Historia


Monarquía borbónica


  • La monarquía borbónica: las nuevas bases del Estado y su evolución hasta 1789.

  • Con la muerte de Carlos II, queda agotado biológicamente la casa de los Austrias, y como herencia un gran imperio que, a pesar de su decadencia, se extiende por parte de Europa, América, África y Asia. La muerte del rey sin descendencia directa y con un testamento favorable a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, provoca la ruptura del equilibrio económico. la

    Así, comienza una guerra de sucesión por la disputa de la corona española en la que intervienen dos personajes principales: por un lado Felipe de Anjou, apoyado por Francia, y por otro, el Archiduque Carlos, procedente de la rama de los Austrias y apoyado por Inglaterra, Holanda, Austria y Portugal. Esta disputa terminará con la victoria de Felipe de Anjou quien, tras la firma de los tratados de Utrecht y Rastadt, pasa a ser nombrado rey de España como Felipe V, a cambio de la renuncia al trono de Francia, y la cesión de algunos territorios mercantiles españoles como Menorca o Gibraltar que pasan a formar parte de Inglaterra.

    Una vez instalada la monarquía borbónica en España, la casa real dota al país de una mayor uniformidad en el mapa político y administrativo por medio de varios procesos:

    • La aplicación de los Decretos de Nueva Planta , que hacen a los reinos de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca, perder las foralidades históricas y sus particularidades políticas y judiciales para regirse por las leyes de las Cortes Castellanas.

    • La constitución de una nueva administración central, compuesta por el rey que se sitúa en las cúspide de poder y concentra los tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial; las secretarías de Estado (de Hacienda, Justicia, Indias...), órganos de carácter unipersonal que sustituyen a los antiguos consejos; y el Consejo de Castilla, máximo órgano consultivo del Estado, formado por funcionarios de prestigio. Además, continúan estando en vigencia Las Cortes Castellanas, que a pesar de ser consideradas como un organismo anticuado, sigue conservando algunas funciones como la toma de juramento al heredero de la corona.

    • Una reforma en la administración territorial, en la que se sustituye la vieja estructura por una delimitación en provincias, en las que se encuentran los municipios, divididos a su vez en alcaldías de barrio, que asumen misiones de control de abastecimiento, matrícula de Habitantes y cumplimiento de las ordenanzas municipales.

    Los Borbones llegan a una España esencialmente rural, con una agricultura esencialmente comercial, un reparto desigual de la propiedad y una situación económica del Estado muy precaria, producto de las guerras imperiales llevadas a cabo en los siglos anteriores.

    Socialmente, la nobleza y el clero forman el bloque dominante o privilegiado. Estos dos grupos monopolizan el poder político, acaparan los principales cargos con prestigio social y la mayor parte de las tierras, y por tanto, de las rentas. Todo ello en una sociedad en la que el tercer estado formado por la burguesía, los artesanos y los campesinos, dispersos por el conjunto del territorio, sustentan la economía nacional.

    Por su parte, la política exterior de los Borbones, se vio marcada por una gran necesidad de regeneración interior por parte de la Monarquía. En tiempos de Felipe V, el intento por recuperar los territorios perdidos por el Tratado de Utrcht, fue constante del gobierno. En una primera fase, el cardenal Alberoni dirige los asuntos exteriores, llevando a cabo una política muy belicista (influenciada por las aspiraciones de Isabel de Franesio, segunda mujer de Felipe V), que pronto encontrará respuesta en la Cuádruple Alianza formada por Francia, Inglaterra, Holanda y Austria, que consiguen derrotar a España e imponer la sustitución de Alberoni. A partir de entonces, será José Patiño quien dirija la política internacional; con él, España se integra en el bloque de Hannover que provoca el nombramiento de Carlos (hijo de FelipeV e Isabel de Farnesio) duque de Parma y Toscana. Asimismo, se firman el primer y segundo pacto de familia, con lo que se consigue también para Carlos el reinado de las dos Sicilias, y el de Nápoles.

    Con Fernando VII, se advierte básicamente una neutralidad en cuanto a asuntos exteriores se refiere, a fin de poder efectuar con tranquilidad la necesaria recuperación interior. Esta neutralidad se manifestará principalmente en la resistencia del rey a pactar con Francia contra Inglaterra. Pero esta política neutral no pudo ser sostenida durante mucho tiempo debido a la amenaza que Inglaterra suponía sobre las colonias españolas, y Carlos III, hermano de Fernando, tuvo que variarla en buena medida.

    El problema de fondo del reinado de Carlos III, fue el intento de para el expansionismo inglés en las colonias americanas, cosa que ocasionó grandes esfuerzos económicos. En 1761, Carlos III firma el tercer Pacto de Familia, tras el cual se vuelve a enfrentar a Inglaterra ante la que pierde La Habana y Manila, que más tarde serán recuperados en la Paz de París. En esta misma época, y siendo Floridablanca secretario de Estado, se firma un tratado de pesca con Marruecos y ventajas comerciales con Túnez y Argel. Además, como consecuencia del apoyo español a la causa independentista americana se recuperan, por la Paz de Versalles, la Florida y la Menorca.

    Cuando parecía que el tercer pacto de familia comenzaba a funcionar, los acontecimientos revolucionarios en Francia de 1789 pusieron a la política exterior española una difícil disyuntiva, sobretodo durante el reinado de Carlos IV, sucesor de Carlos III, que adopta una posición de solidaridad con la familia borbónica haciendo causa común con las potencias absolutistas frente a la Francia revolucionaria.

    2.3.2. La Ilustración: su impacto en la economía, la sociedad y la cultura.

    La ilustración es un movimiento filosófico y cultural que tiene sus orígenes en la Inglaterra del siglo XVII. Sus principales inspiradores son John Locke y Davis Hume, que tienen continuación en la doctrina naturalista del ginebrino Jeam- Jacques Rousseau y en la constitucional de Montesquieau. Todos ellos forman el núcleo de pensadores ilustrados que influyen en las cortes europeas del siglo XVIII, interesadas en realizar un programa de reformas económicas y sociales que no cuestione las relaciones de poder del Antiguo Régimen.

    La Ilustración propugnaba unos cambios de ideas y modos de interpretar el mundo que procedían del racionalismo a ultranza de la clase burguesa en ascenso. De hecho, rechazaba todo tipo de dogmatismos y, debido a ello, buscaba desplazar de las esferas de poder a la aristocracia y la iglesia.

    Las características de la ilustración son las siguientes:

    • el hombre y la felicidad son el centro del pensamiento ilustrado

    • el desarrollo de la razón y la apertura de las luces, son las tareas en las que se centra el objeto del conocimiento de los nuevos ilustrados.

    • El Estado es considerado como un medio importante para conservar la vida y los bienes de los hombres. Al Estado se le asigna el encargo de promocionar las reformas culturales, en el covencimiento de que es posible alcanzar la perfección humana por medio de una educación edecuada.

    Los Ilustrados, aunque una minoría de la población, brotaron por todas partes: en los ministerios y en los consulados, en las academias y en las universidades... Su idea política era la misma que en toda Europa: el absolutismo ilustrado. Se trataba de insertar las nuevas realidades económicas y sociales dentro de los márgenes de la sociedad estamental. Había que iniciar un programa de reformas desde arriba que, como en parte perjudicaría a ciertos sectores de las clases dominantes, debería tener en el rey su dirigente máximo. Un rey, eso sí, filósofo e ilustrado. Con este propósito central, la estrategia debía pasar por tres grandes ámbitos: reforma de la organización del Estado para poder actuar con mayor eficacia en la sociedad, reforma de la vida económica para acomodarla a las crecientes necesidades del aumento poblacional y reforma de la vida cultural y científica del país para superar el atraso cultural.

    Los ilustrados concedieron una especial importancia a la educación y a la difusión de la cultura. La educación era vista como un instrumento fundamental de reforma. Era preciso que llegaran al pueblo del conocimiento y el sentido de una cultura utilitaria y en cierto modo dirigida. Pero las vías de educación eran muchas y muy diversas y no siempre actuaban en el mismo sentido.

    La tendencia mayoritaria del siglo favoreció los conocimientos de tipo científico y técnico que pudieran ser empleados en la mejora de la producción industrial y agrícola. Las ciencias útiles fueron exaltadas con la misma pasión con que se criticaban los conocimientos teóricos de tipo escolástico.

    Un Estado más moderno implicaba un cambio relativo de las mentalidades y el desarrollo de nuevas disciplinas en los sectores educativos que posibiliten avances posteriores en la productividad. La actuación de los monarcas ilustrados en la enseñanza está marcada por la renovación de los planes de estudio de las universidades llevada a cabo con la incorporación de nuevos saberes de carácter científico y la creación de nuevos organismos tales como la Librería Real o la Academia de Artillería.

    Políticamente, el programa reformista ilustrado tiene su mayor desarrollo durante el reinado de Carlos III. Sus máximos protagonistas son el genovés Grimaldi y el siciliano Esquilache, junto con los españoles Floridablanca, Campomanes y el conde de Aranda. A falta de una burguesía emprendedora, capaz de dirigir el desarrollo productivo, la Corona española traza un programa tendente a la modernización de las estructuras, que permita un engrandecimiento del Estado en su vertiente económica y militar, sin toar los privilegios de los grupos sociales que ocupan en poder.

    Las Sociedades Económicas de Amigos del País y los Consulados del Mar, son los instrumentos básicos que desarrollan el programa de la Corona en las distintas regiones y reinos de España, procurando las renovaciones técnicas agrícolas, el consecuente aumento de la productividad y la extensión de la ciencia

    2.3.3 El impacto de la Revolución Francesa: el reinado de Carlos IV

    El reinado de Carlos IV, comenzó en 1788 tras suceder en el trono a su padre, Carlos III y estuvo presidido por dificultades externas e internas de todo tipo. Entre las dificultades externas cabe destacar dos principalmente. Al año de su llegada al trono, estallaba la Revolución Francesa, que iba a provocar un verdadero pánico entre los gobernantes ilustrados, no sólo españoles sino del resto de Europa.

    Ante los acontecimientos franceses, el gobierno, al frente del cual se encontraba Floridablanca, dio marcha atrás en su política de reformas, cerró las fronteras con Francia y construyó en torno a ella un verdadero muro de silencio, prohibiendo todo tipo de publicaciones que hicieran referencia a los hechos del país vecino. La Revolución Francesa además, dividió a los ilustrados. Unos cerraron filas en torno al orden y la tradición, otros se pusieron claramente a su favor y muchos mantuvieron una actitud vacilante y de difícil equilibrio.

    Finalmente, tras la ejecución de Luis XVI, en la guerra de la Convención entre 1793 y 1795, aliándose con Austria e Inglaterra. El general Ricardos toma el Rosellón francés, pero la penetración de las tropas revolucionarias francesas en Navarra y Álava obliga a Manuel Godoy, que se había hecho cargo de la política exterior española tras suceder a Floridablanca, a firmar la Paz de Basilea en 1795, por la cual los franceses abandonan el suelo peninsular a cambio de la parte oriental de la isla de La Española.

    El cambio a una política más moderada que se produce en Francia como consecuencia de la reacción termidoriana, favorece un viraje en la política exterior española, que se reoriente hacia una alianza con el país vecino frente a Inglaterra. Este acuerdo, sellado en el Tratado de San Ildefonso de 1796, arrastra a España a sucesivos enfrentamientos con Inglaterra o con su aliada Portugal, que se plasman en la batalla de San Vicente en 1796 y en la Guerra de las Naranjas en 1801.

    Por su parte, la vida interior del país estaba llena de dificultades. Desde los tiempos de Carlos III, los salarios reales de los trabajadores venáin bajando. La producción agraria pasaba por dificultades y la subida de los precios de los artículos de primera necesidad era imparable. La crisis de Hacienda, que no quedó solucionada ni con la emisión de vales reales ni con las tímidas desamortizaciones, obligaba a un incremento de la presión fiscal. Por su parte, el comercio empezaba a colapsarse y la balanza de pagos con el exterior era cada vez más deficitaria. Esta etapa de inestabilidad planteaba a las claras dos cuestiones. Primero, la inviabilidad del absolutismo ilustrado, encaminado en el fondo a salvaguardar el Antigua Régimen. Segunda, que estaba empezando a producirse un enfrentamiento social. Había que liberalizar el mercado de tierras, romper con los gremios, consolidar la propiedad absoluta, y quitar las aduanas interiores para crear un mercado nacional.

    Así, el siglo XIX español se inicia con la continuación del reinado de Carlos IV en un marco internacional en el que la figura del emperador francés Napoleón se consolida en la Europa continental. Su proyecto de convertir el continente en una federación bajo la hegemonía francesa impulsa la creación de múltiples alianzas contra Inglaterra en las que participa una Corona española sumida en una profunda crisis.

    Napoleón interviene cada vez más en los asuntos españoles. Fuerza a Carlos IV a declarar la guerra a Inglaterra en 1803, y como consecuencia de ello se produce el desastre de Trafalgar donde el almirante Nelson destroza a la tropa franco-española, quedando gravemente dañada e hipotecada para garantizar el control sobre las colonias en el futuro.

    En 1897, tras el Tratado de Ffontainebleau, se decide el reparto de Portugal entre los miembros del bloque continental, y se produce el nombramiento de Manuel Godoy como príncipe de los Algarves. Como consecuencia del mismo, el emperador lleva a cabo el despliegue de fuerzas en toda la Península, lo cual origina un aceleramiento de la crisis, al encabezar Fernando, hijo de Carlos IV, la oposición que se origina en el territorio nacional hacia las tropas francesas.

    En marzo de 1808, los partidarios de fernando VII deciden actuar imiciando una conspiración palaciega, que tiene su fruto en el llamado Motín de Aranjuez. La residencia veraniega de la corte española es asaltada por una multitud, que fuerza la abdicación de Carlos IV a favor de Calos IV a favor de su hijo, así como la prisión de Godoy y la represión de sus partidarios.

    Mientras, en Francia, Napoleón decide intervenir en el problema dinástico español. Tras la ocupación de Madrid por el general Murat y el traslado a Francia de Carlos IV, el emperador convoca a padre e hijo en Bayona, donde, con una hábil y enérgica maniobra, logra la abdicación de Fernando VII en su padre y la de éste en el emperador que cede el trono a su hermano José I, hasta entonces rey de Nápoles.

    2.4.1 La Guerra de la Independencia

    El siglo XIX español se inicia con la continuación del reinado de Carlos IV en un marco internacional en el que la figura del emperador francés Napoleón se consolida en la Europa continental. Su proyecto de convertir el continente en una federación bajo la hegemonía francesa impulsa la creación de múltiples alianzas contra Inglaterra en las que participa una Corona española sumida en una profunda crisis.

    Napoleón interviene cada vez más en los asuntos españoles. Fuerza a Carlos IV a declarar la guerra a Inglaterra en 1803, y como consecuencia de ello se produce el desastre de Trafalgar donde el almirante Nelson destroza a la tropa franco-española, quedando gravemente dañada e hipotecada para garantizar el control sobre las colonias en el futuro.

    En 1897, tras el Tratado de Ffontainebleau, se decide el reparto de Portugal entre los miembros del bloque continental, y se produce el nombramiento de Manuel Godoy como príncipe de los Algarves. Como consecuencia del mismo, el emperador lleva a cabo el despliegue de fuerzas en toda la Península, lo cual origina un aceleramiento de la crisis, al encabezar Fernando, hijo de Carlos IV, la oposición que se origina en el territorio nacional hacia las tropas francesas.

    En marzo de 1808, los partidarios de Fernando VII deciden actuar iniciando una conspiración palaciega, que tiene su fruto en el llamado Motín de Aranjuez. La residencia veraniega de la corte española es asaltada por una multitud, que fuerza la abdicación de Carlos IV a favor de Calos IV a favor de su hijo, así como la prisión de Godoy y la represión de sus partidarios.

    Mientras, en Francia, Napoleón decide intervenir en el problema dinástico español. Tras la ocupación de Madrid por el general Murat y el traslado a Francia de Carlos IV, el emperador convoca a padre e hijo en Bayona, donde, con una hábil y enérgica maniobra, logra la abdicación de Fernando VII en su padre y la de éste en el emperador que cede el trono a su hermano José I, hasta entonces rey de Nápoles.

    La relaciones entre la población y las tropas francesas es cada vez más tensa. Diversos conflictos caracterizan todo el mes de abril y preparan el ambiente para los sucesos del 2 de mato de 1808 en Madrid.

    La tarde del 1 y el día 2 de mayo, los acontecimientos se aceleran al sospecharse que el infante Francisco de Paula va a ser trasladado también a Francia, La llamada de atención de la población provoca un fuerte enfrentamiento ante el Palacio Real de Madrid que contagia al resto de la cuidad. Los combates, en los que participa una minoría activo de madrileños yt militares junto con gente venida de otros lugares, tienen un saldo de 405 muertos y prefiguran los hechos de los que será la Guerra de la Independencia.

    La junta de Gobierno, formada ante la marcha del rey a Francia queda paralizada, y la resistencia popular tiene que hacer frente a la tarea de configurar un poder alternativo que dirija las acciones contra las tropas napoleónicas; así surgen las Juntas Provinciales, que llevarán a cabo la organización y dorección de los acontecimientos militares y políticos.

    Al iniciarse las hostilidades, Napoleón manda a un ejército joven que se ve enfrentado a un ejército organizado en torno a los capitanes generales, y, posteriormente, a una guerrilla arraigada al terreno y a la población.

    A lo largo de la guerra, participan las tropas inglesas como aliadasde España, dirigidas por el Duque de Wellington, que asume el mando unificado de las tropas antifrancesas. Se pueden distinguir tres etapas en el desarrollo del conflicto:

    • Etapa de ocupación y levantamiento: primeros éxitos. Se caracteriza por el despliegue de las tropas francesas por el territorio español. El tercer y cuarto cuerpos franceses, toman Barcelona y el norte peninsular desde donde atacan toda la cornisa cantábrica. Mientras, el primer y segundo cuerpos se establecen en la zona central con el objetivo de dirigirse hacia Valencia y Cádiz ofensiva que fracasa forzándolos a retroceder. Como consecuencia, José I abandona Madrid y se va a Vitoria. Esta es la primera derrota del ejército francés.

    • Etapa de hegemonía francesa. Las guerrillas. Napoleón interviene con una cuerpo de élite del ejército francés.Toman Burgos, Zaragoza y Madrid forzando a la Junta Central a retroceder al sur. En 1810, Napoleón abandona España con prácticamente todo el territorio conquistado; como consecuencia el ejército español, decide cambiar de estrategia, desplegando sus hombres en cuadrillas que, apoyadas por la población civil mantienen un permanente hostigamiento al enemigo, que provoca el desgaste de los efectivos franceses que se ven forzados a defender objetivos vitales continuamente amenazados.

    • Etapa de ofensiva final hispano-inglesa. Con el comienzo de la campaña de Napoleón en Rusia, Napoleón retira muchas tropas del territorio español; así las tropas hiaspano-inglesas cosechan notables éxitos, y fuerzan a José I a abandonar Madrid, y posteriormente a la eliminación total de tropas francesas del territorio español.

    Finalmente, en el invierno de 1813, Napoleón devuelve el poder a Fernando VII tras llegar a acuerdos comerciales favorables a Francia. Atrás queda un enfrentamiento que ha ocasionado muchas bajas en la población y hostilidades hacia los españoles que se unieron al bando francés, que por miedo a posibles represalias por parte de Fernando VII, abandonan el territorio español.

    2.4.2. La revolución liberal, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

    La incapacidad de respuesta a la invasión francesa por parte de los organismos tradicionales de la España del siglo XVIII origina un escenario político que un sector minoritario de la opinión pública española aprovecha para demandar nuevas estructuras de poder capaces de generar cambios profundos, jurídicos y económicos, para situar al país en la ola de liberalismo que la Ilustración, la Revolución Americana y la Revolución Francesa habían impulsado en el mundo occidental.

    Así, comienza el proyecto político liberal, que, ante el vacío de poder, encabeza la respuesta patriótica a la presencia de los franceses, y reivindica la sustitución del Antiguo régimen por otro de carácter liberal. Los liberales son, durante seis años, los administradores del poder sobre los escasos territorios que controlan. Ejercen el mismo por medio de las distintas Juntas surgidas en el territorio peninsular e insular, manteniendo una alianza con los capitanes generales, que asumen sus obligaciones contra los ejércitos franceses.

    Durante los primeros meses de la guerra de la Independencia se constituyen trece juntas provinciales que asumen todo el poder en sus respectivos ámbitos territoriales. Estas juntas están formadas en su mayoría por personajes del Antiguo Régimen y una minoría de liberales que conviven con aristócratas, militares o magistrados. Por debajo de las Juntas Provinciales, se forman las Juntas Locales, que suelen ser órganos de representación popular, pero al frente de ellas se encuentran personajes que no admiten las abdicaciones de Bayona y esperan la vuelta al Antiguo Régimen.

    En septiembre de 1808 se forma una Junta Central, con el Conde de Floridablanca al frente a fin de coordinar el esfuerzo bélico. Su sede se establece en Aranjuez, pero más tarde se trasladó a Sevilla y posteriormente a Cádiz.

    El 18 de junio de 1810 se decide, la convocatoria de Cortes, con una sola Cámara, a la que acuden representantes elegidos por los españoles mayores de 25 años (excepto los reos, quebrados y criados). Además para contar con la representación de las colonias americanas, se designan provisionalmente 26 diputados americanos residentes en España, entre los que la ideología liberal y la concepción de un Estado moderno, priman sobre el Antiguo Régimen y sus partidarios.

    Tras numerosas reuniones de las Cortes, la primera Constitución es promulgada el 19 de marzo de 1812; es la más larga de nuestra historia, y recoge principios universales del liberalismo, tales como la soberanía nacional y la división de poderes. Esta Constitución pasará a ser el referente del progresismo español a lo largo de todo el siglo XIX. La división de poderes propuesta en la Constitución se llevará a cabo de la siguiente forma:

    • El rey mantendrá una corona de carácter hereditario. No tiene capacidad para disolver las Cortes aunque si tiene capacidad de veto durante dos legislaturas. Además goza de total irresponsabilidad e inviolabilidad.

    • El poder legislativo será sumido por las Cortes reunidas en una sola cámara. La representación popular se realiza gradualmente, que partiendo de un sufragio casi universal, se hace más restringido según asciende la representación.

    • El poder ejecutivo correrá a cargo de un Gobierno formado por siete secretarios que responden ante los Cortes y cuya acción es dirigida por el Rey.

    • El poder judicial será desempeñado por el Estado. Además, se establece la unidad de código en materia criminal, civil y comercial.

    • Administración local y provincial desempeñará funciones beneficiarias y obras públicas. Se reconoce la provincia como ámbito administrativo y electoral; en cada una son designados jefes políticos, que en representación del Estado asumen el gobierno económico de la provincia.

    • En las fuerzas armadas se introduce la Milicia Nacional como brazo armado con capacidad de actuar en la provincia, y excepcionalmente fuera de ella.

    • En las relaciones Iglesia-Estado, se establece la religión católica corno religión oficial; además, se ordena la prohibición de cualquier otra.

    • En materia de educación, La Constitución establece la creación de escuelas de primeras letras en todos los Ayuntamientos.

    Además, la Constitución decide abolir los derechos jurisdiccionales, eliminar el Tribunal del Santo Oficio y permitir la libertad de contratación en campos y fábricas.

    Pero, cuando Fernando VII vuelve a España en 1814, decide abolir la obra liberal, anulando la Constitución propuesta en Cádiz y estableciendo una vuelta al absolutismo.

    2.5.1. El reinado de Fernando VII: sus etapas.

    Fernando VII es liberado por Napoleón tras el Tratado de ValenÇai (1813), por el cuál el monarca recobra la Corona y se otorgan garantías a los colaboradores de la anterior administración francesa.

    El rey vuelve en 1814, con unos mínimos conocimientos de la situación del país, y se entrevista con el general Elío. Lar cortes envían al cardenal Luis María de Borbón para presentar a Fernando la Constitución y proponen el itinerario de la comitiva real en Madrid, dónde tenía que jurar la Constitución, requisito imprescindible para que la nación otorgase legitimidad al monarca.

    Pero, el rey anula la Constitución liberal, establece el absolutismo y da paso a una honda represión contra los liberales que se exilian.

    Fernando VII llega a Madrid y es aceptado por el pueblo. Un grupo de diputados absolutistas (obispo de Orense), le presentan el Manifiesto de los Persas, documento de carácter absolutista que justifica la anulación de la Constitución. El restablecimiento del absolutismo se hace en una profunda crisis económica, consecuencia de una guerra especialmente destructiva.

    Las etapas de su reinado son las siguientes:

    Sexenio absolutista (1814-1820)

    Los sucesivos gobiernos de Fernando VII tienen que hacer frente al bandolerismo rural practicado por militares, guerrilleros no retornados a la vida civil y campesinos contrabandistas. Martín de Garay es nombrado ministro de Hacienda y plantea como soluciones la reducción del gasto público y una reforma fiscal que aumente los recursos del Estado, que necesita medios económicos para reprimir el creciente independentismo americano.

    El Sexenio tiene como características fundamentales la crisis económica y la reorganización de los liberales en torno al ejército, en el cuál actúan con suma eficacia las logias masónicas.

    A partir de 1814 se producen numerosos pronunciamientos militares pero son fallidos, como los de Espoz y Mina en Navarra hasta que, en enero de 1820, el pronunciamiento de Rafael de Riego es decisivo, apagado en la trama civil por Alcalá Galiano.

    Riego proclama la Constitución de Cádiz al frente del ejército expedicionario que se trasladaba a América para reprimir los movimientos independentistas. Es apoyado, cuando parecía fracasar camino de Madrid, por las guarniciones de La Coruña, Zaragoza, Barcelona y Pamplona, y también por campesinos.

    Fernando VII, cercado políticamente, jura la Constitución de 1812, y se inicia con ello el Trienio Liberal, que tiene amplia repercusión en los países europeos, afectados por un segundo ciclo de revoluciones liberales en torno a los años veinte del siglo XIX.

    El Trienio Liberal (1820-1823)

    En Madrid, los liberales, desde una Junta Provisional, dan un paso a la formación del gobierno, en el que destacan algunos doceañistas. El primer objetivo de este gobierno es la reimplantación del marco constitucional, pero con cambios que ofrezcan seguridad a los sectores conservadores, como una segunda cámara y garantías sobre la propiedad para los grandes propietarios de tierras. Con esta política reformista, el liberalismo español se divide en dos corrientes: moderada o doceañista y la progresista o exaltada, que es la principal artífice de la revolución.

    La obra gubernativa de los liberales tiende a la reforma del Antiguo Régimen: en 1820 se suprimen los mayorazgos y también se disuelve la Inquisición; para la Administración local se implanta la ley municipal; se proclama la libertad de imprenta, se expulsa a los jesuitas y se eroga el fuero eclesiástico. Entre las reformas sociales destacan la reducción del diezmo a la mitad, libertad de contratación, desamortización de tierras y la reglamentación de la instrucción pública y privada. Para descubrir el déficit de la Hacienda pública, los liberales acuden a créditos en el exterior y a la reducción de los bienes eclesiásticos, como supresión de bienes monacales.

    En ambiente hostil rodea al gobierno. En el interior, profundo malestar en el campesinado por los impuestos; la oposición realista crece y aúna fuerzas ante el nuevo gobierno exaltado de Evaristo. En el exterior, la Santa Alianza decide el restablecimiento del orden absolutista en España, reclamado por el rey, y se otorga a Francia el mandato para reponer de nuevo a Fernando VII como monarca absoluto. En 1823 se produce la invasión en España de los Cien Mil Hijos de San Luis que penetran casi sin resistencia hasta Cádiz, refugio del gobierno liberal. Mediante un acuerdo con los liberales cercados, Fernando VII es liberado.

    La Década Ominosa

    El Duque de Angulema instaura la Junta de Regencia formado por el Obispo de Osma y el duque del Infantado, que decretan la pena de muerte para los diputados liberales. El ejército francés permanece en España hasta 1828. Fernando VII se ofrece como garante de la nueva situación política prometiendo un buen gobierno, pero lo que trae es la represión contra los liberales y el restablecimiento del absolutismo. Como medida ejemplificadora, el General Riego es ejecutado. El rey deroga la mayoría de los actos del Gobiernos Constitucional: restablece el diezmo, reinstaura el mayorazgo, y modifica los estudios universitarios. Ante el problema hacendístico, Fernando VII opta entre la introducción de un sistema fiscal más moderno o pedir préstamos al exterior. Las dos propuestas son difíciles de llevar: por una parte, a causa de la resistencia de las clases sociales y de las provincias que apoyan al rey; y por otra, debido a que los países exteriores son de corte liberal los cuáles apoyan la vuelta de los liberales al poder para satisfacer así créditos anteriores. En 1826, la administración adopta una actitud más moderada, al ser dirigida por antiguos afrancesados arrepentidos que desarrollan un despotismo ilustrado en el ejercicio del gobierno. Aparece como novedad el Consejo de Ministros. Fernando VII encuentra la oposición de los elementos más absolutistas, que se consideran marginados en el tema de decisiones del Estado. Éstos, ante la falta de descendencia del rey, se agrupan en torno a su hermano, Carlos María Isidro. En 1827 se producen revueltas en Cataluña que exigen la disolución del ejército y su sustitución por voluntarios reales, la abolición de la enseñanza pública y la restauración de la Inquisición. Al considerar la política poco enérgica de Fernando VII, se apoya la cesión de la Corona en su hermano. Con este movimiento se ocupan importantes ciudades del interior de Cataluña y crean una Junta provisional en Manresa. Todo ello obliga al propio monarca a trasladarse a Cataluña y dirigir la represión del levantamiento. Es el primer aviso de las bases sociales que formarán el futuro movimiento carlista.

    En 1829, Fernando VII se casa con María Cristina de Nápoles, quién procura establecer lazos con los liberales moderados para cumplir sus apoyos. En 1830 se publica la Pragmática Sanción, que permite la sucesión femenina al trono. El nacimiento de una hija de Fernando VII y María Cristina, la futura Isabel II, margina de hecho las aspiraciones a la Corona del hermano del rey.

    2.5.2. Coyuntura internacional y emancipación de las colonias americanas.

    INTRODUCCIÓN:

    El final del imperio napoleónico a través del fracaso de las campañas que emprende a Rusia.

    En 1815 regresa napoleón a Francia y comienza el imperio de los Cien Días. La batalla definitiva de Napoleón se da en Waterloo en 1821 en la Isla de Santa Helena.

    COYUNTURA INTERNACIONAL:

    Europa tras la caída de Napoleón:

    • Crear un orden estable en Europa.

    • Evitar la revolución.

    Los monarcas europeos recuperan sus tronos. Retroceso del liberalismo y el intento de restaurar el absolutismo, el cual se basa en la teoría del legitimismo (el origen del poder es divino).

    1814: Congreso de Viena. Se reúnen Austria, Prusia, Gran Bretaña y Rusia (potencias ganadoras), se suman Francia, España y Portugal y por último Suecia.

    Resultados:

    • Establecer un nuevo mapa. Crear el equilibrio europeo.

    • Solidaridad entre los Estados.

    • La guerra no era el método para solucionar los conflictos, sino que lo eran los Congresos.

    • Legitimismo.

    Al principio se unieron Rusia, Prusia y Austria (Triple Alianza), más tarde se une Gran Bretaña (Cuádruple Alianza) y en 1818 se incorpora Francia (Quíntuple Alianza).

    A pesar de los intentos de las potencias europeas por restaurar un orden y volver a instaurar el absolutismo, es latente la amenaza nacionalista y liberal.

    La ideología liberal se va a convertir en el baluarte de una clase social (la burguesía). Poco a poco la monarquía y la corona se limitaran por una Constitución escrita y gobernada por partidos políticos elegidos por sufragio censatario.

    EMANCIPACIÓN DE LAS COLONIAS AMERICANAS:

    Durante el trienio liberal (1820-1823) se establece la Constitución, se restablece el liberalismo pero se rompe con el Congreso de Viena con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer la monarquía.

    Cuando las tropas napoleónicas invadieron la Península Ibérica en 1808 se formaron en varios lugares de la América Hispana las Juntas Revolucionarias que ante el vacío de poder proclaman lealtad a Fernando VII.

    Las Juntas Revolucionarias:

    • Coordinan las acciones del gobierno en las colonias.

    • Deponer a los Capitanes Generales.

    • Legitimar en materia comercial y fiscal.

    Factores que influyen en la emancipación de las colonias:

    • Ideas ilustradas de Francia (Campomanes y Jovellanos).

    • Confusa situación de la metrópoli tras la Guerra de la Independencia.

    • El problema hacendístico y la debilidad política (España y Portugal).

    • Aspiraciones criollas (Autogobierno = independientes de la corona).

    • Monopolio del comercio español.

    • Ejemplo independentista americano (Monzoe).

    Etapas de la emancipación:

    • 1808- 1816: Fracaso generalizado de los movimientos independentistas. Excepto Argentina que se independizó en 1816.

    • 1817- 1824: Triunfo de los independentistas.

    Chile se independiza gracias al General San Martín, Colombia y Venezuela por Simón Bolívar, y Ecuador por Sucre.

    México, Perú y Bolivia se independizaron en 1825.

    1824: Batalla de Ayacucho.

    CONCLUSIÓN:

    El proceso emancipador de las colonias va a ser un ensayo más de las revoluciones que suceden en 1820 en la zona mediterránea europea. Tendrán su culminación en las revoluciones de 1830 y 1848, que eran burguesas.




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    Enviado por:Keme
    Idioma: castellano
    País: España

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