Literatura
La Celestina; Fernando de Rojas
Introducción
La Celestina apareció en 1499, en Burgos, anónima, y actualmente sin título, la Comedia de Calisto y Melibea en dieciséis actos.
La Celestina es, sin duda, la obra española que mayor polémica ha levantado en su interpretación, junto con el Libro de Buen Amor. Intentando que no retengan la totalidad del tema nos centraremos en el problema que representan las ediciones, el género literario en el que se incluye, el autor o autores y la intencionalidad con que fue escrita.
Comenzaba como la comedia elegíaca medieval, pero su desenlace era diferente: Calisto, enamorado de Melibea, recurre, por consejo de uno de sus dos criados, a los servicios de la alcahueta Celestina, gracias a la cual consigue a su dama. La codicia de alcahueta y criados lleva al asesinato de la primera y ajusticiamiento de éstos. Por un penoso accidente, cae Calisto de la tapia al jardín de su amada, muere descalabrado y provoca el suicidio de Melibea, que se arroja de una torre ante su padre, a quien informa de lo sucedido.
Uno de los primeros problemas que plantea el estudio de La Celestina se centra en la cantidad y variedad de las ediciones conservadas de la obra. No podemos olvidar que la historia textual de La Celestina se caracteriza por un constante proceso de ampliación y que antes de que se entregase a los editores ya había corrido de forma manuscrita, según palabras de Fernando de Rojas.
Autoría.
Se cree que desde 1500 ó 1501 existió la Tragicomedia de Calisto y Melibea en veintiún actos, es decir, con cinco intercalados tras el decimocuarto de la Comedia y conocidos como Tratado de Centurio.
La que se considera primera edición, hoy existente, fue impresa en Burgos en 1499. Se trata de un ejemplar único, carente de título, aunque todo apunta a que llevara el de Comedia de Calisto y Melibea, ya que está falto de la primera hoja, donde es posible que, además, se encontrara el “incipit” y el argumento general, y tampoco tiene los versos finales que aparecerán en todas las ediciones posteriores. El texto, pues, comienza directamente con el argumento del acto I y contiene sólo 16 actos.
En 1501 se publica en Sevilla otra nueva edición. Estas ediciones, que añaden el título de Comedia de Calisto y Melibea, denominación genérica que se supone tuvo también la edición “princeps” de 1499, poseen dieciséis actos y se conservan en ejemplares únicos. Es posible que hubiera más ediciones hoy perdidas.
Muy poco tiempo después, sin embargo, aparece una nueva versión de la historia de Calisto y Melibea con importantes cambios textuales. Los más destacados son, por una parte, que el título de la portada es ahora Tragicomedia de Calisto y Melibea y, por otra, que pose veintiún actos. Los cinco actos nuevos, se titulan como “Tratado de Centurio”, dándole importancia a un personaje nuevo con este nombre.
Según los versos acrósticos de l500, el autor era Fernando de Rojas, natural de Puebla de Montalbán (Toledo).
Debió nacer entre 1473-6 y estudiar leyes en Salamanca en 1488. Por esos mismos versos sabemos que era bachiller en Derecho ya en 1500.
Género literario.
El segundo problema que ha levantado grandes disputas entre la crítica es el referido al género literario en que se puede incluir la obra, sobre todo, porque el título (Tragicomedia), la forma dialogada y la división en actos implican una función dramática que la obra no parece tener a primera vista. Para ser novela, sin embargo, presenta el inconveniente de la forma dialogada. No cabe duda, no obstante, que para sus autores y primeros lectores la obra pertenecía al género dramático, aunque no fuera representable en el escenario.
En el s.XVI el género de La Celestina no suscitó, como he dicho anteriormente, ninguna duda y fue considerada unánimemente una obra dramática. La única causa de discusión en aquel tiempo fue su denominación de “comedia” en las primeras impresiones, lo cual era inadmisible en pleno Renacimiento, porque se recordaba que la comedia clásica tenía un final feliz. Tampoco podía llamarse tragedia porque La Celestina tenía personajes de baja condición social. Por ello, Rojas, saliendo al paso de todas estas objeciones tituló su obra con el nombre de “tragicomedia”, valiéndose de un término empleado por Plauto para definir su Anfitrión.
La Celestina fue escrita para ser leída en voz alta, como leídas eran las tragedias de Séneca o las comedias humanísticas en Italia.
La Celestina parte de una fórmula dramática que arranca de la “comedia romana”, se prolonga en las “comedias elegíacas” medievales y concluye en la “comedia humanística”.
En los preliminares de la edición de 1500 explicaba Fernando de Rojas cómo, encontrando en Salamanca el inicio de esta obra anónima, le dio fin en quince días de vacaciones.
Más controvertido, por el número de estudiosos que a ello se han dedicado, parece ser el problema del autor, en torno al cual se han levantado serias y arduas discusiones.
Como se sabe, la edición de 1499 apareció sin título y sin autor; las de 1500 y 1501, sin embargo, añadían unas octavas acrósticas y la “Carta del autor a un su amigo”, a través de las cuales descubrimos a Fernando de Rojas y conocemos su declaración de que él se había encontrado escrito el primer acto y decidió continuar la obra a partir de él.
En el s.XIX, sin embargo, se llega a dudar de la existencia de Rojas, hasta que Serrano y Sanz (1902) y Del Valle Lersundi (1929) demuestran con documentos su existencia y su autoría. Hay gente que se inclinan por un solo autor dada la unidad de estilo, defendieron abiertamente la existencia de un solo autor y justificaron la “mentira” de Rojas por su condición de judío converso y su miedo a la Inquisición.
Historia.
Calisto, desdeñado por Melibea, se vales de Celestina, vieja alcahueta y bruja, que le ha recomendado su criado Sempronio. Pármeno, servidor fiel, intenta disuadir a su amo del empeño, pero es despedido con cajas destempladas; decide asociarse a Sempronio y Celestina para desplumar a su joven señor; a cambio, la vieja le proporcionará una manceba (Areusa) pues su compañero tiene ya relaciones con Elicia, una de las pupilas de la alcahueta (acto I).
Celestina, tras invocar al diablo (acto III), se dirige a casa de Melibea; le insinúa los motivos de la visita, pero la joven se indigna. Finalmente, consigue un cordón “que es fama que ha tocado las reliquias que hay en Roma y en Jerusalén” para sanar un fingido dolor de muelas de Calisto (actoIV). Entre tanto (actos VI-IX), sigue el proceso de corrupción de Pármeno. Ya ha conseguido a Areusa y ha trabado amistad con Sempronio. Cuando celebran un banquete en casa de Celestina, llega Lucrecia que llama a la vieja por orden de su señora Melibea. Ésta descubre a la alcahueta la pasión que siente por Calisto (acto X) y concierta una cita para la noche. Celestina corre a comunicar la buena nueva al enamorado (actoXI); como pago recibe una cadena de oro.
Los amantes se hablan a través de la verja del jardín y quedan concertados para la noche siguiente; los criados de Calisto van a casa de la alcahueta para repartirse la cadena; los tres compinches disputan sobre el reparto; la avaricia de Celestina exaspera a sus compañeros y la matan; al intentar huir de la justicia, saltan por una ventana y, moribundos por la caída, son apresados y ajusticiados (acto XII).
Calisto y Melibea viven su primer contacto erótico. En la “Comedia”, la muerte de Calisto se producía inmediatamente después (acto XIV). En la “Tragicomedia” la acción sigue con la intercalación del “Tratado de Centurio”, los cinco actos añadidos en las ediciones de 1502.
Elicia y Areusa, que han perdido a sus amantes, deciden vengarlos y para ello acuden a Centurio, un chulo fanfarrón que organiza una cuadrilla para dar un sobresalto a Calisto cuando vaya a visitar a Melibea (actos XV, XVII y XVIII).
Se produce el segundo encuentro de los amantes. Los rufianes concertados por Centurio tratan de asustar a los criados de Calisto, pero éstos se defienden y los ponen en fuga; su señor, que dormía en los brazos de Melibea, se intranquilizó y “quiso salir fuera”; en la oscuridad, tropieza y cae de la tapia; muere sin confesión (acto XIX). Melibea se suicida (acto XX) tras lamentarse de lo efímero y fugaz de sus amores.
El acto XXI está ocupado por el plano de Pleberio, padre de la joven protagonista, ante el cadáver de su hija.
Calisto y Melibea representan la pasión descontrolada y destructiva. No dominan sus actos y viven ajenos a la razón. El matrimonio no es para ellos una posibilidad, ante el goce que anhelan de sí mismos.
Sus criados, Pármeno y Sempronio, igual que Elicia y Areusa, pupilas de Celestina, son torpes y materiales. No ven más allá del beneficio inmediato ni calculan las consecuencias de sus actos.
Los padres de Melibea, Alisa y Pleberio, ignoran la realidad y pagan caro su error.
Análisis de los personajes.
. En la “Comedia”, la catástrofe final alcanzaba a los personajes capitales de forma casi simultánea; en tres actos sucesivos morían Celestina, Pármeno y Sempronio, Calisto y Melibea. Estábamos, pues, ante un claro final climático, resolución típica de la acción trágica.
En La Celestina no encontramos personajes amables ni dignos de respeto, salvo Pleberio. Por el contrario, presentan una dinámica de intereses y materialidades que impiden la simpatía del lector o la justificación de sus actos.
En efecto, La Celestina tiene sus raíces en la “comedia” latina de Terencio. Como se sabe, las comedias terencianas servían con frecuencia de texto escolar en la Edad Media y el Renacimiento, y el propio Rojas, en los versos acrósticos, nos invita a notar la conexión de su obra con dicha comedia. Muchos elementos temáticos y formales, por otra parte, comprueban esta relación: el propósito de servir de aviso de los engaños de criados y alcahuetas, los resúmenes de los actos, la anonimia del lugar en que sucede la acción, el empleo de los apartes como rasgo de humor, la creación de los personajes... Respecto a este último rasgo, los personajes tienden a aparecer en parejas (Calisto y Melibea, Sempronio y Pármeno, Tristán y Sosia, Elicia y Areusa...), como en Terencio, y también como en el autor latino sus nombres personifican un rasgo esencial de su carácter (Calisto=hermosísimo ; Melibea=dulce como la miel; Celestina=malvada “scelestus”; Pleberio=plebeyo...)
Análisis de la obra.
El centro polémico alrededor del cual ha girado la contradictoria valoración de la obra ha sido siempre su carácter realista, unas veces utilizado a modo de deshonra que se colgaba a la obra, otras como motivo de alabanza.
El amor, como se sabe, es el tema determinante, el eje de la obra, el que dicta y suscita el comportamiento de todos los personajes. Los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa, los padres de Melibea, pero su papel en la obra es más simbólico, como portadores de los valores institucionales (la paternidad, la moral), que real.
La Celestina, como sacerdotisa de la realidad, domina todo el escenario, y sus advertencias, sus recuerdos y sus ardides ocupan gran parte del diálogo.
El modo de presentar el amor en La Celestina es complejo, ambiguo y a veces contrario a las ideas tradicionales recibidas por los jóvenes. Así, por ejemplo, en la literatura amorosa tradicional se respetaba cuidadosamente la separación de las clases sociales, atribuyendo a la clase alta doctrinas y refinamientos ante el amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar, pero La Celestina, fiel a su postura subversiva ante los valores sociales establecidos, pone en tela de juicio la validez de esta distinción. En estos tratados del amor se puede observar: una parodia del amor cortés, el amor como locura y amor como sexualidad.
Bibliografía:
3. Enciclopedia Salvat, vol IV
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