Literatura
Jorge Díaz
Introducción
El siguiente trabajo de investigación contiene una recopilación de información acerca de los aspectos que se requieren para saber por qué es tan importante Jorge Díaz en nuestro país. Es un informe que contiene datos del transcurso de su vida, que apela a su gran estilo con el que escribió tantas obras dramáticas, que nos muestra gente del ambiente público que lo ha criticado, para bien o para mal, y que, finalmente, nos mostrará qué hizo.
Jorge Díaz Gutiérrez, gran dramaturgo chileno, ha revolucionado a gran parte de sus lectores por su gran habilidad y autenticidad para crear obras dramáticas, lo que lo ha llevado a ser lo que es ahora, y más aún, muchos de sus escritos han sido llevados al escenario.
La compilación de datos sobre él, no fue tarea tan difícil, puesto que información acerca de su gran vida es de fácil acceso y muy basta.
Espero haber captado lo más esencial acerca de Jorge Díaz y dejar en claro que, con gente como ésta, tanto la Literatura como el Teatro van a seguir es un muy buen camino.
Biografía
“Me contacto con el público a través del humor. Eso es típico del tímido: burlarse de uno mismo para protegerse y no estar expuesto a ser herido.”
Jorge Díaz Gutiérrez, arquitecto, dramaturgo, dibujante, pintor y poeta chileno, nació en la ciudad de Rosario, Argentina, el 20 de febrero del año 1930, hijo de padres españoles; su padre era asturiano, de un pueblito que miraba al mar, en tanto, su madre, de fe muy católica, era vasca nacida en San Sebastián. Llegaron a Chile en 1934, cuando Jorge tenía apenas 4 años, año en que lo nacionalizaron. Acá, en Chile -país donde creó sus primeras novelas-, estuvo en el colegio de curas de San Miguel, luego en el San Pedro Nolasco, donde obtuvo buenas calificaciones. Estudió y ejerció un tiempo arquitectura en la Universidad Católica de Santiago, egresado en 1955, realizó exposiciones pictóricas, participó en teatro como actor y desde 1961 como autor.
Su obra, “Manuel Rodríguez”, no tuvo mucho éxito; fue estrenada por el “Teatro Independiente”, donde actuaban Jorge Álvarez y Raúl Montenegro en los roles principales. Posteriormente, ingresó al naciente ICTUS, realizando todo tipo de labores: escenografías, pequeños roles, etc., hasta que surgió su vocación literaria, comenzando a escribir obras para dicho grupo. Estrenó siete obras con este grupo antes de emigrar a España.
Con sus obras “Un Hombre llamado Isla” y “El Cepillo de Dientes”, despertó el interés de la crítica, aun cuando muchas veces simplificaron su creación afirmando que se trataba de un imitador de Ionesco.
Ha viajado por muchos países donde se representan sus obras en diversas lenguas.
En 1965, se trasladó a Madrid, España, donde permaneció por treinta años, alcanzando gran éxito en dicho país y Europa. Venía a Chile fugazmente, nunca por más de una semana al año, a ver a su madre, a quien admira, y a sus tres hermanos mayores.
Autor, además, de una treintena de piezas de teatro infantil. Ha sido profusamente traducido, representado y galardonado. En 1993, recibió el Premio Nacional de Artes Audiovisuales y de la Representación en Chile, como también el Premio Tirso de Molina, en España.
“Lo que más me duele en mis obras es la vulnerabilidad del ser humano acosado por las cosas que no entiende.”
Obras
- “Cacos y comecocos”
- “Cara sucia”
- “Cuentos para amar entre todos”
- “El alfabeto rebelde”
- “El guirigay”
- “La paloma y el espino”. 1956. Teatro.
- “Manuel Rodríguez”. 1957. Teatro.
- “El cepillo de dientes”. 1960. Teatro.
- “Réquiem para un girasol”. 1961. Teatro.
- “Un hombre llamado isla”. 1961. Teatro.
- “El velero en la botella”. 1962. Teatro.
- “El lugar donde mueren los mamíferos”. 1963. Teatro.
- “El nudo ciego”. 1964. Teatro.
- “La mala noche buena de don Etcétera”. 1964. Teatro.
- “Variaciones para muertos de percusión”. 1964. Teatro.
- “Topografía de un desnudo”. 1965. Teatro.
- “Canción de cuna para un decapitado”. 1966. Teatro.
- “Liturgia par cornudos”. 1970. Teatro.
- “Los ángeles ladrones”. 1970. Teatro.
- “Introducción al elefante y otras zoologías”. 1971. Teatro.
- “Serapio y hierbabuena”. 1973. Teatro infantil.
- “La otra orilla”. 1973. Teatro.
- “Americaliente”. 1973. Teatro.
- “Chumingo y el pirata de la lata”. 1973. Teatro infantil.
- “Rascatripa”. 1974. Teatro infantil.
- “Náufragos en el parque de atracciones”. 1974. Teatro
- “Mata al próximo como a ti mismo”. 1975. Teatro.
- “Ceremonia ortopédica”. 1976. Teatro.
- “Toda esta larga noche”. 1976. Teatro.
- “El coco macuco”. 1977. Teatro infantil.
- “La carne herida de los sueños”. 1978. Teatro.
- “Teatro. Ceremonias de soledad”. 1978. Ensayo.
- “Mear contra el viento”. 1978. Teatro.
- “Algo para cantar en navidad”. 1979. Teatro.
- “Está estrictamente prohibido todo lo que no es obligado”. 1979. Teatro.
- “La mariposa de la luz”. 1979. Teatro.
- “Matilde”. 1980. Teatro.
- “Generación del 50. Visión Crítica”. 1980. Ensayo.
- “Dicen que la distancia es el olvido”. 1980. Teatro.
- “Epílogo con arcángeles y perros”. 1981. Teatro.
- “Ligeros de equipaje”. 1982. Teatro.
- “Piel contra piel”. 1982. Teatro.
- “La cicatriz”. 1983. Teatro.
- “Winnipeg, el confín de la esperanza”. 1983. Teatro.
- “Muero luego existo”. 1984. Teatro.
- “Las cicatrices de la memoria”. 1984. Ensayo.
- “Esplendor carnal de las cenizas”. 1984. Teatro.
- “El génesis fue mañana”. 1985. Teatro.
- “La otra orilla”. 1986. Teatro.
- “El locutorio”. 1986. Teatro.
- “Desde la sangre el silencio”. 1987. Teatro infantil.
- “La pandilla del arco iris”. 1988. Teatro infantil.
- “Oscuro vuelo compartido”. 1988. Teatro.
- “Ópera inmóvil”. 1988. Teatro.
- “La pipirijaina”. 1989. Teatro.
- “Paisaje en la niebla con las figuras”. 1989. Teatro.
- “Nadie es profeta en su espejo”. 1990. Teatro.
- “Mister humo no más”. 1990. Teatro infantil.
- “Ayer sin ir más lejos”. 1991. Teatro.
- “El guante de hierro”. 1991. Teatro.
- “El jaguar azul”. 1992. Teatro.
- “Los espejos enfrentados”. 1993. Teatro.
- “Pon tu grito en el cielo”. 1993. Teatro.
- “Breviario impío”. 1994. Narrativa.
- “Manual de teatro escolar”. 1994. Con Carlos Genovese.
- “Por arte de amar”. 1994. Teatro.
- “De boca en boca”. 1994. Cuentos delirantes.
- “Viaje a la penumbra”. 1995. Teatro.
- “La marejada”. 1997. Teatro.
- “Textículos ejemplares”. 1997. Relatos breves.
Estilo General
Su principal tema es el de la incomunicación fundamental entre los seres humanos (en especial, entre los esposos o parientes cercanos), como también el planteamiento de la disolución de la familia y de los valores burgueses. En ellas campean frecuentemente la denuncia y el humor negro.
La soledad existencial, la represión de los sentidos, el sentimiento de absurdo ante una existencia regida por normas incomprensibles y deshumanizantes, lo llevan a subvertir el lenguaje expresivo del teatro, utilizando los rituales, las máscaras, los juegos, la violencia, la disolución del lenguaje habitual, el humor negro y las situaciones límites, que se balancean entre la realidad y la fantasía.
Es un teatro basado en los actores y en la iluminación, desprovisto de recursos escenográficos, de vestuario o de utilería, donde lo despojado de la escena deja más al desnudo la tragedia de desolación del hombre. Este desesperarse frente al sin sentido y a los recursos de violencia y dominación con que el hombre suple su falta de amor, por oposición plantea una gran necesidad de encontrar el anverso de ese mundo.
En muchas de sus obras, se puede notar lo absurdo que son las comunicaciones familiares, casi sin sentido, y muchas veces pasando a llevar a los demás. Pero esto no significa que su teatro sea de esa índole, sino al revés, trata de ejemplificar lo que sucedía en esas décadas: la triste realidad de la falta de comunicación de las familias. Esa es la mayor gracia de su estilo; es capaz de hacer un teatro -que para algunos puede parecerles inútil e incoherente- pero que sin duda, refleja que lo pasó y pasaba (y quizás pasa) en nuestro país. Lo que se propone no es tanto el sinsentido como una perpetua prórroga del sentido, sino mostrar una realidad oculta y amarga que subyace en la idea de felicidad y confort del modo de vida burgués.
Englobando, de una manera muy fugaz, se pueden considerar, dentro del estilo de Jorge, el humor, la incomunicación, la ironía, el absurdo y lo efímero; todo esto estaba incorporado en obras con pocos personajes y con enfoques genuinos.
Referencias Críticas
“Difícil tarea la de abordar la figura de Pablo Neruda para llevarlo al escenario. El camino escogido por el grupo ICTUS junto a Jorge Díaz, en el sentido de estructurar una visión del poeta desde sus grandes amores, resulta -sin lugar a dudas- muy atractivo. Si a ello sumamos la supremacía de una infinidad de recursos teatrales, en su mayor parte bien utilizados por el director, Gustavo Meza, se puede señalar que “Pablo Neruda viene volando”, es una dramatización que apela fundamentalmente a lo sentimental, a lo visual/sonoro y a la capacidad evocadora de las imágenes.
Sin hacer biografías o historia de los acontecimientos, el texto de Jorge Díaz lograr integrar la poesía y la vida de Neruda a través de una constante: su pasión por las mujeres y su gran amor por los hombres, naturaleza, palabras y objetos. El resultado de la escritura y la puesta en escena es una secuencia que combina en forma paralela y también simultánea un material extenso, colorido y cambiante que incluye experiencias que van desde las más interesantes a las más rutinarias, de las más notables a las más triviales; una propuesta ingeniosa, no obstante, una selección que no siempre convence como parte del conjunto o como esencia de la figura del poeta.
Surgen así episodios reconocibles y recordados por muchos, así como también momentos inimaginables; una suerte de juego de lo posible y lo imposible, de la realidad y de la fantasía. De esta manera se presentan momentos sacados de la biografía de Neruda que se mezclan con otros expandidos o inventados. El punto de partida lo dan las mujeres, aquellas que más influyeron su vida amorosa y afectiva: Albertina Azócar, su amor juvenil; Jossie Bliss, su pasión desbordada; Delia del Carril, su hada madrina, y Matilde Urrutia, su amor maduro.
A estos cuatro grandes amores corresponden también cuatro Nerudas repartidos en personajes encarnados por actores diferentes. Ello establece una dinámica particular en cuanto a las posibilidades de marcar etapas, personalidades y experiencias distintas del poeta que ayudan a configurar su mundo creativo, personal y público. Por otra parte, este recurso permite una cantidad de escenas simultáneas o sucesivas que contribuyen a que “Pablo Neruda viene volando” sea una obra cuya teatralidad es la nota dominante. En este sentido se conjugan la mayor parte de los componentes del espectáculo. La dirección de Gustavo Meza apunta a coordinar el conjunto y conseguir la fluidez necesaria para que todas las escenas (en su mayoría muy cortas) se correspondan en el tiempo y en el espacio teatral. Ello se realiza a través del desplazamiento fino y adecuado de los actores (característica ya observada del ICTUS) y un uso múltiple de los distintos puntos el escenario, incluyendo pasillo central y pasarelas a ambos costados. Gustavo meza dirige minuciosamente este tráfico incesante, sin contratiempos.
No obstante este logro, la actuación -en general- se ve afectada por un trabajo de personajes que no trasciende lo conocido y esperable. En parte, esto se debe a la estructura fragmentada de la obra, donde cada episodio no es más que un cuadro fugaz de una experiencia y no queda tiempo para madurar una situación cuando hay que pasar a otra distinta. Aunque en ello radica una parte importante del atractivo visual, es a la vez una amenaza ya que el juego del cambio permanente, si bien seductor, impide la profundización y exige del espectador una versatilidad perceptiva que lo desgasta y, por momentos, lo confunde.”
Carola Oyarzún
Diario “El Mercurio”, 17/12/91, página C23
“Escribir una obra de teatro es algo más que difícil. No basta sólo con ser artista, hay técnica, un estruaje constante de la imaginación. Pero cuando se escribe como Jorge Díaz una pieza a pedido y para una amiga en crisis y para un amigo que sus problemas tiene, la tarea se hace más difícil.
¡Es tan cómodo escribir sobre la gente conocida! “Piel contra piel” de Jorge Díaz trata de decir mucho, pero no abarca tanto. Supuestamente este encuentro físico no tiene nada que ver con el amor, es asunto de pieles. El motivo es que si se dice la verdad, si se trasgrede el recinto último, privado de cada ser, se está entrando a otro mundo. La verdad es cruel. Cuando se sabe todo del amante, cuando se arrasa con su verdad... supuestamente el amor muere, si es que existe.
Entonces sólo queda jugar, pelear, no siempre en serio, disfrazarse... y por sobre todo: REÍR. Es una buena terapia.”
Rigoberto Carvajal
Diario “El Mercurio”, 18/07/82, página C16
“Ha escrito más de 60 obras de teatro y no le faltan proyectos. En 1993 estrenará una ópera a la cual dio estructura dramática y planifica una comedia musical. Ha entregado obras a Julio Bocca y al Ballet Nacional de España, donde reside hace más de 20 años. Está en Chile escribiendo un guión para una miniserie de Televisión, prepara un libro, adapta sus creaciones para que tal vez sean montadas aquí. Jorge Díaz es de esos dramaturgos prolíficos, observadores, que viven la vida cotidiana con los oídos abiertos, quizás por eso el living de su casa son las calles de Madrid. Pero ahora observa también lo que sucede en Chile, su país de origen, e identifica las claves de los personajes y de nuestra sociedad”
Mónica Villarroel M.
Revista “Los Tiempos”, nº 9, 18/09/93, página 48
“Falsa. Latera. Mala es la obra “Oscuro vuelo compartido”. Su autor, Jorge Díaz, no dibuja personajes reales en su historia, sino que ofrece maquetas, imágenes, caricaturas de drogadictos, de dependientes. El lenguaje empleado oscila entre lo burdo y lo poéticamente rebuscado y siútico. Hay exceso de palabras y falta de acción. En el segundo acto las cosas se precipitan hacia un melodrama desatado -muy cercanas a las teleseries cebollientas, lacrimógenas- con un niño de 13 años muerto, que oía desnudo tocar el clarinete a su madre; una heroinómana embarazada, de amante desconocido; un ex drogadicto que está dispuesto a volver al vicio “por amor” y un policía perverso, sádico, terrible.
Todo coronado por un final postizo, absurdamente esperanzador. Así como cuesta creer que esta obra teatral haya obtenido el 2º Premio en el Concurso “Eugenio Dittborn”, se necesita de un tremendo esfuerzo para visualizar, en lo presentado, al submundo de las drogas y sus “clientes”.”
Ítalo Passalacqua C.
Diario “La Segunda”, 14/07/88, página 26
“Violento es el ambiente que crea el texto “La mirada oscura” de Díaz. Y agobiante la sensación de encierro, tanto en la habitación del cura, que parece celda, como cuando la obra se traslada a la sala de autopsia, ambos recintos del Servicio Médico Legal (S.M.L.). Esta institución le está dando espacio al arte como una forma de decirle a la gente que no sólo es una morgue sino un centro científico de medicina forense.
En este severo ámbito físico el Médico acorrala con su presencia y exigencia al Sacerdote, para beneficiarse de un perdón barato, sin reconocer los crímenes que agobian, perfil agresivo donde Mateo Iribarren logra sus mejores momentos interpretativos, en general escaso en matices. El Sacerdote de Villagra en cambio, armado en detalle de pies a cabeza, incluso con sus tics, de no entender nada pasa a la sorpresa y a una insólita reacción física.”
Leopoldo Pulgar I.
Diario “La Tercera”, 03/06/00, página 51
“Le gusta hacer dibujos y diagramar las páginas para sus obras: resabios de aquellos lejanos estudios de arquitectura.
La llegada al teatro no fue por la representación misma ni porque Jorge Díaz creyera que la dramaturgia fuera lo suyo.
El fenómeno del teatro, entonces, le interesa por todo lo que significa el proceso. Pero la materialización arriba de un escenario no está entre sus devociones.”
Juan Antonio Muñoz H.
Diario “El Mercurio”, 29/10/93, página C12
“Es el autor de “El cepillo de dientes”, de “El velero en la botella”, de “Topografía de un desnudo”, de “Réquiem para un girasol” y así hasta llegar a cincuenta obras de teatro. Las primeras marcaron un hito en el teatro chileno porque despertaron en el ICTUS el elemento del absurdo, por primera vez con un autor chileno, en el año 60. el resto de la producción de Jorge Díaz ya es patrimonio del mundo: traducidas al alemán, inglés, francés, sueco... se estrenan y se reestrenan en las versiones más disímiles en distintos pueblos de Europa, América y Australia.
Pero nada de esto se expresa ni en un solo poro de este hombre. Tímido ad infinitum, se esconde detrás de sus personajes para decir, para jugar, para reír, para agredir y hasta para amar. Entonces, cuando no tiene más remedio que enfrentarse a preguntas sobre su persona, confiesa: “Es que no soy dramatyrgo, no soy escritor. No me gusta ir al teatro, a ningún teatro ni mucho menos a ver una obra mía. Casi nunca las veo”. Y es porque le da vergüenza. Porque teme que lo pillen y lo acusen de “impostor”, por estar escribiendo sin ser dramaturgo.
Y no es una pose. Lo siente con profunda honestidad. Sabe que empezó a escribir teatro casualmente y por obligación, sabe que sigue escribiendo entre otras cosas “para no ir al siquiatra”, pero sobre todo sabe que lo que le gusta de escribir es su entorno: la discusión, el diálogo, el encuentro con otros alrededor de la palabra. Por eso se siente impostor, porque lo de escribir es su disculpa para ser.”
Margarita Serrano
Revista “Mundo” Santiago, nº 59, octubre 1987, página 117
“Sus obras superan el ciento, entre tanto infantil y adulto, y también ha realizado libretos para radio y televisión. Su obra es de calidad y originalidad. En ellas propone su tratamiento imaginativo y personal del lenguaje, su visión tragicómica del mundo contemporáneo, su búsqueda desesperada de un orden y una justicia que no encuentra.”
Juan Carlos Maya
Diario “La Tercera”, 24/08/93, página 37
“Nos reímos bastante y al final quedamos muy impactados. La visión de la vida, la familia, el matrimonio y los hijos, más la educación que brinda la sociedad a sus integrantes, a través de la pluma de Jorge Díaz no pueden dejar indiferente. “Ceremonia ortopédica” fue estrenada anoche en la sala Alejandro Flores, por la naciente Compañía “Grupo Ubu”.
Con una duración aproximada a la hora y cuarenta minutos, esta pieza teatral del dramaturgo chileno radicado en España, está expresada en el lenguaje ya característico de Díaz: situaciones reales llevadas al absurdo, a la máxima exageración; diálogos chispeantes, directos y también llenos de metáforas y un clima de parodia, de farsa, que va tejiendo la historia, incluyendo al espectador dentro de ella.
Un primer acto de planteamiento y muchas risas, con la pareja recién casada, a visita del repentino hijo, la del amante y vendedor de productos finos. Las ideas de noche de bodas, televisión, religión, peleas familiares, sexo, infidelidad, machismo latino y mucho más.
En la segunda parte, más larga, más densa y reflexiva: la educación del hijo, el maestro, el consejero mentholatum y la edad gris. Una edad que sólo sirve para encerrarla en un armario y olvidarse de ella. Con un ritmo aceleradísimo en las palabras y acciones hasta la educación del hijo, la trama se ralenta y con ello el autor comienza a bajar al espectador de las risas a la reflexión, de lo cómico a lo patético. De la carcajada irreflexiva, a la mueca pensante”.
Ítalo Passalacqua C.
Diario “La Segunda”, 23/08/83, página 30
“El tiempo es uno de los agentes de la destrucción. Nos deja sí, ese algo único, irrepetible: su transcurrir, su dejar atrás, su evocación. Y se acentuará más, cuando el recuerdo no sea grato, sino agridulce o, a secas, amargo. Pero ello, no deja de tener un viso de sonrisa, aunque ella sea fuertemente irónica o sarcástica, en cuyo fondo esconde una gran frustración.
Algo así es lo que ocurre con “Ceremonias de la soledad”, del dramaturgo chileno Jorge Díaz, título común para las obras “El locutorio” (Contrapunto para dos voces cansadas), “Mata a tu prójimo como a ti mismo” y “Ceremonia ortopédica”, que la Editorial Nacimiento entrega bajo el prólogo del crítico teatral Juan Andrés Piña.
“Mata a tu prójimo como a ti mismo”, obtuvo el Premio Tirso de Molina en 1975 y un año después se estrenaba en Valencia, España, país donde Jorge Díaz reside desde 1965, “apoltronado cómodamente en su marginación”. Tres actos para igual número de personajes: Poncia-Nuncia-Muchacho. Cuyo “futuro puede ser tu muerte (la del muchacho), pero el presente es la muerte de nosotras” (página 121). Con fantasmal escenografía, el autor presenta a dos mujeres mayores, derrumbadas y solas, anverso y reverso para una misma personalidad no exenta de capricho y maldad, y un joven, que de tímido se transfigura en un cínico más.
“Ceremonia ortopédica”, Primer Premio El lebrel Blanco de Teatro en 1976, estrenada en Pamplona (Navarra), tiene la misma característica de otras obras de Díaz: el haber sido estrenada como “primera versión esquemática” en 1970, bajo el título de “Liturgia para cornudos”. Es la más extensa y absurda de las tres. Se inicia en los momentos postrimeros de la ceremonia nupcial y no dejará de ser curioso que un armario blanco (cama sepultura), sirva de único elemento escenográfico, para la pareja formada por Gala y Seve. En ella, el absurdo nos aparece con todo sus componentes: lenguajes equívocos, oficiales y técnicos, penetración de lo publicitario (reclames, cortos televisivos, efectos grabados), adivinación de preguntas, exasperación hasta la agresividad verbal, transposición de realidades, incorporación de sosfas, irreverencia, mensajes, etc., cada uno con sus correspondientes ironías.
“El locutorio”, Premio Teatro Breve de Valladolid en 1976, estrenada posteriormente en Madrid. Desgarradora obra de la soledad en un acto para dos personajes: Ella-El, vidas consumidas en un abandono cercano a la locura, cuyos desolados silencios y ansiedades recuerdan la línea backettiana del absurdo. Dos viejos dialogan sus temas, planificando algo que tal vez ya hayan hecho: “Dijimos esto mismo hace 50 años, las mismas palabras” (página 77), en un lapso que transcurre mientras lo permita un timbre que autoriza este encuentro.
Este nuevo volumen de Jorge Díaz deberá convertirse en un texto grato no sólo para los amantes del teatro sino, además, para los acuciosos que encontrarán en el prólogo-ensayo: “Jorge Díaz. La vanguardia teatral chilena”, de Juan Andrés Piña; en el poema biográfico, en los introitos (“Unas palabras que no explican nada” y “El que avisa no es traidor”), y en el currículo del dramaturgo, material que satisfaga sus conocimientos. Desde aquí, le auguramos a este texto, el éxito de quienes reconocen en el teatro chileno, un teatro de primerísima calidad.”
Sergio Gaytán M.
Diario “El Mercurio” Antofagasta, 31/03/79, página 3
“Hay dos personajes en la obra de teatro “Nadie es profeta en su espejo”, de Jorge Díaz: un yuppi en bancarrota y un travesti. La primera lectura a que nos empuja su director, Alejandro Goic, quien comienza proyectando unas imágenes del golpe de Estado, tiende a mostrar lo que ha sido el devenir de dos amigos a cabo de estos últimos veinticinco años sin verse. El que era revolucionario cambió su ideología por la plata, mientras el otro, un ex anarquista, dejó sus ropas de hombre por las de una prostituta fina. Queda el asunto de quién ha cambiado más. Rescato, sin embrago, otro problema más atemporal que aquí se pone sobre el tapete: el de la honestidad.
Sospecho que la fotografía de un hombre desnudo, lejos de mostrarlo tal cual es, convierte a ese hombre en maniquí y lo esconde. Esto, claro, obviando sus gestos y expresiones. Sólo un recién nacido es verdaderamente él cuando esta mudo y sin ropas, pero en su caso se trata de una honestidad poco meritoria, porque aún no tiene nada que ocultar ni nada que decir. Rousseau predicó las virtudes del buen salvaje sin repetirse a su estupidez, y dos siglos más tardes los hippies de todo el mundo quisieron imitarlo, haciendo vista gorda de la historia y de todas sus apasionantes macabrerías. Aunque éste es otro cuento, algunos fueron como guaguas barbadas.
El asunto es que con el tiempo las cosas cambian y el hombre se viste, y no sólo para abrigarse, sino también para cubrir lo que antes era pura inocencia. Como sea, a medida que se va ocultando, su mismo atuendo reconoce la existencia de un secreto, que en realidad no es lo secreto que podría penar un espectador torpe. Los lugares comunes no siempre dicen la verdad: si la mona se viste de seda es que no es una mona cualquiera, y el hábito sí hace al monje. El travesti, por ejemplo, lejos de esconder su sexo lo está confesando a gritos. Un buen actor, mientras está en escena, no es otra cosa que su personaje.
Aluno podrá argumentar que existen los cínicos o los interesados, y que ellos son capaces de cambiar su aspecto con la misma facilidad con que cambia un general su estrategia de batalla. ¿Pero acaso quien juzga así no ha descubierto gracias a esa misma movilidad que está ante un cínico o un interesado? Nada es más sospechoso que el discurso del que se jura transparente, porque, como esa transparencia no es posible en una especie tan llena de dobleces y recovecos como la nuestra, lo que ese declaradamente honesto estaría haciendo no es otra cosa que disfrazar su disfraz.
La máscara, a fin de cuentas, es mucho más lo que muestra que lo que oculta. Con ella asoman los deseos y, para usar palabra prohibida, digamos que también el alma. El marica no es hombre, sino marica, y se le viste de mujer -aunque le moleste a quienes no quieran aceptarlo. Lo confiesa. Lo que perturba de tal personaje no es que nos pase gatos por liebres, sino todo lo contrario: su intolerable honestidad. El tipo de corbata que representa Mateo Iribarren en la obra le pregunta varias veces al Chema -el homosexual interpretado por Alejando Trejo-: “¿Y tú quién eres de verdad?”. Y -palabras más, palabras menos- el Chema le contesta: “Nada, en verdad”. Algo parecido a lo que diría un náufrago: “Nada, nada como puedas, a ver si nos salvamos”.”
Benjamín Carabantes
Diario “Las Últimas Noticias”, 07/08/98, página 43
Conclusiones
Jorge Díaz Gutiérrez, talentoso y conocido -por algunos- dramaturgo chileno, tiene una basta cantidad de obras dramáticas (hoy en día va por las 60) a sus actuales 73 años de edad. Además de ser catalogado como dramaturgo, solamente por lo demás (pues él mismo suele decir que no es dramaturgo, pero es su pasión), es también un completo artista, tanto porque dibuja, esculpe y escribe, como porque ha ganado premios que no tiene siempre relación con sus obras dramáticas.
Jorge ha tratado de reflejar lo que ocurría, en la década del 60, en el interior de las familias chilenas con su obra, pero al parecer esto no ha cambiado mucho con respecto a hoy.
Su obra y estilo se ha caracterizado mucho por el tema de la incomunicación dentro de la familia, por la notable incoherencia de los textos que presentan las obras y también por “Lo Absurdo”, nombre con el que ha sido calificada su obra teatral por el crítico Martin Esslin en 1962, principalmente, por lo anteriormente dicho, la “No-relación” entre guiones y casi desprecio entre los personajes. También se caracteriza por sus humildes recursos escenográficos, pues se preocupa más de lo profundo y del mensaje que pueda entregar, que de lo externo.
Jorge ha vivido más en España que en su continente natal, debido a que sus padres son españoles, pero muy de vez en cuando viene para acá.
Bibliografía
De las siguientes páginas de la Internet:
-
http://www.informacionadquirida.es/index_3477.php=martus=20%.34
-
http://www.bibliotecaonline.com/port_poetas/chile.jorge=5234%_diaz=97658%.htm
De los siguientes Diarios:
-
“El Mercurio”
-
“La Segunda”
-
“La Tercera”
-
“Las Últimas Noticias”
De las siguientes Revistas:
-
“Los Tiempos”
-
“Mundo”
“Para todos los vagos culiaos, espero que con esto algún día me lo agradezcan” - *Love & Respect*
OZO
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