Geografía
Japón
Colegio Pedro de Valdivia
Peñalolén
Feudalismo Japonés
Curso:
III°B
Integrantes:
Jaime Carril
Mauricio Cifuentes
Pablo Gutiérrez
Mauricio Sánchez
Introducción
Japón es una cultura muchas veces ignorada en occidente, olvidando la importancia que puedan ejercer las culturas orientales en el panorama mundial actual.
Para entender un poco más sobre esta fascinante cultura, en la cual actualmente se fusiona una tradición milenaria con una compleja sociedad moderna semi-occidental, quisimos averiguar sobre su historia y ahondarnos en el Japón medieval.
Esta etapa comprende desde la caída de los emperadores absolutistas y el ascenso social de las clases guerreras samurai, quienes adquirieron gran conocimiento de la cultura de parte de los templos budistas y los cortesanos, apareciendo los daimyos y los shogunes gobernantes de la época. La lucha de clanes significó la expansión cultural del Japón actual como la evolución del budismo Zen, la aparición del Teatro Noh, la ceremonia del té, etc.
Líderes como Oda Nobunaga, Uesugi Kenshin, Takeda Kenchin, Tokugawa Iegasu, Toyotomi Hideyoshi, entre otros, trascenderán en la historia para formar un Japón unificado, culturalmente y militarmente.
Comprenderemos a un Japón que comienza con sistema absolutista y centralizado económicamente, basado en la agricultura, y finaliza con un sistema totalmente distinto, parecido al feudal occidental. Un Japón que va desde un emperador y sus cortesanos (aristocracia), hasta los grandes señores militares dueños de las tierras.
Veremos un Japón un tanto inestable como pacífico, en guerras que van desde conflictos pequeños hasta guerras como contra Kublai Khan y sus docenas de hombres.
Geografía
Esta es una pequeña introducción al Japón como territorio. Japón son varias islas, pero hay 4 que son significativas, Kyushu(en el sur), Shikoku(la más pequeña), Hokkaido(en el norte) y Honchu(la más grande en el centro). Aparte hay un archipiélago con aproximadamente 1000 islas llamada Ryukyu. Japón tiene una longitud máxima de 1000 Km., y una anchura máxima de unos 241 Km. En general las costas de Japón son muy accidentadas, debido a la erosión de los tifones, mareas, etc., pero en la zona sur es distinto, entre las 3 islas Honchu, Shikoku y Kyushu hay 3 estrechos por donde las tormentas no llegan, y en el sur el mar del Japón es más tranquilo. Japón es un país muy montañoso, lleno de valles profundos, y muy pocas zonas de llanura.
En cuanto a los ríos hay una gran variedad, aunque generalmente cada río es para un valle, la gran mayoría no son navegables, algunos varían en el caudal desde arroyos esporádicos hasta grandes ríos. El más largo es el Shinano, ubicado en Honchu, con 367 Km. de largo. Lo más característico en hidrografía son los lagos.
Las principales llanuras japonesas son las de Osaka, de Kanto y de Tsukuchi. Los relieves japoneses son muy invariables, son muy diversas las zonas. Las cordilleras japonesas se extienden de norte a sur, siendo el pico Fuji Yama, un volcán extinto. Los volcanes son abundantes, y por lo tanto, la existencia de sismos es abundante. Se calcula que hay entre 3 o más sismos diarios. Pero no sólo hay sismos debido a volcanes en la superficie, también existen maremotos, debido a la presencia de un volcán subterráneo.
El clima es Japón es muy variado, en el norte muy marcado por un invierno frío, debido su cercana posición con respecto a Siberia. En el sur es un clima casi subtropical, en verano muy húmedo y calido, y en invierno es templado con lluvias, todo esto debido a la ayuda de los monzones, que en verano se hace sentir en Japón. En Japón también son característicos los tifones siempre muy destructores.
El Japón feudal se dividía en provincias. Como recuerdo, se puede acotar que el feudalismo prácticamente no influyó mucho en la isla de Hokkaido, por lo tanto, no es considerada como parte de Japón hasta la era Meiji. Eran aproximadamente 61 provincias, entre las cuales podemos decir las más importantes como son Yamashiro, donde se encuentra Kyoto la capital imperial, Kawachi, donde se encuentra Osaka, Musashi (Tokyo), Satsuma (Kagoshima, donde se introdujo por 1º vez las armas de fuego), Hizen (Nagasaki), Kai (Hiroshima), Yamato (Nara), Owari, lugar donde nació Oda Nobunaga, Mutsu, donde nació Uesugi Kenshin, entre otras.
Historia
Periodo Pre-feudal
El periodo Heian (794- 1185 DC)
Llamado así por su nueva capital, este periodo trajo 350 años de prosperidad y paz. Los únicos lugares no pacificados bajo la corte Yamato fueron en la isla del norte Hokkaido y también en el norte de la isla de Honchu, ocupadas por unos indígenas aún no pacificados.
Todo era prospero hasta que en el S. IX los emperadores comenzaron a apartarse de la vida pública, dejando a sus subordinados los asuntos del gobierno, se les considero más como gobernadores inexistentes que preocupados por velar a la nación. Todo esto se resumió en un considerable aumento del poder una de las familias encargadas del gobierno la familia Fujiwara cuyos miembros, en el año 858 DC, que se convirtieron prácticamente en amos y señores de Japón por tres siglos. Esto ocurrió gracias de los Fujiwara, quienes casaban a sus hijas con los emperadores generación tras generación, y animaban a que el emperador se retirase pronto, para que uno de los de la familia les reemplazara. En el 884 apareció el 1º dictador civil oficial (Kampaku), Fujiwara Mototsune. El mejor dirigente de la familia fue Fujiwara Michinaga quien casó a sus 5 hijas con los emperadores, y por eso gobernó desde 995 hasta 1028, en donde dominó la corte.
El poder de los Fujiwara disminuyó de forma consirable con la muerte de Fujiwara Michinaga en el 1028. Los emperadores retirados se convirtieron en el núcleo de un nuevo sistema “el gobierno de claustro”.Donde los emperadores realizaban votos budistas y luego abdicaban dejando a cargo a los emperadores reinantes. Entre tanto en las provincias surgían grupos de guerreros locales llamados samurai, que seguían a su líder, que era o un aristócrata o un emperador retirado. Así surgieron 2 grandes clanes, los Taira(en el suroeste) y los Minamoto(en el este), quienes comenzaron una gran lucha por el control de Japón.
En el año 1156(disturbio Hogen), comenzó una guerra civil entre emperadores retirados y reinantes. Luego de la 2º guerra (disturbio Heidi), el clan Taira hizo pedazos al Minamoto. Pero un dirigente Minamoto quedo con vida Minamoto Yoritomo, que erigió su cuartel en Kamakura, y 1180 comenzó un levantamiento en contra del clan Taira, que duró 5 años hasta la batalla naval de Dannoura (1185). Así Yoritomo se convierte en el 1º shogún de Japón.
Periodo Kamakura (1185-1333)
Yoritomo rompe los esquemas, al apartarse de Kyoto quebrando totalmente el gobierno militar y el administrativo imperial, y desde su bakufu (“gobierno de tienda”) en Kamakura la convierte en el núcleo de su nueva administración. De en adelante el “feudalismo japonés” cobra más fuerza, hasta ser mucho más importante que el poder del emperador y de sus servidores. Yoritomo designo guardias y administradores para cada provincia en paralelo con los gobernantes propietarios reales. En el añi 1192 creó el puesto de Seiitaishogún (gran general bárbaro dominado), o abreviado “shogún”, con el poder para lidiar con los enemigos del emperador. Mediante semejante poder militar, Yoritomo se convierte prácticamente en dueño virtual del Japón, dejando casi sin poder a Kyoto y al emperador, conviertiendo a Kamakura en sede del gobierno japonés
En el año 1219, la familia Hojo, a través de una serie de conspiraciones y asesinatos, deja sin herederos a Yoritomo, y toman el poder militar del Japón. Ningún Hojo fue shogún, nombraban a un shogún figurado, muchas veces niños pequeños, y nombraban a un Shikken (regente) con poder real.
Se podría decir que el periodo Kamakura fue un periodo de inestabilidad y guerras, pero se desarrollo mucho la cultura y literatura. Los templos Zen aumentaron considerables en el número de seguidores.
Los Hojo gobernaron por más de 100 años. Sus ofiales y administradores adquirieron poder en sus regiones, y formaron nuevos clanes, en ese momento surgieron los daimyo. En los años 1274 y 1281 fueron atacados por imperio Mongol, quienes ya habían conquistado China y Corea. Ambas veces no lo lograron, pero esto surtió un efecto bastante crítico. la economía decayó consirablemente, y los Hojo no pudieron recompensar la ayuda dada por los daimyos durante la guerra, esto produjo un descontento. El emperador Daigo II Tenno, inició una rebelión en contra de los Hojo, y con ayuda de los descontentos daimyos, sobre todo por el clan Ashikaga, dirigidos por Ashikaga Takauji. La revolución, llamada restauración de Kemmu, culminó en 1333 con la caída del shogunado y del clan Hojo.
Periodo Muromachi (1333-1568)
Luego de la rebelión el emperador Daigo intentó sin lograrlo, restaurar el poder del emperador. Sus ideas fueron desechadas por los Ashikaga, quienes lo sacaron de Kyoto. El emperador se refugio en Yoshino, cerca de Nara. En 1338, Ashikaga Takauji fue entonces nombrado shogún y creó su propio bakufu en Kyoto, en el distrito de Muromachi. En 1392, la guerra entre Daigo y sus sucesores finalizaría por fin luego de 56 años, cuando un emisario Ashikaga persuadiera al emperador, para que abdicara de sus cargos. Así los Ashikaga nombran a sus emperadores, y se convierten en dueños virtuales de Japón, pero los Ashikaga nunca pudieron contra el poder de los daimyos. Durante el 3º shogún Ashikaga Yoshimitsu se desarrolló bastante la literatura. También estaban en ascenso el poder de los budistas, quienes con sus grandes templos fortificados, ya influían bastante en política.
El poder creciente de los daimyos y la impotencia de los Ashikaga, condujo al estallido de la guerra Onin (1467-1467) cuando Hosokawa y Yamana se opusieron a la sucesión de los Ashikaga. Al parecer ninguno salió victorioso, pero Kyoto quedó hecha pedazos y poder de los Ashikaga por los suelos, y las familias enfrentadas quedaron debilitadas. La perdida de poder de los Ashikaga trajo una serie de conflictos por el poder, en que daimyos antiguos eran usurpados, asesinados y surgían nuevas familias, Este periodo se les llamó periodo del estado en guerra (sengoku jidai), este periodo tuvo beneficios, como el aumento de las ciudades amuralladas y puertos comerciales, los sucesores daimyo fueron mejores que sus sucesores, y así aumento la cultura, las artes, entre otros. Los principales clanes que surgieron durante este periodo de guerra fueron el Oda, Uesugi, Takeda, Mori, Shimazu y el Hojo. Ocurren grandes conflictos militares entre clanes como es el caso de los clanes Uesugi y Takeda, el Oda contra el Imagawa, etc.Durante este periodo los portugueses arribaron a la región ubicada en la isla de Kyushu, en la ciudad de Kagoshima. Donde introdujeron las armas de fuego como los mosquetes, que revolucionó el arte de la guerra en Japón. En 1549 llega a Japón San Francisco Javier, quien introduce el cristianismo a Japón.
El periodo Azuchi-Momoyama (1568-1600)
Periodo llamado debido a sus enormes y magníficos castillos (que prontamente destruidos). En esta época, luego de muchas guerras, Japón es finalmente reunificada, gracias a la llegada de las armas de fuego a Japón. Las armas de fuego eran consideradas para cobardes en Japón, pero un gran general, descendiente de los Taira, Oda Nobunaga, utiliza por primera estas armas y arrasa a todos los daimyos, sobre todo a su gran rival el clan Imagawa, entrando en el año 1568 a Kyoto, nombrando a un shogún afin, que fue expulsado por querer tener más autonomía. Oda Nobunaga acabó con la influencia política y militar de los templos budistas entre los años 1570 y 1580, persiguió a todos sus enemigos, logrando así tener más control sobre sus tierras más conflictivas. En el año 1582, Oda Nobunaga es asesinado por un vasallo, y un general de Oda, Toyotomi Hideyoshi, toma el control de las tropas de Oda y termina la gran hazaña de su señor en el 1590. Hideyoshi nunca pudo contener por completo el poder de los daimyos. Hideyoshi toma grandes medidas para impedir la sublevación, prohíbe el cristianismo y persigue a estos En los años 1592 y 1597 Hideyoshi intentó ocupar y conquistar Corea, pero fracasó. Hideyoshi muere en el año 1598, y sus generales, que habían jurado lealtad al heredero de Hideyoshi, comenzaron a pelear por el poder. Por fin, en el año 1600, Tokugawa Iegasu, en la batalla de Sekigahara, y se convirtió en el líder indiscutible de todo Japón.
El periodo Edo (1600-1868)
Periodo llamado así por el traslado de capital desde Kyoto hasta Edo (después llamada Tokyo), que se trasformó luego en la ciudad más grande de todo Japón, creciendo en lo cultural, político, etc. En el año 1603, Tokugawa Iegasu se nombró shogun, pero en el año 1605 renunció con el fin de asegurar la supervivencia de la dinastía en la shogunado. Finalmente en el año 1615, Iegasu toma el castillo de Osaka ocupada por los Toyotomi. En el año Iegasu establece un nuevo código de leyes, que establecerían una sociedad al estilo feudal como quería Hideyoshi, y que significaría 250 años de paz en Japón.
Según el código de Iegasu, también llamado sistema bakuhan, los señores Daimyos, así como el emperador y su corte, podían gobernar en paz, pero debían ser manejados por un gobernador supremo, que debía jurar lealtad a los Tokuwaga, y dejar a sus hijos y esposa como rehenes en Edo. Así el poder de los daimyos quedó por los suelos. Durante la batalla de Sekigahara, los Tokuwaga se convirtieron en la familia más rica de Japón, debido a los saqueos, embargos, etc., y además paso a controlar ¼ de todo Japón, de forma de directa, o a través de sus vasallos. Los daimyos quedaron jerarquizados, según sus grados de lealtad, mientras los menos eran vigilados por feudos fieles estratégicamente colocados. Dividió a Japón principalmente en 4 rígidas clases sociales: los mercaderes, los guerreros, los artesanos y los campesinos. Los samurai quedaron con muchos privilegios, mientras que los campesinos sólo se dedicaron a la tierra y otros trabajos menores. Todas estas leyes se mantuvieron hasta el año 1868.
Los Tokugawa aíslan a Japón con respecto a occidente. Habían llegados muchos comerciantes, como españoles, portugueses, holandeses, etc., los Tokugawa consideraron al cristianismo como subversivo, y comenzaron a perseguir cristianos y cerraron las rutas con occidente, sólo dejaron a un pequeño grupo de mercaderes holandeses en el puerto de Nagasaki. El comercio continúa con China, pero de forma bastante pobre.
Durante los 2 siglos siguientes a Iegasu, Japón se mantuvo detenido, siendo el bushido, el principal código de todos los señores feudadales, se desarrolla mucho las artes, la literatura, el teatro. El confucianismo pasa a una nueva ideología de gobierno, creando un sentimiento nacionalista pro imperial y una fuerte reacción tradicionalista.
A pesar del rígido sistema feudal, este comenzó a colapsar. Los daimyos se volvieron más ricos, así como los mercaderes se transformarían en el grupo más importe de la sociedad Tokugawa en el S. XVIII. Edo se transforma en la ciudad más grande del mundo con más de 1 millón de habitantes. Comenzó la hambruna en ciudades como Edo, lo que provocó muchas revueltas, los campesinos se quejaban, etc.
Japón comenzó a tener conciencia del mundo occidental recién en el año 1720, con la autorización del shogún Tokuwaga Yoshimune de aceptar libros occidentales, lo que introdujo nuevas ideas a la comunidad japonesa. Esto provocó gran interés de parte de los Estados Unidos por firmar un tratado de amistad entre ambos países. En el año 1853 los Estados Unidos envían una misión formal a Japón al mando del comodoro Matthew Calbraith Perry, después de negociaciones y hasta amenazas de guerra el shogún firma el tratado de Kanawaga en 1854, que admitía a un cónsul en Japón y abrir los puertos a Norteamérica. En 1858, se alcanzó un mismo acuerdo con las naciones europeas.
Estos tratados daban amplios privilegios a los occidentales, provocando un descontento general. En esos momentos los japoneses se percataban de lo anticuado de sus armamentos. En la década del 1860, algunos feudos comenzaron a saquear los barcos occidentales, estos eran los samuráis de Satsuma, Tosa, el mismo emperador y otras más. Los shogunes nada pudieron hacer, pero los occidentales en respuesta bombardearon Shimonoseki. Todos estos rebeldes simpatizantes de la restauración del poder imperial bajo el lema sonno joi (venerad al emperador, expulsad a los bárbaros. Según un plan de compromiso, el último shogún Tokuwaga Yoshinobu demitió, pero los radicales que querían un cambio más rápido, sitiaron el palacio de Tokyo, y en el 3 de enero de 1868, proclamaron la restauración imperial, y dio por finalizado el feudalismo, y comenzó la era Meiji, una monarquía constitucional. Este periodo se llama Meiji, debido al emperador que comienza la revuelta Meiji Tenno. Así se da por finalizado el periodo feudal el Japón y comienza la era expansionista e imperial.
Antecedentes de la era Chusei
Desde el siglo XII d.c. hasta el siglo XVI d.c. en Japón se llevaban a cabo constantes guerras civiles. Los distintos clanes del país luchaban entre si disputándose el poder y territorio. El panorama mejoró a fines del siglo XVI d.c. cuando el general Oda Nobunaga derrotó al jefe del clan rival más poderoso del país, el shogun Imagawa, para convertirse en gobernante de la mayor parte de Japón. Nobunaga fue un amante del arte. Bajo su mandato se produjo el renacimiento de la poesía, el teatro y la danza, que prosperaron en la paz de su shogunato. También promovió el comercio exterior, lo cual posibilitó la llegada del cristianismo desde Europa al Japón.
Sin embargo, Nobunaga no fue totalmente pacífico; comenzó una guerra contra sectas budistas, a las que consideraba influencias divisorias y belicosas para el pueblo. Ordenó la destrucción de un conjunto de monasterios del Monte Hiei, un centro religioso cercano a Kyoto, y el asesinato de todos los monjes residentes allí.
Nobunaga fue asesinado por uno de sus generales en venganza a una injusticia.
En 1582, Toyotomi Hideyoshi le sucedió en el poder y en la tarea de unificar Japón. Como Hideyoshi era de origen plebeyo, no tomó el rango formal de Shogun, sino uno inferior: el de Taiko, lo cual no afectaba en nada los poderes que el cargo le concedía, era una cuestión de honor.
Su forma de gobernar era bastante diferente a la de Nobunaga porque consideraba que las influencias extranjeras estaban debilitando las tradiciones japonesas y en base a esto estableció algunas leyes en dirección a disminuir progresivamente el ingreso de bienes y persona extranjeras y, al mismo tiempo, fortaleció el carácter feudal de la sociedad.
Hideoshi redujo gradualmente las regalías que tenían los jefes de los clanes independientes y en 1590 era el shogun de un Japón unificado, el cual se fue aislando cada vez más hasta convertirse en una nación rígidamente feudal.
Luego de la muerte de Hideyoshi en 1598, surgió el shogunato de Tokugawa Ieyasu, quién cambió la capital de gobierno de Kyoto a Edo (hoy Tokio). Desde entonces la familia Tokugawa dominó la vida japonesa durante los siguientes doscientos cincuenta años (1603-1868). Los siguientes shogunes del clan Tokugawa se encargaron de mantener a Japón distanciado de influencias exteriores y aplicaron una política de aislacionismo. Los Japoneses tenían prohibido dejar el país y no se les permitía a los extranjeros entrar. La intención de los shogunes Tokugawa era la de controlar cada aspecto de la vida en Japón, aún en los sitios más lejanos. La era Tokugawa terminó por hacer más rígido el sistema de división de clases sociales, aunque ya era bastante rígido, asegurándose así su estancia en el poder, también se decretó que los gobernantes de las regiones debían residir en Edo con el fin de controlarlos en caso de posibles rebeliones .
A pesar de todo, las artes siguieron desarrollándose y la vida era bastante tranquila siempre y cuando existiera una garantía de seguridad para la gente del pueblo, las reglas fueran acatadas y la comida fuera suficiente.
A estas alturas, el Emperador no tenía ningún poder político, sus funciones eran principalmente ceremoniales y tanto él como su corte residían aún en Kyoto. El resto de la sociedad, que tenía como valor primordial el honor, se dividía en cuatro grupos. La pirámide social la encabezaban los samuráis, les seguían los agricultores, luego los artesanos y finalmente los comerciantes. Las mujeres pertenecían a la misma clase que sus padres o esposos y la pertenencia a una clase era determinada por herencia.
Los samuráis no ejercían como guerreros y consideraban que la búsqueda de la fortuna era deshonrosa. Se mantenían gracias a los dos tercios de la producción que la clase agricultora le pagaba, que era considerablemente explotada para mantener a la clase superior. Durante los años del shogunato Tokugawa los samuráis disfrutaron de grandes privilegios, perfeccionaron las artes marciales hasta límites de gran destreza física, ceremonial y ritual, aunque disminuyó su maestría en tácticas de guerra y luchas efectivas.
Los comerciantes estaban en la base de la pirámide social por que no producían nada tangible y, peor aún, solo los movía el interés económico y el contacto con el dinero. A pesar de su baja posición social, la clase comerciante se convirtió mas adelante el la principal beneficiada en el shogunato de Tokugawa.
Economía y Sociedad en la era Chusei
La insistencia de Tokugawa en la estabilidad de las dinastías se contradecía con el libre comercio y con los intercambios con el exterior. Tokugawa aún permitió la actividad de los navíos de sello rojo pero sus sucesores, interesados en mantener la estabilidad y erradicar el cristianismo, buscaron en primer lugar la manera de limitar la relación existente entre esta fe y el comercio para luego restringir gradualmente el contacto comercial con Occidente. En 1640 Japón se encontraba en pleno proceso de aislamiento proteccionista con la mayor parte de Europa pero mantuvo comercio con China y Corea pero el crecimiento económico durante los próximos 200 años se sustentó en el mercado interno.
Pero el desarrollo comercial no lo era todo. El shogunato de Tokugawa era principalmente agrario. El papel más importante le correspondía a los samuráis y a los granjeros que los sustentaban, y no a los comerciantes. Siguiendo la línea de Hideyoshi, los shogunes Tokugawa intentaron esquematizar la sociedad japonesa en cuatro grupos de carácter hereditario: los samuráis (shi), granjeros (no), artesanos (ko) y mercaderes (sho); y por debajo de ellos, eta (parias) y hinin (no personas). El casamiento entre miembros de clases diferentes era mal visto, aunque con el tiempo este tipo de relaciones se hizo inevitable. Algunos samurai ofrecían a sus hijas a familias de mercaderes. Los granjeros entusiasmados abandonaron el campo y emprendieron rumbo hacia las ciudades. Ronin (samurais que luchan por el honor de su antiguo maestro) decepcionados se sumían en el anonimato urbano o se establecían como maestros de las escuelas aldeanas. Comerciantes prósperos y empresarios rurales compraron permisos para portar sables. Podemos considerar a la sociedad Edo como un sistema compartimentado, jerarquización que no favorecía precisamente la movilidad, la libertad de comercio o la actividad mercantil. Los samurais fueron apartados de las actividades agrícolas y mercantiles; el gobierno prohibió a los grangeros establecer relaciones comerciales, obligándolos a vivir de los que producían. Tanto el Bakufu (fuerza militar) como la administración de los dominios (shogunato) aplicaron un conjunto de restricciones enfocadas a fomentar la simplicidad y luchar activamente contra el comercio. Sin embargo, no se fomentó el ahorro de la reinversión productiva sino que se limitó el cultivo de cosechas extras con fines comerciales. Los mercaderes no podían adquirir tierras, lo que les privo de oportunidades de inversión. Debido al mal estado de los caminos el transporte, el comercio y la comunicación se vieron afectados pero no interrumpidos.
A pesar de todo el período del Edo experimentó un notable crecimiento económico, tanto rural como urbano, al que contribuyeron sin duda la paz, aumento de la productividad agrícola, la desmedida demanda urbana, las diversas mejoras tecnológicas, el servicio alterno del daimyo en la capital y el crecimiento demográfico. Durante el período de Tokugawa, la población aumentó de dieciocho millones a más de treinta. Desde entonces hasta el fin del período, el índice de crecimiento fue algo más moderado a raíz de las tres grandes hambrunas de 1732-1733, 1782-1787 y 1833-1836.
Los Samurai
Constituían la clase más elevada dentro de los grupos sociales bajos representada por el telegrama shi-nô-kô-shô: guerreros, campesinos, artesanos y comerciantes.
Indudablemente constituían una clase militar, aunque muchos samurais destacaron como hombres de letras y artes. La mayoría de lo que Europa denominaría "Hombres del Renacimiento" procedía de familias samuráis: aquellos que eran hábiles tanto con el pincel como con la espada, la flauta y con el arco. A excepción de la aristocracia, eran pocos lo que nacidos fuera de la clase samurai pudieran ni tan siquiera aspirar a alcanzar fama o reconocimiento en cualquier tipo de ocupación.
El término samurai proviene del obsoleto verbo saburau, que significa "servir". Saburau podía interpretarse como servir en el mismo sentido que hoy se sirve en el ejército, así como en el sentido más corriente, como puede ser el servicio doméstico.
En el Japón feudal, la palabra samurai designó a una clase de guerreros japoneses, especialmente entrenados en la práctica de las artes marciales, que se hallaban vinculados a un señor de la corte imperial, quien los utilizaba como guardia personal. Con el tiempo, se aplicó esta denominación a todos los militares (bushi) de cierto rango que pertenecían a familias guerreras (buke), por oposición a las familias nobles (honke), y a partir del siglo XII fue adoptado por el gobierno militar de Kamakura como nombre oficial del Departamento de Guerra (Samuray-dokoro).
Bushi es un término intercambiable con la palabra samurai, la terminación shi se podría identificar como samurai. Bushi se refiere a aquellos que durante el período medieval aún vivían en el campo y cultivaban sus tierras mientras se perfeccionaban el manejo de sus artes en la guerra. En el Japón medieval existía aún otro término para definir la casta guerrera: ji-samurai. Este término se refería solo a los samurais procedentes de familias poderosas, en general aquellas que no estaban asociadas con el bakufu, el gobierno militar de Kamakura. Esta clase estaba constituida por los militares que estaban al servicio de los daimyos. Antes del siglo XII aplicábase solamente a los soldados del palacio del Micado, pero no tardó en darse este nombre a todo el elemento militar. Los samuráis llegaron a ser famosos por su disciplina, su sentido del honor y su extraordinario dominio de las artes marciales.
La clase de los bushi -cuyas técnicas se transmitían de padres a hijos y de maestro a discípulo- se desarrolló principalmente en las provincias del Norte de Japón, donde los propietarios de tierras (daimyos) debían defenderse de los ataques de los ainu. Formaron entonces poderosos clanes que se oponían, desde el siglo XII, a las familias nobles que giraban en torno a la familia imperial de Kioto. Dos de los clanes más poderosos fueron los Minamoto y los Taira, que compitieron entre sí por detentar el poder y, sobre todo, el control sobre el territorio -algo vital en un país en el que menos de un cuarto de la tierra es adecuado para la agricultura- durante la época Heian (794-1185).
Uno de estos señores feudales, Tokugawa Ieyasu, quien gobernaba la parte oriental de Japón desde su castillo en Edo (la actual Tokio), se alzó con la supremacía al derrotar al resto de los daimyos en la batalla de Sekigahara en 1600 y tres años después adoptó el título de sogún. El país se gobernaba a través de una serie de daimyos semiautónomos, cuyo número ascendía hasta casi trescientos, que a su vez controlaban sus feudos por medio de samuráis hereditarios. Se les conocía por dos nombres: samurai o caballeros y bushi o bujin, que eran los guerreros de clase baja. Fue durante esta época cuando la figura de estos guerreros-aristócratas experimentó su mayor auge, porque tras las terribles guerras domésticas que habían azotado el país se hizo necesario vigilar estrechamente la paz, labor que tenían encomendada. La consecuencia inmediata fue un clasismo brutal entre samuráis, que tenían derecho a llevar armas y apellido, y plebeyos (comerciantes, artesanos y campesinos), que no lo tenían por muy ricos que fueran.
Pero hubo, además, otros cambios. Con la paz, los guerreros se percataron de que toda su pericia militar no les servía para ganarse la vida, así que muchos de ellos tornaron espadas y lanzas por plumas y papel se dedicaron a labores administrativas (resulta sorprendente, de hecho, lo muy extendida que estaba la alfabetización a principios del siglo XVII). En la nueva sociedad en paz del siglo XVII, los samuráis podían cultivar de nuevo el arte de la espada (iaido), súmmun de las artes marciales, que habían tenido que abandonar en la segunda mitad del siglo XVI, cuando los portugueses introdujeron los mosquetes de mecha. En aquel momento fue cuando comenzaron las escuelas de artes marciales como medio de formación del carácter, pues no había guerras en las que demostrar las habilidades marciales. Los antiguos habitantes de Japón, los yayoi, desarrollaron durante siglos las armas, la armadura y el código samurái. Las primeras armas incluían arcos, flechas y espadas, las a posteriori famosas katanas. La armadura se componía de un casco para la cabeza y protecciones para la barbilla, el pecho y los hombros; con el tiempo aparecieron nuevos elementos para proteger las piernas, pues la armadura cambiaba según se introducían nuevas técnicas de combate: al principio se luchaba a pie en el suelo, pero cuando en el siglo V se introdujeron las caballerías se pasó al combate a caballo; asimismo, si en los primeros tiempos se enfatizaba en la lucha con arco, cuando los mongoles invadieron Japón a finales del siglo XIII, se dio prioridad a la espada, que permitía un mejor combate cuerpo a cuerpo y degollar luego al enemigo; más tarde se comenzó a utilizar la lanza, que podía ser usada para golpear, cortar o ensartar; a mediados del siglo XVI se introdujeron las armas de fuego portuguesas.
El código samurái se basó en su primer momento en el código chino que establecía las virtudes del guerrero, denominado Kyuba-no Michi (la Vía del caballo y del arco) y que luego dio lugar al código bushido (la Vía del guerrero), filosofía de vida del espíritu samurái. Éste se formó a partir de la unión de varios preceptos religiosos, entre los cuales fue especialmente importante la veneración a las fuerzas de la Naturaleza que preconizaba el sintoísmo. El fin de todo guerrero era llegar a la absoluta claridad mental y física (sumi-kiri) y ser un todo con el Universo, lo cual sólo se conseguía mediante un larguísimo adiestramiento mental y físico. La parte psíquica llegaba a través de la meditación zen, mientras que la corporal era resultado del entrenamiento constante en la práctica de las artes marciales, el tiro con arco, la esgrima y la equitación; a éstas se sumaba un conjunto de normas de etiqueta y de comportamiento que regía todos los actos del samurái. La lealtad de éste al emperador o a su señor (daimyo) era incuestionable. Los samuráis habían eliminado el sentido de posesión de sus mentes; vivían de manera frugal, con absoluto desprecio por las cosas materiales, pues no les interesaba más que su honor y su orgullo. Un samurái era retribuido por sus servicios con alojamiento y comida, jamás con dinero, pues además de mancillar al poseedor, provocaba en éste la preocupación de perderlo (es más, este rasgo subsiste todavía entre muchos maestros de artes marciales -sensei-, que imparten su docencia de forma gratuita).
Los samuráis estaban en lo alto de la jerarquía estamental japonesa. Su posición social les concedía incluso el derecho sobre la vida y la muerte de cualquiera que les faltase al respeto (Kirisute Gomen, literalmente 'abatir y abandonar'), pues estaban convencidos de que el pueblo bajo olvidaría fácilmente sus deberes en aras de una vida muelle si se le presentaba la oportunidad de hacerlo, razón que explica la constante vigilancia que a que era sometido el campesinado por parte de los samuráis. Por otra parte, castigar a los delincuentes sin someterlos a la ley era una práctica samurái firmemente establecida.
El samurái encaminaba su vida a ser el mejor en el Arte de la Guerra y, como guerrero que era, un samurái no tenía miedo a morir. Sin embargo, la muerte debía tener lugar en determinadas circunstancias. Una muerte heroica en, por ejemplo, una gran batalla, traería el orgullo sobre su nombre y sobre su familia durante generaciones, pero convertir un agravio personal en un combate era tomado como una demostración de poder y, por tanto, una cobardía. Durante la batalla, los samuráis preferían luchar con un solo adversario, siempre de sus mismas características. Antes de entrar en combate invocaban el nombre de su familia, de su señor, su rango y sus triunfos. Cuando habían dado muerte a su enemigo cortaban su cabeza y se la llevaban como prueba de su triunfo. Las cabezas de los generales y los oficiales de rango superior eran transportadas hasta la capital. Si un samurái era vencido o hecho prisionero no había más que un camino, el harakiri o suicidio ritual.
Del jap. bushi 'samurái' y do 'modo, conducta'.
1. Código de honor y valores morales por el que se regía la casta militar de los samuráis japoneses o miembros de la clase guerrera, implantado en Japón hacia el Siglo XII, en plena era feudal. En él se integraban los preceptos morales de Confucio, las creencias sintoístas y los dogmas del budismo Zen, y estaba regido por tres preceptos esenciales: al samurai se le exige una lealtad incondicional hacia su señor y a su palabra y debe estar dispuesto a derramar su sangre sin dudarlo. La infidelidad era condenada con el Hara-Kiri, un obligado suicidio ritual. Se tiene constancia de la existencia de códigos más antiguos en el Siglo X, pero el bushido cobró un auge especial a partir del Siglo XVIII, si bien la influencias de teóricos confuci9onistas como Yamaga Soko y Oishi Yoshio ha acabado por transformarlo en una especie de moral de tipo nacionalista. A principios del Siglo XX el ideal bushido fue ensalzado e impulsado por los dirigentes nipones.
Con el término bushido se designa el código de honor y de comportamiento social que debían observar los guerreros y nobles samuráis japoneses, desarrollado en plena época feudal, entre los períodos Heian y Tokugawa (en torno al siglo XII de la era cristiana), basado en los principios de lealtad, sacrificio, justicia, valor, modestia y honor, y fuertemente influenciado por tres religiones -budismo, confucianismo y shintoísmo- y una escuela de pensamiento, el zen. el término bushido, que literalmente significa 'vía del guerrero', se compone de dos palabras: bushi, que significa 'guerrero', y designaba a aquéllos que formaban parte de las buke o familias de tradición guerrera, por oposición a las honke o familias nobles, y la sílaba -do que, como sucede en los términos aiki-do o ju-do, significa 'camino' o 'vía'.
La palabra bushido se documenta por primera vez en el idioma japonés en las obras de los siglos XVI y XVII, entre las cuales fueron famosas, por ejemplo, Dokukodo, cuya autoría se atribuye al célebre samurái Miyamoto Musashi (1584-1645), los libros de Toji Mototada (1539-1600), del filósofo confuciano Yamaga Soko (1622-1685) o del discípulo de éste, Daidoji Yuzan, quien proporciona una información más detallada del bushido que la que puede encontrarse en series de ensayos como las Cien leyes de Takeda Shingen. Se considera que el primer código escrito es el Buke Sho-hatto (Regla de las familias guerreras), recogido en 1615 por orden del shogun Ieyasu; posterior a éste es Hagakure (Escondido bajo las hojas) una obra sobre artes marciales y el espíritu del bushido, escrita hacia 1716 por el samurái Yamamoto Tsunetono. Sin embargo, algunos estudiosos europeos sostienen que tanto el término como su significado son invenciones del período Meiji, nacidas con objeto de reforzar la identidad nipona, hasta entonces inexistente. En Occidente, la palabra bushido se generalizó a partir de la publicación, en 1905, de una obra de Inazo Nitobe (1862-1933), titulada precisamente así, Bushido, motivo por el cual se consideró, erróneamente, inventor del término a este autor.
El bushido, que podría definirse como la caballerosidad japonesa, nació para suceder al Kyubano-Michi ('Vía del arco y del caballo') y estaba destinado en principio a regir las relaciones entre los estamentos sociales que había en Japón durante los setecientos años que duró el shogunado: los bushi (guerreros), los daimyos (señores feudales, jefes de clan o de provincias), el shogun y la gente del pueblo (campesinos, artesanos y comerciantes). No obstante, sus pautas de conducta quedaron tan arraigadas que, a pesar de que en 1868 el emperador Meiji abolió el feudalismo y suprimió la clase de los samuráis en sus intentos de conducir al Japón a una nueva era tecnológica, muchos de los principios éticos y de conducta que establece esta norma se mantuvieron en la vida social de la sociedad japonesa, al extremo de que la palabra bushido se ha incorporado a algunas lenguas occidentales para designar el espíritu nacional japonés.
Orígenes e influencias
El código de valores de bushido se formó a partir de la combinación de tres religiones -el confucianismo, el shintoísmo y el budismo- y de la escuela del pensamiento Zen. El bushido aprendió del budismo a no temer al peligro ni a la muerte, pues educó a los samuráis en la creencia de que existe otra vida en la tierra después de la muerte, en la cual participarán tras su reencarnación. Ese nivel de conciencia superior, en el que es posible conocerse hasta lo absoluto y así ignorar la muerte, se alcanza a través de la meditación Zen. Las doctrinas shintoístas dieron al bushido el sentido de la lealtad a los antepasados y la familia imperial, lealtad que hacía que los samuráis pusieran su vida -en su sentido más literal- al servicio del emperador o de su daimyo. Esta misma lealtad, como es lógico, también determinó un marcado sentido patriótico hacia la tierra, a la que se alimenta, llegado el caso, con la propia vida, en justa correspondencia por los dones que ofrece (muy posiblemente sea ésta la razón que explica la afición de los samuráis por la agricultura). Por último, el confucianismo marcó los cinco tipos de relaciones con el mundo de los hombres, el entorno y la familia: entre señor y sirviente, padre e hijo, marido y esposa, hermano mayor y hermano pequeño y entre amigo y amigo, y la manera en que el samurái debe acogerse a ellas.
Preceptos del bushido
El bushido es, en sí, una regla mental muy estricta que cubre todos los aspectos de la vida de los samuráis. Se sustenta en el entrenamiento y la disciplina y se manifiesta en tres niveles de maestría: físico, psíquico y espiritual. Establece una serie de leyes internas y una etiqueta que deben cumplir estos aristócratas guerreros todos los días de su vida, basadas en conceptos tales como el honor y la lealtad, la indiferencia al dolor, el sentido del deber y la justicia, el desapego por lo material, el absoluto control de las emociones y una ética insobornable.
El fin de estas reglas básicas era enseñar al samurái a vivir como un guerrero en tiempo de paz. Así pues, había de estar siempre presto para el combate, pues por encima de todo era un guerrero: ya estuviera cultivando trigo o durmiendo, debía llevar siempre su espada encima. Tampoco podía mostrar los propios sentimientos, pues un samurái no se perdonaría nunca haber causado la compasión de los demás; sólo le estaba permitido llorar en el caso de que muriera la propia madre. El desapego por las cosas materiales alcanzaba, desde luego, al dinero, del que se pensaba que ensuciaba a su poseedor; un samurái no se avergonzaría de ser pobre (de hecho, los samurái ricos fueron raras excepciones), aunque sí de parecerlo, razón por la cual cuidaban extremadamente su apariencia (este último aspecto se mantiene hoy día en muchos maestros de artes marciales que se ganan la vida mediante un oficio pues no cobran por su docencia).
Pero, por encima de los anteriores, el bushido se sustenta sobre dos principios básicos. El primero es que todo samurái "debe siempre, ante todo, tener presente el hecho de que un día ha de morir", pues la existencia humana y, muy especialmente, la del guerrero, es del todo impermanente. No en balde es la frágil flor del cerezo -que apenas dura unas horas- el símbolo de la vida del samurái. Se podría decir que el bushido enseña la manera de morir, pero eso sería reducir el concepto a su explicación simplista. El bushido en realidad enseña a un samurái a imaginar la escena de su muerte cada noche antes de dormir; después de varios años de este entrenamiento, lo cierto es que desde el punto de vista mental el samurái está muerto, algo que le confiere un enorme poder, pues un hombre muerto no tiene miedo de nada. Esto no significa que no valore su muerte; es más, dado que vivir es prepararse para morir, la muerte de un samurái debe ser consecuencia de un acto valeroso que perpetúe su nombre entre las generaciones venideras. Sería una terrible desgracia para él que una flecha le alcanzara casualmente en el campo de batalla. Por otra parte, un samurái elegirá morir antes que ver su nombre desacreditado (la muerte no es eterna, el deshonor sí), lo cual podía ocurrir si era tachado de cobarde o si transgredía alguna de las normas del bushido. La única forma de recuperar el honor perdido para el infractor era recurrir al harakiri o suicidio ritual.
El segundo principio es el de la lealtad y la fidelidad más estrictas a las disposiciones de los gobernantes del país, los daimyos, pero sobre todo a las del emperador. Sólo había una lealtad superior a la del samurái, y era la del daimyo hacia sus súbditos.
El antes citado Nitobe definió así las siete virtudes que debían poseer los bushi: el sentido de la justicia y de la honestidad, el valor y el desprecio de la muerte, la simpatía hacia todos, la educación y el respeto a la etiqueta, la sinceridad y el respeto de la palabra dada, la lealtad absoluta hacia los superiores y, finalmente, la defensa del honor del nombre y del clan, lo que se resumía en deber (giri), resolución (shiki), generosidad (ansha), firmeza de alma (fudo), magnanimidad (doryo) y humanidad (ninyo). Todos estos factores hacían del bushido un código muy simple. Sin embargo, a pesar de su falta de sofisticación, o precisamente por esto, el bushido alimentó a toda una nación a través de los siglos, y a través de guerras civiles, bombas atómicas e invasiones.
Formación en el bushido
El samurái podía permitirse cualquier cosa, pues se hallaba a la cabeza de las tres castas sociales, pero debía ser siempre justo y considerado y no cometer ningún abuso de poder, como excederse en el cobro de impuestos o en los castigos. La justicia era uno de los máximos valores del código samurái y una de las virtudes supremas. Era importante diferenciar entre justo e injusto, ya que la tendencia natural del hombre es seguir el segundo camino, mucho más placentero. El bushido establecía que, en tiempos de paz, los samuráis debían poner su fuerza al servicio de los débiles y su sabiduría debía actuar como maestra de los ignorantes. Existe, de hecho, una expresión del bushido, "Bushi no Nasake" (cuya traducción sería 'ternura del guerrero'), que expresa la necesidad de que los hombres más fuertes y más valientes sean también mostrarse accesibles a sentimientos tales como la compasión, la dulzura o la justicia hacia todos los seres.
El samurái debía poseer, además, una exquisita educación y un amplio conocimiento de las cosas. Antiguamente los jóvenes guerreros eran enviados al combate a la edad de quince o dieciséis años, así que su formación militar comenzaba a los doce o trece años, sin tiempo para cultivarse intelectualmente, lo que los convertía casi en analfabetos. Posteriormente esto cambió y antes de ser iniciados en la carrera de las armas, a los siete u ocho años, los niños eran introducidos en los Cuatro Libros y en el arte de la caligrafía. Cuando cumplían quince años se les enseñaba el tiro con arco, la equitación, el manejo de la espada, el jujitsu y otras artes militares.
Ordenanzas del bushido
Las ordenanzas del bushido estaban divididas en dos secciones: las de los oficiales y las de los soldados, y éstas a su vez contemplan las del ejército por un lado, y las de los asuntos de batalla por otro.
Los oficiales tenían la obligación de estar siempre limpios, debían lavarse las manos y los pies por la mañana y por la noche, y bañarse diariamente. Tenían también que arreglarse el cabello cada día y llevar completamente afeitada la parte superior de la frente. Siempre debían llevar la ropa ceremonial adecuada para la ocasión y portar sus dos espadas (daisho) y el abanico (gumpai) en su cinturón. Todos sus actos -tanto en tiempo de paz como de guerra- estaban regidos por una rigurosa etiqueta, desde recibir a un amigo, coger una taza de té o un cuenco de arroz, e incluso dormir, pues los dedos de los pies no debían apuntar nunca en la dirección en la que se encontrara su señor. Tampoco debían estar nunca desocupados, así pues, si se encontraban fuera de servicio empleaban su tiempo en el estudio de la historia, el Zen, el arte de preparar el té, la pintura, la talla de estatuas o la práctica de la caligrafía, disciplinas útiles para perfeccionar el dominio de la espada. No obstante, los samuráis no opinaban como Confucio en que el hombre sólo alcanza la perfección sólo mediante el desarrollo intelectual, la lectura o la composición de poemas; antes al contrario, había que hacer hincapié en el adiestramiento en la disciplina castrense que evitaba cometer errores o ser tomado por sorpresa.
Los soldados, por su parte, debían conocer todo lo referente al arte militar, el uso de la lanza, el tiro con arco y ballesta y el ejercicio de hacer vallas. Un inspector del ejército tenía que saberlo todo sobre cómo actuar según el número de enemigos o cuál era el mejor lugar para establecer un campamento. Los asuntos de batalla se referían a la manera de dirigir el ejército cuando entra en batalla y cómo conducirlo a la victoria, lo cual llevaba aparejado el conocimiento de las artes de logística, estrategia, comunicaciones e inteligencia, aunque no las técnicas de combate cuerpo a cuerpo.
Cultura en el medioevo
A diferencia del período antiguo, en el que la actividad cultural se concentraba en el ámbito de la corte y los templos budistas, durante el medioevo pasó a ser patrimonio de toda la sociedad, distinguiéndose con facilidad la mezcla de intereses culturales de cortesanos, monjes, mercaderes y gentes del pueblo. Las evidencias de la expresión popular se filtran a través e las grietas de una sociedad azotada por la guerra. Los sacerdotes y juglares llevaban a las provincias mensajes budistas de salvación y relatos de heroísmo militar.
Poetas ambulantes (renga) intercambiaban versos con sus anfitriones aldeanos. Al reanudarse los contactos con el continente, se dejaron sentir en el país las poderosas influencias culturales procedentes de Corea y de las dinastías chinas Song, Yuan y Ming. Al mismo tiempo, la llegada de los bárbaros del sur y las misiones cristianas del siglo XVI pusieron por primera vez al Japón en contacto con la cultura europea.
Pero la corte, políticamente desplazada y económicamente apremiada, no perdía la preeminencia cultural. Emperadores y cortesanos seguían siendo los árbitros en lo que a expresión literaria -sobre todo poética- se refiere. Emperadores como Go-Toba, Hanazono y Go-Mizunoo adquirieron gran reputación de eruditos, poetas y patronos de las artes. Ya desde pequeños, los hombres de la corte eran educados en los clásicos chinos y en la historia china y japonesa. Sus mujeres e hijas cultivaban fervorosamente las aptitudes literarias. El auspicio de la corte permitió la supervivencia del tradicional estilo pictórico japonés (Yamato-e), de gran influencia en las incipientes escuelas Kano y Tosa de pintura medieval. Los cortesanos patrocinaban el budismo y estudiaban el confucianismo, imponían las normas de la etiqueta y de la cortesía.
Donde mejor estuvo presentada la afición literaria cortesana fue en la caligrafía y poesía japonesa y en especial en los versos cortos conocidos como tanka. En Shin Kokinshu (Nueva Colección de Viejos y Nuevos Poemas), una de las antologías más exquisita de la poesía japonesa, encontramos poemas sobre temas naturales de grandes maestros como Fujiwara Shunzei (1114-1204), su hijo Teika (1162-1241) y el sacerdote Saigyo. Estos poemas no se basaban solamente en cosas naturales sino que daban una visión monocromática. La belleza se podía encontrar en la soledad, tristeza y frialdad de la naturaleza. Esta estética, bajo la influencia del budismo y el Zen que habla de la vaciedad de las cosas y del peligro del apego, continuó desarrollándose hasta desembocar en la idea del wabi (pobreza culta). El poema a continuación, escrito por Teika, demuestra claramente el desarrollo de esta estética literaria.
Miwataseba Mirando en derredor
Han amo momiji mo No veo cerezos floridos
Nakari Keri Ni hojas color carmín:
Ura no tomota no Junto a la Bahía, en el crepúsculo otoñal,
Aki no yugure Una cabaña de paja.
Lo más sorprendente de esta incipiente estética no es el hecho de que los poetas, los monjes y la gente normal encontraran hermosas la soledad, la imperfección o las cualidades descoloridas de las cosas sino que elevaran la belleza de estas mismas por sobre la vívida belleza del mundo policromo. He aquí la contribución medieval a la sensibilidad y al sentimiento estético japonés.
A raíz de su relación con la corte, el escalafón superior de la sociedad guerrera ingresó de lleno en el universo de la cultura y la erudición cortesanas, iniciándose así mismo en las artes del gobierno. Los líderes guerreros sostenían que había un peligro en esta relación tan cercana, ya que el deber de todo guerrero consistía en conservar su herencia marcial, las artes bu. Pero estos mismos líderes necesitaban -y disfrutaban de ello- las habilidades literarias y administrativas (bun), patrimonio de los cortesanos. Así, incluso mucho después de haber perdido su autoridad política, los cortesanos, a menudo al borde de la penuria, continuaban manteniendo su posición social y cultural como mentores de poderosos guerreros.
Habían variados tipos de teatros como el Noh, el Kyogen, El Bunraku y el Kabuki los que aún hoy se pueden ir a ver en el Japón. Tanto el teatro Noh como el Kyogen tienen su origen en divertimientos religiosos y populares. La mayoría de sus obras son sacadas de antiguos temas literarios, mitológicos y folklóricos. En la mayoría de las piezas del teatro Noh se encuentran un espíritu atormentado (el shite) y un sacerdote o acompañante (el waki). Este encuentro hace que el shite , al interactuar con el waki, encuentre un alivio espiritual. En este tipo de teatro se baila y se usan máscaras de acuerdo al personaje a interpretar y la emoción correspondiente. El teatro Kyogen se centra en hechos cotidianos, humorísticos, farsesco o actuales. Sirve a menudo de interludio del teatro Noh y es representado por dos o tres personas que pueden ser desde daimyos y sacerdotes hasta sirvientes. No se usan máscaras y tiene más acción que en el teatro Noh. El teatro Bunraku es un teatro representado por marionetas de un tercio de tamaño natural manipuladas por personas vestidas de negro. Este teatro llegó a ser más popular que el Kabuki a finales del siglo XVII, pero luego en el período Edo en teatro Kabuki atraía más público. El Kabuki era un drama bailado y cantado de gran colorido y de características extravagantes, insólitas y eróticas. No se usaban máscaras pero los actores se maquillaban con gran habilidad. En 1629, se prohíbe la actuación femenina (Onna Kabuki) y son reemplazadas por muchachos (Wakashu Kabuki). En 1652 se prohíbe la actuación de estos, por su supuesto carácter alborotador y son reemplazados por hombres maduros que tuvieron que representar los papeles femeninos (Yaro Kabuki). El Bakufu Kamakura terminó aceptando estas actuaciones como un mal necesario, puesto que, estaba muy arraigado al pueblo. También el té creó afición en las aldeas. El chanoyu(ceremonia del té), que realmente significa “agua caliente para el té”, ha sido desde su origen una de las formas más representativas de la cultura japonesa tradicional. Fue a través del chanoyu que se desarrolló y refinó el ideal wabi de la pobreza culta, que permitiría a los japoneses disfrutar de las toscas, sencillas e irregulares cerámicas japonesas o coreanas con el placer por la refinada porcelana china (Karamono).
El fomento de las artes
La era medial fue la era de los guerreros. Los valores marciales pasaron a primer plano y surgió un estilo de vida acorde con ellos. Las residencias fortificadas y las colinas coronadas por castillos se convirtieron en paradigmas de la arquitectura de la época. Las pinturas sobre rollos de papel ilustran la obsesión de la élite por los detalles de la práctica, el estilo de vida y la vestimenta del guerrero. La fabricación de sables, armaduras, yelmos y arneses alcanzó los niveles técnicos y artísticos más elevados. Los jefes fomentaban la ética guerrera del heroísmo, lealtad y disposición a morir por el señor, y narraciones bélicas como el Heike monogatari o el Taiheiki contribuían a exaltarla. Al mismo tiempo, los guerreros eran iniciados en aquellas artes civiles esenciales para el gobierno, en los entresijos de la etiqueta cortesana y en los goces culturales. Muchos señores de la guerra escribían. Algunos, incluidos Minamoto Yoritomo y su hijo Sanemoto, y muchos de los regentes Hojo, escribieron poemas merecedores de grandes antologías. Otros muchos guerreros participaban en tertulias literarias con nobles y monjes y patrocinaban a pintores, dramaturgos y artesanos. Activos patronos e incluso artistas fueron algunos de los shogun Ashikara, como Yoshimitsu y Yoshimasa, familias guerreras provinciales como los Hosokawa y los Ouchi, y los unificadores Nobunga e Hideyoshi.
Fue bajo esta clase de patrocinio que florecieron el teatro Noh y la ceremonia del té (chanoyu). Los palacios, castillos y residencias provinciales estaban decorados por pantallas y paneles pintados por los maestros de las escuelas Kano y Tosa. Los guerreros se hicieron devotos de las nuevas corrientes budistas, especialmente del Zen, y adquirieron, a través de los monjes, ciertos conocimientos de la cultura secular y budista chinas. Surgió en el período medieval la moda de los objetos chinos (Karamono). Existía una importante demanda de paisajes pintados a la tinta, retratos libros sedas, cerámica y teteras procedentes de China. Los shogun y los Daimyo acudían a monjes y seglares en busca de consejos de experto. Pocos eran los señores de la guerra que no intentasen aumentar su poder político y militar mediante el adorno de la legitimidad cultural. Con su gran actividad constructora de castillos y sus encargos monumentales proyectos pictóricos, su patrocinio de maestros del Té y actores Noh, su avidez por las obras de arte chinas y europeas y su acaparamiento de alfareros coreanos.
La literatura refleja claramente el papel fundamental del guerrero en la sociedad medieval a través de un género característico de la época, el relato bélico o gunkimono, cuyo máximo exponente es el Heike monogatari (La historia de los Heike). Basada en la crónica del ascenso y la caída de la familia Taira y escrita probablemente por un cortesano del siglo XIII, la narración fue propagada y elaborada por juglares itinerantes ciegos que cantaban las secciones favoritas al son del biwa, una suerte de laúd. Como muchos e los relatos bélicos, La historia de los Heike no se recrea en los hechos de la guerra. Atraviesan la obra un sentido de trascendencia y la convicción budista de que todo en este mundo es ilusión, gloria efímera.
Los monasterios budistas, y en especial los Rinzai Zen, fueron el otro pilar del edificio cultural del medioevo. Monjes, nobles y guerreros concurrían en términos de igualdad a tertulias literarias. Las abadías de los monasterios eran centros de enseñanza e intercambio cultural. Los monjes Zen de China y Japón extrajeron del concepto de universalidad de la condición de buda y de la meditación introspectiva toda una estética nueva que, una vez esterilizada dentro de los muros monásticos, se volvió tan atractiva para artistas seglares, patronos y hombres cultos que pronto se hizo extensiva al amplio entramado cultural del país. Los monasterios Zen siguieron las pautas de construcción y disposición interna de la arquitectura Song. Sus jardines adoptaron y perfeccionaron el concepto del “paisaje seco” (kare sansui), en el que piedras, musgo, arena, las flores, etc. Asimismo, fueron monjes Zen los que introdujeron en Japón las técnicas Song de pintura a la tinta (suibokuga) y aguatinta (haboku). Los retratos y las esculturas Zen intentaban captar la energía espiritual del personaje al que representaban. Por otra parte, los retratos religiosos de Rakan, de los patriarcas Zen, de encuentros o escenas Zen o de la vida de Buda constituían un estímulo adicional para los artistas tanto de dentro como de fuera de los monasterios. Pintores como Josetsu, Shubun, Oguri Sotan, Kano Masanobu y Sesshu, todos ellos estrechamente vinculados al ámbito monacal Zen, consiguieron dominar y superar a los artistas chinos, estableciendo así una tradición japonesa de suibokuga que ejerció una profunda influencia en estilo cultural del medioevo. A finales del período medieval se tendió a abandonar el universo monocromático de los paisajes Zen por las doradas pinturas de paredes y paneles con que se decoraron los grandes castillos de Azuchi, Momoyama y Osaka. La mayoría de estos encargos recayeron en los pintores de la escuela Kano, que experimentó un notable crecimiento. Por lo demás, muchos monjes Zen eran también poetas y eruditos que transmitieron a cortesanos y guerreros los fundamentos del pensamiento confucianista Song y le gusto por la poesía china. Introdujeron asimismo la idea de la unidad de los Tres Credos, o compatibilidad fundamental entre las enseñanzas de Buda, Lao Tzu y Confucio, que representaron en ilustraciones monocromáticas de tinta.
Otra de las prácticas que pasó de los monasterios la sociedad seglar fue la afición por el té. Daimyo y mercaderes departían con monjes Zen, sobre todo en Sakai, reunidos en torno del té. Maestros del té como Murata Juko, Takeno Joo y Sen no Rikyu secularizaron y refinaron la costumbre de beber té incorporando a ella la estética Zen de la sencillez y austeridad o wabi. Esta pasión por el té que desencadenó en el seno de la tardía sociedad medieval sirvió en su momento como incentivo a toda una serie de industrias y artesanías afines. En cuento a la cerámica, los rústicos estilos japoneses -y sobre todo el Raku- se ganaron un sitio de honor los elegantes verdes llegados de China. La arquitectura de los salones del té, el diseño de jardines e interiores, los arreglos florales, los objetos lacados, la herrería y el uso de bambúes seguían las pautas estéticas desarrolladas en la ceremonia del té. Aquí como en tantos otros capos de la vida intelectual del medioevo, se encontraba en juego una interacción entre lo “chino” y lo “japonés”, entre la perfecta e impoluta regularidad del karamono y la imperfecta, depauperada belleza de una estética cada vez más inspirada en el wabi; en suma, entre la refinada tradición elitista de las culturas china y japonesa y una ingeniosa e intencionada rusticidad.
En las mismas bases de la literatura japonesa podemos encontrar ideales estéticos que provenían del Zen o que procedían directamente de esta corriente espiritual. La figura del ermitaño, el retiro ideal de los monjes rústicos se vio engrandecida por la vida de meditación de los monjes Zen en busca de la iluminación, tema desarrollado por los monjes Zen en poemas chinos y japoneses. En la literatura se demuestra la estética del desapego, el placer por lo irregular, lo roto y lo imperfecto, la importancia del devenir (en oposición al simple estar), de los comienzos y finales (en oposición a los momentos cumbres) y de la decadencia (en oposición al florecimiento). Esta estética además se demostró en la dramaturgia Noh de los siglos XIV y XV. La mayoría de las obras del teatro Noh presentan a espíritus atormentados que reviven las pasiones y violencias de la anterior existencia, buscando la liberación de las cadenas que los atan a este mundo.
Introducción a la Religión
Para entender mejor los procesos históricos del Japón Medieval, es vital conocer sobre su forma de ver el mundo y de afrontar la vida. Para esto hemos querido investigar y ahondarnos un poco más en las principales religiones japonesas, para así analizar la importancia que tuvieron en el desarrollo de su historia.
En el ámbito de la religión Japón posee una particularidad, y es que en este período de su historia, se comienzan a fusionar dos religiones o corrientes espirituales, que hasta el día de hoy siguen siendo las principales en Japón; El budismo zen y el sintoísmo.
El budismo zen, doctrina que recibe el mensaje de Buda desde China, dándole en Japón características particulares, es una doctrina que promueve una vida austera para así alcanzar la iluminación mediante la meditación, y que convivió y luego incluso llegó a adquirir algunos elementos del sintoísmo, religión naturalista y propia del Japón, también denominada como la religión de las “800 miríadas” es decir, 8 millones de dioses ( El 8 es número sagrado en Japón)
Además de esto hemos querido incluir algunas historias y mitos, propios de la religión arcaica del Japón.
Esperamos con esto, ayudar a una mejor comprensión de un período fascinante, de una cultura muchas veces ignorada en occidente.
Budismo Zen
El budismo tiene como objetivo principal iluminar al hombre, liberándolo de pasiones y engaños. Como sostiene que uno de los engaños fundamentales es considerarse individual, propone finalmente, la extinción de la individualidad.
El budismo Zen, enseñanza austera, insiste en el cultivo del propio ser y de la disciplina y supone que la liberación sólo se obtiene por medio de pruebas y esfuerzos y son pocos los privilegiados.
La esencia de las enseñanzas de Siddartha Gautama, Buda, quién fundó el budismo hace más de 2500 años en la India, es la siguiente:
Las cuatro nobles verdades
-
El dolor es universal.
-
El deseo es la causa del dolor.
-
El dolor cesa cuando se sofoca el fuego del deseo.
-
El camino del medio, en esencia, el sendero de las ocho ramas, conduce a la extinción del deseo
El sendero de las ocho ramas
-
El conocimiento perfecto.
-
La intención perfecta.
-
La palabra perfecta.
-
La manera de obrar perfecta.
-
La manera de vivir perfecta.
-
La aspiración perfecta a la salvación.
-
La memoria perfecta.
-
La concentración perfecta.
Sintoísmo o Shintoísmo
A diferencia del budismo con su complejo dogma filosófico-religioso, el sintoísmo conserva hasta hoy en día rasgos de un culto arcaico.
El eje del sintoísmo es el dogma sobre la divinidad del poder imperial. El emperador (Mikado, tenno) es descendiente de la diosa Ama-Terasu. Todo japonés tiene el deber de someterse a su voluntad divina, según el sintoísmo. El palacio y la sepultura del emperador son considerados santuarios, lugares sagrados. Los seguidores de este culto, celebran las más nobles y solemnes ceremonias, en la memoria de los emperadores más importantes, comenzando por Himmu-Tenno (Ser semi-legendario, que según el mito desciende de los dioses y es el primer emperador japonés)
Juega un papel importante en esta religión el culto familiar-clánico de los antepasados. Según la tradición todo muerto se convierte en KAMI (Nombre común para todos los espíritus y dioses) y el jefe de la familia o el clan, les debe ofrecer diariamente diversos sacrificios y plegarias. En cada casa hay un altar familiar (Kami-dana) con un pequeño cofre (miya) para las tablillas de los muertos.
Numerosos espíritus y dioses, locales y generales, constituyen el objeto de culto público. Existe un sinnúmero de estos dioses y espíritus; Algunos textos hablan de “800 miríadas”, o sea, ocho millones de Kami. Los más venerados son Ama-Terasu (La diosa del sol); Susa-no-vo (El dios de la tempestad) e Inari (Protector de la agricultura)
Los emperadores famosos y otros personajes relevantes de la antigüedad ocupan un lugar destacado en el panteón sintoísta, al igual que los sitios sagrados.
Los sacerdotes sintoístas los Kan-nu-shi, transmiten su cargo por herencia, de padre a hijo. Los sacerdotes se dividen en ocho categorías; La superior- Sanshu- La ocupan los hombres de origen principesco.
El culto sintoísta es de extrema sencillez; Se reduce a pronunciar las fórmulas de plegarias (Norito) y ofrendar los sacrificios (Arroz, legumbres, pescado...)
Pero además existen en él ciertos rasgos shamánicos, por lo menos en los ritos en que el sacerdote lleva a los creyentes a un estado frenético en el que pueden comulgar con el dios. Tiene mucha importancia en el culto sintoísta la limpieza ritual; Nada impuro debe tocar el lugar sagrado; El hombre que ha tocado una impureza (Sangre o cualquier cosa relacionada con la muerte) debe someterse al rito de purificación que se celebra dos veces al año, el 30 de julio y el 31 de diciembre.
La ética sintoísta es sumamente simple. El principal mandamiento moral es la obediencia al emperador y entre sus pecados considerados más graves están; Dañar las instalaciones de riego, la excesiva crueldad con los animales y profanar los lugares sagrados con excremento.
En general la religión sintoísta dirige su atención exclusivamente a la vida terrenal y tiene muy escaso interés por el mundo del más allá.
Evolución Histórica del Budismo y el Sintoísmo
Como ya habíamos dicho, dos fueron las religiones que se afianzaron históricamente y que, hasta hoy en día, siguen siendo las principales del Japón; El sintoísmo y el budismo.
La primera es netamente nacional, mientras que la segunda fue introducida desde afuera, tal como pasó en China.
La antigua religión tradicional de los japoneses, el sintoísmo, que en otros tiempos no tenía denominación fija, pasó a llamarse Kami-no-miji, textualmente, “El camino de los Kami”, para así diferenciarla del budismo.
El sintoísmo fue fuertemente influenciado por el budismo. Los sacerdotes sintoístas formaron paulatinamente una cerrada casta hereditaria. A imitación de los templos budistas, empezaron a construirse también los templos sintoístas, aunque más sencillos y comenzaron a fabricar imágenes de sus dioses, mientras que los budistas impusieron el rito de la cremación.
Ambas religiones se aproximaron gradualmente. Dentro de los templos budistas se asignaba un rincón para los kami, los dioses sintoístas; otras veces, simplemente se les identificaba con dioses budistas, a su vez, en el panteón sintoísta estaban entrando los dioses budistas. En el siglo IX aparecen las sectas San-no y Riobu, que apoyaban la fusión del budismo y el sintoísmo. Quedaban pocos budistas y sintoístas puros en el Japón, no obstante persistían todavía rastros de antagonismo entre ambas religiones, por ejemplo, en los templos sintoístas estaba prohibido decir palabras relacionadas con el budismo (Buda, pagoda, monje...)
Desde fines del siglo XII, la aristocracia feudal guerrera, tomó el poder en sus manos, dejándole al emperador solamente las funciones religiosas. El mikado seguía siendo un personaje sagrado y descendiente de Ama-Terasu, pero había perdido todo poder real, estaba apartado de los asuntos terrenales. El país vivío durante varios siglos en un estado de anarquía feudal; Los clanes aristocráticos guerreaban entre sí. Algunos grandes señores feudales, los daimios, buscaron el apoyo de los misioneros católicos, que aparecieron en el Japón en el siglo XVI y con este fin convirtieron al catolicismo a sus súbditos. A veces, los propios campesinos, arruinados por las continuas guerras, se convertían voluntariamente.
Sin embargo a fines del siglo XVI, los grandes feudales que unificaron nuevamente al Japón, Hide-Josi y el clan de los Tokugawa, dieron en perseguir el cristianismo y expulsar a los misioneros.
Para afianzar su poder, los nuevos gobernantes del Japón, los Shogun del clan Tokugawa, se opusieron resueltamente a las relaciones entre los japoneses y los extranjeros. Buscaron apoyarse en las viejas tradiciones y rechazar las influencias chino-coreanas. De ahí surgió el movimiento por el retorno a la antigua religión sintoísta que siguió incluso después de la revolución Meiji, sin lograr éxito, ya que para ese entonces las religiones estaban tan fusionadas que era imposible concebir una sin la otra, de esta forma en 1889 se declara en Japón la libertad de cultos.
La Mitología Antigua y la Religión Arcaica
Las viejas crónicas japonesas, compiladas en el siglo VIII, Kochiki y Nihousjoki, no son otra cosa que sus principales narraciones mitológicas y leyendas.
De acuerdo con la teoría cosmogónica de los sacerdotes japoneses, al principio existían el cielo y la tierra, que engendraron a tres dioses y luego a dos más; Después otras cinco parejas aparecieron sucesivamente. Pero estos dioses eran conceptos abstractos y no fueron objeto de culto. Únicamente la última de estas parejas de dioses tiene nombres y perfiles definidos; se trata de la pareja conyugal Isanaghi e Isanami.
Isanaghi fue el creador y el alma universal, que creó la tierra, las islas del Japón incluidas; Estas últimas las creó mientras se hallaba con su esposa en el puente del cielo, agitando al mar con una larga lanza. El agua del mar que goteaba de la lanza formó la primera isla, las demás surgieron del mismo modo. Enseguida creó de su ojo izquierdo el sol o la diosa solar Ama-Terasu, una divinidad muy venerada, considerada la antepasada de los emperadores del Japón, ante todo, del primero de ellos, Himmu Tenno (Personaje semilegendario, al que se sitúa en el siglo VII antes de n.e.)
Asimismo creó Isanaghi a otros dioses: De la luna, la tempestad, el viento...
El mito relata la lucha que libró Ama-Terasu contra el dios de la tormenta Susa-no-vo, este último fue vencido y expulsado del cielo a la tierra, a la región de Ijumo. Algunos investigadores creen que este mito relata la lucha entre los antiguos grupos tribales: Los Kin-sin y los Ejumo.
Conclusión
Nos hemos dado cuenta después de esta gran investigación, de lo fascinante que puede llegar a ser una cultura tan lejana a la nuestra de la cual podemos extraer valores que aquí han sido menospreciados o eclipsados por otros. Además nos ha dado a conocer lo unido que puede ser un pueblo a su propio honor y dar hasta la muerte por ello. De la nueva visión dada en la literatura y expresada en otros comportamientos al apreciar más lo simple y lo rústico.
En el ámbito religioso, luego de conocer sus creencias, pudimos comprender mejor ciertos comportamientos propios de este pueblo y descubrir una característica importante; su tolerancia, que se expresa en el ámbito religioso, como también en otros aspectos.
En su historia concluimos que, Japón es un país muy complejo históricamente, muchas revoluciones, guerras, asesinatos, etc., que la búsqueda del honor, la riqueza, el poder fueron las principales causas de todo este periodo tan tradicionalista e inestable. También pudimos observar el comportamiento tan radical de los japoneses que va desde peleas entre propios hermanos, hasta las guerras que unen a todo Japón bajo un mismo bando como es en el caso del gran ataque de los mongoles.
A través de la geografía japonesa nos dimos cuenta, lo complejo e increíble que fue la unificación de un Japón tan radical en su relieve, lo cerrado de sus mares turbulentos, la gran cantidad de fenómenos geológicos como terremotos y tifones. El paisaje desde grandes a montañas como el Fuji, hasta llanuras donde se sitúan grandes ciudades como Osaka, Kyoto, Edo, etc.
Bibliografía
-
“Historia de las religiones” Editorial Cartago (1965)
-
“Biblioteca universal de Japón” Life en español.
-
“Atlas culturales del mundo, Japón” Enciclopedia Folio, tomos I y II.
-
www.bujinkandojo.com.ar
-
Shogún Total War (Juego de PC) Empresa Electronics Arts (EA)
-
Enciclopedia Encarta 2000.
-
www.japon-net.com/shoukai/rekishi.html
Descargar
Enviado por: | L¡quid Snk |
Idioma: | castellano |
País: | Chile |