I. El hecho religioso en la historia de la humanidad
El hecho religioso es una parte de la historia humana. En todas sus etapas encontramos indicios suficientes para afirmar con fundamento la actividad religiosa de los hombres que las han protagonizado. Los historiadores de la religión han renunciado hace mucho a indagar los orígenes empíricos de la religión, es decir, a descubrir el momento en que la humanidad comenzó a ser religiosa, convencidos de que donde existen indicios de vida humana, existen indicios de actividad religiosa. Por eso, todas las historias de las religiones dedican su primer capítulo a descifrar los signos de vida religiosa que nos han dejado las épocas más remotas de la prehistoria. Ya en el paleolítico, las pinturas rupestres, las estatuillas femeninas, los restos funerarios indican claramente la preocupación del hombre junto a las actividades que le imponía la lucha por la pervivencia, de unas acciones rituales encaminadas a establecer "relaciones eficaces con la fuente de toda bondad y beneficencia". También la vida del hombre llamado primitivo por pertenecer a comunidades preliterarias está llena de signos de actividad religiosa que la moderna ciencia de las religiones, a partir sobre todo del siglo pasado, nos ha dado a conocer con profusión de detalles. Estos signos son distintos según se trate de poblaciones recolectoras o cazadoras, nómadas o sedentarias. Pero en todas ellas aparece una actividad, diferente de la actividad ordinaria y mezclada generalmente con elementos animistas, fetichistas o mágicos, que contienen muchos elementos de lo que hoy denominamos actividad religiosa.
Las grandes culturas de la Antigüedad tienen su propia forma religiosa de ser, dotada de unos rasgos comunes como son el carácter nacional de la vida religiosa, y la forma plural de representarse lo divino que da lugar al totemismo.
II. La estructura del hecho religioso
La primera característica del fenómeno religioso es su complejidad, originada por la enorme variedad de formas que reviste y por la riqueza de aspectos de cada una de estas formas. Por eso resulta imposible describirlo desde una perspectiva única.
c. La actitud religiosa
Es una actitud compuesta de estos dos rasgos aparentemente opuestos: reconocimiento del Misterio y búsqueda de la propia salvación en él. El primero de estos rasgos responde al carácter trascendente de la realidad que esta actitud tiene como término, a saber, el Misterio. El segundo, a su condición de realidad que interviene en la vida del hombre afectándole de manera incondicional.
El hecho religioso en la película se puede representar por varios puntos. El primero seria como se adapta el niño el niño no solo a las costumbres de su nuevo pueblo sino también a su religión algo básico en la vida de todo ser humano, ya que la mayoría de la gente necesita creer en algo por diversas opciones.
Esta tribu en la que se encuentra el niño mantiene una especial relación con el medio que los envuelve, los adultos tienen en las fiestas o en casos especiales unas conexiones religiosas con animales para estar más en contacto con la naturaleza, estos "vuelos" los consiguen esnifando drogas que ellos fabrican por sus medios. Los espíritus de los animales ayudan a los indígenas sirviéndose de la naturaleza en general, de ahí sacan las tribus todo lo que necesitan, pero nunca sin destruirla como hacen los "Hombres Termita" (estos últimos somos nosotros, que nos comparan con las termitas por nuestro poder altamente destructivo).
El niño que tras diez años se ha convertido en hombre tras un ritual sagrado de la tribu y a el le representa el águila que le guiara en el sendero de la vida, es entonces cuando su verdadero padre le encuentra tras un encontronazo con otra tribu cercana a la de su hijo, este rechaza el marcharse de su nueva casa.