Sociología y Trabajo Social


Jugando con fuego; Walter Riso


Resumen de Jugando con fuego de Walter Riso

“Amores clandestinos y otros enredos afectivos”

INTRODUCCIÓN:

“El hombre es viento y la mujer estopa

y viene el viento y sopla” Anónimo

Por qué somos infieles?

La infidelidad es difícil de doblegar. Es universal, no importa la raza, educación, religión; es un diablillo que impulsa a las personas a engañar a sus parejas.

Del 100% de las parejas, el 60% son infieles y el restante 40%, los que se “portan bien”, suelen practicar 2 tipos de fidelidad:

  • La fidelidad positiva: que se basa en el enamoramiento de su pareja (en esta relación no entra nadie) ó la que es producto de la razón, en la cual el autocontrol es el antídoto; se protege lo que se ama y respeta.

  • La fidelidad negativa: está regida por el miedo, la obligación irracional ó el interés económico o social.

Aunque el 90% de la población mundial exige la fidelidad para desarrollar las relaciones de pareja, somos ambivalente y de una doble moral: una cosa es la monogamia teórica y otra la empírica.

También puede suceder que, aunque no se busque la aventura, esta se encuentra y se sucumbe a ella.

Actualmente la infidelidad va en aumento y cada vez se presenta más temprano. Hoy en día no se ve la imagen del hombre “Don Juan” (casi un violador), ni de la mujer recatada y sexualmente austera (casi una monja).

Defendemos la estabilidad afectiva, la fidelidad, pero nos gustan los amores furtivos. Somos monogámicos por vocación e infieles por naturaleza.

Qué es ser infiel?

Los occidentales consideramos que no es necesario hacer el amor (coito) para cometer adulterio.

Los “encuentros cercanos del primer tipo” (simples conversaciones, tomar el té a horas extrañas, llamadas telefónicas inoportunas), ó los del “segundo tipo” (arrumacos, besos, caricias), ocurren a escondidas, son ocultos o disimulados: configuran fraude, un patrón sospechoso.

Comparar a la pareja con un antiguo novio (a) o un actor o actriz de cine es cometer “adulterio cognitivo” o virtual.

La infidelidad occidental es la ruptura inadecuada, deshonesta, oculta y engañosa de un pacto o acuerdo (tácito o explícito) afectivo y/o sexual preestablecido, generalmente de exclusividad. Ser fiel exclusividad.

  • Ruptura inadecuada y deshonesta: La honestidad después del engaño no significa fidelidad, aunque medio limpia la falta y hace posible una segunda oportunidad. Con la verdad y una buena comunicación la probabilidad de nuevos “romances solapados” disminuye. Es más aconsejable una separación matrimonial motivada por una vida infelíz, sin amor ni respeto, a conseguir un amante o tener aventuras.

  • Los pactos de exclusividad afectiva y/o sexual: La infidelidad depende del pacto establecido por la pareja: matrimonio serial, abierto o semiabierto. Existen pactos o convenios de exclusividad sexual pero no afectiva (“no importa que me quieras, sino que no te acuestes con nadie”), donde es cuestión de amor propio pero no de amor al otro; convenios de exclusividad grupal (en los grupos poligámicos).

Antiguamente la infidelidad masculina se catalogaba como “los hombres son así”, pero la infidelidad femenina no era aceptada y se castigaba.

Los experimentos afectivos/sexuales abiertos han fracasado. El pacto sexual sin límites, sin ataduras, libre: el “existencialismo independiente” de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre fracasó e introdujeron la noción de compromiso y respeto a los terceros comprometidos.

Esposo Amante Esposa

Los arreglos de convivencia sexual compartida, o los matrimonios grupales tampoco han solucionado el problema. Siempre hay alguien que nos atrae más

Tipos de infidelidad: Aventuras esporádicas vs relaciones estables (amantes)

Mientras los hombres prefieren las aventuras de un día, el 80% de los embelecos femeninos exige algo más que sexo y ocurre con conocidos o amigos y, cuando esta relación de amantes termina, el universo entero tiembla.

Consideramos que no es lo mismo una aventura aislada (sin vínculo emocional) que una relación seria y estable (de meses o años), aunque en ambas hay adulterio.

La relación de amante implica premeditación y alevosía, ya que fluctua entre 1 y 2 años.

El impacto de la infidelidad: Sufrimiento y decepción

Es la causa principal de separación y violencia intrafamiliar. Ambas partes sufren: el responsable del adulterio genera sentimientos de culpa, arrepentimiento, pánico a ser descubierto, además de goce, felicidad, atracción. La víctima genera emociones de ira, decepción, venganza, frustración, sorpresa, aislamiento y una baja fulminante en la autoestima.

El otro vértice del triángulo, el o la amante, vive la angustia de un amor inconcluso, la sensación de que falta algo.

La pérdida de la confianza básica:

La confianza básica es esa sensación de sosiego y tranquilidad afectiva que se alcanza cuando se cumplen 4 criterios fundamentales:

  • Me protegerás cuando sea necesario

  • Estarás ahí cuando te necesite

  • Serás sincero en lo fundamental

  • Nunca, bajo ninguna circunstancia, me harás daño intencionalmente.

  • Cuando falla alguna “estamos durmiendo con el enemigo”. Si se pierde la confianza n la pareja o en un amigo, es muy difícil dar otra oportunidad, ya no es lo mismo, se altera la confianza básica.

    Hay una forma adecuada y amistosa de alejarse; no confundir la valentía de los amantes, para alejarse y abandonarlo todo, con la inconsciencia o pasión desbocada. No hay que dejarse llevar por las “locas pasiones”

    El dilema de la fidelidad: factores de riesgo y protección

    Podemos disminuir las probabilidades de ser infieles. Para esto, además de querer, hay que poder y para poder debemos prepararnos, modificar esquemas y eliminar otros; construir perspectivas sobre lo que es la vida de pareja.

    Someter, doblegar, controlar o prevenir la tendencia a la infidelidad.

    Ni siquiera la fuerza del cariño (amor) y el poder de convicción (compromiso) son suficiente para eliminar de cuajo la infidelidad, ya que el primero declina con el tiempo y el segundo casi siempre tiene precio.

    CAUSAS MAS COMUNES DEL COMPORTAMIENTO INFIEL: HISTORIAS:

    1.Sobrestimar el amor: Cuando Cupido ataca por la espalda

    Sobrevaloración del amor y cómo esto puede desencadenar y mantener la infidelidad muy a pesar nuestro

    “Abre bien los ojos antes de casarte y

    mantenlos entreabiertos después de que te cases” Thomas Fuller

    “El amor es como el fuego;

    suelen ver antes el humo los que están fuera,

    que las llamas los que están dentro” Jacinto Benavente

    La mujer que se creía intocable y afectivamente incorruptible:

    Alicia, mujer de 32 años, una profesión que no ejercía, madre de 2 hijos pequeños, un marido que la ama sinceramente, abanderada de la moral y las buenas costumbres, considerada consejera objetiva y acertada, asiste a la consulta psicológica con 9 kilos menos, expresión de fatiga crónica, ojeras, depresión y reaparición de acné.

    Causa: tiene un amante hace año y medio. Su inteligencia y perspicacia no fueron suficientes para defenderla de un terrible e irresistible invasor: Cupido.

    En contradicción con sus creencias, el remordimiento no esta siempre presente; el olor, el calor de los brazos y los besos de ese hombre podían más que su aprendizaje.

    Conclusión: el amor se había bifurcado, descarriado. ¿Cómo puede ser que una mujer hecha y derecha como yo, segura de sí misma y vocera de la lealtad, caiga en las redes de un amor prohibido?

    Nadie está exento. Si dejamos una rendija, el amor se puede deslizar silenciosamente y echar raíces.

    Circunstancias: Alicia y Pablo. Vecinos del edificio

    • Primer encuentro: en el ascensor, saludo y despedida

    • Segundo encuentro: Pablo ayuda a Alicia a encender el auto. Se presentan. Alicia lo recorre con la mirada.

    • Tercer encuentro: Más próximo. En el cumpleaños del hijo de Alicia. Pablo asiste con su hija.

    • Cuarto encuentro: Más intenso. Reunión de Junta del edificio. Pablo invita unos tragos a los asistente y solo Alicia y su marido aceptan. Alicia conoce parte del mundo privado de Pablo y no le disgustó. Cruce de miradas y silencios. Alicia tiene un sueño erótico con Pablo el cual le produce un orgasmo. Corre a confesarse.

    El punto cero, la iniciación formal de la relación de amantes ocurre el día del Amor y la Amistad, cuando Pablo la invita al apartamento para entregarle un regalo singular y muy especial: una canción compuesta para ella.

    Se entregó y gozó como nunca lo había hecho.

    Al cabo del año la relación era insostenible. Su marido la celaba, la esposa de Pablo le pedía consejos pues sospechaba que había otra mujer, comenzaron los chismes y le quedaban pocas amigas. Intentaron separarse de sus respectivas parejas.

    Alicia no es capaz de soportar la pérdida de ninguno de sus polos afectivos: por un lado hijos, matrimonio, creencias religiosas, marido, tranquilidad interior y por el otro lado Pablo desnudo.

    Alicia se confió demasiado, bajó la guardia, dejó la puerta entreabierta y, como dice el refrán, “saltó la liebre”.

    Para tener en cuenta:

    El amor de pareja no es tan poderoso. El mito romántico contra la infidelidad no es más que una ilusión.

    Tolstoi afirmaba: “Decir que uno puede amar a una persona por toda una vida es como declarar que una vela puede mantenerse prendida mientras dure su existencia”.

    Al amor hay que ayudarlo, alimentarlo, cuidarlo y, muchas veces, regañarlo.

    Con ciertas condiciones especiales y bajo estricta vigilancia, es posible hacer que la vela siga encendida pero, al menor descuido, la llama se puede dilatar y más tarde apagar.

    No hay que negar el amor sino quitarle el halo mágico que lo envuelve. El amor es condición necesaria pero no suficiente para ser fiel. La sobrestimación del sentimiento amoroso inhibe y desactiva el autocontrol necesario para mantener la tentación a distancia.

    Núcleo central de la infidelidad: Sobrestimar el amor y creerse invulnerable (atención dormida).

    2. BUSCANDO EL AMOR PERFECTO:

    Muestra como las utopías afectivas pueden disparar la infidelidad en cadena, especialmente el sueño de la mujer perfecta.

    “Quien se sienta en el fondo de un pozo a contemplar el cielo, lo encontrará pequeño” Han Yu

    “Todo hombre ama a dos mujeres: la que su imaginación ha ideado, y la todavía no nacida” Jalil Gibrán.

    El hombre que exigía la mujer diez:

    Santiago, 39 años, solterón, ingeniero pero dedicado a las finanzas, director de una importante empresa; ordenado, autoexigente y quisquilloso. No llegaba tarde, no contraía deudas, no usaba malas palabras y jamás perdía la compostura.

    No era un santurrón, de nerd o cándido; le encantaban las mujeres y practicaba activamente el sexo.

    Tenía pocos amigos y las amigas le sobraban. Aceptaba el matrimonio como una institución, quería tener hijos pero tenía que pensarlo bien, “uno no se puede equivocar” decía.

    La unión conyugal no era percibida como la alianza entre dos sujetos independientes, sino como una asociación molecular donde cada uno desaparecía en el otro: crear un Frankestein afectivo. Esta visión del vínculo nupcial lo colocaba a la defensiva: cada mujer era sometida al más minucioso exámen de familia, amigos, enfermedades, gustos, creencias y aspiraciones. Mente y cuerpo era cuidadosa y rigurosamente revisado.

    Un día cualquiera llegaba el “adiós, como un balde de agua fría, pero no se desprendía de un noviazgo si no tenía otro a mano. La condición era que la última conquista siempre debía poseer el atributo del que carecía su precursora.

    La infidelidad era la estrategia que le permitía preparar el terreno para no quedarse en el aire durante la transición. A todas les había sido infiel.

    Las cambiaba porque le parecían inadecuadas; si era agresiva por una sumisa y respetuosa; porque hacía ruido al comer la cambia por una más refinada y a esta por una menos encopetada; si otra usaba tanga (era para él una falta de pudor), la cambió por una más recatada y de esta se cansó y la cambió por una menos mojigata.

    Siempre había un motivo: el tamaño de los senos, los ojos, la estatura, el lenguaje de su futura suegra, ser mala cocinera, muchos o pocos novios anteriores, etc

    Santiago dejó todas las relaciones empezadas. Por ver el árbol no veía el bosque; como decía Gibrán: “ Los hombres incapaces de perdonar a las mujeres sus leves defectos, nunca conocerán sus grandes virtudes.

    Se fue a vivir a Nueva Zelanda con una francesa que será remplazada por una anglosajona.

    Tener en cuenta :

    La extrema exigencia y la consecuente infidelidad de Santiago eran producto de una creencia errónea: “existe el amor perfecto y podemos acceder a él mediante la persona correcta (certeza afectiva)”.

    Las almas gemelas son un invento de los astrólogos. Si creemos que existe una persona a la medida de nuestras necesidades, nunca podremos afianzarnos en los compromisos afectivos que hemos asumido, porque estaremos esperando algo mejor, y con seguridad siempre habrá alguien que supere la prueba.

    No es tener que resignarse a quien nos haga infeliz, sino manejar cierta flexibilidad y darnos una oportunidad para la convivencia.

    La insatisfacción es la prima hermana de la infidelidad.

    Los que están pendientes de las supermodelos y las que suspiran por los adonis están fuera de foco. No se puede amar una lista de ventajas y desventajas, sino la esencia.

    Núcleo que precipitó la infidelidad: Creer que existe la persona ideal que se acomode exactamente a nuestras necesidades (búsqueda perfeccionista)

    3.- La Revancha:

    Se refiere a la sed de venganza como uno de los factores más frecuentes de la infidelidad.

    “El que se dedica a la venganza mantiene frescas sus heridas”

    Francis Bacon

    “Nadie sabe cuán dulce es la venganza ni con qué ardor se la puede desear, si no ha sufrido la ofensa” Boccaccio.

    La mujer que decidió equilibrar fuerzas y quedar mano a mano:

    La venganza es rabia y agresión dirigida a reparar alguna lesión física o psicológica; no es defensiva sino retaliativa: restablecer la autoestima lastimada de acuerdo a la Ley del Talión: “Ojo por ojo”

    Aunque es éticamente criticable, es el desquite idealista para la equidad. La satisfacción y el restablecimiento del honor: la ofensa y la venganza van de la mano.

    Cuando la venganza se refiere a un amor maltrecho, los móviles pueden ser muchos: quedar mano a mano, pagar con la misma moneda, herir como nos han herido, la envidia de querer ejercer el mismo derecho o simplemente recuperar el equilibrio del poder: “Me cansé de ser menos que tú”

    Gladys, veinte años de matrimonio con un hombre atractivo y ella no era ninguna reina de belleza pero tenía su gracia. Con el paso de los años ella se fue deteriorando físicamente mientras que su esposo crecía en su atractivo.

    Los festejos eran una pesadilla, sobre todo cuando era presentada como la esposa del jefe, pensaban que sería una ejecutiva de alto vuelo y estatura, más estilizada y con una larga hoja de vida.

    Gladys se sentía como un estorbo, un guardaespaldas, una espía, y lo más triste: nadie intentaba seducirla. Conocía todas las aventuras de su marido, las pasadas, las presentes y algunas futuras; ocurrían sistemáticamente y con sigilo. Ella temía perderlo y callaba. El era comprensivo, la trataba cariñosamente y jamás se ofuscaba. Ella desentonaba cuando viajaban al exterior ya que no hablaba bien el inglés y él lo hacía perfectamente, en las tiendas no había nada que le quedara mientras que él parecía talla única: todo le encajaba.

    La dulzura de su marido parecía decirle: “Has tenido demasiada suerte al estar conmigo....”, “Yo sé que podría haber conseguido a alguien mejor...”

    El era ególatra, se demoraba para ducharse y vestirse y el espejo era su mejor aliado; cualquier cosa que reflejara su propia imagen llamaba su atención, se lucía.

    Gladis era una mujer ardiente y sexualmente activa, atraída por él. El hombre era un onanista declarado, es decir, solo obtenía satisfacción a través de la masturbación; era un eyaculador retardado.

    Gladis sobrevivía a la sombra de un hombre exitoso, codiciado por las mujeres y envidiado por los hombres.. Estaba cansada y deseaba desquitarse, ser el centro de atracción y verlo por primera vez en una posición más frágil y humilde.

    Un día conoció en el gimnasio donde asistía a un señor más “normal”, propietario de la única fábrica que hacía temblar a su esposo y al cual ella le gustaba.

    Comenzaron a verse y conversar hasta que un día ella le confesó su procedencia, el arrebato fue mayor y se fueron a un motel.

    La relación adquirió una doble sincronía: deseo y venganza. Para él ella era la mujer de su enemigo comercial y para ella él era el principal dolor de cabeza de su esposo.

    El superhombre, el intocable, está siendo secretamente vulnerado en su amor propio y en el más estricto anonimato.

    Para tener en cuenta:

    En cuestiones de venganzas es la mujer la que lleva la cabeza, en delitos en nombre del amor son más frecuentes en hombres que en mujeres.

    Cuando una mujer decide vengarse de su pareja, el amor casi siempre está presente; la mayoría no toma represalias por la infidelidad de un hombre que no aman. Pero un varón, criado en la cultura de la honra y la virilidad, no dudaría en castigar la traición de su pareja así no hubiera la menor pizca de afecto (aún en casos como que la mujer no llegue virgen al matrimonio).

    Calderón de la Barca expresaba así la causa común masculina a favor del renombre y la reputación:

    Pues no hay amante o marido,

    Salgan todos a esta causa,

    Que no quisiera ver antes

    Muerta que ajena su dama.

    La sed de venganza no es de uso privativo de ninguno de los sexos, aunque el abuso del poder es más evidente en el sexo fuerte.

    En el caso de Gladis el ser infiel tenía una intención revanchista, con doble motivación:

    La primera dirigida a sacar a flote su autoestima, buscando salud mental y la segunda saldar una deuda de años de sufrimiento e impotencia (venganza pura)

    La satisfacción no es completa sin el escarmiento y el dolor del infractor, verlo sufrir. La venganza es violencia placentera, vista por el infractor como una clase de sadismo instrumental y justificado, pero en realidad es un comportamiento de conservación a destiempo y fuera de lugar: ya pasó el ataque.

    La complacencia en obtener igualdad a través de la destrucción del otro es un fenómeno exclusivamente humano, producto de la mente y, claro está, del ego.

    Cabe preguntarse si los que deciden vengarse por despecho o desamor no estarán tratando de perdonarse a sí mismos la cobardía o la incapacidad de haber permanecido donde no debían haber estado. Es mejor reaccionar y defenderse a tiempo.

    " Cuando atacamos la deslealtad con deslealtad, la mentira con mentira, la deshonestidad con deshonestidad, perdemos autoridad moral. Nos contaminamos de lo mismo que queremos limpiar. La infidelidad no admite contabilidades ni sistemas de compensación, sino exclusión y determinación. O perdono o me voy.

    Núcleo central de la infidelidad: Utilizar la venganza como una forma de retaliación e intentar salvar equivocadamente la dignidad personal mediante el revanchismo y la reparación tardía. (personalidad inmadura y poca inteligencia emocional)

    4.-Los legados familiares y la infidelidad masculina:

    Está dedicado a los legados familiares y a otros aspectos que determinan la infidelidad reiterada y muchas veces compulsiva.

    “La falta más grave es no tener conciencia

    de ninguna falta” Eistein

    “Yo puedo resistir todo, menos la tentación” Oscar Wilde

    El hombre que sufría de infidelidad crónica

    Roberto, de 46 años, cuarto de nueve hermanos (8 varones y una mujer), el preferido y único universitario. Graduado en medicina con honores, casado con una enfermera hace 19 años y padre de dos hijas.

    Historial de Casanova, tenía 5 hijos fuera del matrimonio, cada uno de distintas mujeres y otros de dudosa procedencia ya que había iniciado prematuramente su disposición al sexo.

    Seductor de las muchachas de servicio de la casa de su madre desde niño, no importaba su belleza o edad, hasta que dejó a una de ellas embarazada; se convirtió en el terror del barrio, del colegio y de la familia.

    Su esposa había tolerado sus deslices desde el noviazgo, pero el quinto retoó colmó la paciencia, ya que era hijo de una profesora de la escuela donde estudiaban sus hijas.

    Roberto estaba acostumbrado a ser infiel, le parecía normal. Se había criado en un ambiente permisivo y extremadamente promiscuo ya que desde que tenía uso de razón conocía las peripecias de su padre, maestro del engaño. Tenía alrededor de 6 hermanos medios y lo insólito era que algunas de las mujeres habían sido compartidas por ambos, por lo cual alguno de sus medios hermanos podría ser su hijo; en estos casos compartían gastos por mitades “todo quedaba en familia”

    Los otros hombres del clan también seguían el mismo patrón: amantes y descendencia no declarada.

    De la entrevista entre el matrimonio Roberto - Mariela , el primero le dice que ya debería estar acostumbrada, que es dignidad retardada después de tantos años y que todos los hombres son infieles por naturaleza. Pero no acepta que ella tuviera un amante ya que sería una puta. Que ella es su esposa, la madre de sus hijas, la principal, que nunca la ha descuidado económica o sexualmente y que la ama.

    Mariela, la esposa, después de unas lagrimas, un abrazo y un beso y haber oido que la ama, deja asomar una sonrisa conciliadora. Escuchó lo que quería oir.

    El legado familiar de infidelidad se remontaba a su tatarabuelo, incluso tíos, primos y sobrinos.

    " Nadie niega que los hombres tenemos una marcada tendencia a desear, perseguir y seducir mujeres, pero esto no justifica que actuemos como simios, dejando a nuestro paso un reguero de hijos y personas psicológicamente afectadas.

    Para tener en cuenta:

    La infidelidad crónica es una enfermedad. La herencia (gen) y el ambiente (modelos sociales) determinan la promiscuidad.

    Las mujeres también están biológicamente determinadas a buscarla variedad sexual pero por pura diversión. La idea de que los varones tienen el privilegio del goce sexual no posee respaldo alguno.

    La educación sexual se encarga de incitar a los varones y reprimir a las mujeres.

    Núcleo central de la infidelidad: Tener una herencia biológica de infidelidad y/o una educación complaciente y tolerante con el engaño afectivo (determinación genética y mal ejemplo)

    5. Buscar afuera lo que no se tiene en casa:

    Se ocupa de las parejas disfuncionales y la tendencia generalizada a llenar el vacío con personas ajenas a la relación.

    “Las cadenas del matrimonio son tan pesadas

    que se necesitan por lo menos dos personas

    para llevarlas.... a veces tres” Alejandro Dumas

    “Un buen matrimonio sería el de una mujer ciega

    con un marido sordo” Montaigne

    Tres parejas disparejas:

    Muchas alteraciones van socavando la relación en silencio y pasan totalmente inadvertidas para los implicados. Lo que hoy es insignificante, mañana puede transformarse en una complicación mayor.

    Afirmaciones que supuestamente no entrañan riesgo alguno para el normal funcionamiento de la vida conyugal:

  • “Somos un buen matrimonio... Con los disgustos normales, pero nos queremos mucho y tenemos una familia muy linda... No tengo quejas importantes... Quizás a veces él sea llevado de su parecer... No es fácil darle gusto... En ocasiones me siento un poco acosada, pero ya aprendí a manejar la cosa. Después de todo, es un buen hombre”

  • “Necesito ser yo”

    Ella estaba cansada después de 14 años de matrimonio, de soportar las asperezas de un marido mandón y controlador que la amaba pero la acorralaba. Vestirse, maquillarse y peinarse como él quería. Cada vez se sentía más insegura; quiso seguir estudiando pero mostró indignación por la carrera escogida. En la universidad se enamoró del contrario a su marido: un profesor cauteloso, delgado, debilucho e intelectual; le fue infiel a su marido. Se la veía sonriente, animada y de buen humor.

    El cambio tenía una razón: “Mi esposo es mejor amante, pero aquí encuentro tranquilidad... No me regaña, habla poco y me escucha. Me acepta como soy”

    Pero el profe consiguió otra amante y ella regresó a su marido que sufría el síndrome de Otelo y veía amantes por todas parte. Consiguió un nuevo amante que no la quiere pero “la acepta como es”. El marido trata de cambiar pero a ella ya no le interesa, le produce fastidio y rencor por “haberla anulado”

  • “Nuestra relación es muy buena, le falta un poco de picante y diversión, pero tenemos otras cosas importantes.... Mi mujer es introvertida, más bien callada y algo temerosa.... No es muy arriesgada, pero es la compañera ideal para mí que soy acelerado e impulsivo.... Fui hiperactivo cuando niño.... Por eso nos complementamos bien”

  • “Necesito a alguien con más energía y vitalidad”

    El es ardiente, acelerado, bailarín, sociable, extrovertido y deportista empedernido. Ella es apocada, silenciosa, triste, insegura, dormilona, lenta y perezosa. A él le gusta el trago, a ella la emborracha el olor.

    Una vez ella se quedó dormida haciendo el amor y el perdió la erección al oirla roncar. Nunca le comentó nada La invita a viajar con el pero ella prefiere quedarse a cuidar al niño de 5 años. Ocho años de casados: ella es frígida y él, un toro desbocado.

    Una nueva asistente entró a trabajar con él, una mujer atrevida, inquieta, estudiosa, soltera, sin novio y con gran sentido del humor. Se hicieron amantes.

    La flamante amiga posee la mezcla sutil que fascina y atrapa a los hombres: es fuerte, pero sabe volverse débil. La esposa es débil y no sabe volverse fuerte. No da ayuda, consejos, opiniones ni críticas; demasiado liviana.

    El decide despedir a la amiga y asistir a una terapia de pareja, cuando se lo dice a su esposa lo único que ella le dice es que tendrá que hablar con su mamá para que cuide del niño. Mutismo compartido, no ven que existan problemas importantes.

    La chica enérgica vuelve a aparecer y él abandona la terapia, ella lo comprende pero como es su costumbre, guardó silencio.

  • “Mi esposo es un hombre encantador. Es muy sociable y todo el mundo lo quiere. Es excelente papá, un trabajador único y me trata muy bien. Somos una buena pareja... Si tuviera que poner una queja sería en la parte de la expresión de afecto.... Es un poco simple.... Yo creo que es cuestión de educación.... Mis suegros no fueron afectuosos.... En cambio, en mi familia nos demostraron mucho amor..... Me gustaría que me consintieran más, pero yo pienso que tenemos otras cosas que compensan”.

  • “Necesito que me mimen y me consientan”

    Ella era consentida, no resabiada, vacía o inmadura, sino mimada. Lleva 3 años de casada con un gran hombre que adolecía de un pequeño gran defecto: le costaba expresar sus sentimientos (abrazos, arrumacos, zalamerías, caricias, cosquillas, etc).

    Una vez quiso comportarse “juguetonamente” y comenzó a perseguirla por el cuarto, pero de un manotazo involuntario le partió la nariz. También le regaló un libro de poesía que ella ya tenía, una flores que no le gustaban y un chocolate que estaba viejo.

    “Yo lo acepto como es... ya me acostumbré” decía ella. Puro autoengaño. Nadie se habitúa a la falta de ternura. Los humanos requerimos saber qué tanto nos aman, aunque no a cada momento. Sin retroalimentación, el amor se vuelve autosuficiente.

    Un compañero de trabajo logró sembrar la semilla de la inquietud. Un varón como los de antaño: caballero, experto en galanterías, detallista, admirador de la belleza femenina. Entre piropo y piropo, la caricia se manifestó y el sexo no se hizo esperar. El galán atacó sin compasión pues sabía sus puntos débiles.

    Ella no se enamoró de él, pero se aficionó a él; llenó el vacío y se tranquilizó. El marido dejó de sentirse acosado y la relación entró en un período de calma. El amor había empezado su cuenta regresiva.

    Las expresiones “un poco presionada”, “un poco simple”, “un poco aburrido”, no deben pasar inadvertidas. El descuido permite que el mal avance y la impaciencia comienza a molestar.

    " Es cuanto la resignación se transforma en curiosidad y salimos a buscar afuera lo que no hallamos adentro. Las dos estrategias de afrontamiento más recomendadas son: “me quedo y le doy una última oportunidad”, ó “Me voy, honesta y limpiamente”; pueden ser reemplazadas por una tercera opción y más excitante: el amante.

    Para tener en cuenta:

    La infidelidad aparece como un distractor, una forma de dilatar y esconder un problema que posiblemente hubiera podido tener soluciones más adaptativas y menos traumáticas.

    No buscaron ayuda profesional y nunca se plantearon la separación como una alternativa válida. Todos subestimaron la propia insatisfacción y creyeron que podían vivir con la carencia a cuestas

    En los tres casos, las parejas sabían cómo era el otro antes de casarse, y aun viendo la seriedad de las incompatibilidades, se embarcaron en la aventura del matrimonio. La comunicación dejaba mucho que desear.

    La postergación y la ley del mínimo esfuerzo configuran la táctica principal de supervivencia afectiva: “Es mejor evitar un problema que enfrentarlo”.

    En la relación de noviazgo, el romanticismo parece desplazar a la razón; de novios nos desenvolvemos en un mundo de apariencias, no hay suficiente información.

    Núcleo central de la infidelidad: Ser incapaz de afrontar adecuadamente un problema de pareja y creer que la infidelidad es una opción válida para sostener un mal matrimonio (malas estrategias de resolución de problemas; por ejemplo, evitación, negación o distanciamiento)

    6. Comprando amor y aceptación:

    Describe la relación entre promiscuidad y necesidad de amor.

    “Como soñando,

    como desguarnecida,

    la mujercita juega con fuego

    en la cornisa

    de la felicidad” Celia Fontán

    La mujer que se vendía al mejor postor:

    Claudia, 36 años, con una autoimágen negativa por ser gorda. Casada hace 8 años, con un único hijo, después de cuyo nacimiento recibió tratamiento por depresión. Decidió terminar su carrera de administración y bajar 20 kilos de peso.

    Un día se vio al espejo y se gustó. Fue a consulta con el psicólogo porque en 6 años de matrimonio había sido infiel 14 veces, desde que empezó a trabajar y viajar perdió el rumbo. La promiscuidad de Claudia era el síntoma de un problema no resuelto: el lado consciente percibía el nuevo look, pero el lado inconsciente actuaba como si necesitara más elementos para convencerse. Le gustaba que sus amantes le dijeran que era espectacular, que haría felíz a cualquier hombre, que era genial...

    Deseaba un príncipe azul porque en la adolescencia le daba vergüenza ir a bailar porque nadie la sacaba.

    Cuando comenzaba a enamorarse de un amante los acosaba y asustaba dejándola y ella buscaba un sustituto aunque era inosgármica. Sus “acciones” le inflan el ego.

    La intención de desquitarse y compensar los viejos fracasos hacía que, inevitablemente, los volviera a ratificar. Solo fue capaz de renunciar a su compulsión cuando aprendió a valorarse a sí misma, más allá de su cuerpo, de sus conquistas y de los evaluadores externos. Aprendió a eliminar el significado mercantilista que ella le había otorgado al sexo.

    Hay cosas que no se pueden comprar ni vender.

    Para tener en cuenta:

    Una buena autoestima nos hace inmunes a muchas enfermedades de la mente, mejora la autoeficacia y disminuye la posibilidad de ser infiel.

    Las personas que no se quieren a sí mismas son altamente vulnerables a la seducción. El que se quiere a sí mismo se “crece”, se vuelve escurridizo, difícil, exigente y un poco antipático, obviamente todo en un buen sentido. Elige bien y jamás se entrega al mejor postor porque sencillamente no está en venta.

    Si pongo la felicidad afuera y me ofrezco como un producto consumible, mi mundo interior entrará automáticamente en decadencia.

    Núcleo central de la infidelidad: Pensar que la promiscuidad y la seducción son una manera aceptable de mejorar la propia autoestima (prostitución afectiva)

    7. Los asuntos inconclusos: el regreso del primer amor:

    Analiza las relaciones que existen entre la reaparición de un amor inconcluso (por lo general “el primer amor”) y el adulterio.

    “La época en que mejor amamos

    es aquella en que todavía pensamos

    que somos los únicos amadores

    y que nadie ha amado

    ni amará nunca tanto” Goethe

    El hombre que quiso resucitar el primer amor:

    Eduardo, casado hace tres años y esperaba su primer hijo, hombre al que se le dificulta decir “no”, pide ayuda al psicólogo porque tiene una amiga, la que fue su primera novia y la que se había casado cuando el se fue a estudiar inglés. Eduardo había asistido a su boda desde la puerta de la iglesia y cuando ella dio el “si” se retiró definitivamente. Luego conoció a su actual esposa, la cual sanó las heridas causadas por Cristina

    Se habían reencontrado en el supermercado, se preguntaron por sus respectivas familias, intercambiaron direcciones, teléfonos y e. Mail (el emocionante correo privado). Se inició una fluida comunicación.

    El se creía en el derecho de ser su amante. Sabía que había mucho deseo y orgullo masculino involucrado en la relación. Dudaba de haberse casado por amor, aunque se siente mal por querer serle infiel.

    Cuando por fin pasaron un fin de semana juntos, Eduardo entra en crisis y antes del mes estaba de regreso en su casa. Se encontró con algo distinto: los gustos, manera de pensar, las metas de Cristina no eran los que él conocía.

    A pesar de que lo sigue llamando, aprendió a decir “no”.

    Para tener en cuenta:

    Hay un momento en la vida donde aquel lejano amor adquiere especial significación. Cuando estamos mal con la pareja, nos sentimos solos o somos víctimas de la enemistad, la memoria se revuelca y el primer amor surge e las cenizas con fuerza inusitada.

    Entonces magnificamos, agrandamos y adornamos aquellos años locos.

    Cuando trasladamos mecánicamente los amores pasados sin considerar las circunstancias actuales en las que nos movemos, somos injustos con nuestro presente afectivo. Si no evolucionamos con los hechos y nos actualizamos la memoria afectiva (episódica), ninguna relación pasará el exámen.

    Núcleo central de la infidelidad: Sentir que en el pasado afectivo quedó alguna relación inacabada, y por lo tanto debe completarse, o idealizar tanto el primer amor que nadie alcanza la medida (momificación afectiva)

    8.Nunca es tarde para ser infiel:

    Señala qué ocurre cuando las personas ven que los años pasan y sienten que no deben desaprovechar la última oportunidad de volver a ser infieles, o de serlo por primera vez.

    “Todavía tengo casi todos los dientes,

    casi todos mis cabellos y poquísimas canas.

    Puedo hacer y deshacer el amor,

    Trepar una escalera de dos en dos

    Y correr cuarenta metros detrás del ómnibus,

    O sea que no debería sentirme viejo.

    Pero el grave problema es que antes

    No me fijaba en estos detalles” Mario Benedetti

    “El demonio del mediodía” y “el síndrome del nido vacío”:

    Dicen que los años no pasan en vano. Ciertas personas miran hacia atrás y no ven nada significativo. La sensación es que algo quedó en el tintero: “podría haber sido mejor”, “me faltó tener emociones fuertes”, “me hubiera gustado tener otra profesión”, “fui cobarde”, “tuve muy pocas aventuras” ó “me faltó tener más relaciones sexuales”.

    Nos inclinamos a pensar que si volviéramos a nacer, haríamos muchas más cosas de las que hicimos y modificaríamos gran parte de nuestra biografía.

    Hay una duda metódica clavada en el trasfondo de nuestro ser, que algunas veces comienza a martirizarnos.

    Natalia y Rubén eran un pareja de libro. Fieles a sus convicciones, trabajaron juntos para levantar una familia. Criaron 3 hijos de manera jemplar y alimentaron en ellos el amor a la vida y los valores. La estructura básica de la relación había girado alrededor de los niños y los compromisos sociales.

    Sin embargo, como ocurre en muchas parejas de casados, la costumbre mató al asombro. De la fogosidad atrevida de él no quedaba casi nada, y del erotismo de ella ni sombra. En el amor, la coexistencia pacífica y reglamentada puede resultar tan estimulante como un domingo de siesta.

    La situación se agravó con el casamiento del último de los hijo. Cada uno tomó por su lado, pero viviendo bajo el mismo techo y durmiendo en la misma cama.

    Rubén decidió trabajar menos, jugar golf, salir con sus amigos. Notó que las mujeres lo miraban más, especialmente las jóvenes y podía coquetearles sin tanto recato.

    “Tengo 53 años y me he portado bien toda la vida, he sido un buen papá y muy buen esposo. Creo que llegó la hora de pensar en mi..., podría morirme mañana”

    El “demonio del mediodía había hecho su aparición. Quería volver a sentir el poder y la emoción de la conquista, enredarse con alguien que lo hiciera rejuvenecer, emborracharse con algún amigo, jugar póquer, ir al casino...

    Libre de toda obligación maternal, Natalia sintió que tenía alas. Dejó todo en manos de la muchacha de servicio y dedicarse a lo que quería. Volvió a salir con las amigas, renovó su vestuario para hacerlo más cómodo y sexy, bajó de peso y cambió de peinado.

    Notó que los hombres la miraban de una manera maliciosa y no le disgustó. Jamás había tenido una aventura. “Tengo 50 años y me he portado toda la vida como una santa; he sido una mamá responsable y una buena esposa. Creo que llegó la hora de pensar en mí, podría morir mañana”.

    El “síndrome del nido vacío” había comenzado a funcionar.

    Natalia conocía de antemano la pobreza del vínculo y estaba preparada; esperaba el momento. A diferencia de Rubén, ella no pretendía volver a la lejana adolescencia ni ponerse a prueba, sino sentirse libre y curiosear.

    Le interesaba el futuro; deseaba tener una nueva experiencia afectiva, solo una: Un amigo cariñoso, no un enamoramiento.

    Al poco tiempo cada uno tenía amante. La de Rubén de 32 años, despampanante y abundante silicona; el de Natalia 7 años menor, separado, dispuesto a todo.

    A veces Rubén y Natalia amanecen abrazados, pero de inmediato, cuando toman conciencia, cada uno da la espalda y regresan al desamor.

    Para tener en cuenta:

    La relación anterior funciona sobre la base de 3 arreglos implícitos:

  • “Continuemos viviendo en lo cotidiano, en lo operativo (dormir, comer, ir al médico), pero mantengamos alejada cualquier manifestación de afecto”.

  • “Cada cual hace lo que quiere y no se habla al respecto”.

  • “Tengamos relaciones paralelas con discreción, de tal manera que no sean desfachatadas u ofensivas para nadie”.

  • Pero, que pasaría si alguno de ellos viera al otro en plenos arrumacos con su amante de turno?, cuál sería la reacción si alguno confesara los detalles íntimos de su aventura?.

    Realmente son tan independientes? Probablemente no.

    Ver el engaño no es lo mismo que imaginárselo. Una pareja donde ambos son infieles y deciden ocultar sus respectivas aventuras, es el sueño de cualquier amante. Sin embargo, las infidelidades compartidas son demoledoras; la doble mentira no es decencia, sino complicidad encubierta.

    Montarse en el ciclo vital y circular con el es un signo de madurez y paz interior. Autoaceptarse es tan importante como recapitular.

    Cuando el péndulo se tranquiliza y las ansias se apaciguan, el tiempo real nos enseña lo evidente: la mejor edad es la que tenemos. Ni un segundo más, ni un segundo menos.

    Núcleo central de la infidelidad: No estar psicológica y afectivamente preparado para cuando los hijos se vayan o cuando se llegue a determinada edad (desajuste en los ciclos vitales)

    EPILOGO

    ¿Es posible ser fiel?

    Aunque hay estilos personales y habilidades únicas, estos extraños ejemplares de fidelidad poseen un factor común: permanecen en alerta roja. No son inconquistables, sino que han aprendido el arte de esquivar y capotear la atracción inconveniente. Tampoco son santos o promotores de la incontinencia. Se acercan a la hoguera, pero no meten la mano.

    No llegamos a la fidelidad dejando de ser infieles, sino fortaleciendo los aspectos que nos mantienen unidos a la pareja: los factores de protección.

    En las buenas parejas no cabe la infidelidad; las relaciones que practican una fidelidad sana ( no basada en el miedo, la obligación o el sacrificio) poseen la capacidad de flexibilizar el vínculo para adaptarse mejor a lo inesperado. Antes de ser infieles prefieren ser honestos. Jamás lastimarán intencionalmente a la persona que aman.

    La convicción está tan arraigada que no es una obligación ni una carga, sino una forma de vida.

    Los que quieren ser fieles de corazón, mezclan amor, convicción y compromiso; mientras que los otros fingen y engañan sin ser vistos.

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    Enviado por:Moncho
    Idioma: castellano
    País: Colombia

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