Literatura


Lazarillo de Tormes


PROCESO EDUCATIVO

El protagonista, que encontramos en esta obra (Lazarillo de Tormes), es un joven llamado Lázaro. Éste, empieza siendo un joven de baja condición social al que su madre cede a un viejo ciego para que le ayude. Antes de todas las aventuras que vivió Lázaro, el joven se nos presenta como un niño miedoso, que se deja llevar por las amenazas sin pensar en su bien ni en el de los suyos: “...porque a mí con amenazas me preguntaban y, como niño, respondía y descubría cuanto sabia, con miedo...”.

Lázaro se va con su primer dueño, el anciano, siendo un joven inocente, acostumbrado a vivir con el apoyo de la familia y su protección. El primer día en que Lázaro está con el anciano se da cuenta que tiene que empezar a espabilar, por sí mismo, si no quiere recibir duros golpes. Ésta primera lección se ve expresada en la cita que dice: “...visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y como lo traía pensando y lo tenia en voluntad, con ese postre juego que me hizo afirmélo más”. En esta cita, se nos quiere mostrar la intención del anciano para que el chico aprenda a hacer caso de lo que le mandan los adultos. Seguidamente, el anciano quiere espabilar a Lázaro, de tal manera que él se pueda fiar del joven. También le hace un indicio sobre la postura rígida que tiene que tomar, el joven delante de aquellas situaciones en las que no debe confiar. Son los casos que se expresan en la frase: “Necio, aprende: que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo”.

A pesar de los malos tratos que recibía Lázaro por parte del ciego, le tenía un aprecio especial, como se ve reflejado en la cita siguiente: “Y fue ansí, que, después de Dios, este me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbró y adiestró en la carrera de vivir”. En esta cita, el chico nos dice que el ciego fue un personaje muy importante en su educación ya que fue él quien le enseñó a dar los primeros pasos por el camino de la vida. Siguiendo el curso de la historia, el joven empieza utilizar la picardía en momentos beneficiosos de su vida, como por ejemplo a la hora de comer:

“-Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres.

-No comí- dije yo-más por qué sospecháis eso?

Respondió el sagacísimo ciego:

-¿Sabes en qué veo que los comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas”.

En éste, también se nos especifica que se da cuenta que no debe aprovecharse de las personas con un problema físico, en este caso la ceguera, ya que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

En el tratado segundo, Lázaro es el ayudante de un clérigo. En este tratado, el chico se da cuenta que aquel que consideraba tacaño, el ciego, no tiene ni punto de comparación con el que está ahora. El clérigo es una persona muy orgullosa y por el echo de pertenecer a la iglesia le dice a Lázaro que tiene que aprender a moderarse comiendo y bebiendo: “-Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber...”. Con este amo, el joven aprende a conformarse con lo que tiene, pero también a saber aprovechar las ocasiones desarrollando la inteligencia “-Tío, una llave de este arte he perdido, y temo a mi señor me azote. [...] Comenzó a probar el angélico calderero una y otra de un gran sartal que de ellas traía, y yo ayudarle con mis flacas oraciones. [...] Y, abierto, díjele :-Yo no tengo dineros que os dar por la llave, mas tomad de ahí pago. Él tomó un bodigo de aquellos, el que mejor le pareció, y, dándome mi llave, se fue muy contento, dejándome más a mí.

Mas no toqué nada por el presente, porque no fuese la falta sentida,...”.

En este tratado, se nos da a entender la postura de Lázaro delante de la iglesia. Por una parte, ve a la iglesia un poco tacaña y no representativa de lo que dice; y por otra parte, nos da a entender su creencia en Dios: “Pues estando en tal flicción, cual pliega al Señor librar de ella a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuidado, ruin y lacerado de mi amo había ido fuera de lugar, llegose acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito”.

En un tercer tratado, Lázaro, se deja llevar por la apariencia de la gente sin saber realmente cómo son o a que clase social pertenece: “...topome Dios con un escudero que iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden. [...] Y seguile, dando gracias a Dios por lo que le oí, y también que me parecía, según su hábito y continente, ser el que yo había menester”.

En este tratado, el joven empieza a ser un poco egoísta y a pensar solo en él: “Y como lo sentí de que pie cojeaba, dime prisa, porque lo vi en disposición, si acaba antes que yo, se comediría a ayudarme a lo que me quedase”. Lázaro aprende cosas de la casa que le enseña su nuevo amo, como lo que dice en la cita siguiente: “-Mozo, párate allí, y verás como hacemos esta cama, para que lo sepas hacer de aquí adelante”. Finalmente, el chico se da cuenta de la realidad: “Este es pobre, y nadie da lo que no tiene; mas el avariento ciego y el mal aventurado mezquino clérigo, que, con dárselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y aqueste de haber marecilla”. En este último caso, recuerda aquello que aprendió con el ciego: no debe confiar en la gente.

Siguiendo, encontramos el cuarto tratado. Es el tratado más breve en el que Lázaro se da cuenta de los malos vicios de la gente, incluidos los de los frailes, como en este caso era su amo. Se da cuenta de la buena vida que lleva y de su gran cantidad de ocupaciones en algunos casos “innecesarias” que le hacían andar por el mundo. También, se ve expresado el poco sentimiento religioso del fraile. Se reflejan en: “...que las mujercillas que digo me encaminaron, al cual ellas le llamaban pariente. Gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, [...]. Y por esto y por otras cosillas que no digo, salí de él”.

En este tratado, Lázaro se ve marcado por la servitud a un buldero mentiroso: “...el más desenvuelto y desvergonzado y el mayor echador de ellas que jamás yo vi ni ver espero, ni pienso que nadie vio, porque tenía y buscaba modos y maneras y muy sutiles invenciones”. También se podría decir que, en este tratado, el joven aprende a no ser chantajista, tal como lo era su amo, que daba a los clérigos alimentos a cambio de que lo escucharan: “En entrando a los lugares lo había de presentar la bula, primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho valor ni substancia: una lechuga murciana, si era por el tiempo, un par de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada sendas peras verdinales. Así procuraba tenerlos propicios, porque favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar bula”.

Lázaro ve la manera de actuar del amo (ya que si no le tomaban las bulas por voluntad

propia, él buscaba como por mal se las tomasen) lo cual le hace pensar en como se debe

actuar, además de con perspicacia, se tiene que ser honrado y no obligar a nadie ha hacer algo que no sea de su agrado. El chico se da cuenta que, a pesar de ser un amo que le alimenta (aunque sea a costa de los curas), es un hombre que se aprovecha de las buenas gentes, cosa que no ve bien Lázaro: “Y, aunque muchacho, cayome mucho en gracia, y dije entre mí:-!Cuantas de estas deben hacer estos burladores entre la inocente gente!>.

Finalmente, estuve con este mi quinto amo cerca de cuatro meses, en los cuales pasé también hartas fatigas, aunque me daba bien de comer, a costa de los curas y otros clérigos do iba a predicar.
En el siguiente tratado, Lázaro ya empieza a ser un hombre de bien, harto de trabajar con un dueño que no le deja ni vivir y quiere valerse por si mismo y ser su propio dueño: “Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no quería más seguir aquel oficio”. Viendo el tratado, se puede decir que aquel joven inocente ha cogido carácter por si solo y se ha dado cuenta de lo dura que es la vida. Después de mucho sufrimiento, Lázaro, se ha formado como persona gracias a la crueldad de sus amos anteriores.

ANEXO

  • PROCESO EDUCATIVO:

Tratado I:

  • “...porque a mí con amenazas me preguntaban y, como niño respondía y descubría cuanto sabía, con miedo...”.

  • “Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y como lo traía pensando y lo tenia en voluntad, con este postre juego que me hizo afírmelo más”.

  • “-Necio, aprende: que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo”.

  • “Y fue ansí, que, después de Dios, este me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbro y adestró en la carrera de vivir”.

  • “-Lázaro engañado me has. Jurare yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres.

-No comí-dije yo-mas? por que sospecháis eso?

Respondió el sagacísimo ciego:

-¿Sabes en que veo que la comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas”.

  • “...como tomase las rebanadas y mordiese en ellas pensando también llevar parte de la longaniza, hallose en frío con el frío nabo.[...] Yo torne a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio mas poco me aprovecho, pues a las astucias del maldito ciego nada se le escondía”.

  • “Fue tal el golpecillo, que me desatino y saco de sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos de él se me metieron en la cara...”.

  • “...mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.[...] Desde aquella hora quise mal al ciego, y, aunque me quería y me regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo”

Tratado segundo:

  • “Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros”.

Tratado tercero:

  • “-Mozo, párate allí, y verás como hacemos esta cama, para que la sepas hacer de aquí adelante”.

Tratado cuarto:

  • “Éste me dio los primeros zapatos que rompí en mi vida mas no me duraron ocho días, ni yo pude con su trote durar más”.

Tratado quinto:

  • “Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba como por mal se las tomasen. Y para aquello hacía molestias al pueblo, y otras veces con mañosos artificios,...”

  • “Cuando él hizo el ensayo, confieso mi pecado, que también fui de ello espantado y creí que así [era], como otros muchos,...”.

Tratado sexto:

  • Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no quería más seguir aquel oficio”.

Tratado séptimo:

  • “...mas poco viví con él, por parecerme oficio peligroso, mayormente que una noche nos corrieron a mí y a mi amo a pedradas y a palos unos retraídos...”.

  • HONOR Y HONRA:

Tratado primero:

  • “...mi padre, que Dios perdone, tenia cargo de proveer una molienda de una aceña que esta ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años...”.

Tratado segundo:

  • “Dios te ha hecho merced en topar conmigo; alguna bueno oración rezaste hoy”.

  • “Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros”.

Tratado tercero:

  • “Mas como yo este oficio le hubiese mamado en leche, quiero decir que con el gran maestro, el ciego, lo aprendí, tan suficiente discípulo salí, que, aunque en este pueblo no había caridad, ni el año fuese muy abundante, tan buena maña me di, que, antes que el reloj diese las cuatro, yo ya tenia otras tantas libras de pan ensiladas en el cuerpo, y más de otras dos en las mangas y senos”.

  • “Puseme a un cabo del portal y saque unos pedazos de pan del seno, que me habían quedado de los de por Dios”.

  • “Pasemos como podamos y mañana [...], Dios hará merced: porque yo, por esto solo, no estoy proveído; antes he comido estos días por allá fuera”.

  • “-Y solamente te encomiendo no sepan que vives conmigo por lo que toca a mi honra, aunque bien creo que sera secreto, según lo poco que en este pueblo soy conocido”.

  • “-Eres muchacho- me respondió y no sientes las cosas de honra, en el que el día de hoy esta todo el candel de los hombres de bien”.

  • “Acuérdome que un día deshonre en mi tierra a un oficial y quise poner en el las manos, porque cada vez que le topaba, me decía...”.

  • “-Diciendo mis bienes y callando lo demás,...”.

  • !Oh, Señor, y cuantos de aquestos debéis vos tener por el mundo desamados, que padecen por la negra que llaman honra lo que por vos no sufririan!”.

  • “Ansí estuvimos hasta la noche, hablando en cosas que me preguntaba a las cuales yo respondí lo mejor que supe”.

  • “Éste es pobre, y nadie da lo que no tiene; mas el avariento ciego y el mal aventurado mezquino clérigo, que, con dárselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y aqueste de haber marecilla”.

  • “Y seguile, dando gracias a Dios por lo que oí, y también que me parecía, según se hábito y continente, ser el que yo había menester”.

Tratado cuarto:

  • “Éste me diÓ mis primeros zapatos que rompÍ, mas no me duraron mÁs de ocho dÍas, ni yo pude con su trote durar mÁs. Y por eso, y otras cosillas que no digo salÍ de el”.

  • “...que las mujercillas que digo me encaminaron, el cual ellas le llamaban pariente”.

Tratado quinto:

  • “Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín, por no dar tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y desenvueltísima lengua”.

Tratado sexto:

  • “Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no quería más seguir aquel oficio”.

  • “Ahorré para vestir muy honradamente de la ropa vieja, de la qual compré un jubón de...”.

  • “Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna”.

Tratado séptimo:

  • “En el cual día que hoy vivo y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced. Y es que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciudad se venden...”.

  • “Ella entra muy a tu honra y suya. Y esto te lo prometo. Por tanto, no mires lo que pueden decir, sinó a lo que te toca, digo a tu provecho”.

  • DESENGAÑO Y SOLEDAD:

Tratado primero:

  • “Lázaro, llega al oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él. Yo, simplemente, llegué, creyendo ser así”.

  • “...dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote...”.

Tratado segundo:

  • “Al cabo de tres semanas que estuve con él, vine a tanta flaqueza, que no me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la sepultura...”.

Tratado tercero:

  • “Visto mi inocencia dejome, dándome por libre...”.

  • “Tanta lástima haya Dios de mi como yo había de él porque sentí lo que sentía, y muchas veces había por ello pasado y pasaba cada día. Pensaba si sería comedirme a convidarle; mas, por me haber dicho que había comido, temíame no aceptaría el convite”.

  • “...y yo luego vi mala señal, por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto”.

Tratado cuarto:

  • “Gran enemigo del coro y de comer en el convento...”.

Tratado quinto:

  • “Conocí como había sido ilustrado por el industrioso y inventivo de mi amo”.

Tratado séptimo:

  • “Un día que ahocabamos un apañador en Toledo, [...] conocí y caí en la cuenta de la sentencia que aquel mi amo había dicho en Escalona, y me arrepentí del mal pago que le di, por lo mucho que me enseñó,...”.

  • “Yo determiné de animarme a las buenas”.

  • “Malas lengua, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir diciendo no se qué y sí se qué, de que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisarle de comer”.

  • RELIGION:

Tratado primero:

  • “Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una milenda hace;a que esta ribera de aquel rio...”.

  • “-Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y que Dios te guíe”.

  • “...como era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar da fe, había muerto en la de los....”.

  • “Y fue así, que, después de Dios, éste me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de vivir”.

Tratado segundo:

  • “Pues estando en tal aflición, cual plega al Señor librar della a todo fiel cristiano, [...] el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito”.

  • “Mejor vida tienes que el Papa”.

  • “Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias decía...”.

Tratado tercero:

  • “Maldíjeme mil veces, Dios me lo perdone, y a mi ruin fortuna, allí, lo áas de la noche; y lo peor: no osándome revolver por no despertalle, pedí a Dios muchas veces la muerte”.

Tratado cuarto:

  • “Gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera,...”.

Tratado quinto:

  • “El Señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puesta las manos y mirando al cielo, dijo ansí...”.

Tratado sexto:

  • “Entrome un íia en la iglesia mayor, un capellán de ella me recibió por suyo”.

  • “...quiso Dios alumbrarme y ponerme en camino y manera provechosa”.

  • “En el cual el día de hoy vivo y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced”.

Tratado séptimo:

  • “...por las Pascuas, su carne...”

  • “En el cual el día de hoy vivo y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced”.

  • “Teniendo noticia de mi persona el señor arcipestre de San Salvador, mi señor, y servidor y amigo de Vuestra Merced”.




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Idioma: castellano
País: España

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