Literatura


La Celestina; Fernando de Rojas




ÍNDICE

Introducción…………………………………..3

Preliminares……………………………………4

Carta del autor………………………….4

Prólogo…………………………………4

Primera parte…………………………………..5

Acto primero…………………………..5

Acto cuarto……………………………7

Acto sexto……………………………..8

Acto noveno…………………………...10

Acto duodécimo……………………….11

Segunda parte…………………………………12

Acto decimocuarto…………………….12

Acto decimosexto……………………..13

Acto decimonoveno…………………...14

Acto vigésimo…………………………15

Acto vigésimo primero………………..16

INTRODUCCIÓN

La Celestina fue escrita en su mayoría por Fernando de Rojas, descendiente de judíos conversos, pero no toda, ya que el primer acto se lo encontró, y aunque ha sido atribuido a lo largo de los años ha Juan de Mena y Rodrigo Cota, ahora se niega que ninguno de los dos pudiera ser el autor.

En un principio fue una obra para ser leída, por la gran variedad de cambios de escenarios que tiene y porque las acotaciones propias del teatro estaban introducidas en el diálogo de los personajes.

Los personajes de esta obra son de clases sociales muy diversas, así como el vocabulario que emplean. Los protagonistas, Calixto y Melibea, y los padres de Melibea también, son nobles y emplean un vocabulario culto, mientras que los criados representan la clase más baja y emplean un vocabulario pobre, lleno de vulgarismos y refranes. Celestina, personaje de gran importancia en la obra, que regula todos los conflictos y relaciones de la obra, tiene un amplio vocabulario, puesto que se adapta a la forma de hablar de sus interlocutores.

Todos los personajes son movidos por la pasión. Calixto y Melibea por las pasiones humanas, el amor y los criados y Celestina por la codicia. Las distintas pasiones ciegan a todos, que acaba llevándoles a la muerte, lo que da a la obra una visión pesimista de la vida y de la condición humana.

La obra está dividida en dos partes. La primera está formada por los doces primeros actos y la segunda va del décimo tercer acto al vigésimo primero.

La obra se desarrolla en un corto período de tiempo, que le da en algunos momentos una sensación de lentitud. Los quince primeros actos suceden en tan solo tres días y al llegar al décimo sexto se produce un salto de un salto de un mes que aumenta el ritmo.

PRELIMINARES

Carta del autor. A un su amigo

En esta carta el autor menciona las razones por las que decidió seguir la obra que se encontró como el dice esculpida en unos papeles. Cuando esto ocurrió sólo estaba escrito el primer acto y el autor de este no había dejado su firma en el, pero se piensa que pudo ser Juan de Mena o Rodrigo Cota. Fernando de Rojas da dos principales razones por las que decidió seguir la obra:

-Estética: Nunca antes se había visto ni oído un estilo elegante como el de aquel manuscrito en la lengua castellana lo que le llevó a leerlo una y otra vez admirando cosas nuevas cada vez.

-Valores moralizadores: Para aconsejar a los jóvenes y locos enamorados sobre el amor, previniéndoles de que la obsesión por una persona puede llevarnos a la muerte. Al final de esta carta Fernando de Rojas escribió una nota para que los lectores supiesen en que momento empieza la historia escrita por el.

Después de esta carta, se encuentran unos versos en acróstico que fueron añadidos en la edición de 1.500 por Fernando de Rojas. Estos versos están divididos en once estrofas, cada una de las cuales está formada por ocho versos, todos ellos de arte mayor (endecasílabos y dodecasílabos) que forman dos cuartetos y riman en consonante: 11-A, 12-B, 12-B, 11-A, 12-A, 12-C, 11-C, 12-A.

Prólogo

En estas páginas Fernando derogas explica por qué decidió darle el nombre de tragicomedia a su obra. Cuando el se encontró el primer acto; este tenía por nombre “Comedia de Calixto y Melibea”, por el placer del principio, pero después de que Fernando de Rojas añadiera demás actos, la gente pensó que debería llamarse tragedia; por la tristeza del final. Fernando de Rojas, no de acuerdo con ninguna de estas dos clasificaciones decidió tomar las dos por lo que se quedó con el nombre final de “Tragicomedia de Calixto y Melibea” que pronto pasó a conocerse como “La Celestina” por la fuerza de este personaje en la obra.

PRIMERA PARTE

ACTO PRIMERO

Este primer acto comienza con un diálogo entre Calixto y Melibea en el que Calixto se declara a Melibea alabando su hermosura y la felicidad que siente al verle, comparándola incluso con un lugar en el cielo junto a Dios, cosa que esta no acepta y le echa. En la declaración se aprecia el habla retórica, cortesana, típica de la zona de la diversidad de Toledo:

-Adjetivación: -Perfecta hermosura

-Cuerpo glorificado

-Secreto dolor

-Obras pías

-Esquivo tormento

-Visión divina

-Gloriosos actos

-Loco atrevimiento

-Repetición del yo: -Yo tengo a Dios ofrecido

-No gozan más que yo

-Y yo, mixto me alegro con recelo del esquivo tormento

-Paralelismos: -Tanta merced que verte alcanzase y en tan conveniente lugar

-Tal hombre como tú, tal mujer como yo

-Religiosidad: -Yo tengo a Dios ofrecido

-Los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina…

Después del diálogo entre Calixto y Melibea, Calixto se va a su casa donde conversa con Sempronio, que manifiesta abiertamente su misoginia diciéndole a Calixto cosas como:

-Sometes la dignidad del hombre a la imperfección flaca de la mujer.

-Llenos están los libros de sus viles y malos ejemplos

-Las mujeres y el vino hacen a los hombres renegar

-¿Quién contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liviandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías?

-¿Sus disimulaciones, su lengua, su engaño, su olvido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia, su testimoniar, su negar, su resolver, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su locura, su desdén, su soberbia, su sujeción, su parlería, su golosina, su lujuria y su suciedad, su miedo, su atrevimiento, sus hechicerías, sus embaimientos, sus escarnios, su deslenguamiento, sus desvergüenzas, su alcahuetería? En este monólogo aparece una anáfora (su/s), para dar más fueraza a las palabras de Sempronio.

Sempronio va a buscar a su amiga Celestina para que le ayude a Calixto a conquistar a Melibea. En el habla de Celestina se pueden apreciar numerosos refranes y frases hechas:

-No dejemos pasar el tiempo en balde

-¡Ay burlador!

-Basta para mí mecer el ojo

-Me alegro de estas nuevas como los cirujanos de los descalabrados

-Do vino el asno verná el albarda

-Yo te le traeré manso y benigno a picar el pan en el puño

-Tres al mohíno

-Los huesos que yo roí

-Jo que te estriego, asna coja

-¿Lobitos en tal gestito?

-Fuego malote queme

-Los peregrinos tienen muchas posadas y pocas amistades

-No convalece la planta que muchas veces es transpuesta

-No vivas en flores

-A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo

-Extremo es creer a todos y yerro no creer a ninguno

-De enfermo corazón es no poder sufrir el bien

-Da Dios habas a quien no tiene quijadas

-Al varón que con dura cerviz al que le castiga menosprecia, arrebatado quebrantamiento le verná y sanidad ninguna le conseguirá

-Como en el oro muy fino labrado por la mano del hostil, ratifica la obra sobrepuja a la materia

ACTO CUARTO

En este acto Celestina va a casa de Melibea y tras conversar un rato con Alisa, madre de Melibea, y con Lucrecia, la criada, consigue que le dejen sola con Melibea y comienzan a hablar. Celestina inicia esta conversación con un monólogo sobre la vejez para que Melibea aproveche su juventud y para darle pena, y que así le escuche todo lo que le quiere decir. Para emplea metáforas: “La vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente, cuidado triste de lo porvenir, vecina de la muerte.”, paralelismos: “Desean harto mal para sí, desean harto trabajo.”, anáforas: “Sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre”, “aquel poco oír, aquel debilitado ver, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel flaco andar, aquel espacioso comer”, antítesis: “Ninguno es tan viejo, que no pueda vivir un año ni tan mozo, que hoy no pudiese morir”., “Sobra la gana y falta la provisión”, “Que nunca sentí peor ahíto que de hambre”

Después de esto, siguen hablando de la vejez. Melibea comenta como ha cambiado Celestina en tan sólo dos años y esta le contesta con un refrán: “Verná el día que en el espejo no te reconozcas”, aunque reconoce que parece mayor de lo que realmente es y alaba la belleza y juventud de Melibea:” ¡Oh angélica imagen! ¡Oh perla preciosa!”

Una vez que han cogido confianza, Celestina le dice a Melibea el verdadero motivo por el que ha ido: “Bien ternás, señora, noticia en esta ciudad de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre que llaman Calixto”. Esto le indigna a Melibea, por lo que Celestina rectifica rápidamente diciéndole que sólo quiere para el una oración contra el dolor de muelas que sabe que ella tiene y con esto aprovecha para citar algunas de las virtudes de Calixto, identificándole con personajes importantes de la antigüedad: Es franco, esforzado, gracioso, noble de sangre, alegre, justo…

Por último, Melibea se interesa por la dolencia de Calixto y Celestina le contesta la edad de este, en vez del tiempo que lleva con el dolor.

ACTO SEXTO

En este acto se aprecia de principio a fin la locura a la que ha llegado Calixto llevado por el amor hacia Melibea. Esto hace que los diálogos sean muy fluidos y tensos por el nerviosismo de Calixto que quiere conocer todos los detalles de la conversación de Celestina con Melibea. Este nerviosismo viene dado principalmente con diálogos más cortos que en otros momentos y con abundantes oraciones exclamativas:

-¡Oh maravillosa astucia!

-¡Dios mío que alto don!

-¡Toma toda esta casa y cuánto en ella hay y dímelo o pide lo que querrás!

-¡Corre Pármeno, llama a mi sastre y corte luego un manto y una saya de aquel contray, que se sacó para frisado!

-¡Oh mezquino de mí!

-¡Oh gozo sin par!

-¡Oh singular oportunidad!

¡Oh oportuno tiempo!

Además el amor ha cegado a Calixto, puesto que está dispuesto a dar lo que sea a Celestina con tal de que siga hablando de Melibea y no se da cuenta de que le miente.

-¡Oh, por Dios, toma toda esta casa y cuanto en ella hay y dímelo o pide lo que querrás.

-¡Corre Pármeno, llama a mi sastre y corte luego un manto y una saya de aquel contray, que se sacó para frisado!

-“¡Así, así! A la vieja todo, porque venga cargada de mentiras como abeja y a mí que me arrastren. Ras esto anda ella hoy todo el día con sus rodeos” (Pármeno)

Describe a Melibea como la mujer perfecta, que atrae todos sus sentidos e incluso sus sueños.

-Mándame mostrar aquel santo cordón, que tales miembros fue digno de ceñir.

-Todos los sentidos le llagaron, todos acorrieron a él con sus esportillas de trabajo. Cada uno le lastimó cuanto más pudo; los ojos en vela, los oídos en oílla, las manos en tocalla.

-Entre sueños, digo.

-Aquella gélica cintura.

-¿Crió Dios otro mejor cuerpo?

-¿Puédense pintar tales facciones, dechado de hermosura?

-Que las gracias que en todas repartió las juntó en ella.

-Eso no, que es herejía olvidar a aquella por quien la vida me place.

Hay un momento en el que Calixto se entristece porque no sabe si logrará llegar a ella, que es lo que más desea.

-Decidme si os hallasteis presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien vosotros servís y yo adoro.

-Esta mi señora tiene el corazón de acero.

anáfora

-Unos ojos tiene con que echa saetas.

-Una lengua de reproches y desvíos.

ACTO NOVENO

En este acto los criados critican a la alta sociedad. Esto empieza con un comentario de Sempronio sobre Melibea, en el que dice que es gentil y graciosa. Al oírlo, Elicia comienza a criticarle, y después siguen los demás también:

-Aquella hermosura por una moneda se compra en la tienda.

-Conozco yo en la calle donde ella vive cuatro doncellas, en quien Dios más repartió su gracia que no en Melibea.

-Las riquezas las hacen a estas hermosas y a ser alabadas, que no la gracia de su cuerpo.

-Unas tetas tiene, para ser doncella, como si tres veces hubiese parido; no parecen sino dos grandes calabazas.

-Lo que habla falsedad; lo que reprueba bondad; lo que aprueba maldad. (Paralelismo)

-Ni comen, ni beben, ni ríen, ni lloran, ni duermen, ni velan, ni hablan, ni callan, ni penan, ni descansan, ni están contentos, ni se quejan. (Anáfora)

-Nunca hablan con parientes, con iguales, a quienes pueden hablar tú por tú.

-No llaman a sus criadas por su nombre, sino puta, tiñosa, golosa, puerca…

-Pagan poco y mal

-Y tras esto mil chapinazos y pellizcos, palos y azotes.

-Su placer es dar voces, su gloria es reñir (Paralelismo)

-De lo mejor hecho, menor contentamiento muestran.

Después de esta crítica a la clase noble en general, se pasan a criticar al clero. Aquí Celestina habla de cómo ellos también iban a su casa en busca de relaciones.

-El que menos había de negociar conmigo, por más ruin se tenía.

-Caballeros, viejos y mozos, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes

-Venían a donde yo estaba, a ver si mandaba algo, a preguntarme cada uno por la suya.

-Allí se concertaban las venidas a mi casa, allí las idas a la suya allí se me ofrecían dineros, allí promesas, allí otras dádivas. (Anáfora)

-No hacían ni decían cosas derechas.

ACTO DUODECIMO

Este acto comienza con una conversación entre Pármeno, Sempronio y Calixto de camino a casa de Melibea. Cuando llegan Melibea trata de forma desagradable a Calixto, como si quisiera que se fuera. “A esto fue aquí mi venida, a dar conocimiento en tu despedida”. Al oír esto Calixto se siente traicionado por Celestina y por sus criados y así lo expresa: “¡OH malaventurado Calixto, OH cuan burlado has sido de tus sirvientes! ¡OH engañosa mujer Celestina!” Después de esto Melibea le dice sus verdaderos sentimientos, empleando paralelismos: “Tú lloras de tristeza juzgándome cruel; yo lloro de placer viéndote tan fiel”, “¡Cuánto más alegre me fuera poder ver tu cara que oír tu voz!”. Una vez aclarado, se declaran su amor; enfadados porque las puertas les separan: “Las puertas impiden nuestro gozo, las cuales yo maldigo”, ¡OH, molestas y enojosas puertas!” Como no las pueden abrir, deciden quedar al día siguiente en el huerto de Melibea done se podrán ver. En ese momento se oyen ruidos en la calle y Melibea le dice a Calixto que se vaya y Pármeno va a avisarle también de que se acerca gente con hachas.

Después de acompañar a Calixto a casa, Pármeno y Sempronio van a casa de Celestina a reclamar su parte del dinero. Al llegar, Celestina les recibe alegre, ignorando el verdadero motivo de su visita: “¡OH locos traviesos, entrad, entrad!”. Pero Sempronio lo que quiere es el dinero y así lo dice y Celestina dice que no se lo va a dar porque lo que Calixto le dio es sólo suyo: “Si algo vuestro amo medio, debéis mirar que es mío”, que si ellos quieren dinero se lo pidan a su amo. Esto lo dice en un monólogo en el que emplea refranes y frases hechas:

-Gracioso es el asno.

-¿Estás en tu seso, Sempronio?

-Si te vi burléme

Sempronio, se enfada por la codicia de Celestina, y se lo dice: “Cuando pobre franca, cuando rica avarienta” (Paralelismo), “De lo poco poco, de lo mucho nada” (Refrán). A Celestina le empieza a entrar el miedo y les dice q no paguen su enfado con ella: “Si mucho enojo traéis con vosotros, no lo paguéis en mí” y pide auxilio, aunque no le sirve de nada puesto que le matan antes de que lleguen los alguaciles. Para que no les cojan, Pármeno y Sempronio saltan por la ventana

SEGUNDA PARTE

ACTO DECIMOCUARTO

Este acto, en el que Calixto va una vez más a casa de Melibea, comienza con una conversación entre esta y Lucrecia, en la que se aprecia su impaciencia: “Mucho tarda aquel caballero que esperamos”. Cuando Calixto llega, ambos muestran su emoción: “Es tu sierva, es tu cautiva, es la que más tu vida que la suya estima”; ¡OH angélica imagen, oh preciosa perla ante quien el mundo es feo!” (Metáfora, paralelismo, comparación). Calixto quiere pasar y tocar a Melibea: “¿No quieres que me arrime al dulce puerto a descansar mis pesados pies?” (Metáfora), pero Melibea se niega: “No me quieras robar el mayor don que la natura me ha dado. Cata del buen pastor es propio trasquilar sus ovejas y ganad, pero no destruirlo y estragarlo” (refrán). Al oír esto, Calixto se arrepiente y se disculpa, pero vuelve a intentarlo: “Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad y poco merecer; agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo” y Melibea se lo vuelve a negar: “Si pensara que tan desmesudaramente te habías de haber conmigo, no fiara mi persona de tu cruel conversación”, “Cómo has querido que pierda el nombre y corona de virgen por tan breve deleite?”. Después de esto se dan cuenta de que ya está amaneciendo: “Ya quiere amanecer” y que se tiene que ir. Melibea le dice que siga yendo por ahí a las noches: “las noches que ordenares sea tu venida por este secreto lugar a la misma hora”. Calixto se como fue, va acompañado de Sosia y Tristán. Al llegar a casa Calixto se va a acostar y antes de esto tiene un largo monólogo.

ACTO DECIMOSEXTO

En este acto, Pleberio y Alisa, padre de Melibea, comienza hablando de cómo se les va la vida: “El tiempo según parece se nos va”, “Corren los días como agua de río” (metáfora) y por eso quieren dejar casada a Melibea antes de morir: “Acompañemos nuestra única hija, con marido” para no tener que dejarla bajo el cuidado de nadie: “No quede por nuestra negligencia en manos de tutores”. Ellos pensaban que seguía siendo virgen: “No hay cosa con que mejor se conserve la limpia fama en las vírgenes, que con temprano casamiento” y piensan que nadie se negará a casarse con Melibea: “¿Quién rehuirá nuestro parentesco en toda la ciudad?” puesto que tiene todo lo que en un casamiento se puede pedir: “Lo primero discreción, honestidad y virginidad; segundo, hermosura; lo tercero, el alto origen y en parientes; lo final, la riqueza. De todo esto la dotó natura. Cualquiera cosa que nos pidan hallarán bien cumplida”. Melibea les oye hablar: “No parece sino que les dice el corazón el gran amor que a Calixto tengo, y todo lo que con el, un mes ha, he pasado”. Pero ella no se quiere casar aún, y menos si no es con Calixto: “Déjenme mis padres gozar de el, si ellos quieren gozar de mí”, “Déjenme gozar mi mocedad alegre, si quieren gozar su vejez cansada”, “No quiero marido, no quiero ensuciar los ñudos del matrimonio”. Dice que con Calixto a su lado es feliz y si él no tiene vida: “Faltándome Calixto, me falta la vida, la cual porque él de mí goce me place”. Después de este monólogo sigue la conversación entre Pleberio y Alisa en la que Pleberio piensa si dejarle elegir a Melibea con quien quiere casarse: “¿Debemos hablarlo con nuestra hija, debemos darle parte de tantos como me la piden, para que de su voluntad venga, para que diga cual le agrada?” y Alisa cree que no, puesto que no sabría elegir bien: “¿Y piensas que sabe ella que cosa sean hombres?”. Al oír esto Melibea le manda salir a Melibea para que les interrumpa, porque sino saldrá ella gritando: “Corre presto, entra en la sala y estorbales su hablar, si no quieres que vaya yo dando voces como loca, según estoy enojada del concepto engañoso que tienen de mi ignorancia”.

ACTO DECIMONOVENO

Al principio de este acto aparecen Sosia y Tristán hablando de Areúsa porque Sosia cree que está enamorada de él, cosa que Tristán, a pesar de su juventud le desmiente: “Sus ofrecimientos fueron falsos y no sé yo a qué fin”.

Cuando llegan al huerto de Melibea, ponen la escala para que Calixto pueda pasar y se queda parado porque se encuentra a encuentra con Melibea con Lucrecia, la cual estaba cantando. En su canción se recrea el tópico de la naturaleza. Habla de flores, de olores, de colores. Emplea anáforas: “ni huerto más visitado, ni noche más sin fatiga”, exclamaciones: “¡Oh, cuando saltar le vea, que de abrazos le dará!, personificación: “Dulces árboles sombrosos, humillaos cuando veáis…”, interrogaciones retóricas: “¿por qué no le despertáis si duerme mi alegría?”.

Cuando Lucrecia deja de cantar, empieza a hacerlo Melibea y al para esta, Calixto empieza a hablar, alabando su canto: “Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto”. Melibea le contesta asombrada porque no se había dado cuenta de su llegada: “¿Dónde estabas, luciente sol?” y le dice que toda la naturaleza recibe alegre su llegada: “Escucha los altos cipreses, como se dan paz unas ramas con otras”. Al decir esto se da cuenta de que Lucrecia abraza a Calixto y le dice que le deje, que es suyo: “Déjame gozar lo que es mío, no me ocupes mi placer”, pero en cambio le dice a Calixto que no mueva mucho las manos: “¿Cómo mandas a mi lengua hablar y no a tus manos que estén quedas?, “Deja estar mis ropas en su lugar”.; aunque después le dice que quieres estar con él: “Holguemos y burlemos de otros mil modos”.

En ese momento oyen a Sosia hablar y Calixto quiere ir a mandarle callar. Cuando va a bajar por la escala, Tristán le dice que no era Sosia, sino otros bellacos, pero Calixto, que estaba mal agarrado cae y muere: “¡Muerto soy!, ¡Confesión!. Todos van corriendo a donde él. Al verle Melibea queda destrozada: “¡Mi alegría es perdida!, ¡Consumiose mi gloria! Sosia y Tristán se lo llevan, mientras Melibea se lamenta por el poco tiempo que ha pasado con él: “¡Oh la más de las tristes, triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor! Aunque Lucrecia intenta consolarle: “No te amortezcas, por Dios. Ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer”, Melibea no encuentra ningún sentido a la vida: “¡Muerta llevan mi alegría! ¡No es tiempo de yo vivir!” El acto acaba con Lucrecia y Melibea dirigiéndose a la cámara de la segunda.

ACTO VIGÉSIMO

Tras acompañar a Melibea a acostarse, Lucrecia va a llamar a Pleberio, que le recibe enfadado por molestarle tan temprano: “¿Qué quieres tan presurosa y qué pides con tan poco sosiego?” Pero al oír la respuesta de Lucrecia: “Apresúrate si la quieres ver viva” se levanta a todo correr preocupada por su hija y preguntándose qué cosa tan grave le puede estar pasando. Al llegar a la habitación de Melibea le pregunta qué es lo que le sucede: “si tú me cuentas tu mal luego será remediado”Melibea le dice que no se puede tratar igual que las demás enfermedades y Pleberio se asombra, pues la juventud ha de ser feliz: “La mocedad toda suele ser de placer y alegría, enemiga de enojo” y le dice que salga para poder verla y aflojar así su congoja. Melibea acepta y le pide algún instrumento de cuerda: “Subamos señor al azotea alta”, “Mas, si a ti te placerá, padre mío, mandar traer algún instrumento de cuerdas”.

Melibea se queda sola en la torre, se encierra en ella con la intención de suicidarse antes de lo cual tiene un largo monólogo en que se alegra porque pronto se volverá a reunir con su amado Calixto: “Algún alivio siento en ver que tan presto seremos juntos yo y aquel mi querido y amado Calixto” y también se lamenta por el daño que pueda hacer a sus padre, aunque se justifica con daños mayores que otras personas han hecho a los suyos: “Y caso que por mi morir a mis queridos padres sus días disminuyesen ¿Quién duda que no haya habido otros más crueles contra sus padres?” Después de nombrar a varios parricidas e infanticidas llega su padre y le dice que quiere morir: “Lastimado serás brevemente con la muerte de tu única hija”. Le pide que le escuche atentamente, que no llore y q no le interrumpa, porque si no, no se enterará de las razones que tiene para morir y se sentirá peor. Después de esto le empieza a hablar sobre su amor hacia Calixto y de cómo Celestina consiguió sacarlo: “Celestina, de su parte venida a mí, sacó mi secreto amor de mi pecho”. Le dice como se veían: “Quebrantó con escalas las paredes de tu huerto, quebrantó mi propósito” y como murió al bajar por las escalas. Después de esto, le vuelve a decir que quiere morir y le pide que les entierren juntos: “Que sean juntas nuestras sepulturas” y que le diga todo lo que ella le ha dicho a su madre mientras nota como caen las lágrimas por la cara de su padre.

ACTO VIGÉSIMO PRIMERO

Este último acto comienza con la intriga de Alisa sobre lo que ha pasado: “¿Qué es esto, señor Pleberio?” y Pleberio le contesta con un largo monólogo, que es un planto y lo empieza con un refrán: “Nuestro en un pozo”. Para él ya tampoco tiene sentido vivir, no sin su hija:

-No queramos más vivir

-Crueldad sería que viva yo sin ti

-Fuertes días me sobran para vivir

Preferiría haber muerto el antes que su hija: “Más dignos eran mis sesenta años de sepultura, que tus veinte”. En este planto también se dirige a su mujer, le dice que no le deje todo el sufrimiento a él y que las mujeres tienen una ventaja; que el dolor les puede hacer dejar este mundo sin sufrimiento:

-¿Por qué quisiste que lo viva yo todo?

-Tenéis ventaja las hembras a los varones, que puede un gran dolor sacaros del mundo sin sentir.

Se lamenta por haber trabajado tan duro durante toda su vida, porque ahora no tiene a quien dejarle todo lo que ha conseguido a lo largo de su vida.

Recrimina al mundo dejarle seguir viviendo a él sin su hija, a la fortuna por habérsela llevado, al amor para tener fuerza como para llegar a matar y al final, incluso a Melibea, por la desesperación e impotencia que siente:

-¡Oh tierra dura!, ¿Cómo me sostienes?

-Dejarasme aquella florida planta, en que tú poder no tenías

-Yo pensaba que eras y eran tus hechos regidos por alguna orden; agora visto el pro y el contra de tus bienandanzas, me pareces un laberinto de errores

-Cébanos, mundo falso, con el manjar de tus deleites; al mejor sabor nos descubre el anzuelo.

-Prometes mucho, nada no cumples; échanos de ti

-Haces mal a todos

-¡Oh amor, amor, que no pensé que tenías fuerza ni poder de matar a tus sujetos!

-No pensé que tomabas en los hijos la venganza de los padres

-Si amor fuese, amarías a tus sirvientes

-Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste

-Dios mata los que crió, tu matas los que te siguen

-A los que menos te sirven, mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congojosa danza

-Ciego te pintan, pobre y mozo

-La leña que gasta tu llama, son almas y vidas de humanas criaturas

-¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte?

-¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre?

-¿Porqué me dejaste cuando yo te había de dejar?

Hace referencia a Paulo Emilio, para que le de algo de la fuerza que tuvo él al perder dos hijos en menos de siete días y a Pericles y Xenofón, pero estos no le sirven de ayuda puesto que sus hijos murieron lejos de sus tierras. También nombra a Anaxárogas y Lambas de Auria pero su situación es bien distinta, puesto que sus hijos murieron porque así tenía que ser, mientras que Melibea se quitó la vida a sí misma.

Pleberio no puede evitar llorar, no sólo por la muerte de su hija, sino también por la dramática situación que le ha llevado a ella.

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Enviado por:Aruna
Idioma: castellano
País: España

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