Historia
La alta Edad Media; Rosamund Mckitterick
La alta Edad Media. Europa 400-1000. Rosamund Mckiterricj
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LA POLÍTICA Rosamund McKitterick
Introducción.
La política de la alta Edad Media, a juicio de la autora, rara vez se ha estudiado en su conjunto, si no que más bien se han estudiado regiones por separado, y desde una perspectiva franco-céntrica. En este capítulo va a intentar analizar las estructuras de control político y de poder, y así podrá determinar qué aspectos, referentes a la política, tenían las distintas regiones.
Aspectos importantes a tener en cuenta antes de iniciar este estudio:
El contexto de transformación desde el mundo romano.
Política de expansiones, hasta zonas que no habían pertenecido al mundo romano.
Los territorios fronterizos eran zonas de intercambio de bienes e información. Además, mantenían a su vez relaciones independientes con pueblos más allá.
Las antiguas estructuras políticas romanas
El inicio de la alta Edad Media mantiene las complicadas estructuras administrativas romanas reflejadas en el Notitia Dignitatum. Esto es un imperio dividido en provincias, administradas por un gobernador con responsabilidades en finanzas, justicia y administración. Dentro de estas provincias, vicarius supervisaban las distintas diócesis, que a su vez se agrupaban en cuatro grandes prefecturas, bajo el control del prefecto pretoriano. Todos estos oficiales, amparados y ayudados por una jerarquía de burócratas. En el marco de tan complicada estructura, la corrupción existía.
Los primeros reinos medievales en Europa.
Ya se ha comentado la supervivencia de los antiguos sistemas de gobierno romanos en los territorios occidentales del imperio, al mando de un líder bárbaro apoyado por oficiales romanos. Este sistema se complementaba con la dirección militar de bandas guerreras.
En los territorios orientales se hizo un esfuerzo, sobre todo a partir del siglo VII, para adoptar el sistema romano a la nueva situación.
Fuera de las fronteras del imperio, cada pueblo tenía sus propios métodos, aunque algunos los testimonios que nos han llegado rezuman influencia de la Antigüedad clásica y cristiana, por ejemplo en el caso de Irlanda.
Respecto a el tipo de población de estos territorios, se trataba de gente oriunda del lugar, guarniciones militares y emigrantes de otras zonas del imperio.
En resumen, aunque los sistemas de gobierno e instituciones romanas perduraron, se dejó a los primeros estados bárbaros que se las arreglaran por si solos. El sistema por el que los mandos políticos e instituciones surgieron en los siglos V y VI son, a menudo, más que oscuros: solía tratarse de líderes locales, con riquezas y poder armado.
El rey
El rey es la cabeza de la administración de todas las formas de gobierno, líder del ejército, encargado de velar por la paz y la justicia y legislador. En particular a partir de los gobernantes carolingios, su poder real venía de Dios, y era el rey por tanto responsable del bienestar y salvación de su pueblo: formas correctas de culto, devoción, enseñanza y educación en la fe cristiana…
Las pruebas documentales que nos han llegado, y que nos permiten comprender cuales eran sus funciones, son los códigos de leyes que promulgaban y ciertas historias sobre ellos. Así sabemos, por tanto, que acompañando a la capacidad de buen juicio, la habilidad táctica y una serie de habilidades de carácter, en el monarca se esperaba encontrar seguridad, la sensación de estar en buenas manos.
La reina.
El papel de la reina en estos reinos aún no cuenta con un amplio consenso, y parece que variaba considerablemente en función si la monarquía se heredaba o no.
En general parece que la reina era la encargada de los asuntos domésticos de la casa real, esto incluye la corte, y para ello contaba con oficiales a su cargo y manejaba dinero. También parece que actuaron como mediadoras, agentes de paz, mecenas… extendiendose esto a la esfera del clero y a ciertos aspectos culturales.
En cualquier caso, su situación de proximidad con el monarca les hacía más o menos poderosas en función de su carácter.
Llama la atención por otro lado la cantidad de reinas regentes por sus hijos demasiado jóvenes e incluso nietos.
Poder y responsabilidad: el consenso.
El consenso y la proximidad al gobernante, en concreto en el contexto franco, ha sido en ocasiones considerado un rasgo heredado de Roma, siendo en realidad un elemento original de estos reinos de la alta Edad Media , que puede analizarse según la relación entre gobernante y nobleza.
El monarca dependía de sus actitudes personales, talento y recursos, y una mala gestión de los mismos podía suponer la caída de un individuo o dinastía. A tener también muy en cuenta las relaciones de lealtad, que era algo que se ganaba o retenía, pero también compraba.
La corte y la proximidad del rey
Ostentar un título nobiliario, y estar cerca del rey eran privilegios importantes: estatus, protección real, apoyo en actos privados y beneficios materiales. Con todo, era un arma peligrosa, ya que caer en sospecha de deslealtad podía traer la muerte, el destierro político o la perdida de todo bien material. El rey debía ser capaz de mantener la lealtad de la masa noble e imponer su real voluntad en estos: no eran extrañas las guerras civiles
Los reyes del siglo X tuvieron más problemas para imponer su control político sobre sus extensiones, con lo que eran un foco menor de interés por parte de la aristocracia. Al contrario que en los reinos pequeños, como Castilla o Inglaterra.
Oficiales y asambleas.
Es importante no categorizar a los oficiales, miembros de la corte y estructuras de gobierno de una manera demasiado estricta. Bajo los primeros gobernantes bárbaros, laicos y clérigos se ocupaban por igual de los asuntos públicos, aún cuando cada no tenía sus propias áreas de responsabilidad. Con los carolingios, la versatilidad de los oficiales públicos es más que evidente.
Además, se puede postular la existencia de un grupo de oficiales responsables de la administración con notarios trabajando para ellos en la mayoría de reinos: preparaban documentos oficiales, de herencia romana. Es sorprendente el elevado número de documentos escritos que se expedía en las cortes reales, lo que muestra el elevado grado de alfabetización en estas sociedad.
Como consecuencia de la expansión carolingia, el rey afianzó su control sobre los terrenos de dos maneras:
Una red de condes que actuaban como agentes en las localidades.
Los missi dominici desde finales del VIII. Estos eran parejas a cargo de un área determinada, el missaticum, formadas por un obispo y un conde. Sus tareas eran arbitraje y control en asuntos oficiales y reparto de justicia.
En el resto de reinos bárbaros se adoptaron medidas similares, aunque los métodos particulares variaban considerablemente.
La corte real estaba donde el rey estaba, y en concreto en los primeros tiempos, los reyes eran nómadas. Esto obligaba a los desplazamientos a un elevado número de personas, y a tener previstos una serie de elementos necesarios para que esto funcionase. Los abades y abades solían acoger al rey y su corte
Las asambleas eran el principal medio de gobierno y de toma de decisiones, reuniones públicas de laicos y clérigos, a nivel central y local. Tanto el orden del día como las decisiones adoptadas se presentaban en capitularios, actas conciliares y cartas de folio único, que nos dan evidencia ahora de la cantidad de asuntos tratados.
El derecho.
La continuidad con el mundo romano es muy evidente en el contexto del derecho y de las materias legales, como un proceso de adaptación de éste a los nuevos tiempos. En concreto, el Codigo Teodosiano escrito en latín en el 438, del que se editaron diversos compendios, como el Breviario de Alarico o Lex Romana Visigothorum. En Oriente se empleó más el Corpus iuris civilis de Justiniano de 534. Además, se empleaban unos textos muy conocidos, llamados erróneamente leges bárbaras, escritas en latín y basadas principalmente en el derecho romano aunque con algunos elementos no romanos.
Por otro lado está el derecho canónigo, que contenía leyes bíblicas y regulaciones aprobadas en concilios, decisiones papales y elementos de derecho romano que se ocupaba de estos temas. Fueron muy importantes los esfuerzos papales por imponer uniformidad.
Se hacen referencia constantes, en los textos legales que nos han llegado, al derecho escrito, con lo que debió actuar como fuente de referencia y guía. Existió probablemente un proceso constante de adaptación del derecho de los libros a los nuevos tiempos.
También hay evidencias que muestran que los particulares coleccionaban tratados de derecho, que la profesión de abogados fue creciente en los siglos XI y XII, y en definitiva, que las personas se aferraban a sus derechos e imponían demandas por su tierra y patrimonio.
Los recursos y aspectos prácticos del gobierno: las finanzas y el ejército.
Aunque se mantuvo un sistema de tributos, el verdadero premio al servicio y la lealtad eran tierras, no dinero. Y esto se mantuvo, al menos, hasta el 1250: un rey o magnate repartía tierras para garantizarse lealtades, pero eso restaba sus futuras posibilidades en nuevos repartos. Esto llevaba asociado consigo una importante descentralización del poder.
En el Imperio Romano se había llevado un sistema de tributos complicado, que servía para cubrir gastos publico, mantenimiento de puentes y caminos, ejército.
En Oriente el Estado conservó el interés en la acuñación de monedas. Pero en Occidente, aunque se mantuvieron las estructuras administrativas y el sistema de recaudación de tributos, la remuneración por los servicios se fue haciendo cada vez más en forma de tierras. La carga de impuesto indirectos, sin embargo, aumentó a lo largo de toda la Edad Media.
Un aspecto interesante a este respecto es el de la concesión de inmunidades, que permitía a un particular, sus posesiones y dependientes estar exento de obligaciones tributarias total. Paradójicamente, era una demostración del poder real. Mayoritariamente se concedían a instituciones eclesiásticas. Esto llevó al desbaratamiento del sistema de tributos de las tierra.
Entre las inmunidades, el gasto público y el del ejercito se llegó a un grado de organización logística sin precedentes en toda Europa occidental desde el siglo V.
Respecto al ejercito, en contraste con el pequeño ejército bizantino, el ejército se organizó en principio mediante el reclutamiento de todos los hombres libres. Más tarde, con Carlomagno, sólo aquellos hombres en posesión de una pequeña cantidad de tierra. Otros hombres podían combinar recursos para equipar a un hombre combatiente, o para pagar los impuestos sustitutorios.
El medio principal de pago era el denarius, que facilitó mucho los intercambios a nivel local. SE tendió al monometalismo, primero el oro, cada vez más aleado, y finalmente la plata. Al final, cada gobernante produjo monedas distintivas, y el grado de control de las casas de acuñación varío significativamente entre reinos. Abundantes decretos controlaban la moneda, y castigaban la adulteración, la acuñación falsa, el abuso y el negarse a aceptar dinero útil. Se puede hablar en tiempo carolingios de una única moneda en toda Europa Occidental, ya que los francos no permitieron el paso de moneda extranjera. El dinero circuló rápidamente, propiciado por el comercio, y esto permitía pagar los tributos rápidamente, aunque hay constancias de que en algunos casos aún se pagaban con grano, ganado o vino.
La ideología política.
La imagen del rey se rodeó, progresivamente, de un aura de autoridad divina y de un simbolismo muy cargado. Incluso en las liturgias se realizaban ciertos rituales dedicados al monarca, o éste hacía incluir oraciones conmemorativas a su familia en las habituales de los monasterios.
En resumen de todo este capítulo: existen mucho contrastes y variaciones en las manifestaciones de control político por Europa en la Edad Media, pero también similitudes, como la concepción del reino como una unidad territorial y sociológica, el poder del gobernante cristiano….
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LA SOCIEDAD Chris Wickham
Introducción.
El campesinado constituía el 95% aproximadamente de esta sociedad, pero corre el riesgo de ser completamente excluido de los estudios, ya que la documentación sobre él es muy escasa. Este capítulo los tratará, así como a las aristocracias con posesiones de tierras. Y ser hará referido a tres sociedades europeas por separado: la postromana occidental, la aún romana oriental y las no romanas del norte.
Las aristocracias romanas
El punto de partida es el mundo romano tardío, todavía estable en el año 400. En ella, los aristócratas se dividían en cuatro grupos: 1- Familias senatoriales, 2- elite gubernamental (procedían o llegaban a formar parte de las familias senatoriales), 3- familias de los concejales de las ciudades (curiales), 4- el ejército, cuyos líderes eran los máximos representantes de la escena política.
Dos aspectos son destacables: el primero, que la mayoría de personas que ocupaban cargos de reponsabilidad eran civiles, no militares. En ellos se valoraba la cultura, el buen gusto, la educación. Los aristócratas romanos debían saber a Virgilio de memoria, a Homero en Oriente. En este ambiente, los militares que habían ascendido por mérito propio de familias pobres eran el blanco de las burlas de la elite cultural, por su latín imperfecto e ignorancia de Virgilio. En segundo lugar, estaba asociado íntimamente la condición aristocrática con el ocupar un cargo imperial: no había cargos para todos, así que una buena alternativa era unirse a la Iglesia. De esta manera, obispos y curiales tenían el gobierno de las ciudades.
También es importante resaltar el carácter tremendamente urbano de estas sociedades, que hacían de la ciudad el centro de su actividad, reservando sus villas en el campo para los periodos de descanso. Entre ellos, se consideraba mucho el comportarse como un ciudadano.
Primeras élites occidentales medievales.
Se va a comparar la elite de las sociedades postromanas occidentales para observar las diferencias, en el período del 500 al 750 en la Galia franca, la España visigoda y la Italia lombarda.
En estas sociedades, la condición de ser nobilis venía determinada por lo siguiente:
Riqueza (tierras): nobilitas y riqueza eran sinónimos en muchas zonas.
Cargo militar: Estas aristocracias eran, en esencia, militares, y como tales se comportaban: alianzas, lealtades, pero también asesinato por venganza, mucha violencia.
Ascendencia: antiguas familias aristócratas romanas, que mantuvieron sus estatus, debido a su riqueza o a su linaje, pues podían infundir respeto.
Proximidad al rey y 5. patrones de comportamiento típicos de la aristocrática: los aristócratas debían comportarse como se esperaba de ellos, es decir, haciendo ostentación de su riqueza en trajes y joyas, participando en grandes banquetes y festejos reales, en las cacerías…
Además, se traslada la vida al campo, y es sólo en Italia donde las ciudades mantienen su antiguo papel de residencia de la aristocracia. De todas maneras, no quedan demasiados testimonios de villas rurales, ni en arqueología ni en fuentes literarias.
Así pues, la situación es completamente distinta a la de las sociedades romanas. Esto había cambiado porque el Estado lo había hecho. En ambas la base de la sociedad aristocrática era la tierra, pero difieren en la forma de poder político e identidad cultural: el sistema romano, basado en su política tributaria, garantizaba la estabilidad del estatus, privilegio y títulos. En el sistema de la alta Edad Media la base económica no era el tributo, si no la tierra. Eso descentralizó la política, y el poder local fue ganando protagonismo.
Respecto al funcionamiento político, se realizaba en grandes reuniones publicas, tanto a nivel central como local. Esta práctica tenía fuertes componentes romanos.
La situación de la mujer no era de excesivo protagonismo, pero se prestaba mucha atención a los matrimonios, ya que eso extendía la identidad del clan. El máximo poder que una mujer podía alcanzar era como abadesa de un convento, que habían alguno de ellos llegado a ser focos religiosos semi-autónomos para grupos familiares bastante amplios. También contaban con cierto poder las esposas y madres de los reyes, especialmente si actuaban de regentes, aunque según parece en estos casos el poder de la reina era a menudo disputado y con poco autonomía y firmeza.
Estos modelos fueron cambiados por los carolingios, al menos en algunos aspectos.
Bizancio y los árabes.
El Imperio Romano siguió en Oriente más allá del siglo V, y de hecho, en el siglo VI Constantinopla era la capital más grande de toda Europa. En el siglo VI se perdió el habla latina. A lo largo de los siglos V y VI lo explicado en el apartado 2.2 era aún válido para Bizancio, con pequeños matices. La crisis llegó en el siglo VII. Esto ocurrió porque entraron en colisión la aristocracia culta, griega y urbana con la nueva élite militar establecida en las zonas fronterizas, y la situación de mutuo enfrentamiento con la que se encontraron los turcos al invadirlos en la década de 1060.
Si se compara con Occidente, hay similitudes, como la descentralización del poder, la inseguridad militar y las nuevas formas de estado, en detrimento de las estructuras aristocráticas civiles. Así, hacia el 700 dominaban Oriente y Occidente las élites militares con tierras, pocos vinculos con el pasado y valores similares. Esto produjo modelos análogos de desarrollo social. Existen muchas diferencias entre Oriente y Occidente, y en esencia, se basan en la pervivencia oriental del sistema tributario y un centro político más poderoso.
En algunas zonas ex bizantinas, como Egipto y Siria, los sistemas romanos se mantuvieron más aun que en Bizancio. En la península Ibérica, con las invasiones musulmanas, estos se reimpusieron Aunque la mayoría de documentos sobre esta época se han perdido, en algo se parecía a Bizancio, y era la coexistencia de una élite cultural y política en la gran capital, Córdoba, y una élite militar en zonas fronterizas.
Inglaterra y Noruega.
Las sociedades del norte del imperio franco eran tremendamente heterogéneas en parte debido a sus orígenes independientes, y aunque compartían algunos rasgos, basarse en ellos para su estudio sería demasiado simplista, con lo que el autor ha preferido centrarse en dos casos: Inglaterra y Noruega. Como rasgos comunes, tenemos la coexistencia de determinadas elites guerreras consagradas a la lucha a pequeña escala y los campesinos libres.
La formación de la aristocracia en Inglaterra está bien documentada gracias a las fuentes literarias y arqueológicas
el siglo VI se funcionaba a base de pequeñas unidades autónomas esparcidas pro la isla. A finales de ese siglo se empieza a destacar un grupo con mayor poder económico, y progresivamente se van consolidando formas de poder mayores, como Wessex o Northumbria en el siglo VII: contaba con una aristocracia.
En el primero, gracias a se puede afirmar que se trataba de la provincia romana en la que se produjo una total y completa ruptura social y política.
Respecto a Escandinavia, la rigidez de las estructuras sociales era mucho menor, donde tardaron bastante en establecerse las jerarquías. En Noruega y su colonia Islandia, que se independizó en el siglo X, no es posible decir si había una aristocracia definida. En ellas los campesinos se reunían en asambleas publicas, things. A partir del siglo IX los gobernantes regionales y reyes buscaron establecer su hegemonía sobre ellas, pero fue un proceso lento e intermitente, apenas completado cuatro siglos más tarde. Respecto a la sociedad noruega, si algo la caracteriza es la violencia y el clima de desconfianza. Las negociaciones se caracterizaban por su crudeza, pero en una sociedad falta de un poder fijo, este era negociable. Las distinciones de estatus eran relativamente fluidas, salvo la diferencia entre libres y esclavos. En resumen, los noruegos estaban muy lejos en sus estructuras del mundo civil romano. Y mucho más los islandeses, que no tenían una monarquía.
El campesinado.
Las sociedades campesinas están mucho menos documentadas que las aristocráticas, y lo están sobre cuestiones externas, mediatizadas por los que las documentaron. Además, no pueden ser descritas como un conjunto, ni divisibles en grupos: eran múltiples, así como sus prácticas socio-económicas, enormemente influidas por su entorno natural.
Así pues, se van a analizar tres casos, que son los mejor documentados: 1- Los colonos del monasterio de Saint-Germán-des-Prés, en los suburbios de Paris. 2- Lucca en Italia. 3- monasterio de Redon.
En el primer caso, el monasterio poseía enormes extensiones de tierra (obsequios reales o aristócratas) en los que trabajaban auténticos pueblos de colonos bajo las directrices monacales (hasta en cuestiones como la manera de cortar las tejas para hacer el tejado, alimentar los pollos o tejer las ropas). La sociedad campesina era arrendataria, y las divisiones sociales se establecen en función de libres (ingenuus) y no libres (servus). Al margen, los tipos de arrendamientos en cada uno dan lugar a un elevado número de combinaciones. Estos estados no eran inamovibles, ya que los matrimonios mixtos existían y aportaban libertad a los hijos. Este tipo de sociedades campesinas se debieron dar en las regiones del noroeste de Francia y en algunas de Inglaterra.
El caso de Lucca en Italia, y en muchos otros lugares de Renania, Francia central y meridional y España septentrional. Aquí se observa que los pueblos estaban conformados por distintos dueños de la tierra, ya fueran propietarios ausentes con tierras cultivadas por colonos como propietarios asentados en el pueblo pequeños aristócratas o cultivadores de subsistencia. Las posesiones podían ser concentradas en el pueblo o dispersas. En estos casos los pueblos tenían un papel más activo como unidad micropolítica, aunque las identidades rurales eran a menudo inciertas. Los focos políticos rurales eran las iglesias, y sus sacerdotes a su vez dueños de tierras cedidas por donaciones.
Respecto al monasterio de Redon, en la Bretaña oriental, el modelo es distinto. En sus cartas se habla de una sociedad campesina con capacidad de toma de decisiones: menos dueños locales acomodados, asentamientos más nucleados: estos dueños tenían cierta autoridad local, como presidentes de cortes o asambleas aunque muy poco coercitivo. Los territorios del pueblo, plebes, se gestionaban por estos lugareños libres, que gestionaban las transacciones de tierras y juzgaban casos judiciales en las cortes del pueblo.
Las diferencias en estas comunidades están planteadas, pero hay también similitudes: cultivadores de subsistencia, vivían en comunidades geográficamente definidas a las que estaban fuertemente vinculados y tenían que negociar con los señores de las tierras. Éstos les protegían.
Por último, se van a analizar cuatro aspectos de estas comunidades:
Existía una jerarquía campesina, basada en la diferencia entre hombres libre y no libres. Los libres tenían responsabilidades militares.
Aunque en ocasiones los pueblos no siempre eran colectividades coherentes, existían como conceptos y a veces con cierta fuerza organizativa, con cortes locales.
Estructura de las familias nuclear: padres e hijos. Los recursos disponibles no daban para mayores familias. Las mujeres estaban limitadas al ámbito doméstico, y excepto en pocos lugares, jamás podían contar con un periodo de independencia legar, ni heredar.
Campesinos y señores. Estos últimos, a menudo peligrosos. Existía toda una gradación social desde el campesino libre al aristócrata, que podía ascenderse pero con dificultades, pero que situaba a toda la sociedad libre bajo las mismas obligaciones legales.
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LA ECONOMÍA Jean-Pierre Devroey
Las interpretaciones tradicionales.
La esclavitud se mantuvo hasta finales del siglo X en Europa, como ciudadanos “no libres”. La economía de esta sociedad era cerrada y autosuficiente, sin necesidad real de dinero o comercio: economía doméstica. Se ha referido este período como de “ruralización” de la economía.
Hechos y cuestiones clave.
En los siglos IV al VI la población sufrió un éxodo, abandonando los pueblos, por distintas causas en cada zona: pestes, excesivas cargas tributarias sobre la tierra, guerras.. La salud en general de la población era muy pobre, sufrían carencias vitamínicas graves y el clima y paisaje eran muy duros, caracterizados por un enfriamiento global.
A partir del VII la población empezó a crecer, con la consecuente expansión de tierras de cultivo. El declive de las villas romanas fue gradual, pero se conformaron nuevas formas de agrupamiento llamadas mansos.
El despertar del siglo VIII.
A partir del siglo VIII aumentó la temperatura global, y se produjo una disminución significativa de la malnutrición. Aunque hay registradas un total de 64 períodos de hambrunas entre los siglos VIII y X, la realidad es que la población creció. La práctica de asignar parcelas a colonos la acusada movilidad campesina hizo posible la intensificación de la agricultura, dado lugar a un paisaje europeo claramente separado en dos tipos de áreas: las densamente pobladas durante un largo periodo de tiempo, y las de escasa población y tal vez, sólo habitadas de forma temporal.
La antigua ciudad.
En el estado romano había una red de dos mil ciudades, que sustentaban una economía “mundial” por los tributos sobre la tierra. Cada ciudad tenía foro, teatro, baños, anfiteatro y posteriormente, catedral. El ejército permanente alcanzaba hasta 650.000 hombres y el comercio era pujante.
Justiniano y Carlomagno.
Existe una diferencia importante entre el desarrollo de las ciudades en el Imperio Bizantino y el Occidental. En el primero, el 100% de las ciudades se mantuvieron como en tiempos del Imperio Romano. En el segundo, decayeron por lo menos en un tercio: fracaso de las estructuras urbanas y ruralización.
La ciudad occidental.
Las ciudades occidentales, en su mayoría, carecen de una historia continua. En el mundo franco, el poder no se mostraba en la ciudad sino en la asamblea primaveral. Pero ni ésta ni el palacio se relacionan con la idea de una localización permanente. Después del año 400, el cristianismo reunía comunidades humanas en torno a un obispo, hasta tal punto que la ausencia de este podía suponer la muerte de una ciudad.
Arquitectónicamente hablando, es un periodo baldío a excepción de la construcción de iglesias, abadías y algún palacio.
El comercio se activó con la creación de nuevas rutas y nuevos asentamientos en lugares portuarios, o wiks, de cuya existencia se aprovecharon los reyes, reclamando derechos de aduana y como lugar de intercambio de divisas. Las actividades comerciales también se concentraron en las ferias anuales.
El papel de artesanos está insuficientemente documentado, pero en algunos casos, como la producción textil, parece limitada al ámbito familiar.
La villa romana.
La evolución del campo debe considerarse a largo plazo. El cambio fue de la explotación al arriendo, de manera que aldeas de campesinos libres se ponían bajo la protección de un poderoso, que además conseguía tierras a expensas de vecinos menos dinámicos o importantes. El beneficio no se obtenía del cultivo de la tierra, sino de extraer una renta de un grupo de trabajadores.
Las transformaciones rurales, 400-1000.
En ganadería, a partir del siglo V las especies de animales, excepto los caballos, fueron reemplazadas por otras de raza más pequeña: oveja, cerdo, vacuno…. Esto se puede considerar como una indicación del predominio del latifundio.
Respecto a la agricultura, tres especies eran las estrella (cebada, espelta y trigo) alrededor del año 400, que progresivamente fueron incorporando avena (adecuada para tierras pobres y climas duros) y centeno, que se extendieron espectacularmente en el siglo X.
En Italia está documentada una dieta más rica y variada, que incluía productos de caza, pesca y fruta.
La evolución de los latifundios.
Los elementos del latifundio clásico empiezan a aparecer con el siglo VIII. Esto se observa en la aparición de nuevos términos: mansus y riga. El mansus suponía un vínculo muy fuerte entre habitantes, vivienda y tierras. La riga, o trabajo a destajo, suponía la distribución de tierra cultivable en pequeñas bandas, propiedad de mansos diferentes, cultivadas cada año por la misma familia. Apareció alrededor del año 600.
Durante el siglo VIII los hombres podían ser libres o serviles, y había algún tipo de diferencia en los tributos o servicios entre ellos. Estos eran iguales en el siglo IX.
La sociedad rural y el Estado.
En Bizancio el modo de cultivo más extendido eran los minifundios de los colonos, que con tal de que pagaran sus tributos no debían rendir cuentas a nadie. Con la reaparición del latifundio, los magnates actuaron como intermediarios en la recaudación de tributos, pero esto no afecto a la situación de los campesinos. Otro aspecto de las obligaciones campesinas era el transporte del genero. Los excedentes se reunían y eran distribuidos a los lugares centrales, esto es, abadías, palacios etc. para comercio o para los servicios del Estado, sobretodo en referencia al ejército.
El problema del crecimiento rural.
No puede decirse, como conclusión, que el crecimiento demográfico en la alta Edad Media estuviera asociado a una forma de organización agraria específica, aunque la reducción de obligaciones públicas y privadas supuso un aumento de la prosperidad. En ningún caso se trata de un proceso rápido o revolucionario.
El año 1000 y después. 3.13 El largo y lento desarrollo de las economías europeas occidentales.
En muchas ocasiones se ha considerado el siglo X como final o principio de un periodo. Los restos arqueológicos o las fuentes escritas en el siglo XI son poco frecuentes, y respecto a las segundas, de difícil interpretación.
En Flandes en el IX se produce lo que podría empezar a considerarse en “nacimiento” de la ciudad medieval, aunque no en sentido estricto. Se intensificaron los intercambios, de todo tipo, con otras zonas: comercio, migración, saqueo, guerras… Se intensificó la agricultura, hubo excedentes, y propició que en las ciudades se concentraran, con lo que se podía allí agrupar trabajadores o artesanos, en especial en Flandes la industrialización textil. Las nuevas elites tuvieron un papel importante, pues controlaban las finanzas y el comercio, hasta las revueltas sociales del siglo XIV.
En resumen, hubo un proceso extendido de expansión económica alrededor del año 1000, en ningún caso continuo, progresivo y sincrónico, aunque no hay estudios demasiado detallados.
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LA RELIGIÓN Mayke de Jong
<<El cristianismo verdadero>>
El cristianismo de la alta Edad Media tiene mala fama, pues se considera una desviación de “lo autentico” para convertirse en una herramienta de control sobre el pueblo. Se busca constantemente el cristianismo verdadero, el de valores cristianos eternos que no considera los cambios.
Las nuevas cristiandades.
En el año 312, justo antes de la batalla que le iba a dar la corona del imperio, Constantino y todo su ejercito tuvieron una visión divina. Como ganaron la batalla, se convirtieron en masa al cristianismo. Este ejemplo se empleó como modelo a seguir las conversiones bárbaras. En lugar de una decisión individual, solía ser una cuestión debatida y sopesada en grupo.
Si a esta historia se le añade una esposa ya cristiana que insta al marido, un acto de meditación por parte de éste, un solicitar una prueba del cielo y que esta se manifieste en la victoria en la batalla, se juntan los rasgos característicos de las historias que se contaban de conversiones bárbaras. Esto mantenía intacto el honor y la libertad del gobernante y su pueblo, que se bautizan voluntariamente. Este tipo de conversiones supusieron la aparición de un nuevo pueblo cristiano, gens. La identidad politica era definida por los limites religiosos.
Cuando los visigodos fueron obligados a convertirse, a cambio de poder quedarse en territorio imperial, abrazaron la doctrina entonces dominante arriana. Fue condenada posteriormente como herejía, pero estaba extendida entre éstos y pueblos germánicos, con lo que la élite gobernante era arriana, y el pueblo cristiano verdadero. Abandonaron esta herejía a más tardar a mediados del siglo VII.
Inglaterra, con menos arraigo de la cultura romana mantuvo sus gobernantes inicialmente paganos, aunque existian pequeños grupos de cristianos, como la misma reina franca Berta, mujer de Etelberto de Kent, que se trasladó con su corte cristiana que incluía un obispo. La conversión de Inglaterra fue el proyecto personal del papa Gregorio el Magno, que envió a su misionero San Agustín a Kent.
En Irlanda, que nunca fue parte del Imperio, la cristianización supuso un vinculo importante con el mundo romano. La naturaleza monástica del cristianismo inglés, con abades que ejercían gran autoridad religiosa y secular, mostraban que la vida monacal se había integrado en el poder político. El cristianismo irlandés fomentaba el peregrinaje, lo que condujo a una elevada cantidad de monjes irlandeses en movimiento, ofreciendo sus servicios como eruditos o misioneros. Incluso evangelizaron en Inglaterra, con lo que se recibieron dos tipos de misiones, cada una de un tipo de cristianismo que comenzaba a divergir, sobretodo en costumbres litúrgicas. Cuando la situación se hizo insostenible, la tradición romana venció.
Respecto a Roma, los obispos llevaban años afirmando ser los sucesores directos de Pedro y líderes de la Iglesia universal. El papado vivía “de rentas” antiguas, promoviendo una intensa actividad de peregrinaje y de su gloria pasada. En más de una ocasión, sin el apoyo de los sucesivos emperadores no habría salido adelante, entre otras por las acusaciones de corrupción y escándalo.
En el Imperio Carolingio la división entre poder político y religioso parecía clara en la forma, pero en realidad Carlomagno actuaba como máximo responsable ante Dios de los pecados de su pueblo, como muestra el hecho de que fuera éste quien presidiera, entre otros, el Concilio de Frankfurt.
En Bizancio, tras la humillante pérdida de Siria, Palestina y Egipto el pueblo se planteó qué había hecho para ofender a Dios, y la respuesta fue la idolatría a las imágenes. El Emperador León III dictó un decreto iconoclasta que acabó con todas menos con la cruz. Una vez más, el conflicto sobre cómo ser un verdadero cristiano.
Los otros esquivos: judios, heréticos y paganos.
La identidad cristiana se definió por contraste con las otras identidades, enemigos del pueblo cristiano que, sin suponer realmente una amenaza, proporcionaban coherencia y unidad.
Los judíos eran poquísimos, y excepto en zona visigoda no hay evidencia de una persecución hacia ellos, más bien de cierta protección real como buenos comerciantes. Respecto a los herejes, eran sorprendentemente raros en comparación con lo que ocurrió en la baja Edad Media, y pocas veces dejaron huella en los escritos. Si así lo hicieron, su predicación heree no tuvo demasiada trascendencia. Solían proceder de círculos eruditos.
Respecto al paganismo, se tachaba como tal a cualquier manifestación religiosa que no fuera católica, y fueron descritas por gente cristiana que intentaba mostrar la equivocación de esos planteamientos paganos. Solían ser de carácter animista, y fácilmente integrales en los ritos cristianos.
Las esferas sagradas y las estrategias de distinción.
Los cristianos enseguida vieron en el mercadeo de restos mortales de santos unas posibilidades ilimitadas de control sobre el pueblo. Se integró el peregrinaje en la vida del Imperio cristiano, se editaron libros con vidas de santos y se aprovecharon del fervor popular en propio beneficio. El control sobre las vidas de los santos estaba en manos de los obispos, y poco a poco, también de los reyes. Además, estos consideraban que la estabilidad de sus reinos dependía de la oración de las comunidades monásticas, de manera que les dotaron de inmunidades para alejarlos de las necesidades “terrenales” y que pudieran tener más tiempo y tranquilidad para consagrarse a sus oraciones. Tanto es así que los gobernantes llegaron a intervenir en la organización interna de los monasterios, en contemplación principalmente de la llamada Regla de San Benito. Esto afectó también al tipo de liturgia: ya no era una conmemoración de la muerte y resurrección de Cristo, era una petición concreta, un acto celebrado con un propósito determinado: buenas cosechas, victoria en la batalla… En particular destacan las peticiones y las misas para una corta estancia en el purgatorio.
De sacerdotes y monjes se esperaba un determinado comportamiento, puro en esencia y en celibato, y se dedicaron muchos esfuerzos para conseguirlo. Aristócratas y reyes envidiaban el modo de vida monacal, y allí se retiraban en tiempos difíciles, o en espera de la muerte.
Legados en constante evolución.
A mediados del siglo XI, la reforma gregoriana afectó profundamente a las iglesias y reinos de Occidente, con consecuencias políticas como la Controversia de la Investidura: nuevos límites entre lo secular y lo sagrado, siendo este último competencia exclusiva del clero. Fueron cambios en la creencia y práctica religiosa muy lentos, pero las estructuras e ideas más antiguas permanecieron intactas. El tradicional papel real de proteger monasterios fue asumido por otros aristócratas. El panorama en Occidente del siglo X era completamente religioso, con espectaculares conversiones de poderosos que renunciaban al mundo y se encerraban para los restos. Aunque el mundo secular y el monacal eran igual de jerárquicos, igual de intrincados, y el poder corría entre unos y otros de manera muy dependiente.
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LA CULTURA Ian Wood
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Introducción.
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El último siglo del Imperio Romano occidental.
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Los estados sucesores y la tradición imperial.
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España después del año 711
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Renacimiento carolingio.
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Erudición carolingia en la producción de libros de escritura elegante, conocida como carolina minúscula. Estos libros eran de contenido religioso, como Biblias o tratados teológicos. Además, se preservaron y copiaron multitud de obras clásicas latinas y alguna griega. Desde mediados del siglo VIII se considera también importante la escritura histórica, generalmente empleada como propaganda carolingia, como los Annales Mettenses Priores.
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Asimismo, aparecieron algunos libros de contenido no estrictamente religiosos, como la Admonitio Generalis del 789 escrita por Carlomagno, dirigido a todos los funcionarios del reino. Incluía normas para ellos y de conducta cristiana, además de instrucciones muy claras sobre lo que luego seria la base de la cultura carolingia: buena gramática, buen latín y buenos libros de texto.
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En un intento de unificar la práctica de la liturgia se editó una copia del misal romano conocido como sacramentarium Gregorianum o Hadrianum. Ni se consiguió esto, ni imponer una regla monástica en función de una versión de la Regla de San Benito.
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Sobre la crisis en Bizancio entre iconoclastia e iconodulia, la corte carolingia editó una obra teológica, Libri Carolini, donde se expone la teoría al respecto: se condenaron ambas, como en el Concilio de Frankfurt del 794.
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También se experimento un renacimiento de otras formas literarias, como la poesía en la corte.
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En la arquitectura, se vuelve a la antigüedad romana. En la corte papal las iglesias fueron decoradas con mosaicos que rememoraban el siglo VI.
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En otras zonas de Italia fuera de Roma también hubo importantes avances culturales, como el trabajo del estuco o la importante tradición de pintura al fresco en Italia.
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La lengua estaba en constante evolución, pues ya se empezaban a configurar las lenguas romances derivadas del latín. En los países nórdicos o germanos, la separación entre el latín culto y el hablado, junto con la necesidad de cristianizar en territorios de habla no latina fue provocando un progresivo alejamiento de éste. Surgen los primeros textos en lenguas vernáculas.
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El siglo X
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EUROPA Y EL ANCHO MUNDO Jonathan shepard
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¿Un Imperio sin límites?
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El Mediterráneo como barrera para los viajes Oriente-Occidente.
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Experiencias extracorporales en Oriente y en Occidente.
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La política de supervivencia del Imperio Oriental
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Los relatos bizantinos sobre los “bárbaros”: el foco se estrecha.
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Los cristianos al otro lado del mar: el punto de vista del obispo Liudprando.
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Opiniones desde los límites: Orosio, Isidoro, Beda.
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Viajar y convertir.
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El ámbito de Carlomagno.
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Los límites del Imperio y Otón III.
La cultura en la Europa occidental y del Mediterráneo en el año 400 era, al menos para la élite, romana e imperial. Para un porcentaje bastante pequeño de la población del año 1000 la cultura era romana e imperial. Entre ambos años la historia cultural es compleja, ero se puede dividir en cinco periodos, o secciones cronológicas, que se corresponden con los cinco capítulos de este libro.
Con los cambios políticos y sociales que rodearon la llegada de bárbaros a los terrenos del Imperio Romano afectaron a la cultura, en distinta manera.
Por ejemplo, en Italia Honorio trasladó la capital a Rávena, La corte se trasladó también, con lo que la ciudad ganó en arquitectura, aparecieron estatuas, retratos imperiales expuestos en plazas públicas… Esta cultura de corte se refleja también en los testimonios escritos, como los preámbulos de las leyes o la literatura panegírica de la corte. La educación para la élite era en retórica y gramática. La primera preparaba al estudiante para ser un alto funcionario, dominador del arte de la persuasión: un senador culto tenía que estar instruido.
La cultura literaria había permanecido excepcionalmente imperturbable por la cristianización del Imperio Romano, aunque la Biblia era el libro básico de estudio.
Aunque los idiomas oficiales literarios eran el latín y el griego, existían otros en las provincias, como el copto o el sirio, que aparecen con frecuencia en contextos religiosos marginales, asociados a ascetas o herejes. Así pues, el ejército no fue el único foco de introducción de una cultura distinta de la tradicional romana.
La mayoría de los estados en los que se establecieron los bárbaros se intentó continuar de alguna manera la tradición imperial, o al menos imitarla. Por ejemplo, los ostrogodos que se establecieron en Italia, al ser arrianos no tuvieron más remedio que crear nuevas iglesias en imitación de las del pasado romano. También intentaron mantener las instituciones gubernamentales, como los visigodos, francos y burgundios. Los reyes bárbaros, en su mayoría, sabían leer y escribir. Más débiles eran las reminiscencias culturales romanas en Inglaterra, dado que la romanización había sido más leve.
La corte papal se supo aprovechar del pasado imperial de Roma, y comenzó un proceso de edificación de iglesias, en algunos casos empleando lugares de relevancia civil en tiempos romanos, como la antigua cámara del Senado se transformó en la iglesia de San Adriano. También reivindicó santas sepulturas, como la de los apóstoles Pedro y Pablo. Con todo esto, el papado se anexionó la ciudad y su pasado imperial.
A lo largo del siglo V la mayoría de escuelas urbanas de retórica y gramática habían fracasado, ya que no eran necesarios oradores en las nuevas instituciones, y no se podía mantener una serie de maestros en estas artes. La oratoria sobrevivió sólo en las homilías de los clérigos, pues aunque la educación continuo todavía en alguna casa real, se asoció con la Iglesia. Los escritores de la época eran todos clérigos o monjes, y sus obras de contenido espiritual. También surgieron de las filas monacales lo que se podría llamar, aunque no en sentido estricto, historiadores, como Gildas, Beda el Honorable, Isidoro de Sevilla o Jordanes. Estos se limitaban a escribir sobre temas regionales o pueblos particulares, y actuaban de manera individual. Las historias de pueblos germánicos fueron escritas también desde el punto de vista romano y latino, y como sus costumbres se mezclaron con las cristianas, no es posible vislumbrar demasiado sobre sus religiones previas paganas. Sobre el debate sobre lo que es y no es germánico, hay dos ideas que están claras: 1- los pobladores germánicos tuvieron un impacto lingüístico en las regiones donde se establecieron, de distinta magnitud según en qué zonas, y 2- al pertenecer éstos a sociedades guerreras produjeron una movilización social que acabó con la separación imperial entre lo civil y lo militar. En algunas regiones esto parece ser que motivó un retorno a las tradiciones prerromanas.
En una zona que nunca fue romana, Irlanda, se produjo un movimiento de “cristianismo celta” en el siglo VI, que iba a afectar la vida continental. Este cristianismo era intensamente asceta, se abogó por la práctica de la penitencia y se manifestó, entre otras, en la “peregrinación por Cristo”. Así, muchos monjes marcharon al continente a predicar los evangelios. Esto hizo, por ejemplo, Columbano de Leinster, que se estableció primero en zona franca y luego en Italia, lugares donde fundó sendos monasterios de elevada influencia en los reyes merovingios, además de una profunda cristianización del campo.
En Inglaterra se produjo un movimiento cristianizador hacia el continente. Beda el Honorable habla de esto en algunos de sus numerosos textos escritos, que además ofrecen una interesante visión de la complejidad cultural de este periodo.
Así pues, las Islas Británicas y la zona septentrional de Francia mostraban una viveza cultural que no se daba en las zonas del sur; no quiere decir que no la hubiera, pero era de tradición romana, y volvía a esta constantemente.
Los visigodos fueron derrotados en el año 711 por un ejército bereber y musulmán. La capital se estableció en Córdoba, que se embelleció y pasó por una época de esplendor.
Se tiene poca información escrita de esta época, tanto de musulmanes como de los cristianos que como tales se mantuvieron. Se sabe que el cristianismo se permitió, como muestra el hecho de que siguieran celebrando concilios o que hubiera monasterios en los alrededores de Córdoba. Se conoce también la existencia de un movimiento mártir que irrumpió en la capital en el 850, y que da la impresión de una hostilidad entre musulmanes y cristianos. Superficial, puesto que muchos cristianos desaprobaron el movimiento. De todas maneras, quedan sin resolver muchas cuestiones, como la explicación, por ejemplo, de la rápida conversión al Islam si la religión cristiana no estaba amenazada.
Donde si que existía un movimiento anti-musulmán evidente fue en el reino cristiano de Asturias. En concreto, en la obra de Beato de Liébana, que sin mencionar el Islam como tal habla de la evangelización cristiana de Santiago Apóstol, el “matamoros”. Menos sutiles son unos textos de la corte de Alfonso III que profetizan la expulsión de los musulmanes en el año 883.
Más abundante que su producción literaria fue su arquitectura. La capital estaba establecida en Oviedo, donde se construyeron muchos edificios religiosos. El rey Ramiro I, además, creo otro grupo de edificios reales en el valle del Monte Naranco.
El periodo carolingio supuso un restablecimiento de una cultura dominante de corte que en muchos aspectos era una reinterpretación de la cultura del Imperio Romano cristiano. Algunos aspectos interesantes de este renacimiento carolingio son los siguientes:
El impacto de los vikingos en los lugares donde establecieron, como en los nuevos reinos en Inglaterra e Irlanda puede verse en sus manifestaciones culturales: monumentos funerarios… También estas incursiones llevaron a Escandinavia material anglosajón y carolingio. En Inglaterra sólo resistía a su ataque el reino de Wessex, que aumentó su observancia religiosa pues se pensaba que eso ayudaría a resistir a los vikingos. Con la reunificación anglosajona del rey Alfredo se produjo una reforma monacal, que llegó a tener un papel muy importante en la cultura inglesa.
Este movimiento de reforma monacal tuvo mucha influencia en el renacimiento otoniano. Estos eran una familia sajona, que con la coronación de Otón I como emperador iniciaron una Renovatio romana, que aunque fracasó estrepitosamente tuvo importantes consecuencias culturales: entre ellas, destacan la enorme producción de manuscritos ricamente decorados, y sobretodo, las innovaciones en la música, con la creación de nuevas formas musicales, teoría de la música, empleo más amplio de instrumentos musicales… A pesar de todo, les faltó la profundidad de su homólogo carolingio. Ambos crearon la impresión de una cultura dominante, determinada por Roma y la Biblia, y proporcionaron momentos de coherencia a un mundo de variedad cultural enorme.
Dentro de los límites del Imperio, el mundo podía concebirse como girando en torno a dos ciudades, Roma y Constantinopla, todavía en el siglo V. Los límites exteriores no estaban tan definidos, aunque se trataba de regiones de cuidades fortificadas e instalaciones militares, que controlaban el comercio e intentaban disuadir de las agresiones. En las fronteras con Oriente Medio había un rico comercio, debido entre otras a la Ruta de la Seda, que suponía un fluido intercambio de productos. El mundo persa y el romano, rivales en muchos aspectos, compartían el gusto estético y cultural, por lo que parecen evidenciar los restos arqueológicos, por ejemplo, un casco de diseño sánsido hallado en Sutton Hoo, Inglaterra. Tanto es así que Justiniano y Chosroes I, en el 562 firman un tratado que regula el comercio en ciertos puntos geográficos con el fin de recaudar mejor los portes y controlar las comunidades religiosas que atravesaban las fronteras: los cristianos eran admitidos en Persia siempre que no intentasen más conversiones. La Ruta de la Seda se llenó de cristianos nestorianos
El conflict entre Persia y Bizancio estalló en el 603, que produjo un desbaratamiento de esto explicado. Cierto comercio se mantuvo, pero en mucha menor medida. El Islam empezó a causar estragos, el Imperio retrocedió visiblemente.
Al perderse los tres patriarcados orientales, Alejandría, Jerusalén y Antioquía, el intercambio se vio disminuido: se perdieron las carreteras trazadas por los romanos, o se volvieron peligrosas.
Los cristianos orientales desplazados a otros puntos, donde se fundaron conventos (Roma pasó de cero a ocho monasterios griegos entre el VIII y principios del VIII. Algunos llegaron a tener un papel de cierta relevancia, apreciados por su erudición y ascetismo. La controversia iconoclasta, sin ser un obstáculo infranqueable entre el papado y el Imperio, supuso una separación de la religiosidad oriental.
Los relatos de viajes de ida y vuelta al otro mundo, de experiencias extracorporales de almas llenaron huecos que la teología dejaba imprecisos, ofrecían información esencial y eran al fin y al cabo una forma d autoayuda, a partir de una iniciativa de Gregorio el Magno. Todo esto activó el valor de las oraciones y misas por los muertos, reforzó el papel del clero como mediador y la fascinación por Tierra Santa. Estos sensacionalismos tenían sus raices en las preocupaciones del clero en el seno de una sociedad insegura y fragmentada, que encaminó la fe en oriente de manera distinta a en Occidente: la fe estaba en manos imperiales.
La alerta constante ante las amenazas del este, y la afluencia de “bárbaros” hizo que cobrasen interés militar estos pueblos, de los que se adoptaron algunas costumbres.
La élite bizantina no estaba dispuesta a dignificar a los pueblos bárbaros con relatos que hablasen de ellos en griego de alto estilo, lo que explica la escasez de dichos relatos después del siglo VI. Era rechazada toda idea que pareciese de origen pagano, incluso la creencia antigua de que la tierra era redonda u otras maneras de explicar el mundo conocido provenientes de la tradición clásica. Así pues, aunque se sabe que ciertos diplomáticos instruidos entraron en contacto, por ejemplo, con eruditos del mundo árabe, e incluso criticando en sus escritos aspectos del mundo imperial, como Prisco de Pario, no se hizo ningún tipo de eco de ellos, excepto por el emperador y sus asesores, que se interesaban por los pueblos bárbaros, generalmente desde un punto de vista militar, pero en cualquier caso consideraban interesante conocer a estos pueblos y saber cómo podían beneficiarse de ellos.
EL obispo Ludprande de Cremona, en su Antapodosis, habla de una cooperación entre los poderes cristianos del Mediterráneo, entre los que el emperador bizantino es una figura distante pero poderosa. También aporta detalles sobre su visita al palacio y destaca la piedad de los griegos, detalles que sirven para mantener informados al obispo español al que está dedicada la obra, y miembros de la élite romana. También habla de las dificultades de acceder a Bizancio por mar. Narra también, con detalle, los métodos griegos y lo que ocurría en palacio.
Orosio, en sus Historias contra los paganos de principios del V buscaba mostrar la mano y obra de Dios en los sucesos actuales. Describe con cierto detalle ciudades, islas y provincias del Mediterráneo. También es destacable su carácter ambivalente: aunque el cristianismo trae grandes beneficios, los desastres terrenales eran medidas correctivas que llevarían a los hombres más cerca de la salvación.
Isidoro de Sevilla mezcla en sus obras conceptos clásicos y bíblicos mezclados con el saber popular, elementos de la vida cotidiana y en conjunto, eran un intento de suministrar información, corregir errores y contestar preguntas. También categorizaba nuevos elementos desde un punto de vista cristiano.
El abundante trabajo de Beda en Venerable, entre otros aspectos trata el de cómo los bárbaros llegaron a formar parte de la sociedad anglosajona, convirtiéndose al cristianismo
Beda, entre otros, habla en sus escritos de la tarea de convertir a los bárbaros, a viajar y realizar labor apostólica. Esta idea de peregrinaje conversor estaba muy arraigada en los pueblos celtas.
El papado era un foco de fascinación hacia aquellos cuyo cristianismo era “relativamente” reciente, aunque no hay demasiadas evidencias de que tuviesen mucha consideración por las zonas fuera de los ejes tradicionales del mundo mediterráneo.
Carlomagno tenía consideradisimas a Roma y Constantinopla, y de su fascinación han quedado resots arqueológicos, así como constancias de que, por ejemplo, a su corte la designase como “nueva Roma”. Se efectuaron varios intentos para describir el mundo, basándose entre otros en los ya comentados Isidoro y Beda, así como clásicos. También había interes por conocer las costumbres de los pueblos fronterizos. Con todo, no había un centro cultural en particular.
La llegada de húngaros supuso un dique en la corriente del cristianismo franco hacia el este. Las diferencias entre Oriente y Occidente se agudizan.
Otón venció a los húngaros, fundó un monasterio en Magdeburbo y empezó a ser reconocido por tales proezas en la corte papal,bizantina y omeya en España. Otón también cayó en compararse con los señores del pasado y con hitos imperiales, y fue coronado rey en Aquisgrán en el año 936y emperador en Roma unos años después. Intentó un matrimonio para su hijo con una heredera bizantina, que al final fue una sobrina del emperador oriental.
Una princesa rusa pidió a Oton una ayuda misionera, y aunque resultó un desastre, la élite rusa adoptó el cristianismo en el 988. Era asombrosa la combinación que llevó Otón de dominio de Roma con labores misioneras.
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Enviado por: | Amanita |
Idioma: | castellano |
País: | España |