Biografía
Galileo Galilei
Orlando José Aponte Rosario
804-02-0409
Huma 3201 Sec. 140
Prof. González Barjas
Planteamiento: ¿Quién es Galileo? ¿Cuáles fueron sus aportaciones? ¿Es un hombre moderno? ¿Tuvo alguna discrepancia con la iglesia? ¿Por qué el papa rehabilitó a Galileo?
Hechos:
A Galileo Galilei (1564-1642) le toca vivir en una época difícil, se ganaba la vida como negociante en paños (mercader). Sin duda, en pleno Renacimiento lucha por demostrar aquello que él considera verdadero y que hace que tanto cargos eclesiásticos como mentes estrechas aun se lleven las manos a la cabeza.
Nació en Pisa el 15 de febrero de 1564, en el mismo año del fallecimiento de Miguel Ángel y nacimiento de Shakespeare; poco tiempo después de ser aprobado el Concilio de Trento, después de las graves perturbaciones que acarreó la Reforma de Lutero y Calvino.
Consigue una cátedra de matemáticas en Padua y desde el primer momento gozó de una afluencia extraordinaria de estudiantes.
En 1609 y más como resultado de su habilidad práctica, que como fruto de sus conocimientos teóricos construye un telescopio, el cual había comenzado su despliegue triunfal desde su primera aparición, un año antes, por su importancia para la navegación y la estrategia militar.
Galileo es un artífice en el impulso de una nueva metodología científica, al igual que Copérnico, Kepler o Leonardo. Este nuevo método se basa en observaciones e investigaciones en la Naturaleza y con los propios sentidos. Para ello se sirve Galileo de su anteojo astronómico (telescopio) lo que le da la oportunidad de hacer grandes descubrimientos como pueden ser los cráteres en la Luna, las manchas solares o las lunas de Júpiter. Gracias a su telescopio, Galileo intenta también remendar errores del pasado, afirmaciones de Aristóteles, aunque los profesores aristotélicos se niegan a creer algo que no haya dicho el gran genio.
Investigaciones y experimentos son algo que le sirvieron a nuestro científico para profundizar en sus estudios sobre las mareas, la flotación de los cuerpos e incluso llegar a inventar la balanza hidrostática.
Galileo se da cuenta de que creer con fe ciega en que los problemas de la Naturaleza se resuelven por una mera reflexión puede ser un peligro. El ejemplo que Galileo nos cuenta es del propio Aristóteles, que según Galileo, a pesar de ser un gran observador hay veces en las que se envuelve en reflexiones complejas que lo impulsan a hacer reflexiones incoherentes (Ej. : las mujeres tienen menos dientes que los hombres).
En conclusión, para la Ciencia Renacentista y para Galileo como científico renacentista, los conocimientos han de basarse en la experiencia y por ello invita Galileo a las mentes aristotélicas de su época a salir de las páginas del Filósofo, a explorar con sus propias manos la Naturaleza, y entonces, a dejar de repetir como loros lo que se dijo hace dos mil años (entonces).
Debido a esto, Galileo se gana la fama de querer cambiar la Naturaleza, contradiciendo las afirmaciones de Aristóteles y de las Sagradas Escrituras, pero aun así, él está convencido de que hay que acabar con esos textos que han quemado a muchos hombres, censurado demasiadas ideas y además provocan ignorancia.
Desde Aristóteles y Ptolomeo y pasando por la interpretación cristiana, la teoría geocéntrica había sobrevivido durante toda la Edad Media. Pero en el Renacimiento, Galileo, tras un intento del canónigo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), plantea una nueva doctrina, la Teoría Heliocéntrica, por la cual lucha hasta el final de sus días. Es sobre esta doctrina copernicana sobre la que gira el tema central del libro.
Esta afirmación, puramente científica, atentaba gravemente contra las Sagradas Escrituras y los textos aristotélicos. Galileo se vio envuelto en multitud de discusiones y disputas contra aquellos que no aceptaban la alteración de lo que era de antemano inmutable. Desde luego, esta afirmación hecha en el año 1610, por poco le cuesta la vida a Galileo.
Por otro lado, la Ciencia Renacentista se empeñaba en matematizar todo lo observado en el Universo, es decir, las observaciones científicas había que expresarlas en lenguaje matemático exacto.
Galileo tenía un afán increíble por medir todo aquello que fuera susceptible de poder medirse (“Mide lo que se pueda medir, y lo que no se pueda medir, hazlo medible”). Así, sabemos que con tan solo diecinueve años de edad, y pese a su juventud, idea Galileo una forma sumamente sencilla de medir el tiempo: el péndulo.
Galileo es un devoto católico pero sabe que las Sagradas Escrituras, su enemigo principal, no deben interpretarse de forma literal y es esto de lo que intenta convencer a cardenales y obispos. Para Galileo las Sagradas Escrituras no deben ser consideradas como un tratado científico o algo similar pero las autoridades religiosas hacen oídos sordos a estas afirmaciones y siguen siendo reacias.
En el año 1616, por un decreto, Galileo es obligado a no defender ni sostener la doctrina copernicana, ahora ya ni como una hipótesis. A pesar de saber que si lo hace se convertiría en herético, no se rinde y no tiene pensado ni por un momento abandonar sus convicciones copernicanas.
En 1633 Galileo es llamado a Roma con objeto de comparecer personalmente en los Tribunales Inquisitoriales por incumplimiento del Decreto de 1616. Allí, tras una larga espera, le llueven acusaciones por todos lados. Galileo teme por lo que pueda suceder. Por ello tras tres interrogatorios la supuesta actitud de Galileo frente al sistema copernicano ha ido cambiando obligada por el miedo al castigo.
Después de veinte días de proceso ha ido aceptando la falsedad de la doctrina copernicana hasta que finalmente, de rodillas, a los setenta años de edad, reconoció y afirmó la inmovilidad de la Tierra y la falsedad de la doctrina copernicana.
Galileo ha sido exiliado a Arcetri para el resto de sus días, la doctrina copernicana sigue viva. De continuarla se van a encargar Viviani y Torricelli, a los que Galileo transmite infinidad de ideas.
El 10 de noviembre de 1979, con ocasión de celebrarse el primer centenario del nacimiento de Albert Eintein, el Santo Padre Juan Pablo II expresó ante la pontificia Academia de las Ciencias se deseo que “teólogos, sabios e historiadores animados de espíritu de colaboración sincera, examinen a fondo el caso de Galileo y, reconociendo lealmente los desaciertos, vengan de la parte que vinieren, hagan desaparecer los recelos que aquel asunto suscita todavía en muchos espíritus contra la concordia provechosa entre la ciencia y la fe”.
Galileo fe condenado ad formalem carcerem, es decir, a un encarcelamiento puramente formal: no sufrió encarcelamiento ni fue torturado.
León A. Elchinger propone la rehabilitación del astrónomo como la mejor manera de demostrarle al mundo que la Iglesia no tenía ningún complejo ni abrigaba temor frente a la cultura moderna.
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Enviado por: | Romantikoloko |
Idioma: | castellano |
País: | Puerto Rico |