Filología Hispánica


Lenguaje


CRITERIO EXTRALINGÜÍSTICO

Siguiendo el criterio extralingüístico, existe C.I. en la construcción “A mi hermano le hirieron la cabeza”?

Hay dos definiciones de C.I. que de manera más clara han hecho alusión a la realidad extralingüística:

  • “El C.I. es aquel vocablo que designa la persona o cosa en cuyo beneficio o detrimento se realiza la acción del verbo”.

  • “El C.I. es aquel vocablo que se refiere a la persona, animal o cosa en quien se cumple la acción del verbo transitivo o intransitivo”.

  • Entre lo lingüístico y lo extralingüístico no existe una correspondencia biunívoca; un mismo hecho extralingüístico puede existir en la realidad lingüística de maneras diferentes.

    Si en “A mi hermano le hirieron la cabeza” decimos que “a mi hermano” es un C.I. porque alude a la persona en cuyo detrimento se realiza la acción del verbo o en la que se cumple la acción del verbo, es evidente que en la estructura “Le hirieron a mi hermano la cabeza” también tendríamos que caracterizar el sintagma “a mi hermano” como un C.I., lo que, generalmente, no se hace.

    Esta concepción exigiría considerar indirectos otros complementos verbales a los que no se asigna este término.

    Además complementos a los que algunos autores han llamado indirectos nada tienen que ver con esta definición, por ejemplo “nos” es la construcción “nos ha llovido”.

    CRITERIO EXTRALINGÜÍSTICO

    ¿En qué sentido dos construcciones como: “Antonio le besó la cara a su novia” y “Antonio besó a su novia en la cara”, pueden afectar a la caracterización extralingüística del C.I.?

    Hay dos definiciones de C.I. que de manera más clara han hecho alusión a la realidad extralingüística:

  • “El C.I. es aquel vocablo que designa la persona o cosa en cuyo beneficio o detrimento se realiza la acción del verbo”.

  • “El C.I. es aquel vocablo que se refiere a la persona, animal o cosa en quien se cumple la acción del verbo transitivo o intransitivo”.

  • Entre lo lingüístico y lo extralingüístico no existe una correspondencia biunívoca; un mismo hecho extralingüístico puede existir en la realidad lingüística de maneras diferentes.

    Si en “Antonio le besó la cara a su novia” decimos que “a su novia” es un C.I. porque alude a la persona en cuyo beneficio o detrimento se realiza la acción del verbo o en la que se cumple la acción del verbo, es evidente que en la estructura “Antonio besó a su novia en la cara” también tendríamos que caracterizar el sintagma “a su novia” como un C.I., lo que, generalmente, no se hace.

    Esta concepción exigiría considerar indirectos otros complementos verbales a los que no se asigna este término.

    Además complementos a los que algunos autores han llamado indirectos nada tienen que ver con esta definición, por ejemplo “nos” es la construcción “nos ha llovido”.

    TESNIÈRE

    Según la teoría de Tesnière, ¿existe C.D. en la construcción “Hace calor en Cádiz”?

    Tesnière en 1959 escribe Elementos de sintaxis estructural. Dice que el C.I. sólo puede aparecer en estructuras transitivas, tanto es así que lo define como el tercer actante.

    T. distingue entre actantes y circunstantes. Los actantes están regidos obligatoriamente por el verbo, en tanto que los circunstantes no. Identifica los actantes con las funciones típicas del sustantivo. En este sentido distingue:

    - Sujeto 1º actante.

    - C.D. 2º actante.

    - C.I. 3º actante.

    - C. Agente 2º actante en las oraciones pasivas.

    Los circunstantes los identifica con los C.C. Realmente identifica circunstante con la función típica del adverbio.

    Cuando T. dice que los actantes están obligatoriamente regidos por el vbo y los circunstantes no lo están, lo que dice realmente es que los actantes no pueden ser eliminados en el texto y que los circunstantes sí. Aplica por tanto el criterio de la eliminabilidad, pero sabemos que este criterio no es valido porque todo puede ser eliminado.

    Podemos elidir el Sj: Come patatas.

    Podemos elidir el CD: Juan come.

    Podemos elidir el CI: Juan compró un coche.

    Podemos elidir el C. Ag: Juan fue golpeado.

    Por tanto la distinción de actante y circunstante no nos lleva a diferenciar las funciones.

    El número de actantes que acompaña al verbo será su valencia. Este concepto está creado a partir del concepto de actante y circunstante, por tanto no podemos tener en cuenta el concepto de valencia porque ya sabemos que ocasiona problemas.

    La caracterización que T. da de cada uno de los actantes lo hace desde dos puntos de vista: el sintáctico, y el semántico.

    El C.D. sería:

    • Sintácticamente: El 2º actante, actante al que le corresponde el valor ordinal 2º.

    • Semánticamente: Es el elemento afectado por la acción del verbo.

    En esta frase no habría complemento directo porque:

    • Sintácticamente: no podemos decir que hay un 2º actante sin un 1º porque loss valores ordinales se asignan en relación a otros.

    • Semánticamente: no puede haber C.D. porque según T. el C.D. es el elemento afectado por la acción del verbo y el verbo “hacer” no indica acción.

    TESNIÈRE

    ¿A qué diátesis pertenecería según la teoría de Tesnière las siguientes construcciones?

    • Juan le construyó una casa a su hermano

    • La casa le fue construida a su hermano por Juan

    Tesnière dice que toda construcción transitiva es biactancial y que tanto la diátesis activa como la pasiva son un subtipo de la transitiva.

    En las construcciones anteriores no podría haber, según esto, ningún tipo de diátesis porque son triactanciales.

    VERA LUJÁN

    Atendiendo al plano conceptual de la Teoría de Vera Luján, indica si hay C.D. en la construcción “Juan tiene una magnífica colección de sellos”

    Vera Luján, mediante la utilización del criterio de la rección verbal, dice que el C.I. va a quedar caracterizado desde el plano conceptual como una categoría del hablar en el sentido couseriano del término (universal, sin atender a ninguna lengua concreta). Decía que en toda oración se establecía una estructura interna.

    En la estructura interna de la oración distinguen entre “núcleo” o predicado y “margen” o sujeto. Las razones para establecer esta identificación radican en que para la existencia de la unidad “oración” es imprescindible la existencia del predicado, pero no la del sujeto.

    En el núcleo oracional se distingue entre “centro” y “periferia”. En la periferia se incluye el complemento circunstancial, mientras que en el centro quedan el verbo, el objeto directo y el objeto indirecto. El carácter periférico del circunstancial le viene de su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo y el indirecto. Esa menor cohesión viene demostrada, se dice, por el hecho de que el circunstancial puede ser reproducido o no por la proforma hacerlo.

    El centro es, a su vez, dividido en centro' y periferia'. En el centro' quedan el verbo y el objeto directo, en la periferia', el objeto indirecto. El carácter periférico' se le asigna ahora al objeto indirecto por su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo. La prueba radica en que el C.I. puede o no ser reproducido por la proforma hacerlo, mientras que el C.D. carece de la posibilidad de aparecer al lado de la proforma (se puede sustituir siempre por la proforma hacerlo).

    Por consiguiente, en el significado del significado metalingüístico de la metaunidad “complemento indirecto” aparecería, según estos autores, la marca periferia'.

    Cabría ahora preguntarse si lo que estos autores llaman periferia' puede ser catalogado como un modo de ser universal que determinadas unidades lingüísticas adquieren en la actividad de hablar y cuya definición ha de establecerse sin referencia a una lengua determinada, esto es, si puede ser considerado una categoría del hablar en el sentido de E. Coseriu. Obviamente, la respuesta es que no, pues la asignación o no a una unidad del valor periferia' depende única y exclusivamente de la relación que mantiene con otra unidad de la lengua española, la proforma hacerlo. Pero es que, además, ni siquiera estamos de acuerdo en el camino que se sigue para catalogar las unidades a las que se asigna la función de complemento indirecto como periféricas'. En primer lugar, no entendemos que éstas se incluyan en lo que se llama núcleo y no en el margen. Si al primero, según estos autores, pertenece aquello mínimamente exigible para la existencia de una oración, es evidente que si existen unidades a las que se considera oraciones y que carecen de complementos (Llueve) lo más lógico es que éstos se incluyan en el margen. Por otra parte, si al complemento circunstancial se le incluye en la periferia por su peculiar comportamiento con respecto a la proforma hacerlo, ¿por qué no se hace lo mismo con lo que se considera complemento indirecto, cuyo comportamiento, tal y como señalan estos mismos autores, es idéntico.

    Además en la oración “Juan tiene una magnífica colección de sellos”, no se puede parafrasear con la proforma hacerlo (*“Juan tiene una magnífica colección de sellos y yo lo hice también”, no tendría sentido). Esta teoría no podría ser utilizada en construcciones que no indiquen actividad, ya que estas no pueden ser parafraseadas por la proforma hacerlo.

    VERA LUJÁN

    Atendiendo al plano conceptual de la Teoría de Vera Luján, indica si hay C.D. en la construcción “Juan tiene un coche”

    Vera Luján, mediante la utilización del criterio de la rección verbal, dice que el C.I. va a quedar caracterizado desde el plano conceptual como una categoría del hablar en el sentido couseriano del término (universal, sin atender a ninguna lengua concreta). Decía que en toda oración se establecía una estructura interna.

    En la estructura interna de la oración distinguen entre “núcleo” o predicado y “margen” o sujeto. Las razones para establecer esta identificación radican en que para la existencia de la unidad “oración” es imprescindible la existencia del predicado, pero no la del sujeto.

    En el núcleo oracional se distingue entre “centro” y “periferia”. En la periferia se incluye el complemento circunstancial, mientras que en el centro quedan el verbo, el objeto directo y el objeto indirecto. El carácter periférico del circunstancial le viene de su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo y el indirecto. Esa menor cohesión viene demostrada, se dice, por el hecho de que el circunstancial puede ser reproducido o no por la proforma hacerlo.

    El centro es, a su vez, dividido en centro' y periferia'. En el centro' quedan el verbo y el objeto directo, en la periferia', el objeto indirecto. El carácter periférico' se le asigna ahora al objeto indirecto por su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo. La prueba radica en que el C.I. puede o no ser reproducido por la proforma hacerlo, mientras que el C.D. carece de la posibilidad de aparecer al lado de la proforma (se puede sustituir siempre por la proforma hacerlo).

    Por consiguiente, en el significado del significado metalingüístico de la metaunidad “complemento indirecto” aparecería, según estos autores, la marca periferia'.

    Cabría ahora preguntarse si lo que estos autores llaman periferia' puede ser catalogado como un modo de ser universal que determinadas unidades lingüísticas adquieren en la actividad de hablar y cuya definición ha de establecerse sin referencia a una lengua determinada, esto es, si puede ser considerado una categoría del hablar en el sentido de E. Coseriu. Obviamente, la respuesta es que no, pues la asignación o no a una unidad del valor periferia' depende única y exclusivamente de la relación que mantiene con otra unidad de la lengua española, la proforma hacerlo. Pero es que, además, ni siquiera estamos de acuerdo en el camino que se sigue para catalogar las unidades a las que se asigna la función de complemento indirecto como periféricas'. En primer lugar, no entendemos que éstas se incluyan en lo que se llama núcleo y no en el margen. Si al primero, según estos autores, pertenece aquello mínimamente exigible para la existencia de una oración, es evidente que si existen unidades a las que se considera oraciones y que carecen de complementos (Llueve) lo más lógico es que éstos se incluyan en el margen. Por otra parte, si al complemento circunstancial se le incluye en la periferia por su peculiar comportamiento con respecto a la proforma hacerlo, ¿por qué no se hace lo mismo con lo que se considera complemento indirecto, cuyo comportamiento, tal y como señalan estos mismos autores, es idéntico.

    Además en la oración “Juan tiene un coche”, no se puede parafrasear con la proforma hacerlo (*“Juan tiene un coche y yo lo hice también”, no tendría sentido). Esta teoría no podría ser utilizada en construcciones que no indiquen actividad, ya que estas no pueden ser parafraseadas por la proforma hacerlo.

    VERA LUJÁN

    Atendiendo al plano conceptual de la Teoría de Vera Luján, indica si hay C.D. en la construcción “La estatua de la libertad está en Nueva York”

    Vera Luján, mediante la utilización del criterio de la rección verbal, dice que el C.I. va a quedar caracterizado desde el plano conceptual como una categoría del hablar en el sentido couseriano del término (universal, sin atender a ninguna lengua concreta). Decía que en toda oración se establecía una estructura interna.

    En la estructura interna de la oración distinguen entre “núcleo” o predicado y “margen” o sujeto. Las razones para establecer esta identificación radican en que para la existencia de la unidad “oración” es imprescindible la existencia del predicado, pero no la del sujeto.

    En el núcleo oracional se distingue entre “centro” y “periferia”. En la periferia se incluye el complemento circunstancial, mientras que en el centro quedan el verbo, el objeto directo y el objeto indirecto. El carácter periférico del circunstancial le viene de su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo y el indirecto. Esa menor cohesión viene demostrada, se dice, por el hecho de que el circunstancial puede ser reproducido o no por la proforma hacerlo.

    El centro es, a su vez, dividido en centro' y periferia'. En el centro' quedan el verbo y el objeto directo, en la periferia', el objeto indirecto. El carácter periférico' se le asigna ahora al objeto indirecto por su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo. La prueba radica en que el C.I. puede o no ser reproducido por la proforma hacerlo, mientras que el C.D. carece de la posibilidad de aparecer al lado de la proforma (se puede sustituir siempre por la proforma hacerlo).

    Por consiguiente, en el significado del significado metalingüístico de la metaunidad “complemento indirecto” aparecería, según estos autores, la marca periferia'.

    Cabría ahora preguntarse si lo que estos autores llaman periferia' puede ser catalogado como un modo de ser universal que determinadas unidades lingüísticas adquieren en la actividad de hablar y cuya definición ha de establecerse sin referencia a una lengua determinada, esto es, si puede ser considerado una categoría del hablar en el sentido de E. Coseriu. Obviamente, la respuesta es que no, pues la asignación o no a una unidad del valor periferia' depende única y exclusivamente de la relación que mantiene con otra unidad de la lengua española, la proforma hacerlo. Pero es que, además, ni siquiera estamos de acuerdo en el camino que se sigue para catalogar las unidades a las que se asigna la función de complemento indirecto como periféricas'. En primer lugar, no entendemos que éstas se incluyan en lo que se llama núcleo y no en el margen. Si al primero, según estos autores, pertenece aquello mínimamente exigible para la existencia de una oración, es evidente que si existen unidades a las que se considera oraciones y que carecen de complementos (Llueve) lo más lógico es que éstos se incluyan en el margen. Por otra parte, si al complemento circunstancial se le incluye en la periferia por su peculiar comportamiento con respecto a la proforma hacerlo, ¿por qué no se hace lo mismo con lo que se considera complemento indirecto, cuyo comportamiento, tal y como señalan estos mismos autores, es idéntico.

    Además en la oración “La estatua de la libertad está en Nueva York”, no se puede parafrasear con la proforma hacerlo (*“La estatua de la libertad está en Nueva York y yo lo hice también”, no tendría sentido). Esta teoría no podría ser utilizada en construcciones que no indiquen actividad, ya que estas no pueden ser parafraseadas por la proforma hacerlo.

    VERA LUJÁN

    ¿Estaríamos ante un C.I. en la construcción “a Juan le apetece un pastel” según la teoría de Vera Luján? Explique por qué.

    Vera Luján, mediante la utilización del criterio de la rección verbal, dice que el C.I. va a quedar caracterizado desde el plano conceptual como una categoría del hablar en el sentido couseriano del término (universal, sin atender a ninguna lengua concreta). Decía que en toda oración se establecía una estructura interna.

    En la estructura interna de la oración distinguen entre “núcleo” o predicado y “margen” o sujeto. Las razones para establecer esta identificación radican en que para la existencia de la unidad “oración” es imprescindible la existencia del predicado, pero no la del sujeto.

    En el núcleo oracional se distingue entre “centro” y “periferia”. En la periferia se incluye el complemento circunstancial, mientras que en el centro quedan el verbo, el objeto directo y el objeto indirecto. El carácter periférico del circunstancial le viene de su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo y el indirecto. Esa menor cohesión viene demostrada, se dice, por el hecho de que el circunstancial puede ser reproducido o no por la proforma hacerlo.

    El centro es, a su vez, dividido en centro' y periferia'. En el centro' quedan el verbo y el objeto directo, en la periferia', el objeto indirecto. El carácter periférico' se le asigna ahora al objeto indirecto por su menor grado de vinculación con respecto al núcleo predicativo si se le compara con el objeto directo. La prueba radica en que el C.I. puede o no ser reproducido por la proforma hacerlo, mientras que el C.D. carece de la posibilidad de aparecer al lado de la proforma (se puede sustituir siempre por la proforma hacerlo).

    Por consiguiente, en el significado del significado metalingüístico de la metaunidad “complemento indirecto” aparecería, según estos autores, la marca periferia'.

    Cabría ahora preguntarse si lo que estos autores llaman periferia' puede ser catalogado como un modo de ser universal que determinadas unidades lingüísticas adquieren en la actividad de hablar y cuya definición ha de establecerse sin referencia a una lengua determinada, esto es, si puede ser considerado una categoría del hablar en el sentido de E. Coseriu. Obviamente, la respuesta es que no, pues la asignación o no a una unidad del valor periferia' depende única y exclusivamente de la relación que mantiene con otra unidad de la lengua española, la proforma hacerlo. Pero es que, además, ni siquiera estamos de acuerdo en el camino que se sigue para catalogar las unidades a las que se asigna la función de complemento indirecto como periféricas'. En primer lugar, no entendemos que éstas se incluyan en lo que se llama núcleo y no en el margen. Si al primero, según estos autores, pertenece aquello mínimamente exigible para la existencia de una oración, es evidente que si existen unidades a las que se considera oraciones y que carecen de complementos (Llueve) lo más lógico es que éstos se incluyan en el margen. Por otra parte, si al complemento circunstancial se le incluye en la periferia por su peculiar comportamiento con respecto a la proforma hacerlo, ¿por qué no se hace lo mismo con lo que se considera complemento indirecto, cuyo comportamiento, tal y como señalan estos mismos autores, es idéntico.

    Además en la oración “A Juan le apetece un pastel”, no se puede parafrasear con la proforma hacerlo (*“A Juan le apetece un pastel y yo lo hice también”, no tendría sentido). Esta teoría no podría ser utilizada en construcciones que no indiquen actividad, ya que estas no pueden ser parafraseadas por la proforma hacerlo.

    VERA LUJÁN

    Según VERA LUJÁN ¿estamos o no ante un C.I. en la construcción “Juan compró un coche a su hermano”?

    Vera Luján, mediante la utilización del criterio de la concordancia, dice que el C.I. va a quedar caracterizado desde el punto de vista del plano de las lenguas como una categoría idiomática en el sentido couseriano del término (modo semántico de ser que las unidades adquieren en la actualidad del hablar, es decir, propias de cada lengua). Serían los esquemas formales que cada una de las lenguas emplean para representar las categorías.

    Dice que el sujeto mantiene una concordancia en numero, persona y caso nominativo con el verbo. Esto no es posible porque:

    • En español no existe el caso.

    • Si existiera podría haberlo en los sustantivos (latín) pero no en los verbos que en latín no tenían caso.

    • Hay sustantivos que no tienen ni número ni persona, como por ejemplo “sed”.

    En 1994 publica un trabajo junto a Mª Luisa Masiá Canuto: Fundamentos de análisis sintáctico. Para llegar a la definición de las relaciones sintácticas, Vera Luján acepta la existencia en español de una conjugación objetiva-personal, dice que es posible hallar en español en el verbo determinados morfemas que mantienen concordancia con el C.I. y no con el sujeto. Para que se produzca se exige al mismo tiempo la aparición de un pronombre personal tónico y un pronombre personal tónico. Entre estos dos se mantendrá la concordancia. Llaman C.I. a aquel sintagma que mantiene concordancia en número, persona y caso dativo.

    Según esto en “Juan compró un coche a su hermano” no existiría C.I. porque no existe un pronombre personal tónico ni un pronombre personal átono pero Vera Luján dice que sí, porque dice que esta estructura podría ser parafraseada por: “Juan le compró un coche a él”. Vera Luján dice que la estructura con pronombre personal tónico y pronombre personal átono es una invariante de la que son variantes aquellas estructuras que no contienen pronombre personal tónico y pronombre personal átono.

    “Juan le compró un coche a él

    p.p.at. (m.o.) m.s. p.p.t.

    concordancia en número, persona y caso dativo

    PROBLEMAS:

    • El concepto de conjugación objetiva personal fue aplicado por Antonio Llorente y J. Mondejar, en 1974. Se establecen tres condiciones para admitir la conjugación objetiva en una lengua:

      • Los morfemas subjetivos tienen que ser formas ligables.

      • La aparición de morfemas objetivos debe producir una modificación en los morfemas subjetivos. No se cumple:

    “Juan compró

    “Juan le compró

      • Siempre que aparece un C.D. o C.I. va a ser necesaria y obligatoria la presencia de un morfema objetivo: “Juan compró un libro a su hermano” ¿Dónde está el morfema objetivo?

    • Para Vera Luján una estructura donde no aparece ni pronombre personal tónico ni pronombre personal átono es una variante de la estructura oracional donde aparece pronombre personal tónico y pronombre personal átono Vera Luján dice que las estructuras oracionales con pronombre personal tónico y pronombre personal átono son prototípicas.

      • Estas estructuras modelos no son las más frecuentes.

      • Además aceptar este carácter prototípico es negar una de las características fundamentales del signo lingüístico que es su carácter discreto.

    • Cuando Vera Luján caracteriza a las funciones sintácticas como signo metalingüístico lo que está haciendo realmente es confundir los conceptos de cada una de las funciones sintácticas con los términos que cada una de las lenguas utiliza para aludir a esos conceptos. Lo verdaderamente metalingüístico son los signos que se emplean en cada lengua para aludir a los conceptos.

    • Definir las funciones sintácticas desde el criterio de la concordancia supone definirlas como categorías idiomáticas en el sentido couseriano del término. Las categorías idiomáticas carecen de definición, las características formales no son definición sino descripción.

    HOCKETT

    Según Hockett, ¿existe C.I. en la construcción “Juan le dio un libro a mi hermano”?

    H. define el C.i. como un constituyente inmediato de una construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo.

    H. distingue tres tipos de construcciones exocéntricas:

  • Rectivas.

  • Conectivas.

  • Predicativas.

  • La más frecuente es la construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo que es aquella que se compone de dos constituyentes inmediatos. Un constituyente al que H. considera el regente de la construcción que siempre es el verbo, y luego existe un segundo constituyente que será el elemento regido por ese verbo: el objeto.

    En el ámbito de las c.e.r. de tipo objetivo, H. distingue dos tipos:

  • C. con C.D.

  • C. con C.I.

  • - Vbo + C.D.

    C.E.R. de tipo objetivo: Dos const. Inm.: regente (vbo) y regido (C.D./C.I.)

    - Vbo + C.I.

    En la construcción “Juan le dio un libro a mi hermano”, no habría, según la teoría de Hockett, ni C.D. ni C.I. porque para que aparezcan C.D. o C.I. deben estar dentro de una c.e.r. de tipo objetivo, es decir, con dos constituyentes inmediatos (regente y regido) y esta construcción tiene más de dos.

    HOCKETT

    Explica los problemas que existen para considerar en el ámbito de la teoría de H. que en una estructura como “el partido agradó a los espectadores” exista una construcción exocéntrica.

    Hockett dice que es exocéntrica porque está compuesta por vbo + CI y para Hockett todas las construcciones formadas por vbo + CI o CD son construcciones exocéntricas rectivas de tipo objetivo, pero nosotros podemos decir “El partido agradó” pues en español todo se puede elidir, entonces, ¿por qué no sería endocéntrica?.

    HOCKETT

    Según Hockett, ¿existe C.I. en la construcción “a mi hermano le han comprado un coche”?

    H. define el C.I. como un constituyente inmediato de una construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo.

    H. distingue tres tipos de construcciones exocéntricas:

  • Rectivas.

  • Conectivas.

  • Predicativas.

  • La más frecuente es la construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo que es aquella que se compone de dos constituyentes inmediatos. Un constituyente al que H. considera el regente de la construcción que siempre es el verbo, y luego existe un segundo constituyente que será el elemento regido por ese verbo: el objeto.

    En el ámbito de las c.e.r. de tipo objetivo, H. distingue dos tipos:

  • C. con C.D.

  • C. con C.I.

  • - Vbo + C.D.

    C.E.R. de tipo objetivo: Dos const. Inm.: regente (vbo) y regido (C.D./C.I.)

    - Vbo + C.I.

    En la construcción “a mi hermano le han comprado un coche”, no habría, según la teoría de Hockett, ni C.D. ni C.I. porque para que aparezcan C.D. o C.I. deben estar dentro de una c.e.r. de tipo objetivo, es decir, con dos constituyentes inmediatos (regente y regido) y esta construcción tiene más de dos.

    HOCKETT

    Según Hockett, ¿existe C.I. en la construcción “a Juan le dieron un pastel”?

    H. define el C.I. como un constituyente inmediato de una construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo.

    H. distingue tres tipos de construcciones exocéntricas:

  • Rectivas.

  • Conectivas.

  • Predicativas.

  • La más frecuente es la construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo que es aquella que se compone de dos constituyentes inmediatos. Un constituyente al que H. considera el regente de la construcción que siempre es el verbo, y luego existe un segundo constituyente que será el elemento regido por ese verbo: el objeto.

    En el ámbito de las c.e.r. de tipo objetivo, H. distingue dos tipos:

  • C. con C.D.

  • C. con C.I.

  • - Vbo + C.D.

    C.E.R. de tipo objetivo: Dos const. Inm.: regente (vbo) y regido (C.D./C.I.)

    - Vbo + C.I.

    En la construcción “a Juan le dieron un pastel”, no habría, según la teoría de Hockett, ni C.D. ni C.I. porque para que aparezcan C.D. o C.I. deben estar dentro de una c.e.r. de tipo objetivo, es decir, con dos constituyentes inmediatos (regente y regido) y esta construcción tiene más de dos.

    HOCKETT

    Según Hockett, ¿existe C.I. en la construcción “a Juan le construyeron una casa”?

    H. define el C.I. como un constituyente inmediato de una construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo.

    H. distingue tres tipos de construcciones exocéntricas:

  • Rectivas.

  • Conectivas.

  • Predicativas.

  • La más frecuente es la construcción exocéntrica rectiva de tipo objetivo que es aquella que se compone de dos constituyentes inmediatos. Un constituyente al que H. considera el regente de la construcción que siempre es el verbo, y luego existe un segundo constituyente que será el elemento regido por ese verbo: el objeto.

    En el ámbito de las c.e.r. de tipo objetivo, H. distingue dos tipos:

  • C. con C.D.

  • C. con C.I.

  • - Vbo + C.D.

    C.E.R. de tipo objetivo: Dos const. Inm.: regente (vbo) y regido (C.D./C.I.)

    - Vbo + C.I.

    En la construcción “a Juan le construyeron una casa”, no habría, según la teoría de Hockett, ni C.D. ni C.I. porque para que aparezcan C.D. o C.I. deben estar dentro de una c.e.r. de tipo objetivo, es decir, con dos constituyentes inmediatos (regente y regido) y esta construcción tiene más de dos.

    GILI GAYA

    Según la teoría de Gili Gaya, ¿sería “me” un complemento indirecto en la estructura: “me agrada que vengas”? Justifica la respuesta

    En un primer momento dice que el C.I. se llama indirecto porque es indirecto como complemento con respecto al verbo. El C.I. es directo con respecto al grupo vbo+CD. Según esta teoría para que haya C.I. debe haber C.D. En esta construcción no hay C.D. por lo que según esta teoría no habría C.I.

    Pero posteriormente dice que el C.I. puede aparecer en estructuras intransitivas por lo que según esta teoría sí sería “me” C.I.

    ALARCOS

    Según Alarcos (1994) ¿Estamos o no ante un suplemento en la construcción “El río desemboca en este lago”?

    El mayor problema en la teoría de Alarcos es la diferenciación entre suplemento y aditamento:

    • Alarcos dice que el suplemento se puede sustituir por una preposición + un pronombre personal tónico, mientras que el aditamento se puede sustituir por un adverbio. En esta construcción puedo decir:

      • “El río desemboca allí”

      • “El río desemboca en él”

    • Cuando se pregunta por el suplemento se utiliza una preposición + pronombre interrogativo “qué”, mientras que cuando se pregunta por el aditamento se usa una partícula adverbial. En esta construcción puedo preguntar:

      • ¿dónde desemboca el río?

      • ¿en qué desemboca el río?

    • Cuando se parafrasea una construcción con suplemento por una construcción ecuativa se utiliza una preposición + qué, mientras que cuando se parafrasea una construcción con aditamento se hace con una partícula adverbial. Esta construcción puedo parafrasearla como:

      • Es en este lago donde desemboca el río

      • Es en este lago en que desemboca el río




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    Idioma: castellano
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