Psicología


Formación del síntoma


Tabla de Contenidos

1. Introducción 2

2. El síntoma como parte del inconsciente 2

3. El síntoma y su génesis 3

4. Algunos Casos Representativos. 5

4.1. El síntoma en la histeria 5

4.1.1 El caso de Anna O. 6

4.2. El síntoma en la obsesión 7

4.2.1. El hombre de las ratas 8

4.3. El síntoma en la fobia 9

4.3.1. Fobia de Juanito 9

5. Conclusión 11

6. Bibliografía 13

1. Introducción

En el presente trabajo se pretende analizar el cómo se da la génesis de los síntomas según Sigmund Freud, y en el proceso evidenciar el por qué estos tienen su formación en el inconsciente.

Para esto examinaremos los textos más relevantes escritos por Freud respecto al tema y utilizaremos tres de los casos más destacados de Freud que respectan al síntoma, en los que se evidencia distintos tipos de neurósis: el caso de Ana O., el caso del Hombre de las Ratas y Fobia de Juanito; esto con la finalidad de ejemplificar la teoría propuesta por el mismo Freud en cuanto al surgimiento del síntoma en tres situaciones diferentes de la vida psíquica: la histeria, la obsesión y la fobia.

2. El síntoma como parte del inconsciente

Freud nos dice que lo inconsciente es necesario y legítimo ya que los datos de la consciencia son incompletos (Freud, 1915). Tanto en las personas mentalmente sanas como en las enfermas, surgen con gran frecuencia actos psíquicos cuya explicación no puede ser explicada desde la consciencia. Freud nos dice que estos actos no son únicamente los fallos y los sueños de las personas sanas sino que también incluyen a todos los actos que calificamos de síntomas y fenómenos obsesivos en los enfermos.

El síntoma a diferencia de la inhibición, es un signo de un proceso patológico. Se habla de síntoma cuando existe una modificación extraordinaria de la conducta misma o de una función nueva. El síntoma es observado como expresión de una intención inconsciente y al mismo tiempo como defensa frente a ella, en otras palabras, un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un instinto, un resultado del proceso de la represión. El síntoma no puede verse como un proceso que ocurre dentro o actúe sobre el yo, sino que es más bien visto como una transferencia, y en él se articulan por lo menos tres cosas: la realización de un deseo inconsciente, la satisfacción de una pulsión, y una apropiación por parte del yo. Es por esto que Freud nos dice que el síntoma es como un mensaje que debe ser descifrado, y funciona como un sustituto para una satisfacción frustrada o ante un conflicto psíquico (Freud, 1915).

3. El síntoma y su génesis

Para comprender el surgimiento del síntoma, es necesario ver su génesis en la represión. Bajo las propias palabras de Freud, el síntoma sería “un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un instinto -pulsión -, un resultado del proceso de la represión. Esta represión parte del Yo, que a veces por mandato del Super-Yo, rehúsa agregarse a una carga instintiva -pulsional - iniciada en el Ello(1930).

Freud nos dice que la represión es una representación pulsional (Freud, 1930), entendiendo como tal una idea o grupo de ideas a las que el instinto -pulsión - confiere cierta energía -libido -. Esto también puede ser entendido como que ciertas situaciones o estímulos pueden despertar representaciones que pueden resultar tan repulsivas y que generen conflictos internos tan intensos, que existe un mecanismo que se enfrenta a estas representaciones con el objeto de anularlas, manteniéndolas escondidas a la conciencia. Entonces vemos que la represión busca evitar el displacer -la angustia- (Freud, 1926).

Esta operación no es completamente efectiva. Esto significa que no logra evitar obstaculizar por completo la idea reprimida. La represión funciona a través de desplazamientos y sustituciones. Estos desplazamientos son efectivos mecanismos de defensa, pero solo en cuanto mantienen alejadas las ideas o pulsiones reprimidas; pero nunca las logran hacer desaparecer por completo.

Se debe considerar que la fuente de lo reprimido se encuentra en las pulsiones de la libido, la cual representa la fuerza de origen sexual que impulsa los síntomas histéricos, y que ésta debe ser descargada para darle fin a la pulsión. El desplazamiento que genera la represión, y ligado a la descarga libidinal en un objeto sustitutivo, es la condición que genera la formación del síntoma.

A esto Freud afirmaba El síntoma, en cambio, situado como está en medio de la vida real, debe ser al mismo tiempo algo más, debe ser también la realización de deseo del pensamiento represor (Freud, 1966).

Retomando el hecho de que en el síntoma se articulan la realización de deseos inconscientes y la satisfacción de pulsiones, Freud reconoce la neurosis obsesiva y la paranoia como formaciones del síntoma dado que adquieren un alto valor para el yo, por aportarle una satisfacción narcisista que de otro modo le sería inaccesible (Freud, 1895).

Las formaciones de síntomas de los enfermos de neurosis obsesiva halagan el amor propio con la ilusión de que son hombres mejores que los demás; y los delirios de la paranoia abren a la agudeza y fantasía del paciente un amplio campo de acción, difícilmente sustituible (Freud, 1926).

De todas estas circunstancias resulta aquello que nos es conocido con el nombre de ventaja de la enfermedad (secundaria) de la neurosis. Esta ventaja apoya la tendencia del yo a incorporarse el síntoma y fortalecer la fijación de este último. Cuando luego se intenta prestar ayuda analítica al yo en su lucha contra el síntoma, descubrimos en el lado de la resistencia la actuación de los enlaces conciliadores entre el yo y el síntoma, no siendo nada fácil desatarlos.

Los dos procedimientos que el yo utiliza contra el síntoma se hallan en mutua contradicción. El otro procedimiento es de carácter menos pacífico, ya que continúa la obra de la represión. Sin embargo, no se debe tachar al yo de inconsecuente. El yo es pacifista y quisiera incorporarse el síntoma, acogiéndolo en su totalidad. La perturbación parte del síntoma, que en calidad de verdadera sustitución y ramificación del impulso reprimido, cuyo papel continúa desempeñando y cuyas exigencias de satisfacción renueva de continuo, fuerza al yo a dar de nuevo la señal de displacer y prestarse a la defensa (Freud, 1926).

La lucha defensiva secundaria contra el síntoma se desarrolla en diversos terrenos y emplea muy distintos medios. Para poder decir algo de esta lucha se han de investigar los distintos casos de formación de síntomas. En esta labor se halla ocasión de entrar en el problema de la angustia. Como aún falta preparación para afirmar las hipótesis de la formación de síntomas en la neurosis obsesiva, en la paranoia y en otras neurosis, se debe partir de los síntomas que crean la neurosis histérica

4. Algunos Casos Representativos.

4.1. El síntoma en la histeria

La histeria es vista como una afección psicológica perteneciente al grupo de las neurosis, y que presenta su sintomatología mayormente en el cuerpo sin tener lesión alguna que lo justifique. Es un trastorno de personalidad inconsciente que se centra principalmente en obtener atención.

4.1.1 El caso de Anna O.

Este caso fue abordado por Breuer y discutido con Freud. Anna O. era una joven de 21 años y llega a consulta en una época en que su padre se hallaba enfermo. Se dice que la joven es de inteligencia muy notable, y que en el transcurso de sus consultas fue desarrollando una serie de síntomas físicos y psicológicos de seriedad (Breuer & Freud, 1895). Entre estos síntomas se encontraban parálisis de extremidades, anestesia -pérdida de sensibilidad-, perturbaciones en la visión y el movimiento ocular, y otros.

Breuer y Freud (1895) nos dicen que en la mayoría de los casos es difícil llegar a un diagnóstico de histeria mediante un simple examen clínico y que ello “se debe en parte a que suele tratarse de vivencias que al enfermo le resulta desagradable comentar, pero, principalmente, a que en realidad no las recuerda, y hartas veces ni vislumbra el nexo causal entre el proceso ocasionador v el fenómeno patológico”. Vemos aquí inmerso un proceso de represión de aquello que causa displacer, lo cual va a provocar el surgimiento de los síntomas.

Es preciso hipnotizar a los enfermos y, en ese estado, despertarles los recuerdos de aquel tiempo en que el síntoma afloró la primera vez; así se consigue evidenciar el mencionado nexo de la manera más nítida y convincente” (Breuer y Freud, 1895). Breuer desarrolla por medio de la hipnosis su método catártico, que se base en lograr que el paciente confronte la situación reprimida que generó al síntoma, y nos dice que “los síntomas histéricos singulares desaparecían enseguida y sin retornar cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador. En esto se basó el tratamiento que se le dio a Anna O.

Bajo las palabras de Breuer y Freud (1895), este método catártico vendría a trabajar de la siguiente manera: cancela la acción eficiente de la representación que originariamente hizo abreaccionada -descarga de un monto de energía pulsional-, porque permite a su afecto estrangulado el decurso a través del decir, y la lleva hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal (en estado de hipnosis ligera). Con esto se hace referencia a que el sentimiento reprimido que está generando al síntoma consigue desviarse y encontrar una salida hacia lo consciente utilizando la palabra. Esto mediado por la hipnosis, ya que en este estado el paciente es capaz de llegar a vivenciar la situación o el sentimiento original mediante la asociación, llegando a lo profundo del inconsciente donde éste se halla reprimido.

“Los fenómenos histéricos se disipaban en esta enferma tan pronto como en la hipnosis reproducía el suceso que había ocasionado al síntoma” (Breuer y Freud, 1895). Uno de los sucesos más notables de este caso fue que a Anna O. se le hizo imposible beber, y por medio de la hipnosis se llegó al razonamiento de que era provocado por haber visto hacía años a un perro beber de un vaso, y esto le había resultado sumamente desagradable. Igualmente, la anestesia -parálisis- de la que sufría en uno de sus brazos, se disipó al recordar por medio de la hipnosis una situación que le sucedió mientras cuidaba a su padre estando en una casa en el campo. En esa ocasión ella se quedó dormida con su brazo colgando de la silla, y en un estado de semi-vigilia creyó ver una serpiente negra amenazando a su padre. Su brazo estaba paralizado por la falta de circulación sanguínea, y el estar en la casa de campo generó una asociación con serpientes, las cuales eran usualmente vistas en esa zona.

Mediante el uso de estas técnicas (hipnosis y catársis o “talking cure”) llega a su término la histeria integra presentada por Anna O. consiguiendo deshacerse de todos los síntomas (Breuer y Freud, 1895).

4.2. El síntoma en la obsesión

Freud nos dice que en toda obsesión se hallan dos elementos: una idea que se impone al enfermo, y un estado emotivo asociado (Freud, 1895). El estado emotivo va a ser lo principal ya que este no varía, mientras que la idea sí llega a cambiar. Esta idea original puede encontrarse sustituida por otra con el fin de olvidar ciertos acontecimientos penosos que respectan a la vida sexual del individuo, por lo que, el motivo por el cual se da esta sustitución es “por una defensa del yo contra una idea que resulta ser inconciliable” (Freud).

4.2.1. El hombre de las ratas

Un joven se presenta ante Freud diciendo sentir temor de que a su padre y a una mujer a quien dice que admira (ama) les ocurra algo malo. Además sentía una serie de impulsos, como cortarse con una navaja y ponerse auto prohibiciones. Una de las prohibiciones que se auto impuso el joven fue la de no devolver un dinero que le habían prestado, creyendo que al devolverlo algo malo le iba a suceder a la mujer que decía admirar. Aparte de esto, también presentaba una vida sexual deficiente (Freud, 1909).

El origen de las neurosis obsesivas no ha de buscarse en la vida sexual actual, sino en la vida sexual infantil” (Freud, 1909). El joven narra a Freud un suceso, el cual fue el motivo de su consulta. Le cuenta acerca de un capitán muy cruel que le contó sobre un castigo que consistía en poner ratas en un tarro, y este contra el trasero de la persona, provocando que las ratas entrasen por el ano del castigado. Este mismo capitán le había reprochado el no devolver el dinero antes mencionado.

“Las representaciones obsesivas aparecen inmotivadas o bien sin sentido, y para aclararlas debemos hacer una traducción de ellas. Esto se consigue relacionándolas con el vivenciar del paciente” (Freud, 1909). El padre del joven también era militar, por lo que lo asociaba con el capitán, y lo dicho por éste acerca de devolver el dinero le recordaba una deuda de juego que tenía su padre, quien por esto era considerado un spielratte (rata de juego).

Según Freud (1909), las ratas adquirieron varios significados simbólicos para el joven, entre estos el de penes y de hijos, por lo que el castigo con las ratas era visto como una representación del coito anal, y la representación de la rata como hijo hacía referencia a él mismo.

A todo esto, Freud (1909) encuentra una relación con la mujer con la que el joven quería casarse (heiraten) pero que no podía tener hijos debido a una operación. El castigo de las ratas en realidad era una amenaza de su padre, representado en la figura del capitán, dejando en claro que lo que existía era un conflicto entre obedecer a su padre o estar con la mujer.

“Las acciones obsesivas resultan de una formación de compromiso entre dos impulsos que se combaten mutuamente” (Freud, 1895). El odio a la mujer por no poder darle hijos se suma a la lealtad a su padre, y el odio hacia su padre debido a la amenaza con el castigo de las ratas se sumó al amor por la mujer, generando esto el conflicto entre impulsos.

Vemos entonces como los síntomas presentados por este hombre eran debidos a una represión surgida a manera de defensa del yo. Esta defensa era originada a causa de un conflicto entre dos situaciones que en el inconsciente de este hombre eran opuestas o irreconciliables, ya que en éste, el aceptar a su padre o a la mujer implicaba traicionar al otro.

4.3. El síntoma en la fobia

4.3.1. Fobia de Juanito

El caso de Juanito se trata de una zoofobia histérica infantil y las preguntas que se formula a continuación Freud son: ¿Cuál es aquí el síntoma? ¿Es él la razón de su miedo? ¿Es él el objeto de sus temores? ¿Es él lo que le impide moverse libremente? ¿O es él más de una de esas combinaciones? ¿Dónde está la satisfacción que Juanito se prohíbe? ¿Y por qué tal prohibición?

Para Freud el miedo incomprensible al caballo sería el síntoma, y a la incapacidad de salir a la calle, un fenómeno de inhibición, una restricción que el yo se impone para no despertar el síntoma de angustia y el primer contacto con el caso no es capaz de revelar siquiera la verdadera expresión del síntoma supuesto. Una más precisa observación muestra luego que no se trata de un miedo indefinido de Juanito a los caballos, sino precisamente de temor angustioso a que un caballo le muerda. Desde luego, este contenido trata de sustraerse a la consciencia y ser sustituido por la fobia indeterminada en la cual sólo aparecen ya la angustia y su objeto. Lo cual lo lleva a preguntarse si ¿Será entonces quizá tal contenido el módulo del síntoma? Juanito, dominado por el complejo de Edipo, se halla colocado en una situación de celos y hostilidad con respecto a su padre, al que, sin embargo, quiere entrañablemente, en cuanto no entra en consideración la madre, causa de la discordia. Nos encontramos, pues, ante un conflicto de ambivalencia: amor y odio, ambos justificados, con respecto a una misma persona. Su fobia tiene que ser una tentativa de solución de este conflicto.

Se dice que tales conflictos de ambivalencia son frecuentes, y ya son conocidos otros en sus desenlaces típicos, consistente en que uno de los dos impulsos en pugna, el cariñoso generalmente, se intensifica de un modo extraordinario, desapareciendo el otro. Sólo el grado exagerado de ternura y su carácter compulsivo revela que esta disposición cariñosa no es la única existente y que se conserva siempre vigilante para mantener sometida a su contraria. En estos casos se considera como origen de la situación una represión por formación reactiva (en el yo). Pero casos como el de Juanito no muestran indicio alguno de tal formación reactiva. Según Freud, los conflictos por ambivalencia pueden tener, en efecto, diversos desenlaces.

En cambio, el caso de Juanito muestra, con toda certeza, algo distinto. El impulso instintivo que sucumbe a la represión es un impulso hostil contra el padre. El análisis aportó la prueba correspondiente al investigar el origen de la idea del caballo agresor. Juanito había visto una vez caerse un caballo, y en otra ocasión, caerse y herirse a uno de sus infantiles camaradas con el que jugaba a los caballos. El análisis entonces lleva a suponer justificadamente en Juanito un impulso optativo consistente en el deseo de que su padre se cayera y se hiriese como el caballo y el compañero de juego.

Circunstancias enlazadas con un viaje del padre hacen luego sospechar que el deseo de su desaparición halló aún otra expresión menos tímida. Ahora bien, un impulso así equivalente a la intención de llevar el sujeto a cabo, por sí mismo, la supresión deseada del padre; esto es, al impulso asesino del complejo de Edipo.

5. Conclusión

A partir del análisis de los textos de Freud, y de los casos anteriormente expuestos, es posible vislumbrar como el síntoma es una expresión de un deseo inconsciente y a la vez una defensa ante el mismo. Este síntoma es generado a partir de esta represión que surge para defenderse del deseo inconsciente que resultaría inaceptable para la persona de ser consciente del mismo. Un ejemplo de esta clase de deseo inaceptable es el presentado en “el hombre de las ratas” (Freud, 1909), que no podía conciliar el darle la espalda a su amada o ser desleal al mandato de su padre.

Otro argumento que nos demuestra el por qué el síntoma forma parte del inconsciente nos lo da el caso de Anna O. (Breuer & Freud, 1895), donde vemos que, por medio de la hipnosis, al volver ella a vivenciar situaciones que habían sido reprimidas y las cuales generaban sus síntomas, éstas se abren paso hasta la consciencia, y al dejar de formar parte del inconsciente hacen que sus síntomas desaparezcan

En conclusión, el síntoma es tanto un signo como un sustituto de una expectativa de satisfacción, y es provocado por un proceso de represión ante situaciones o pensamientos que resultan conflictivos. Esta represión tiene por objetivo mantener estos pensamientos escondidos de la consciencia, para de esta forma evitar que haya displacer y angustia. Pero este monto de energía pulsional que se genera busca una salida hacia la consciencia, y es aquí donde se genera el síntoma como realizador del deseo reprimido.

6. Bibliografía

  • Breuer, J. & Freud, S. (1895). Estudios sobre la histeria [PDF]. Obras Completas, Vol II; Psikolibro.

  • Freud, S. (1915). Lo inconsciente Obras Completas, Vol. XIV, Buenos Aires, Amorrortu.

  • Freud, S. (1966). Esquema de psicoanálisis. Editorial Paidós.

  • Freud, S. (1930). El malestar en la cultura y otros ensayos. Madrid, Editorial Alianza.

  • Freud, S (1926). Inhibición, síntoma y angustia. Obras Completas, Vol XX.; Buenos Aires, Amorrortu.

  • Freud, S. (1895). Obsesiones y fobias. Su mecanismo psíquico y su etiología. Obras Completas, Vol III; Buenos Aires, Amorrortu.

  • Freud, S. (1905). Fragmento de un análisis de un caso de histeria. Obras Completas, Vol VII; Buenos Aires, Amorrotu

  • Freud, S. (1909). A propósito de un caso de neurósis obsesiva. Obras Completas, Vol X; Buenos Aires, Amorrortu.

  • Formaciones del Inconsciente - El Síntoma

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    Enviado por:Pablo Arturo Díaz
    Idioma: castellano
    País: Costa Rica

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