Historia
Mosaico en la época de Justiniano
1º CUADERNO DE ACTIVIDADES.
I PRUEBA TEÓRICA: El mosaico en la época de Justiniano.
Contexto histórico.
La progresiva desintegración del Imperio Romano de Occidente hacia el s. V posiciona a la ciudad de Bizancio como centro cultural y potencia política del momento. Este periodo histórico llega a su máximo auge con el reinado de Justiniano (527-568) que se considera como el último dirigente de Oriente con visión unitaria del Imperio Romano, entre sus logros se encuentran la codificación del derecho romano en el Corpus Juris Civilis 553 y haber expandido las fronteras del Imperio reconquistando Egipto, África del Norte y Sur de España.
La organización del Imperio es un reflejo del orden divino en la tierra. El emperador tiene poder absoluto de origen divino, es la representación de Dios. La sociedad está rígidamente jerarquizada. El respeto al gobernador es sagrado y entorno a su figura se articulan todas las manifestaciones artísticas, sociales y religiosas. Es una concepción social oriental.
Formalmente se divide en 3 periodos, pero es la 1ª Edad de Oro o Época Justinianea: s. VI y s. VII con el reinado de Justiniano y sus sucesores 527-565, la que nos ocupa.
El Arte Bizantino
El advenimiento del cristianismo marca un punto de inflexión en el arte que se convierte en un instrumento de propaganda al servicio de la fe religiosa. Es un instrumento de educación y formación que ayudará a los hombres de diferentes culturas a comprender la Fe.
Oriente ya se había desmarcado en su oposición al realismo y será ahora cuando nazca el arte cristiano que dominará Europa durante la E. Media. Sobre el gusto plástico y figurativo romano-helenístico se imponen desde el s. VI las formas simbólico-ornamentales bizantinas. Los primeros ornamentos religiosos surgen en Mesopotamia, Egipto y Siria y son de origen rural que se mezclan con otros de origen helenístico. Solo a partir del s. VI se puede hablar de un verdadero arte bizantino cuyo centro de difusión fue Constantinopla, de esta se propagó primero a Rávena y luego a las ciudades costeras del Adriático.
El Mosaico Justiniano.
Desde los orígenes del cristianismo se introdujo la costumbre de ilustrar los textos sagrados, esto y la ornamentación son la finalidad de los mosaicos bizantinos. Se concibe la figura humana como la máxima representación de Dios, se representa como alma, no como individuo, son arquetipos alejados de la realidad, de proporciones ideales a semejanza de Dios. Las figuras aparecen recortadas en el espacio. Los elementos paisajísticos no poseen un valor escenográfico sin didáctico.
Existe una rígida disposición de los temas según el lugar del templo que ocupan, así en la cúpula del crucero se dispone la figura de Dios todopoderoso en su orla de gloria; en el ábside la Virgen madre de Dios, Theotokos, Virgen con el Niño, Hodigita; más abajo los Profetas, los Apóstoles y los Santos; en el zócalo lo que está más cerca del hombre, las escenas del Antiguo y Nuevo Testamento; en el muro frente al ábside, en la entrada al templo, escenas del Juicio Final.
La técnica ornamental del mosaico se adquiere de la época romana cuando se usó incansablemente para enlosar los pavimentos. En la época bizantina se emplean teselas de vidrio más ligeras y brillantes alternadas con otras de piedra opaca y se dedican principalmente a los paramentos.
Los ejemplos más destacados de mosaico bizantino los encontramos en:
San Apolinar el Nuevo, donde encontramos en los muros laterales de la nave principal la Procesión de las Vírgenes y los Mártires: a un lado 22 vírgenes precedidas de los Reyes Magos avanzan hacia la Madre con el Niño. Visten con un rico ropaje recamado en oro. En el muro de enfrente 24 mártires se dirigen hacia Cristo todos vestidos de blanco menos San Martín que abre el cortejo. En ambos grupos aparece la misma escenografía: un prado esmeralda y florido que representa el Paraíso, sobre un fondo liso de oro interrumpido por hiladas de palmeras. Todos los personajes tiene la misma altura, el mismo andar hierático, el mismo gesto al sostener la corona gemada del martirio que ofrecen como voto. Resalta la rigidez de las actitudes, una expresión ritual de pompa y refinamiento de la corte bizantina. Transciende de todo esto un efecto de reiteración de carácter obsesivo e hipnótico que recuerda de lejos a la antigua tradición helenística, incluso a la procesión del Partenón.
Existe en este mosaico un detalle digno de mención. Las vírgenes salen de la puerta Aurea de Rávena, detrás de la cual aparece una vista sintética de la ciudad y el puerto de Classe y la procesión de los mártires sale del palacio de Teodorico. Según algunos autores se eligen estos puntos de partida porque originariamente los cortejos eran los de Teodorico y su esposa acompañados de su corte y precedidos de Santos y Santas que salían de Rávena. Con la llegada de los bizantinos y la restauración de la Iglesia Ortodoxa las figuras de origen arriano fueron borradas y en su lugar se crearon estas.
San Vital de Rávena. Consagrada por Maximiniano primera mitad s. VI, Se supone que todos los mosaicos se acabaron en el año de la consagración del templo pero visiblemente fueron ejecutados por diferentes artistas y posiblemente en diferentes periodos según se ve en los diferentes estilos de las interpretaciones. El Sacrificio de Isaac. La escena aparece descrita sobriamente si se compara la imagen con la del complejo imperial de Teodora y Justiniano. En la luz y la profundidad del espacio se aprecian reminiscencias helenísticas que contrastan con la rigidez típicamente bizantina y el plegado de las vestiduras. Cristo en la semicúpula del ábside sentado sobre un globo cósmico. Justiniano y su Corte: mosaico de 2.35m de altura. En la parte inferior del ábside y ocupando uno de los paramentos sagrados aparece Justiniano como ministro de Dios en el momento en que va a celebrarse la Eucaristía, evidencia de la sacralidad del emperador. El tema histórico y conmemorativo aparece narrado en dos recuadros dispuestos frente a frente. En el derecho se ve a Justiniano que lleva en sus manos un recipiente con pan. El cortejo se dirige hacia el fondo del coro. El influjo oriental se patentiza por la alegre y brillante decoración del mosaico y en la suntuosidad decorativa. Frente a este Teodora y su Corte: mosaico de 3.35m. de altura, aparece Teodora llevando el Cáliz ritual acompañada de las damas de la corte y dos sacerdotes. Predomina en la composición un verde claro que contrasta con la palidez de los rostros. Las figuras aparecen rígidas con suntuosas vestiduras, una elegancia orgullosamente aristocrática, sofisticada. Acertadísimos son los acordes de color que provocan la impresión de lujo y refinamiento.
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