Historia
Mujer en Grecia
LAS MUJERES GRIEGAS
LA MUJER EN LA PREHISTORIA GRIEGA.-
Siempre se ha pensado que las sociedades primitivas eran matriarcales debido a que los restos arqueológicos nos han dejado testimonios de una diosa madre que era el personaje central de dicha sociedad.
La situación entonces era que los hombres se dedicaban a la caza mientras que las mujeres ayudadas por los niños se dedicaban a la agricultura, por lo que adoptaron un papel que los hombres no tenían y que las hizo proveedoras del alimento.
El desarrollo de la agricultura y con él el asentamiento en poblados de forma más sedentaria fueron mejorando otras técnicas como la cerámica, necesaria para la conservación de los productos, y el tejido. Todo ello situaba a la mujer en una situación de privilegio con respecto al hombre.
En ese momento las instituciones sociales y religiosas experimentarían un cambio, marcado por una tendencia a transformarse en sentido matriarcal. El centro del culto eran los ritos de fecundidad, como el “hieros gamos” o unión sagrada de la diosa y su compañero, que equivalen a la tierra desnuda donde se ha clavado un arado y ha hecho un surco. Ésta es también la unión entre Zeus y Hera, o Deméter y Jasón. Las mujeres se convirtieron en detentoras exclusivas de poderes misteriosos que se realizaban por medio de filtros obtenidos de las hierbas (sirvan de ejemplo los casos de Circe, Medea o Helena).
Se produjo a continuación una serie de cambios sociales, por lo que se hizo necesaria la reorganización entre los sexos. Se inicia una agricultura de tipo intensivo. Se utiliza la azada, por lo que el sistema es más rápido y se necesita más mano de obra, sobre todo masculina. Se inicia el comercio y se hizo necesario realizar obras de protección en los pueblos. Para ello hacía falta un jefe masculino que pudiera defender los poblados. Es el comienzo de una sociedad desigual en la que las mujeres empiezan a perder el peso que tenían anteriormente.
En resumen, parece que no había un matriarcado como el que se había creído tradicionalmente; pero sí se puede afirmar que existía una fuerte presencia de la mujer en la sociedad y en la religión tanto en los pueblos más antiguos como en la cuenca del Mediterráneo.
LA SOCIEDAD MINOICA.- (en la isla de Creta, en época del rey Minos- de ahí el término “minoico”)
Es cierto que había una figura femenina que dominada en la religión, pero esto no implica el poder femenino. Las mujeres disfrutaban de una posición social elevada, tal y como lo demuestra el hecho de que fueran las sacerdotisas de la religión, y, como muestran los frescos, participaban en los espectáculos y cacerías.
Por otro lado, la parte destinada a vivienda de las mujeres en los palacios no estaba retirada, sino en contacto directo con otras partes. Se trata de una libertad que irá perdiendo progresivamente la mujer.
La mujer minoica goza, por tanto, de una notable libertad.
MICENAS.- (ciudad importante de la península de Peloponeso)
A partir de los datos arqueológicos y los procedentes de las tablillas encontradas, parece que se veneraba junto a divinidades masculinas un gran número de divinidades femeninas.
Se sigue atestiguando una gran presencia femenina, pero ya en los palacios la zona destinada a las mujeres está apartada.
Se tienen datos de trabajos típicos de mujeres y de hombres, y de la existencia de trabajadoras asalariadas. Los hombres ocupaban los puestos de mando y desarrollaban actividades ligadas al pastoreo y al artesanado. Las mujeres trabajaban en la manipulación de cereales y la custodia de los mismos. Se trataba de trabajos auxiliares. Tampoco eran propietarias de tierras; sólo las sacerdotisas podían poseer terrenos, ya que se trataba de mujeres privilegiadas cuya condición social no era general.
LA ÉPOCA OSCURA.- (se denomina época oscura a la “edad media” griega, siglos XIII - X aproximadamente)
Por lo que sabemos a partir de los poemas homéricos la mujer parece que era respetada y libre. En la Odisea vemos la presencia de personajes femeninos de gran relevancia, como Atenea o Penélope.
Las mujeres debían ser hermosas, porque, según decían, la belleza hacía perdonar todo. Debían cuidar su aspecto, preocuparse de su vestimenta y sobresalir en los trabajos domésticos, pero por encima de todo debían obedecer. Así Penélope obedece a su hijo Telémaco y sufre la presión de los pretendientes y de su propio padre para que vuelva a casarse. Ella se resiste, se trata de un sentimiento de fidelidad, que es lo que se le ha enseñado, pero también se trata de la falta de equilibrio propia de las mujeres.
Incluso entre Héctor y Andrómaca (Ilíada), personajes entre los que existe una relación conyugal diferente a la habitual, sucede lo mismo. Héctor recuerda a su esposa cuál es trabajo que debe realizar.
Por tanto, lo que aparentemente era signo de poder en las mujeres no lo es en realidad. Sólo podían moverse dentro del círculo de sus atribuciones, sin proyectarse al mundo exterior.
La mujer homérica se presenta, por tanto, como un elemento de reproducción, es decir, sus labores son las de la conservación del grupo familiar. Vive recluida en el “oikos”. Por otra parte, no es una mujer fuerte, llora fácilmente, pero su llanto no conduce a nada. Las ambigüedades de Penélope quizá se deban a la necesidad de la poesía épica, que, dada su función de formación cultural, tenía que proponer, por un lado, un modelo de mujer que fuera un símbolo y, por otro, una idea misógina que desconfiaba de las mujeres.
La mujer homérica podía sufrir castigos físicos. El marido, en cambio, podía tener una concubina con la que tenía la posibilidad de engendrar, y mantener además relaciones con otras mujeres, hecho que se producirá también en época clásica. La concubina gozaba de cierto prestigio, ya que el concubinato estaba socialmente reconocido.
ÉPOCA CLASICA
1 Papeles de madre. La mujer como madre y esposa es necesaria para el buen desarrollo de las ciudades griegas. Ya sea como madre o como esposa, la mujer siempre estaba al servicio de la polis, y por ende de las necesidades del hombre griego. La mujer como madre, tenía su terreno en la libación. Un mito claro, es el de Aquiles, cuando su madre Tetis le provee las armas para la guerra que el debía librar. Ese es el prototipo de madre en la Grecia Clásica. En la Grecia de Platón y Aristóteles ser mujer no era, desde luego, algo deseable. Las mujeres tenían prácticamente el mismo estatus social que los esclavos, lo que suponía que no podían participar en la política ni tener derechos cívicos de ninguna clase. La exclusión de las mujeres de la vida pública hacía que ésta quedara relegada a la vida doméstica: el mantenimiento de las posesiones y las tareas domésticas así como el cuidado de los niños eran sus tareas cotidianas. La mujer no era ciudadana sino hija o esposa de ciudadano. Salvo en Esparta, no había escuelas especiales para muchachas y la educación no se dirigía a ellas. Todo lo aprendían en el ámbito privado de su madre, hermanas o esclavas. Todo ello hacía difícil que hubiera un acercamiento igualitario y satisfactorio entre hombres y mujeres o, incluso, entre esposos. Difícilmente podría encontrar alicientes un hombre culto en la relación con su mujer debido a sus carencias. Tampoco pretendían otra cosa. La responsabilidad primordial de las mujeres era cuidar de las posesiones domésticas; excluidas de las actividades públicas de los hombres, trabajaban en la casa (incluso no iban a comprar a la plaza porque se consideraba que el comercio era una ocupación de los hombres) , se ocupaban de supervisar las faenas de los esclavos, intervenían ellas directamente en algunas tareas como cocinar o preparar la ropa y, sobre todo, atendían a los hijos.
Según el nivel socioeconómico, la mujer participaba de las tareas domésticas o simplemente las mandaba a las esclavas.
Las mujeres de clase baja trabajaban fuera de la casa: podían ser vendedoras, tejedoras, lavanderas….cosa que permitía que frecuentaran la calle más que las ricas.
2 Papeles de esposa. Segregada en la parte de la casa reservada a las mujeres (gineceo), no tenía posibilidad de ver a personas distintas a las familiares: no hacían la compra, no asistían a los banquetes, no está claro si iban a los espectáculos teatrales y sólo en algunas fiestas religiosas o funerales eran vistas (las mujeres de las clases más pobres tendrían más libertad de movimiento, obligadas por la necesidad a salir al mercado para vender, o trabajar).
De hecho, la religión era la esfera más importante de la vida pública en la que podía intervenir la mujer: Las Panateneas, los Misterios de Eleusis y las Tesmoforias eran las fiestas religiosas en la que la mujer tenía un papel muy importante.
Además, la relación marital no sería, por lo general, muy gratificante teniendo en cuenta la diferencia de edad (16 años ella, 25-30 él aprox.), y de nivel cultural, aparte las diversas relaciones extramaritales del hombre consentidas por la propia ciudad.
Existía diversos motivos para la disolución de la “engýe”:
-el repudio por parte del marido sin necesidad de justificar las razones, pero con la obligación de restituir la dote. La esterilidad (obviamente de la mujer) era un motivo de fuerza mayor.
-el abandono del lecho marital por parte de la mujer, que no sería fácil de llevar a término en las circunstancias en que vivían.
-el reclamo paterno, que a criterio propio decidía interrumpir el matrimonio de la hija, sobre todo en casos en que todavía no se había producido la convivencia de la pareja.
En los casos de petición de divorcio por parte de la mujer, tenía que intervenir un pariente varón ante el magistrado competente.
3 La mujer siempre era un medio para el hombre, donde su mayor función radicaba en dar nuevos ciudadanos legítimos a la ciudad. Sus logros radicaban en tener un padre legítimo y la habilidad de éste para conseguirle un marido legítimo y procrear hijos útiles para la polis. Así la buena esposa, es aquella tejedora y doméstica. Según las leyes de sucesión atenienses, las mujeres no podían ser herederas del patrimonio familiar ,como mucho tenían derecho a la dote, que en el momento de casarse se convertía en patrimonio del marido.
Pero ¿qué pasaba si una familia no tenía descendientes varones? La hija heredera, la “epicléros” era el trámite a través del cual el patrimonio familiar se transmitía; de haber más de un pretendiente, debía casarse con el pariente más próximo, práctica que revela el celo familiar en conservar el patrimonio. Incluso se podía dar el caso de que si la heredera estaba ya casada en el momento de morir el padre, y aún no tenía hijos (cosa que la ligaba indisolublemente al oíkos del marido), el pariente más próximo podía ejercer el derecho de interrumpir el matrimonio y casarse con la heredera.
Dos aspectos particulares a favor de la mujer:
-una ley de Solón obligaba al pariente más próximo, en casos de herederas pobres, a proporcionarle una dote , de no querer casarse con ella.
-otra ley también de Solón, se ocupa del hecho de que, una vez nacido el hijo varón, el hombre estaba obligado a tener al menos tres relaciones sexuales al mes con la mujer
4 .La mujer concubina y hetera Se decía que el hombre ateniense podía tener tres mujeres:
-la mujer “gyné” para tener hijos legítimos
-la concubina “palaké” para las relaciones sexuales estables
-la hetera para el placer
La concubina vivía a veces en la propia casa del ciudadano ateniense (aunque no quiere decir eso que el derecho ateniense permitiera la bigamia), la ley le imponía fidelidad como a la mujer legítima pero, de tener hijos, éstos no eran reconocidos ante la ciudad como legítimos.
La hetera era como una profesional que acompañaba a los hombres en todos los ámbitos públicos de los que el propio sistema había excluido a las mujeres casadas. Era como una compañera a la que el hombre solicitaba y pagaba una relación gratificante, no solamente sexual sino también bajo el perfil intelectual. Dentro de este colectivo , las heteras gozaban de una consideración especial ya que además de ser atractivas, tenían cierta formación intelectual y talento artístico. Es curioso que la mujer más famosa del sV en Atenas fuera Aspasia, extranjera, que primero trabajó como hetera y luego fue la mujer de Pericles.
5 La mujer prostituta La instauración de burdeles (Dicteria) por Solón en el siglo IVaC. Donde las mujeres que ahí laboraban en su mayoría eran extranjeras, y no eran mal vistas. Esto incluso llevó a que muchas mujeres atenienses vistieran como ellas e imitaran la forma como la prostituta se arreglaba. La “porne”, esclava o libre, era una mujer que ejercía una profesión no prohibida por la ley, auque sufría de gran reprobación social. (la ley fijaba su tarifa máxima y le cobraba un impuesto)Existían prostitutas de la calle y de burdeles, y también prostitutas sagradas que, consagradas a una divinidad comerciaban con su cuerpo y entregaban al templo al que pertenecían las rentas de su oficio. Estas prostitutas eran priviligiedas no sólo por la protección y las comodidades del templo en que vivían, sino también por el carácter sagrado y halo que las envolvía.
6 La mujer esclava. El esclavo era un objeto de propiedad del amo, y como tal se podía vender, comprar y alquilar.
En la mayoría de casos las mujeres esclavas tenían tareas domésticas, eran criadas del ama de la casa y se ocupaban de los niños. Probablemente hubo talleres de esclavas que manufacturaban productos para el mercado.
No tenían vida familiar, y sus habitaciones solían estar separadas de las de los esclavos varones para evitar que tuvieran hijos. En la mayoría de casos los hijos eran fruto de las relaciones con el amo. En algunas ocasiones podían ser manumitidas, dependiendo de la buena voluntad del amo.
La situación de la mujer en la Atenas clásica estaba determinada exclusivamente por su relación con un hombre (su condición jurídica era siempre la de una menor), y como esta relación tenía como objetivo satisfacer las exigencias de éste, la mujer tenía una vida personalmente insatisfactoria, socialmente inexistente y jurídicamente regulada por unas normas que incidían en la subordinación y dependencia de un hombre: el padre, el marido o un tutor.
7 De adolescentes, las mujeres obtienen un trato especial y honorario por el hecho de estar a un paso del matrimonio; es decir disfrutaban un poco de ese privilegio de ser ciudadano, ya que era una etapa pasajera y la llevaría a la etapa final y duradera de subordinación. El paso a la edad adulta en la mujer venía marcado por el casamiento, verdadero rito de paso para ella. El matrimonio no era una relación privada hombre-mujer, sinó una transacción masculina, un contrato entre el padre de la novia y su futuro marido. El padre entregaba a la hija junto con una dote, y ésta pasaba de la casa paterna a la casa del marido, propiciando con ello el orden ciudadano: la herencia y los hijos legítimos, futuros ciudadanos de la pólis. Los más pobres no tenían más alternativa que la exposición si nacían muchas hembras, ya que difícilmente podrían hacerse cargo de sus dotes.
8 La vida de la mujer en la vida pública, parecía ser vivida en total democracia. Pues eran partícipes de rituales sociales y eran parte de la sociedad. Sin embargo en el trasfondo, la mujer siempre estaba subordinada al hombre y sus necesidades, individuales (marido e hijo) o colectivas (polis). Ante todo, lo que hay que destacar es la discriminación sufrida por la mujer en la Grecia antigua. No se les permitía votar, ni tener un empleo público, ni heredar, ni tener posesiones. Todo lo que nos ha llegado escrito, ha sido hecho por hombres. Sin ir más lejos, el gran filósofo Aristóteles, consideraba a la mujer como materia, frente al hombre, el cual formaba parte del espíritu, excluyendo así a la mujer del logos (lógica y razón).
La mujer griega debía de ser sumisa y obediente, dedicar su tiempo al cuidado de las tareas domésticas, crianza de los hijos, tejer y preocuparse de su imagen. Desde el día del nacimiento hasta el de su muerte, una mujer de la antigua Grecia vivía bajo el control de los hombres, padres, hermanos, maridos e hijos.
Al ser una sociedad en la que habían esclavos, para las mujeres de clase acomodada, la principal tarea era vigilar que las esclavas realizaran bien el trabajo, y su principal ocupación era la comida, tejer, hilar y la economía del hogar.
La vida de la mujer griega transcurría la mayor parte del tiempo en la casa, solo podían salir a visitar a las amigas y parientes más cercanos, e incluso, les estaba prohibido comprar, hasta una cierta cantidad, de lo que se encargaba el marido, llegando a ser la distracción más común ir a por agua a la fuente, de ahí viene el dicho, "tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe".
La vida pública de la mujer griega era prácticamente inexistente, solo reservada a unas pocas fiestas y como no, al día de la boda, para el cual era preparada prácticamente desde el dia se su nacimiento. A la edad de 10 años sufrían un ritual de iniciación sexual en el santuario de Ártemis, donde una sacerdotisa cubierta con piel de oso y un falo artificial, rompía el himen de las niñas, quedando supuestamente bien preparadas para el matrimonio, que solía suceder a la edad de 15 años.
LA ÉPOCA HELENÍSTICA.-
En esta época la mujer griega ocupa una situación más libre que las mujeres de épocas anteriores. Los filósofos les reconocen dignidad de individuo y la literatura presenta personajes femeninos nuevos y diferentes y representa a mujeres más independientes y activas. Incluso aparecen personajes femeninos en la política: las reinas ahora participan en la gestión del poder, como magistrados. Su papel dentro de la cultura es también mayor, ya que nos encontramos con mujeres poetisas. Y en algunas zonas la educación de las mujeres no es diferente a la de los hombres.
Sin embargo, siguen existiendo huellas de la misoginia anterior, puesto que las mujeres se comienzan a mover en campos que antes les estaban vedados porque eran propios del dominio masculino y esa concepción, aunque tamizada, aún subyace en la mentalidad griega: esta misoginia masculina constituye una especie de “sabiduría popular” en la que se transmiten los antiguos prejuicios frente a las mujeres, porque éstas por primera vez en la historia de Grecia desempeñan un papel importante.
LAS MUJERES Y LOS FILÓSOFOS.-
Ya con los presocráticos se inicia la discusión de la naturaleza y concepción de la mujer. En Sócrates encontramos un nuevo rumbo en la idea de la mujer. Este filósofo fue una excepción en su tiempo, ya que consideraba que la naturaleza femenina no era inferior a la masculina, aunque careciese de sagacidad y fuerza física, tal y como dice el Simposio. Y lo que las hacía inferiores no era su naturaleza, sino la falta de educación, por lo que las mujeres debían ser educadas por sus maridos para que fuesen buenas compañeras y evitar que fuesen las personas con las que tenían menor diálogo. La idea filosófica que predominó con respecto a la mujer fue la de Aristóteles, la de la mujer-materia. La buena disposición de Sócrates con respecto a las mujeres es una excepción y más bien un anticipo de lo que ocurriría en época helenística.
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