Historia
Ofensivas en la Segunda Guerra Mundial
LA GUERRA RELÁMPAGO
Al contrario de las democracias occidentales, Polonia estaba dispuesta a sostener una guerra en el verano de 1939. Pero había calculado mal sus posibilidades y el apoyo que los aliados le prestarían.
Sus cañones contracarros y antiaéreos eran escasos. El orgullo de Polonia estribaba en la caballería, que sólo tenía una brigada motorizada, el resto lo formaba una soberbia masa a caballo; carecían además de potencia industrial para sustituir al caballo por el tanque.
Los generales siempre preferían gastar el presupuesto en sus antiguos y conocidos regimientos que en aviones e ingenios mecánicos. El despliegue defensivo polaco tampoco era afortunado. Para no abandonar regiones consideradas vitales, su línea se aproximó demasiado a la frontera oeste. Si la primera embestida alemana tenía éxito y perforaba el frente, toda la llanura polaca podía ser una vasta retaguardia desnuda.
GUERRA RELÁMPAGO
Con Polonia al este y Francia al oeste, Alemania necesitaba mantener un solo frente, como ya había hecho en 1914. Su intención estratégica era liquidar un frente con la mayoría de sus tropas, para luego concentrar los esfuerzos en el otro.
La idea de la Blitzkrieg ( la guerra relámpago ) no era propiamente alemana. Fueron militares ingleses quienes desarrollaron, a partir de 1918, la idea de que los tanques eran el arma del futuro. Pero esta idea no tuvo éxito y el tanque fue considerado un arma más.
En Alemania, en cambio, el general Guderian comprendió que los blindados, apoyados por una buena aviación táctica, eran un arma espectacular. Trabajó la idea durante años y, cuando Hitler llegó al poder, encontró su poyo.
El grueso del ejército siguió las ideas de sus generales, mientras se creaban unidades con la nueva concepción. Seis divisiones perfectamente equipadas y organizadas, era todo cuanto había dispuesto en 1939 para la Blitzkrieg. Y una magnífica aviación de apoyo, capaz de dominar el cielo sobre los panzer, machacar obstáculos y descubrir los movimientos enemigos.
Alemania movilizó 98 divisiones, de las que 52 estaban en activo. Las 46 de reserva llegaron en mala forma: 36 de ellas encuadraban a veteranos de la Primera Guerra Mundial, mayores de cuarenta años y con total desconocimiento del armamento y material moderno. Reclutas con sólo un mes de servicio en filas formaban las otras 10.
Sólo las seis divisiones panzer y una aviación de 1.800 aparatos podían llevar a cabo una guerra diferente. Y, aunque no era su proyecto, el Alto Mando aceptó el ensayo.
Un rayo sobre Polonia
El pacto germano-soviético selló, el 23 de agosto de 1939, la suerte polaca. Mientras Europa recibía estupefacta la noticia, las cláusulas secretas estipulaban una nueva partición de Polonia entre alemanes y rusos.
El 1 de Noviembre era viernes. Sin declaración de guerra, a las cinco de la madrugada atacó la aviación alemana y, una hora después, las tropas cruzaron la frontera. Previamente los alemanes habían montado incidentes fronterizos con alemanes disfrazados de polacos.
Hitler presentó el ataque como una simple operación de castigo. Sólo podía convencer a los convencidos, pero el apoyo aliado a Polonia fue simbólico.
El día 3 de septiembre, Inglaterra y Francia presentaron un ultimátum a Berlín para que cesara la invasión. Como Berlín no respondió, declararon la guerra.
Los argumentos de Hitler eran los nuevos métodos de ataque. La aviación devastó los puntos cruciales polacos y colapsó el sistema ferroviario; los aeródromos quedaron devastados; los bombardeos en picado de los Ju-87 ( Stuka ) dio a la aviación capacidad para destruir pequeños objetivos en tiempo mínimo y a poco coste. La maniobra corrió a cargo de un Grupo de Ejército ( Von Bock ) que atacó desde el norte y otro más poderoso ( Von Runsdtedt ) que lo hizo por el sur. Ambos confluyeron hacia el centro del país para tomar Varsovia.
El rápido y profundo avance, la anulación de los ferrocarriles y la aviación, desorientaron a los polacos. La velocidad fue la gran arma de los alemanes, que lograron cercar a la mayoría de las tropas polacas antes de cruzar el Vístula. La velocidad, la audacia y las tácticas espectaculares resolvieron una batalla distinta a lo visto hasta entonces.
El general polaco Sosnkowski concentró sus tropas en el sudeste para organizar la resistencia prolongada mientras los alemanes completaban el cerco del Vístula. Pero el 17 de septiembre el Ejército de la URSS atacó también Polonia.
Al día siguiente el Gobierno polaco se refugió en Rumania. Varsovia resistió hasta el 29 bajo un duro bombardeo, la guarnición de Varsovia se defendió hasta el día 28 y el último foco de resistencia militar cesó el 5 de octubre.
Francia e Inglaterra, aunque declararon la guerra a Alemania, no tomaron medidas. La flota británica no envió, como era de esperar, un destacamento al Báltico. El ejército francés, aunque apenas tenía tropas alemanas enfrente, avanzó unos kilómetros en la frontera y luego retrocedió. Italia se declaró el 1 de septiembre no beligerante.
La nueva partición de Polonia
Ante la pasividad de los aliados; Alemania se anexionó Danzig, Posnania y Alta Silesia. Rusia se apoderó de territorios poblados por bielorrusos y ucranianos que habían formado parte del imperio zarista.
Sólo alrededor de Varsovia y Cracovia subsistió un remedo de Estado polaco, regido por un gobernador general alemán que introdujo las prácticas del Reich. La Ausserordentliche Befriedigungaktion fue una operación de asentamiento de la raza aria en su aspecto natural. En un solo año, 1.200.00 polacos y 300.000 judíos fueron deportados al este; en su lugar se asentaron alemanes y Volksdeutsche (alemanes con nacionalidad extranjera). La guerra tomaba caracteres racistas, que la hacía más salvaje.
Al concluir la conquista de Polonia, Alemania tenía un déficit de acero de 600.000 toneladas mensuales. Sólo había municiones para cinco días de combate y los carros requerían una reparación y revisión general. Hitler, sin embargo, no hacía excesivo caso a los consejos de los generales más cautos.
Buenas relaciones
A finales de septiembre Estonia, Letonia y Lituania pasaron a la zona de influencia rusa. Los intereses de Stalin y Hitler discrepaban al respecto, porque suponía conceder bases navales y aéreas en el Báltico a la URSS.
El pacto suponía por otra parte, buenas bazas para Hitler. Desmontaba las especulaciones franco-británicas sobre un inminente conflicto entre Alemania y la URSS; Alemania quedaba libre en el este, para resolver sus problemas con los aliados. En octubre, Hitler pedía el reconocimiento de la partición de Polonia, el rechazo fue total y Hitler anunció que los aliados elegían deliberadamente la guerra.
El acuerdo comercial germano-soviético se firmó el 11 de febrero de 1940. Con este pacto, ambos compraban unos meses para maniobrar en libertad. Alentados por el tratado con los alemanes y la expansión en los territorios bálticos, los rusos pidieron a Finlandia la entrega de instalaciones militares y territorios clave. Tras la negación de Finlandia, el Ejército rojo cruzó la frontera el día 30 de noviembre de 1939; rompiendo así el tratado de no agresión fino-ruso desde 1932.
Invasión en Finlandia
Cuando llegó la invasión, los finlandeses concentraron 7 divisiones para defender la línea Mannerheim y desplegaron otras 3 al norte del lago Ladoga, donde las guerrillas finlandesas frenaron a los rusos. El 14 de diciembre la URSS fue expulsada de la Sociedad de Naciones. Al fracasar dos ataques rusos contra la línea Mannerheim, la contraofensiva finlandesa se animó; logrando dos victorias en Soumussalmi. Pero los rusos enviaron 600.000 hombres más durante febrero, y con el desgaste finlandés, cayó la primera posición de la línea Mannerheim.
Tras la derrota finlandesa, la URSS obtuvo el puesto militar de Hango y las islas Aland, fundamentales posiciones militares en el Báltico. Los observadores militares extranjeros creyeron que las fortificaciones de la línea Mannerheim habían sido eficaces y que el Ejército de la URSS era de baja calidad. Se equivocaron.
La campaña escandinava
El mineral de hierro del norte de Suecia era vital para industria alemana y se exportaba a través del Báltico, hasta que el invierno helaba sus aguas. Entonces el material era trasladado al puerto noruego de Narvik, donde era cargado dirección a Alemania. Tras la guerra de Finlandia, los ingleses hicieron planes para cortar la ruta del hierro de los alemanes mediante la ocupación; pero el Reich preparó un plan para adelantarse a los aliados y ocupar Noruega.
Al amanecer del 9 de abril desembarcaron tropas nazis en Narvik, Trondheim, Bergen, Kristiansand, Oslo y Egersund, simultáneamente ocuparon Dinamarca en pocas horas y casi sin resistencia. La invasión de Noruega fue bastante simple, dos mil hombres y un batallón de paracaidistas iniciaron la operación. El Ejército noruego no estaba movilizado y opuso poca resistencia. El plan británico de invasión estaba listo cuando desembarcaron los alemanes; por lo que la primera reacción inglesa no se produjo hasta el 10 de abril.
El rey Haakon VII, el Gobierno y el Parlamento noruegos abandonaron Oslo, encabezando el rey la resistencia. El 14 de abril, un desembarco inglés había recuperado Narvik; adonde el rey Haakon y su gobierno se trasladaron. El 7 de junio, el rey y el Gabinete zarparon a Londres. El día 12 se rindieron las últimas tropas aliadas de Narvik.
La victoria escandinava resultó muy costosa para la marina del Reich, que se vio disminuida para las siguientes operaciones.
La tradición ante todo
El rearme alemán inquietó moderadamente a los políticos franceses, que no tenían una política de rearme bastante acelerada. El país prefería defenderse de la amenaza hitleriana bajo el ala de la línea Maginot, una fortificación inmensa que cubría la frontera con Alemania, con fama de inexpugnable. El pensamiento militar francés estaba obsesesionado por la fe en la línea y presidido por antiguos héroes de la Gran Guerra, como Pétain o Weygand, enemigos de los carros y los aviones, a los que consideraban meros auxiliares del combate tradicional.
El ejército británico estaba poseído del mismo espíritu defensivo. Los Estados Mayores preparaban la guerra de los años cuarenta con las ideas de 1917. El generalato alemán tampoco era propicio a las innovaciones. A excepción del general Guderian, un entusiasta de las teorías de Fuller y Liddell Hart, que se enfrentó a los más defensores de la tradición y conectó con otros partidarios de la guerra acorazada como Rommel o Von Manstein. Las nuevas tácticas permitían a Hitler declarar la guerra antes de completar el rearme.
No había una superioridad manifiesta de los alemanes. La gran diferencia era organizativa: los franceses estaban desperdigados; los alemanes se concentraban en las divisiones panzer y podían atacar en masa. La aviación francesa había quedado retrasada; pero, con el apoyo de los aviones ingleses podía compensar la superioridad alemana..
Los planes de guerra
Francia llevaba la iniciativa de guerra. El primer supuesto fue considerar que la línea Maginot era inexpugnable. El plan aliado se centró en preparar una fuerza poderosa al norte de Francia, para penetrar en Bélgica y enfrentarse a los alemanes. A este frente se le asignaron las mejores divisiones mientras las Ardenas eran apenas vigiladas por escasas fuerzas. Los planes alemanes habían sufrido una larga depuración, el Estado Mayor pretendía conquistar rápidamente Luxemburgo, Bélgica Y Holanda.
Las Ardenas no eran infranqueables y convenía lanzar secretamente la mayor parte de los carros a través de ellas. La tesis fue rechazada, pero, al fin, se aceptó el plan de Von Manstein, reforzado incluso en algunos de sus extremos más radicales. El 10 de enero un avión militar extraviado aterrizó accidentalmente en Bélgica, en él se llevaba el primer plan de operación y cayó en poder de los aliados. Los aliados creyeron que había sido una estratagema para engañarlos y que la invasión sería por el centro de Bélgica.
Invasión desde el cielo
La operación se inició con el ataque a Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Los alemanes prepararon una fuerza de ataque reducido, eran una fuerza aérea importante; la clave estaba en la sorpresa y la ágil coordinación de los paracaidistas, los tanques y los aviones. El 10 de mayo de 1940, Holanda se colapsó en desorden ante el doble ataque de aviones y tropas. Un batallón de paracaidistas y dos regimientos intentó secuestrar al Gobierno holandés pero fracasaron.
El ataque a Bélgica siguió técnicas parecidas, aunque fue más duro. El ataque sorpresa voló las casamatas, destruyó las armas y redujo a la guarnición. Los aliados quedaron convencidos de que Bélgica era el esperado escenario de la invasión, y lanzaron hacia allí las mejores reservas móviles, de acuerdo con sus planes de campaña.
El ardid inesperado
Los alemanes se movieron vertebrados por un nervioso sistema de mando. Mientras los alemanes conocían a la perfección el plan francés, sin embargo, el mando aliado seguía convencido de que el ataque principal se estaba produciendo en Bélgica. Los alemanes cruzaron las Ardenas con la necesidad de atravesar el Mosa cuanto antes. La sorpresa y la audacia, más que las armas, habían deshecho la moral francesa. El día 14, sólo una división alemana había cruzado el río a través del único puente disponible. El 16 de mayo de 1940 los alemanes se lanzaron hacia el oeste en cuatro direcciones.
La carrera hacia el mar
El Mando trató de establecer un nuevo frente más al sur, mientras en Bélgica se mantuvieron las tropas francesas, británicas y belgas. Los carros avanzaban en cabeza, preocupados sólo por ganar kilómetros; tras ellos la infantería limpiaba sólo las posiciones imprescindibles, mientras la artillería cubría los flancos.
El 15 de marzo la vanguardia de Rommel avanzó 20 kilómetros, al día siguiente 40. El mismo día, el coronel De Gaulle recibió la orden de atacar, los 150 vehículos avanzaron 20 kilómetros en solitario, al fin debieron retirarse ante el ataque de los Stukas. A los ocho días de haber cruzado el Mosa, los blindados llegaron al mar y cortado las líneas de suministro de los aliados en Bélgica..
El presidente Reynaud nombró al general Weygand, comandante en jefe: un héroe de la Primera Guerra Mundial con el que se esperaba insuflar optimismo al país. Mientras Weygand planeaba grandes operaciones, los ingleses preparaban la retirada. El día 26, el Gobierno autorizó la operación y el 27 la evacuación a través del mar.
El ejército belga resistía. El rey Leopoldo decidió rendirse y soportar la misma situación en que pudiera caer su pueblo.
Operación Dinamo
En la tarde del 26, todos los buques mercantes mayores de mil toneladas, quedaron a las órdenes del almirante Ramsey. Se creía que un máximo de 45.00 soldados podrían salvarse, y en la noche del 28, sólo 25.000 estaban preparados para embarcar. A la tarde siguiente, la Luftwaffe bombardeó las instalaciones portuarias, las playas y toda clase de buques.
En el mar, aunque la RAF acudía desde el sur de Inglaterra, los buques de guerra, mercantes y embarcaciones pequeñas se hundían. La retaguardia británica embarcó en la noche del 2 de junio. Los alemanes no persiguieron a los aliados hasta Dunkerque por orden de Hitler, sino que se dirigieron al sur para atacar a los franceses.
La batalla de Francia
A principios de junio de 1940, Francia estableció un segundo frente que llegaba hasta el extremo de la línea Maginot. El Alto Mando pretendía resistir, pero faltaban medios blindados y artillería y sobraban reveses recientes. El coronel de Gaulle pedía reunir los 1.200 carros con que todavía contaba Francia para contraatacar, pero nadie les hizo caso y se ordenó continuar a la defensiva. Hitler podía decidir, y pensó en París.
El día 5 de junio comenzó la nueva ofensiva, y el día 9 los alemanes cruzaron el Sena. Los alemanes estaban en disposición de ocupar todo el país y el 10 de junio Mussolini declaró también la guerra a Francia e Inglaterra. El Gobierno francés huyó primero a Tours y luego a Burdeos. Los alemanes entraron en París el 14 de junio, con el quebranto que suponía para la moral francesa.
El primer ministro Reynaud presentó su dimisión, el presidente Lebrun encargó formar Gobierno al mariscal Pétain; que fue proclamado salvador de Francia en la Primera Guerra Mundial. El presidente dio la razón a Pétain y le encargó negociar el armisticio. Este era también un propósito defendido por Weygand, que temía que se produjese una revolución social; y frente a ésta prefería a los alemanes, defensores de un orden.
El 17 de junio Pétain transmitió a Hitler una propuesta de armisticio. El día 22, en el mismo vagón de ferrocarril en que se había firmado la derrota alemana de 1918, se firmó el pacto.
Franceses contra franceses
Hitler concedió una zona no ocupada para evitar la instalación del Gobierno francés en Argelia. En la Francia no ocupada se constituyó un remedo de país libre. Pétain pasó a ser jefe del Estado y Weygand ministro de Defensa. Pétain no aceptó la entrada en la guerra como país aliado de Hitler y quedó como colaborador.
De Gaulle rompió con sus viejos colaboradores y marchó al exilio. El 7 de agosto, el Gobierno inglés reconoció la autoridad de De Gaulle, que poseía un pequeño contingente de franceses libres; y firmó un tratado con él. La Francia libre dispuso de 7.000 franceses, equipados por Inglaterra y un crédito para su sostenimiento.
León Marino
El rechazo de cualquier trato con Hitler coincidió con un deseo de continuar la lucha. Sin saberlo, los alemanes que habían iniciado una guerra europea, se vieron en un conflicto mundial para el que no estaban preparados. La guerra parecía ser europea y los ingleses estaban convencidos de que la invasión se intentaría por vía marítima, que era la más fácil. Había un buen programa de construcciones aéreas en marcha, y aunque la aviación era todavía débil, unida a la Marina se mostraba capaz de detener cualquier incursión naval enemiga.
Los alemanes carecían de planes de desembarco y Hitler esperaba que la derrota continental conduciría a los ingleses a pactar. Hasta el 2 de julio de 1940 no ordenó iniciar el estudio de un plan de invasión que se llamó Operación León Marino. Su preparación fue tan ligera que el 15 del mismo mes, Hitler dispuso que todo estuviera listo para mediados de agosto. La operación se retrazó varias veces.
Hitler decidió entonces que lo primordial era invadir Rusia y sólo se lucharía contra Inglaterra mediante submarinos y aviones para destruir su moral y su economía. El León Marino nunca se llevó a la práctica.
Preliminares navales
El 17 de agosto de 1940 Hitler declaró el bloqueo total a Inglaterra, como un recuerdo de la estrategia que ya había fallado en la Primera Guerra Mundial. A principios de septiembre se hundieron buques de todas las marinas beligerantes.
Scapa Flow era una de las principales bases de la flota inglesa, situada en las Orcas y muy bien defendida. Un espía, instalado años atrás en la zona, había descubierto un punto débil en la defensa. Guiado por sus noticias, el U-47, mandado por el oberlautenant Prien, penetró en la rada y torpedeó al acorazado Royal Oak, y el crucero Repulse, los hundió y abandonó la base entre el desconcierto de las defensas.
La lucha por las comunicaciones marítimas inglesas vino determinado por el estado inicial de ambas flotas. Cuando la guerra estalló, Alemania contaba con 50 submarinos costeros y 65 oceánicos e Inglaterra con 38 submarinos y 66 buques de escolta.
El duelo naval se concentró entre británicos e italianos. Estos contaban con una gran flota, pero ni su voluntad ni sus medios técnicos podían compararse a los ingleses. Las batallas de Punto Stilo (julio) y Cabo Teulada (noviembre) demostraron, antes de 1940, que Italia no contaba con potencial naval.
La batalla de Inglaterra
El verano de 1940 estrenó una denodada lucha en el aire, su origen fue la necesidad de preparar la operación León Marino. La Luftwaffe parecía muy superior a la RAF, y el mando alemán actuó confiado.
El 28 de mayo se enfrentaron en Inglaterra los primeros Dornier 17 y Spitfire. Los alemanes dispusieron de tres flotas contra la isla. Pero no se articuló un plan conjunto para que sus efectivos actuaran sobre Inglaterra. La batalla se encarnizó a principios de agosto, con la intención alemana de destruir a la RAF en el aire.
Los aviones ingleses eran más lentos que los alemanes y ascendían más despacio; en cambio, giraban y maniobraban con más facilidad. Los alemanes tropezaban con un radio de acción escaso para su objetivo. En general, el armamento británico era inferior. Sus aviones estaban dotados de ametralladoras, mientras los alemanes habían probado los cañones de 20 milímetros en la guerra civil española y los incorporaron a bordo.
La verdadera escasez inglesa no fue de aviones, sino de pilotos de caza. Las escuelas alemanas trabajaban a mayor ritmo y los pilotos superaban a las necesidades. El gran éxito británico fue su servicio de alarma y control, cualquier incursión sobre territorio era conocida y encargada al mando más adecuado. El Alto Mando de Hitler no se decidió a bombardear los radares hasta que perdió gran número de aparatos.
El día del águila
El 13 de agosto fue llamado por los alemanes Adlertag (El día del águila). El mariscal jefe superior de la Luftwaffe, Göring, estaba convencido de que una ofensiva en gran escala podía acabar con la RAF. El bombardeo alemán afectó seriamente algunas estaciones de radar y aeródromos avanzados. La batalla se prolongó hasta el día 19, en que el mal tiempo obligó a una tregua.
El objetivo principal era las instalaciones y aviones de la RAF. Los grupos de bombarderos tropezaron con pasos difíciles y fueron acosados por los cazas ingleses.
Sobre la población civil
En el sur de Inglaterra, el ataque acusó daños muy serios, pero la falta de coordinación entre las Luftflotten dio ventaja a los ingleses. A finales de septiembre los alemanes reanudaron los ataques. Habían aprendido a luchar contra el radar y llegaron más fácilmente al objetivo. Los aeródromos avanzados y las instalaciones de la RAF sufrieron daños muy serios.
El mando alemán enviaba cazas durante el día y bombarderos durante la noche. El la noche del 24 de agosto, un grupo de aviones alemanes se extravió y en lugar de bombardear instalaciones militares, lanzó su carga sobre el centro de Londres. En la noche siguiente, 80 bombarderos británicos atacaron Berlín. Durante el mes de agosto, la RAF sufrió un serio quebranto: 338 cazas derribados, frente a 177 bajas alemanas.
La batalla de desgaste comenzó a inclinarse contra los alemanes, por lo que se optó por el bombardeo sistemático de las ciudades. El día 7, los bombardeos alemanes atacaron Londres en masa, de día y protegidos por los cazas. Murieron 300 civiles y 1.300 fueron heridos. El día 30 se llevó a cabo el último bombardeo nocturno.
Los alemanes adoptaron otros métodos: el bombardeo nocturno y el ataque con cazabombarderos. Desde noviembre, la aviación alemana se concentró en el bombardeo nocturno de ciudades, industrias y puertos. El día 14 se estrenó con el ataque a Coventry, que fue arrasado.
Hitler ordenó que los bombardeos nocturnos mantuvieran la intensidad, mientras se preparaba la invasión de Rusia. A finales de mayo de 1941 terminó la época de ataques masivos y la escuadra aérea de Kasselring fue trasladada al este para la inmediata invasión de la URSS. La batalla de Inglaterra había perdido prioridad.
OPINIÓN PERSONAL
La II Guerra Mundial fue una guerra en la que nuevas maquinarias y estrategias militares chocaron con las conocidas hasta entonces. La guerra relámpago fue una nueva estrategia y forma de ver la guerra, siendo la primera vez que se dio en la historia. Por primera vez en la historia, una guerra tomaba un sentido racista, llevando a la práctica nuevas ideologías políticas, no solo con el fin de conquistar nuevas tierras y colonias y engrandecer una nación.
La II Guerra Mundial trajo un nuevo orden a Europa en la que las fronteras de los estados se modificaron.
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