Pintor sevillano (1622-1690). En 1664 se traslada a Córdoba con su familia donde realizara sus primeras obras conocidas, un San Andrés para la iglesia de San Fco. Y las lagrimas de San Pedro para la iglesia homónima. En 1657 vuelve a Sevilla donde empezara una serie de 6 obras para el monasterio de San Jerónimo sobre la vida del santo, dos de cuales están perdidas de las restantes hay que subrayar el interés de los conservadores del museo de Sevilla: La tentación de San Jerónimo y La flagelación de San Jerónimo en los que se aprecia ya en su plenitud el personal estilo del artista. Entre 1657 y 1658 pinto nueve santos Jerónimo y dos monjas para el mismo monasterio; son obras frías y estáticas de fuerte claroscuro. EN 1658 los monjes carmelitas cordobeses le encargaran un retablo donde se yuxtaponen sus tres estilos que posteriormente se repetirán en toda su obra. Así aparecerá por primera vez su gusto por los temas macabros que culminaran en sus famosas alegorías a la vanidad y que le llevaría a pintar innumerables cabezas de santos degollados realizadas con impresionante realismo; por otra parte, los lienzos poblados por teatrales actitudes y fría expresión (virgen de los carmelitas), y, en fin, sus figuras agitadas, convulsas, aclamatorias (San Miguel y san Rafael)que alcanzan la culminación en la mágica aparición entre nubes ígneas de los alados caballos y el carro de fuego del profeta Elías. Estos tres estilos de expresión se suceden en su obra de madurez (1658-1668)ininterrumpidamente. Al primero podemos incluir las Alegorías de las vanidades; al segundo algunos de sus retratos de santos, la inmaculada de la iglesia de la Magdalena de Sevilla y la de la galería nacional de Londres; al tercero, al agitado barroquismo de su estilo más característico corresponde la crucifixión, de la iglesia de la Magdalena, la virgen, camino del calvario, y la anunciación.
Fue alcalde de la pintura del gremio de San Lucas (1660), mayordomo del mismo (1663), y presidente de la academia de dibujo (1664-1666). Según Palomino que lo conoció personalmente, el artista estuvo en Madrid en 1664 y visito El Escorial; pudo así conocer las colecciones reales, y es evidente que en su obra posterior admiro y siguió el estilo de Claudio Coello y carreño de Miranda. También pudo conocer en extenso la colección de Rubens y Van Dick que contribuyo a enriquecer su paleta y su repertorio iconográfico.
En él ultimo periodo de su vida (1669-1690)que transcurrió íntegramente en Sevilla, se incremento el gusto por los temas macabros y su paleta se oscureció. De este periodo destaca su colaboración en la capilla del hospital de la caridad de Sevilla especialmente en la decoración (1670-1675); realizo la pintura y dorados del gran retablo escultórico, y entre las obras pictóricas, las famosas postrimerías Finis gloria mundi e in ictu oculi en las que el minucioso realismo con el que trato los más sórdidos y repelentes aspectos de la muerte roza el mal gusto.
De 1682 el retrato póstumo de Miguel de Mañara; en 1686 pinto Cristo disputando con los doctores en el templo, su ultima gran obra.