Economía y Empresa


Modernización, competitividad y globalización


GLOBALIZACION Y COMPETITIVIDAD

¿Demasiado escepticismo? Hay varias razones para ello. El temor se fundamenta en la amplia desigualdad que la globalización trae a los países en vías de desarrollo.

Se aprecia claramente que los países más avanzados en comercio internacional tienen mayor capacidad para invadir los mercados regionales. Sus grandes empresas transnacionales y grupos de inversores toman las riendas de sectores completos, la mayoría de los cuales son claves para la producción nacional.

Las empresas de los países pequeños sólo tienen una alternativa: revisar sus estrategias y políticas para lograr algún nivel de competitividad que les permita por lo menos sobrevivir. Sólo algunas pocas pueden aspirar a salir de casa. Aunque las dificultades por el bajo nivel de competitividad son un síndrome común en los países subdesarrollados, también es que hay una oportunidad de superar el círculo vicioso pobreza/baja productividad/pobreza. Entendiendo la globalización como un proceso facilitador de mecanismos de expansión comercial, política o cultural, se puede plantear el problema de la baja competitividad desde dos perspectivas: producción y mercados.

Perspectivas de la baja Competitividad

Producción

Mercados

Tecnología

Excesiva segmentación

Recursos

Innovación

La desventaja en capacidad tecnológica, tanto en maquinaria como en procesos, es uno de los mayores problemas que los mismos productores reconocen. La misma altura de inversión no permite un desarrollo deseable. La tercerización de la economía debilita más su capacidad de reacción. En la mayoría de casos la fuerza productiva no se orienta al sector primario y secundario, dándose un excesivo de actividad en el sector terciario, como son los servicios, finanzas y distribución. Francisco Javier Ibisate, S. J., apunta que esto acarrea importaciones desenfrenadas, que son dañinas para cualquier economía frágil.

La incipiente disposición de redes institucionales y de infraestructura son una obstrucción para el crecimiento de empresas fuertes y sanas. La formación de los recursos de un país requiere del esfuerzo de décadas -y hasta de siglos- identificable con una mística de desarrollo y con una política económica consistente que sobreviva a los vaivenes políticos de muchos años. A diferencia de la preparación técnica, los recursos productivos de un país no tienen la inmediatez en su dinamismo que exige el nivel competitivo.

El problema de la desventaja tecnológica cobró importancia en la década de los ochentas en algunos países de la región. Se discutía ampliamente sobre la necesidad de implantar programas de reconversión industrial, como un movimiento que secundara a los intentos de industrialización de los años sesentas. El nivel de obsolescencia ya alcanzado tenía preocupados a los empresarios, sobre todo a los grandes. En realidad, no es un problema nuevo. Algunos analistas afirman que al examinar la historia latinoamericana, el atraso en ciencia y tecnología es un determinante de la dependencia. En otras palabras, es una forma de medir el subdesarrollo y una razón de mapeo de la jerarquización de países en el área. Por razones históricas, como señala Jaime Acosta Puertas en 1988 en su artículo América Latina: ¿Modelos de Industrialización y de innovación tecnológica? "la ciencia y tecnología, para ser eficientes a una sociedad, requieren de nuevas condiciones políticas, económicas y sociales que ella misma no puede inventar..."

En El Salvador desde 1990 se implementó una política de reconversión industrial, creándose el Fondo de Crédito para Inversión, que pretendía cubrir tecnología, capacitación técnica, reacondicionamiento, etc. Sin embargo, como suele suceder en los países del área, estas instituciones están allí pero parecieran no estarlo -de igual manera que el Parlamento Centromericano-.

La innovación, que es de los temas más emocionantes en productividad, se manejan tonos humildes. A esto abona la forma misma de los mercados que se han desarrollado durante décadas -que más han parecido mercados latifundistas que monopolistas-. Sin embargo, no se puede negar que se ha tendio algún nivel de sentido innovativo, pero que solo ha sido lo suficiente para los mercados propios y no para los externos -como decir adaptarse al europeo o asiático-. Esto representa uno de las mayores dificultades de los empresarios ante la globalización.

Una estructura con muchos productores atendiendo mercados pequeños como los centroamericanos, por ejemplo, no formar un escenario apropiado para ensayar expansión, desde dentro. Aunque aún en los países europeos se fomente la empresa pequeña, para los países subdesarrollados el problema no está en que tengamos muchas empresas pequeñas, sino en el bajo nivel de integración que éstas tomen al enfrentarse con las multinacionales.

La acción de las grandes empresas llega a formar una seria descomposición sectorial al interior de la red productiva de las naciones. Estos desajustes traen consecuencias inmediatas y, por ahora, muchos economistas luchan por descubrir la manera de recuperar en el mediano plazo algún equilibrio que dé luces a un legítimo despegue productivo hacia el desarrollo.

Otros analistas visualizan ya otro problema, a largo plazo. Se remonta a la raíz misma del régimen en boga. Ante la caída del comunismo -al menos al del estilo soviético- se facilita justificar la inoperancia de aquel como una verdadera alternativa de sociedad. Ante la voracidad del capitalismo, los nuevos pensadores de avanzada piensan, en primer lugar, en revivir al comunismo, con nuevos lineamientos de gran vigor por las experiencias del siglo XX. En segundo lugar, se trata de ir planteando ya un diferente y nuevo aporte para el siglo XXI. Aquí se señala la necesidad de una nueva forma de organización social, más completa e integral, que supere a todas las anteriores, como una plataforma apropiada al nivel de evolución social que la humanidad haya alcanzado para ese entonces.

Muchos conocedores de la realidad mundial de estos años no dudan en culpar al capitalismo por el agotamiento actual de los recursos del planeta. El sistema, al que el anhelo de expansión le es intrínseco, se está encontrando ya con los límites de su misma naturaleza. Habría que esperar ver cómo sortear esta problemática.

Hay que reconocer que cualquier cosa, para que sea aceptada, debe mostrar algo atractivo. Independientemente de sus efectos, el proceso de globalización se impulsa a sí mismo con mecanismos que crean condiciones difícilmente alcanzables de otra manera. La inmigración laboral, por ejemplo, viene a resolver problemas de las naciones, dada su inestabilidad que no alcanza a superar la desprotección social.

Los flujos comerciales viene al rescate de mercados cautivos locales, dominado durantes décadas por productores que se consideraban a sí mismos blindados, gonzando de grandes beneficios de regímenes proteccionistas.

Esto no hubiera sido posible de todas formas, sin un desarrollo tecnológico, sobre todo en las comunicaciones y la informática, que facilitan el sentido expansionista del sistema. Los años han enseñado a las grandes empresas a saber administrar el desarrollo, uniendo sus esfuerzos a instituciones de investigación y universidades para alcanzar nuevas tecnologías productivas. En la administración de fines de siglo, el centro de atención es ahora lograr los mayores niveles de competividad, realizar planificación estretégica y valerse se herramientas de avanzada, como Reingeniería y Benchmarking, Calidad Total y Justo a Tiempo. La gestión de mercadeo -de gran desarrollo en los últimos veinte años- nunca antes tuvo mejores retos y posibilidades.

Ser competitivos o morir

Por ahora las condiciones son más radicales para la existencia de las empresas. Las gremiales y asociaciones sectoriales de los países latinoamericanos deben empezar por comprender que no se puede salvar todo. Un sector como el de transporte podría ser un punto de desarrollo, pero en cambio otro como el calzado podría tener un futuro incierto. Una figuración como ésta plantea una plataforma o mapa sectorial que obliga a priorizar las medidas de rescate productivo. Los programas de análisis de competividad nacional que algunos países realizan en el área son claves para ello. Sin embargo, ésta vez hay una obstrucción adicional, que es una característica común a nuestros pueblos, en cuanto que en cultura de política económica se hacen muy buenos proyectos, pero en cambio se tienen hechos que hablan de otros resultados. Si por una vez se diera una verdadera aplicación a los programas que buscan la competitividad, es decir que realmente se cumpliera -por ejemplo- que a un pequeño empresario se le pudiera resolver un crédito en quince días, tomando como garantía un fondo nacional, se estaría dando paso a un proceso de verdadero crecimiento, en vez de colocar una pomposa línea de crédito que pida garantías insuperables.

Los programas de competitividad deben tener otro factor común. En primer lugar, no debe faltar una exploración sectorial. Quién compra, quién vende, quién distribuye, quien invierte, etc., en cada sector. En segundo término, el diseño de una estrategia nacional que coordine los sectores, producto del hallazgo de múltiples variables.

En realidad, esto no es nuevo. La idea inicial viene de una herramienta de la economía planificada de ex Unión Soviética, que se convirtiera en una norma mundial para la gestión de las economías, pero que prácticamente ha quedado en el olvido de muchos economistas latinoamericanos. Se habla de la Matríz Insumo Producto, que relaciona los sectores en cuanto receptores y aportadores para toda la economía. Esta permite determinar en qué medida habría que afectar algunos sectores para hacer crecer o bajar un sector específico. Es fácil, todo sector que quiera crecer debe tener un flujo adecuado de input -insumos- y un output garantizado que reciba lo producido. Lo difícil es hacerlo.

De pronto aperece una empresa extranjera distribuyendo algún producto en el mercado nacional. Los productores locales muchas veces no logran integrarse para formar una verdadera competencia. Siguen trabajando creyendo que que su competencia es el otro productor de la misma localidad.

La idea del clúster busca precisamente fabricar un líder entre varios asociados. Proveerlo de todo lo necesario para que crezca, en interdependencia con otros sectores. Dentro del clustering, además de lo difícil de hacer cambiar la actitud de los empresarios en desventaja, aparece otra dificultad. Las ramificaciones sectoriales con fuerzas turbulentas impuestas a conveniencia por los líderes, naturalmente tienden a suprimir los movimientos que hagan peligrar su posición privilegiada.

Dentro de esta problemática, únicamente sería efectiva una labor de concientización verdadera a los agentes involucrados. Los forcejeos intrasectoriales, como por ejemplo, banca versus industria, generalmente son llevados a niveles de contrapresión política, donde es más difícil resolver en equilibrios sanos y convenientes.

De todas maneras, la lección es clara. Dentro de una gran complejidad de acuerdos comerciales, que van desde los años 60's como el MCCA, hasta las más recientes ideas del ALCA, se han dejado ver algunos resultados esporádicos de gran valor, aunque en general no se han cumplido con los anhelos de quienes lo impulsaron. Hay varios factores que han ocasionado este fracaso. Los intereses económicos, políticos y militares locales han estado poniendo desde hace décadas buena cuota de oposición pasiva a estos movimientos integracionistas.

Los países subdesarrollados tratan de entrar a negociaciones multilaterales sin estar completamente preparados para ello. En esto, la globalización aplica prisa a tratos infructuosos que por lo general terminan en ceder apertura sin posibilidad de obtener reciprocidad. Los acuerdos preferenciales de Estados Unidos con la mayoría de países no son más que tranquilizantes para un par de productos, sea azúcar o sean exportaciones no tradicionales.

Alternativas escasas

Dentro del proceso de globalización, que como se ha dicho en otros escritos, comenzara en los años setentas -para algunos- o desde la instalación de la ONU poco después de la Segunda Guerra Mundial -para otros-, la política exterior generalizó la idea de los mercados comunes y demás tratados de libre comercio. El fracaso es ahora obvio. Muchos grupos de intereses fuertes, como militares y sectores empresariales de dura tendencia conservadora, mantuvieron una oposición pasiva a la unión política real de las américas. Sus bienes podían verse peligrar ante una readecuación de recursos y mercados. En otros casos, las guerras civiles de fuerte envergadura como las de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Colombia, los gobiernos se vieron en dificultades para implantar el modelo de ajuste estructural a tiempo, dejándolo para la década de los noventas. Aquí ya se establece una diferencia clara al interior de los países subdesarrollados. México, por ejemplo, pudo avanzar más en materia privatización que otros países, y llevó a cabo profundas reformas que le permitieran aspirar a participar de primera mano en el TLC.

Ahora que los pueblos están probando algunos gobiernos de línea izquierdista, se tiene una posibilidad de poner algún nivel de equilibrio a la globalización y sus efectos en las economías. Es iluso pensar que se puede frenar un movimiento tan fuerte como ese, pero con un plan muy disciplinado se puede incidir de alguna manera. Siendo moderados en la implantación de regímenes jurídicos referentes a privatización, finanzas, condiciones de intercambio y dolarización de la economía, se podría crear una válvula que dispense algo de poder. Posteriormente se deben montar las estructuras que faciliten otras actividades comerciales, como algún manejo para filtrar importaciones, competitividad nacional, etc.

La constante preocupación de Latinoamérica por atraer inversión extranjera pareciera ser el puntero de la gestión económica de grandes oficinas estatales y privadas. Se habren grandes garantías para el inversor extranjero y se hace promoción internacional de oportunidades de sectores con futuro. Y es que la visión de algunos economistas plantea que no hay producción sin inversión. Luego que no hay inversión si no hay rentabilidad. No puede haber rentabilidad en una rama que no tenga costos competitivos, lo cual no se puede obtener sin una serie de factores internos y externos, como mano de obra calificada, acceso a materiales y una red productiva por lo menos estable a los precios. Por otro lado están los atractivos de mercado, locales o regionales. El resultado en muchos casos es triste. Incluso algunos índices se orientan a medir la inversión extranjera, y tienen un seguimiento constante por las autoridades económicas. El difícil binomio inflación con desempleo es más crítico de lo que aparenta. La contracción misma de la demanda por bajos ingresos detiene la capacidad de adquisición de un alto porcentaje de la población. Francisco Javier Ibisate advierte del peligro de la inflación para los sectores más desprotegidos. Una mejoría es este rango traería en forma inmediata una reactivación significativa de la actividad comercial, dado la alta tendencia marginal al consumo.

Condiciones necesarias para la competitividad en latinoamérica

Condiciones necesarias para la competitividad

Sentido de proyecto nacional

Políticas sectoriales orientadas a resolver problemas

Proveer las herramientas necesarias

Revisar un macroentorno estable

Crear un sentido de proyecto nacional implica reconocer la necesidad de mejorar la situación vigente. El involucramiento de los grupos sociales, sobre todo grupos con poder, debe dirigirse hacia un mismo objetivo. Esta quizá sea la parte más difícil. El analista David Escobar Galindo señala que el reto de muchos grupos de gran poder, como los grandes partidos políticos de izquierda y derecha, está en enfrentar realidades, no contrincantes. Incluso el Dr. Edwards Deming menciona en uno de sus 14 puntos de Calidad Total, secundando a Jurán, sobre lo imperioso de crear la conciencia de la crisis de la calidad, con el objetivo de planificar en función de esa crisis.

El Programa Nacional de Competitividad en El Salvador -desarrollado por la estadounidense The Monitor Company, en cuyo equipo de directores figura Michael Porter- por ejemplo, así como el Plan de Nación del gobierno, si bien tienen una intención de gran importancia, de entrada se ven con una gran contradicción: no cuentan con la consulta ni el apoyo de los grupos de izquierda, de importancia creciente en las decisiones económicas después de los años de la guerra civil ..

Un análisis estratégico de los dinamismos sectoriales debe lanzar -por lo menos- una fotografía de la situación. Así como en Administración de Empresas, también en Economía debemos intentar distinguir entre causas, problemas y consecuencias. Sobre todo en el largo plazo, las naciones deben plantearse metas que se puedan ir midiendo en base a proyecciones de corto plazo. La consistencia entre las políticas económicas deben dar la fuerza necesaria a esas herramientas para alcanzar algún resultado satisfactorio. Incluso Porter reconoce la necesidad de contar con planes nacionales de largo plazo, algo típico de la economías socialistas, muy planificadas. Mucho se ha insistido en que para superar la situación frágil de las economías latinoamericanas ya no funcionan los grandes proyectos globales de reactivación de hace quince o veinte años. Cada sector, por su peculiaridad y problemática muy propia, necesita recetas a la medida. Muchos programas del BID y de otras instituciones internacionales reflejan la alta incidencia de los proyectos específicos en resultados más satisfactorios.

En cuanto a las herramientas que la sociedad necesita se encuentran la preparación técnica, la salud y todos los demás beneficios que los gobiernos mencionan en sus campañas electorales. El mismo Porter apunta que en El Salvador la empresa debería realizar actividades para acercarse a las escuelas. La preparación técnica ha sido útil para muchos países que han iniciado sus ensayos de desarrollo en el presente siglo. La Unión Europea ha atendido durante años varios programas de asistencia técnica y transferencia de tecnología a países en desventaja tecnológica.

Por otra parte, para alcanzar algún nivel aceptable de competitividad, se requiere un ambiente más o menos estable en lo referente a variables como seguridad jurídica y financiera. Muchos limitantes al crecimiento productivo parecieran no tener incidencia directa, pero si se trata de mirar por encima del sombrero de la gente, se descubrirá que, por ejemplo, un sistema judicial incipiente como el de muchos países subdesarrollados, no favorecerá un ambiente sano que toda economía necesita para crecer. La presencia de mercados irregulares, en asociación a actividades como el contrabando de mercaderías, el lavado de dólares u otras transacciones especulativas financieras desalientan la inversión extranjera. A nivel internacional existen varias empresas de auditoría de entornos, que tratan de medir todas aquellas variables que ocasionen riesgos para la inversión.

Michael Porter en El Salvador

Si la competencia gira alrededor del mismo conjunto de variables -afirma Porter- ninguna empresa se pondrá a la cabeza. Alcanzar el liderazgo y mantenerse allí es la base de la estrategia: crear una ventaja competitiva. Básicamente se refiere a hacer las cosas en forma diferente a los demás.

El 20 de febrero de 1998 Porter expuso en San Salvador "Centroamérica y El Salvador a las puertas del siglo XXI. Perspectivas y desafíos", por invitación de INCAE. Para el pensamiento de Porter, un líder es aquel que redefine la industria. No se debe reaccionar a la estructura actual, sino que previamente hay que decisiones para influir en ella.

El éxito de Porter radica en que ha podido conocer y entender de primera mano el sentido empresarial de las multinacionales y la filosofía neoliberal que seduce a la economía internacional. En El Salvador señala que se tienen dificultades en mano de obra no calificada, infraestructura ineficiente y bajos estándares educativos. También se incluye la inseguridad y el peligro de los juegos políticos.

Entre los puntos críticos a la postura de Porter se encuentra que defiende el hecho de que en un país con fuerte intervensión estatal no hay productividad, pero por otra parte no deja de mencionar que el gobierno debe crear estabilidad, infraestructura, incentivos y planes para la economía. En realidad, cualquier país debilitado por las corrientes de privatización difícilmente podría tener el poder suficiente para hacerlo, en vista que la gran inversión se siente atraída sólo por aquellas actividades altamente rentables que son clave para las economías, como electricidad y telefonía, durante décadas administradas por el estado.

Los defensores de la Economía Social de Mercado -ESM- exponían ya en los 80's que la fortaleza del estado no reside en su tamaño, sino en su capacidad de concertador de los principales agentes económicos y sociales. Aunque la ESM pretende mediar entre competencia/eficacia -aspecto económico- y el equilibrio social -aspecto político- se esfuerza en justificar un no al intervencionismo dañino estatal y deja en un último término el problema del desequilibrio social, que ha sido causa de movimientos revolucionarios durante siglos. La incertidumbre de dejar que el mercado regule los recursos de una sociedad se incrementa cuando nos damos cuenta que en la región los mercados son especialmente imperfectos. Como bien advierte la disciplina económica, no existen los mercados perfectos, pero en los países subdesarrollados el proteccionismo y los sectores privilegiados defiendeen una estructura altamente desequilibrada. Dentro de este panorama, es fácil determinar lo difícil que es establecer un ambiente de competitividad, cuyo componente principal es el principio de democracia en el mercado.

Globalización en crisis

Así como otros grandes fenómenos económicos, las consecuencias ya se sienten al interior de los países desarrollados. Los grupos laborales estadounidenses, que tienen un nivel de poder considerable en las esferas políticas, han advertido el desencanto de la globalización. Las empresas buscan mano de obra barata en los países del tercer mundo y trasladan allá buena parte de sus operaciones, dejando huérfanos los puestos de trabajo de casa. Los beneficios de los mecanismos de seguridad social y otras formas de retribución no logran reflejar el mismo nivel de bienestar que si se ocupara a estos empleados.

En los países de Europa el fantasma del desempleo ronda en medio de las negociaciones de la Unión Europea, en donde se hace un gran esfuerzo por mostrar la solidez suficiente como para ganar la asignación del euro como moneda de curso. España, Francia y Alemania han alcanzado niveles de desempleos tan altos como pocas veces se conocía. Esto traerá en los últimos años de la década de los noventas medidas muy urgentes de parte de los gobiernos europeos, que por su línea de socialismo generalizado, se tiene -a primera vista- mayores posibilidades que EEUU para solventar esa crisis.

En cuanto a los países subdesarrollados, las consecuencias son muy conocidas. La apertura indiscriminada de los mercados ha hecho perder el control sobre la balanza comercial. El libertinaje de las importaciones ha traído serias consecuencias a las redes productivas locales. La pérdida de valor de las monedas frente al dólar y el crecimiento de las bolsas de valores y otras actividades especulativas han vuelto muy frágiles los sistemas financieros. La privatización de la banca no ha generado precisamente el mercado financiero libre y cristalino que ofrecían quienes propusieron el cambio de manos de muchos bancos. El atraso en la legislación financiera del área es un atractivo para operaciones ilegales como el lavado de dólares y la recaudación ilícita de dinero. En realidad, hay varios grupos de gran poder detrás de las redes financieras, que cubren campañas políticas, tráfico de drogas y actividades productivas de dudosa aceptación pública.

La Neodemocracia latinoamericana

La privatización de actividades estatales estratégicas como telefonía, electricidad y fondos de pensiones establece también condiciones para la mayoría de pueblos. Corriendo paralelo a esto, los pueblos de la región han estado superando el estereotipo del gobierno con dictaduras oligárquicas y militares. Ya para la presente década se hace sentir un ambiente político que se podría denominar Neodemocracia -o períodos de transición hacia la democracia, como se podría también definir- en cuanto que el condicionamiento difiere del sentido tradicional de democracia. La presencia de gobiernos civiles y la sujeción de los ejércitos al mandato constitucional y a la vigilancia de los derechos humanos, han venido a cambiar la visión política de la realidad. Para la mayoría de países latinoamericanos, desde tiempos de la colonia no se había tenido una modificación significativa. Este estado actual de neodemocracia se debe, en parte, a los movimientos revolucionarios armados y no armados, y a la evolución natural que la historia política tiene en las naciones, producto de las crisis resueltas y no resueltas.

Las teorías del Estado que han pujado desde mediados de este siglo son señales de superación de viejos y nuevos desequilibrios. Estas depuraciones incluso se han vuelto exigibles desde las campañas mundiales de Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, ante la necesidad de ir modernizando la actividad político-económica global, aunque haya a la vez contradicciones con otras líneas hegemonizantes en los mismos ámbitos.

Con esto los gobiernos son más accesibles a las aperturas de toda índole, por lo que no se percibe una oposición abierta a la globalización, porque no se tocan los intereses de los principales grupos económicos. Desde esta postura, no se puede hablar por tanto de una crisis de la globalización por sí ante la actititud de los gobiernos del tercer mundo. Se puede predecir que de haber marcha atrás, no se debería a ellos.

La preocupación por la competitividad no debe ser exclusiva de las economías voraces. La economía de proyección social también necesita nutrirse de los mejores elementos para rendir mayor beneficio. A pesar de que aún en los países de la región se tienen empresarios que piensan que su nivel de aporte al estado y a la municipalidad debe devolvérseles en igual medida porque "también tienen derechos", afortunadamente hay una constante depuración que busca humanizar la economía. La competitividad es útil a las entidades de cooperación y organismos de asistencia técnica o humanitaria, no sólo a las empresas.


Puede consultar mi artículo "Modernización y Globalización. Privatización o Desmantelamiento" y otra documentación de interés en la página Monografías

Visite la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Dispone de varias publicaciones especializadas en economía y política latinoamericana

En CONACYT de El Salvador podrá abordar sobre Tecnología y otros temas de productividad


1. Muchos laboratorios farmaceúticos latinoamericanos operan sin destinar millones a I&D así como se hace en los trabajos de desarrollo de nuevos compuestos en Merck o Pfizer.

2. ¿Qué queda del socialismo? Antonio González, Realidad #55 Ene-feb/97 Universidad Centroamericana José Simeón Cañas -UCA

3. La OEA hace una clasificación bastante clara de los distintos tipos de acuerdos comerciales en El Comercio de las Américas http://www.oas.org/SP/PROG/TRADE

4. A semejanza del IVAE, que se refiere a la evolución económica de los principales sectores durante el último año. Se utiliza como base para cálculo del PIB. Se disponen de mediciones de corto plazo que alertan la política de fomento a la inversión.




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Enviado por:Gabriela Del Río
Idioma: castellano
País: Argentina

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