La ortografía española está sufriendo en los últimos años una serie de críticas respecto a su composición, como se ha comprobado de una parte de ilustres escritores como por parte del lector común como se ve en ciertas cartas a directores e diarios.
Esta crítica tiene su haber en un cambio radical que haría a la lengua española muy distinta de cómo hoy la conocemos. Los que piden el cambio desean modificaciones como las siguientes: evitar el uso de aquellas grafías sin fonemas como la “h”, la “u” entre “g” y vocal (e i) y evitar la repetición como “cc”, unificación de los fonemas con dos grafías (b-v, y-ll, g-j, z-c-q-k) y deaparición de la m antes de la “p” y de la “b”.
Al analizar estos cambios encontramos en ellos sus pros y sus contras. A favor tienen que, supuestamente, tendríamos una mayor facilidad para escribir y para leer sin caer en las asiduas faltas de ortografía que encontramos en nuestra lengua impresa. El problema lo encontramos en cuanto aparecen conceptos que se diferencias entre sí en la lengua escrita por sus distintas grafías. Cierto es que en la mayoría de los casos se podría solucionar este problema con el contexto en el que nos encontramos. Pero, de esta forma, el problema sería el mismo, aunque sin faltas de ortografía. Qué importa que esté bien escrito cuando va a haber momentos en los que no sabemos lo que leemos. Se requeriría un gran esfuerzo mental y una gran concentración. Para aquel usuario al que le ha sido enseñada la lengua como hoy la conocemos sería un gran problema tener que aprender y usar con exactitud la nueva ortografía que se está pidiendo, aunque para el nuevo usuario no habría tantos, incluso menos de los que nosotros tuvimos al aprender nuestra ortografía.
Además, ¿aquéllos quienes proponen el cambio se han parado a pensar la cantidad de libros y escritos que se han elaborado utilizando nuestra ortografía? Pues bien, esto supondría la reeditación de todos ellos o quedarían para vender en tiendas de antigüedades como pasa con las primeras ediciones de libros antiguos de hace varios siglos.
Así pues, concluyo diciendo que si por mí fuera no se realizaría este cambio ya que en mi opinión tiene más contras que pros por lo que hemos analizado aquí de forma tan breve. Se necesitarían muchos más folios como este para llegar a una conclusión, pero si hay aquí alguna falta de ortografía, seguro que gracias al contexto, se deduciría el significado de ese significante mal escrito. ¿ Por qué arriesgarse a realizar un cambio tan radical?