Literatura


Leyendas; Gustavo Adolfo Bécquer


EL CAUDILLO DE LAS MANOS ROJAS

Una noche Tippot-Dheli, magnífico rey de Orisa, encuentra a su hermano Pulo-Dheli junto con su prometida Siannah. Los dos hermanos se pelean y Pulo lo mata, pero le queda una mancha de sangre en la mano, esta no se va de ninguna forma así que pide consejo a los dioses Vichenú. y Schiwen, este último lo quiere matar.

Vichenú le hace ir hasta el manantial más escondido del Tibbet con su esposa, pero no pueden mantener ningún contacto carnal durante la peregrinación. Los amantes caen bajo la tentación y se rompe la promesa. Así, Schiwen consigue llevarse a Siannah del lado de Pulo pero Vichenú le da otra oportunidad para lavarse la mano y devolver a Siannah.

Ahora el príncipe tiene que buscar el templo que construyó su padre en honor de Vichenú y que fue destruido durante la guerra en manos del dios Schiwen y los guerreros de Lahorre. Para eso tiene que encontrar un cuervo (Bracma) que le guíe.

Hasta aquí Pulo consigue superar todas las pruebas y Bracma le dice lo que tiene que hacer para terminar; ha de reconstruir el templo, luego le llegará un tronco y más tarde un peregrino al cual tendrá que dar todo lo que pida y él a cambio le tendrá que esculpir la imagen del dios Vichenú en el tronco, pero Pulo no puede observar ningún paso de este trabajo.

Aquí, es cuando Pulo no consigue superar la prueba, ya que, se deja llevar por la impaciencia y visita la labor del peregrino, pero queda sorprendido al ver que él no está y en cambio hay la imagen de Schiwen al que le tiene que entregar la corona, el templo y su vida. Antes de morir Schiwen le concede ver a su amada por última vez.

LA CRUZ DEL DIABLO

En la villa de Bellver se encontraba un señor malvado que dominaba sus tierras junto con otras aldeas. A este señor, un día se le ocurrió una idea que favoreció al pueblo, se marchó en seguimiento de los cristianos durante tres años.

La aldea vivió feliz durante este tiempo, pero el señor del Segre regresó a esa tierra pidiendo que pagaran tributos, pero los habitantes se resistieron y así comenzó una guerra. La victoria la tuvo el pueblo cuando quemaron el castillo del Segre con él y sus compinches.

Al cabo de un tiempo unos bandidos se instalaron allí, tenían como jefe al mismísimo diablo que llevaba puesta la armadura del señor del Segre. Atacaban al pueblo, secuestraban, mataban, robaban, etc. La villa pidió consejo a un ermitaño que les hizo aprender una oración de Sant Bartolomé y recitarla delante del castillo.

Aquella noche apareció la armadura montada en una mula y atada. Le hicieron un juicio, pero cuando le descubrieron la cara vieron que no había nada y luego al intentar tocarla la armadura se desplomó.

La encerraron en el calabozo, pero una noche se escapó, así que la colgaron en una horca en medio de la plaza mas esto tampoco funcionó. Volvieron ha pedir consejo al ermitaño, este les hizo quemar la armadura junto con unos sillones del castillo y luego hacer una cruz con todo eso. Los aldeanos llamaron a esa cruz: La cruz del diablo

LA AJORCA DE ORO

Él la encontró un día llorando. Ella era de una belleza increíble, pero más demoníaca que angelical. Ella le dice que llora por una tontería: estaba ayer en el templo, la Virgen resplandecía y mientras cantaba el Salve Reina ella vio un objeto que le llamó mucho la atención: la ajorca que la Virgen llevaba en el brazo con el que sujeta a su Hijo. Las luces del altar se reflejaban en la joya de una manera maravillosa. Durante la noche ella siguió acordándose de la joya. Una mujer que no era la Virgen le enseñaban la joya y le decía que nunca sería suya. Ella lloraba porque quería la joya. Él con ánimo de conseguírsela le preguntó que qué Virgen la tenía, cuando se enteró que era la del Rosario no quería ir, pero ella se puso a llorar otra vez. Un día él entró a la catedral de Toledo, esperó a que estuviera despejado y subió la primera grada y pasó junto a las tumbas de los reyes. Él tuvo mucho miedo, cuando fue a andar parecía como si alguien le sujetara los pies y vio el suelo de la capilla todo lleno de lápidas. Consiguió llegar hasta la Virgen, tenía una sonrisa tranquilizadora, pero que le daba mucho miedo. Le quitó la joya y cerró los ojos. Ahora sólo tenía que huir, pero antes abrir los ojos, lo que le daba mucho miedo. Un grito agudo se le escapó cuando vio que la iglesia se había llenado de santos, monjes, demonios, guerreros, damas, pajes... todos los que estaban en la iglesia pintados o esculpidos ahora tenían vida propia. Ya no pudo resistirlo, las sienes le iban a estallar. Después un telo de sangre cubrió su vista. Cuando lo encontraron unos dependientes de la iglesia aún llevaba la joya, les dijo con una carcajada ¡suya, suya!. Se había vuelto loco.

EL MONTE DE LAS ÁNIMAS

Alonso y Beatriz, los protagonistas de la leyenda, están en casa explicando historias de miedo. Él le explica a Beatriz una leyenda, una historia pasada que sucedió en el monte de las ánimas el día de todos los santos. Beatriz emocionada con la historia, con picardía e ignorancia, le pide a Alonso que vaya esa misma noche a buscar al monte a buscar una banda azul que había perdido y que se la quería regalar a él. Alonso va en busca de esta pero al anochecer aún no ha vuelto.

Durante la noche Beatriz empieza a tener pesadillas, temores, oye ruidos por todas partes. Al día siguiente encuentra la banda azul en su habitación, llena de sangre. Y en el monte es encontrado Alonso, degollado por los lobos. Se cuenta que cada noche de difuntos, Beatriz llora desesperada la tumba de Alonso.

LOS OJOS VERDES

Iban de caza el joven Fernando de Argensola, primogénito de Almenar, y el montero mayor Iñigo. Se les escapaba un ciervo allá por la fuente de los Álamos, de la que Iñigo contaba que estaba habitada por un espíritu del mal. El joven que no estaba dispuesto a perder la pieza, ignoró las advertencias del experto cazador y se adentró en la maleza.

Hablaban un día Iñigo y Fernando, cuando este último no pudo más y le contó lo que había encontrado en la fuente de los Álamos, una mujer preciosa de ojos verdes. El viejo montero le aconsejó que no volviese a acercarse a ella pues el espíritu maligno podía tomar cualquier forma, de mujer, demonio, ...

Fernando deseaba tanto a aquella mujer, que no hizo caso de esta nueva advertencia y nuevamente volvió a la fuente. Cuando vio a su amada, esta le pidió que se dejara guiar por ella hasta el fondo del lago donde permanecería feliz para siempre. Y como si hubiese sido embrujado, el joven siguió a la mujer, cayó a las aguas y expiró.

MAESE PÉREZ EL ORGANISTA

En el convento de Santa Inés, en Sevilla, había un hombre viejo y ciego que era el organista. La misa más importante era la misa del Gallo y gente de toda Sevilla y de todas las clases sociales acudían a este convento para oírlo tocar. Cuando tocaba, la gente enmudecía y se le caían las lágrimas. Pero un año maese Pérez no apareció y se ofreció a tocar un organista muy malo de otra iglesia. Cuando se disponía a hacerlo llegó maese Pérez con su hija y unos médicos. El hombre estaba muy enfermo y dijera que no quería morir sin haber tocado por última vez su órgano. Mientras tocaba se murió.

Al año siguiente se ofreció a tocar en la misa del Gallo el hombre que ya se ofreciera la primera vez y le dejaron. Al tocar, provocó en la gente lo mismo que provocaba maese Pérez. Cuando terminó se negó a volver a tocar en ese órgano. Al siguiente año, como ya no tenían organista, le pidieron a la hija de maese Pérez que tocase y ella accedió. Esta vez, en el convento había muy poca gente porque todo el mundo se había ido a la iglesia dónde tocaba el organista. Mientras la hija de maese Pérez tocaba se oyó un grito y toda la gente corrió para ver lo que sucedía. Era el alma de maese Pérez el que estaba tocando el órgano.

EL RAYO DE LUNA

Manrique era un poeta que amaba la soledad. Había nacido para soñar con el amor y amaba casi todo lo que había en la tierra. Una noche, en las ruinas de los Templarios, vio a una mujer y supo que ésa era la mujer que buscaba. La persiguió durante mucho tiempo pero no la dio encontrado. Subió a una montaña para controlar mejor la zona. La vio que iba en un bote por el río Duero y corrió tras ella. Llegó a Soria y la buscó por las calles. Al fin encontró la casa de su amada. Esperó a la mañana siguiente y le preguntó al escudero por la mujer, pero allí no vivía ninguna chica. Manrique no se rindió y siguió buscándola. Dos meses después decidió volver a las ruinas de los Templarios para ver si la volvía a ver. Allí la vio, pero al acercarse descubrió que su amada tan solo era un rayo de luna. Dos años después, Manrique aún no había superado esto.

CREED EN DIOS

Teobaldo no tenía padres: su madre murió mientras daba a luz y su padre, años después, en una emboscada. Teobaldo era un irresponsable e irrespetuoso. Un día salió de caza con sus pajes y como llovía entraron a refugiarse en una iglesia. El sacerdote le pidió que abandonase el lugar porque había entrado con los animales. Teobaldo se disponía a matarlo cuando oyó voces que anunciaban que había un jabalí y fue tras él. Después de una larga persecución, el caballo de Teobaldo se murió de fatigo pero entonces cogió el caballo de uno de sus pajes y siguió en la carrera. El caballo no se detuvo y llevó a Teobaldo al cielo. Allí vio a una serie de santos y escuchó como su madre rezaba por él. Miró a Dios a la cara y de repente se cayó y volvió al bosque. Cuando regresó a su castillo, éste se había convertido en una iglesia.

EL MISERERE

Un caminante llegó a un monasterio y pidió cobijo ya algo de cena. El caminante era un músico que había cometido un asesinato y quería hacer un miserere para ser perdonado. Un rabadán del monasterio le contó una leyenda acerca de un miserere: un hombre construyó un monasterio con el dinero que le debía dejar a su hijo como herencia. El hijo y sus amigos quemaron el monasterio. Cada Jueves Santo se repite el miserere que se cantaba en el momento del incendio.

Ese día era Jueves Santo y el caminante decidió ir al monasterio. Cuando llegó, entre una niebla azulada, el templo comenzó a reconstruirse. Los esqueletos de los monjes dijeron el primer versículo del salmo de David. De repente se produjo un movimiento y el canto de los monjes se convirtió en algo triste. Se rompió una cúpula y se vio el cielo. El caminante volvió al monasterio, pidió asilo y se puso a escribir su miserere, pero murió antes de acabarlo.

EL CRISTO DE LA CALAVERA

El rey de Castilla llamó a los nobles más floridos para la guerra contra los moros. El día antes de la guerra se celebró un sarao. Entre la muchedumbre destacaba una mujer muy bella, nombrada reina de la hermosura en todos los torneos. La chica (Inés de Tordesillas) tenía que escoger a un chico pero ella tenía a dos que eran sus favoritos: Alonso de Carrillo y Lope de Sandoval. Una vez le cayó un guante y fueron Alonso y Lope los primeros galanes que se lo cogieron que se retaron con la mirada ante la atónita mirada de toda la gente. Tuvo que ir el rey para ser él personalmente el que le devolviese el guante a Doña Inés. Por la noche Alonso y Lope se encontraron en una plaza y se fueron a un lugar más iluminado para resolver su duelo. Cuando comenzaron la pelea la luz se apagó de repente. Oyeron una extraña voz y se asustaron. Entendieron aquella extraña situación como un mensaje de Dios para que no se peleasen y entonces se abrazaron. Decidieron ir a preguntarle a Inés a cuál de los dos amaba. Pero al llegar al castillo vieron a Inés con otro hombre y desistieron de hacerle la pregunta.

EL GNOMO:

Unas hermanas, Marta y Magdalena, tras escuchar la historia contada por el tío Gregorio y también las relatadas por las viejas de su casa, decidieron salir a encontrarse la famosa fuente que te lleva a las riquezas. Una vez en la fuente, ambas hermanas oyeron como el viento y el agua les hablaban y las hipnotizaba. Apareció el gnomo, al cual ambas chicas siguieron con el fin encontrar riquezas. Magdalena volvió pero de Marta no se supo nada más.

LA CUEVA DE LA MORA:

En esta historia el escritor nos cuenta, lo que le sucedió un día que paseaba cerca de un castillo:

Todos los días subía paseando hasta el castillo para ver si encontraba cosas antiguas, pero un día que estaba muy cansado, se fue por otro camino y encontró una cueva escondida detrás de unos arbustos, entró pero estaba muy oscuro y no veía nada. Cerca de allí había un señor cultivando en el campo, y le pregunto sobre la cueva. El señor le contestó que era la cueva de la mora y que todas las noches salía un espíritu a coger agua al río. Entonces le dijo que: hace mucho tiempo hubo una guerra entre moros y cristianos y que el príncipe cristiano y la princesa mora estaban enamorados. En la batalla el príncipe fue herido y la princesa le llevó a la cueva para ayudarle. Al salir al río a por agua, la dispararon una flecha y murieron los dos en la cueva. A partir de ese día se ve al espíritu de la princesa como va a por agua al río.

LA PROMESA

Margarita lloraba porque su amado se iba a la guerra para echar a los moros de Sevilla. Él la calma y le promete que volverá, pero el escudero del conde de Gómara no puede faltar. Al día siguiente los hermanos de Margarita la llevan a ver partir el séquito que va a la guerra del conde de Gómara y cae desmayada al ver que Pedro, su amante, es el propio conde. El conde tras haber ganado en las luchas estaba muy pensativo y pálido. El escudero le preguntó qué le pasaba. Le dijo que le habían sucedido una serie de cosas extrañas: cuando su caballo desbocado iba a caer contra las lanzas enemigas, una mano lo sujetó. Otra vez la vio, hermosa, pálida descorriendo las cortinas de su habitación; coger una saeta que venía a herirle; escanciar el vino de su copa en los convites... Incluso la veía en ese momento, por lo que el escudero lo tomó por loco. Dijo que salir de la tienda a tomar el aire. Cerca de la tienda de campaña del rey vieron un personaje extraño medio romero, medio juglar, vendía baratijas y contaba historias, cuando se acercaron empezó a entornar un romance: “El romance de la mano muerta”. Cantaba su historia: una chica enamorada de uno que se hacía pasar por escudero, todas las estrofas terminaban con un estribillo: ¡Mal haya quien en promesas de hombre fía! Ella temía que con el conde se le iba su honra. Su hermano la mata por haberlos deshonrado. Pero al enterrarla la mano siempre aparecía. El conde le pregunta que de dónde ha sacado el romance y dice que del pueblo de Gómera. El conde fue a Gómera, arrodillado sobre donde ella estaba enterrada cogió su mano mientras un sacerdote los casaba hundiéndose así la mano para siempre. Bécquer aparece como su autor al final cuando dice que en esos prados hay un pedazo que en primavera se llena de flores y la gente dice que allí está enterrada Margarita. Bécquer se apoya otra vez en el género del romance histórico ya en decadencia.

LA CORZA BLANCA

En esta leyenda aparece un noble aragonés, llamado don Dionís, que tenía una hija, Constanza, y esta tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés. Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos árboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy bien ya que pensaba que todos los ciervos iban contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, y pensó que si atrapaba a la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada, y la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla, pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, pero Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente.

EL BESO

Una noche entraron en Toledo unos cien soldados franceses y se fueron a alojar a un convento desmantelado. El capitán se despertó de una pesadilla y estuvo junto a una mujer muy bella y al contárselo a sus amigos les desveló que era de mármol. En su interior, el capitán estaba convencido de que la mujer era de verdad. Se reunieron los amigos del capitán y éste en el monasterio y encendieron fuego para calentarse y para ver. El capitán les mostró a sus amigos la mujer de mármol y todos quedaron estupefactos. El capitán derramó su vino sobre la estatua del guerrero que estaba junto a la de la mujer. El capitán se acercó a besar a la estatua pero la estatua del guerrero le dio un puñetazo y lo mató.

LA ROSA DE LA PASIÓN

Sara (una joven judía) esta enamorada de un joven cristiano.
Uno de sus pretendientes, que ere judío, le dijo al padre de Sara que esta quería a un cristiano. El judío le contó al padre donde se encontraban los enamorados. Estos judíos acuerdan matar al cristiano esa noche, pero el cristiano estaba ya avisado por Sara. Sara se acerco a la iglesia, que era donde se encontraba con su amado, y recriminó el comportamiento de su padre. Empezaron a discutir y Sara renegó de su religión por su amado. Entonces la joven desapareció para siempre y nada se supo de ella, solo que al poco tiempo se encontró una joven muerta, con una flor muy rara, en la que se veían marcados los atributos del martirio del Salvador del mundo, a dicha flor se le denominó “Rosa de la Pasión”

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Enviado por:Jorge Fragío
Idioma: castellano
País: España

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