Filosofía y Ciencia


Filosofía nietzscheana


  • Introducción:

  • 1.1 Aclaración preliminar:

    Antes de hacer alguna apreciación sobre la filosofía nietzscheana, no podemos pasar por alto algunas facetas de la vida del filósofo alemán, sin las cuales no sería posible una visión más amplia y general del contenido de este trabajo.

    La salud de Nietzsche fue muy mala desde 1870 hasta su muerte. Estuvo siempre oscilando entre la excitabilidad y el decaimiento, entre convalecencias y recaídas, torturado por crisis neurálgicas, colapsos y fiebres que pudieron ejercer efectos sobre su actividad intelectual.

    Esto explica facetas y actitudes de su pensamiento. Los hombres no aman la flaqueza y la enfermedad; por esta razón, quienes las sufren se sienten impulsados a odiarlas. Los fuertes no discurren teorías para exaltar la fuerza; los sanos no escriben en elogio de la salud; los alegres no predican las virtudes de la sonrisa ni la felicidad. Sólo los débiles sienten anhelos de alcanzar la máxima energía impulsada por el dolor; sólo los débiles, los enfermos, los tristes, sienten el miedo, el terror , la enfermedad y el abatimiento. Los fuertes y los sanos no experimentan ningún sentimiento negativo al entrar en hospitales, salas de disección o campos de batalla.

    De ahí se deduce la glorificación que hace el filósofo del cuerpo, el odio a la debilidad y a la enfermedad, a la humildad, y a la pobreza de espíritu.

    Realizadas estas oportunas aclaraciones, intentaremos adentrarnos en nuestro modesto estudio.

    1.2 La filosofía nietzscheana:

    La filosofía de Nietzsche se sustenta principalmente en dos pilares:

    El primero de ellos es la idea de la transvaloración, la primera de ellas efectuada por los judeo-cristianos, con motivo de su resentimiento. Esta transvaloración supuso que los valores hasta entonces tenidos como nobles (fuerza, pasión, temeridad, violencia, amor a la vida) pasaran a ser los valores repudiados, mientras que los valores de los esclavos (humildad, debilidad, prudencia, amor al enemigo, pobreza de espíritu, no violencia) se convierten en los valores por los que los hombres han de regirse. La segunda transvaloración sucederá, con el último hombre y la aparición del superhombre, con una voluntad de poder afirmativa, y la restauración de los valores nobles.

    El segundo pilar consiste en la idea del eterno retorno: la existencia ya no se basa en el espacio, sino en el tiempo, la cual Nietzsche considera circular, en ningún caso lineal. De este modo, la existencia y sus instantes vuelven a repetirse constantemente: se ama tanto la vida (toda ella, lo bueno y lo malo) que se desea que se repita. Es el amor a la vida del superhombre y de la moral noble.

    1.3 Finalidad de esta obra:

    Pues bien, al contrario de los que se puede pensar y según los relatos de los santos evangelios, Jesucristo no sólo se rige por los valores de la llamada moral noble por Nietzsche, sino que también considera la idea del eterno retorno. Cristo es el Superhombre que tanto anhelaba Nietsche: ¡Diecinueve siglos de retraso!

    La demostración de esta tesis será la finalidad del presente estudio.

  • La autocontradicción en Nietzsche:

  • 2.1 Impotencia:

    La moral cristiana es la moral de los débiles, esclavos y resentidos. Los frenos de los instintos no parece que vengan de ellos mismos, y tampoco de los débiles; si éstos hubieran logrado imponerse, ello querría decir que los fuertes se habían debilitado y entumecido sin saber cómo ni por qué. Por lo tanto ¿acaso no es una de las pruebas más admirables del poder, el imponer a los fuertes los valores de los débiles? Según Nietzsche, el Cristianismo ha dado esa prueba. ¿Cómo es posible, después de eso, llamar al Cristianismo la doctrina de los impotentes?

    2.2 Debilidad y enfermedad:

    La moral esclava, es la moral de los débiles y de los enfermos, quienes despertaban la repugnancia del anticristiano Nietzsche. Sin embargo, Cristo no sólo vino a traer el Reino de Dios, sino también la salud y la fuerza:

    Cuando libra al endemoniado:

    “Había en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu que se puso a gritar: ¿Qué tenemos contigo nosotros, Jesús de Nazaret? Sé quién eres: el Dios. Jesús entonces le dijo. Cállate y sal de él. Y agitándole el espíritu dio un grito y salió de él.”

    (Mc 1, 23-26)

    Cuando cura a los enfermos:

    “Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades”

    (Mc 1, 34)

    Cuando convierte el agua en vino:

    “Les dice Jesús: “Llenad las tinajas de agua” y las llenaron hasta arriba. “Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala”. Ellos lo llevaron, y cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes sí lo sabían) llama al novio y le dice: “Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora”.

    (Jn 2, 7)

    Cuando promete descanso a los fatigados y a los oprimidos:

    “Venid a mí todos los que estáis fatigados y cansados, y yo os daré descanso”

    (Mt 11, 28)

    Y cuando apenas resucitado pide de comer para saciar su apetito:

    “Y diciendo esto les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados les dijo: “¿Tenéis aquí algo de comer?”

    (Lc 24, 40)

    Y sobre todo cuando nos muestra con su ejemplo que el dolor y la muerte son cosas terribles y capaces de salvar a un mundo entero, todo eso equivale a decir que la alegría y la vida son bienes, ya que el verse privado de las mismas está considerado como el mayor don que pueda ofrendarse a Dios; es decir, que nos demuestra que se preocupa también por las cosas del cuerpo y por la vida terrenal.

    2.3 Pasiones e instintos vitales

    Cuando Jesús afirma que Dios hace que salga el sol tanto para los buenos como para los malos:

    “para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol para buenos y malos, y llover sobre justos e injustos.”

    (Mt 5, 45)

    Cuando ataca a los moralistas que quieren juzgar demasiado:

    “No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con el juicio que juzguéis seréis juzgados, y con la medida que midáis se os medirá”

    (Mt 7, 1)

    Cuando quiere que todos, buenos y malos sean invitados al banquete:

    “Los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala se llenó de comensales”

    (Mt 22, 10)

    Cuando perdona a la adúltera:

    “Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más”

    (Jn 8, 11)

    En todas las anteriores ocasiones Jesús reconoce de una manera implícita lo natural de los instintos llamados malos (que son los buenos para Nietzsche).

    2.4 Guerra, violencia y destrucción

    Personalmente, Cristo no siente ningún escrúpulo de dar muestra de sentimientos que más tarde se han tenido como no cristianos.

    Anuncia que ha venido a traer la guerra y no la paz:

    “No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz sino espada. He venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra y enemigos de cada cual serán los que conviven con él”

    (Mt 10, 34)

    Insulta e injuria sin compasión a los fariseos:

    “¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas ... insensatos y ciegos...serpientes ...raza de víboras”

    (Mt 23,13/Lc 9, 41)

    Amenaza con la venganza:

    “Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad”

    (Lc 10, 12)

    Ordena que sean muertos quienes no lo quisieron:

    “Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí”

    (Lc 19, 27)

    Aconseja a los discípulos que se armen de espadas:

    “Pues ahora el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga espada que venda su manto y la compre”

    (Lc 22, 36)

    Anuncia incluso que el Reino de los Cielos lo arrebatan los violentos:

    “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”

    (Mt 11,12)

    ¿qué más podría apetecer a Nietzsche?

    2.5 El niño

    Nietzsche dijo que el niño vencería al león, es decir, que el superhombre y sus nuevos valores (el niño) derrocarían al último hombre que había destruido a los valores anteriores (león).

    Es posible que le espíritu de un niño fuera para Nietzsche el ideal del superhombre: temerario, valiente, sin miedo, pasional... es como si sólo los niños pudieran ser los verdaderos superhombres.

    Pues bien, Jesús opina exactamente lo mismo cuando anuncia que sólo los niños y los que sean como ellos entrarán en el Reino de los Cielos.

    “Dejad que los niños vengan a mí, porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos”

    (Mt 19, 14/Mc 10, 13/Lc 18, 15)

    Curioso paralelismo.

    2.6 El arte

    Para Nietzsche, conocer la realidad es aplicar conceptos. Pero no conocemos la realidad, pues ésta está siempre cambiando. Sin embargo con los conceptos aclaramos el devenir. Esto es lo que ha hecho la naturaleza con el ser humano. En contraste, los conceptos en sí ni la propia ciencia nos dicen algo de la realidad, sólo nos dan datos para la supervivencia.

    Por todo ello los filósofos y los científicos confunden la realidad: la única ciencia posible es el arte: sólo los artistas se acercan a la realidad.

    Pues bien, siendo el creador y el máximo exponente de un género literario (la parábola), y habiendo pronunciado la más bella poesía en prosa de todos los tiempos:

    Cuando la parábola del Buen Pastor, cuando habla de las aves del cielo o de las bellas túnicas de los lirios, y todas los relatos hace uso de un lenguaje exquisito de incomparable belleza.

    ¿acaso Jesús no puede ser considerado como un creador de arte?

    Más aún, si observamos todas las creaciones artísticas que han existido a partir del siglo I, podremos comprobar que la mayoría de ellas giran en torno al Cristianismo y a la religión, o ésta ha sido su mecenas: los frescos de Fra Angelico o Botticelli; las obras de Leonardo o Buonarotti (el mayor escultor de la historia); la música de Palestrina, de Victoria o Bach (el mayor músico de la historia); arquitectos como Bernini; poetas como san Juan de la Cruz (el mayor poeta de la historia) ... una lista interminable.

    De este modo y siguiendo a Nietzsche, es Jesús y sus seguidores quienes comprenden y conocen la realidad en su única esencia.

    3. Conclusión

    La vida de Jesús es digna de admiración: condenado por su propio pueblo y aún así amó hasta la muerte: ¿es posible que esto sea producto del resentimiento como Nietzsche postula?

    Y sin embargo es el alemán quien se contradice, pues demostrado está que los valores tan amados por el filósofo son puestos en práctica por Cristo.

    Nietzsche esperaba la nueva transvaloración; esperaba al nuevo hombre, a un superhombre que trajera nuevos valores y una nueva forma de ver y comprender la realidad.

    De lo que no se percató el germano es de que el superhombre llegó hace 2000 años y esa transvaloración que él esperaba ya se ha producido y todavía no ha finalizado.




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    Enviado por:Alberto De Palma
    Idioma: castellano
    País: España

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