Religión y Creencias
Legalización del Cristianismo durante el Imperio Romano
LA LEGALIZACION DEL CRISTIANISMO
DURANTE EL IMPERIO ROMANO
INTRODUCCION
La presente monografía está conformada por una serie de investigaciones en torno a la corriente cristiana del siglo IV, principalmente en tiempos del apogeo de Constantino el grande, cuando era el flamante emperador del Imperio Romano y la existencia de una estrecha relación entre el paganismo romano y el cristianismo, doctrina que se encontraba muy latente durante esta época por la mayor cantidad de adeptos que poco a poco conseguía. Asimismo, el trabajo gira en torno a responder la pregunta ¿cuáles fueron las principales causas que llevaron a que el cristianismo sea reconocido legalmente en el Imperio Romano? y defender la hipótesis de que el cristianismo fue legalizado por motivos en su mayoría relacionados con la política, como por ejemplo la influencia del pensamiento cristianizador en personajes poderosos importantes, la gran cantidad de adeptos que había conseguido en vías de suplantar al paganismo y el ideal de querer unificar al imperio de una vez por todas, además de haber estado el emperador siempre muy familiarizado hacia la devoción de éste, ya que el contexto romano, en estos tiempos, se hallaba muy adherido al cristianismo.
Por otro lado, como sabemos, a lo largo de los tiempos distintos estudiosos han dedicado su tiempo a las indagaciones sobre la antigua Roma, imperio que llegó a abarcar cerca de tres continentes; desde Gran Bretaña hasta Africa del Norte, cruzando la Europa Occidental, parte de Asia y Medio Oriente, por tanto, fue el imperio más grande e influyente de la cultura occidental, así pues, su actividad también ha repercutido en distintos ámbitos del mundo moderno, como en el derecho, las artes humanas e incluso el pensamiento religioso.
Así pues, algunos libros importantes que me han servido de referencia para la realización de este trabajo han sido, en principio, EL CRISTIANISMO PRIMITIVO Y LA PAIDEIA GRIEGA de Werner Jaeger, libro pequeño, clásico de las obras del autor, que trata principalmente de temas histórico sociales sobre los inicios del cristianismo y cómo la cultura griega empieza a alienarse con su aparición, sirvió de mucho en el primer capítulo, pues se hizo más claro el surgimiento cristiano y la comparación de ambas culturas. Por otro lado, para la descripción de los acontecimientos históricos de la vida de Constantino se usó el libro de Joseph Vogt; CONSTANTINO EL GRANDE Y SU SIGLO, y para la comparación de las culturas mencionadas se usaron los libros de Jacob Burckhardt y de Edward Gibbon, ambos mencionados en la bibliografía final.
De esta manera, en el primer capítulo del contenido veremos al cristianismo desde un enfoque socio cultural para poder señalar la importancia de esta cultura en el siglo IV. Responder preguntas como: ¿El cristianismo fue una verdadera cultura? ¿Qué personajes importantes influyeron de sobremanera? ¿Cuál fue la relación entre Constantino y el cristianismo?, preguntas que cabe responder desde la perspectiva histórica de los estudios actuales de distintos autores, pues son vastos para su realización.
Luego, en el segundo capítulo se entrará más al tema de fondo que es el de señalar las causas principales que generaron la legalización del cristianismo. Asimismo, se desarrollarán ideas acerca de los conflictos internos del imperio, para luego señalar la expansión del cristianismo y todos los hechos que sucedían a favor de ella, como las victorias del emperador Constantino y la firma de Edictos, documentos cruciales para la existencia del cristianismo tal como lo conocemos.
Finalmente, sólo me queda señalar que, particularmente, me parece un tema interesante, pues involucra básicamente a dos culturas distintas en un mismo contexto histórico, en donde la religión y la imposición de una de ellas sobre la otra son los temas centrales a dilucidar. Así pues, pienso que es relevante trabajarlo por el peso histórico que pueda tener y demostrar que en la historia del mundo, conforme pasa el tiempo, todo cambia; las personas cambian, las formas de vivir cambian; en sí, la vida cambia. Remitiéndonos al trabajo en una manera general, éste demostrará que el Imperio Romano logró solidificarse conviviendo prácticamente con el cristianismo, pero a su declive el que sucumbiría sería la cultura más no la religión, punto algo curioso, pues, tomando como premisa que todo cambia, es algo que no se ciñe a la religión cristiana, ya que, si bien ha cambiado en algo su estructura y se ha acoplado a las costumbres de esta nueva generación, la consigna de hace dos milenios sigue siendo la misma: el vivir a imagen y semejanza de Jesús de Nazareth.
CAPITULO 1
EL CRISTIANISMO HASTA TIEMPOS DE CONSTANTINO
El cristianismo en los primero siglos.
Para llegar a los tiempos del siglo IV y entender al cristianismo como lo que significaría en aquella época debemos enfocarnos históricamente en el surgimiento y la naturaleza de éste. En principio, el cristianismo nace en un contexto romano, un entorno lleno de conflictos, de guerras por poder y disputas tanto por política como por religiosidad, aspectos muy relevantes en la constitución de lo que significaba un imperio tan grande como el romano. Nace a raíz de la ruptura con el judaísmo, un proceso que se da prácticamente después de la muerte de Jesús de Nazareth en la cruz; sin embargo, la gran cantidad de seguidores de esta secta judía, luego del conocido hecho bíblico sobre la resurrección de su Mesías ``se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios'' (Lc 24, 53), lo que quiere decir que la secta cristiana estuvo aún adherida al judaísmo durante un lapso de tiempo. Pero, para esta época, el griego ya había hecho su aparición en los pueblos palestinos y ``con el uso del griego penetra en el pensamiento […] todo un mundo de conceptos, categorías intelectuales, metáforas heredadas y sutiles connotaciones'' (Jaeger 1965: 14), así pues, se generan dos tipos de judíos, aquellos que hablan arameo y se les denomina hebreos y los que hablan griego que son los judíos helenizados o simplemente llamados helenos. En este hecho radica la ruptura del cristianismo con el pueblo judío, ya que ambos grupos, hebreos y helenos, generan incomprensión, distintas disputas entre ellos y; así pues, el cristianismo se separa de su linaje al concebir ideas griegas que lo llevarían luego a desarrollarse por sí sola.
Luego, como lo dice Jaeger: ``El nombre de la nueva secta, christianoi, se originó en la ciudad griega de Antioquía, en la que estos judíos helenistas encontraron el primer campote actividad para su misión cristiana'' (1965:16). Así pues, tanto las asambleas, como celebraciones y escritos se daban en lengua griega. Es principalmente de este modo que el cristianismo se adentra en las costumbres de los pueblos occidentales cercanos y se expande por todo el contexto.
De esta manera, parafraseando a Antequera, ``esta primera generación de cristianos, los cuales muchos de ellos conocieron directamente a Jesús, ya tenían las cosas claras como el hecho de que Jesús había llegado como el Mesías, la cercana relación de dicho Mesías con Dios y la condición de Jesucristo como Hijo de Dios; así también, se ha completado la ruptura con el Templo'' (2007: 296). Por consiguiente, el pensamiento cristiano llega a importantes ciudades del Imperio como Alejandría, Capadocia y Roma, mediante autores, escritos, discursos y asambleas, evidentemente, dando a conocer sus costumbres, normas y lo que sería en sí una paideia cristiana.
El cristianismo como cultura.
Por cultura se debe entender al conjunto de formas, conocimientos, costumbres y expresiones de alguna época o grupo social que involucran en sus características reglas de manera de ser, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Como tal, la doctrina cristiana desde sus orígenes, al separarse del judaísmo, ha mantenido una única consigna que es la de seguir a su líder, Jesús de Nazareth, como ejemplo y adoración para, de esta manera, manifestarle su fidelidad cumpliendo las normas impuestas. El cristianismo surge con el pensamiento de Jesús de Nazareth y sus doce apóstoles, quienes serían luego los principales mensajeros de su enseñanza.
Remontándonos al siglo IV, ``el cristianismo ya podía enfrentar y desafiar a la estructura más poderosa de la historia antigua: el Imperio Romano'' (Johnson 1989: 80). Éste se encontraba muy adherido a lo que era el cristianismo de entonces. En los primeros años de aquel siglo, Diocleciano, quien gobernó el Imperio Romano de occidente del 296 al 305 realizó una de las últimas persecuciones violentas anticristianas, los privó de todos sus derechos como personas, destruyó templos y quemó gran parte de sus escritos, a este personaje se le puede considerar como uno de los últimos emperadores reacios al cristianismo. Luego llegaron años advenideros con los gobiernos de Constancio I, Flavio Valerio Severo y Majencio, emperadores bastante dispuestos hacia el trato con los cristianos, para luego dar inicio a la expansión cristiana encabezada por Constantino.
Por otro lado, el cristianismo al toparse con territorio Romano se encontró con un mundo distinto, creencias politeístas y con la idea de paideia griega, así pues, se trató de alguna manera de relacionar más profundamente al cristianismo con la filosofía griega, de tal manera que se la tomó principalmente como una doctrina del pensamiento, comúnmente llamada paideia de Cristo; como se mencionó en líneas anteriores, y que podía convivir en igualdad con el paganismo.
Comparación del cristianismo y el paganismo romano.
Comparar dos culturas siempre resulta ser complicado por la complejidad que ambas puedan tener. Sin embargo, cuando éstas conviven en un mismo período de tiempo se hace mucho más accesible analizarlas. En principio, cabe mencionar que ambas son popularmente señaladas como antagónicas, pero ``tanto el cristianismo como la filosofía pagana se hallaban en un proceso de cambio continuo y de evolución'' (Dodds 1975: 138), cambio que se dio principalmente por la influencia mutua que ocurriría conforme al paso del tiempo.
En primer lugar, la principal diferencia de estas culturas recae en su perspectiva propia de admiración a sus respectivos dioses. Por un lado, el paganismo, que no tenía algún dios absoluto, por su naturaleza politeísta afirmaba que todos eran poderosos, temibles, eternos y dignos de ser venerados mediante costumbres terrenas que ideaban los propios hombres, ya sean celebraciones, sacrificios, orgías, entre otros, con el único objetivo de que estos dioses sean honorados para que no dejen de velar por el pueblo. Por otro lado, el cristianismo no proponía ceremonias de este tipo, sino que manifestaba que el escuchar y seguir la filosofía cristiana era indispensable para llegar a ser como Jesús de Nazareth y así culminar la realización humana que se daría en el otro mundo. Por otro lado, ambos aspiraban a un orden en la vida humana; sin embargo, para los paganos este orden estaba centrado en lo terrenal, en lo que bien que se podía obrar en este mundo para ser mejores en el propio, en contraste al cristianismo, que afirmaba que era importante vivir ordenadamente en este mundo para llegar al mundo de Dios; el paraíso.
Ideas que engloban dos mundos distintos en un mismo contexto, pero no porque sean diferentes no tendrían que haberse relacionado, sino todo lo contrario, la influencia fue mutua.
Personajes cristianos importantes e influencia de éstos.
Actualmente el cristianismo no se mantiene con las mismas costumbres que conocemos en nuestros tiempos, como todo pensamiento trascendente ha influido a través de los siglos por distintas culturas, creencias y, por supuesto, personajes. Para que entendamos a la religión cristiana como la conocemos debemos enfocarnos en todos estos sucesos históricos que acontecieron hasta el siglo IV y que son mencionados en el presente trabajo. Así pues, para principios de siglo, al separarse del judaísmo, el cristianismo pasó por distintos tiempos y se relacionó con distintas culturas como la griega, la egipcia y la romana, para repercutir en cada una de ellas y trascender como lo ha hecho a través de los tiempos. Sin embargo, al principio el cristianismo tuvo un camino muy difícil de recorrer, ya que hubieron conflictos con las distintas culturas, así como disyuntivas con las creencias de su propia estirpe judía y todo ello dio razón para que la doctrina cristiana sea combatida de cualquier modo. Empero, el cristianismo no sucumbió, es más, siguió difundiéndose y llegó hasta tal grado de importancia que se consolidó como la religión oficial del Imperio Romano, consecuencia que se dio gracias a la intervención de tres grupos de personajes bien definidos, que a su vez, fueron importantes para la evolución de la teología y los preceptos cristianos.
El primer grupo de estos personajes es el de los padres apostólicos que comprenden desde los últimos años del siglo I hasta mediados del siglo II. Son contemporáneos a los doce apóstoles de Jesucristo y son los mediadores principales de su mensaje durante esta época, así como los ilustres defensores de su pensamiento. Distintas fuentes históricas nos narran relatos de San Ignacio, obispo de Antioquía, y su mensaje esperanzador en sus cartas, o de Papías, obispo de Hierápolis, autor de escritos inspirados en San Juan, o de Hermas, personaje poco conocido, pero que escribió uno de los relatos más largos de este periodo con un contenido semejante al del Apocalipsis. Así pues, se puede nombrar una amplia lista de distintos personajes alrededor del mundo antiguo relevantes para esta época cuyos pensamientos fueron influyentes para forjar y, sobretodo, defender a un cristianismo naciente. Sin embargo, si hay alguna figura entre tantas que se vislumbró como la principal cabeza durante este tiempo difícil para el cristianismo fue Clemente Romano, obispo de Roma, tercer sucesor de Pedro en el Pontificado y actualmente venerado como santo por la Iglesia Católica. Se destaca en él la considerable cantidad de escritos y cartas históricos que se caracterizan por el llamado al orden y a la paz contra los cristianos de Corinto, con los cuales presentaban discordancias en sus pensamientos, escritos que buscaban unificar estos bandos en disputa. De esta manera, el pensamiento de Clemente, abundante en humildad y benevolencia, acaeció como herencia para los creyentes venideros y dejó un mensaje lleno de valor, que incluso llegó hasta el corazón de Roma; la civilización griega, con las elocuencias del filósofo egipcio Orígenes, su principal discípulo.
Luego, como siguiente grupo se presentan los apologistas o apologetas, personajes recordados como mártires por la Iglesia Católica, ya que su dedicación a la religión cristiana muchas veces les costó la vida. Durante esta época el cristianismo pudo sucumbir a manos del paganismo romano si no hubiera sido por su intervención defensora de la figura de Jesucristo y su doctrina. Cabe mencionar que su obra comprende básicamente los finales del siglo II y gran parte del siglo III. Los escritos que se conservan no sólo resguardan los pensamientos cristianos, sino también contenidos filosóficos que aseveran en contra de las creencias paganas, he aquí la discordancia con los paganos. De esta manera, el cristianismo se ganaba una mala fama al contrastar otras corrientes judías y también al mismo pensamiento pagano. Se pueden nombrar distintas figuras destacadas de esta época que defendieron el cristianismo, como San Irineo en sus escritos en contra del gnosticismo o San Teófilo en su menosprecio al emperador. Sin embargo, San Justino Mártir, venerado santo por la Iglesia Católica, y máximo revolucionario de esta época, fue la persona más combatida por los filósofos de esta época, y, a pesar de los martirios que recibió, él nunca negó su devoción al cristianismo y la idea de un solo Dios salvador, de este modo, siempre mantuvo firme sus pensamientos filosóficos. Murió martirizado en la capital del Imperio Romano, pero su pensamiento no se erradicó con su muerte y dejó su legado a los cristianos siguientes, porque, como lo manifestaría Dodds: ``Por la experiencia moderna de los martirios políticos sabemos hasta qué punto la sangre de los mártires es realmente semilla de la Iglesia'' (1975: 173).
Así pues, llegamos al tercer y último grupo que compete tratar para esta época de la consolidación cristiana; la Patrística, grupo más conocido como el de los padres de la iglesia, cuyo desempeño por solidificar la teología cristiana los llevó a campos ajenos a ella como el de la filosofía y las ciencias griegas. Su pensamiento abarcó desde el siglo IV hasta alrededor del siglo VIII y llegó a expandirse por distintos lugares importantes del mundo antiguo realizando su obra fundamentalmente en cuatro escuelas: Alejandría, Antioquía, Capadocia y Latina. Durante el siglo IV fue el principal soporte del emperador Constantino para afianzar el cristianismo y, de esta manera, formar un Imperio Cristiano conquistador e incontrastable. Asimismo, al tener este ideal de forjar un cristianismo poderoso, el paganismo, que se encontraba aún bastante presente en el Imperio, se manifestó en contra con las famosas persecuciones, por entonces lideradas por Diocleciano, último emperador romano intolerante al cristianismo, no obstante, éstas no triunfaron y, por tanto, hicieron aún más fuerte al cristianismo en un sentido de universalidad. Se destaca la labor de los Padres Capadocios: Basilio de Cesarea, Gregoria de Nisa y Gregorio Nacianceno. Tres eruditos, filósofos en su educación, pero religiosos en sí, muy amantes de los preceptos cristianos y cuyas principales influencias estaban las ideas de los apostólicos Clemente Romano y Orígenes. Asimismo, cabe mencionar, que el gobernador Constantino durante su gobierno siempre contó con el apoyo incondicional de su consejero Osio de Córdoba, mano derecha del emperador, quien fue desterrado durante el gobierno de Diocleciano y que a su retorno apoyó a Constantino en su ideal cristianizador. Osio, perteneciente a la escuela Latina, se destaca en esta época por sus grandes dotes políticos y por ser uno de los principales estandartes de la lucha contra el arrianismo, además de principal instigador en la firma del Edicto de Milán.
De esta manera, se demuestra la evolución del pensamiento cristiano en los distintos personajes por los que pasó en la época antigua. Cada uno interviniendo en la importancia de su contexto y siendo influyente para las siguientes generaciones propias de un cristianismo consolidado y poderoso.
Constantino y su estrecha relación con el cristianismo.
Flavio Valerio Aurelio Constantino o simplemente Constantino I nace en Naissus, Serbia, en el año 275. Hijo de Constancio Cloro, emperador romano occidental caracterizado por su tolerancia hacia los cristianos, y su primera esposa Helena, una joven y humilde criada cristiana.
Sobre la niñez de Constantino se sabe poco, tan sólo que recibió una educación clásica pagana, pero siempre influenciada por los preceptos cristianos de su madre y la sociedad, al igual que el desarrollo de una afinidad especial hacia el dios Mitra, divinidad asociada al sol y que por aquel entonces era muy venerado por la gran mayoría de militares. Esta afinidad se dio ``como una de las reminiscencias que trajo consigo Constantino de la familia de Constancio Cloro […] el monoteísmo tolerante'' (Burckhardt 1945: 332).
Siendo joven ``tenía una actitud auténticamente imperial. Era alto y atlético, con la apostura del soldado y los rasgos muy acentuados, las cejas espesas y el mentón fuerte'' (Jonhson 1989, 84). Cabe resaltar que a la edad de 21 años sirvió en la corte del emperador augusto de occidente Diocleciano, cargo que obtuvo por intervención de su padre, quien ya había sido proclamado César de occidente. En el 305, los dos augustos de Roma, Diocleciano y Maximiano, abdican y estos puestos son tomados por los Césares que se encontraban establecidos en aquel momento, Constancio I y Galerio. De esta manera se da el fin a la primera tetrarquía administrativa y la venida de una nueva: Constancio I y Galerio como nuevos augustos de occidente y oriente respectivamente y por otro lado dos nuevos Césares, Severo II y Maximino Daya. Luego, en el año 306, Constancio cae gravemente enfermo en la Britania Romano y al fallecer lo sucede en el puesto su hijo Constantino, proclamado por las tropas leales de su padre.
Sin embargo, no fue fácil para Constantino consolidarse en el puesto. Como sabemos, Roma albergaba gran cantidad de militares importantes y poderosos muy aptos para el cargo del cual Constantino heredaba. Entonces se dieron constantes disputas durante un periodo aproximado de 20 años, desde obtener el trono de occidente hasta el absolutismo, que era a lo que aspiraba Constantino.
Sus tropas se enfrentaron a militares poderosos como Majencio y Galerio, los cuales fueron derrotados por circunstancias de traición de sus propias tropas, así Constantino obtuvo el cargo de augusto de occidente. Sin embargo, su personalidad ambiciosa lo llevo a buscar más poder, entonces, logró la Triarquía del Imperio derrotando a Milvio, quedándose consigo con toda la parte occidental. Luego, para la diarquía ya compartía el gobierno de Roma con Licinio, su cuñado, al cual derrotó y asesinó sin piedad por conspirar contra él en el año 326, de esta manera quedándose con la monarquía absoluta de Roma.
CAPITULO 2
EL GOBIERNO CRISTIANO DE CONSTANTINO
Importancia del cristianismo en el contexto romano de Constantino.
Como hemos mencionado en líneas anteriores, Constantino comenzó su carrera política sirviendo en la corte de Diocleciano luego de que su padre, Constancio I, fuera nombrado por sus tropas como César de occidente. Asimismo, a la muerte de éste, el joven militar lo sucedió; sin embargo, para tomar el control de Roma Occidental tuvo que demostrar su capacidad durante muchos años de conflicto.
Luego, Constantino teniendo ya el poder de occidente no satisfizo sus ideales, es más, su personalidad egoísta y ambiciosa fue suficiente para anhelar mayores proyectos, de esta manera imponer su poderío poco a poco hasta llegar a la monarquía absoluta en el 326. Asimismo, si bien en años anteriores el cristianismo ya era legal y contaba con gran poder sobre el imperio, en los años venideros se volvería aún más poderoso, tratando de erradicar, mediante medidas legales impuestas por el emperador, todo tipo de pensamiento antagónico ya sea dentro o fuera de sus filas. Se puede mencionar de una manera general la persecución a los paganos y la lucha contra el arrianismo y las secuelas que había dejado el meletianismo.
Por otro lado, el pensamiento cristiano con Constantino se consolidó como una doctrina universalista. A pesar de que hayan partido de puntos opuestos, ``para el romano la unidad del Imperio era de importancia vital, y el homenaje a Roma y Augusto representaba y expresaba este ideal. Era un acto de fe política'' (Barrow 1992: 183), es decir, para el romano fue mucho más fácil acoplarse a los pensamientos cristianos que para el cristiano aceptar los cultos paganos. No obstante, ``el cristianismo se había definido tanto en su organización externa como en su doctrina con relación a los problemas de la vida humana en el Imperio. Era ya la religión de alguno de los hombres más competentes y cultos de aquel tiempo'' (Barrow 1992: 185). Por todo esto, se puede hablar de un cristianismo firme y sólido.
De la misma manera, se ha comentado muchas veces en distintas fuentes históricas de una doctrina cristiana impuesta como una justificación religiosa y como principal arma de la expansión del imperio, esto principalmente se señala por la estricta y rigurosa personalidad de Constantino, así también coinciden en que fue un hombre al cual la religión la relegaba a segundo plano por debajo de su gobierno y que supo aprovechar del cristianismo durante su apogeo para formar así un imperio cristiano, más conocido como cristiandad, que supo imponerse y ha repercutido hasta nuestros tiempos.
2.1) Afianzamiento del proceso cristianizador.
Como sabemos, las costumbres religiosas de Constantino estuvieron marcadas por dos doctrinas importantes de la época, por un lado el paganismo y por el otro el cristianismo, algo que a decir verdad era bastante común, ya que ambas se encontraban en aquel tiempo muy relacionadas, como lo dicen también distintos estudiosos, principalmente porque ambas coincidían en sus anhelos universalistas. Por estos motivos, al igual que su padre, Constantino era un personaje muy tolerante hacia las otras culturas; asimismo, desde su niñez desarrolló una cultura religiosa monoteísta en la que, según estudios históricos, sintonizó bastante con el mitraísmo romano y también con el cristianismo por el lado de su madre.
Por consiguiente, Constantino al subir al poder, siempre tuvo la premisa de unificar el imperio y evitar todo tipo de conflictos, de esta manera, legaliza el cristianismo, el cual se convertiría rápidamente en la religión dominante, ya que fue la creencia que el emperador estimuló para su crecimiento y expansión. Así pues, con estas premisas empieza el afianzamiento del proceso cristianizador
Es más, luego de haberse consolidado un gobierno individual tras derrotar a Licinio en el 324, ``tiene lugar una entrega, al parecer total, del emperador al cristianismo, pues libera a los creyentes, con todo su favor, de las consecuencias de la persecución y les reintegra a la posición y posesión de antes'' (Burckhardt 1945: 336 - 337). Finalmente en los años siguientes, Constantino trataría de erradicar todo pensamiento pagano con su persecución, así como en su momento el paganismo sometió al cristianismo. Los eventos de este tipo más importantes fueron la destrucción en el 326 del Templo de la diosa Artemisa en ciudades importantes del Imperio, como Jerusalén y el Líbano, y en el 330 el saqueo a todos los templos paganos de Grecia y utilizar estos tesoros robados para decorar su Nueva Roma: Constantinopla.
2.1.1) Firma de Edictos a favor del cristianismo.
``Parece ser que en los dos primeros siglos no hubo un edicto general a favor ni en contra del cristianismo'' (Barrow 1992: 184), sin embargo cabe mencionar que los principales conflictos eran contra el judaísmo, ya que en estos tiempos no se podían distinguir las sectas y se les consideraba como un todo, incluso dentro de ellas era algo complicado señalar al cristianismo como una parte importante. Así pues, la comunidad cristiana, dentro de la judía, se vio sometida a la expansión romana durante estos siglos. Como se ha mencionado en el capítulo anterior, los creyentes eran asesinados o martirizados muchas veces, por lo mismo que ésta era considerada una religión ilegal, además de potencialmente antagónica a las creencias paganas.
Sin embargo, esta manera de resolver las diferencias entre paganos y cristianos cambió a principios de la segunda década del siglo IV, pues el 30 de abril del año 311, Galerio, quien se convirtió en Augusto después de la abdicación de Diocleciano, promulga el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, cuyo texto reza: ``Existan de nuevo los cristianos, y tengan sus asambleas, con tal de que nada hagan contra el orden constituido'' (Antequera 2007: 309). Este edicto fue muy controversial, ya que, en primer lugar, se dio a pocos días antes de la muerte del emperador, muchos historiadores afirman que fue promulgado gracias a una especie de ``maldición'' que habría recaído sobre Galerio después de haber hecho sufrir tanto a los cristianos durante las persecuciones de su gobierno, de esta manera poder enmendarse con la iglesia cristiana, los apologistas de la época lo consideraban como el castigo divino que había caído sobre el emperador. Por otro lado, también se considera como un edicto de beneficios políticos, de querer unificar el estado y evitar todo tipo de conflictos, pues la oposición al cristianismo hasta ese momento no había generado nada bueno ni productivo y se vio conveniente tomar una actitud más racional. Con la firma de este tratado se autoriza a los cristianos celebrar sus fiestas sin alterar el orden público y levantar sus templos caídos, de la misma manera, rezar por el bien del emperador y del pueblo. Así pues, el cristianismo se vuelve una religión permitida sin ningún tipo de censura.
Por lo tanto, para el año siguiente el cristianismo ya tenía libertad y era reconocida su existencia legal. Del mismo modo, estaba triunfando sobre el paganismo, por razones que considero psicológicas y oportunas para la sociedad de la época, como lo menciona Dodds: ``En primer lugar, su exclusividad, […]. En segundo lugar, el cristianismo estaba abierto a todos. […]. En tercer lugar, el cristianismo presentaba a los desheredados la promesa condicional de una mejor herencia en el otro mundo'' (1975: 173 - 175). Así pues, conforme a la exclusividad, manifestaba que era la única religión que debía gobernar y, por ende, la única que debe existir; luego, que estaba abierto a todos porque no hacía distinciones sociales y, finalmente, que presentaba un mejor mundo ideal condicional a aquellos que habían obrado mal en el terreno.
Por todo ello, el año 313 se promulga el Edicto de Milán en el que intervienen nuestro protagonista Constantino en conjunto con su coemperador Licinio. Éste concedía la completa tolerancia a todos los grupos religiosos, de esta manera vendrían tiempos advenideros para el cristianismo, y repercutió como lo describe Luis Antequera:
``Dicho edicto recoge las nuevas directrices que han de regir la vida religiosa del Imperio y supone para el cristianismo la superación de la situación de mera no persecución para empezar a actuar en un estatuto de verdadera libertad religiosa, aboliendo todas las limitaciones en las que hasta ese momento se desenvolvía, y restaurándole todo el patrimonio eclesiástico confiscado en las persecuciones anteriores'' (2007: 309)
2.1.2) Conflictos contra la resistencia.
Como sabemos, gracias a la expansión histórica del Imperio Romano que se dio, en su mayoría, desde sus inicios hasta tiempos de principio de siglo, se introducen las costumbres, pensamientos y hábitos culturales romanos sobre otra cultura sometida a causa de su conquista, a lo que se le denomina aculturación, de esta manera, el imperio fue generando una influencia enorme en el antiguo mundo. Asimismo, al encuentro con la cultura cristiana, ésta se vio influenciada, pero pasó algo muy curioso que pocas veces había ocurrido antes en términos aculturales, que el cristianismo también influenció de sobremanera sobre el mundo romano.
Así pues, retomando la contemporaneidad de nuestros hechos, el cristianismo fue ganando terreno al paganismo. De esta manera, luego de su legalización, ya para el año 315, fue capaz de someter al paganismo y tratar de eliminarlo. Sin embargo, como sabemos, toda cultura históricamente nunca deja someterse y, como era de esperarse, el paganismo se resistió. De este modo, se podría decir que la resistencia pagana hizo su primera manifestación con el decreto del Concilio de Ancyra, asamblea en la que se acusa al culto de la diosa Artemisa en los templos y es por ello que son combatidos y saqueados. Asimismo, tomando como partida el año 315, durante aproximadamente los diez años siguientes estos templos paganos; así como sus creyentes y sacerdotes, son destruidos y perseguidos con el único objetivo de erradicarlos, ya que Constantino consideraba que perturbaban el orden que impartía su gobierno.
Por otro lado, si bien los conflictos contra la resistencia pagana estaban siendo manejados y disminuidos, existía otro tipo de conflicto en particular que no sólo perturbaba el orden del gobierno sino también los estamentos cristianos que predominaban en aquel entonces, era el conflicto contra el arrianismo. Éste era un movimiento religioso cristiano basado en ideas de Arrio, sacerdote de Alejandría, que principalmente atacaba la idea de considerar a Cristo como mismo Dios y mismo hombre en un solo cuerpo, y que, en contraste, consideraba a Jesús como un profeta de carne y hueso más enviado por el Señor para cumplir una misión; es decir, no estaba claro ``cuál debía considerarse como forma auténtica del cristianismo y de si Cristo […] era en realidad su Dios o no lo era'' (Jaeger 1965: 102). Suceden entonces estas disputas doctrinales a las cuales también se unen las Iglesias orientales y las sectas meleteanistas a favor del arrianismo generando fuertes disturbios a medida que no se llegaba a un acuerdo. Los conflictos eran muy notorios, ya que alteraban el orden e incitaban a la violencia por ambas partes. Por consiguiente, Constantino decidió tomar medidas extremas para suprimir el manifiesto arrianista, entonces en el Primer Concilio de Nicea del año 325 se decide por desterrar al sacerdote Arrio por impulsar al desorden y a la confusión del pueblo. Sin embargo, el triunfo sobre la doctrina arriana no fue total, ya que personajes poderosos se habían vuelto seguidores y; es más, muchos de ellos eran gobernantes de provincias y obispos de ciudades importantes, entonces, como última instancia lo que se decidió fue tolerarlo. Constantino no pudo vencer esta corriente arriana, aunque, con la salida de Arrio de toda manifestación, el grupo doctrinal se mantuvo presente, pero siempre manteniendo un bajo perfil.
2.2) Expansión del pensamiento cristiano.
A diferencia del antiguo emperador Diocleciano quien necesitó de una tetrarquía administrativa para tentar gobernar satisfactoriamente el gran imperio, Constantino supo ser sagaz y aprovecharse del apogeo cristiano, por decirlo así, para luego de la consolidación de ésta como religión más importante fuera mucho más simple gobernar plenamente, consigna que tuvo desde un principio y que ciertamente fue el ideal de todo emperador romano: unificar el Imperio Romano.
De esta manera, teniendo consigo un predominante poder por haber unificado el imperio bajo su mando, Constantino obtuvo victorias importantes más allá de su propio territorio, ya que como lo menciona Burckhardt ``nunca el poder en la tierra ha procedido suavemente cuando se ha sentido en peligro'' (1945: 288). Asimismo, el carácter intratable del gobernador había generado cierta apatía de los pueblos cercanos hacia la capital romana, los cuales, en su anhelo de no caer en manos de Roma, fueron partícipes de sanguinarias guerras en contra de los militares romanos; sin embargo, el poderío de éstos era tal que inclusive lograron recuperar la provincia de Dacia, por otro lado, cabe mencionar que las tropas militares romanas se manifestaban con el Lábaro, símbolo característico formado por una X y una P que señalaba el poderío cristiano y lo identificado que se encontraba el Imperio con él. Asimismo, se dieron lugar las victorias ante los pueblos alamanes, francos y visigodos, expandiendo de esta manera aún más el Imperio.
Por último, según fuentes históricas el Imperio de Constantino pudo expandirse aún más si no hubiera sido por la inoportuna muerte natural del emperador, ya que sus aspiraciones eran magnánimas. Así pues, Constantino fallece a la edad de aproximadamente 67 años, siendo bautizado antes de su fallecimiento y con un Imperio noble que lo veneraba. Por otro lado, su legado fue dejado a sus tres hijos del fruto de la unión con su esposa Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II. Triarquía que no llegaría a trascender como lo hizo su padre.
Finalmente, Constantino siempre será considerado como un gran conquistador y uno de los emperadores más influyentes, por no decir el más influyente, en el pensamiento universal por darle tal importancia al cristianismo. Pues, como lo diría Vogt: ``En esto descansa principalmente la significación histórica de Constantino: haber introducido el cristianismo en el imperio abriendo al mundo las energías morales de la religión cristiana'' (Vogt 1956: 276).
CONCLUSIONES
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Hacia el siglo IV, la presencia cristiana en Roma era muy relevante, conseguía cada vez más seguidores y su pensamiento se encontraba en vías de afianzarse y superar al paganismo. De esta manera, fue legalizado a manos de Constantino, principalmente por su carácter de pensamiento y conducta universalista ante un Imperio Romano necesitado de un mensaje esperanzador e innovador ante la tempestad de los conflictos y la crisis. Por otro lado, cabe mencionar, que ante este imparable avance de la pujante religión, el cristianismo siguió ganando terreno al paganismo, así como en el ámbito político social, ya que muchos personajes poderosos que dominaban en las élites romanas se habían convertido al cristianismo.
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Al cristianismo se le puede considerar como una cultura porque se diferenció de ótras con pensamientos muy característicos y novedosos para la época, en contraste con el paganismo romano el cual estaba asentado en el Imperio y no brindaba un mensaje nuevo a la sociedad, ya que éste no tenia algún contenido esperanzador ni salvador, lo que generó, en principio, una convivencia entre ambas culturas, para luego, con el tiempo, una interponerse sobre la otra y superarla.
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Conforme a la vida de Constantino, se puede demostrar fácilmente que el cristianismo siempre estuvo relacionado con él, ya que desde niño recibió las costumbres cristianas por parte de su madre, así como la de adorar a un solo Dios, que es propio del cristianismo.
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Siendo algo más críticos, cabe mencionar que las circunstancias siempre favorecieron al cristianismo, por ejemplo; personajes importantes de la época estaban familiarizados o eran cristianos, los éxitos militares de Constantino y la firma de Edictos que se dieron.
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Constantino fue un personaje determinante para la consolidación y evolución del cristianismo tal y como lo entendemos, ya que fue el gobernador que insistió en darle tal importancia a la religión que inclusive la usó para sus ideales magnánimos y ambiciosos.
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Este periodo fue muy importante para la historia cristiana, pues no sólo se legalizó el cristianismo y se ubicó como la religión más importante, sino que también dio los primeros pasos para la evolución y el desarrollo teológico el cual predomina en nuestros tiempos.
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