Historia


Magia y brujería


MAGIA Y BRUJERÍA

Los conceptos Hechicería y Brujería designan un conjunto de creencias y acciones de naturaleza mágica que se consideran negativas desde los puntos de vista social, legal, ético ó teológico. Las definiciones de magia no suelen ser precisas y menos aún unívocas, el Diccionario de la Real Academia Española lo define así: Ciencia o arte que enseña a hacer cosas extraordinarias y admirables. Se distingue en esta definición la magia blanca o natural, que obra efectos extraordinarios por medio de causas naturales, de la magia negra, en la que se recurre al auxilio de espíritus malignos y donde encontraríamos la brujería y hechicería.

Pero esta definición nos enfrenta con una serie de interrogantes y problemas, no hay distinción entre magia y religión, y menos aún de magia y ciencia, además de a separación entre lo benéfico y maléfico así como de intervención o no de seres sobrenaturales.

Según Franco Cardini, quién se pregunte qué es la magia, o mejor aún, qué se entiende en las diversas culturas por dicho término (o sus equivalentes o derivados) debe en primer lugar, rendir cuentas a las ciencias humanas, especialmente con la Antropología Cultural, ciencias que, siguiendo con la opinión de Cardini, tienen considerable ventaja sobre los historiadores porque pueden comparar entre sí diversas series de mitos, ritos y usos, extraídos de culturas incluso extrañas recíprocamente como hacen los antropólogos. Un etnólogo, por ejemplo, puede dedicarse a indagar un mundo preciso y definido en el terreno espacio-temporal; el historiador no puede permitirse esta clase de lujos porque nunca una sociedad es completamente cerrada y todas las influencias exteriores, absorbidas y estratificadas, en cualquier caso deben ser identificadas y evaluadas constantemente, por esto hay que ser muy cuidadosos en cualquier estudio de este tipo.

Así, siguiendo con esta línea intentaremos definir el pensamiento mágico desde el punto de vista antropológico, quienes han prestado especial atención al estudio de este tema, intentando descubrir los principios en que la magia se fundamentaba, lo mismo que sus diferencias y relaciones con la religión y con la ciencia. Según Sir James George Frazer, el pensamiento mágico, universalmente extendido, anterior a la religión, consistía en la visión de la naturaleza como una serie de acontecimientos que ocurren en orden invariable y sin intervención de seres personales.

Así la magia se resolvería en un principio:

Que lo semejante produce lo semejante, o que los efectos semejan a sus causas (ley de semejanza), esto significa que el pensamiento mágico da por supuesto que en la naturaleza un hecho sigue a otro invariablemente, por lo tanto, hay una semejanza entre la concepción mágica del universo y la concepción científica.

“El defecto de la magia no está en su presunción general de una serie de fenómenos determinados en virtud de leyes, sino en su concepción por completo errónea de las leyes particulares que rigen esa serie... Los principios de asociación son excelentes por sí mismos. Correctamente aplicados, producen la ciencia, incorrectamente aplicados, producen la magia, hermana bastarda de la ciencia”. Así, la diferencia entre magia y ciencia sería la forma de apreciar ciertos fenómenos y las leyes que los rigen, donde científicos y magos llegarían a conclusiones distintas a partir del mismo hecho y la diferencia seria la aplicación del método científico.

Frazer, en su concepción evolucionista, postula que la magia “era una fase mas ruda de la de la mente humana, por la cual han pasado o están pasando todas las razas de la humanidad”, que siguiendo con su razonamiento, posteriormente pasarían hacia la religión y hacia la ciencia.

Entonces la magia seria considerada por los antropólogos como una pseudo - ciencia, a la que el hombre recurre en circunstancias adversas e imprevisibles, cuando resultan impotentes sus conocimientos y técnicas. La magia es un “arte especifico para fines específicos”, un conjunto de medios para lograr un fin determinado.

Hay que aclarar que la magia, actuando sobre la naturaleza, pertenece a una primitiva etapa prerreligiosa; es insostenible desde un punto de vista histórico, porque los antiguos no distinguen como nosotros, los conceptos de “Naturaleza, Divinidad y Humanidad, porque en las sociedades civilizadas la magia también existe y porque la separación entre mundo mágico y mundo religioso, como dos realidades necesariamente contrapuestas, es un valor característico de la civilización cristiana”.

Por otra parte aunque antropólogos e historiadores de las religiones han coincidido en considerar que la existencia de un pensamiento mágico-religioso es un fenómeno común a todas las civilizaciones, como dijimos en la introducción, son inaceptables las teorías generales que pretenden, a partir de un campo de observación generalmente limitado, extraer principios de validez universal. Igualmente hay que rechazar el uso de conceptos y términos si duda útiles para determinadas colectividades, pero que tienen un alcance y significación distintos en las sociedades europeas modernas.

MAGIA Y RELIGIÓN.

Si preguntásemos si las fuerzas que rigen al mundo son conscientes, o por el contrario, inconscientes e impersonales, para la magia y la ciencia la respuesta sería la segunda premisa, pero para la religión sería la primera, intentaremos explicar el porqué de ésta y otras diferencias.

En la magia, el poder del mago es controlado por el hombre mismo, que lo utiliza para provocar en el mundo resultados observables y empíricos. En la práctica de la religión, en cambio, la persona, tanto si es sacerdote como si es laico, no ejerce el mismo tipo de control sobre el poder que utiliza, se limita a suplicar a los espíritus o deidades, de quienes espera o confía que provoque los resultados deseados. Si fracasa, es porque el dios no se ha dignado satisfacer su petición. La magia es esencialmente utilitaria, a diferencia de la religión.

La separación entre magia y religión en el mundo antiguo es casi imposible, porque si bien no existe una visión maniqueísmo propiamente tal, no puede afirmarse que la magia actúa en la órbita del mal y la religión en la del bien, porque hay muchos ejemplos de dioses que obran mal y amparan malas acciones, mientras que la magia se practicaba en Grecia y Roma públicamente, además de tener sus propias deidades protectoras.

Como dijimos, el mago conjura y amenaza a las fuerzas sobrenaturales, en tanto que el sacerdote suplica, esta distinción se mantiene hasta hoy, pero en la Antigüedad como en la Edad Media, los ritos religiosos están unidos a los actos mágicos, conjuros y oraciones; se pasa de uno a otro imperceptiblemente, por lo cual en estas sociedades resulta imposible separar del todo, en la práctica, magia y religión. Sin embargo, aunque la división fuese imprecisa, el mundo antiguo distinguía entre los dos conceptos: una magia licita y hasta oficial, en la sociedad griega y romana, hasta el cristianismo, que tiene una clara actitud antimágica (recordemos el episodio bíblico de Simón el mago con Pedro el Apóstol), al igual que el judaísmo, de donde desciende el cristianismo, pero la magia se vincula con los pueblos extranjeros, como veremos mas adelante.

Para aclarar mas este punto podemos imaginar una línea de actividades que implican la utilización de algún poder preternatural (no natural, fuera de su ser o estado natural), sobrenatural o no empírico. Por un lado de esta línea se hallaría la magia en su sentido más ideal, en el que los dioses no intervendrían y donde los objetivos serian inmediatos y profanos; en el otro extremo encontramos la religión en su sentido mas organizado, publico y suplicatorio, sus objetivos serian no empíricos y no mundanos esencialmente. Entre los dos extremos de esta línea encontraríamos formas de magia de carácter publico que supondrían la intervención de dioses u otros espíritus y diversa formas de religión de características mágicas. Es posible distinguir en la línea magia de religión porque aquellas formas de actividad en que el ser humano domina o manipula fuerzas misteriosas, serian esencialmente mágicas, aquellas en las que suplica y deja el poder en manos de espíritus o de la divinidad serian fundamentalmente religiosos.

CONCEPTO GENERAL.

Tomando en cuenta todas estas aclaraciones, para los efectos de este trabajo la definición de magia para los pueblos europeos será la siguiente:

Cierta actividad fundada en un vinculo de simpatía o afinidad, establecido refrendado por un pacto u operación de carácter mas o menos contractual, entre ciertas potencias sobrenaturales o divinidades, de suerte que aquellas potencias o divinidades satisfacen los deseos y pasiones de los hombres y éstos hacen entrega de una parte de su ser, o de la totalidad de éste, a las mismas potencias, sobrenaturales o preternaturales, que unas veces son malignas y otras no, pero que siempre tienen un carácter específicamente ligado con algún aspecto de la psique humana: amor, odio, deseos en general.

Según esta definición los hombres, los dioses, los astros y todos los seres de la naturaleza estarían ligados por vínculos especiales, el mago conocería las simpatías y repulsiones de las cosas y provocaría con ciertos actos y palabras, determinados efectos. De esta definición puede desprenderse que en la magia hay necesariamente intervención de seres sobrenaturales, e incluso pacto con ellos, veremos como en la época cristiana, si bien la iglesia tiende a considerar que toda magia es diabólica, las creencias populares se basan en el hecho de que estas relaciones verdaderamente sí existen.

A TRAVÉS DEL TIEMPO...

Dijimos que la magia se vinculaba con los pueblos extranjeros, especialmente del Oriente, explicaremos de donde nace esta relación.

Cam, hijo de Noé, que incurrió en su maldición por haberse burlado de la desnudez de su padre, engendró una raza de magos e idolatras... los descendientes de Cam, en los que la Edad Media reconoció a los negros, a los seres monstruosos, a los enanos y a todo lo que le inspiraba una repulsión espontanea, poblaron las regiones del sur y al este del Mediterráneo hasta Mesopotamia. Específicamente nos interesa Misraim, cuyo nombre en hebreo significa Egipto.

Misraim fue, según el Génesis, el antepasado de los pueblos egipcios, libios y palestinos. Pero a partir del siglo III su raza se expandió hasta Babilonia y Persia. Allí Misraim decidió hacerse adorar como un dios y confundió a los hombres rodeándose de destellos que según él, habían ciado del cielo. Enseño a los hombres a leer en las estrellas y a fabricar ídolos. Encontró el castigo en sus propios pecados: el demonio que invocaba para que se apareciera rodeado de llamas lo consumió vivo. Su pueblo, atónito lo llamó Zoroastro, es decir, “estrella viviente”.

La ciencia mágica pasa a continuación a Nemrod, a quien se considera hijo de Misraim. Fue este, bajo el nombre helenizado de Nino, quien fundó Nínive y llevó las ciencias ocultas de Persia a Mesopotamia. Aquí concluye la versión primitiva de la leyenda, que presente un considerable error: en realidad Nemrod desciende del otro hijo de Cam, Kush, antepasado de los etíopes.

Parece ser que se buscaron varias soluciones: San Agustín (siglo IV), no hace referencia a la Biblia y se ciñe prudentemente a Zoroastro y a Nino. Una amalgama de estas leyendas se encuentra en Gregorio de Tours(siglo VI), Cus (Kush), se hizo llamar Zoroastro por los persas a los que reveló el culto del fuego y de las estrellas. Finalmente en un intento de conjugar todas las tradiciones, otros añaden que Orfeo (griego), habría recibido la magia de Demócrito de Abdera.

Todas estas leyendas contienen en potencia algunos aspectos de la magia medieval; la ciencia sagrada, la magia y la alquimia sólo pueden ser transmitidas oralmente y los magos se hacen enterrar con sus libros (y efectivamente, los arqueólogos encontraron en una tumba tebana textos de alquimia egipcia muy antiguos en Leiden).

En cuanto a la filiación simbólica de Cam con Zoroastro, y de Nino con Demócrito, resume la progresión geográfica de la magia. Cam y Misraim son Egipto, país de la magia desde siempre. Misraim es su nombre hebreo y Cam su nombre egipcio: Jemi, la negra, color para los egipcios del limo fertilizante y color con que los autores cristianos designan la alquimia: la ciencia negra....

Para los autores cristianos (san Agustín, Isidoro, etc. ), fue Cam el que dio nombre a l país (Egipto), de la misma manera que Kush se transformó en Zoroastro, Cam sería Amón, el dios solar de Egipto. Así se justifica la hipótesis avanzada en el siglo I acerca del origen de los dioses paganos: serían hombres divinizados(teoría evemerista).

Zoroastro (forma occidentalizada de Zaratustra), vivió en siglo VI de nuestra era. Fundador del Mazdeismo, recuerda con su presencia que los magos —la tribu que constituía la casta sacerdotal en el Imperio Medo y Persa— habían llegado a encarnar hasta tal punto la ciencia oculta que le dieron su nombre (magia).

Su presencia en esta genealogía procede de una tradición pagana desde el siglo V a. C., donde los griegos lo consideraban el iniciador de la magia, pero lo citaban sólo como antepasado mítico. Para nosotros es también uno de los orígenes del pensamiento dualista que es vital para comprender la mayoría de las grandes herejías medievales, como por ejemplo el Catarismo, además explicara la brujería a través del satanismo, porque la leyenda lo señala también como el patrón de los brujos, junto con su mujer Hermafrodita, a quien enseñó su magia y la que por lo tanto se transforma en la patrona de las brujas.

La destrucción de los libros mágicos es una constante de todas las civilizaciones, no falta en ninguna. Sólo recordaremos el Auto de Fe de los manuscritos de alquimia, así como de todas las obras de la biblioteca de Alejandría por los romanos en 416, y por los musulmanes en 645 y sin ir mas lejos, Aranda con los códices mayas y Hitler con los libros judíos, son ejemplos que sorprenden, pero no son aislados.

Nemrod, identificado como Nino, es un personaje emblemático en la tradición judeo - cristiana, construyo la Torre de Babel para ascender hasta el cielo, lo que es un símbolo de la ambición humana que desea igualar el poder de Dios, representa además el orgullo de los demonios inspiradores de los magos. Su país de origen es además Babilonia, lugar privilegiado de la antigua magia.

Demócrito de Abdera (460-370), recuerda el papel de griegos en la tradición escrita y por tanto en la transmisión de esta ciencia, este filósofo atomista será el símbolo ideal del materialismo pagano. Sin embargo, está menos relacionado con esta genealogía que un pseudo-Demócrito que vivió en Egipto en el siglo II de nuestra era y que fue el antepasado de la alquimia. En los círculos alquímicos de los primeros siglos el nombre de Demócrito es una referencia constante, que vuelve a encontrarse en Plinio.

Orfeo, que solo aparece en textos tardíos, constituye el recuerdo de una leyenda recogida por Plinio, quien creía en un origen medico y religioso, y aunque para él este origen se oponía a la genealogía zoroástrica, el final de la Edad Media reunirá a las dos leyendas.

“Simbólicamente, por lo tanto, la magia esta relacionada con el pecado (CAM), con la idolatría (ZOROASTRO), con el orgullo (NEMROD), y con la filosofía pagana

(DEMOCRITO): por principio, todo lo que se opone a la religión y a la moral cristiana, es susceptible de ser mágico”.

Desde la alquimia (pseudo-Demócrito), a la hechicería (Nemrod), y a la astrología (Zoroastro), nos encontramos con las obsesiones ocultas de la Edad Media. El entorno cristiano se presta mejor a esta genealogía que el sentido común latino. La transmisión de los conocimientos, en ese caso, es más fácilmente explicable puesto que queda garantizado por los demonios y los ángeles caídos. Su asimilación a los dioses paganos explica de manera completamente natural los vínculos entre magia y religión primitiva.

Las leyendas sobre el origen de la magia en la visión cristiana llevan a una explicación del presente. Después de la evangelización de Europa los demonios se retiran del mundo occidental y se refugian en esos piases de Asia donde se localizan, amontonados, el paraíso terrenal, los pueblos monstruosos, los animales extraños, los prodigios inauditos y los últimos paganos. Así se constituye el tema de las maravillas de la India, país en el que se encuentran las hierbas y las piedras que tienen mas poder mágico y cuyos viajeros, reales e imaginarios relatan las leyendas más impresionantes.

Así, lo irracional en Occidente, queda teóricamente descartado en el tiempo y en el espacio. Desde el siglo III se repite que el tiempo de los milagros ha pasado: necesarios para convertir al mundo en tiempos de Cristo, resultan inútiles una vez que la fe triunfa, estos quedan reservados a los países idolatras; este alejamiento de lo maravilloso asila todavía mas a los hechiceros y a los magos, considerados como vestigios del paganismo o espías de los infieles. Desde “su punto de vista” el occidente medieval es un remanso en un mundo de credulidad y superstición. Así aparece en los mapas, rodeado de islas pobladas de monstruos y de tierras desconocidas, en la que todos los prodigios son posibles.

Otra leyenda bastante menos extendida, fue transmitida por el libro de Enoc, apócrifo muy popular en los primeros siglos. Este atribuía a las relaciones sexuales entre los ángeles caídos y las hijas de los hombres la introducción de las ciencias malditas, en el Génesis, por ejemplo, la atracción de los ángeles por las mujeres provoco el diluvio. Las dos leyendas no resultan contradictorias, porque la maldición de Cam es posterior al diluvio, por lo tanto este seria un hijo de estos ángeles caídos.

Por ultimo existe una leyenda, epopeya nacional finlandesa recogida en el siglo XIX por ancianos narradores: el Kalevala. Es, según los especialistas una tradición que data de los siglos VI-IX. Los mitos relatados en esta epopeya, que tiene tanto de ciclo mitológico como de relato épico, no fueron nunca cristianizados, en el que se reconoce a Cristo en el hijo de la virgen Marjatta (María), perseguido por Ruoto (Herodes) y destinado a derribar el poder de Wainamoinem.

CARACTERISTICAS:

El mayor parecido entre la brujería europea y la practica actual de la brujería en sociedades primitivas y no europeas, reside en la practica de MALEFICIA. En todas las sociedades que creen en brujería los magos son considerados como individuos con cierto tipo de poder extraordinario para realizar actos malvados. Las características de estos actos es que son más mágicos que religiosos(distinción que se trató anteriormente).

Otra característica es que son nocivos, no benéficos, su objetivo es producir daños, enfermedades, pobreza, o cualquier otro infortunio, por lo tanto, se oponen a los actos de la magia blanca cuyo objetivo es proporcionar bienestar.

Esta distinción es más bien relativa, en especial cuando el mago (o brujo, según el punto de vista) daña a alguien a fin de protegerse o cuando cura a alguna persona traspasando la enfermedad a otra; esto se ve bien reflejado especialmente en la magia amatoria, que puede ser nociva según la circunstancia, si da como resultado una relación adultera es nociva, pero será benéfica cuando reúna a un marido con su esposa.

Un gran historiador de la Inquisición, Henry Charles Lea, separa claramente la hechicería de la brujería:La brujería es la culminación de la hechicería, y sin embargo no son lo mismo. Ya no se trata de un pacto con el demonio, expreso ni tácito, para obtener ciertos resultados, esperando lavarse el pecado en el confesionario y burlando así al diablo. La bruja ha abandonado el cristianismo, ha renunciado a su bautismo, rinde culto a Satanás como a su dios, se ha entregado a él en cuerpo y alma, y existe ya solo para ser su instrumento de hacer el mal”.

Tanto si es maléfica como benéfica la magia se puede situar en escalas, la alta magia es un arte complejo y teórico que requiere un cierto grado de educación, se agrupan aquí, la alquimia (transmutación de los metales de base en metales preciosos), y la adivinación (utilización de diversos para adquirir conocimientos secretos), con sus variantes y métodos como:

  • Astrología: Posición de las estrellas para adquirir dicho conocimiento.

  • Necromancia : Utilización del espíritu de los muertos con iguales propósitos, otras sociedades han utilizado centenares de métodos como:

  • Escapulomancia: Adivinación a través de los omoplatos de los animales.

  • Dactilomancia: Mediante anillos, y la

  • Oneiroscopia: Interpretación de los sueños.

En el otro lado de la escala, la magia baja requiere una casi nula educación formal y se puede aprender por transmisión oral o experimentación individual, adopta generalmente forma de encantamientos y ensalmos sencillos, “casi todos los maleficia atribuidos a las brujas, sobre todo en la Edad Moderna entran dentro de esta categoría, tanto porque la inmensa mayoría de los brujos y brujas procedía de los estratos bajos de la sociedad”.

DEL MAGO A LA BRUJA

Todos estos elementos teóricos del concepto brujería, se fueron conjugando a través del tiempo en conjunto con otros elementos nacidos en la era medieval, para ir creando hacia comienzos de la Edad Moderna el escenario perfecto para que se produjese el gran acontecimiento en la historia de la brujería: La gran caza de brujas de los siglos XVI y XVII, con su principal elemento de represión, la Inquisición.

Para llegar a esto tuvieron que ocurrir diversos cambios en la mentalidad bajo-medieval, lo que analizaremos como “concepto acumulativo de brujería”.

Concepto acumulativo de brujería:

Para comenzar este análisis hay que dejar en claro que a finales del siglo XVI, la mayoría de los europeos cultos creía en las brujas, específicamente creían que ellas pactaban explícita y directamente con el diablo, este pacto no solo les otorgaba el poder de realizar maleficia, sino que las iniciaba además en el servicio al demonio. En esta ceremonia comúnmente se creía que la bruja accedía al rechazo de su fe cristiana, que solía simbolizarse con la acción de pisotear la cruz y a ser rebautizada por el demonio, además, en esta ceremonia se rendía homenaje al diablo inclinándose ante él o besándole el trasero, como signo de su lealtad el demonio grababa en el cuerpo de la bruja una marca distintiva. Luego le daba instrucciones para la realización de actos maléficos, suministrándole si fuese necesario, pociones, ungüentos e imágenes para practicar su arte.

Una segunda creencia generalizada era que las brujas tras haber concluido el pacto, se reunían periódicamente con otras, para realizar una serie de ritos obscenos, blasfemos y atroces. En estas reuniones o aquelarres se acostumbraba a menudo sacrificar niños al diablo y banquetear con los cuerpos de las víctimas; bailar desnudas y mantener trato sexual con el demonio y otras brujas.

Inherente a esta creencia es que las brujas se servían del poder del demonio para volar por el aire y poder llegar a las reuniones a lugares con frecuencia a considerable distancia de sus hogares. Hay que aclarar que estas creencias eran casi exclusivas de las clases letradas y dirigentes y no del pueblo, su formulación efectiva fue obra de teólogos, filósofos y abogados, y las personas que las aceptaron eran jueces, clérigos, magistrados y señores. El pueblo solo obtenía información limitada de las actividades brujeriles a través de la lectura publica de las acusaciones contra ellas en el momento de su ejecución y por los esfuerzos deliberados de las autoridades para instruir a la población en estos asuntos durante una situación de caza de brujas. Una vez expuesta las ideas, el pueblo no tenía reparos en aceptarlas, no obstante, estos analfabetos no entendían del todo las complejas teorías de los demonologos, su interés por la brujería y su miedo a ella se centraban en la capacidad de la bruja para causar daño por medios ocultos y no en su relación con el demonio, y aunque estas teorías probablemente causaron terror en las clases bajas, su interés primordial siguió refiriéndose a la magia mas que al demonismo de las brujas.

La gran caza de brujas no pudo producirse hasta que los miembros de las elites dirigentes de los países de Europa, en especial los de la maquinaria judicial. Fue necesario que la clase dirigente creyese que el delito “era de la máxima magnitud y se practicaba en gran escala y en forma conspirativa”.

No solo se debía creer que algunas brujas dañaban a sus semejantes por medio mágicos, sino que, lo mas importante, el gran numero de ellas rechazaba por completo la fe y menoscababa la civilización cristiana, tenían que pensar que magos y brujas pertenecían a una secta organizada y conspiratoria de adoradores del demonio.

Para entender de donde venían todas estas creencias nos haremos las siguientes preguntas: ¿De dónde provenían las ideas sobre el pacto con el demonio, el aquelarre, y la capacidad para volar?, ¿Cómo se desarrollaron tales ideas, para difundirse luego entre las clases superiores e instruidas de los países europeos?, Y ¿Por qué estas creencias explotaron en esta época?. Intentaremos explicar estas interrogantes a través de algunos conceptos en el tiempo.

El demonio:

La concepción misma que se tuvo del diablo cambio visiblemente durante la Edad Media, a lo largo de esta solía recibir el nombre de Satanás, denominación que significa el enemigo y que aparece en la Biblia. En el Antiguo Testamento, Satanás no figura como personaje importante porque al ser el judaísmo una religión monoteísta, se atribuyo el origen de toda la creación y administración del universo al único Dios verdadero, Yavé, cualquier acontecimiento o realidad tanto del bien como el mal era responsabilidad suya.

En el Nuevo Testamento adquirió una preeminencia mucho mayor; no sólo tentó al mismo Cristo en el desierto sino que se convirtió en el poderoso oponente de la cristiandad, incitando a los hombres a alejarse de Dios y rechazar sus doctrinas. Surgió por lo tanto, un conflicto, una lucha titánica entre el reino de Cristo y el de Satanás, conflicto que continuaría hasta el Segundo Advenimiento predicho en el Apocalipsis.

A medida que el cristianismo se propagaba fue natural que los Padres de la Iglesia atribuyesen a Satanás las religiones paganas y judías. Una de las tácticas más eficaces de la Iglesia Cristiana con los conversos que seguían adorando dioses paganos, fue la de demonizarlos, es decir, asegurar que tales dioses eran en realidad demonios o Satanás en persona. Tal fue esta creencia que los cristianos comenzaron a pintar al Demonio tal como los paganos representaban a sus dioses, por ejemplo la barba de chivo, las pezuñas partidas, los cuernos, la piel arrugada, la desnudez y la forma semianimal hace referencia directa al dios grecorromano Pan como a Cernuno, dios Celta, mientras que los senos de mujer de algunas representaciones procedían de la diosa de la fertilidad Diana. Hay que aclarar que estas imágenes de las confesiones de las brujas (en los archivos inquisitoriales), procedían con seguridad de las descripciones que el inquisidor o el juez sugerían durante el tormento, por lo tanto no son para nada objetivas y reflejan la idea cristiana del demonio adorado como dios por la bruja, en la opinión del inquisidor.

Aunque corrientemente se le denominaba Satanás, había otras formas de llamarlo, por ejemplo Lucifer, palabra latina que significa estrella de la mañana y que los escritores patristicos asignaron al gran arcángel que se rebelo contra Dios y fue expulsado del cielo al infierno; este nombre no aparece en la Biblia, por tanto, paso a ser un nombre que podía utilizarse para designar a Satanás antes de la caída.

Además de otros títulos como Príncipe de las Tinieblas, Príncipe de este Mundo o simplemente demonio, los cristianos de la Edad Media y el mundo moderno creian en la existencia de un gran numero de diablos, demonios o espíritus malvados que ayudaban a Satanás en su obra del mal, tentación o destrucción. Para graficar esta creencia existe un texto de 1584, escrito por él medico holandés Johannes Weyer llamado Pseudomonarchia Daemonum, donde se encuentran listas de algunas de las aptitudes o características de los principales demonios, además, de los oficios y poderes que posee:

Purson, alias Curson, un gran rey, se aparece como un hombre de cara de león, llevando una crudelísima víbora y montada en un oso. Su llegada es anunciada con trompetas. Sabe donde se ocultaban todas las cosas y puede hablar de todas las cosas presentes, pasadas y futuras, guarda grandes tesoros, puede tomar cuerpos humanos y celestiales, responde la verdad acerca de todas las cosas terrenas y secretas, de la divinidad y la creación del mundo, y es capaz de hacer aparecer a los mejores familiares. Le obedecen veintidós legiones de diablos provenientes en parte del orden de las virtudes, y en parte del orden de los troncos...

Glasya Labolas, alias, Caacrinolas, o Caassimolar, es un gran presidente que se aparece con nombre de perro y tienes alas de grifo. Es quien da el conocimiento de las artes y es el capitán de todos los asesinos. Comprende todas las cosas presentes y futuras, se gana las mentes y el amor de amigos y enemigos, es capaz de hacer invisible a un hombre y gobierna a treinta y seis legiones...

Shax, alias Scox, es un marqués grande y oscuro con aspecto de cigüeña, con una voz ronca y sutil. Hace cosas maravillosas tales como quitar la vista, el oído, y el entendimiento de cualquier hombre, sise lo pide quien lo conjura: extrae dineros de las arcas de cualquier rey...

Malphas es un gran presidente, a quien se ve con forma de cuervo, pero vestido al modo humano. Habla con una voz ronca, construye casas y altas torres de aspecto maravilloso rápidamente se gana a los artífices. También hace que se derrumben las fortificaciones enemigas, ayuda a los buenos familiares, gusta de recibir sacrificios pero rechaza a quienes lo hacen, le obedecen cuarenta legiones...”.

Estas fuentes pertenecen a escritos que se hicieron frecuentes a partir del siglo XVI, son escritas por hombres instruidos que no eran magos ni perseguían magos, eran manuales de magia ritual, son llamados pseudo-salomonicos porque su origen se remonta a ese rey judío, considerado un gran monarca, modelo de sabiduría y gran fortuna.

Estas obras contenían, en lenguaje grandilocuente, formulas para conjurar demonios y especificaciones sobre los sacrificios que debían ofrendársele.

A pesar de la gran cantidad de poderes que se le atribuían al diablo (provocar ilusiones, posesión de cuerpos humanos y animales, volar, etc.), según el punto de vista escolástico, no poseía ni remotamente un poder ilimitado sobre el mundo físico. No tenia la facultad de cambiar la sustancia de las cosas o realizar milagros, tampoco podía crear ninguna forma de vida nueva; solo podía operar con el universo creado por Dios: Hiciera lo que hiciese, el demonio obraba por permiso explícito de Dios. Declarar que el Diablo se asemejaba en alguna manera a Dios, era una herejía dualista.

Durante el siglo XV cuando el poder del demonio aprecia ir en aumento y comenzaban los primeros juicios por brujería, la figura del diablo comenzó a experimentar una significativa transformación. A lo largo de la Edad Media, el diablo había sido descrito como el enemigo de Cristo, maestro del odio y del no-amor; ahora se presentaba cada vez mas como la contrafigura de Dios Padre, principio y objeto de idiolatria y falsa religión. Una de las fuentes de esta transformación fue la insistencia de los teólogos escolásticos en proponer como fundamento de la ética cristiana los Diez Mandamientos en vez de los Siete Pecados Capitales, es decir, el primero de los Diez Mandamientos prohibe adorar dioses falsos, transgresión no comprendida fácilmente bajo los Siete Pecados Capitales, esto es fundamental ya que la mayor consideración dada a este nuevo tipo de sistema moral, que católicos y protestantes adoptaron en el momento de la Reforma, transformo el delito de brujería, que cambiaría su consideración de maleficium por la de adoración del diablo. Ejemplo de esto es cuando el teólogo tardomedieval Jean Gerson, fue el principal responsable de la decisión tomada en 1398 por la facultad de teología de la Universidad de París según la cual todos los magos, tanto benéficos como maléficos, eran culpables de idolatría.

El Pacto con el Demonio:

La idea central del concepto acumulativo de brujería es la creencia de que las brujas establecían pacto con el diablo. Este pacto no solo suministró la base de la definición legal del delito de brujería, sino que sirvió a sí mismo como vinculo principal entre la practica de la magia nociva y el supuesto culto al demonio. “La bruja era, en el sentido mas pleno del termino, una maga nociva y una adoradora del diablo y el pacto era el medio mas claro para relacionar ambas formas de actividad”.

Esta idea puede encontrarse en los escritos de San Agustín, pero no se difundió en Europa hasta el siglo IX, cuando se tradujeron al latín diversas leyendas referidas a estos contratos. Ellos consistían en que la parte humana establecía un acuerdo similar a un contrato legal según el cual el diablo proporcionaba salud o alguna otra forma de poder terrenal a cambio de servicios y por supuesto, de la propiedad del alma del contratante humano tras la muerte.

La condena de este tipo de magia fue obra sobre todo de los teólogos escolásticos. Al condenar tales practicas establecían que el mago impartía ordenes al demonio y que estos no proporcionaban sus servicios sin pedir algo a cambio. La conclusión de la escolástica dedujo que la totalidad de los magos establecía pactos con el diablo y que siempre debía ser condenado porque este pacto ofrecido al diablo le quitaba la obediencia que solo se le debía a Dios: el mago era, por lo tanto, hereje, pues negaba a Dios, y peor aun era un apóstata, pues renunciaba a su fe cristiana al adorar al demonio o servirlo de alguna manera. Lo novedoso de esta postulación fue la insistencia en el pacto como razón de la herejía y la condena general de toda magia ritual por tal motivo; esto trajo una doble consecuencia en el desarrollo de las creencias, por un lado, la condena de cualquier magia ritual como herejía podía extenderse fácilmente a otros tipos de magia que no interesaban a los escolásticos por ejemplo los maleficium simples realizadas por campesinos; según la lógica escolástica, también ellos tendrían que haber pactado con el diablo pues solo él provocaba efectos mágicos, y además los campesinos deberían haberle entregado algo a cambio.

En segundo lugar la calificación de los magos como herejes y apostatas los hizo culpables de todos los cargos atribuidos en la Baja Edad Media a los herejes por su conducta depravada y antihumana: y como ahora los magos eran herejes, podían ser perseguidos como tales por los inquisidores papales.

Una vez que se hubo extendido el concepto a quienes perpetraban simple hechicería, la idea del pacto experimenta un cambio significativo: los pactos que los magos rituales establecían siempre suponían algún tipo de adoración al demonio y por lo tanto la perdida de la integridad intelectual y la fe del mago (según los escolásticos), pero daban también un cierto tipo de poder de los magos sobre el demonio, quien quedaba al servicio de este; la negociación del pacto era en general una operación entre dos partes iguales. No obstante, cuando los cargos de practicar magia y establecer pactos se dirigieron contra campesinos ignorantes, el mago, que se había transformado gradualmente en brujo, paso a ser mas sirviente que señor del demonio, las brujas son solo siervas y esclavas del diablo; pero los nigromantes son sus señores y dueños.

Todavía se establecía un trato, pero el control que la bruja ejercía sobre el diablo quedaba limitado a su capacidad de obligarle a realizar un maleficium, mientras que la reverencia que la bruja prestaba al diablo pasaba a ser mucho más voluntaria, obsequiosa e incondicional: el diablo salía ganado en la transacción colocándose en un lugar que nunca había ocupado al tratar con el mago ritual. La bruja accede servir al diablo a cambio de recompensas muy escasas, y una vez que ya no se hallan en estado de igualdad, se puede convertir en su víctima. Aclarando esto cuando el mago señor se transforma en bruja servil, el sexo cambia de hombre a mujer.

El Aquelarre:

Si se había pactado con el demonio, también se le debería rendir un culto colectivo, esta era la idea de donde nació el aquelarre; esta idea no estaba tan extendida como las anteriores y sus expresiones regionales son heterogéneas. Y así como la creencia en el pacto imponía que se persiguiera a las brujas, la creencia en sus reuniones nocturnas impulsó a las autoridades a buscar a sus aliadas.

La creencia en el aquelarre tiene fuentes psicológicas, que son las pesadillas y fantasías referidas a actividades inhumanas e inmorales provocadas en muchas sociedades, estas pesadillas son inherentes a cada cultura, que genera mitos sobre personas dotadas de poderes o características físicas peculiares que amenaza las normas morales y religiosas de cada sociedad y representan una amenaza a la estabilidad, por ejemplo en la Edad Media, la práctica del infanticidio caníbal, considerado como el máximo delito moral formo parte de la totalidad de las pesadillas medievales. La creencia en el aquelarre que implicaba la actividad del infanticidio caníbal es la pesadilla común de finales de la Edad Media y Moderna; al igual que el significado erótico como bailar desnudas y las relaciones carnales con el diablo, que derivan sin duda de la actitud desfavorable de la Iglesia Medieval y Moderna hacia el sexo. Asimismo la parodia de la misa católica que aparece en algunas descripciones del aquelarre refleja el horror de los cristianos hacia la burla de su ceremonia más sagrada.

Existen otros elementos en este concepto acumulativo de brujería, como los vuelos, que necesariamente debían existir para que las brujas pudiesen llegar desde lejanas tierras a los aquelarres; y las metamorfosis, que aunque nunca se integró plenamente en este concepto, la idea de que los seres humanos podían alterar su figura a estado presente desde tiempos inmemoriales, en algunos lugares se juzgo y sentenció como brujas a varios lobos, sin embargo, la metamorfosis no apareció con bastante frecuencia como para llegar a constituir un elemento esencial en el concepto acumulativo de brujería.

El estereotipo de brujería aparecido por primera vez en los juicios de las décadas de 1420 y 1430 duró más de dos siglos, aunque con versiones diferentes, por ejemplo la marca que el diablo grababa en la bruja no surgió con claridad hasta el siglo XVI, y fue desarrollada sobre todo por los demonologos protestantes; y el aquelarre tomó diversos detalles y descripciones según el país en que se juzgaba a la bruja.

Pero aunque los cargos específicos diferían de un lugar a otro, seguían compartiendo varios rasgos comunes, esto hace “pensar seriamente en que las nociones eruditas sobre brujería se transmitieron de región en región y de una generación a la siguiente” .

A pesar de que la idea de una sociedad comunitaria, anticristiana e inmoral puede surgir en cualquier lugar y tiempo, esto no es aplicable a todo el conjunto de creencias mantenidas por los europeos letrados en relación con las brujas; estas ideas se amalgamaron bien diferenciadamente en un producto compuesto que no podía ser creado por ningún juez o inquisidor, este cuerpo de conocimientos tenia que aprenderse y, por lo tanto, transmitirse de un tiempo y un lugar a otro y lo importante es preguntarse como se transmitió un conjunto de nociones eruditas referentes a actividades que nunca se practicaron en la realidad. Esto, según Levack se produce a consecuencia de la interacción entre el proceso judicial, por un lado, y la tradición literaria, por el otro; la mayoría de las creencias en las brujas se desarrolló y fusionó con otras nociones en los enjuiciamientos promovidos efectivamente contra magos o brujas. Su fusión, invariablemente fue obra del juez o inquisidor, quienes combinaron los cargos contra la acusada con sus propias fantasías u obsesiones, que a su vez nacía del conocimiento teológico o demonológico o de los informes de otros casos. Al extraer, habitualmente bajo tortura, las actividades en las que se creía involucrada a la bruja, el inquisidor recibía una confirmación de sus sospechas y sus creencias adquirían por este método validez. Los conocimientos de estos juicios pasaban a otros jueces, primero por rumores y luego a través de los manuales escritos para inquisidores, por esto el conocimiento pudo hacerse acumulativo desde el momento en que el inquisidor, al juzgar una causa se servia de una información contenida en el manual para formular las preguntas a los testigos y acusados, al mismo tiempo podía también recurrir a su propia imaginación para dar un nuevo sesgo a las acusaciones habituales. La confesión que entonces obtendría, un poco diferente al caso escuchado o mencionado en los manuales, aparte de otros detalles aportados por la imaginación de la propia bruja y sus creencias populares pasaba a incluirse en otro manual y así ser transmitida a otros inquisidores. Todo este sistema de transmisión era fomentado por las universidades, que ponía a la disposición de los futuros jueces un creciente cuerpo de bibliografía demonológica e inquisitorial, incluso en estos manuales se asesoraba a la jurisdicción local sobre la manera de tramitar un caso de brujería. Ejemplo clásico de estos manuales fue el Malleus Maleficarum, primer tratado de gran importancia que hizo accesible a todo el público el concepto acumulativo de brujería; publicado por primera vez en 1486 y reimpreso en treinta ocasiones antes de 1520, fue escrito por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, que se sirvieron de su amplia experiencia para publicar este libro, que tenía la forma de una quaestio disputata, es decir, una serie de preguntas y respuestas, apoyados firmemente en el pensamiento escolástico, especialmente en Tomas de Aquino. Este manual fue mucho más que una mera síntesis de una diversidad de opiniones sobre las brujas y su recopilación en un tratado bien estructurado, también proporcionó un soporte teológico a las ideas que proponía y asesoramiento legal sobre como instruir causas por brujería y lo más importante declaró de manera decidida que quienes negaban la realidad de la brujería era herejes.

Otros ejemplos de manuales son los siguientes:

  • Demonolatriae, escrito por Nicolás Rémy, juez del ducado de Lorena, en 1595.

  • Disquisitionum Magicarum Libri Sex, Martín del Río, jesuita belga, 1611 (tratado más popular y de mayor autoridad del siglo XVII).

  • Discours des sorciers, Henri Boguet, juez borgoñón 1602.

  • Tableau de l'inconstance des mauvais anges et démons, Pierre de Lancre, juez francés, 1612.

  • Practica Rerum Criminalium, Benedict Carpzov, juez luterano de Sajonia, 1635.

  • Compendium Maleficarum, Francesco María Guazzo, 1608.

Considerados en conjunto estos tratados lograron que las clases eruditas tomaran conciencia del problema y se convencieran de su realidad, no obstante, pocas personas sabían leer por lo que las obras se limitaban a una pequeña parte de la población. Para que la caza de brujas pudiese tener éxito fue necesario que las clases populares se hicieran alguna idea de la naturaleza diabólica del delito, porque la detección y procesamiento de las brujas requería el apoyo de toda la comunidad; por lo que las clases dirigentes debieron educar al pueblo de diversas formas con relativo éxito.

Fundamentos Legales de la Caza de Brujas:

Esta fue una operación esencialmente judicial, de hecho el procesamiento intensivo de brujas en la Europa Moderna se vio facilitado por ciertas innovaciones legales ocurridas entre los siglos XIII y XVI.

  • Los tribunales eclesiásticos y civiles de Europa adoptaron un nuevo sistema inquisitorial de procedimiento criminal que hizo mucho más sencilla la incoación y enjuiciamiento de casos de brujería.

  • Los tribunales obtuvieron el derecho a torturar personas acusadas de brujería, haciendo así relativamente sencillo extraer confesiones y nombres de supuesto cómplices.

  • Los tribunales civiles consiguieron la jurisdicción sobre la brujería, complementando así y sustituyendo en muchos casos a los tribunales eclesiásticos.

  • Se permitió a los tribunales locales y regionales actuar sin demasiada interferencia del control judicial central o nacional, garantizando así un número relativamente alto de condenas y ejecuciones.

  • Estas causas, ayudadas por las circunstancias intelectuales vistas anteriormente posibilitaron la caza de brujas, de hecho estuvieron estrechamente relacionados, pues la adopción de nuevos procedimientos criminales facilito la síntesis de diversas ideas relativas a las actividades en que supuestamente participaban las brujas; estas innovaciones explican además el porque la caza ocurrió en este determinado momento. La persecución intensiva de brujas solo se inició una vez que muchos tribunales europeos hubieron adoptado el procedimiento inquisitorial y comenzado a emplear la tortura; y no concluyó hasta que los magistrados y jueces advirtieron que estaban condenando personas inocentes e introdujeron, en consecuencia, reformas a las leyes existentes en forma significativa.

    Aunque el fenómeno de la caza de brujas no es exclusivo de la religión católica ya que los protestantes condenaron, en igual o mayor medida que su contraparte, hay una institución que queremos destacar para finalizar este capitulo, nos referimos a la Inquisición, que para nuestra cultura Latinoamericana fue una realidad concreta.

    LA INQUISICION

    La inquisitio, es sencillamente un procedimiento jurídico. En la actualidad podríamos llamarlo el procedimiento de encuesta que se abre cuando se tiene conocimiento de un crimen, con el objeto de llegar a una decisión final: o la acusación o el sobreseimiento. El nombre de inquisición también hace referencia a un tribunal, que tiene una función especifica la dilucidación en calidad de experto de los crímenes de herejía en la Edad Media, y de brujería en la gran caza de brujas de la Edad moderna.

    En un principio fue fundado por el papa y el emperador germánico en 1231 dirigido de forma clara a una acción concreta: acabar con el catarismo y los cataros; Luego de esto su acción decayó hasta que en el Concilio de Trento pasó a formar parte de la nueva estrategia de la Iglesia, no solo contra la Reforma, sino también contra la brujería (se suponía que el brujo era hereje, además el contagiado por la Reforma también caía en delito de brujería, por separarse de la Iglesia Católica).

    Las normas a las que estaban sometidos los tribunales de la Inquisición eran las siguientes: cuando los inquisidores recibían aviso de la presencia de herejía o brujería en un pueblo, se dirigían a el y en una predicación solemne, realizada en la iglesia parroquial, pedían a todos los fieles que les ayudaran a extirpar la brujería del pueblo, y a las brujas perdón divino. Se inauguraba así el Tiempo de Gracia, que duraba aproximadamente un mes, si se confesaba el error, al infractor se le trataba con misericordia y muchas veces salía libre con una penitencia leve y secreta. Una vez terminado este plazo ya no había compasión, y se iniciaba el proceso propiamente dicho. Primero se convocaba a los sospechosos, si no se presentaban eran excomulgados; desde la citación el inculpado era vigilado y no tardaba en ser arrestado. Una vez en la cárcel, comparecía ante el tribunal y era interrogado por dos religiosos sanos de espíritu y por un notario, se hacia la relación de la acusación, sin citar al acusador y con dos testimonios que la confirmasen era suficiente. El testimonio era secreto, en ausencia del acusado, el que no tenia derecho a la defensa de un abogado.

    Ante la resistencia a confesar los crímenes se contaba con una amplia gama de instrumentos de coacción, que realizaba el brazo secular, acerca de esto daremos a conocer la siguiente crónica:

    Una Crónica del Proceso Inquisitorial y su aplicación mediante tortura.

    “Cuando el prisionero ha sido examinado tres veces y todavía persiste en le negativa, sucede a menudo que es retenido durante un año entero o más tiempo antes de ser admitido a otra audiencia, para que cansado pos su encarcelamiento, sea más propenso a confesar lo que se desea; mas si todavía persiste en le negativa, finalmente se le entrega su acusación entremezclada por cierto numero de supuestos, crímenes de naturaleza nefanda, cuya composición de verdad y falsedad es una trampa para el infeliz desgraciado; pues, como raramente deja de exclamarse contra los crímenes fingidos, sus jueces concluyen que los otros de los que se queja menos son verdaderos. Cuando se celebra en serio su juicio, los testigos son examinados de nuevo, y se le entrega una copia de las declaraciones suprimiendo las circunstancias que pudieran revelar la identidad del testigo; el prisionero replica a cada particular y da interrogatorios a los que quisiera que se sometiesen los testigos y los nombres de otros que quisiera que se examinasen en su nombre; se le designa un abogado, lo cual, pese a tener apariencia de Justicia, en realidad de nada sirve al prisionero, pues el abogado a prestado juramento ante el oficio, no se le permite hablar con su cliente salvo en presencia del inquisidor, ni puede alegar en su favor nada salvo lo que juzgue apropiado. Después de llevar el proceso de esta manera durante un tiempo considerable, los jueces, con sus asesores, examinan las pruebas y determinan la suerte del prisionero; si sus respuestas y excepciones no son satisfactorias, ni las pruebas contra él bastan para declararlo culpable, se le condena a la Tortura.

    El escenario de la diabólica crueldad es una oscura bóveda subterránea; a su llegada allí el prisionero es cogido inmediatamente por un torturador, que lo desnuda enseguida. Mientras lo desnudan y mientras es torturado, el inquisidor lo exhorta encarecidamente a confesar su culpa, pero sin levantar falso testimonio contra sí mismo o contra otros. La primera Tortura es la de la Cuerda, que se lleva a cabo de esta manera. Las manos del prisionero se atan a su espalda, y por medio de una cuerda ligada a ellas y pasando por una polea, es levantado hasta el techo, donde habiendo colgado durante un rato con pesas atadas a sus pies, es bajado hasta casi tocar el suelo con sacudidas tan bruscas que le descoyuntan los brazos y las piernas, por medio de lo cual se le infringe el más exquisito dolor, y se le obliga a gritar de modo terrible. Si la fuerza del prisionero aguanta, normalmente le torturan de esta manera durante cerca de una hora, y si esto no le arranca una confesión que les guste, recurren a la siguiente tortura, a saber: el Agua. El prisionero es tendido de espalda en una artesa de madera por cuyo centro pasa una barra sobre la que repose su espalda, y a veces se le rompe así la espina dorsal y se le inflige un dolor increíble. La tortura del agua se ejecuta a veces al prisionero a tragar una cantidad de agua y luego apretándole el cuerpo atornillando mas los lados de la artesa; otras veces se le coloca un paño mojado sobre la boca y las ventanas de la nariz del prisionero y una pequeña corriente de agua descendiendo constantemente sobre ella introduce el paño en su garganta, que al ser retirado de pronto sale con sangre y agua y hace pasar al infeliz desgraciado las Agonías de la muerte. La siguiente tortura, a saber, la del Fuego, se ejecuta así: el prisionero hallándose en el suelo se le acercan los pies a una hoguera y se le frotan con materia untuosa y combustible, por medio de la cual, el calor penetrando en esas partes, sufre dolores peores que la muerte misma...”.

    En la practica de la tortura se seguía todo un ritual majestuoso que hacia aun más inquietante el procedimiento (como vimos anteriormente), con los resultados de los interrogatorios, se reunía el tribunal, formado por una especie de jurado, se les leía el resultado de los interrogatorios y ellos formulaban su criterio, con esto se decidía la sentencia la que se hacia publica de manera solemne en el denominado Sermón General, que se celebraba el domingo delante de la Iglesia, con los acusados instalados sobre una tarima donde todos pudieran verlos. El inquisidor mayor efectuaba el sermón y de cuando en cuando se detenía para ver si el acusado cambiaba de parecer. El sermón concluía con la proclamación de la sentencia, que podía ser de tres clases: confiscación de los bienes, la cárcel y la pena de muerte, sobre esta ultima era realizada en unos espectáculos grandiosos, de gran magnificencia llamados Autos de Fe, de los cuales escuchamos otra crónica de un embajador veneciano en Madrid, a mediados del siglo XVI:

    “El pasado domingo hizo quince días que se celebró en Murcia un acto que en Toledo llaman acto de la Inquisición, en el cual veintinueve individuos fueron quemados por judíos. Entre ellos había algunos personajes principales, por lo que la confiscación de sus propiedades reportara al rey mas de 4.000.000 de ducados. Ya he informado a vuestra serenidad de que un judío, mientras se hallaba preso en aquella ciudad, corrompió a gran parte de la población y de como ello fue descubierto, de modo que el castigo de los culpables aun no ha concluido. Las veintinueve personas que fueron quemadas últimamente eran todas impenitentes, pero, si se hubieran retractado y pedido misericordia incluso en él ultimo momento, les habrían respetado la vida, aunque con perdida de sus propiedades y de su libertad, en virtud de un privilegio en ese sentido de que gozan los reinos de Murcia, Granada, Aragón, Cataluña y Valencia, pero que no se concede a los de Castilla, donde, a menos que la retractación se haga dentro de cierto periodo, el individuo que omite hacerla es necesariamente ajusticiado...”.

    Este panorama inquisitorial es sólo un resumen, en el que hemos querido proporcionar una muestra comprensible y aproximativa del procedimiento que se ejercía en tiempos de la caza de brujas.

    CONCLUSIÓNES

    Para llegar a la gran caza de brujas de la Edad Moderna tuvieron que ocurrir una gran variedad de fenómenos, los que se comenzaron a gestar varios siglos antes y que detonaron en el siglo XVI, no espontáneamente, sino como una lenta acumulación de conocimientos en el inconsciente colectivo de la población dirigente medieval. Esta acabo convenciéndose de que las brujas realmente realizaban las acciones que se les atribuían.

    Este concepto acumulativo paso por varias etapas: paganismo, herejía y brujería. Los últimos dos han sido objetos de este estudio y para ordenar las ideas comenzaremos por la herejía:

  • La época medieval es llamada, según Duby, la era de las herejías vencidas o sofocadas, son permanentes, abundantes, endémicas, incluso necesarias, pero siempre terminan derrotadas, hasta la fase de la reforma luterana.

  • Hay una clara dificultad para definir al hereje; en este estudio se comenzó con la definición enciclopédica, y luego por la de un historiador teólogo, para quién hereje es aquél que elige, selecciona una parte de la verdad total y luego se obstina en su elección, aunque se señaló que esto no es la verdad absoluta.

  • Un hereje llega a serlo por decisión de las autoridades ortodoxas, marcándose claramente dos polos irreconciliables, ORTODOXIA Y HEREJÍA. Entreambos se extienden anchos margenes, enormes zonas de indiferencia, y a veces de neutralidad, pero estos márgenes siempre son movedizos e indefinidos.

  • Esta claro que la Iglesia se mostrará más o menos exigente en un momento o en otro con el sector de la sociedad tachado de herético y como tal, hostigado y condenado, solo comparemos la represión del caso Cátaro con la herejía del Santo Lebrel.

  • Por último, hay que destacar el papel fundamental e inmediato que desempeña la ortodoxia en la aparición y producción de la herejía que afecta también al contenido de las doctrinas heterodoxas.

  • ¿ A quién llega la herejía? : a seres insatisfechos a los que la Iglesia a su alcance no a sabido llenar sus exigencias espirituales, y que por eso se apartan de ella y prestan oídos a otros mensajes; estas son las herejías o devociones fallidas, frustradas. Estas doctrinas al ser transmitidas y propagadas sufren degradaciones y renovaciones, aunque casi no existen documentos para verificar la magnitud de esta degradación. Ella puede observarse en el caso de las herejías populares o folclóricas, paso final de cualquier doctrina herética.

    Por último, importante es la represión en la historia de las herejías, encontrándose casos en que estas son domesticadas y reconciliadas y algunas se apropian de su doctrina (franciscanos). Pero al perseguir y castigar, la ortodoxia crea todo un arsenal que luego sobrevive largo tiempo a la herejía contra la que debía luchar (Inquisición).

    La brujería es un tema distinto y aparece con frecuencia desde el mundo pagano de la Europa alto medieval. No es un fenómeno “culto”, en el sentido estricto, las brujas no tienen bibliotecas, dice Duby1, si bien a partir del siglo XI magia y brujería parecieron eclipsarce ante la herejía. A partir del siglo XIII la situación cambia volviendo a florecer así un nuevo concepto: la magia culta. Entonces nace la creciente perfilación del peligro que representaba para la opinión general estos hijos del demonio que eran los brujos.

    Desbaratada gracias a la propagación de las ordenes mendicantes, el aparato inquisitorial y a los ejércitos cruzados, la crisis del Catarismo tuvo un papel importante en el resurgimiento histórico de la brujería. Por motivos puramente eclesiásticos ya no se podía considerar con tolerancia la subsistencia de antiguas y no integradas supersticiones que la creciente urbanización de los estratos inferiores traía del campo a la ciudad. En las viejas hechiceras y curanderos comienza a vislumbrarse la presencia directa del demonio y del culto rendido a éste. En los antiguos ritos y técnicas terapéuticas comienzan a buscarse las pruebas de una antiiglesia.

    Esto no se debió al capricho de los teólogos sino que la Iglesia al acumular victorias, había agregado cada vez más adversarios y más personas que se formulaban preguntas y se descubrían llenos de dudas2. La inquisición y toda la represión había acabado con la mayoría de las herejías, pero las críticas y las tendencias a reinterpretar algunos valores eran cada vez más abundantes. El interés creciente por el demonio puede determinarse en parte como consecuencia de la represión de los cátaros; la contrapartida del dios bondadoso era cada vez más importante en la religión culta y popular. Naturalmente el Catarismo no es responsable directo de esto; jamás un cátaro realizó un culto demonológico, sólo se les atribuyó que lo hacían, lo que pesó profundamente en el inconsciente colectivo.

    El siglo XIII presenció la permanencia de las herejías, oficialmente derrotadas, pero extraoficialmente florecientes. Sin embargo ya no hablamos de herejías cultas, sino a un nivel sumamente deteriorado; es importante hacernos las preguntas que hace Cardini ¿depende la atención que se les presta el hecho de que aparezcan o se reanuden en este preciso instante?, ¿O se trata más bien de lo contrario, es decir, que fueron practicas en realidad no interrumpidas nunca, y que sólo a partir de un determinado momento llamaron la atención de clérigos e inquisidores? 3.

    Esto sentaría las bases de una interpretación de la brujería como un complejo de ritos y prácticas nunca interrumpidas realmente, aunque escasamente documentadas y descubierta sólo en el curso del siglo XIII por una iglesia decidida a no tolerar manifestaciones inconformistas o masivas, ni siquiera cuando se presentaban como formas sagradas, quería evangelizar completamente todas las doctrinas, incluso las más profanas. Además implicaría que tras la brujería existía toda una práctica litúrgica coherentemente articulada y organizada. Lo que sí está claro es que a partir aproximadamente de la mitad del siglo XII la sombra de la herejía se extiende por sobre viejas y hasta toleradas prácticas brujescas, profundas supersticiones de la Europa rural y pastoril.

    La opinión de los teólogos se superpuso a la tesis agustiniana, demonizadora de las divinidades paganas y es aquí de donde nace la constante amenaza del demonio sobre la humanidad.

    El encuentro herejía-brujería de ningún modo fue directo e inmediato, más bien se dio paulatinamente un cambio en el concepto acumulativo de brujería, constantes coincidencias en las esferas de los dos conceptos. La brujería como herejía tardo en denunciarse.

    Luego de la gran crisis del siglo XIV en la cristiandad occidental, la sociedad tenía la impresión de vivir como en una fortaleza asediada por el demonio; gran responsable de esta preocupación corresponde a la obra sistematizadora y acumulativa del inquisidor general de Aragón, el dominico Nicolás Eymerich, que en su Directorium Inquisitorium negaba que hubiese formas de herejía que pudieran quedar fuera del alcance de la brujería.

    Sin embargo el tema fundamental en el cual se terminó de crear la imagen teológica-jurídica de una brujería fue el pacto con el demonio, entendido no en un sentido contractual sino más bien de sujeción, o una fidelitas, que el hombre juraba al diablo y en cuyo acto le rendía un homenaje. Al hacer esto el brujo traicionaba la base misma de la ley: non habebis deos alienos coram me, no tendrás dioses extraños por sobre mí.

    Este cambio de igualdad a sumisión le corresponde exclusivamente a la mujer como principal objeto de la brujería, las que se vieron mayormente afectadas por la caza de brujas ¿serían estos antiguos elementos misóginos propios de la cultura eclesiástica?. El caso es que la profesión brujeril estaba profundamente vinculada a condiciones profesionales femeninas, como por ejemplo, la comadrona, curandera, mendiga o prostituta.

    La imprenta también aportó a la caza de brujas, al masificar la cantidad de manuales de inquisidores a lo largo de Europa, pasando a poner en nivel público las polémicas teológicas acerca de los poderes del demonio.

    Finalmente, la brujería siempre trata en el ámbito cotidiano, es decir, la clientela del brujo o bruja pertenecía a las más variadas capas sociales, que se homogeneizaban en el hecho de tener necesidades y deseos inconfesables.

    Como agitadora y al mismo tiempo conservadora de las estructuras sociales en que operaba, la brujería fue siempre una actividad conocida y reconocida por el pueblo que desde muchos ángulos necesitaba de ella; la bruja era asesina, destructora de matrimonios, procuradora de abortos, evitaba al mismo tiempo las crisis domésticas e interfamiliares ocultando sus diversas causas, vendía ilusiones, aliviaba a cuantos acudían a ella y los alejaba de la rebeldía. Sólo cuando los teólogos, es decir la cultura literaria, imparte su condena sobre ella es que esta práctica comienza a ser perseguida.

    POR ESTO, EN EL FONDO, LA CUESTIÓN SOCIAL COMIENZA ALLÍ DONDE LA BRUJERÍA TERMINA: ALLÍ DÓNDE EL HOMBRE SE DESCUBRE SOLO ANTE SU DESTINO...

    BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA.

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    J.G. Frazier, La Rama Dorada. Magia y Religión, citado en “Hechicería y Brujería en Canarias en la Edad Moderna” de Francisco Fajardo Spínola, Ediciones del Cabildo Peninsular de Gran Canaria, Las Palmas 1992.

    Idem, p. 27.

    Idem, p. 28.

    Brian P. Levack, La Caza de Brujas en la Europa Moderna, Edit. Alianza, Madrid, 1995, cap.1, p. 25.

    Franco Cardini, Magia, Brujería y Superstición en..., pagina 10.

    F. Fajardo Spinola, Hechicería y Brujería..., (n. 3), p. 55.

    F. Fajardo Spinola, Hechicería y Brujería..., (n. 3), p.60.

    Todo el texto, a continuación extractado, así como todas las citas de este tema, son extraídas de Jean Claude Bologne, De la Antorcha a la Hoguera: Magia y Superstición en el Medioevo, ed. Anaya & Muchnik, España, 1997, pp.19-39.

    Versión primitiva de la leyenda conservada en el pseudo Clemente, Recognitiones,IV, t. 1, col. 1326-1327.

    Gregorio de Tours, 62, I, 5. Tradición que se vuelve a encontrar en Hugo de San Víctor, Eruditionis Didascalicae libri septem, VI, 15. Isidoro de Sevilla, Etym., VIII, 9.... Y todos aquellos que hablan de magia en la Edad Media.

    Isidoro de Sevilla, “Etymologia”, VIII, 6, 17.

    J. C. Bologne, De la Antorcha a la Hoguera, primera parte, pagina 21.

    Evangelios de las ruecas, 55, página 79.

    El orgullo es el pecado de los demonios que revelaron el arte mágico a los hombres según Tomas de Aquino, Summa contra gentiles, III, 109.

    Berthelot, 108, pp. 145-162.

    J. C. Bologne, De la Antorcha a la Hoguera..., pp. 23-24.

    Sobre las maravillas de la India, las leyendas de Alejandro y el preste Juan, Thorndike, t.2, p. 236.

    J. C. Bologne, De la Antorcha a la Hoguera..., p. 24.

    I Enoc VIII, 1-3, pagina 478-479.

    El Kalevala, Madrid, editorial Alianza , 1994.

    H. C. Lea, Historia de la Inquisición Española, volumen III, Madrid 1983. (vid n. 3), p. 38.

    Brian P. Levack, La caza de brujas..., p. 31.

    Todas las ideas sobre este tema están extraídas de Brian P. Levack (vid n. 6), y Norman Cohn, Los demonios familiares de Europa, editorial Alianza, Madrid, 1987, cap. 9-10, pp. 214-262.

    B. P. Levack., La caza de brujas en..., p. 55.

    Norman Cohn, Los Demonios familiares...(n. 25), p. 218-219.

    C. Ginzburg, Ecstasies: Deciphering the Witches' Sabbath, citado en La Caza de Brujas... (n. 25), p. 62.

    Opinión expresada por el Rey Jacobo VI de Escocia, en Daemonologie, (vid n. 25), p. 65.

    B. P. Levack, La caza de brujas... (n. 25), p. 81.

    B. P. Levack, La caza de brujas..., (n. 25), p. 85.

    Norman Cohn, Los demonios familiares..., (vid. n. 25), p. 225.

    Aunque la información contenida en este subtítulo es de carácter general e informativo, para un estudio más especifico véase: Cecil Roth, La Inquisición Española, editorial Martínez Roca S.A., Barcelona 1989. H. Ch. Lea, Historia de la Inquisición Española, editorial Universitaria Española, Madrid 1983 y J. Mestre Godes, Los Cataros: problema religioso, pretexto político, editorial Península, Barcelona 1995, cap. 2, p. 83-90.

    C. Roth, La Inquisición..., (vid n. 33), p. 86-87.

    C. Roth, La Inquisición..., (vid n. 33), p. 63-64.

    1 A.A V.V.,Herejías y Sociedades en la Europa Preindustrial, siglos XI-XVIII, siglo veintiuno de España editores S.A., Madrid 1987, compilación de Jacques Le Goff, p. 385.

    2 Franco Cardini, Magia, Brujería y Superstición en el occidente medieval, ediciones Península Barcelona 1982, p. 74.

    3 vid. n. 2, p.76.

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    Enviado por:Leonardo Mora
    Idioma: castellano
    País: Chile

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