Sociología y Trabajo Social


Indígenas e inmigrantes frente al Estado Nacional Argentino


Monografía de Lengua y Cultura Global

INDÍGENAS E INMIGRANTES POSTERIORMENTE A LA CONQUISTA DEL DESIERTO

Curso: 3ro 2da Humanidades y Ciencias Sociales.

Materia: Lengua Y Cultura Global

Introducción:

Dentro de la monografía a presentar, desarrollaré un tema sobre la población de la actual comunidad del noroeste de Chubut, más refiriéndome a factores económicos, políticos, o sociales que el estudio de la cultura misma de la región, centrándome en las características geopolíticas y sociales de cada territorio que sus características culturales diversas o de identidad.

Dentro de estos factores se incluyen la influencia de las actividades productivas que se llevaban a cavo en el pasado (y llevan a cavo en el presente), que permitieron crecer a las distintas comunidades e influyeron en la posición geográfica que se encuentran actualmente.

Se expondrán las diferentes ideologías contemporáneas de los colonos galeses, así como del Estado que se expandía gradualmente y de las comunidades de aborígenes que lograron sobrevivir al genocidio de la “Conquista del desierto”.

Asimismo, y como la base de esta monografía, la misma contiene exponentes que enfatizan la política de ese entonces y cómo interfirió esta para que las distintas comunidades se encuentren geográficamente como hoy las vemos. Esto esta rígidamente ligada como base y propósito principal de este trabajo de investigación.

La intención es mostrar información de bases totalmente confiables que muestren con pruebas contundentes la historia de el proceso con el cual se fue poblando nuestra cuidad y los alrededores.

Entonces a partir de esta información, se intentará explicar de forma concreta y precisa cómo a través del tiempo la hipótesis que plantearé en unos párrafos más adelante es verdadera.

El desarrollo de este trabajo plantea las distintas perspectivas ideológicas y posiciones socio-políticas tanto de los colonos como de los aborígenes, frente al estado Argentino. A partir de estos distintos roles dentro del espacio geográfico que conforma la patagonia -y para definir con más precisión- dentro del noroeste de Chubut se desenvuelven acontecimientos relacionados que influyeron en toda la historia Chubutense y que forma parte de nuestra identidad.

Es esta historia, la que debo detallar para poder lograr la afirmación de la hipótesis a desarrollar, y así tal vez lograr descubrirnos realmente como individuos dentro de un espacio geográfico, dentro de una comunidad donde establecemos relaciones sociales y donde tenemos tolerancia así como discrepancia con nuestros pares.

“El discurso estatal, de otorgar mejores beneficios a quienes vinieron a “usurpar” tierras ajenas como lo fueron, dentro de mi marco teórico, los galeses, beneficiaron la más cómoda instalación posible de estos inmigrantes en las tierras de mejores condiciones mientras que la gran mayoría de los pobladores originarios fueron asesinados o despojados a condiciones de necesidad, abominables y a tierras carentes de características básicas para la subsistencia (…)”

La hipótesis del siguiente trabajo se lleva a cavo debido una crítica hacia el antiguo Estado (en proceso de colonización de la Patagonia) de pobladores que relatan cómo el gobierno de quien en los primeros años de nuestra patria, el presidente Julio argentino Roca, favoreció el establecimiento de los galeses según el concepto de migrante que se manejaba a fines del siglo XIX de colonos “deseables”, y dirigido a través de la figura de su representante el coronel Fontana.

En este Estado que se estaba formando, es a partir de la llamada “Conquista del desierto” donde se desatan distintos acontecimientos interrelacionados que influyen y conllevan a través del tiempo, a las actuales posiciones geográficas de las comunidades que hoy conocemos.

Es dentro de esta distribución geográfica donde se desata la crítica hacia el favorecimiento, que dio el Estado, al migrante “deseado” quien fue apoderándose de las “mejores” tierras de la Patagonia mientras los aborígenes, los antiguos pobladores de estas tierras, fueron desterrados y llevados a condiciones de necesidad y a vivir en desiertos como lo son pueblos como Cushamen, Epulef, Nahuelpan, etc. donde se encuentran en gran mayoría a personas con rasgos de carácter aborigen.

Entonces debemos remarcar igualmente lugares como lo son las localidades del corredor de los Lagos como San Carlos de Bariloche, San Martin de los Andes, Junin de los Andes, El Bolson, etc. o Villa Rivadavia o todos los hermosos lugares donde el valle es admirable en cualquiera de sus aspectos, se denotan en su mayoría personas de rasgos “gringos” de naturaleza extranjera. Entonces de aquí parte la hipótesis crítica hacia el discurso estatal de otorgar mejores beneficios a quienes vinieron a “usurpar” tierras ajenas como lo fueron, dentro de mi marco teórico, los galeses, mientras que la gran mayoría de los pobladores originarios fueron asesinados o despojados a condiciones de necesidad, abominables, reprobables para una sociedad actual la cual posee tantos problemas de diversificación de la identidad gracias a esta política

Ya Domingo Faustino Sarmiento, durante su presidencia (1868-1874), iniciaba la modernización del ejército, proveyéndolo de modernos revólveres y de fusiles. El sucesor Nicolás Avellaneda (1874-1880), enfrentó con firmeza el “problema” de indio y por medio de su ministro de guerra Adolfo Alsina, puso en marcha un plan de avance sobre las líneas de frontera  asentando fuertes y fortines en lugares estratégicos, a partir de los cuales se desarrollarían poblaciones estables y numerosas. A fines del 1877 muere Alsina y toma su lugar como ministro de guerra el joven y brillante general Julio Argentino Roca. Este proponía una nueva estrategia para la conquista e integración del territorio con amenazantes indios y consistía en  localizarlos en sus tolderías y combatirlos en su propio terreno sin tregua y sistemáticamente.

La expedición, llamada Conquista del Desierto, se cumplió con una primera etapa en el 1878 y una final en el 1879, terminando en julio del mismo año con un resultado pavoroso, rozando para algunos el genocidio. De los quince mil que se calculaba, catorce mil fueron capturados y confinados en colonias alejadas, algunos incorporados a la Marina de Guerra, otros enviados a trabajos forzados en la Isla Martín García, unos ochocientos ranqueles, a picar adoquines para las calles de Buenos Aires. Otros fueron muertos o desaparecidos en combate, o de hambre o por enfermedades graves como el cólera, la fiebre amarilla o la viruela. Los sobrevivientes, muy pocos, se fueron marginados, extinguiéndose poco a poco, físicamente y culturalmente. Roca fue presidente entre el 1880 y 1886.

El País ahora tenía fronteras interiores. Otra conquista se vislumbraba, la de las tierras vírgenes, de los fértiles valles, de los desiertos. Esta vez no se necesitaban ejércitos, sí mujeres y hombres decididos y fuertes, esperanzados en una nueva y mejor vida. Eran los futuros inmigrantes.

Ya en el 1876, siendo presidente Avellaneda se sancionaba y promulgaba la ley nº 817, primera que regula la inmigración y colonización. La ley consta de 121 capítulos, la mitad de ellos dedicados a la inmigración, y la otra mitad a la colonización. En 1903, al sancionarse la ley nº 4167 "de venta y arrendamiento de tierras fiscales", quedó derogada la parte correspondiente a la colonización.

Por medio de la Ley se creó el Departamento General de Inmigración, dependiente del Ministerio del Interior (art.1º); dándole al Poder Ejecutivo la facultad de nombrar agentes en aquellos puntos de Europa o de América que considere convenientes para fomentar la inmigración para la República Argentina, los que tendrán como función "desarrollar una continua propaganda, proporcionar gratuitamente informes a los interesados, certificar sobre la conducta y actitud industrial del inmigrante, intervenir en los contratos de transporte y, en algunos casos, pagar sus pasajes" (art.4).

De todas estas propuestas y con el territorio nacionalizado se hace realidad la frase de Sarmiento: "gobernar es poblar".Ahora el inmigrante debía poblar la Patagonia con un duro clima, tierras llenas de espinas, y administraciones del Estado que no cumplirían con lo prometido.

Entre 1880 y 1890 se perfiló la ocupación y reparto de las tierras del “Oeste” en un proceso que dio como resultado la formación de algunos “enclaves” que coincidieron en tener espacios previamente acotados para la instalación humana y puesta en producción de las tierras.

Estos enclaves comprendías los siguientes ámbitos:

  • La colonia 16 de Octubre, surgida por la expansión, desde el Valle inferior del Río Chubut, de lo colonos galeses quienes solicitaron al gobierno nacional les otorgaran tierras para colonizar en los valles andinos. Esto les fue concedido por medio de un oficio librado el 16 de junio de 1886, el mismo autorizaba a los colonos a establecer una colonia pastoril de cincuenta leguas cuadradas que debían ser entregadas a igual número de familias. En 1887 cincuenta leguas cuadradas “se traza el camino para carros entre el Valle de Chubut y la codillera y se comienzan a llevar los primeros animales y herramientas. En el año 1888, el gobernador Fontana entrega los lotes, en tanto que las “primeras dos familias se instalaron el en otoño de 1890.

  • Las actividades preponderantes eran la ganadería y en menos escala la agricultura, en relación a la cual vislumbraba un incipiente proceso de industrialización vinculado con instalación de algunos molinos para la producción harinera. La colonia podría interpretare como la última frontera en la que mantener vivo el ideal de conservación de la pureza de la cultura galesa frente a la presencia -cada vez más fuerte en e valle inferior- del Estado Nacional.

  • Las llamadas “Colonias Pastoriles Aborígenes”, como Cushamen, Epulef, Nahuelpan. Se enmarcan en la distribución de tierras destinadas a grupos indígenas sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto”. Algunos de los grupos fueron ubicados en estas Colonias en el marco estipulado por la Ley 1501 (conocida también por la Ley de concesiones gratuitas para Colonias Pastoriles -1501/84- . La misma preveía que algunas tierras, que habían sido mensuradas -o debían serlo- de acuerdo a los términos establecidos por la Ley del 3 de Noviembre de 1882, fueran destinadas al pastoreo. Se destinaban para este propósito fracciones compuestas de 50 leguas de campo cada una. Estas cincuenta leguas se dividían en lotes que el poder Ejecutivo Nacional concedía en posesión a los solicitantes bajo condiciones mínimas que debían cumplimentar en el plazo de cinco años, luego de los cuales seria factible que se les otorgara el titulo definitivo de propiedad -cosa que no ocurrió en el caso de las comunidades indígenas; varias de ellas siguen reclamando su propiedad en la actualidad-.) según la cual se entregaban superficies territoriales pequeñas (625 ha.) para ser explotadas por cada familia. Las mismas tuvieron la particularidad se ser una suerte de “reservaciones” ubicadas en las tierras marginales, generalmente rodeadas por grandes unidades económicas latifundistas. Desde ese momento mismo de la adjudicación, los inspectores de tierras que recorrían la zona mencionaban lo inadecuado de esta política puesto que muchos lotes, no tenia en cuenta los accidentes del terreno, tipos de suelo, aguadas, etc., que pudieran hacerlos aptos para la agricultura y la ganadería.

  • Las “empresas de colonización” obtuvieron del gobierno una extensión importante de las tierras para la creación de las colonias. Muchas de ellas no prosperaron, y permitieron que las tierras que les habían adjudicado quedaran en manos de grandes compañías cuyos capitales en su gran mayoría eran ingleses. La más importante fue sin duda, la Comañia de Tierras Sud Argentina, que se dedico desde 1889, a la explotación ganadera en distintas “estancias” como: Leleque, LE Maitén, Fitrihuin, Pilcañeu. Este modelo productivo varió unos años mas tarde, cuando la empresa inicio la explotación intensiva de ovinos (actividad que se mantuvo preponderante hasta los años setenta, cuando la firma vendió la mayoría de las acciones a las sociedad Paz y Ochoa, la que en la década del 90 las venido al grupo Benetton).

  • Además de estas formas de ocupación del espacio son los migrantes provenientes del actual territorio chileno -migrantes de otras nacionalidades, especialmente germanos, que se desprenden de la colonización de ese origen instalada en la zona de Llanquihue y Osorno y que tuvieron particular importancia en el poblamiento temprano de San Caros de Bariloche, aunque también se extendieron más al sur hacia el territorio chubutense.- los que le imprimen a la región en estudio sus características mas distintivas o particulares.

    Si bien existían tierras “libres” de ocupación -entendiendo esto en un doble sentido: no estaban ocupadas físicamente por poblador alguno en muchos casos no existía tampoco pedido formal sobre las mismas, dando el desconocimiento que en general se tenía de dichas regiones- la posibilidad de los primeros ocupantes de obtenerlas era, en general. Difícil. Tenían que enfrentar un engorroso trámite en Buenos Aires, que suponía un actualizado conocimiento de un cuerpo lega plagado de normas superpuestas y muchas veces contradictorias entre si, hechos a medida de los “leguleyos”, influyentes y poderosos. A Esto se le sumaba la superposición de pedidos sobre los mismos lotes; muchas veces, un mismo terreno era solicitado por varias personas y, probablemente no lo reclamaba quien efectivamente usufructuaba de él.

    Además de lo difícil que era llevar adelante un trámite a miles de kilómetros de distancia, este implicaba una serie de gastos que muchas veces los ocupantes no podían afrontar como los costos de mensura, de por si altos, sin contar el precio de la tierra. Por otra parte, para ser tenido en cuenta como comprador, e incluso como arrendatario, se deben realizar una serie de mejoras -vivienda, cercos, galpones- introducir ganados, efectuar sembradíos y forestaciones en el terreno que se pretendía. Estos limitantes hacían que un alto porcentaje de pobladores no solicitaran la propiedad y ni siquiera el arrendamiento de la tierra que ocupaban.

    Algunos requerimientos de arrendamientos varían en cuanto a la extensión solicitada de acuerdo a la intencionalidad productiva de los solicitantes. Del análisis de las inspecciones de 1905 y 1919 se desprende que quienes pretenden iniciar una explotación agrícola con fines determinados -como el cultivo del lúpulo y cebada en Cholila para una fabrica de cerveza por parte de inmigrantes suizos, piden menores extensiones que los que pretenden organizar una explotación ganadera. Menos aún, solicitan, hacia las mimas fechas algunos españoles y “turcos” cuya actividad inicial es la de almacenes de ramos generales por lo que tienen intenciones de arrendar solo algunas hectáreas para las instalaciones y una huerta familiar.

    La producción agropecuaria, por su parte, se relacionan sobre todo con requerimientos básicos de las unidades económicas familiares. Desde las últimas décadas del siglo XIX y sobre todas las primeras del siglo XX, se cultivaban en la región algunos cereales y forrajeras, como trigo, avena, maíz y alfalfa y una producción de tipo hortícola mas diversificada si el poblador era europeo y limitada a patatas y arvejas si eran chilenos.

    Se habían organizado en la región grandes unidades económicas pertenecientes a firma inglesas como la Compañía de tierras Sud Argentina; los descendientes directos de indígenas, se encontraban “ubicados” en las llamadas “Colonias Pastoriles Aborígenes” con sus ámbitos de vida delimitados por los “lotes” que les correspondían, aunque todavía contando con los espacios abiertos para el pastoreo de sus animales o para practicar actividades de caza y recolección que se irían limitando paulatinamente con la llegada de los nuevos migrantes, el alambrado de los campos y distintas formas de sujeción económica que los llevaron a la perdida de parte de sus tierras; la Colonia 16 de Octubre -hoy Trevelin- y sus ensanches Norte -donde entre 1905-1906 se mensura y delimita el pueblo de Esquel- y Sur- actual zona de corcovado- contenía, a colonos galeses, chilenos y algunos de otras nacionalidades, dedicados a la producción agropecuaria y ganadera, en la que se comenzaba a vislumbrar un incipiente proceso de industrialización vinculado a la producción harinera.

    Proceso de instalación de los Galeses en Chubut

    La colonia galesa del valle del río Chubut establecida desde 1865, en un momento en que el Estado argentino recién se estaba conformando, se organizó formalmente y se fortaleció a partir de 1880 a partir de esta década se dan no sólo los intentos de exploración y expansión de la colonia, sino también la consolidación del Estado Argentino.

    Los galeses, venidos a la Patagonia con la idea de desarrollar y afianzar si nacionalidad y con ellas sus tradiciones y su lengua, buscan en esta tierra mejorar su nivel de vida. Llegan con la idea utópica de fundar “una Nueva Gales en Sudamérica”, tal como lo dice Lewis Jones en su libro que lleva ese título (Jones, L., 1965)

    Los primeros quince o veinte años se invirtieron n conocer y adaptarse a este nuevo ambiente desconocido, al que habían venido voluntariamente: “el desierto”, idea también sostenida por el Estado argentino. El “Desierto” tenia para los galeses connotaciones bíblicas, de pueblo elegido y de peregrinos. Ellos se veían como “Los hijos de Gomer” [Gomer era la esposa del profeta Oseas, cuyos hijos fueron dispersados por el desierto. Tanto Lewis Jones, como Thumas Jones Glan Camwy (1926) utilizan esta imagen.]

    Por su parte para el Estado Argentino, “el desierto” era un espacio vacío a ocupar, cuyos habitantes “salvajes” eran solo parte de la naturaleza, incapaces de hacer producir las tierras que ocupaban. La mirada de los modernistas y pensadores de la época es una mirada homogenizadora de la cultura, es incapaz de ver al “otro”, al distinto, y diferenciarlo. En este ámbito, los colonos establecen una relación de convivencia pacifica con los habitantes del lugar, los tehuelches, gracias a quienes pueden adaptarse al medio y sobrevivir los primeros tiempos. Este lapso va a caracterizarse también por una confrontación con el Estado Nacional en formación.

    En cuanto a la ocupación y propiedad de las tierras, las promesas fueron precarias y tardaron mucho tiempo en ser concedidas. Esto, de algún modo, retuvo la expansión de la Colonia originaria hacia otros lugares hasta la década de 1880. No obstante, desde 1871 se conocen exploraciones y viajes de reconocimiento hechos por los colonos a distintos sitios de la Patagonia.

    La Colonia del valle se organizó bajo principios comunitarios que permitieron la subsistencia primero, y el crecimiento y el desarrollo económico-social, luego. Fue subsidiada en los primeros tiempos por el Estado Argentino, a pesar de las reservas y tensiones existentes entre éste y los colonizadores. Las mismas se agudizaron con la llegada, en 1876, del Comisario Oneto y se mantuvieron de manera visible hasta que se establece la gobernación del Territorio Nacional del Chubut en 1885 a cargo del gobernador Fontana.

    Hacia 1880, la realidad del Estado argentino cambia y adquiere una estructura administrativa más sólida. Ha iniciado la “Conquista del Desierto” con fines de “inclusión” definitiva de los territorios del sur y termina prácticamente con las poblaciones indígenas de la Patagonia. En esta coyuntura los indígenas solicitan apoyo a los galeses, a través de una carta del Cacique Sayhueque enviada a Lewis jones, esperando las posibilidades de mediación de los colonos fuera efectiva” En esta instancia, los habitantes del valle inferior del río Chubut apelan al gobierno para que culmine este enfrentamiento, para que las campañas no lleguen hasta el valle y para que dejen a sus vecinos indígenas en sus hogares; pero esto no sucede.

    Luego de creado el territorio de la Patagonia en 1878 y tras la conquista del desierto, la ley 1532 del 16 de Octubre de 1884 crea nueve territorios nacionales. Así surge el Territorio Nacional del Chubut, dirigido inicialmente por Luis Jorge Fontana, como primero Gobernador territorial. A partir de aquí se produce un cambio en la actitud de los galeses con el gobierno nacional. La estructura del poder del valle inferior cambió, en Gaiman se organizó el Municipio donde podían participar los colonos y comenzó una nueva etapa de cambios, si bien la Colonia perdió la autonomía del aislamiento recibió a cambio la materialización de su integración al resto de la Republica. A partir de esta época “la interferencia del gobierno aumentó” (Baur; 1954) y según Glyn williams (1975), “la búsqueda de una autogobierno era poco menos que un sueño”

    En oficio del 16 de Junio de 1886, la Gobernación -ante la presión de un grupo de colonos- pidió al Ministerio del Interior que se le autorizara a formar en lo valles andinos una colonia agrícola y pastoril de 50 leguas cuadradas, para lo cual ya había familias dispuestas a establecerse. El 13 de septiembre de ese año se autoriza al gobernador para que permitiera el establecimiento de esas cincuenta familias, sujetas a las leyes que se dictaran sobre Colonización.

    A los colonos se les otorgaban las 150.000 hectáreas perdidas. Llwyd Ap Iwan mensuró la Colonia cumpliendo una resolución del Gobernador Fontana que entregó personalmente los lotes, con un boleto provisorio. Esta situación se mantuvo por más de 14 años, hasta la sanción de la ley 4175 del 30 de Diciembre de 1902, por la que el Congreso autorizó al Poder Ejecutivo para acordar los títulos de propiedad de los lotes de una legua que seguían poblando los colonos ingleses.

    Expansión hacia el Oeste

    Los galeses tenían curiosidad por lo que existía más allá de los estrechos límites del valle del Chubut. Una vez que se contactaron con los tehuelches, estos los alentaron y persuadieron del viaje al Oeste hablándoles de una zona montañosa de vegetación exuberante. La imaginaron como el paraíso, como un paso más en su marcha hacia “la tierra prometida”, imagen bíblica que los había alentado desde sus comienzos.

    A esto, se suma la lectura del libro de George Ch. Musters, relatando su viaje a través de la Patagonia en compañía de los tehuelches, de modo que sabían de la existencia y calidad de las tierras del Oeste. La búsqueda de yacimientos minerales también fue un incentivo y muchos fueron a la cordillera detrás de ese espejismo; aunque se desvaneció, muchos se afincaron como colonos en el área. Ya desde 1876 se consideraba a toda la zona entre el Atlántico y la Cordillera como susceptible de ser ocupada por los colonos, de común acuerdo con el gobierno argentino, dependiendo de los galeses la elección del sitio.

    La costosa adaptación al medio en el valle inferior del Chubut demoró la concreción de la idea de expansión. La ocupación de este territorio se definió en la década de 1870 pero gran parte de los colonos obtendrán sus títulos de propiedad, recién después de 1880; esto desalentó en parte nuevas inmigraciones. A pesar de ello, iniciaron exploraciones para considerar regiones posibles de ser colonizadas. En primera instancia descartaron la zona cordillerana por su lejanía del valle y por la inseguridad de su soberanía política disputada pos los gobiernos de Argentina y Chile. Eligieron entonces el valle del Colgué-huapi y el del Kel-kein para ser poblados y exploraron Puerto Deseado y Santa Cruz.

    Al ver que la independencia como Colonia Galesa no se concretaría los colonos buscaron propiciar, en el menor tiempo posible, la creación de una provincia ya que consideraban que esto les devolvería cierto grado de autonomía. Para ello debían llegar a la cifra de 20.000 habitantes y con esta finalidad se busco atraer más inmigrantes desde Gales (Williams; 1975). Al mismo tiempo algunos colonos sufrían dificultades con el ambiente del valle (falta de tierras cultivables, falta de riego, etc.) y estaban ansiosos por ocupar otras áreas. Los niños arribados en el Mimosa que ya se habían hecho adultos, también necesitaban espacio para independizarse y más tarde se sumará a esto, la necesidad de tierras para las familias que se vendrían a construir el ferrocarril. Además, la intención era propiciar la inmigración de galeses de Estados Unidos y de otras partes del mundo, que quisieran venir a reunirse con sus connacionales para afianzar su nacionalidad.

    La ocupación galesa, patrocinada por el Gobierno Argentino, certificaría la posesión argentina del territorio, haciendo de los galeses un “elemento civilizador” del desierto al mismo tiempo que se construirían en defensores de la soberanía territorial del Estado en esta región. El Estado Nacional veía al indígena como un obstáculo para la integración y ocupación europea de la región. No podemos olvidar que para el gobierno nacional, la geopolítica y especialmente la cuestión de límites con Chile era un elemento muy importante, dentro de su propuesta política.

    La lógica que guiaba las acciones del Estado hace que, para “asegurar” la ocupación de la zona cordillerana, considerara a los galeses como los mejores instrumentos poblacionales de la nueva región que empezaba a ser disputada por el Estado Chileno. A esto se sumó la mirada fundacional de la clase dirigente de la época, que veía en la cordillera la posibilidad de desarrollar un centro económico de importancia en la zona y construir, al mismo tiempo, en palabras de Fontana (v.1977) - “un centinela avanzado que asegure el dominio territorial argentino en el límite con Chile”.

    Desde la mirada del “nosotros” galés, el Oeste se vislumbraba como una posibilidad de refugiarse para defender su cultura ante el avance de los oficiales argentinos en el Valle de Chubut. El “nosotros” argentino veía en estas empresas exploradoras de los colonos, el resultado de un intento de establecer su propio reclamo sobre la Patagonia. De esta suerte de cooperación surge la empresa de Fontana y “los Rifleros del Chubut”, que inician de modo organizado y en alguna forma patrocinado por el Estado, la expansión hacia el Oeste.

    Las narraciones sobre el viaje la elección del sitio a ocupar, así como las peripecias del recorrido son relatados por distintos autores como Egryn Williams, de quien se informa Glyn Williams y los diarios del testigo John D. Evans “el baqueano”, John Murray Thomas y el propio Gobernador Fontana.

    El hombre que contribuyo a que la relación entre los colonos y el Gobernador fuera más fluida y quien hizo los aportes más significativos en la ocupación del Oeste cordillerano fue John Murray Thomas. Llegado desde Gales, en el Mimosa, a los 17 años, con su cuñado Abraham Matthews, a los trece meses se fue a Bs. As. A trabajar en un comercio. Allí no solo aprendió a hablar fluido castellano sino que rápidamente adoptó la nacionalidad argentina. Sus relaciones con personajes de la política nacional le dieron un espacio privilegiado de negociación con la capital nacional. Además de co-dirigir la empresa hacia el Oeste, fue también responsable de la selección de los pobladores de Cwm Hyfryd, el territorio elegido para ser poblado.

    En cuanto a los indígenas, la colonia primigenia contó con su apoyo y desarrolló una convivencia pacífica de acuerdo con los intereses y necesidades de cada una de las partes. En tanto, en la expansión hacia el Oeste, los indígenas habían sido exterminados o reducidos a campos de concentración (campamentos) o reservas y los galeses se convirtieron el elemento poblacional y “civilizador” de los tiempos que siguieron, a pesar de su resistencia al trato y destino que el Gobierno Nacional reservó a los nativos.

    A fines del siglo XIX y principios del Siglo XX, algunos indígenas habitaron el Oeste cordillerano, cuando se asignaron tierras al Cacique Sayhueque y su tribu, desplazados del “País de las Manzanas”.

    La mirada y la actitud del “nosotros” galés del Oeste se modificó respecto de los indígenas que ocuparon esas tierras, como así también la mirada y la situación del indígena que habitó esta región “educido” a vivir en territorios cercados y definidos por el Gobierno Nacional que los incluyó por la fuerza y el sometimiento, luego de la conquista des desierto.

    Indígenas “Privilegiados”

    En cuanto a la exploración y descubrimiento de nuevas tierras por parte de hombres del Estado, estos requirieron buenos conocedores del terreno o “baquianos” y este rol, fue asumido, en líneas generales, por algunos Caciques aliados al gobierno y sus tribus.

    En compensación por estos “servicios” los representantes del Estado establecían vínculos de tipo clientelar con estas agrupaciones a partir del establecimiento de una amplia red de obligaciones y “favores” mutuos que, en muchos casos aplicaron la posibilidad de acceder a la utilidad de tierras en forma de “Colonias Pastoriles Indígenas”.

    Es por ello que el Cacique Miguel Ñancuche Nahuelquir, representante de la agrupación que se radica en Cushamen, Y se analiza a modo de ejemplo, pudo solicitar que se otorguen tierras a fines del Siglo XIX. Contaba con interlocutores válidos con los que había colaborado ganándose, apartir de su incorporación de las tropas del ejército, un lugar de confianza y una posibilidad concreta de negociación.

    Por su parte asi relataba Sabino Nahuelquir (1982): “La colonia se Formó en 1903 o 1902, el Gobierno cedió 50 leguas de campo, vinieron del norte, corridos por la expedición a los pobres paisanos les cortaban la cabeza… Miguel Ñancuche anduvo de Baquiano en el ejército y por eso le dieron las tierras”.

    Conclusión

    Expuesta la información desarrollada, es el turno de dar mi opinión respecto a la postura que había tomado previo al estudio de estos textos.

    Debo decir que mi hipótesis se da por cierta, pero la simplicidad con la que primeramente fue planteada se rompe, ya que las consecuencias de las actuales condiciones de poblamiento según la condición geográfica, se debió a muchos más factores que los pensados con anterioridad.

    Entonces debo concluir que solo por la conveniencia de un Estado según la concepción de los dirigentes políticos contemporáneos, muchas personas deben o debemos pagar esas consecuencias. La diversificación de culturas es un gran problema para nuestro concepto de identidad, pero el mayor problema es que nuestros dirigentes siguen “transformando” nuestro entorno según la conveniencia del Estado, que somos todos.

    Los problemas con la pertenencia de las tierras continúa y el Estado no ha hecho mucho para modificarlo, ya que son “demasiados polos por los cuales equipararse por uno”. El lado de los Indígenas, los “Gringos”, las leyes…

    "Acá alambraron todo lo que quisieron. Si era un lindo valle, le pusieron alambre por eso, si era una pampa hermosa, la cerraron por eso, y a nosotros nos dejaron entre las piedras, en los peores campos. Ahora parece que las piedras también tienen valor".

    En fin, estas tierras no son de absolutamente de nadie, pero a la vez es de todos, por eso debemos de contemplar su belleza y cuidarla, pero cuando nos demos cuenta de eso, tal vez sea demasiado tarde.

    Bibliografía




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    Enviado por:Carol
    Idioma: castellano
    País: Argentina

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