fueron asimilados gradualmente por los
eslavos, proceso que dio origen a la nación búlgara. En 864, Boris I
fue bautizado según el rito cristiano ortodoxo; adoptó el alfabeto
creado por Cirilo y Metodio, hizo traducir los textos cristianos y
logró la autonomía de la Iglesia búlgara. Con el zar Simeón I (893-
927), el Imperio búlgaro alcanzó su mayor desarrollo cultural y
expansión territorial, rivalizando su capital, Preslav, con
Constantinopla. Bajo sus sucesores, debilitado por los conflictos con
los bogomilos, se desplomó ante los embates de magiares, pechenegos,
rusos y bizantinos: tras la derrota frente al emperador Basilio II
Bulgaróctono se extinguió en 1018 el primer Imperio búlgaro. Tras un
siglo y medio de decadencia y desintegración bajo la dominación
bizantina, Bulgaria recuperó su independencia. En 1185, Ivan y Peter
Asen derrotaron a los bizantinos y fundaron el segundo Imperio
búlgaro (1185-1396), cuya capital fue Tarnovo. Bajo el zar Ivan Asen
II (1218-1241) llegó a ser la potencia dominante en los Balcanes; sus
dominios llegaban hasta Albania, Macedonia y la Tracia occidental, y
el jefe de la Iglesia búlgara recibió el tratamiento de patriarca. En
el siglo siguiente, Bulgaria fue superada por Serbia y, cuando
comenzó la invasión de los turcos otomanos, el Imperio se encontraba
en un proceso de desintegración feudal. En 1382 cayó Sofía; en 1389
serbios y búlgaros fueron aplastados en Kosovo; en 1393 cayó Tarnovo,
y, en 1396, el último reducto búlgaro. Bulgaria quedó integrada en la
Rumelia turca, gobernada por un berlerbey residente en Sofía. A lo
largo de la dominación otomana (1396-1878), sufrió una decadencia
cultural y social. La nobleza fue aniquilada y la población reducida
a la servidumbre. Pero los búlgaros continuaron siendo cristianos
ortodoxos. En los ss. XV y XVI, los otomanos permitieron el
asentamiento de judíos provenientes de Occidente. Desde fines del s.
XVI, Austria y Rusia alentaron la resistencia búlgara, que se
manifestó en algunas insurrecciones. Por otra parte, el descontento
crecía por los excesos de los señores feudales. Favorecido por el
desarrollo urbano, a mediados del s. XIX cristalizó el renacimiento
nacional búlgaro, iniciado por el monje Paisij del monte Athos.
Centrado al principio en la lucha contra la influencia cultural y
religiosa griega, pronto se planteó objetivos políticos. En 1862, el
escritor Georgi Rakovski formó en territorio serbio un grupo
guerrillero y en 1866 Karavelov y Levski fundaron en Bucarest el
Comité Revolucionario Secreto Búlgaro. Al levantamiento de 1876,
sangrientamente sofocado, siguió la intervención militar rusa. Tras
la derrota de los otomanos, el Tratado de San Stefano (marzo de 1878)
estipulaba la formación de la Gran Bulgaria, del mar Egeo al mar
Negro, pero las potencias europeas reunidas en Berlín (julio de 1878)
redujeron la Bulgaria independiente a un principado vasallo de
Turquía, entre los montes Balcánicos y el Danubio. En 1879, la
Asamblea Constitucional sancionó la monarquía constitucional. Ocupó
el trono Alejandro de Battenberg (1879-1886), a quien sucedió
Fernando de Sajonia-Coburgo (1886-1918). En 1885, Bulgaria se fusionó
con Rumelia y en 1908 se proclamó la independencia, tomando el
príncipe el título de zar. En 1912 integró la Unión Balcánica con
Serbia, Grecia y Montenegro, que inició la primera guerra balcánica,
contra Turquía. Derrotada en la segunda guerra balcánica, perdió
parte de sus territorios. En la I Guerra Mundial intervino en el
bando de las potencias centrales y perdió más territorios. El zar
Fernando abdicó en favor de su hijo Boris III (1918-1943). En la II
Guerra Mundial se alió con Alemania y en 1941 declaró la guerra a
Gran Bretaña y EE UU, esperando restaurar la Gran Bulgaria; al año
siguiente, el Frente Patriótico organizó la resistencia. Cuando las
tropas rusas atravesaron la frontera rumano-búlgara (1944), el Frente
tomó el poder, formó un Gobierno de coalición y declaró la guerra a
Alemania. Tras el fin de la guerra, el Gobierno de Georgi Dimitrov
(comunista) proclamó la República Popular. En 1990, la Asamblea
Nacional redactó una nueva constitución y revocó la antigua cláusula
constitucional que daba el monopolio del poder al Partido Comunista;
éste se convirtió en Partido Socialista y ganó las elecciones
convocadas el mismo año 1990. Sin embargo, multitudinarias
manifestaciones anticomunistas obligarían a la formación de un
gobierno de unidad nacional. El nuevo parlamento eligió presidente al
opositor Zh. Zhélev y elaboró una nueva constitución, que consagraba
la división de poderes y la economía de mercado. En las siguientes
elecciones legislativas (1991) se impuso, por escasa mayoría, la
Unión de Fuerzas Democráticas (UFD), coalición anticomunista a la que
pertenecen el presidente, Zh. Zhélev (reelegido en 1992), y el primer
ministro, Filip Dimitrov. Este último fue sustituido, tras las
elecciones de diciembre de 1994, por Zhan Videnov, del Partido
Socialista. El malestar por la situación económica del país, que en
las elecciones presidenciales de noviembre de 1996 contribuyó al
triunfo de Petar Stoyanov (UFD), provocó a inicios de 1997 una oleada
de protestas populares que obligó al gobierno de los ex comunistas a
convocar elecciones legislativas. Celebradas el 19 de abril, la UFD
obtuvo la mayoría parlamentaria e Iván Kostov fue proclamado primer
ministro.
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Enviado por: | Paco |
Idioma: | castellano |
País: | España |