Historia


Historia de Roma Antigua


  • Nacimiento de Roma

Pág. III

  • Libros sobre el origen

de Roma

Pág. V

  • La Monarquía

Pág. VII

  • La República

Pág. VIII

  • El Imperio

Pág. XV

Nacimiento de Roma

  • Punto de vista mitológico:

Durante la guerra entre los griegos y los troyanos Troya es incendiada por lo que los troyanos deben escapar, algunos lo consiguen, pero otros mueres o quedan esclavizados bajo las ordenes griegas.

Eneas, héroe troyano hijo de Anquises y de la diosa Venus se escapa de Troya hacia Latium para formar un gran imperio. Se marcha con su hijo Ascanio, su padre y un grupo reducido de amigos. Primero se dirige hacia Creta y de allí parte hacia Actium, donde se encuentra a un troyano que le recomienda viajar hacia Italia. Se dirige hacia allí pasando, primero, por la parte sur, luego baja hasta Sicilia, desde donde se dirige a Cartago. Allí, y gracias a la ayuda de los dioses desembarca envuelto en una nube para que nadie le vea y se dirige al palacio. Les ofrece regalos y la reina viuda, Dido,

cae presa de su amor, ambos se enamoran. Zeus le encomienda a través de un mensajero que siga su camino hacia Latium. Al no poder soportar tanto dolor Dido decide suicidarse clavándose la espada de Eneas en el pecho. Este parte de nuevo y llega a orillas del río Tíber, Latium.

Eneas se casará con Lavinia, la hija del rey, y se queda a vivir en Lavinio. Su hijo, Ascanio, fundara una ciudad cerca de Latium llamada Alba Longa. Así pasan 10 generaciones hasta que uno de los reyes, Procas, tiene dos hijos, Numitor y Amulio. Según las leyes era Numitor el que debía reinar, y esto molestaba a su hermano Amulio, por lo que hizo matar a los hijos de su hermano y a la hija de este, Rea Silva, la convirtió en sacerdotisa vestal, y al tener que permanecer célibe no podrá tener descendencia. Pero fue violada por el dios de la guerra, Marte, y tuvo dos hijos, Rómulo y Remo, por lo que los planes de Amulio de ser sucesor directo no cuajarán. Amulio los mandó tirar en una cesta a un río. Pero el río les conducirá cerca del Monte Palatino, donde son amamantados por una loba.

Cuando crecen, Rómulo y Remo, descubren de donde vienen y regresan allí para matar a Amulio y poner a su padre, Numitor, en el poder. Fundarán una ciudad a 25 Km. De Alba Longa, llamada Roma. Pero surge el problema de quien reina, sobre el cual hay varias leyendas:

  • Una leyenda cuenta que quien viera primero más aves, el problema está en que Remo ve primero las aves, pero Rómulo ve más aves. Se pelean y la leyenda cuenta que Remo mató a su hermano.

  • Otra leyenda que hay relata que la apuesta consistía en lo siguiente: quien atravesara el límite de la ciudad sin utilizar la puerta debía morir. Remo ignoró el trato y pasó, por lo que provocó una disputa entre ambos, que se pelearon, y que acabó con la muerte de Remo. El primer monarca por lo tanto fue Rómulo.

      • Punto de vista histórico:

    Los primeros habitantes en asentarse en los alrededores del Tíber, en el Lacio, formaron diferentes tribus: los ramnes, los luceres y los ticios. Roma va creciendo lentamente, no surge de repente, a medida que aumenta la población y los asentamientos de las diferentes tribus crecen. Su tierra es pobre, su emplazamiento es malsano y sus aguas escasas, pero tiene la ventaja de que el Lacio se extiende a ambas orillas del río hasta el mar. La desembocadura del Tíber fue un medio excelente para la comunicación comercial, y a su alrededor se pudo desarrollar un mercado común para todo el Lacio.

    Roma empezó a surgir entre siete colinas. Las primeras en ser habitadas fueron el Palatino y el Quirinal. Las demás colinas se llaman: Capitolio, Esquilino, Celio, Viminal y Aventino.

    Libros sobre el origen de Roma

    • La Eneida:

    Es un poema épico escrito por Virgilio en verso y en latín. En él, Virgilio cuenta las hazañas de Eneidas. Su objetivo es propagandístico.

    Virgilio es contemporáneo y amigo del emperador Augusto. Para favorecer la figura de Augusto y darle un origen divino. Justifica por lo tanto su política imperialista.

    • Ab urbe Condita:

    Escrita por Tito Libio. Describe la fundación de Roma. Está compuesta por 142 libros pero solo tenemos unos 30 fragmentos. Contribuía a que se perpetuase en la memoria de las hazañas míticas de este pueblo.

    Es el primer libro que reflexiona sobre la utilidad que tiene la historia, aprender de los errores para no volverlos a cometer.

    La Monarquía (754-509 a.C.)

    Desde que los habitantes de las siete colinas se organizan en una comunidad, necesitas un dirigente que organizará la vida social, política, militar y religiosa. Tendrá carácter vitalicio. Tenía que designar el sucesor que el quisiera, la única condición es que fuera ciudadano romano, mayor de edad y sano de cuerpo, ignorando su procedencia. Entonces se convertía como en el dueño de la ciudad.

    Todos los ciudadanos tenían los mismos derechos y obligaciones. No había clases ni privilegios. La toga blanca era signo de igualdad.

    Una de las obligaciones de los ciudadanos romanos era el servicio militar, todos eras llamados quirites, es decir, lanceros o soldados.

    Todos los ciudadanos, excepto las mujeres, participaban en el gobierno de su ciudad. Debían cumplir las leyes, pero no podían modificarlas, y si deseaban hacerlo debían reunir al pueblo en asamblea y consultarle.

    • Reyes:

    El primer rey fue Rómulo, fundador de Roma. Le sucedió Numa Pompilio (715-676 ó 672 a.C.), un rey pacifico y religioso que creó la clase sacerdotal. Estableció el calendario anual con doce meses y organizó sus días hábiles y festivos.

    Le siguió Tulo Hostilium (673-641 a.C.), rey belicoso que destruyo la ciudad de Alba Longa y lucho contra los sabinos.

    A continuación, el rey Anco Marcio (641-616 a.C.), de quien se dice que construyó el puerto de Ostia y que capturó muchas ciudades latinas, transfiriendo sus habitantes a Roma.

    Le sucedió Lucio Tarquino Prisco (616-578 a.C.), célebre tanto por sus hazañas militares contra los pueblos vecinos como por la construcción de edificios públicos en Roma.

    Su sucesor fue Servio Tulio (578-534 a.C.), famoso por su nueva constitución y por ensanchar los límites de la ciudad. Servio Tulio murió trágicamente, victima de una conspiración organizada por su propia hija y su yerno, Tarquino el Soberbio.

    Y Lucio Tarquino el Soberbio (534-510 a.C.) fue, precisamente, el séptimo y último rey, derrocado cuando su hijo violó a Lucrecia, esposa de un pariente. Tarquino fue desterrado y los intentos de las ciudades etruscas o latinas de restituirlo en el trono de Roma no tuvieron éxito. La República fue entonces proclamada en Roma.

    La República (509-27 a.C.)

    Órganos de gobierno:

    En sustitución del rey, el conjunto de la ciudadanía elegía anualmente a dos magistrados, conocidos como pretores (uno de los cuales tenía que proceder de la plebe) que más tarde recibieron el título de cónsules. La participación en el ejercicio del poder supremo y la limitación a un año de permanencia en la magistratura evitaban el peligro de la autocracia.

    El carácter del Senado, órgano asesor ya existente durante la monarquía, fue modificado al poder ingresar en él los plebeyos, conocidos como “conscripti”, por lo que desde entonces la denominación oficial de los senadores fue la de “patres conscripti” (padres conscriptos). Inicialmente sólo los patricios podían ocupar las magistraturas, pero el descontento de la plebe originó una violenta lucha entre los dos grupos sociales y la progresiva desaparición de la discriminación social y política a la cual los plebeyos habían estado sometidos.

    En la República hay dos períodos, el primero que va desde el 509 a.C. hasta el 272 a.C. y el segundo que va desde el 272 a.C. hasta el 31 a.C.

    • Primer período (509-272 a.C.):

    El siglo V se caracteriza por los abundantes enfrentamientos entre los pueblos vecinos.

    Durante el siglo IV, los romanos ampliaron su dominio territorial del centro de la península. Van expandiéndose por la Bota Itálica. Roma deja de ser una ciudad.

    Del siglo III hasta el 272 a.C. los romanos conquistan toda la península itálica.

    En esta primera parte de la República tienes lugar enfrentamientos entre plebeyos (pueblo con pocos derechos) y patricios (ricos). Poco a poco los plebeyos irán consiguiendo más derechos.

    Inicialmente había dos tipos de magistrados; los cónsules y los pretores. Los cónsules debían de ser siempre dos, tenían el poder supremo, eran jefes del ejército y presidían el senado. El pretor, encargado de organizar y administrar el aparato judicial, estaba sometido jerárquicamente a los cónsules.

    Unos años más tarde, se creó una nueva figura de magistrado, el tribuno de la plebe, para defender los intereses del pueblo contra la opresión de los patricios. Los tribunos de la plebe eran asistidos por dos ediles, encargados de velar por el buen funcionamiento de la administración municipal. Controlaban los festejos, los mercados e incluso cuidaban los templos.

    La plebe siguió demandando magistrados que velaran por sus interese, y se creó una nueva magistratura: los censores, cuya actividad principal consistía en vigilar las costumbres de los ciudadanos y elaborar un censo. Cada cinco años, el censor convocaba al pueblo romano a un recuento en el que cada padre de familia debía contestar a preguntas sobre su edad, mujer, hijos, domicilio, animales, fortuna, etc.

    Otra nueva magistratura conseguida por la plebe fueron los cuestores, que eran los administradores de los cónsules. Estos cuatro magistrados tenían como función cuidar de la Hacienda publica, llevar las cuentas del Estado y recaudar los impuestos.

    El gobierno de Roma residía, por tanto, en este entramado de magistrados organizados jerárquicamente. Para poder alcanzar una magistratura, se tenía que ascender desde el escalafón inmediatamente inferior. El cargo era anual, y no cabía la reelección hasta transcurridos diez años.

    El pueblo, reunido legalmente en asamblea, era un pilar importantísima en la República. Las asambleas se reunían y votaban por tribus para elegir a sus representantes, los tribunos de la plebe. Solo podían actuar como electores aquellas personas que contaban con la ciudadanía romana.

    Las votaciones era en un principio a mano alzada, por tanto, con el tiempo se hicieron por escrito, de tal forma que el voto pasó a ser secreto, los ciudadanos elegían a sus representantes en una ceremonia que incluía el paso por una especie de puente para depositar un voto en una urna. No utilizaban papeletas como las actuales, sino tabletas de madera que llevaban inscritas la letra U o la letra A. la U era aceptación y la A rechazo de lo propuesto

    El senado era la máxima autoridad de la República, y estaba formado por trescientos miembros con escaño vitalicio. Todo el mundo, incluidos los plebeyos, podían alcanzar la distinción senatorial.

    Estos cambios políticos dieron paso a una nueva aristocracia compuesta por patricios y plebeyos enriquecidos y propiciaron que el ingreso en el Senado fuera casi un privilegio hereditario de estas familias.

    En el 264 a.C. Roma comenzó su lucha con Cartago por el control del mar Mediterráneo. Cartago era en esta época la potencia marítima hegemónica en el mundo y dominaba de forma absoluta el Mediterráneo central y occidental en tanto que Roma centraba su predominio en la península Itálica.

    • Segundo período (272-31 a.C.):

    Tienen lugar tres Guerras Púnicas entre los romanos y los cartagineses:

  • La Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.):

  • Para los cartagineses, Sicilia era su lugar de abastecimiento de cereales. Para los romanos, significaba una posición estratégica de suma importancia. La lucha que se sucedió por el dominio de esta isla concluyó con la victoria de Roma y la proclamación de Sicilia como “primera provincia romana”.

  • La Segunda Guerra Púnica (219-201 a.C.):

  • Para compensar la pérdida de sus tres provincias insulares (Sicilia, Córcega y Cerdeña), Cartago decidió su expansión por la Península Ibérica. La toma de la ciudad de Sagunto desencadenó la Segunda Guerra Púnica, en la que, en un intento de poner fin a la constante aminaza que suponían los romanos, Aníbal, un general cartaginés, dirigió sus tropas contra la mismísima Roma. Pero el senado romano envió a Publio Cornelio Escisión que derroto a los cartagineses en España y más tarde vencerá a Aníbal en Zama. Esta última derrota acabará definitivamente con los cartagineses.

  • La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.):

  • A pesar de la victoria romana, muchos consideraban que Cartago seguía siendo un peligro. Un ejército romano asaltó la ciudad y la destruyó, convirtiéndola en una ciudad romana.

    Con el fin de las guerras púnicas, Roma tenía el camino libre para avanzar en sus conquistas en torno al Mediterráneo.

    Durante los siglos III y II a.C. Roma hubo de enfrentarse a Macedonia por el dominio del mar Egeo en las denominadas Guerras Macedónicas. Las tropas macedónicas estuvieron dirigidas durante las dos primeras guerras por Filipo V, que resultó finalmente derrotado en el año 197 a.C. Con la ayuda de las ciudades griegas del sur, los romanos procedieron contra Antíoco III Megas, rey de Siria, al que derrotaron en Magnesia del Sípilo en el año 190 a.C. y le forzaron a entregar sus posesiones en Europa y Asia Menor.

    El hijo y sucesor de Filipo, Perseo (212-166 a.C.), continuó la resistencia contra los romanos, lo que condujo al estallido de la tercera Guerra Macedónica. En el año 168 a.C. su ejército fue puesto en fuga en Pidna por el cónsul Paulo Emilio el Macedónico. Macedonia se convirtió en provincia romana en el 148 a.C. Dos años más tarde, la revuelta final de la Liga Aquea en Grecia contra el dominio romano concluyó con la conquista y destrucción de Corinto

    En el siglo II a.C. Roma no tenía enemigos y siguen conquistando pueblos vecinos. En este siglo consiguen conquistar: España, Grecia, Macedonia, Cartago, La Provenza, Asia Menor, Túnez y Marruecos.

    Con la adquisición de tan vastos territorios comenzaron los problemas internos de Roma. Algunas familias plebeyas extremadamente ricas se aliaron con las viejas familias patricias para excluir al resto de ciudadanos de las más altas magistraturas y del Senado. Esta clase dirigente aristocrática (optimates) se hizo cada vez más arrogante y propensa al lujo, perdiendo los altos niveles de moralidad e integridad de sus antepasados.

    La gradual desaparición de los campesinos, causada por la creación de grandes propiedades agrarias, de un sistema de producción esclavista y por la devastación del campo por la guerra, condujo al desarrollo de un proletariado urbano cuya opinión política no se tenía en consideración.

    El conflicto entre el partido aristocrático y el popular era inevitable. Los intentos de los tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y su hermano Cayo Sempronio Graco por aliviar la situación de los ciudadanos más pobres con una reforma agraria y el reparto de cereales, acabaron en revueltas en las que ambos hermanos resultaron muertos, en el 133 y en el 121 a.C. respectivamente.

    Las comunidades itálicas aliadas con Roma sintieron que sus cargas aumentaban en tanto que sus privilegios disminuían y exigieron compartir con Roma los beneficios derivados de las conquistas, a las que habían contribuido.

    El tribuno Marco Livio Druso intentó conciliar a la población pobre con una serie de reformas legales sobre la posesión de la tierra y reparto de cereales, y a los ejércitos itálicos con la promesa de la concesión de la ciudadanía romana.

    Su asesinato fue seguido, un año más tarde (90 a.C.), por una revuelta de los ejércitos itálicos cuyo objetivo era crear un nuevo Estado itálico gobernado según las directrices de la constitución romana. Tras la denominada Guerra Social los pueblos itálicos (principalmente marsos y samnitas) fueron finalmente derrotados, pero consiguieron la plena ciudadanía romana.

    A finales del siglo I a.C. se crean los triunviratos, donde tres gobernantes ostentan el poder y toman las riendas de Roma. El primer triunvirato estuvo constituido por: Craso, Pompeyo y Julio César.

    Este último fue asesinado mediante un complot del senado y de personas cercanas a él y se disolvió el triunvirato. El segundo estaba formado por Lépido, Marco Antonio y Octavio, pero hubo un enfrentamiento entre los dos últimos, que acabó con la muerte de Marco Antonio y su compañera Cleopatra, dejando a Octavio como único dueño del Mediterráneo.

    El Imperio (27 a.C.-476 d.C.)

    Octavio Augusto:

    Octavio se convirtió así en el primer emperador romano de la historia de Roma con el título de “Imperator Caesar Ostavius Augustus Princeps. Cayo Julio César Octavio Augusto (63 a.C.-14 d.C.), primer emperador de Roma (27 a.C.-14 d.C.), restauró la unidad y puso en orden el gobierno romano tras casi un siglo de guerras civiles. Reinó durante un periodo de paz, prosperidad y desarrollo cultural conocido como la era Augusta.

    Octavio nació en Roma el 23 de septiembre del año 63 a.C.; era sobrino nieto de Julio César, a quien sucedió como gobernante del Estado romano. César estaba orgulloso del joven y lo presentó en el Colegio de Pontífices (sacerdocio principal romano) a la edad de dieciséis años. Cuando César fue asesinado en el 44 a.C., Octavio estaba en Iliria, donde servía en el Ejército; a su regreso a Italia, se enteró de que era el heredero adoptivo de César. Posteriormente Octavio tomó el nombre de Cayo Julio César.

    El asesinato de César sumió a Roma en la confusión. Octavio decidió vengar a su padre adoptivo y asegurar su propio rango, y rivalizó con Marco Antonio, compañero ambicioso de César, por el poder y el honor. Tras algunas escaramuzas políticas y militares, durante las cuales Marco Antonio estuvo en los Alpes, Octavio fue nombrado senador y más tarde cónsul, y reconoció la necesidad de hacer las paces con su rival. A finales del año 43 a.C. ambos, junto con el aliado de Marco Antonio, el general Marco Emilio Lépido, formaron el conocido como segundo triunvirato para dirigir las provincias romanas.

    La alianza fue ratificada por una proscripción de gran amplitud, en la cual sus oponentes, incluidos 300 senadores y 200 caballeros, fueron asesinados. Entre ellos se encontraba el viejo orador Cicerón.

    Después de que Octavio y Marco Antonio empezaran una campaña contra los líderes del asesinato de César Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino, estos últimos se suicidaron en el 42 a.C., tras su derrota en Filipos (Macedonia).

    Aproximadamente en el 40 a.C. se repartieron el control del mundo romano entre ellos. Octavio dirigía la mayoría de las provincias occidentales, Marco Antonio las orientales y Lépido África. Aunque Marco Antonio y Octavio estaban en conflicto por el control de Italia, solucionaron sus diferencias y en el 37 a.C. Octavio entregó a su hermana Octavia en matrimonio a Marco Antonio.

    En el 36 a.C., Pompeyo Sexto, hijo de Pompeyo Magno y el último oponente importante al triunvirato, fue eliminado. Entonces Octavio echó a Lépido del poder, mientras Marco Antonio estaba en Oriente luchando contra los partos.

    Finalmente el triunvirato fue disuelto cuando Marco Antonio devolvió a Octavia a Roma y poco después se casó con Cleopatra, a quien César había establecido como reina de Egipto.

    Mediante el reconocimiento de Cesarión (Tolomeo XV), hijo de ésta y de César, como su codirigente, Marco Antonio amenazó la posición de Octavio como sucesor único de César y no se pudo evitar la guerra. Octavio derrotó al ejército conjunto de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Accio en el 31 a.C.; al año siguiente Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron. Cesarión fue asesinado.

    En el 29 a.C. Octavio regresó a Roma triunfalmente como único dirigente del mundo romano.

    En el 27 a.C. el Senado romano dio a Octavio el título de augusto (`consagrado' o `santo'), que más tarde se convirtió en sinónimo de `emperador', y su reinado frecuentemente se ha considerado una diarquía debido a que el Senado participaba en él.

    El título pasó desde entonces a identificar su propio nombre, y como Augusto ha sido reconocido por la historiografía. El Senado le concedió muchos otros títulos y poderes que ya habían disfrutado diferentes funcionarios de la República.

    En el 36 a.C. se le concedió la inviolabilidad de un tribuno plebeyo y en el 30 a.C. recibió los poderes de un tribuno, dándole de esta manera el veto y control sobre las asambleas.

    El Senado también le concedió la máxima autoridad en las provincias; esto junto con el consulado de Roma e Italia, que tuvo trece veces durante su reinado, le confirió una autoridad suprema sobre todo el imperio.

    Después de la muerte de Lépido también se convirtió en máximo pontífice con control sobre la religión. A pesar de su preeminencia, como reflejan los títulos de princeps o primer ciudadano e imperator, Augusto tuvo cuidado de no llevar demasiado lejos las prebendas de la monarquía.

    Patrocinador del arte, Augusto fue amigo de los poetas Ovidio, Horacio y Virgilio, así como del historiador Tito Livio. Su amor por el esplendor arquitectónico fue eclipsado por su jactancia de que él “había encontrado Roma enladrillada y la había dejado cubierta de mármol”. Como adepto riguroso a las virtudes romanas en tiempos en que crecía la tolerancia, intentó regular la moral pública mediante la aprobación de la ley suntuaria y la de casamiento. En el ámbito económico, fomentó el desarrollo de la agricultura en Italia.

    Augusto se casó tres veces; su tercera esposa fue Livia Drusilla, quien ya tenía dos hijos, Tiberio y Druso el Germánico, de un matrimonio anterior. Augusto a su vez tenía una hija, Julia, también de un matrimonio anterior. Falleció en Nola (Italia) el 19 de agosto del 14 d.C.

    Otros emperadores:

    Tiberio Julio César, su yerno e hijastro le sucedió como emperador. Administró sabiamente el Imperio romano, nombró a eficientes gobernadores de provincia, pero perdió el apoyo popular durante la última parte de su reinado debido a sus tensas relaciones con el Senado.

    Este emperador romano fue llamado Calígula (`pequeña cáliga' en latín) en su infancia por los soldados de su padre ya que llevaba ese calzado militar.

    Perdió la razón cuando se hizo adulto y su gobierno fue un cúmulo de despropósitos.

    Claudio I, el primer emperador elegido por el Ejército, fue uno de los mejores gobernantes de Roma.

    Creó un cuerpo de funcionarios, levantó acueductos, drenó los pantanos que rodeaban Roma y construyó un puerto en sus proximidades.

    Concedió la ciudadanía a ciertos súbditos de las provincias.

    Nerón fue proclamado emperador de Roma a los 17 años.

    Mandó asesinar o ejecutar a muchos de sus enemigos políticos e incluso a su madre, por las críticas que ésta hacía de su amante, y ordenó incendiar Roma.

    Le sucedieron el emperador Vespasiano, primero de la dinastía de los Flavios, y su hijo Tito.

    Trajano (53-117 d.C.) nació en Itálica en el año 53, sucedió a Nerva el 98 y fue el primer emperador de origen no itálico.

    Bajo su reinado el Impero alcanzó su mayor extensión y añadió a sus provincias la última conquistada: la Dacia, la actual Rumania.

    Algunos de los episodios de esta conquista los podemos ver esculpidos en la Columna Trajana en Roma.

    Emprendió importantes proyectos de ingeniería civil (construyó caminos, canales y puertos). También instituyó reformas sociales para reconstruir las ciudades y reducir la pobreza.

    Publio Elio Adriano (76-138 d.C.) nació en Itálica, fue criado y adoptado por Trajano, a quien sucedió en el año 117 d.C.

    Fue un hombre sumamente culto y gran amante de la cultura griega

    Gran parte de su reinado la pasó recorriendo sus dominios afianzando las fronteras.

    De su paso por Britania son recuerdo las famosas Murallas de Adriano. A su paso por Egipto perdió a su esclavo y amigo favorito Antinoo, a quien el emperador divinizó.

    Sus restos reposan en el Mausoleo de Adriano, conocido hoy como castillo de Sant'Angelo.

    El emperador romano Adriano puso fin a la expansión del Imperio y se retiró de las provincias remotas.

    Construyó varias fortificaciones defensivas, entre ellas la famosa muralla de Adriano, para defender Roma de las invasiones de los bárbaros.

    Pax romana, periodo de orden y prosperidad que conoció el Imperio romano bajo la dinastía de los Antoninos (96-192) y, en menor medida, bajo la de los Severos (193-235). Marcó la edad de oro de Occidente y el despertar de Oriente.

    Las fronteras del Imperio tuvieron su máxima extensión en el siglo II. Los romanos dominaban así buena parte de la Europa actual, la totalidad de la cuenca mediterránea, incluido todo el norte de África, Palestina y Siria, prolongando su poder al noreste por Mesopotamia y Asiria hasta el Éufrates, Asia Menor y Armenia. En el plano institucional, fue un periodo de equilibrio.

    El poder absoluto de los emperadores se ejerció con moderación. La seguridad de las vías de comunicación favoreció el comercio. Esta prosperidad económica se vio en las ciudades, que se embellecieron y asentaron en detrimento del campo como centros de romanización y de cultura.

    La pax romana (`paz romana') fue en realidad una paz armada, porque los emperadores conservaron las fronteras del Imperio gracias a las espadas. Las invasiones (germanas al norte y persas al este) pusieron fin a la `paz romana' en el siglo III.

    El emperador Marco Aurelio Antonino gobernó el Imperio de Roma desde el 161 hasta el 180.

    Durante su reinado, se produjeron frecuentes guerras y epidemias.

    Redujo los impuestos y fundó escuelas, hospitales y orfanatos para ayudar a las clases más pobres.

    Lucio Aurelio Cómodo (161-192), siguiente emperador romano (180-192), hijo del emperador Marco Aurelio, de quien tomó su nombre imperial y por el que también es conocido, Marco Aurelio Cómodo.

    Nacido en Lanuvium, su reinado estuvo marcado por el derroche, la violencia y el libertinaje.

    Cómodo fue el último de los emperadores Antoninos, pero su política fue un colofón que nada tuvo que ver con el reinado de sus predecesores.

    El emperador romano Diocleciano (284-305) llevó a cabo un gran número de reformas sociales, económicas y políticas. De entre estas últimas, cabe destacar la institución de un nuevo sistema de gobierno en el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, con el objeto de establecer una administración más uniforme en todo el Imperio.

    Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos césares), el cual creó una maquinaria administrativa más sólida pero aumentó la ya enorme burocracia gubernamental, lo que supuso una enorme carga financiera para los limitados recursos imperiales.

    Tras reanudar las persecuciones contra los cristianos, abdicó, junto a Maximiano, en el 305, y falleció ocho años más tarde.

    Constantino fue el primer emperador romano que se convirtió al cristianismo. Durante su reinado se concedió la libertad de culto a los cristianos, antes perseguidos.

    Entregó grandes propiedades y otros obsequios a la Iglesia cristiana.

    Estableció la capital, Constantinopla (en la actualidad Estambul) en las provincias orientales. Ésta pasó a ser más tarde la capital del Imperio bizantino.

    Edicto de Milán, texto legal promulgado en la ciudad de Milán por el emperador romano Constantino I el Grande en el 313, por medio del cual se alcanzó la paz religiosa en los territorios imperiales al acordar la libertad de cultos, pero cuya definitiva importancia histórica radica en el hecho de que es considerado el arranque jurídico que permitiría al cristianismo convertirse en la religión oficial del Imperio romano.

    Teodosio (346-395 d.C.) nació en Cauca (Coca). Intentó frenar la invasión de los visigodos; al no poder derrotarlos, acabó por asignarles tierras en Tracia.

    Durante su mandato el cristianismo alcanzó la categoría de religión oficial del Estado.

    A su muerte, el imperio, dividido en Oriente y Occidente, pasó a manos de sus hijos: Arcadio heredó el imperio de Oriente y estableció su capital en Bizancio (Constantinopla), y Honorio el de Occidente con capital en Roma.

    Rómulo Augústulo (c. 461-después del 476), fue el último emperador romano de Occidente (475-476).

    Fue un usurpador, por lo que Zenón, emperador romano de Oriente (bizantino), no le reconoció.

    En el 475 su padre, el general romano de origen panonio, Orestes, depuso al emperador Flavio Julio Nepote (que reinaba desde un año antes) y proclamó emperador a su hijo.

    Debido a su juventud, se le llamó despectivamente Augústulo en lugar de Augusto.

    Orestes gobernó en su nombre durante un año, hasta que las tropas germanas se sublevaron bajo el mando de su líder, el jefe de los hérulos, Odoacro.

    Orestes fue asesinado, pero su hijo se salvó y se exilió en una villa cerca de Nápoles.

    Las tropas proclamaron a Odoacro rey de Italia, y la entronización de éste marcó el final del Imperio romano de Occidente, así como, en cierta medida, el ocaso de la edad antigua.

    El Imperio de Roma en el 117 d.C. El Imperio de Roma alcanzó su máxima extensión durante el gobierno de Trajano (98-117 d.C.).

    Crisis:

    En el siglo III empezó a originarse una gran crisis, debido a diversas causas:

  • La figura del emperador se había desprestigiado bastante debido a que este no demuestra su carácter divino.

  • El extensísimo territorio es muy difícil de controlar, más las guerras internas y las fronteras que estaban siendo asediadas por los pueblos germánicos.

  • Había una anarquía militar que afectaba casi por completo al Imperio Romano.

  • Las ciudades se vuelven inseguras, por lo que las gentes emigran al campo sin tierras (será el comienzo del feudalismo), lo que ocasionará una crisis económica.

  • Habrá también una crisis ideológica debido a que el cristianismo no admite el origen divino del emperador; es monoteísta, mientras que la mitología romana y griega era politeísta y el número de cristianos crece a pasos agigantados. Será considerado como un peligro interior en el Imperio.

  • Los germanos invadirán el Imperio, lo que producirá más guerras y más conflictos.

  • En el siglo IV se nota una pequeña recuperación del imperio, que consigue reponerse de los ataques y los problemas que los acechan.

    Cristianismo

    El cristianismo tuvo primero que asentar su relación con el orden político. Dentro del Imperio romano, y como secta judía, la Iglesia cristiana primitiva compartió la misma categoría que tenía el judaísmo, pero antes de la muerte del emperador Nerón en el 68 ya se le consideraba rival de la religión imperial romana.

    Las causas de esta hostilidad hacia los cristianos no eran siempre las mismas y, por lo general, la oposición y las persecuciones tenían causas muy concretas. Sin embargo, la lealtad que los cristianos mostraban hacia su Señor Jesús, era irreconciliable con la veneración que existía hacia el emperador como deidad, y los emperadores como Trajano y Marco Aurelio, que estaban comprometidos de manera más profunda con mantener la unidad ideológica del Imperio, veían en los cristianos una amenaza para sus propósitos; fueron ellos quienes decidieron poner fin a la amenaza.

    A comienzos del siglo IV el mundo cristiano había crecido tanto en número y en fuerza, que para Roma era preciso tomar una decisión: erradicarlo o aceptarlo. El emperador Diocleciano trató de eliminar el cristianismo, pero fracasó; el emperador Constantino I el Grande optó por contemporizar, y acabó creando un imperio cristiano.

    La conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana como monje.

    Uno de los actos del emperador Constantino que tuvo más repercusión dentro del mundo cristiano, fue su decisión, en el año 330, de trasladar la capital del Imperio desde Roma hasta una “Nueva Roma”, la ciudad de Bizancio, en el punto más oriental del mar Mediterráneo. La nueva capital, Constantinopla (actual Estambul), así llamada en honor del emperador, se transformó también en el centro intelectual y religioso del mundo cristiano de Oriente.

    Mientras que el mundo cristiano de Occidente se fue centralizando de forma progresiva: una pirámide cuya cima la constituía el papa de Roma, los principales centros del mundo oriental, Constantinopla, Jerusalén, Antioquía y Alejandría, se desarrollaron de forma autónoma.

    El emperador de Constantinopla tenía una posición muy destacada en la vida de la Iglesia. Él era quien convocaba y presidía los concilios generales de la Iglesia, órganos supremos de la legislación eclesiástica con respecto a la fe y a los códigos morales.

    Todos los rasgos distintivos del cristianismo de Oriente, como la ausencia de una autoridad eclesiástica central, la estrecha relación con el Imperio, la tradición litúrgica y mística, el uso continuado de la lengua y de otros elementos de la cultura griega, así como su aislamiento a causa de la expansión musulmana, contribuyeron a su alejamiento de Occidente, lo que por último desembocó en el cisma entre las iglesias occidental y oriental.

    A pesar de que el cristianismo de Oriente era en muchos sentidos el heredero directo de la Iglesia primitiva, una parte del desarrollo más dinámico se dio en la zona occidental del Imperio romano. De las muchas razones que hubo para ese desarrollo, merecen mención especial dos causas relacionadas de una forma directa: el crecimiento del poder del Papado y la migración de los pueblos germanos.

    Cuando se trasladó la capital del Imperio a Constantinopla, la fuerza más poderosa que quedó en Roma fue la de los obispos. La antigua ciudad, capital de la Iglesia de Occidente, desde la que se podía seguir la huella de la fe cristiana a partir de la obra de los apóstoles Pablo y Pedro, en reiteradas ocasiones actuó como árbitro de la ortodoxia mientras otros centros, incluida Constantinopla, caían en la herejía o en los cismas. Roma sostenía esta posición cuando las sucesivas oleadas de tribus, en lo que fue llamado el periodo de las invasiones bárbaras, asolaron Europa.

    La conversión de los invasores al cristianismo, como en el caso del rey de los francos, Clodoveo I, significó al mismo tiempo su incorporación a una institución presidida por el obispo de Roma. A medida que fue decayendo el poder de Constantinopla sobre las provincias del oeste, se fueron creando reinos germánicos autónomos, hasta que en el 800 nació un nuevo imperio soberano en Occidente, cuando el papa León III coronó emperador a Carlomagno.

    Por lo tanto, el cristianismo occidental durante la edad media, al contrario de su réplica oriental, era una entidad única, o por lo menos eso trataba de ser. Cuando alguno de los pueblos se convertía al cristianismo adoptaba como lengua oficial el latín, proceso en el que, por lo común (como fue el caso de los francos y los visigodos en la península Ibérica), perdían incluso su propia lengua.

    Así fue como el lenguaje de la antigua Roma se transformó en la lengua litúrgica, literaria y cultural de Europa occidental. Si bien los arzobispos, los obispos y los abades ejercían gran poder sobre sus regiones, estaban subordinados a la autoridad del papa, a pesar de que con bastante frecuencia éste era incapaz de satisfacer sus peticiones. Durante los primeros siglos de la edad media, en Europa occidental hubo largas controversias teológicas, aunque nunca llegaron a las enormes proporciones que alcanzaron en Europa oriental. La teología occidental no pudo, al menos hasta después del siglo XI, alcanzar los extremos de complejidad filosófica de Oriente.

    Caída del Imperio Romano de Occidente

    En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los impuestos exigidos para el mantenimiento del Ejército y de la burocracia; también a causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliadora con los invasores al nombrarles para cargos militares en el Ejército romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, rey de los visigodos, ocupó Iliria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó Roma, pero murió poco después. Su sucesor Ataúlfo (410-415) dirigió a los visigodos a la Galia y en el 419 el rey visigodo Valia recibió autorización del emperador Flavio Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde fundó un reino visigodo. En torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían invadido Hispania, por lo que Flavio Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos pueblos sobre esa provincia. Durante el reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el mando de Genserico conquistaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas por los hunos, encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia pero los visigodos, ya cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército de romanos y visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos. En el año siguiente Atila invadió Lombardía, pero no pudo seguir avanzando hacia el sur y falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano, último miembro del linaje de Teodosio en Occidente, fue asesinado. En el periodo comprendido entre su muerte y el año 476 el título de emperador de Occidente fue ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el `proclamador de reyes'. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los hérulos Odoacro, a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476. El Imperio de Oriente, también llamado Imperio bizantino, perduraría hasta 1453.




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    Enviado por:Diabla
    Idioma: castellano
    País: España

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