Historia


Franquismo


¿ CREE USTED QUE ESPAÑA DURANTE EL

FRANQUISMO FUE O NO UN DESIERTO CULTURAL?

En mi opinión nunca puede existir un desierto, un vacío cultural, porque entiendo por cultura toda manifestación de una sociedad dada, el reflejo de la realidad que vive, de sus características particulares y de su mentalidad. España durante el franquismo vivió un régimen autoritario y totalitario, con prohibiciones y sin ciertos derechos individuales, y la cultura de este periodo es un reflejo de esta situación.

Es por tanto esta una cuestión perspectiva, de que entendamos por cultura.

Además, podemos considerar diferentes tipos o niveles de cultura: la cultura oficial del Estado, la cultura popular y la contracultura o movimiento opuesto al oficial y/o renovador, que podemos aplicar al caso español. Vayamos por partes:

La cultura oficial es la empleada por el Estado para sancionar su poder, lanzar sus consignas,

adoctrinar al pueblo y evitar toda oposición o diferencia, sirve para homogeneizar: se trata, en el caso de totalitarismos como este, de obras monumentales, propagandísticas y exaltadores de las doctrinas y valores patrios. Para este fin el Estado construye la cultura oficial en todos los ámbitos, pero especialmente a través de los medios de comunicación (radio, televisión, prensa).

La cultura popular tiene una tradición anterior a la oficial pues, mientras los gobiernos y sistemas políticos cambian, el pueblo se permanece creando sus señas de identidad. En muchos casos la cultura popular es adoptada por la oficial como propaganda nacional en el exterior, como modo de contentar y controlar a la población y como símbolo patrio; pero muchas otras veces tiene que hacer frente a la tendencia espontanea, de rápida difusión y de crítica de la cultura popular, por lo que ambas mantienen una relación cooperación pero también de tensión.

La contracultura es lo que muchos entienden por cultura, y quizá sea el motivo de la pregunta: la cultura de la minoría intelectual, contraria a toda imposición, innovadora y crítica. Aquí entran las manifestaciones producidas en España con mas u menos público, en la clandestinidad o no, y en el exilio, al igual que las manifestaciones de los regionalismos (gallego, vasco, catalán, valenciano, mallorquí y andaluz) pues influyen y determinan el conjunto cultural.

Esta fue la rama de la cultura mas afectada por el régimen, por su oposición a lo establecido y por su carácter innovador, y cuya existencia tuvo mayor peligro de desaparición por la censura, prohibición y falta de ayudas por parte del estado, además de por la falta de un público mayor que accediese y/o interpretase sus obras.

Pero no podemos interpretar a toda una sociedad a partir de las creaciones de la elite intelectual, pues suponen solo una pequeña minoría de la población, por lo que debemos considerar conjuntamente los tres niveles de la cultura, como partes de un todo, pues solo así obtendremos un retrato acertado de la sociedad a estudiar.

Para argumentar mi postura, mostraré seguidamente un panorama de la cultura en sus tres facetas a lo largo del tiempo, de 1939 a 1975, sobre los ámbitos de la vida que consideramos cultura, para finalizar con el análisis de la situación cultural durante el franquismo y la conclusión a la que llegamos.

1.- LITERATURA: Narrativa y Poesía

Durante los años´40, los primeros del franquismo tras la Guerra Civil, la literatura oficial generalizó la temática beligerante e inhundatoria, de exaltación de las victorias y los vencedores; era una literatura ideologizada, propagandística sin calidad y de escaso éxito, con las excepciones de obras como La fiel infantería (1943) de Rafael García Serrano; y Madrid, de corte a checa (1938) de Agustín de Foxa.. Surgen también géneros literarios de evasión y un tipo de novela testimoniales, que “reflejan la pugna del hombre por mantener su dignidad en medio de las circunstancias mas humillantes”; de autores profalangistas, partidistas y de desprecio hacia el enemigo vencido, como Retaguardia, de Concha Espina. En poesía señalamos Poemas de la bestia y el ángel (1938) de Pemán y Corona de sonetos a Jose Antonio, con poemas de Manuel Machado, Gerardo Diego y Rosales.

Paralelamente se desarrolló la literatura religiosa: devocionarios, misales y vidas de santos, con éxitos como Quo vadis? de Sinkeiewics y Fabiola, del cardenal Wisemar.

La literatura de quioscos es a la que accedía la mayoría de la población; forma parte pues de la subcultura: obras de escasa calidad como las novelas Corín Tellado, y del oeste como los cómics de El Coyote, de Mallorquí, cuya finalidad era entretener, la evasión, y en alguna medida, la alienación de la población. Las clases medias buscaban novelas de mayor calidad, grandes éxitos extranjeros sin contenido crítico social o político, pero también obras de españoles como Torcuato Luca de Tena y José Mª Gironella (Los cipreses creen en Dios).

En estos primeros años se escriben grandes obras como La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo Jose Cela, de contenido político prorégimen, y Nada (1945), de Carmen Laforet, en novela; e Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso, Sombra del paraiso de Vicente Aleixandre, poemas que tratan de la experiencia humana y el desarraigo existencial.

Surge la revista Garcilaso (1943), que pretendía recuperar la métrica del Siglo de Oro, como modo de recuperar la grandeza de la España Imperial. Se funda también la revista Espadaña, de poesía social y política, con colaboraciones de José Hierro y Blas de Otero.

Durante los ´50 la literatura adopta un compromiso social, que refleja la realidad nacional, de crítica política velada: se llamará la Generación realista de los 50, con el tema de la problemática de la clase obrera, campesina, la sordidez de la vida de los trabajadores en grandes ciudades y de crítica hacia el conformismo político de la burguesía, acomodada al régimen. Se busca la objetividad, el diálogo sin artificios, cotidiano, al análisis de la sociedad. Son novelas como Jarama (1956) de Rafael Sanchez Ferlosio y obras de Carmen Martín Gaite, Jesús Fernandez Santos y Ana María Matute, de gran claridad, precisión y dominio de las técnicas narrativas. Otros autores de la generación son Juan y Luis Goytisolo, Juán García Hortelano y Juán Marsé; y los poetas José Agustín Goytisolo y Jaime de Biedma.

Se publica La Colmena (1951) de Camilo J.Cela, retrato del mísero Madrid de la posguerra.

En los´50 vuelven autores del exilio, como Francisco Ayala, Rosa Chacel, Max Aub, Ramón J.Sender, y algunos pueden publicar aquí gracias a la apertura. También aumentó paralelamente la literatura de quiosco de las masas, la subcultura con las fotonovelas. Mientras, las clases medias seguían consumiendo éxitos de ventas extranjeros y algunas obras de Cela y Delibes (Cinco horas con Mario).

La literatura catalana se va afianzando en su recuperación, iniciada durante los cincuenta; desde la poesía destacan J.V. Foix y Salvador Espriu. Hay además una serie de autores vinculados al mundo editorial de Barcelona, como los hermanos Goytisolo, Marsé, Ana María Matute, Varzquez Montalbán, que representan la izquierda literaria barcelonesa. Un pequeño grupo de escritores incorporarán las formas y los temas de las nuevas tendencias narrativas.

La novela pasa de la descripción al diálogo; el autor vuelve a hacerse presente en su obra, incluso distorsionando, coincidiendo con un momento de cambio social, de auge económico y con la nueva Ley de Prensa. La liberalización permite la libre circulación de obras de Machado, Miguel Hernandez y Alberti; se da a conocer la obra de Juan Ramón Jimenez.

A finales de los ´60 y comienzos de los´70, la literatura social entra en crisis: aparecen nuevos narradores que apuestan por la libertad expresiva, el esteticismo y el experimentalismo, conformando la nueva literatura española. El cambio afectó a autores de esta y de anteriores generaciones: como escribe Fusi: “Experimentalismo, voluntad renovadora, liberación de procedimientos narrativos (...) de los jóvenes escritores españoles y de los que (...) se sumaron a las nuevas tendencias. (...) la misión de la literatura radicaba mas en la revolución estética y lingüística que en la crisis social, y a la concesión del compromiso del escritor como creador literario” . Es un cambio de orientación, temática y compromiso literario y sus autores. Surge un grupo de poetas novísimos contraculturales y revolucionarios, como Leopoldo Mª Panero. Por otra parte hay una poesía esteticista, culta y depurada de nuevos autores, como Antonio de Villena.

Por último, en los ´70, Tiempo de Silencio, de Luis Martín Santos señala el fin de la narrativa social. Aparecen nuevos narradores como Terenxi Moix, Javier Marías, José Leyva, con las características de finales de los ´60. Este cambio afectó también a autores de generaciones anteriores, como Cela y Torrente Ballester. Por otra parte destaca el realismo objetivista y la calidad de Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes, Juán Marsé, Francisco Umbral en este último periodo del franquismo.

La literatura en el exilio busca las causas de la tragedia, es crítica con el pasado y con la situación española, lucha contra el desarraigo. Algunos autores intentan la experimentación y la vanguardia, el subjetivismo y lo abstracto; otros escriben sobre los sufrimientos de los desamparados frente al régimen (Max Aub, R.Chacel), pero en general es una literatura realista, de compromiso moral con los españoles en la patria. Los autores se agrupan en torno a editoriales y revistas. En su obra se percibe cierto aislamiento lingüístico, por el alejamiento.

La literatura catalana es la mas afectada por el franquismo en temas, estilos y subsistencia. Antes de la guerra Cataluña tenía escuelas, periódicos y editoriales catalanes, pero en 1939 se truncó este desarrollo con el desmantelamiento del catalanismo cultural y político, con la clausura de centros y publicaciones, estableciéndose el castellano como lengua en lugares oficiales y públicos. La literatura catalana clandestina o exiliada se encontraba con problemas de lengua, de público, políticos y de traducción.

Hay gran cantidad de autores catalanes en el exilio por la desbandada en enero de 1939. Van a Europa y América, donde publicaron libros y revistas en catalán; la mayoría volvió mas tarde a España. Son novelas de corte clásico, crónicas descriptivas y análisis psicológicos sin innovaciones, que tratan sobre la vida, la guerra y la posguerra, y sobre el destierro y las nuevas tierras. Destaca Joan Puig i Ferreter. Los que regresan a España en los ´50 y ´60 y los que se quedaron aquí tienen una lenta recuperación, pero irrefrenable. Crean el premio literario San Jordi, que lanzó a escritores noveles y recuperó a un público de lectores en catalán.

La literatura en euskera pasó por una situación muy grave los primeros años de la posguerra porque su camino ascendente fue cortado tras la guerra, causando desmoralización; pero un grupo de escritores trata de revivir la narrativa eusquera. Las obras que producen son pobres de forma y la temática es la anterior a la guerra, pero aun así consiguen su supervivencia.

En los años cincuenta muestran una nueva temática y cierta oposición al clero y a lo tradicional; atienden especialmente a la forma y al personaje. A finales de los sesenta se percibe una crisis ideológica, religiosa, filosófica y moral, pero también tienen un nuevo público, mas joven y radical, mas sensibilizada con la problemática vasca de recuperación de la identidad.

La literatura gallega, tras la guerra civil, rompe con la temática agraria para introducir la perspectiva urbana, con gran influencia del realismo y con matices románticos y irónicos. Se trata el tema de la emigración y se emplea la literatura como arma de combate. Se llevan a cabo investigaciones del lenguaje y nuevos modelos literarios paralelos a las tendencias foráneas. Estos autores son de procedencia universitaria y formación cultural.

Estas características de la literatura del exilio y los regionalismo podemos aplicarlos a todos los demás casos.

2.- ARTE: Pintura, escultura y arquitectura

Durante los ´40, el arte fue militante y conmemorativo, con representaciones de Franco e iconografía de la guerra, monumentos a los caídos y a los héroes de la guerra. Se montan exposiciones de arte religioso patrocinadas por las instituciones oficiales.

El franquismo acaba con los movimientos de renovación (surrealistas y realistas) anteriores a 1939 y retorna al gusto tradicional y académico, con los temas y técnicas clásicos. Con respecto a la Pintura, los artistas cuya obra se correspondía con los gustos del régimen se quedaron en España continuando normalmente su creación, como es el caso de Zuloaga, Solana y Benjamín Palencia, por el interés del régimen de contar con artistas ilustres.

Los jóvenes pintores de Madrid, agrupados en torno a galerías de la capital, paralelamente a esto, darán lugar a lo que se llamará Escuela de Madrid, poco innovadora pero muy expresiva.

En los años ´50, el régimen organiza la I Bienal Hispano-americana, por la gran importancia que le dan a la hispanidad, pero aquí no se expondrá arte oficial ni folkórico, lo que supuso un gran avance artístico. En 1957 de crean el madrileño Grupo Paso, con pintores de la talla de Antonio Saura, y la Escuela de Cuenca.

Ya en los ´60 y comienzos de los ´70, irrumpen nuevos pintores; se difunde la obra de Picasso y Miró, no sin reticencias por parte del Estado; y resurge el dinamismo artístico catalán, donde sobresalen Tapies y Cuixart.

En cuanto a la Arquitectura, en los ´40, se le da un gran impulso a la construcción religiosa, por tratarse de un estado confesional. Los edificios oficiales toman el modelo del estilo herreriano del Escorial, “símbolo de la España de los Austrias”, dando lugar a obras como el Ministerio del Aire, de Luis Gutierrez Soto, y el Colegio Mayor Jose Antonio, de Arreste y Brigas. También recibe influencias del clasicismo: el Arco del Triunfo, de Lopez Otero y Pascual Bravo, y el Instituto de Cultura Hispánica, de Martinez Feduchi. El estilo colonial es copiado en el Museo de América y la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, de Moya y Martinez Feduchi. Pero entre todas las obras monumentales del régimen, destaca el Valle de los Caidos, de Pedro Muguruza, convinación de arquitectura y escultura de exaltación nacional y religiosa.

Se construye del Santuario de Aránzazu, de Saenz de Orza, con colaboraciones de numerosos artistas vascos. Se construyen además los rascacielos de Torre de España y Torre de Madrid, de Julián y Jose María Otamendi.

Ya en los ´50, en Barcelona nace el Grupo R, con Bohigas, Coderch, etc., contra la arquitectura oficial y a favor del racionalismo en la construcción y de las nuevas tendencias en Europa; como ejemplo, su Casa de Pescadores de la Barceloneta.

En los sesenta se incorporan nuevos materiales. Hay además en estos momentos un gran dinamismo del arte catalán (Ricardo Bofill, Oriol Bohigas..).

La Escultura también aparece en las exposiciones de arte religioso de la primera década del franquismo, cuyo triunfo en la guerra supuso un alto en el camino y la liquidación de la innovación, con vuelta hacia lo tradicional. Contra esto, Angel Ferrant retomará la experimentación surrealista iniciada antes de la guerra. Aparecen en escena nuevos escultores.

En los años ´60, destacan dentro, pero especialmente fuera, en concursos internacionales, Tapies y Chillida; Tapies con el empleo de materiales inusuales y Chillida creando un mundo abstracto de formas innovadoras y complejas.

3. ESPECTÁCULOS: Teatro, Música y Cine

El Teatro y la Música se consideran espectáculos reservados para la burguesía acomodada de Madrid y Barcelona, con temporadas breves y representaciones ocasionales en grandes ciudades. El cine es un medio mas de masas, con mas alcance para la mayoría de la población.

Hay grandes directores (Luca de Tena, José Tamayo, Jose Luis Alonso...), grandes autores (José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo, Edgar Neville...), compositores de calidad (Halffter, Rodrigo...), buenos directores (Bardem, Berlanga, Buñuel) y famosos intérpretes (Juanita Reina, Carmen Sevilla, Lola Flores, Antonio Molina, Juanito Valderrama...) que dieron resultados de calidades muy variables.

El Teatro sufre un retroceso, respecto a la renovación iniciada en la República, a la etapa benaventiana, entre 1940 y 1955, “de intencionalidad moral, dramas psicologico-morales de la burguesía, al servicio de los valores tradicionales” . A mediados de los ´50 hay gran número de farsas graciosas y algo eróticas, “comedias amables de temas intrascendentes y final feliz, con diálogos cuidados e ingeniosos y buena construcción teatral”. Se publican obras como La herida luminosa, de Sagarra y La Muralla, de Joaquín Calvo Sotelo. Pero surge ahora también el teatro de humor y del absurdo de Miguel Mihura (Tres sombreros de copa, 1952) y Enrique Jardiel Poncela (Eloisa está debajo de un almendro, 1955), autores polémicos e innovadores.

Pese a todo, en esta primera década (1940-50) “el teatro tuvo un papel secundario como hecho cultural (...) elemental y pobre (...) comedias tópicas, humor poco exigente y sentimentalismo fácil” .

Buero Vallejo estrena Historia de una escalera (1949) que inicia el teatro crítico, realista, social y moral, político y justiciero, de denuncia explícita antifranquista, próximos sus autores al comunismo y muchos de ellos detenidos por sus actuaciones clandestinas; generación en la que destacan Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Carlos Muñiz, etc.

Hay pocos cambios en los años 60 y 70, pero actores como Nuria Espert y Adolfo Marsillach montaron espectáculos interesantes sobre obras de B. Bretch, Weiss, Moliere, Valle-Inclán y Lorca. Estrenan también en estos años Buero Vallejo (El Tragaluz) y Joaquín Calvo Sotelo. Surge el teatro poético de Antonio Gala (Los verdes campos del Edén).

Sin embargo, teatro de calidad como el de Fernando Arrabál o Sastre no encontraron pú blico o no fue permitido, mientras que otros obras mas mediocres alcanzaron gran éxito.

Hay un teatro catalán interesante estos años, representado por Espriú.

La Música era utilizada como gala de estado, pero aun así no había una política destinada a su fomento y la pasión por la música era casi exclusiva de minorías universitarias. Hay iniciativas privadas, como la quincena musical de San Sebastián y la temporada regular de ópera de Bilbao. Se crea la Orquesta Nacional y la Orquesta de Cámara de Madrid, la compañía de Ballet de Pilar Lopez y los festivales de música de Santander y Granada. Pero aun así estas mejoras se quedan en la superficie. Además, muchos compositores españoles debieron exiliarse, como Rodolfo Halffter, Bacarisse, Gerhard y Pau Cassals, estando también alejados de España Falla y Ernesto Halffter.

Durante los ´40, la música española regresó a planteamientos anteriores a Falla, al margen de las corrientes contemporáneas. Destacan las composiciones Concierto de Aranjuez (1939) de Joaquín Rodrigo y El cojo enamorado de Ernesto Halffter. La Generación de 1951 (Cristobal Halffter, Luis de Pablo...) renovaron el lenguaje musical español asimilando las formas mas audaces de la vanguardia; algunos compositores pudieron ahora estrenar algunas de sus obras. Además, se da a conocer la obra de Pablo Casals.

La canción popular era peligrosa por su creación expontánea, su crítica y rápida difusión, por lo que fueron prohibidas las ferias y festejos públicos y gratuitos y sustituidas por actos con venta de entradas, para controlar mas la asistencia y el contenido de las obras. En cuanto al flamenco, que había estado muy abandonado, resurge de la mano de Antonio Gades y Carmen Amaya en el I Concurso de Cante Jondo de Córdoba. La canción ligera, popularizada por la radio, ocultaba la miseria y subdesarrollo del país, como cultura de evasión.

“El floklore cayó en manos de la Sección Femenina” , con lo que el Estado pasaba a controlar la cultura musical popular, prohibiendo además la actuación de músicos regionales, como los gaiteros y los txistularis, por afán homogeneizador. El disco y las discográficas extendieron la influencia de la canción popular sobre las masas, perfeccionándose los controles.

La canción también fue empleada por la contracultura o cultura liberal como forma de propuesta; es el caso de la Nova Canço catalana, en 1963, con Raimon, Joan Manuel Serrat, Lluis Llach y Maria del Mar Bonet. En los últimos años, cuando se vislumbra la apertura democrática, las discográficas, oportunamente comienzan a editar estas canciones de protesta.

El Cine estaba sometido a la censura estatal y eclesiástica, y era obligado su doblaje, pero fue el entretenimiento mas común, aunque fué de los manipulados y controlados estatalmente.

Tras la guerra produjo el Estado gran número de películas de tipo epico-militar (A mi la legión! 1942, Juan de Orduña; Raza, 1941, Franco) o historico-imperiales (películas de Juán de Orduña, como Agustina de Aragón).

Entre 1940 y 1950 se hace un nuevo tipo de películas pues el público se ha hartado de las anteriores; se graban en gran número de comedias amable, de folklorismo andaluz, temas taurinos, casticismo madrileño, cine religioso (Marcelino pan y vino), películas con niño (Joselito o Marisol); el disparate cómico y el folletín romántico. Fueron éxito El último cuplé (1956) de Juan de Orduña y Donde vas Alfonso XIII? (1959) de Luis cesar Amadori.

Algunos directores de la República seguirán trabajando durante el franquismo, como Florian Rey y Benito Perojo, basándose en el éxito de la canción española y de sus intérpretes, con planteamientos simples y optimistas, donde ofrecen una imagen de España estereotipada y falsa. Pese a todo el público prefería el cine norteamericano, aunque censurado, doblado y muchas veces reinterpretado. Las películas de éxito de público eran tópicos españolistas de pésima calidad y los spaghetti-westerns.

Juan A. Bardem da lugar a un cine social y crítico (Muerte de un ciclista, 1955); Luis García Berlanga crea un cine satírico y mordaz (Bienvenido Mrs Marshall); que introdujeron fórmulas del neorealismo italiano. El productos Elias Querejeta aprovecha la nueva Ley de Prensa (1966) para lanzar un nuevo cine español de calidad estética y crítica social (La caza, de Carlos Saura). La liberalización levanta la prohibición sobre las películas de Buñuel (Viridiana).

En 1973 se inicia la recuperación con El Espíritu de la colmena, de Victor Erice.

4.- OTROS ESPECTÁCULOS:

Durante todo el periodo del franquismo triunfaron las Revistas o comedias musicales eróticas y los espectáculos de canciones andaluzas o castizas, con intérpretes célebres en España. Los Toros fueron otro gran espectáculo, muy arraigado en la cultura española, la fiesta nacional, que al Estado le convenía promover, creando los mitos de Manolete y Manuel Diaz el Cordobés. Los Deportes fueron un gran entretenimiento, estatalizado y adscrito a la falange, sobre todo el fútbol, cuyas victorias se celebraban y empleaban como propaganda política y para reforzarse frente al exterior. El Real Madrid, por sus victorias internacionales se convirtió casi en símbolo del régimen, y también en negocio, gracias a las quinielas.

5. - MEDIOS DE COMUNICACIÓN:

La ley de Prensa del 39 limitaba la libertad de información hasta la nueva ley, de 1966. En 1939 se prohiben periódicos anteriores, sobre todo lo de izquierda, se impone censura, represión, etc. El estado y la iglesia poseen una plataforma de medios de comunicación que hacen que esta sea parcial. La prensa privada salía por subvención de propaganda comercial inhundatoria.

Pese a todo aparecen revistas interesantes, como Escorial, que pretendía recuperar el pensamiento anterior a 1936 para reestablecer la continuidad intelectual española; y Garcilaso (ya citada). También se funda la Revista de Estudios Políticos (1941) de la falange universitaria.

ABC es el refugio de la cultura monárquica; y La Codorniz es una revista humorística, irónica con el Estado. Mas adelante se fundaron revistas de arte innovador (Dau al Set), literarias y filosóficas (Revista de Occidente, Cuadernos para el Diálogo). La liberalización permitió la actividad de buenas editoriales y de semanarios de izquierdas (Triunfo). También en los años ´60 nace la prensa del corazón en color destinada a mujeres.

Aunque aun se cerraría algún periódico liberal (Madrid), la prensa ya no se callará y criticará abiertamente al régimen (Informaciones, Cambio 16). Incluso los humoristas gráficos.

La Radio fue un medio de masas que tuvo gran difusión tras la Guerra Civil, por lo tanto de importante manejo por parte del Estado. La Radio Nacional estuvo monopolizando la información durante muchos años con este fin. Además de noticiarios se emitían seriales como Ama Rosa, de Guillermo Sautier Casaseca, concursos, canción ligera, retransmisiones deportivas, shows y programación religiosa, tanto en emisoras públicas como privadas, subvencionadas como publicidad comercial.

Por último la Televisión, estuvo en manos del Estado y supuso una mayor división entre la cultura de masas o subcultura y la cultura de la minorías. A partir de 1960 se convirtió “en el principal elemento de la subcultura popular”, pues ofrecía una variada programación en ese momento: informativos, cine, series norteamericanas como Bonanza, espectáculos musicales como Eurovisión, concursos, programas teatrales e infantiles, retransmisiones deportivas y series españolas, como Fauna Ibérica, de Felix Rodriguez de la Fuente.

7. - ANÁLISIS Y CONCLUSION:

Como hemos visto hasta aquí, la cultura oficial que se impone al término de la Guerra Civil española es de exaltación de la victoria, heroizante, propagandística, de centralismo castellano y muy reiterativa con los valores que pretendía defender e imponer (valor, familia, religiosidad), de corte católico y militar, falangista y carlista conservadora; opuesta a la que se desarrollaba durante la república.

Los regímenes autoritarios y totalitarios, de corte fascista, como este, se sustentan en una cultura/arte oficial que sanciona su poder y su papel como director de los destinos del pueblo, con el importante respaldo ideológico que supone el apoyo en un primer momento de la iglesia católica y aun de la Santa Sede. Se trata de un arte monumental, fastuoso, pero a la vez austero, al modo del fascista en Italia y el nazi en Alemania, lo que se constata en la arquitectura, la música de estado, etc.; que refuerce los valores del régimen a los que antes nos referíamos. Con respecto a los medios de comunicación, estos estaban controlados por el Estado, y también por la iglesia, con la estatalización de la mayoría de los medios y el control y la censura de los restantes. El Estado y la Iglesia llegaron a tener sus propios periódicos, editoriales, agencias de prensa, etc, con el consiguiente manejo y parcialidad de la información.

Pero en relación a otros aspectos de la cultura, como es la literatura, los regímenes de militares, como este, desconfían de los intelectuales, literatos, filósofos, historiadores, profesores universitarios, lo que condujo a la persecución y sustitución de los disidentes, que resultaron se la mayoría, y a su exilio (la mayor parte de la generación del 27), su encarcelamiento (como el caso de Miguel Hernandez) y/o su muerte (Lorca). La guerra civil y el régimen posterior supuso una gran sangría de cerebros, que dejaron a España desorientada hasta la vuelta de estos y la aparición de otros nuevos, renovadores.

Hubo una división intelectual con respecto a que partido tomar respecto a la nueva situación: Intelectuales que se quedaron en la península y apoyaron el franquismo destacan Ramiro de Maeztu, Eugenio D´Ors; o volvieron a España con el beneplácito del régimen, como Marañón, Zuloaga y Dalí tardiamente. Entre los intelectuales silenciados o denigrados sobresalen Sanz del Río y Giner, Unamuno, Ortega, Azaña, Lorca, Alberti y Miguel Hernandez.

La cultura popular o subcultura fue fecunda en producciones, aunque la mayoría coincida en calificarlas de baja o nula calidad artísticas; pero aun así no dejan de ser cultura. Era el mejor representante en el extranjero de lo que el Estado quería mostrar de España, sol, toros, alegría y folklore, una imagen artificial y falsa de la realidad interna pero que atraía al turismo que tanto beneficiaba a nuestra economía, bajo la máxima de “Spain is diferent”.

Esta cultura popular o de consumo de masas vendría a sustituir o completar a la cultura oficial pues “carente de preocupaciones políticas e intelectuales pero de gran popularidad y difusión pública, favorecía, vía el entretenimiento y la evasión, la integración social y la desmovilización del país, objetivos (...) del nuevo régimen”. Es curioso que, como dice Enrique Azcoaga, el sistema “utilizó en el extranjero lo mas avanzado, y prefirió siempre en el anterior lo menos heroico” .

Finalmente, esta cultura de evasión contribuiría a la recuperación de la actividad artística; aun mas “la vigencia de aquella cultura popular permitiría (...) enmascarar (...) el fracaso de su propia cultura oficial” pues “la derrota del Eje en 1945 hirió (...) los proyectos de crear una cultura (...) falangista” . La cultura falangista fue sustituida por el integrismo nacionalista católico, pero aun así carecía culturalmente de respuesta. Intelectuales que colaboraron con el régimen, se retiraron de el, como Panero, Rosales, Ridruejo, Torrente Ballester y Lain Entralgo.

El vacío dejado por la cultura oficial, que tan rotundamente fracasó, fue cubierto por la cultura liberal o contracultura, tan diferenciadas desde el comienzo, y a la que tanto combatió, “poniendo en evidencia el vacío cultural e ideológico de la cultura oficial los últimos años del franquismo” , por lo que debieron ir aceptando como cultura la preexistente, que terminó por imponerse. La contracultura o cultura desde las elites intelectuales/artísticas optó por el realismo crítico como forma de expresión y de oposición a lo anterior.

Los órganos de difusión eran en su mayoría oficiales; y los que no lo eran, estaban fiscalizados, como todos los niveles de la enseñanza, según el Concordato de 1951. Se creo el Instituto de Investigaciones Científicas, del que se excluyó cualquier posible heterodoxia. Se decretó la Ley de Prensa del 22 de Abril de 1938, que restringiría las libertades informadoras hasta la nueva Ley de Prensa de 1966, cuando se abrió algo mas el panorama de la comunicación. Se establecía de este modo un cerco a la cultura que llegaba a la población, el anacronismo de las creaciones, el vacío intelectual (visible) y la ocultación de la realidad social, y aun así, la libre creación logró sobrevivir y burlar este asedio. Siempre se encontraba una vía para burlar esta vigilancia estatal, mediante metáforas y/o guiños al público despierto.

En 1951 hay una pequeña apertura, cuando Ruiz Gimenez ocupa el Ministerio de Educación, y ya desde los años ´60 y sobre todo en el periodo que Fraga Iribarne ocupa el Ministerio de Información y Turismo en 1962, se comienza una ligera libertad, que llevaría a la Ley de Prensa antes citada de 1966, que supuso ayudas a la cultura y una mayor libertad para la creación

En los últimos años del franquismo se vio que “el franquismo había perdido la batalla de la cultura” sobre todo en el ámbito universitario, lo que se manifestó en las oleadas de propuestas estudiantiles en los campus los años 1956 y 1962-63, con el apoyo de profesores y estudiantes de otros niveles, lo que suponía la deslegitimación cultural e ideológica del régimen, que se difundiría rápidamente. Además, la cultura oficial había fracasado en su lucha por la homogeneización de la cultura nacional, en la supresión de las culturas regionales, pues las tradiciones gallega, vasca y catalana especialmente, pervivieron milagrosamente al ataque estatal durante tantos años.

Cuando finalmente se abrió la censura (desde 1970) y la posibilidad de creación, se produjo la eclosión de la cultura liberal en España, “el arte, el espíritu de protesta y crítica, de ruptura, se orientó (...) hacia el informalismo y la abstracción”, recuperando “el discurso de la modernidad”. Ante esto, al franquismo “solo le quedaba confiar en el (...) divorcio que seguía existiendo entre la cultura de masas y la cultura de las minorías”.

Después de este repaso podemos afirmar que la Guerra civil supuso un corte en el desarrollo que llevaba la creación en nuestro país, que le hizo distanciarse del curso brillante que había seguido en generaciones anteriores magníficas como la del 98 y del 27, pero dio lugar en un primer momento a unas manifestaciones culturales particulares (sin entrar ahora en calidades), de claro cuño estatal, que mas adelante, irían abriéndose mas cada vez y recibiendo variadas influencias, en especial de las vanguardias, que se iban recuperando.

La censura estatal y religiosa, minaron la creatividad artística y, en palabras de D. Ridruejo: “sin el impulso libre, toda vida intelectual tiende a hacerse mero oficio”, además de crear situaciones absurdas y llevar a equívocos con sus recortes.

El control por parte del Estado fue un gran obstáculo para la creación y la publicación/estreno, sin duda alguna, como lo fueron la ausencia de ayudas y políticas culturales estatales, haciendo peligrar la continuidad de la creación de intelectuales y/o artistas, pero al mismo tiempo les provocó la rebeldía que les movió a la creación de obras sublimes que de otro modo quizá no habrían visto la luz; y dio lugar a la cultura del exilio. Los artistas, al verse obligados a huir de su país, entraron en contacto con otros países, gentes y costumbres, enriqueciendo la obra, dándole nuevos temas y perspectivas, al tiempo que nuevos sentimientos (añoranza por la tierra lejana, miedo al desarraigo, enojo contra el régimen, solidaridad con la suerte de sus compatriotas, etc.).

El régimen aisló a nuestro país del resto del mundo libre, democrático, igual que rompió el vínculo de nuestro arte/cultura con las vanguardias fundamentalmente europeas en un primer momento; pero este aislamiento en los primeros años del franquismo hizo que se fraguase en la clandestinidad un movimiento de oposición a lo establecido, de tendencias contrarias a la cultura oficial, que posteriormente saldrían a la luz para mezclarse con las nuevas y viejas corrientes creando una vanguardia artística y cultural particular que compensaría nuestro atraso artístico con su originalidad.

El balance cultural del periodo 1939-1975 es por lo tanto complicado, pues por un lado hubo enormes pérdidas irrecuperables, pero por otra parte se produjo una innovación, primero clandestina y mas adelante manifiesta que dio lugar a un patrimonio cultural muy personal, seña de identidad de esta sociedad, su época y sus circunstancias.

Muchas obras nunca pudieron ver la luz, otras lo hicieron con la restauración de la democracia; pero al tiempo aparecieron obras que hoy son representativas de la cultura española; muchos autores, como Baroja, Azorín, Menendez Pidal, Ortega, D´Ors, Lopez Ibor, Dámaso Alonso, Aranguren, Tovar, Caro Baroja, escribieron entonces muchas de sus mejores obras. No sabemos lo que hubiera pasado si la República hubiese continuado o se hubiese instaurado otro tipo de sistema político tras la contienda, pero conocemos los frutos que se dieron durante el periodo franquista, que nos impiden creer en la existencia de un “páramo cultural” en este tiempo

BIBLIOGRAFÍA:

ALCOBER, Norberto, 1977 La cultura española durante el franquismo.

AVILÉS FERNANDEZ, Miguel (dir.) 1975 Nueva Historia de España. Madrid, Ed. EDAF.

FUSI DE AIZPURUA, Juan Pablo, 1999 Un siglo de España. La cultura. Madrid, ed.

Marcial Pons.

RESEÑA 1976 “La cultura durante el franquismo” (Especial), nº 100. Madrid.

“Los resquicios de libertad -que no llegaban a la prensa- fueron aprovechados por nuestros narradores para denunciar problemas que nuestros periódicos no podían...”

Miguel Delibes.

Se prohibió el tema de la guerra en la literatura para que no se pudiese usar contra el régimen, excepto para aquellos autores fieles al franquismo.

Fusi, en Un siglo de España. La cultura, 1999. pag. 8.

Término de Fusi, en 1999.

Fusi, 1999: 144.

“la hostilidad hacia Picasso y Miró” es muestra de la “incompatibilidad entre franquismo y creación artistica” (Fusi, 1999: 108).

Fusi, 1999: 107.

Fusi, 1999:112.

Fusi, 1999: 112.

Fusi, 1999:112.

En revista Reseña, especial “La cultura durante el franquismo”, 1976. Pag. 6.

Era obligatoria la proyección del NO-DO (Noticias y Documentales propagandísticos y estatales) al comienzo de cada sesión.

Cartel en portada.

Fusi, 1999: 136.

España ganó en el festival el año 1969 con la canción La, la, la de Massiel.

Fusi, 1999: 99

Reseña, 1976: 5.

Fusi, 1999:116.

Según J.L. Aranguren, en los primeros años del franquismo, el vacío cultural fue evitado “gracias al esfuerzo cultural llevado a cabo por el falangismo liberal, los fundadores de la revista Escorial, los Cuadernos Hispanoamericanos y la Editorial Nacional” (en Reseña, 1976: 4).

“La cultura española intramuros ha resistido a la presión circundante con un esfuerzo imaginativo que superaba por la vía de la creación artística la imposibilidad de expresarse sin tapujos” (Reseña, 1976: 3).

Es el caso de los artículos de prensa censurados: los editores de los periódicos dejaban en blanco el lugar del artículo censurado para que el lector se diera cuenta de que ahí había habido un recorte y para que buscase por otra parte la información que faltaba, en unos panfletos que circulaban clandestinamente.

Fusi, 1999: 125.

Fusi, 1999: 129.

Fusi, 1999: 145.

Fusi, 1999:136.

A las que se suma la censura social, que es aun menos permisiva y mas crítica.

“Durante casi toda la década (1940-1950) la investigación y la enseñanza se convirtieron en empresas oficiales que el estado con frecuencia delega en la iglesia”, en Avilés, Nueva Historia de España , 1975. Madrid, ed. EDAF.

Nada que estuviera en el Indice romano podía publicarse.

Expresión del filósofo e historiador J.L. Abellán, en su obra La cultura en España, 1971.

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Enviado por:Vicente García
Idioma: castellano
País: España

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