Educación y Pedagogía
Implicaciones educativas de la televisión
ÍNDICE
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SINOPSIS………………………………………………………………………………………… | 2 |
INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD ACTUAL…. | 2 |
EL LENGUAJE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN………………………………….. | 5 |
LA COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LA IMAGEN…........................................ | 6 |
LA TELEVISIÓN. PROGRESO Y REGRESIÓN…………………………………………….. | 8 |
LA AUDIENCIA INFANTIL………………………………………………………….. | 9 |
LA AUDIENCIA ADOLESCENTE Y JUVENIL…………………………………… | 11 |
ANÁLISIS DE UN PROGRAMA EDUCATIVO…………………………………… | 13 |
CONCLUSIONES………………………………………………………………………………. | 16 |
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA… | 16 |
PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO……………………………………………. | 16 |
EL PAPEL DEL EDUCADOR………………………………………………………. | 17 |
LA TELEVISIÓN EN EL AULA……………………………………………………... | 19 |
BIBLIOGRAFÍA / WEBGRAFÍA……………………………………………………………….. | 23 |
No existen problemas,
sólo son pruebas que hay que superar.
(Lizpao)
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SINOPSIS
Esta monografía pretende realizar una síntesis de aquellos aspectos relacionados con los medios de comunicación y la nueva sociedad de la información que más inciden directamente sobre la educación. En la actualidad, y debido al gran desarrollo tecnológico y a las nuevas formas de comunicación, especialmente a través del lenguaje audiovisual, el hombre va perdiendo su capacidad de razonamiento y de abstracción, y con ello disminuyendo su capacidad intelectual. Además, socialmente, estamos entrando en una dinámica de pérdida de valores y de principios éticos, a consecuencia de la banalización que de los mismos se está auspiciando desde determinados medios de comunicación, especialmente la televisión. Todo esto está provocando cambios sustanciales en la educación de las nuevas generaciones con consecuencias imprevisibles para el futuro de la sociedad.
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INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD ACTUAL
El hombre ha conseguido, a través de los últimos cien años de progreso tecnológico, cambiar drásticamente su forma de vida, al menos en los países más avanzados. Estos cambios inciden notablemente en su calidad de vida, en el desarrollo económico, en las relaciones sociales, en su forma de pensar y actuar, en definitiva, en su desarrollo como persona a lo largo de toda su vida. Uno de los desencadenantes de este cambio, ligado estrechamente al progreso tecnológico, es el gran avance de los medios de comunicación. Desde la invención de la imprenta por Gutemberg a mediados del siglo XV, cuando el hombre empezó a intercambiar información en soporte escrito, y hasta la actualidad, el proceso ha sido prácticamente imparable, si bien en los últimos cuarenta o cincuenta años, con el descubrimiento de la informática y más tarde Internet, el avance en el desarrollo de los medios de comunicación ha sido aún mayor.
La nueva sociedad de la información, como ha empezado a llamársela desde hace tiempo, nos ofrece un mundo lleno de datos, números e imágenes, que nos llegan desde los lugares más diversos y de forma más o menos inmediata. Todo ello ha cambiado la percepción que los humanos tenemos de nosotros mismos, pues ya no es tan determinante la influencia de nuestro entorno cercano, ahora somos vulnerables a todo lo que sucede en cualquier parte del mundo. Estamos perdiendo las señas de identidad propias de cada comunidad o cultura en favor de una sociedad globalizada y universal. Esta globalización nos hace ser conscientes de las diferentes sociedades pero no por ello disminuye o repara las peculiaridades y dificultades que nos distinguen a ricos y pobres. «…las fronteras creadas por la disparidad económica, lejos de suavizarse, en ocasiones se vuelven más ásperas debido al desigual acceso a los recursos mediáticos y tecnológicos.» (Trejo Delarbre, 2003: 368).
El hombre llega a sentirse abrumado con la cantidad de información que está a su alcance y con la que convive diariamente en todos sus escenarios vitales. La cantidad de datos es tal, que es imposible digerirlos de una manera global, con lo cual, cada vez nos vemos obligados a seleccionar más aquella información que nos llega, obviando muchas veces el resto. Precisamente, uno de los trabajos de nuestro cerebro consiste en filtrar y seleccionar las percepciones que le llegan del mundo exterior. Si no lo hiciéramos así, nuestra adaptación a lo real se vería amenazada. La seguridad, las utilidades, las intenciones o los deseos seleccionan nuestras sensaciones y censuran todo lo que no es pertinente con respecto a las exigencias vitales. Este dispositivo está empezando a fallar con la actual sobreabundancia de información a la que estamos sometidos en los países avanzados. De esta situación de hiperinformación se desprende una desadaptación a lo real, lo que está generando deficiencias y lo que casi podríamos llamar una enfermedad social.
Aunque la tecnología actual permite que se transmita y se consuma información desde cualquier parte del mundo, lo cierto es que la gran mayoría de ésta procede y se consume en unos cuantos países, las metrópolis culturales que también lo son en el plano económico, ahondando aún más en las diferencias entre ricos y pobres. Así tenemos que los contenidos de las series televisivas o las películas más difundidas, las agencias de información más importantes y, aún en mayor número, las páginas web más visitadas, proceden de los países más desarrollados.
Las posibilidades de interacción que ofrecen los nuevos medios de comunicación como Internet, en el cual teóricamente es posible que nosotros elaboremos nuestros propios mensajes y contribuyamos a incrementar el caudal de datos en la red, no están siendo utilizadas. La gran mayoría de los internautas son consumidores pasivos, como ha ocurrido con otros medios de comunicación “más antiguos” como la televisión o la radio.
Otro rasgo importante de la nueva sociedad de la información, y que surge como consecuencia de la pasividad descrita anteriormente, es la escasa capacidad de reflexión y actitud crítica ante los contenidos que los medios de comunicación ponen a nuestro alcance. Desde la publicidad de los grandes consorcios mediáticos hasta la manipulación por parte de los poderes públicos, estamos siendo objeto de una constante manipulación que hace que predomine la alienación de las ideas, el consumismo y el intercambio mercantil en detrimento de la creatividad y de nuestra capacidad de razonar.
A pesar de todo lo expuesto, y lejos de caer en una actitud extremadamente pesimista, no podemos dejar a un lado los innumerables beneficios que para la sociedad ha supuesto el avance de la tecnología y los medios de comunicación en campos como la medicina, la economía, los transportes, la educación,… contribuyendo a mejorar, y mucho, la calidad de vida del hombre. No olvidemos que en la era actual la especie humana ha llegado casi a triplicar su esperanza de vida y en unas condiciones impensables en cualquiera de los tiempos pasados. También estas nuevas tecnologías, a pesar de que su disfrute esté injustamente repartido por el planeta, está originando una nueva solidaridad globalizada a través del acercamiento a las realidades sociales lejanas (guerras, catástrofes, hambre,…) originando en nosotros, como consumidores de los medios de información, una sensibilización por los problemas sociales y la posibilidad de tomar parte en diversos mecanismos de ayuda dirigidos a los más desfavorecidos. Como ejemplos se pueden citar las campañas de “ciberdonativos” a través de Internet para paliar el hambre en el tercer mundo o la más reciente, de ayuda a los damnificados por el tsunami en el océano índico, promovida por una cadena de televisión y las empresas de telefonía móvil en la cual cualquier ciudadano colabora económicamente a través del envío de mensajes SMS cuyo coste pasa directamente a una ONG que trabaja in situ.
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EL LENGUAJE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Los medios de comunicación proporcionan modelos de identidad a diferentes niveles: personales, profesionales, culturales, … También son unos de los principales constructores de estereotipos sociales y de la identidad cultural. En este proceso generan y utilizan un determinado lenguaje, transmiten proposiciones teóricas y conocimientos estructurados e instauran referentes simbólicos. Los medios de comunicación de masas no utilizan estrategias racionales sino emocionales, basadas en la seducción. Ante un discurso lineal, verbal, racional, la mente humana puede levantar filtros y ejercer con cierta facilidad una crítica y una valoración. Sin embargo, un discurso basado en la seducción, tiene la característica de poder esquivar los filtros mentales, haciendo llegar los mensajes con mucha más facilidad. Ante esas estrategias no estamos acostumbrados a levantar filtros y a poner en marcha elementos críticos. De la misma manera que hemos aprendido a ver e interpretar metáforas, hipérboles, comparaciones o conceptos abstractos en el lenguaje escrito debemos aprender a leer las modulaciones del lenguaje de los medios de comunicación: los valores y contravalores, el fetichismo, la transferencia emocional,… De la misma manera que cuando leemos un texto literario, histórico o filosófico ponemos atención al contexto que ha generado dicho texto o lo visualizamos a través de nuestra imaginación, de la misma manera deberíamos leer los medios de comunicación, intentando descifrar lo que no sale explícitamente, sobre todo en los medios con imágenes, es decir, quién relata, quién produce, quién está detrás del acto comunicativo. Sólo así podremos relativizar y entender mejor lo que se nos transmite, en beneficio de una identidad personal y social más madura.
Una nueva alfabetización, basada en la decodificación de los mensajes que se emiten a través de los medios de comunicación, es necesaria para que las nuevas generaciones tengan una formación específica como telespectadores y navegantes, como consumidores de los medios de comunicación de masas que son. Una formación que les aporte elementos para establecer una crítica racional ante la avalancha de información que les llega por vía emocional.
LA COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LA IMAGEN
Hay una idea que ronda desde hace algunos años a todos los que se dedican a la educación: los niños que se han criado desde pequeños con la televisión tienen cada vez menos capacidad para comprender, exponer y configurar ideas abstractas. Sólo asimilan conceptos a través de imágenes. Por ello, los libros de texto se han llenado de imágenes: porque ahora nadie comprende un experimento, una teoría o un idioma si, simplemente, se le describe el significado con palabras. “Ver es comprender”, es el nuevo lema, despreciando el enunciado de Descartes que sugería que los sentidos engañan y que sólo se llega a la verdad desde el pensamiento racional y abstracto: “Pienso, luego existo”, concluyó el filósofo francés.
Pero la tendencia en la nueva comunicación es la contraria: “lo que se ve en la televisión es lo que existe”. Teniendo en cuenta que en todos los países desarrollados, y en casi todos los que están en vías de desarrollo, la televisión es un medio habitual en los hogares, podría establecerse la hipótesis de que en estos comienzos del siglo XXI la mayoría de las generaciones está perdiendo la capacidad y el interés por la abstracción. En algunos países, como Estados Unidos, donde la televisión se implantó antes, esa generación es la nacida antes de los años 50. Es decir, que comenzamos una etapa histórica y vital del ser humano como especie, en la que prácticamente toda la población que toma decisiones está influenciada por la cultura televisiva desde pequeños. La televisión se ha convertido en un instrumento que mengua la capacidad de pensamiento abstracto de la población, impidiendo que desarrolle su capacidad de razonamiento más allá de lo que ven sus sentidos.
En este contexto, los métodos pedagógicos actuales han tenido que adaptarse a la nueva situación y desde hace años se enseña a leer a los niños a partir de imágenes. Incluso está demostrado, desde el punto de vista fisiológico, que los niños que ven la televisión desde muy pequeños, antes de aprender a leer, acostumbran su ojo a una determinada velocidad de recepción y que, posteriormente, cuando comienzan a leer se aburren porque la velocidad y el enfoque del ojo son distintos para la lectura que para la visión de imágenes televisivas.
Esta hipótesis de la pérdida de capacidad de abstracción la tienen muy en cuenta muchos pedagogos y, sobre todo, hablan mucho de ella los profesores de matemáticas y física. Según relata en su libro Homo videns, el ensayista italiano Giovanni Sartori, profesor en las universidades de Florencia (Italia) y Columbia (Estados Unidos), la especie humana está evolucionando hacia una nueva especie denominada como el propio título del libro: homo videns, en referencia a la preponderancia y supremacía de la imagen en nuestra nueva cultura:
“La televisión es «ver desde lejos» (tele), es decir, llevar ante los ojos de un público de espectadores cosas que puedan ver en cualquier sitio, desde cualquier lugar y distancia. Y en la televisión el hecho de ver prevalece sobre el hecho de hablar, en el sentido de que la voz del medio, o de un hablante, es secundaria, está en función de la imagen, comenta la imagen. Y, como consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un animal simbólico. Para él las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que las cosas dichas con palabras. Y esto es un cambio radical de dirección, porque mientras que la capacidad simbólica distancia al homo sapiens del animal, el hecho de ver lo acerca a sus capacidades ancestrales.” (Sartori, 2003: 30-31).
Aunque parezca un poco exagerada esta hipótesis, si es verdad que se están produciendo cambios sustanciales en nuestra fisiología en cuanto a la disminución de la capacidad de abstracción como consecuencia de la nueva cultura audiovisual. Es más, existen datos empíricos como la drástica disminución de los estudiantes de ciencias abstractas (física, química y matemáticas) en Europa y Estados Unidos que avalan estas teorías.
Aparte de toda esta reflexión sobre la cultura televisiva, no hay que olvidar otra de las consecuencias del uso de la imagen por los medios de comunicación referidas a su utilización en beneficio del poder. Éste usa la televisión y los otros medios de comunicación para manipular y alienar a los ciudadanos pasivos con consecuencias políticas y sociales importantes. Así, Ramón Reig, escribe en su libro Dioses y diablos mediáticos. Cómo manipula el poder a través de los medios de comunicación, : «Occidente en general, empezando por Estado Unidos, posee una estructura económico-mediática con la CNN como símbolo de ubicuidad permanente, pero controlada por el Poder» (Reig, 2004: 305).
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LA TELEVISIÓN. PROGRESO Y REGRESIÓN
El hombre sólo se diferencia del resto de los animales en que su cerebro tiene la capacidad de tener pensamientos abstractos y de escribirlos: es decir, transmitirlos y conservarlos mediante símbolos también abstractos. Esta “extraña” capacidad le ha permitido volar, correr más rápido que ningún animal, comunicarse desde sitios muy lejanos de forma instantánea,... En una palabra: ha permitido que una especie que físicamente no destacaba por nada y que, incluso, tenía una “tara evolutiva” -sus crías nacen muy desvalidas-, se convierta en la hegemónica. Su verdadero despegue se produjo hace unos 3.500 años con el nacimiento de la escritura, tuvo un avance importante hace 25 siglos con el nacimiento del pensamiento racional en la Grecia Clásica y se consolidó hace unos tres siglos con el nacimiento de la ciencia moderna. Todo lo sublime en estos siglos, desde la poesía hasta la arquitectura, desde las matemáticas hasta la filosofía o la religión ha tenido su base en la abstracción y en una de sus manifestaciones: el simbolismo. Incluso la pintura y la escultura pueden ser definidas como el camino de la abstracción, por ejemplo en el desarrollo de la teoría de la perspectiva, para imitar y a veces mejorar la realidad. El pensamiento racional es por tanto muy importante y de aquí deriva otra de las características que distinguen al homo sapiens: que no es su capacidad de comunicarse con otros individuos de su especie, porque eso también lo hacen otros animales, sino la capacidad de “comunicarse consigo mismo”.
En la actualidad, el consumo masivo de los medios, y entre ellos especialmente el de la televisión por ser el más generalizado y estar al alcance de prácticamente toda la sociedad, puede estar socavando los cimientos que han hecho posible al homo sapiens de los últimos 35 siglos: los cimientos del pensamiento racional. Estas nuevas formas de comunicación eliminan el simbolismo abstracto y, como han demostrado los antropólogos, nuestra capacidad craneana por sí sola no nos sirve de mucho si nadie nos enseña desde pequeños cómo utilizarla para dominar el pensamiento racional y la abstracción.
LA AUDIENCIA INFANTIL
La educación implica favorecer es desarrollo integral de la persona partiendo de sus propias necesidades, apoyando su crecimiento físico y psíquico, permitiendo el ejercicio de todo un potencial de habilidades, sirviendo a una socialización que haga consciente al individuo de su papel en el mundo y de la necesidad de relacionarse con los demás desde la solidaridad, el respeto y la tolerancia. Educar es comunicar el afecto, es también ayudar a construir la sensibilidad, fomentar la creatividad, formar la autoestima y enseñar a mirar el mundo desde la emoción y, al mismo tiempo, dar estímulos para que la propia persona sepa canalizar esas emociones y vivir en sociedad.
La educación deber servir para estimular la búsqueda del propio aprendizaje de la persona y que ésta construya su deseo de aprender. No se puede imponer el aprendizaje desde fuera, hay que ayudar a que se construya desde dentro. En los últimos tiempos, las políticas educativas se han limitado a dos aspectos fundamentales: la búsqueda de la eficacia y el rescate de la disciplina y la autoridad como objetivos prioritarios en el proceso educativo.
Si bien los sistemas de enseñanza, en parte, han dejado de lado aspectos educativos fundamentales, mucho se podría decir de la televisión como servicio público y como agente educativo. Ésta está presente en la vida del niño desde los primeros estadios de su desarrollo y lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones, sólo atiende a criterios comerciales de búsqueda de audiencias sin prestar atención a su función educativa o formadora.
España es un ejemplo de cómo las diferentes cadenas de televisión, públicas y privadas, no han sabido atender a las necesidades del público infantil. Desde la segunda mitad de la década de los noventa se está produciendo una progresiva eliminación de programas infantiles. En lugar de éstos y ocupando su horario, es decir, las tardes, en las cuales desde el ámbito familiar no se controla o se estimula a los niños para que hagan otra cosa que no sea ver televisión, se están programando magazines dedicados a una audiencia más amplia y rentable desde el punto de vista publicitario. Estos programas, además, en la mayoría de los casos, contemplan contenidos no adaptados para una audiencia infantil poniendo al descubierto ante los ojos del niño la vida entre bastidores de los adultos con todas sus miserias, incompetencias, rivalidades y exponiendo abiertamente situaciones o conductas de violencia física o verbal, historias escabrosas con aireación o banalización de contravalores, de exhibición de la intimidad como espectáculo y de pérdida de dignidad personal,… Los niños son espectadores pasivos de estos programas y generalmente no cuentan con un adulto cerca que les explique dichas situaciones o le ayude a verlas de una manera crítica. Por otro lado, también en los últimos años, se están emitiendo programas diseñados para la audiencia infantil y con pretensiones educativas, fundamentalmente en horario matinal de fin de semana, llamados programas contenedores, de larga duración y con diferentes secciones como dibujos animados, series, actuaciones, etc. Dichos programas no son más que un pretexto para incluir, entre los distintos segmentos, grandes bloques de publicidad especialmente dirigidos a promover el consumo infantil. Y es que los niños empiezan a mirar la televisión con atención hacia los tres años de edad, cuando ya saben captar los productos y anuncios y tienen sus programas preferidos. El actual protagonismo del niño y su entorno en el ámbito familiar ha dado lugar a que la industria publicitaria se interese por él como magnífico promotor de ventas y seguro consumidor. Por carecer precisamente de una capacidad crítica y poseer un alto nivel emocional e imaginativo, es el blanco idóneo, objetivo-diana en el argot publicitario, de los mensajes comerciales. Más todavía cuando se le utiliza como actor publicitario, que tendrá una evidente influencia sobre los telespectadores de su misma edad.
Los niños hasta los cinco años experimentan un espectacular proceso de atracción hacia la pantalla del televisor. Según estudios estadísticos el tiempo que dedica a la pequeña pantalla crece rápidamente hasta los cinco años, luego sigue creciendo suavemente o se estabiliza en la edad escolar hasta los diez años y comienza a declinar en la adolescencia, a medida que va completando su universo social familiar con el de los amigos. Antes de cumplir los quince años, un niño habrá visto la televisión un tiempo equivalente a diecisiete meses, casi un año y medio de su corta existencia. Durante su etapa escolar pasan más horas delante del televisor que en la propia escuela, lo que debe llevarnos a pensar si este medio está realmente compitiendo con el colegio a la hora de educar y si el tipo de información y educación que reciben a través de él es el más idóneo. Si en lo adultos estamos sufriendo el impacto de la televisión de tal manera que acabamos adoptando pautas de comportamiento y formas de pensar inducidas por este medio de comunicación, ya que no estamos preparados para saber ver, escuchar y mirar la televisión, ¿que no pasará con la aún más indefensa audiencia infantil?. Es preocupante, por tanto, la influencia que este medio de comunicación puede ejercer en una etapa tan crucial en la formación y evolución de la persona como es la niñez.
LA AUDIENCIA ADOLESCENTE Y JUVENIL
La adolescencia corresponde a una etapa compleja en la vida de la persona caracterizada por la evolución del pensamiento y la afectividad que permiten al individuo un equilibrio superior que el obtenido durante la infancia. La adolescencia no es simplemente una crisis pasajera que separa la infancia de la edad adulta. Hay un paso del pensamiento concreto al pensamiento formal, es decir, el joven es capaz ya de elaborar teorías abstractas y de edificar a voluntad reflexiones. Estas funciones intelectuales constituyen la base psicológica del proceso de la formación de conceptos. Tomando como referencia la afectividad, el adolescente necesita conquistar su propia personalidad y verse inserto en la sociedad adulta. Se produce una organización autónoma de las reglas, una jerarquización de los valores y el planteamiento de un “programa de vida”. También experimenta un exacerbado deseo de “transformación del mundo” que puede manifestarse para un mismo ámbito en forma de tendencias totalmente contradictorias. Tanto puede declinarse por convicciones religiosas fuertes como por todo lo contrario, sentir admiración por sus padres como sustituir esta figura por otros ídolos, etc. En cuanto a su vida social pasan por dos fases, una inicial de comportamiento asocial o aislamiento y otra en la que se abre a los iguales para compartir sus ideas y pautas de cambio o transformación. Toda esta amalgama de circunstancias confiere a los adolescentes un cierto estado de conflicto consigo mismos y de inconformismo con la sociedad en general. Se enfrentan constantemente aquellas normas sociales con las que están en desacuerdo en su afán de búsqueda de la propia identidad y exigen que se les acepte tal y como son para aumentar su autoestima.
Este mundo tan complejo de los jóvenes es aprovechado por la nueva sociedad de la información, los medios de comunicación y las multinacionales del consumo. El joven se ha convertido en el cliente por excelencia de la publicidad comercial que impone las modas, las marcas, los estilos de vida,… Todo este bombardeo se produce desde los medios y especialmente la televisión por ser el más accesible, aunque no podemos olvidar la enorme influencia que en los últimos años está teniendo internet y las nuevas tecnologías.
Los jóvenes, y cada vez más los niños, son los principales usuarios de estos medios y por lo tanto, los más vulnerables a entrar en la vorágine del consumismo y de la influencia de los poderes mediáticos. Por ello y ante la ausencia de criterios propios, caen fácilmente en las modas impuestas desde cualquier ámbito comercial (ropa, electrónica, telefonía, música,…) convirtiéndose en los consumidores estrella y blanco de cualquier campaña publicitaria tanto explícita como encubierta. Con respecto a la televisión, resulta curioso además observar como las estrategias publicitarias utilizan cada vez más las caras jóvenes para publicitar todo tipo de productos, incluso aquellos que no están dirigidos específicamente a la población adolescente, como si quisieran ir alienándolos prematuramente y garantizar futuros consumidores adultos.
Otro factor importante que regula este consumo es la nueva forma de socialización, después de la familia y la escuela, que aparece en la vida de los jóvenes y los fuertes vínculos entre ellos. Según esto: “L@s adolescentes consumen, principalmente, para ser aceptad@s por su grupo de iguales. También consumen para relacionarse socialmente en los espacios de ocio como bares, centros comerciales, o la propia calle”. (Osuna, 2003: 311)
Los jóvenes también son consumidores pasivos de determinados programas televisivos que influyen notablemente en su forma de interactuar con los adultos, con sus iguales y con la sociedad. Algunos de estos programas atraen a los jóvenes, aprovechando ese estado de inconformidad que les caracteriza, con contenidos y argumentos contrarios a la sociedad del bienestar y transgresores con las normas y valores sociales, incluso sirven como fomento de la mala educación y la vulgaridad. Y estos adolescentes, quizás debido al consumo televisivo precedente durante la infancia, y también al carecer de una formación y herramientas que los diferentes estamentos educativos (familia y escuela) no les han sabido dar para ser televidentes serios, caen seducidos ante la emotividad, la impulsividad y la irracionalidad. Son incapaces, en la mayoría de los casos, de realizar un análisis crítico o reflexivo sobre lo visto, quedándose en un pobre nivel descriptivo o anecdótico. Incluso tratándose de otros programas más serios como pueden ser los informativos suelen limitarse a un análisis de elementos escabrosos o de la simple morbosidad de las noticias. El adolescente se enfrenta diariamente ante un dilema generado entre el mundo de valores educativos que le muestran profesores y padres y el mundo de los valores negativos dominantes en la sociedad que los adultos toleran. Los medios de comunicación, y especialmente la televisión, se convierten en referentes fundamentales que ponen de manifiesto determinadas formas de vulgaridad que prevalecen en la sociedad actual y que desgraciadamente se están convirtiendo en un estilo de vida.
Siguiendo el argumento anterior y extendiéndonos más en el análisis de la televisión encontramos lo que los sociólogos o filósofos han denominado telebasura dando lugar a programas donde el mal gusto y la falta de escrúpulos son una tónica dominante con la única intención de vender un producto fácil a una audiencia que cada vez está más indefensa culturalmente para hacer frente de manera crítica a esos contenidos. Según describe el periodista Carlos Elías: “…definimos la telebasura como aquella que bajo la apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, difunde programas en los que se regodean con varios temas: con el sufrimiento, con muestras sórdidas de la condición humana y con exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos. Su objetivo: desencadenar una dinámica en la que el circense “más difícil todavía” anuncia una espiral sin fin para sorprender y captar al espectador.” (Elías, 2004: 18).
Este tipo de televisión afecta a todos los sectores de la sociedad pero creo que a los educadores debe preocuparnos especialmente la influencia que sobre la formación de nuestros jóvenes está ejerciendo y las consecuencias socioales que tendrá en el futuro.
ANÁLISIS DE UN PROGRAMA EDUCATIVO
Hasta ahora he analizado las consecuencias negativas que la televisión puede ejercer, especialmente en niños y jóvenes por ser la población más vulnerable y la que, a mi juicio, más debe preocuparnos y sobre la que hay que actuar desde el ámbito educativo. Pero no quiero acabar este apartado sin una dosis de optimismo y hacer referencia, por lo menos, a un programa de televisión, de entre varios que pueden encontrarse diseminados por las distintas cadenas, que obedece a unos criterios educativos de gran calidad, serio, ameno y especialmente interesante para la audiencia juvenil: El escarabajo verde.
Entidad televisiva: Televisión Española - TVE 2
Día y hora de emisión: jueves, 16:45 h.
"El Escarabajo Verde" es un programa divulgativo que nació en mayo de 1997 y está dedicado fundamentalmente a la naturaleza, la fauna y la flora, y la ecología, además de prestar atención a la antropología y la cultura. Tiene como objetivo la sensibilización y mejora del entorno natural y el medio ambiente desde una visión crítica. También apuesta por la mejora de la calidad de vida, ya que muchos aspectos relacionados con la ecología tienen incidencia directa en nuestro bienestar. Los televidentes descubren a través del mismo que la ecología es interesante, solidaria y útil. La preparación de los programas combina el espíritu de los grandes documentales sobre La Tierra (que despiertan generalmente la fascinación de los telespectadores) con una mecánica de concurso ágil y entretenida. Sobre esta configuración se pretende despertar el interés de la audiencia hacia los aspectos más curiosos y sugestivos del planeta: fauna salvaje, pueblos y culturas exóticas, pueblos o comarcas del ámbito rural interesantes desde el punto de vista natural y cultural, curiosidades y descubrimientos científicos,.... En sus reportajes se refleja espontaneidad, naturalidad... para que el espectador se sienta identificado con lo que ve. Se persigue un acercamiento de las personas a su entorno para que lo valoren y respeten.
Aspectos educativos relevantes:
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Rigor científico - sus reportajes se basan en experiencias científicas, con un análisis exhaustivo y razonado de los hechos.
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Respeto hacia el patrimonio - muestra y analiza el patrimonio histórico-cultural de los pueblos, ciudades, áreas geográficas, enclaves naturales,… incidiendo en la importancia que tienen para la población determinados valores como el respeto y la conservación de dicho patrimonio como seña de identidad propia.
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Tolerancia y solidaridad - Analiza y acerca otras culturas, otras formas de vida, otras realidades, marginalidades, etc. haciéndonos conscientes de la necesidad de aceptar, respetar, ayudar y aprender a vivir con nuestras diferencias.
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Conservación del medio ambiente - Es el aspecto más relevante del programa y persigue una búsqueda de información seria, una concienciación y una sensibilización por los temas medioambientales, especialmente incidiendo en los problemas de contaminación, la alteración del medio por las actividades humanas, la preservación de los espacios naturales, la sostenibilidad, etc.
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Espíritu crítico - esta es una dimensión sumamente importante en la actual sociedad de la información, pues pocos programas de televisión como éste dejan a un lado la concepción del espectador como un mero consumidor pasivo de publicidad y contenidos de dudosa calidad para estimular su capacidad analítica y crítica ante determinados temas, en este caso socioambientales.
Posibles destinatarios: "El Escarabajo Verde" no es sólo un programa para ecologistas. Tiene un guión que huye de planteamientos científicos inaccesibles para la mayoría de la población y no abusa de tecnicismos. Sus contenidos quieren llegar a un sector amplio y no especializado de la sociedad, desde jóvenes entre los 12 - 14 años en adelante. Supone un recurso educativo ideal dentro del ámbito familiar pues, por su formato y horario, propicia un espacio para la interacción entre los diferentes miembros de la familia a través del análisis y debate de los temas que aborda.
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CONCLUSIONES
Quiero acabar esta monografía planteando los aspectos que, como futuro educador social, considero debieran formar parte de cualquier intervención educativa que contemple a los medios de comunicación y, especialmente la televisión, como una herramienta más de ayuda en su formación como personas intelectualmente competentes.
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA
Es necesario desarrollar, desde las diferentes instituciones educativas estrategias concretas para paliar esa pérdida de pensamiento racional en los niños y adolescentes. No se trata de luchar contra el periodismo, sino de usar sus técnicas para mejorar el aprendizaje. Una buena utilización de los medios tanto escritos como audiovisuales en la enseñanza mejorará substancialmente la disposición a la lectura y, sobre todo, las técnicas de redacción, así como la capacidad para discernir y reflexionar sobre aquello que se ve a través de una pantalla de televisión u ordenador. Este uso de los medios de comunicación como herramienta educativa puede incidir en una reducción del fracaso escolar, fenómeno que ha crecido en los últimos años de forma alarmante y con consecuencias imprevisibles para nuestra sociedad. Ante estas exigencias de la comunidad educativa de la nueva sociedad de la información surge una nueva disciplina, la educomunicación.
PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO
La educación en medios de comunicación tiene que convertirse en un nuevo reto para las instituciones escolares. A los alumnos hay que dotarles de las herramientas necesarias para que puedan conocer, comprender e interpretar juiciosamente el mundo que les ha tocado vivir. No es suficiente tener acceso a los medios y la tecnología, hay que aprender los procedimientos para poder usarlos de forma crítica, creativa y enriquecedora. Habrá que acercarse a las fuentes de la información, los soportes de la misma, los procesos de construcción de la noticia, los géneros periodísticos, las empresas de la información,… Es necesario desarrollar una nueva alfabetización audiovisual que permita la comprensión del lenguaje escrito conjuntamente con el visual. Adquirir una nueva competencia comunicativa para una nueva decodificación de la realidad que esté al margen del acoso y manipulación del que somos objeto por parte de los medios. “…ya no es suficiente saber leer y escribir códigos lingüísticos para comprender la realidad. Aquel individuo que no tenga los instrumentos para decodificar los mensajes de los medios puede llegar a ser identificado como un nuevo tipo de analfabeto.”(Aparici, 2003: 404)
Como eje transversal del currículum, la educación en medios de comunicación, debe estar presente en todas las áreas y los niveles del sistema educativo. Desde la niñez y hasta la adolescencia, los alumnos deben ir aprendiendo paulatinamente los conceptos, actitudes y valores consustanciales a los medios de comunicación y que éstos transmiten a la sociedad.
La educomunicación debe permitir el conocimiento necesario para alcanzar a entender los problemas claves del mundo, explicar y hacer visibles conceptos como el contexto, lo global, lo multidimensional o lo complejo, fomentando una inteligencia general que despierte la curiosidad intelectual y la necesidad de cuestionar cualquier suceso vital. Según Morín “…es un deber de la educación armar a todos para el combate vital a favor de la lucidez” (Morín, 2001: 21)
EL PAPEL DEL EDUCADOR
La sociedad debería valorar, por su importancia estratégica y contribución de futuro, el trabajo de los profesionales de la enseñanza. Frente a la creciente preocupación sobre cual debería ser el papel de los docentes en relación a los medios, no podemos dejar de pensar en la reiterada demanda que continúa recibiendo la escuela, transformada, a veces en la “última vía de salvación” que la sociedad, o parte de ella, cree que queda. Y es que sigue recayendo en los educadores, una vez más, la responsabilidad de reparar los males y la crisis de valores que nos afectan socialmente. Esto influye en autoestima y, en muchos casos, origina sentimientos de frustración como profesionales que no pueden dar solución a los problemas que, o bien son fruto de la dejación de responsabilidades básicas por parte de los padres, o bien consecuencias de los contravalores transmitidos a través de los medios de comunicación.
El papel de los educadores debe ser el de enseñar, acompañar, orientar y construir conjuntamente con sus alumnos una mirada comprensiva del mundo, de su historia, de su presente y de sus perspectivas. Vivimos en la era de la información y no se puede seguir considerando a los medios de comunicación como un instrumento de alienación al servicio del sistema, ni tampoco culparles de todos nuestros males sociales. Pero el educador no puede tratar de forma paternalista ni proteger a los niños y adolescentes frente a esta agresión, debe darle la vuelta a todo esto, sacarle el mayor partido posible, aprovechar la potencialidad educativa de los medios y dar a los alumnos los instrumentos para que puedan usarlos de manera crítica e inteligente. Está más que comprobado en diversos estudios que los jóvenes de hoy en día pasan mucho más tiempo en contacto con la televisión, Internet, juegos electrónicos, ... que el que dedican a la lectura, los museos, los conciertos o el deporte. Es una realidad que hay que aceptar y el papel de los adultos, tanto docentes como familias, no pasa por prohibir o limitar su uso de forma arbitraria. Pasa más bien por ayudar a usar estos medios de forma racional y mesurada. Esto requiere, por tanto, una especialización del docente como agente educativo en la nueva sociedad de la información. Debe saber cómo funcionan los medios, cómo representan el mundo, cómo construyen el puente que existe entre la realidad y nosotros. Se debe enseñar que detrás de los medios existen personas, empresas e intereses ocultos que determinan quién y qué se comunica. Los docentes deben ayudar en los procesos de alfabetización escritos y audiovisuales y aprovechar las nuevas tecnologías para procurar una transformación de la información en conocimiento. Pero el gran esfuerzo que supone este nuevo reto no debe ser responsabilidad única de los educadores y de los centros de enseñanza. Paralelamente tiene que existir una implicación social por parte de la familia y de las instituciones públicas y privadas para que proporcionen apoyos, condiciones, estímulos, espacios, formación y medios económicos necesarios para poder emprender esta reforma educativa. Hay que facilitar el reciclaje de aquellos docentes interesados, potenciar la investigación y apoyar la puesta en marcha de experiencias innovadoras en este campo.
LA TELEVISIÓN EN EL AULA
En este último apartado de conclusiones esbozaré una estrategia concreta para paliar, desde la educación, esa pérdida de pensamiento racional en los adolescentes. No se trata de luchar contra la televisión o los medios de comunicación, sino de usar la misma para mejorar el aprendizaje. Esta estrategia pedagógica sería interesante por varias razones. La primera porque enseñaría a los alumnos a “ver televisión” de forma constructiva. Y, en segundo lugar, porque se aprovecharía el potencial didáctico de este medio para el aprendizaje en las diferentes áreas del currículo escolar incidiendo en una mejora substancial de la calidad de la enseñanza.
Es además necesario que los profesores sean conscientes del cambio que se les exige en su faceta de docentes y su deber de involucrarse de manera activa en una sociedad cada vez más influenciada por el poder de los medios de comunicación.
Objetivos
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Considerar el potencial didáctico de la televisión como una herramienta auxiliar de las tareas educativas tradicionales.
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Propiciar en los alumnos un uso racional y formativo de la televisión así como la autorregulación en el consumo de la misma.
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Utilizar este medio como un elemento de motivación capaz de contextualizar la información proveniente de los diversos ámbitos sociales.
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Favorecer los tratamientos interdisciplinares.
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Dotar a los alumnos de las competencias necesarias para que sean televidentes activos, participativos y críticos.
Contenidos
Si consideramos la televisión como una actividad escolar, es obvio que necesitaremos un planteamiento metodológico de la misma. En él se deben conjugar los razonamientos de índole pedagógica con el uso de este medio de comunicación. En este sentido esta actividad debe desarrollar los siguientes contenidos:
Contenidos conceptuales
Los alumnos, desde niños y en su casa consumen, a veces compulsivamente, horas y horas de televisión. Para realizar un nuevo acercamiento de forma menos pasiva a este medio de comunicación, es importante el aprendizaje, guiado por sus profesores, de los siguientes conceptos:
Conceptos relacionados con teoría e historia de la comunicación:
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Breve historia de las formas de comunicación y de información.
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Diferentes formas y teorías que explican el hecho comunicativo.
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Estudio de los diferentes lenguajes comunicativos y de su uso en los medios de comunicación.
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Breve descripción de lo que representan y significan los medios de comunicación en la actualidad.
Conceptos relacionados con el lenguaje:
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Diferenciar los estilos periodísticos: crónica, reportaje, opinión, entretenimiento, noticia, etc.
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Pautas de redacción en el estilo periodístico. Importancia de la fluidez del lenguaje.
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Tratamiento de la imagen.
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Análisis del mensaje audiovisual. Significado y comprensión del mismo.
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Detección y estudio de los fallos más frecuentes de orden gramatical, sintáctico y léxico en los distintos medios de comunicación.
Conceptos relacionados con las tecnologías de la información:
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Breve historia de la imprenta y de los medios audiovisuales.
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Familiarización con los conceptos que se utilizan en la jerga periodística y en el medio televisivo.
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Estudio de las implicaciones que ha tenido para la humanidad el hecho de que se pueda producir y transmitir tan fácilmente la información a cualquier parte del mundo.
Contenidos procedimentales
En este apartado relacionaré aquellos procedimientos que es necesario llevar a cabo para conseguir los objetivos propuestos de este proyecto educativo. En principio se tratará que los alumnos confeccionen un listado de temas de actualidad, que resulten de su interés y susceptibles de ser apoyados pedagógicamente con el uso de la televisión. Como ejemplo se pueden proponer: noticias, música, deportes, cine, entretenimiento, nuevas tecnologías, medio ambiente, salud, moda,… Se hará una búsqueda, supervisada siempre por el profesor, de programas relacionados con dichos temas, se grabarán y posteriormente se procederá al visionado de los mismos en el aula.
Posteriormente el alumnado deberá analizar y valorar el contenido de los diferentes programas. Se recurrirá a otras fuentes (libros, revistas, Internet,…) con el fin de ampliar y contrastar dicha información. Se procurará un adiestramiento de los alumnos en la documentación periodística, con el fin de que controlen, al menos, los distintos tipos de prensa, estilos periodísticos, estrategias publicitarias, búsqueda de información,... Posteriormente se procederá a establecer grupos de discusión y debate. El profesor actuará de moderador y potenciará la implicación y participación de los alumnos y la toma de posturas subjetivas ante los temas tratados. Guiará las sesiones exigiendo las argumentaciones pertinentes a los diferentes discursos y siempre tomando como referencia el respeto hacia los valores éticos de la sociedad.
Contenidos actitudinales
Aquí es necesario potenciar en los alumnos las siguientes actitudes:
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Valorar adecuadamente la función de los medios de comunicación en la sociedad y conocer sus responsabilidades.
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Inculcarles el sentido de la ética de forma que sepan que el mensaje audiovisual puede ser o no un referente a seguir en su vida cotidiana.
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Potenciar los valores de la información como la veracidad, la honestidad informativa y la imparcialidad.
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No dejar engañarse por el falso mito de la objetividad: no se puede ser objetivo en ninguna actividad humana; lo que debe procurarse es una honesta subjetividad acorde con los valores.
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Desterrar actitudes como la grosería, el mal gusto, la vulgaridad, la violación de derechos fundamentales (derecho a la intimidad), ...
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Entender que la televisión y otros medios tienen, ante todo, una misión de servicio a la sociedad, y no exclusivamente de protagonismo de los individuos que intervienen en los programas o lucro de los productores de los mismos.
Actividad extraescolar
Como complemento a esta programación educativa desarrollada en las aulas sería conveniente efectuar varias salidas durante el curso para visitar estudios de televisión. En ellos los alumnos, o bien pueden asistir a un plató como testigos de todo el proceso de grabación de un programa incluso participando como público si se diera el caso, o bien presenciar una emisión en directo desde el propio estudio.
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BIBLIOGRAFÍA
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APARICI, Roberto (2003): Comunicación Educativa en la Sociedad de la Información. Madrid. UNED.
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GUTIÉRREZ, A. (2003): Alfabetización digital. Barcelona. Gedisa.
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SARTORI, Giovanni. (2002): Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid. Taurus.
SEVILLANO, María L. - coord. (2002): Nuevas tecnologías, medios de comunicación y educación. Madrid. Editorial CCS.
SEVILLANO, María L. (2004): Evaluación de programas culturales-formativos de la televisión pública. Madrid. Dykinson.
VV.AA. (2003): Anuario de la televisión, 2003. Madrid. Gabinete de Estudios de Comunicación Audiovisual (GECA).
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WEBGRAFÍA
http://www.rtve.es/tve/b/everde/frequipo.htm
http://www.educaweb.com/EducaNews/interface/asp.
EL ESCARABAJO VERDE
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