Literatura
La Colmena; Camilo José Cela
LA COLMENA
ÍNDICE
Introducción................................................................................................................3
Su concepción de la vida y del arte......................................................................3
Trayectoria literaria..............................................................................................4
La Colmena..................................................................................................................5
Protagonista colectivo...........................................................................................5
Temas....................................................................................................................6
Estructura..............................................................................................................7
Recursos temporales.............................................................................................8
Los espacios..........................................................................................................8
Narrador y estilo...................................................................................................9
Conclusión...................................................................................................................9
Bibliografía................................................................................................................10
1. Introducción
Camilo José Cela Trulock nace en Iria Flavia (Padrón, A Coruña), en 1916. Inicia estudios de Medicina y Derecho pero no los acaba. Enfermo de tuberculosis desde 1931, vive temporadas de descanso en el sanatorio del Guadarrama. En este período lee la obra de Ortega y Gasset y los clásicos de la Biblioteca de Autores Españoles y empieza a escribir poesía mientras asiste a las clases de Fernández Montesinos y de Pedro Salinas, a quien considera su maestro. Cela le presenta sus primeros poemas y Salinas, tras presentarlo a Menéndez Pidal, lo introduce en la tertulia de María Zambrano. Desde entonces son constantes sus vínculos con personalidades del arte y de la cultura: Buñuel, Picasso, Miró, Marañón, Ochoa, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Aleixandre, Alonso, Hemingway, Neruda, García Márquez, Octavio Paz...
Durante la guerra, lucha en el frente con el Ejército Nacional en Logroño y resulta herido en 1938. De vuelta a La Coruña, vive allí el final de la guerra.
En 1940 publica su primer artículo, “Fotografías de la Condesa de Pardo Bazán” y a éste le siguen otros publicados en las revistas El español, La Estafeta Literaria y Fantasía. En 1942 publicó su primera novela, La familia de Pascual Duarte, que marca el punto de partida de la nueva novela de posguerra y que le catapulta hacia la fama. Es entonces cuando decide dedicarse por entero a la literatura.
En 1957 ingresa en la Real Academia Española. En 1984 es Premio Nacional de Literatura y en 1987, Príncipe de Asturias. En 1989, el Premio Nobel corona su carrera y seis años después, en 1995, el único premio que se le resiste, el Cervantes, pone colofón a toda su carrera. Fallece el 17 de Enero de 2002 en Madrid.
1.1. Su concepción de la vida y del arte
En su obra queda reflejado su concepto negativo del mundo, de la vida y del hombre y, por lo general, la actitud que toma es la del transeúnte desolado que mira a su alrededor con impotencia, aunque en ocasiones asome el vitalismo o la denuncia implacable. En cualquier caso predomina en su obra el tono amargo a la vista de lo miserable que aflora en el ser humano y en la sociedad.
La vida no es buena; el hombre tampoco lo es [...]. El hombre, en ocasiones, se
nos muestra cordial y casi inteligente. Pero no nos engañemos. No se trata más
que de la máscara...
En el polo opuesto, Cela también es capaz de mostrar resquicios de ternura frente a los más desprotegidos, de compasión ante el dolor humano.
Por lo que respecta a su visión de la novela cabe decir que su idea consistía no tanto en copiar la realidad y plasmarla en sus obras tal cual cuanto en inspirarse en ella pero deformándola al estilo de los esperpentos de Valle.
Quizás difiera de quienes primero hablaron de un espejo que se pasea a lo largo
del camino en [...] que la imagen que refleje sea [...] siempre deformada.
Pero Cela no destaca sólo por introducir el realismo social en la narrativa de posguerra, sino que además lo hace con un dominio del idioma que lo eleva por encima de sus coetáneos. Su vasto léxico y su manejo de la expresividad le permiten desenvolverse en registros tan variados como la amargura, la ironía, la obscenidad o el tono lírico.
1.2. Trayectoria literaria
La obra de Cela, desde sus inicios, resultó demasiado crítica e incómoda para el gobierno de Franco, lo que retrasó la publicación en España de algunas de sus obras. Incluso fue expulsado de la Asociación de la Prensa tras censurarle el primer borrador de La Colmena. Además, los sectores más conservadores de la sociedad y de la Iglesia Católica le censuraron por su dudosa moral.
Al separarse de la España oficial, Cela se dedicó a escribir unas obras críticas que no ocultaban el desánimo y la miseria económica que cundía entre la sociedad tras imponerse el nuevo régimen. No obstante, el testimonio de la España de posguerra que suponen sus primeras novelas está revestido de una importante elaboración literaria, evitando así que su obra se calificase de tendenciosa o panfletaria.
Platas Tasende divide la narrativa de Cela en tres etapas, partiendo de un experimentalismo más primario a uno más complejo:
La familia de Pascual Duarte (1942); Pabellón de reposo (1943); Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes (1944); La colmena (1951); Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953); La catira (1955); Tobogán de hambrientos (1962).
San Camilo 1936 (1969); Oficio de tinieblas 5 (1973); Mazurca para dos muertos (1983).
Cristo versus Arizona (1988); El asesinato del perdedor (1994); La cruz de San Andrés (1994); Madera de boj (1996).
Además de la novela, Cela también cultivó otros géneros como los libros de viajes: Viaje a la Alcarria (1948), Del Miño al Bidasoa (1952), Judíos, moros y cristianos (1956), Primer viaje andaluz (1959), Viaje al Pirineo de Lérida (1965) y Nuevo viaje a la Alcarria (1986).
Asimismo, produjo dos libros de memorias: La Rosa, publicada en volumen en 1959 aunque empezó a publicarse por entregas y con el título de La cucaña en el Correo Literario en 1950. En 1993 se publica Memorias, entendimientos y voluntades, que también se publicó por entregas en Diario 16 a finales de 1991.
Además de sus poemas, cuentos, novelas cortas, artículos y ensayos, lo más curioso de su producción es el Diccionario secreto, libro donde se explican con detalle las palabras malsonantes del castellano, como los insultos. Sin embargo, lo más destacado de su obra sigue siendo la producción novelística, en la que aporta una gran variedad de construcciones y multitud de innovaciones formales, como se verá en La Colmena.
La familia de Pascual Duarte, su primera novela, es ya un experimento con grandes dosis de violencia y de amargura. Su mérito consiste en hacer verosímil tal conjunto de atrocidades. Esta novela, que dio origen al llamado tremendismo, nos presenta de una manera crudelísima la concepción del hombre de Cela, determinado, a la manera de Zola, por la herencia y por el entorno social. El propio protagonista se considera condenado de antemano, sobre él actúa un oscuro destino que le desespera.
2. La Colmena
La historia de la publicación de la obra es curiosa: Fue escrita entre 1945 y 1950. En 1946 presentó una primera edición de la novela a la censura, pero fue rechazada por inmoral. Una vez terminada, tuvo que ser publicada por la editorial Emecé en Buenos Aires en 1951, aunque la censura del gobierno peronista también actuó, mutilando la novela. A su éxito fuera de España - en 1953 se tradujo al inglés y un año después se hizo una tirada de setecientos mil ejemplares en Nueva York - le siguió en España el veto, con lo cual se impidió su publicación en una edición oficial hasta 1963, aunque es cierto que la obra ya circulaba antes por ambientes literarios.
La Colmena supone uno de los puntos culminantes de Cela y de la narrativa española de posguerra. No se trata de un documento sino que es una visión sintetizadora y con mucho significado que el autor tiene del Madrid de los años 40.
En el caso de esta novela experimental, la tradicional división en argumento y personajes resulta difícil, puesto que estos aspectos se entremezclan con la estructura espacio-temporal. No existe un argumento propiamente dicho sino que se hace un retrato de los personajes en distintas parcelas de sus vidas.
2.1. Protagonista colectivo
El número de personajes, según Caballero Bonald - quien, recordemos, añadió el Censo de Personajes en la edición de Noguer - serían 296 (además de 50 personajes reales). Sin embargo, no todos adquieren un papel de cierto relieve. Según Nora, en La Colmena éstos son “unos 45”. El proceso que sigue en el tratamiento de cada uno de los personajes consiste en presentar al personaje y dar algunas pinceladas de él para pasar a un nuevo personaje y retomarlo más adelante.
De entre los personajes que adquieren un papel relevante destaca por encima de todos Martín Marco, un escritor que parece encontrarse al margen de ese ambiente de podredumbre general, pero basta con seguir su evolución para ver que también desfallece y acaba por estar dominado por sus miedos y sus mezquindades. Sobre él gira el capítulo final, que acentúa la sensación de incertidumbre de toda la novela.
Otros personajes con un peso específico son: Doña Rosa, la despreciable dueña del café; Filo, la hermana de Martín Marco, que refleja el sacrificio que conllevan los problemas económicos conjuntamente con su marido, don Roberto, que está pluriempleado; se presenta también el retrato de una familia entera, los Moisés: la madre, doña Visi, es una mujer beata que no presta atención a su alrededor; su marido, el alborotador don Roque, y sus hijas Julita, quien se reúne con su novio en la casa de citas, Elvira, una buscona condenada a la soledad y Victorita, que sufre por su novio tuberculoso y no duda en venderse para llevarle medicamentos y comida.
Otros personajes con un papel más secundario son el sablista, el poeta, el guardia, el prestamista, el médico, el vividor, el impresor adinerado, los músicos, el gitano... Por lo que se refiere a las mujeres, las hay de diferentes clases: beatas, prostitutas, dueñas de las casas de citas, criadas, la alcahueta, la niña vendida a un anciano, la castañera...
Por lo general se trata de gentes mediocres y, a menudo, de baja talla moral y vulgares, especialmente entre los adinerados, que destacan por su profundo desprecio hacia los demás. Sin embargo, también se entrecruzan personajes que nos conmueven por el abandono que sufren inmerecidamente.
En cuanto a la técnica de la caracterización de los personajes hay que decir que los personajes se van definiendo con sus palabras y sus actos, generalmente. Hay también retratos que en ocasiones sintetizan el pasado del personaje. Es el caso de los personajes poco desarrollados, como Dorita a principios del capítulo VI, donde se aprecia la precisión con la que Cela quiere describir a sus personajes, destacando rasgos muy concretos de cada uno de ellos, con lo que se acerca a la caricaturización.
Es cierto que el diálogo ocupa un puesto preeminente en la caracterización de los personajes. En sus palabras se revela su crueldad o su ternura, para lo cual se suceden frases hechas, tópicos, giros y vulgarismos, pero también se debe prestar atención al tono y al léxico que cada personaje emplea en cada caso. En los diálogos se expresa el habla de cada estrato social.
2.2. Temas
Sobejano señala el tema global y lo define como la incertidumbre de los destinos humanos, dado que los mismos temas se repiten en casi todos los capítulos: la pobreza, el hambre, el recuerdo de la guerra, el sexo, las apariencias, la violencia, la monotonía y la soledad, la suma de los cuales suponen para el individuo la carencia de libertad causada por una forma opresora de vida. Pero no faltan la compasión, la caridad y el amor. Todos estos temas confluyen, según el autor citado, en una idea: la alienación.
Las notas comunes al mundo de La Colmena son la insolidaridad, la impotencia y la no acción. Nadie parece rebelarse, aunque los personajes de Martín Marco y Mauricio Segovia en algún momento parecen estar a punto de hacerlo.
Junto al reflejo de la sociedad madrileña se presentan la denuncia y la protesta del autor aunque sin esperanzas de cambio. En esa desesperanza reside, para Sobejano, el amplio alcance existencial de La Colmena. Los personajes son seres que, a menudo, no son siquiera conscientes de su desdicha.
2.3. Estructura
La novela se compone de 6 capítulos y un Final. En cuanto a la extensión hay que decir que los 5 primeros capítulos son unas cuatro veces mayores que los 2 últimos.
Los capítulos se integran en una serie de secuencias separadas por un espacio en blanco y de una longitud variable. Cada secuencia se centra en un personaje o en varios relacionados entre sí. A menudo se efectúa una composición simultánea: varias secuencias transcurren en un mismo momento. El título pretende hacer un símil entre esas secuencias, 213 en total, y el conjunto de las celdillas de una colmena.
Como resultado se nos frece una visión poliédrica de los personajes, puesto que los personajes aparecen y desaparecen del foco del narrador con lo cual le corresponde al lector construir el rompecabezas que es la novela. Son vidas paralelas que en ocasiones se entrecruzan. De esa manera se pretende dar una perspectiva amplia de la vida en sociedad del Madrid de 1943.
La unidad de la novela se consigue a través de las relaciones entre los personajes, pero también mediante la reproducción de un ambiente social y moralmente plano, en el que todos los personajes aceptan sus roles con resignación. Igualmente, el encorsetamiento temporal y espacial de la novela contribuye a dar esa visión general.
El tiempo de la novela no es superior a poco más de dos días del invierno de 1943. Sobejano y Asún sintetizan así su disposición:
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Cap. I: primer día, por la tarde.
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Cap. II: primer día, al anochecer.
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Cap. III: segundo día, por la tarde.
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Cap. IV: primer día, por la noche, y enlazaría con el capítulo II.
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Cap. V: segundo día, tarde y noche, y enlazaría con el capítulo III. En este capítulo, además, las secuencias no se ordenan por orden cronológico.
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Cap. VI: segundo día, al amanecer, cronológicamente entre los capítulos II y III.
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Final: una mañana, tres o cuatro días después.
Esta organización pretendidamente desordenada quiere dar la impresión de laberinto o caos humano. Según Ilie, “tan agitados cambios desplazan las usuales percepciones por el lector del tiempo como un fluir, preparándole para aceptarlo como un constante o eterno ahora”. En el mismo sentido, se emplean una serie de técnicas muy concretas en el uso que se hace de la temporalidad, como se verá en el apartado siguiente.
Por último, es importante señalar que la estructura de la novela corresponde al modelo de novela abierta, es decir, sin argumento y sin desenlace. Su final no nos adelanta la situación de los personajes en el futuro, todo queda inconcluso. La incertidumbre de los personajes no acaba con el fin de la novela, sino que la trasciende.
2.4. Recursos temporales
Dentro de las técnicas concernientes a la temporalidad, la más empleada en La Colmena es la analepsis. Así sucede, por ejemplo, en los diálogos que mantienen en el capítulo III Ventura y su padre. La prolepsis también se utiliza, aunque con menor frecuencia, y se centra casi siempre en mostrarnos la visión que tienen de su propio futuro las parejas jóvenes: Ventura y Julita o don Roque y Lola, en sus reuniones en la casa de doña Celia.
Cabe rescatar en este punto el uso que se hace del diálogo para ralentizar el ritmo de la novela. Ése es el objetivo de su uso abusivo (recordemos que en el diálogo, el tiempo de la trama y el del argumento coinciden). Por otra parte, se da relieve a la escena. De la misma manera, las digresiones del narrador llegan a acaparar secuencias enteras así como las descripciones de los lugares, del aspecto o de las actitudes de los personajes.
Otra forma de ralentizar el tiempo consiste en el empleo de la frecuencia iterativa, recurso observable sobre todo en los capítulos I y VI (“Doña Rosa dice con frecuencia...”, “Don José pide siempre...”) y que sirve para que entendamos que en la selección que hace el narrador de los hechos de la historia no importan las situaciones de los personajes, puesto que sus reacciones y sus comentarios son siempre los mismos.
Una de las innovaciones de Cela es el constante uso que hace del presente. De esta manera se vuelve a conseguir que la trama avance lentamente y además se sitúan los hechos en la actualidad del lector, con lo que las denuncias lanzadas en La Colmena parecen seguir vigentes en cualquier época.
Otras técnicas espacio-temporales son el simultaneísmo y el contrapunto. En el capítulo II, por ejemplo, se utilizan las tonalidades de la luz para advertirnos de que diferentes secuencias se producen en un momento determinado. El contrapunto, por su parte, sucede cuando hechos simultáneos se oponen: por ejemplo, el atracón de doña Rosa frente al hambre de la señorita Elvira, que casi nunca puede comer.
2.5. Los espacios
El ambiente de La Colmena es, sobre todo, humano: la suma de los personajes. Dentro de una geografía tan precisa, la del Madrid de posguerra, se nombran espacios exteriores, calles y plazas como Gran Vía, Fuencarral, Atocha, la Puerta del Sol... con lo que se pretende incrementar el valor documental de la novela y por tanto los efectos de verosimilitud. En cuanto a los interiores, destaca el café de doña Rosa (inspirado en el Café Europeo de la Glorieta de Bilbao), pero destacan otros cafés y bares, algunas casas particulares, comercios y casas de citas (como la de doña Celia, cerca de Chamberí).
Las técnicas de descripción de los espacios son variadas. En pocas ocasiones hay descripciones que van más allá del detalle, y en ningún caso son demasiado extensas. Éste es el caso de la habitación de la casa de citas o de la alcoba de Filo y Roberto. Como norma general frecuentan las descripciones sucintas con las que se procura complementar el clima oscuro de la novela.
2.6. Narrador y estilo
El narrador de La Colmena es omnisciente, un narrador tradicional que sorprende en una novela tan llena de innovaciones. En ocasiones no se limita a presentar a los personajes y dejar que se retraten ellos mismos, sino que determina nuestro juicio sobre ellos y valora desde su comportamiento hasta su aspecto. En otras ocasiones el narrador se hace notar con comentarios humorísticos o lúdicos, con el sarcasmo o con la aspereza que emplea al describir a ciertos personajes, y con la ternura que le inspiran otros, por lo que no puede hablarse de objetivismo en sentido estricto. Y aunque sus reflexiones suelan centrarse en los personajes también hay tiempo para las digresiones del narrador del tipo: “A mí no me parece que...”, “Digo esto...”, “Ya dijimos que...”.
Por otra parte, la actitud del narrador no es más que la intromisión de Cela como un personaje más de la novela. Con esto, nos está diciendo que su novela no constituye una copia de la realidad, aunque sí que es un reflejo de ella. Por una parte es evidente que el autor debe llevar a cabo un proceso de selección, pero la limitaciones del realismo aparecen, de la misma manera que en Pascual Duarte, cuando se acumulan de una manera poco creíble tal cantidad de aspectos negativos. Precisamente con el propósito de aclarar que La Colmena no es simplemente un plagio de la realidad, se dota a los personajes de rasgos propios del esperpento, como la animalización, la muñequización o los contrastes. Esa deformación de los personajes y su forma de presentarla es lo que ha hecho que se hable de tremendismo.
En cuanto al estilo de Cela, está cuidadosamente trabajado. Sus usos más característicos se encuentran en La Colmena: el uso de repeticiones, la exacta adjetivación. Es cuidado también el uso de frases construidas con bimembraciones o plurimembraciones, buscando paralelismos sintácticos y efectos rítmicos. De ahí una tendencia a la frase lenta, en las reflexiones o descripciones, en contraste con la rapidez de las frases puramente narrativas. Otro contraste lo produce la variedad de tonos que va desde el retrato demoledor de doña Rosa al poético final del capítulo VI.
3. Conclusión
Es evidente que La Colmena se considera un testimonio social gracias a que sus personajes pertenecen a diferentes estratos sociales: desde ricos que desprecian a los demás hasta miserables que pretenden aparentar un estatus que no poseen.
Como tal testimonio, de entre los muchos temas que se tratan en la novela, quisiera destacar la vigencia (y no sólo por el uso del presente en la narración sino porque es una novela absolutamente intemporal) de algunos como la pobreza, el hambre, la degradación del ser humano, la soledad o la hipocresía.
Es cierto que el trasfondo de la novela es el Madrid de hace más de sesenta años, y que la situación en España es otra, pero el hecho de que la novela se pueda situar hoy día en numerosos países de todo el mundo no hace sino que, al leerla, tengamos la misma sensación que tenía Cela cuando se decidió a escribir esta novela: la del espectador que asiste perplejo a las atrocidades que se siguen cometiendo en todo el mundo.
BIBLIOGRAFÍA
Asún, R. La Colmena, Castalia, 1990, Madrid.
Cela, C. J. Obras completas, Destino, 1962-1986, Barcelona.
Ilie, P. La novelística de Camilo José Cela, Gredos, 1978, Madrid.
Nora, E. G. La novela española contemporánea (1927-1960), II, Gredos, 1962, Madrid.
Platas Tasende, A. M. Camilo José Cela, Síntesis, 2004, Madrid.
Sobejano, G. Novela española de nuestro tiempo, Marenostrum, 2005, Madrid.
Urrutia, J. La Colmena, Cátedra, 1988, Madrid.
C. J. Cela, Obras completas, Destino, Barcelona, 1962-1986, XII p. 766
Cfr. 1, I pp. 534-535
G. Sobejano, Novela española de nuestro tiempo, Marenostrum, 2005, Madrid, p. 81.
A. M. Platas Tasende, Camilo José Cela, Síntesis, 2004.
E. G. Nora, La novela española contemporánea (1927-1960), II, Gredos, 1962, Madrid, p. 45.
Cfr. n. 3, p. 78.
R. Asún, La Colmena, Castalia, 1990, Madrid, p. 17.
P. Ilie, La novelística de Camilo José Cela, Gredos, 1978, Madrid, p. 114.
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Enviado por: | David |
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