Sociología y Trabajo Social
Mente humana y el orden social
El hombre es autor de la sociedad en que vive, que no es, en definitiva, sino expresión fiel de la naturaleza humana, que configura o desfigura a sus propios creadores. La estructura social amenaza con desplazar al hombre.
Siempre la sociedad ha implantado en la conciencia de sus miembros los valores, las ideas, el lenguaje y la cultura con que amasa eso que algunos antropólogos han llamado la personalidad básica del individuo.
La rebeldía de la juventus jamás se ha producido en la escala y con la intensidad actual. Y es que la sociedad, a la vez que inyecta a las nuevas generaciones una cultura determinada, inevitablemente las sitúa en cierta franquía frete al porvenir, las dota del instrumento racional para criticar lo viejo y anticipar, a su propia manera, un futuro más perfecto.
La superstición, el autoritarismo y los prejuicios son consecuencias bastante directas de la incultura.
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PSICOLOGÍA DE LA INCULTURA
La falta de cultura que lleva consigo la falta de desarrollo del instrumento intelectual del lenguaje recluye al ser humano en un nivel de pensamiento concreto.
La presencia de circunstancias de otro tipo inducen a estas zonas poco cultas de la población a adoptar actitudes autoritarias, caer en la superstición o incurrir en la intolerancia.
En los niveles socioeconómicos bajos ocurren fenómenos como éstos:
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Los padres se sienten inseguros acerca de su estatus y ello tiende a provocar la ansiedad de los hijos.
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Frente a las clases bajas la autoridad actúa con más dureza, se la percibe con mayor ansiedad y hay que enseñar a respetarla más.
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La ansiedad y la incertidumbre frente al futuro son mayores en las clases bajas. Sus miembros necesitan descargar la agresividad.
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La costumbre de persibir la autoridad desde un plano pasivo lleva al individuo a concebirse a sí mismo como un “mandado”.
Ciertos hábitos de conducta prevalecen de forma sistemática en ciertos tipos de población. La superstición y los prejuicios radicales correlacionan negativamente con el nivel educativo de las personas. El nivel cultural se correlaciona con el socioeconómico.
La superstición, el racismo y el autoritarismo guardan una relación positiva entre sí, constituyendo una especie de síndrome psicológico, y una relación negativa con la inteligencia y el grado de cultura.
Este tipo de personas predomina en los estratos menos prósperos y cultos de la sociedad.
La incultura predispone a la aceptación indiscriminada de la autoridad. El fenómeno de la aquiescencia (decir que sí a todo lo que se pregunta), se da mucho en las clases humildes, en parte, porque muchas veces no entienden bien las preguntas.
Actualmenta la situación ha mejorado en lo que se refiere al enfrentamiento de las clases sociales: las fronteras entre el ingroup y el outgroup se han hecho más fluidas en este tema. El prejuicio juega al escondite con la conciencia humana y se desplaza de unas zonas a otras.
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CARACTERÍSTICAS MÁS SALIENTES DEL PENSAMIENTO CONCRETO
Las personas de poca cultura no llegan a desarrollar un pensamiento abstracto elevado; se mueven en unos niveles intelectuales más concretos con las siguientes características:
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Dificultad para distinguir entre medios y fines
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Dificultad de adoptar puntos de vista hipotéticos, de ponerse en el punto de vista de personas cuyos criterios no se comparten.
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Necesidad de clasificar los acontecimientos en categorías. Rechazo de las posiciones intermedias.
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Escasa toma de datos. Necesidad de seguridad.
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Ausencia de indagaciones etiológicas en torno a las causas de los acontecimientos.
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Juicios morales tajantes, rechazo de lo insólito.
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Escasa distinción de las fronteras psicológicas entre el yo personal y las actitudes y la conciencia del grupo.
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Escasa conciencia de autodisponibilidad como agente libre de su propia vida.
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LA PERSONALIDAD AUTORITARIA
He aquí un resumen de los rasgos que definen dicha personalidad:
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Etnocentrismo: hostilidad hacia otros grupos raciales.
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Convencionalismo: adhesión a los típicos valores de las clases bajas.
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Sumisión: obediencia indiscriminada a las autoridades del propio grupo.
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Agresión: tendencia a tratar duramente a los inferiores.
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Poder y dureza.
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Anti-intracepción: oposición a las reflexiones introspectivas.
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Superstición y estereotipia.
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Proyectividad: predisposición a proyectar en otros grupos sociales o personas los impulsos agresivos interiores.
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Destructividad y cinismo.
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Sexo: excasiva preocupación por afirmar la virilidad en relación con las mujeres.
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LOS JUEGOS DE LA VIDA
Eric Berne, psiquiatra americano, ha divulgado con gran éxito nociones relativas a la estructura de las relaciones interpersonales más reitaradas en la sociedad. En su libro Berne analiza la estructura de fondo que se reitera en una serie de episodios típicos de la vida americana.
La palabra “persona” significaba ordinariamente la “máscara” que se ajusta al rostro.
Berne ha llamado la atención sobre la circunstancia de que las pautas de comportamiento que la sociedad prescribe al individuo no se limita a señalarle el perfil de los valores propios de su papel, sino que la “programación” se extiende al conjunto de la interacción humana.
Desde el paso trivial del saludo hasta los dramas hay una variadísima gama de episodios que se desarrollan con arreglo a ciertas reglas.
Existen hoy en día centros dedicados a la investigación de esos juegos y a adiestrar en ellos a las personas que lo necesitan o que aspiran a jugarlos.
Aquí tenemos una descripción personal de J. L. Pinillos en uno de estos centros:
“Una vez al año se reúnen cientos de personas que, desde todos los estados del país y desde naciones muy lejanas, vienen a ejercitarse en la doble tarea de comprender a los demás y entenderse a sí mismos. Allí van jóvenes, viejos, hombre y mujeres, representantes de todas las profesiones y creencias imaginables.
En el momento del curso, nadie dice nada; el silencio se va haciendo intolerable; justo alguien para romper el silencio cuenta un chiste frustrado que nadie entiende y que provoca una carcajada general y alivia la tensión, facilitando la conversación.
Diversos proyectos de acción común se debaten, tímidamente al principio y con más calor después. La conversación deja de ser general y desorganizada para formalizarse; alguien habla y los demás escuchan o intervienen por turnos. De cuando en cuando, el grupo se desorganiza nuevamente y se fragmenta en subgrupos o reincide en el diálogo desordenado de todos contra todos. Alguien apela a la autoridad del instructor, rogándole que imponga un orden y sugiera un programa para no perder el tiempo y hacer algo útil. Éste no contesta o lo hace con monosílabos, y si se le insiste un poco más recuerda que el grupo es de los participantes.
El tiempo pasa rápidamente. La gente se retira desconcertada; los comentarios se continúan luego en la cafetería y, más tarde, en los dormitorios comunes, donde los participantes conviven con miembros de grupos distintos.
Pronto se establece una lucha por el poder entre los miembros más activos y dominantes del grupo, que pretender organizarlo con arreglo a distintos criterios: discusión de problemas educativos, formulación de un plan para todo el curso, etc… A la vez, aumentan las recriminaciones al instructor y a los organizadores del curso por no imponer un plan desde el principio y permitir una considerable pérdida de tiempo por parte de los participantes.
Se produce la lucha por el poder entre dos participantes concretos. Se perfilan los caracteres objetivos de los papeles de líderes potenciales y el cometido desempeñado por los seguidores de ambos líderes. Se advierte como estos inician los temas de conversación, son objeto de los comentarios de los demás, sancionan o premian a sus interlocutores con frases oportunas.
Las confesiones de uno provocan las de los demás. Poco a poco se va reconstruyendo la trama íntima de los procesos sociales desarrollados horas antes alrededor de la mesa.
La heterogeneidad del grupo favorece los incidentes, es decir, la aparición de situaciones equívocas en las cuales la distorsión perceptiva del “otro” y de sus manifestaciones, originan disputas y malos humores.
Algunas personas no resisten el impacto de enfrentarse consigo mísmas y caen víctimas de verdaderas crisis neuróticas. También las hay que no pueden soportar su propia imagen y reaccionan violentamente”.
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LA IMAGINACIÓN Y LOS MASS MEDIA.
El hombre de hoy está acosado por una pantalla que pone el mundo a sus pies, sin limitaciones de tiempo ni espacio, es un espectáculo sin fin donde la palabra se encuentra anegada en imágenes persuasivas.
La televisión, su influencia en la opinión pública, su capacidad de infiltración en el seno de nuestra intimidad, supera con mucho lo imaginable. Ello hace que nuestra imaginación sea cada vez más reproductiva, esto es, se halle más determinada por las imágenes que depositan en nuestro cerebro los medios de comunicación.
Estas imágenes son tantas y tan heterogéneas que ponen al espectador en contacto con paisajes tan distantes y distintos que el resutado no es una simple mimesis, un mero reflejo de lo que aparece en la pantalla, dando paso al culto de la diferencia, que es lo que impera actualmente en la vida. La televisión ha alterado también la propia noción de realidad, que puede ser objeto de montajea que rompen las barreras del discernimiento.
“Yo sigo siendo yo y mi circunstancia, desde luego, pero mi circunstancia está dejando de ser mía, porque su imagen me la componen los mass media”.
Vocabulario
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Sociedad: Conjunto de seres vivos entre los cuales existen relaciones durables y organizadas, especialmente las del hombre, establecidas en instituciones y garantizadas por sanciones.
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Superstición: creencia en vanos presagios fundados en acontecimientos totalmente fortuitos.
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Autoritarismo: sistema fundado en la sumisión incondicional a la autoridad. Abuso de ella.
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Etnocentrismo: Tendencia a presuponer la superioridad del propio grupo y de la propia cultura sobre otras.
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Cinismo: Desvergüenza en defender o practicar acciones o doctrinas vituperables.
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Mimesis: imitación que se hace de una persona en su forma de hablar o gesticular, generalmente para burlarse de ella.
Índice
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Psicología de la incultura. Pág. 1
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Características más salientes del pensamiento concreto. Pág. 2
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La personalidad autoritaria. Pág. 3
-
Los juegos de la vida. Pág 3
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La imaginación y los mass media. Pág. 5
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Vocabulario. Pág. 6
La mente humana y el orden social
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Enviado por: | Pilar Muñoz |
Idioma: | castellano |
País: | España |