Literatura


Martín Fierro; José Hernández


Capitulo 3:

Tuve en mi pago en un tiempo

hijos, hacienda y mujer,

pero empecé a padecer,

me echaron a la frontera,

¡Y que iba a hallar al volver!

tan solo allé la tapera.

Sosegao vivía en mi rancho

como el pájaro en su nido,

allí mis hijos queridosa

iban creciendo a mi lao...

sólo queda al desgraciao

lamentar el bien perdido.

Mi gala en las pulperías

era, en habiendo mas gente,

ponerme medio caliente,

pues cuando puntiao me encuentro

me salen coplas de adentro

como agua de la virtiente.

Cantando estaba una vez

en una gran diversión,

y aprovecho la ocasión

como quiso el Juez de Paz...

se presentó, y ahi nomás

hizo arriada en montón.

Juyeron los más matreros

y lograron escapar:

yo no quise disparar,

soy manso y no había porqué,

muy tranquilo me quedé

y ansi me dejé agarrar

Allí un gringo con un órgano

y una mona que bailaba,

haciéndonos rair estaba,

cuanto le tocó el arreo,

¡tan grande el gringo y tan feo,

lo viera cómo lloraba!.

Hasta un inglés zanjiador

que decía en la última guerra

que él era de Inca-la-perra

y que no queria servir,

tambien tuvo que juir

a guarecerse en la sierra.

Ni los mirones salvaron

de esa arriada de mi flor,

fué acoyarao el cantor

con el gringo de la mona,

a uno solo, por favor,

logró salvar la patrona.

Formaron un contingente

con los que del baile arriaron,

con otros nos mesturaron,

que habían agarrao también,

las cosas que aquí se ven

ni los diablos las pensaron.

A mí el Juez me tomó entre ojos

en la ultima votación:

me le había hecho el remolón

y no me arrimé ese día,

y él dijo que yo servía

a los de la esposición.

Y ansí sufrí ese castigo

tal vez por culpas ajenas,

que sean malas o sean güenas

las listas, siempre me escondo:

yo soy un gaucho redondo

y esas cosas no me enllenan.

Al mandarnos nos hicieron

mas promesas que a un altar,

el Juez nos jué a proclamar

y nos dijo muchas veces:

muchachos, a los seis meses

los van a ir a relevar.

Yo llevé un moro de número

¡sobresaliente el matucho!

con él gané en Ayacucho

mas plata que agua bendita:

siempre el gaucho necesita

un pingo pa fiarle un pucho.

Y cargué sin dar mas güeltas

con las prendas que tenía:

jergas, ponchos, todo cuanto había

en casa, tuito lo alcé:

a mi china la dejé

medio desnuda ese día.

No me falta una guasca

-esa ocasión eche el resto-,

bozal,maniador, cabresto,

lazo, bolas y manea...

¡el que hoy tan pobre me vea

tal vez no creerá todo esto!.

Ansí en mi moro, escarciando,

enderecé a la frontera.

¡Aparcero si uste viera

lo que se llama cantón!...

ni envidia tengo al ratón

en aquella ratonera.

De los pobres que allí había

a ninguno lo largaron,

los más viejos rezongaron,

pero a uno que se quejó

en seguida lo estaquiaron,

y la cosa se acabó.

En la lista de la tarde

el jefe nos cantó el punto

diciendo: -Quinientos juntos

llevará el que se resierte;

lo haremos pitar del juerte,

mas bien dése por dijunto-.

A naides le dieron armas,

pues toditas las que había

el Coronel las tenía,

sigun dijo esa ocasión,

pa repartirlas el día

en que hubiera una invasión.

al principio nos dejaron

de haraganes criando sebo,

pero después... no me atrevo

a decir lo que pasaba...

¡barajo!... si nos trataban

como se trata a malevos.

Porque todo era jugarle

por los lomos con la espada,

y aunque usté no hiciera nada,

lo mesmito que en palermo,

le daban cada cepiada

que lo dejaban enfermo.

!Y que indios, ni que servicio;

si allí no había ni cuartel!

nos mandaba el Coronel

a trabajar en sus chacras,

y dejábamos las vacas

que las llevara el infiel.

Yo primero sembré trigo

y después hice un corral,

corté adobe pa un tapial,

hice un quincho, corté paja...

¡la pucha que se trabaja

sin que le larguen un rial!.

Y es lo pior de aquel enriedo

que si uno anda hinchando el lomo

se le apean como un plomo...

¡quién aguanta aquel infierno!

si eso es servir al gobierno,

a mi no me gusta el cómo.

Más de un año nos tuvieron

en esos trabajos duros;

y los indios, le asiguro

dentraban cuando querían:

como no los perseguían,

siempre andaban sin apuro.

A veces decía al volver

del campo la descubierta

que estuvieramos alerta,

que andaba adentro la indiada,

porque había una rastrillada

o estaba una yegua muerta.

Recién entonces salía

la orden de hacer la riunión,

y caibamos al cantón

en pelos y hasta enancaos,

sin armas, cuatro pelaos

que ibamos a hacer jabón.

Ahi empezaba el afán

-se entiende, de puro vicio-

de enseñarle el ejercicio

a tanto gaucho recluta,

con un estrutor... ¡que... bruta!

que nunca sabía su oficio.

Daban entonces las armas

pa defender los cantones,

que eran lanzas y latones

con ataduras de tiento...

las de juego no las cuento

porque no había municiones.

Y un sargento chamuscao

me contó que las tenían

pero que ellos la vendían

para cazar avestruzes;

y asi andaban noche y día

déle bala a los ñanduses.

Y cuando se iban los indios

con lo que habían manotiao,

salíamos muy apuraos

a perseguirlos de atrás;

si no se llevaban más

es porque no habían hallao.

Allí sí, se ven desgracias

y lágrimas y afliciones;

naides le pida perdones

al indio: pues donde dentra,

roba y mata cuanto encuentra

y quema las poblaciones.

No salvan de su juror

ni los pobres angelitos;

viejos, mozos y chiquitos

los mata del mesmo modo:

que el indio lo arregla todo

con la lanza y con gritos.

Tiemblan las carnes al verlo

volando al viento la cerda,

la rienda en la mano izquierda

y la lanza en la derecha;

ande enderieza habre brecha

pues no hay lanzazo que pierda.

Hace trotiadas tremendas

desde el fondo del desierto;

ansí llega medio muerto

de hambre, de sé y de fatiga;

pero el indio es una hormiga

que día y noche esta despierto.

Sabe manejar las bolas

como naides las maneja;

cuanto el contrario se aleja,

manda una bola perdida,

y si lo alcanza, sin vida

es siguro que lo deja.

Y el indio es como tortuga

de duro para espichar;

si lo llega a destripar

ni siquiera se le encoge;

luego sus tripas recoge,

y se agacha a disparar.

hacían el robo a su gusto

y después se iban de arriba;

se llevaban las cautivas,

y nos contaban que a veces

les descarnaban los pieces,

a las pobrecitas, vivas.

¡Ah! ¡si partía el corazón

ver tantos males, canejo!

los perseguíamos de lejos

sin poder ni galopiar;

¡y qué habíamos de alcanzar

en unos vichocos viejos!

nos volvíamos al cantón

a las dos o tres jornadas,

sembrando las caballadas;

y pa que alguno la venda,

rejuntábamos la hacienda

que habían dejao rezagada.

Una vez entre otras muchas,

tanto salir al botón,

nos pegaron un malón

los indios y una lanciada,

que la gente acobardada

quedó dende esa ocasión.

Habían estao escondidos

aguaitando atrás de un cerro...

¡lo viera a su amigo Fierro

aflojar como un blandito!

salieron como maiz frito

en cuanto sonó un cencerro.

Al punto nos dispusimos

aunque ellos eran bastantes;

la formamos al instante

nuestra gente, que era poca,

y golpiándose en la boca

hicieron fila adelante.

Se vinieron en tropel

haciendo temblar la tierra.

no soy manco pa la guerra

pero tuve mi jabón,

pues iba en un redomón

que habia boleao en la sierra.

¡Que vocerío! ¡Que barullo!

¡que apurar esa carrera!

la indiada todita entera

dando alaridos cargó,

¡jue pucha!... y ya nos sacó

como yeguada matrera.

¡Que fletes traiban los bárbaros!

¡como una luz de ligeros!

hicieron el entrevero

y en aquella mezcolanza,

este quiero, éste no quiero,

nos escogían con la lanza.

Al que le daban un chuzazo,

dificultoso es que sane.

En fin, para no echar panes,

salimos por esas lomas,

lo mesmo que las palomas

al juir de los gavilames.

¡Es de almirar la destreza

con que la lanza manejan!

de perseguir nunca dejan,

y nos traiban apretaos.

¡Si queríamos, de apuraos,

salirnos por las orejas!

Y pa mejor de la fiesta

en esa aflición tan suma,

vino un indio echando espuma,

y con la lanza en la mano,

gritando: -Acabáu critiano,

metáu el lanza hasta el pluma.

Tendido en el costillar,

cimbrando por sobre el brazo

una lanza como un lazo,

me atropelló dando gritos:

si me descuido... el maldito

me levanta de un lanzazo.

Si me atribulo o me encojo,

siguro que no me escapo:

siempre he sido medio guapo,

pero en aquella ocasión

me hacia buya el corazón

como la garganta al sapo.

Dios le perdone al salvaje

las ganas que me tenía...

desaté las tres marías

y lo engatusé a cabriolas...

¡pucha...! si no traigo bolas

me achura el indio ese día.

Era el hijo de un cacique,

sigun yo lo averigüé;

la verdá del caso jué

que me tuvo apuradazo,

hasta que por fin de un bolazo

del caballo lo bajé.

Ahi no más me tiré al suelo

y lo pisé en las paletas;

empezó a hacer morisquetas

y a mezquinar la garganta...

pero yo hice la obra santa

de hacerlo estirar la jeta.

Allí quedó de mojón

y en su caballo salté;

de la indiada disparé,

pues si me alcanza me mata,

y al fin me les escapé,

con el hilo de una pata.

El Gaucho Martin Fierro

Capitulo 4:

Seguiré esta relación,

aunque pa chorizo es largo:

el que pueda hágase cargo

como andaría de matrero,

después de salvar el cuero

de aquel trance tan amargo.

Del sueldo nada les cuento,

porque andaba disparando;

nosotros de cuando en cuando

solíamos ladrar de pobres:

nunca llegaban los cobres

que se estaban aguardando.

Y andábamos de mugrientos

que el mirarnos daba horror;

les juro que era un dolor

ver esos hombres,!por cristo!

en mi perra vida he visto

una miseria mayor.

Yo no tenía ni camisa

ni cosa que se parezca;

mis trapos solo pa yesca

me podían servir al fin...

no hay plaga como un fortín

para que el hombre padesca.

Poncho, jergas, el apero,

las prenditas, los botones,

todo, amigo, en los cantones

jué quedando poco a poco;

ya me tenían medio loco

la pobreza y los ratones.

Sólo una manta peluda

era cuanto me quedaba

la había agenciao a la tabla

y ella me tapaba el bulto;

yaguané que alli ganaba

no salía... ni con indulto.

y pa mejor hasta el moro

se me jué de entre las manos;

no soy lerdo... pero, hermano,

vino el Comendante un día

diciendo que lo quería

-pa enseñarle a comer grano..-

Afigúrese cualquiera

la suerte de este su amigo,

a pie y mostrando el umbligo,

estropiao, pobre y desnudo;

ni por castigo se pudo

hacerse más mal conmigo.

ansí pasaron los meses,

y vino el año siguiente,

y las cosas igualmente

siguieron del mesmo modo:

adrede parece todo

pa atormentar a la gente.

No teníamos mas permiso,

ni otro alivio la gauchada,

que salir de madrugada,

cuando no habia indio ninguno,

campo ajuera a hacer boliadas

desocando los reyunos.

Y cáibamos al cantón

con los fletes aplastaos,

pero a veces medio aviaos

con plumas y algunos cueros,

que pronto con el pulpero

los teníamos negociaos.

Era un amigo del jefe

que con un boliche estaba;

yerba y tabaco nos daba

por la pluma de avestruz,

y hasta le hacía ver la luz

al que un cuero le llevaba.

Solo tenía cuatro frascos

y unas barricas vacías,

y a la gente le vendía

todo cuanto precisaba...

algunos creiban que estaba

allí la proveduría.

¡Ah, pulpero habilidoso!

nada le solia faltar.

¡ahijuna!, para tragar

tenía un buche de ñandú;

la gente le dió en llamar

-el boliche de virtú.-

Aunque es justo que quien vende

algún poquito muerda,

tiraba tanto la cuerda

que, con sus cuatro limetas

el cargaba las carretas

de plumas, cueros y cerda.

Nos tenía apuntaos a todos

con más cuentas que un rosario,

cuando se anunció un salario

que iban a dar, o un socorro;

pero sabe Dios qué zorro

se lo comió al Comisario;

Pues nunca lo vi llegar,

y al cabo de muchos días

en la mesma pulpería

dieron una güena cuenta,

que la gente muy contenta

de tan pobre recibia.

Sacaron unos sus prendas,

que las tenían empeñadas;

por sus deudas atrasadas

dieron otros el dinero;

al fin de fiesta el pulpero

se quedó con la mascada.

Yo me arrescosté a un horcón

dando tiempo a que pagaran,

y poniendo güena cara

estuve haciéndome el poyo,

a esperar que me llamaran

para recibir mi boyo.

Pero ahi me puede quedar

pegao pa siempre al horcón,

ya era casi la oración

y ninguno me llamaba;

la cosa se me ñublaba

y me dentró comezón.

Pa sacarme el entripao

vi al Mayor, y lo fí a hablar;

yo me lo empecé a atracar,

y como con poca gana

le dije:--Tal vez mañana

acabarán de pagar.-

-¡Que mañana ni otro dia!-,

al punto me contestó:

-la paga ya se acabó;

¡siempre has de ser animal!-

me rai y le dije:-Yo...

no he recebido ni un rial.-

Se le pusieron los ojos

que se le querían salir,

y ahi no más volvió a decir

comiéndome con la vista:

-y que querés recibir

si no has dentrao en la lista?-

-Esto sí que es amolar-,

dije yo pa mis adentros;

-van dos años que me encuentro

y hasta aura he visto ni un grullo;

dentro en todos los barullos

pero en las listas no dentro.-

Vide el plaito mal parao

y no quise aguardar más...

es güeno vivir en paz

con quien nos ha de mandar;

y reculando pa atrás

me le empecé a retirar.

Supo todo el Comendante

y me llamó al otro día,

diciéndome que quería

aviriguar bien las cosas...

que no era el tiempo de Rosas,

que aura a naides se debía.

Llamó al cabo y al sargento

y empezó la indagación:

si había venido al cantón

en tal tiempo o en tal otro...

y si había venido en potro,

en reyuno o redomón.

Y todo era alborotar

al ñudo, y hacer papel;

conocí que era pastel

pa engordar con mi guayaca;

más si voy al Coronel

me hacen bramar en la estaca.

¡Ah, hijos de una...! ¡la codicia

ojala les ruempa el saco!

ni un pedazo de tabaco

le dan al pobre soldao,

y lo tienen, de delgao,

más ligero que un guanaco.

Pero qué iba a hacerles yo,

charabón en el desierto;

más bien me daba por muerto

pa no verme más fundido:

y me les hacía el dormido

aunque soy medio despierto.

El Gaucho Martin Fierro


Trata sobre un hombre que lo hechan a la frontera y cuando regresa se da cuenta de que lo perdio todo.

La imagen sensorial es la vision

Despues de perderlo todo solo le queda lamentarse.

Se clasifica como simil

Se iba a algunos sitios a cantar.

Se clasifica como simil

Un dia estaba cantado y llego una redada.

Los mas listos escaparon y a el se lo llevaron

Uno de los que tocaba era grin y cuando lo arrestaron empezo a llorar.

Mensiona el órgano que es un instrumento, y la mona que un mamífero.

Se clasifica como personificacion

Un ingles que estuvo en la ultima Guerra y no quizo servir y tambien se fue a huir

De todos solo uno logro salvar la patrona y se llevaron al que cantaba y al que tocaba.

Se clasifica com personificacion

Pasaron cosas que ni los diablos se la imaginan

El dia que el juez lo mando a buscar el no fue

Sin tener ningun tipo de culpa tuvo que sufrir el castigo

Les prometiron que a los seis meses saldrian

Se clasifica como metafora.

Que siempre el gaucho nocesita a alguien

Se llevo todo lo que pudo de su casa

A pesar de que se llevo tantas cosas esta en la pobreza

El sitio al que fue llevado era peor que una ratonera.

Se casifica como personificación

Menciona al raton que es un mamífero.

A ninguno de lo que illa habia lo dearon libre, uno se quejo y lo mataron

En la tarde le dieron ordenes y al que se resistiera iba a ser tan castigado que iba a preferir morir

Todos estaban sin armas, las tenia todas el coronel para el dia es que hubiera una invasion

Al principio no les iba tan mal pero luego si

Aunque no hicieran nada los castigaban

El coronel los mandaba a ser trabajos para el, pues alli no habia curtel y el cornel era quien mandaba.

Meciona una vaca que es un mamifero

El tuvo que hacer todo tipo de trabajo y no le pagaban ni un real

Lo peor era que siempre abusaban de el, no podia aguantar ese infierno

Tuvieron que trabajar mas de un año en trabajos duros y los indios entraban y salian cuadno querian pues nadie los perseguia andaban sin apuro

En ocaciones les abisaban que los indio habian entrado para hacer cosas malas, como matar un llegua

Salia la orden para reunirse y ninguno tenia armas

Se reunian para enseñarles ejercicio pero el instructor era tan bruto que no sabia ni su oficio

Las armas que les daban para defenderse eran lanzas y latones, pues no habian munisiones

Un sargento le cuenta que si habia munisiones pero ellos las vendian para cazar avestruces

Menciona el avestruz que es un ave.

Salian a perseguir a los indio para quitarle que se habian robado

Los indio no perdonaban a nadie robaban, mataban y quemaban poblaciones

No se salvaban de los indios ni siquiera los niño

Tenian biena punteria hacian temblar la gente pues cuando tiraban siempre acertaban

Hacian cosas tremendas no importaba si tenian sed, hambre o fatiga, eran como las hormigas, dia y noche estaban despiertos.

Se clasifica como simil y personificacion

Manejaban las bolas como nadie y cuando el contrario se alejaba le tiraba y si lo alcanzaba seguro lo dejava son vida

Eran tan fuertas que se comparan con tortugas, aunque los iriaran seguian disparando.

Se clasifica como simil

Ellos robaban a su gusto en ocaciones se llevaban a las cautivas, y hacian lo que quicieran con ellas

Aunque sufrian todos estos males nada podian hacer pues aunque los persiguieran no los podian alcanzar

Despues de dos o tres jornada los devolvian al canton luego de sembrar las caballadas lo que sobraba lo juntaban y lo vendian

Una de tantas veces los indios los asustaron, la gente quedo asustada desde esa ocacion

Se escondieron detras de un cerro para buscar peleas pero com oeran tan miedosos al escuchar un sencero carrieron.

Se clasifica como simil

Decidieron luego hacerle frente aunque ellos eran pocos

Todos se unieron en tropa haciendo temblar la guerra

Los indios loes estaban persiguiendo

Los indios con sus lanzas escojen al que quieren y al que no

Dificultad tenia para sanar al que le dieran con un chuzo y por eso huyeron como las palomas hullen de los gavilanes

Se clasifica como simil

Manejaban tambien la lanza que eran de admirar nunca paraban de perseguir

Llega un indio de mal humor

Si el se descuida lo hubiese matado o herido.

Se clasifica como simil

En esa ocacion se asusto mucho aunque siempre habia sido medio guapo

Se clasifica como simil

Rezo tres avamaria para que el no lo matara y si no es porque lleva bolas huviese muerto

El que atentaba en su contra era el hijo del cacique pero con un bolaso lo puedo bajar del caballo

Al verlo en el suelo lo piso hasta matarlo

Alli lo dejo tirado y huyo en su caballo

Decide seguir contando lo que paso, aquel tance tan amargo

No hablan nada del sueldo pq nunca llegaban los cobres que estaban esperando

Andaban mugrientos daba horror y dolor verlos, nunca en su vida habia visto tanta miseria

El habia perdido todo no tenia ni tan siquiera camisa, sus trapos no servian para nada

Fue perdiendo todo poco a poco y ya la pobreza y los ratones lo tenian medio loco

Unamanta peluda era todo lo que le quedaba, y la usaba para cubrirse

Para estar peor vino un dia el comandante y le queto el moro para enseñarle a comer grano

La mala suerte ya era muy grande quedo completamente sin nada para el ya no habia peor castigo

Paso un año y todo seguia igual parecia que todo era adrede para tormentar a la gente

No tenian mas remedio que salir de madrugada cuando no habia ningun indio para hacer boleadas

Con lo poco que podian hacer era que hacian algunos negocios

Un amigo del jefe en ocaciones les deba llerva y tabaco a cambio de plumas d avestruz

El vendia todo cuanto podia

Al pulpero nada le faltaba la gente lo llamaba el boliche de virtud

A pesar de la escases el tanto tiraba la cuerda que podia cargar todas las carretas des plumas, cueros y cerdas

No perdia nada pues a todos les apuntaba las cuentas y aunque anuciaron un salario el comisario nunca llego

A pesar de que el comisario no llego al parade dias llego un buena cuenta

Pudieron algunos resolver usu problema economicos, unos sacaron lo que tenian mpeñado y otrs pagaron sus deudas

El se acosto con Buena cara a esperar que lo llamara para recibir su pado

De nada le valio poner buena cara pues paso el tiempo y no lo llamaban para pagarle.

En eso paso el Mayor y el le dijo con poca gana “tal vez mañana me paguen”

El Mayor le contesto que para el no iba a ver paga ni en ese momento ni en otro pues la paga habia terminado, el le contesto que no habia recibido ni un real

El Mayor se puso que se loqueria comer y le dijo que no va a recibir nada pues no esta en la lista

Se molesto mucho pues el entraba en todos los barrullos pero no en las lista

Al Mayor decirle que el no estaba en las listas el decide retirarse

El comandante al enterarse de lo sicedido lo mando a llamar y le dijo que iba a averugiar las cosas

Reunio al cabo y al sargento para interrogarlos

Todo lo que hicieron fue alborotar, el decidio no ir al coronel pues le iba a ir peor

No le daban ni tan siquiera un pedaso de tabaco lo tenian muy delgado, todo por su codicia

Se hizo el muerto para que lo dejaran quieto.




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Enviado por:El remitente no desea revelar su nombre
Idioma: castellano
País: Puerto Rico

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