Literatura
Facundo; Faustino Sarmiento
“Como casi todos los textos de Sarmiento, Facundo responde a una circunstancia precisa e inmediata; como casi todos ellos, también la trasciende, ampliando la motivación concreta”. Así describen en sus apuntes Zanetti y Pontieri el proyecto y propósito del Facundo de Sarmiento. Este libro, que comenzó a publicarse como folletín el 1° de mayo de 1845 en Chile tiene tres objetivos principales, que pueden reunirse en:
explicar la problemática de la realidad nacional de acuerdo al orden histórico, geográfico y social, estudiando la vida de Quiroga para comprender el gobierno de Rosas,
remarcar la poca atención y la crítica que el país recibe por parte de Europa,
movilizar al lector a la acción, incentivarlo a un proyecto de progreso que lo saque de la oscuridad en la que vive.
Además, Sarmiento relata en esta obra una historia que entrelaza tres conceptos fundamentales: Facundo Quiroga, Juan Manuel de Rosas y el país de los argentinos. A Facundo le corresponde una biografía no cronológica ni completa, sino mas bien una basada en hechos y anécdotas que permiten resaltar sus características; a Rosas, una permanente crítica a su persona, su gobierno y sus actos; a la Argentina, un análisis de su situación desde el plano político y social.
Ya desde la introducción, Facundo aparece en su máxima expresión: una “sombra terrible” a la que se evoca, a la que se pide respuestas por el presente dramático. Más adelante, bajo el sobrenombre del `Tigre de los Llanos', se muestran sus características salvajes y dominantes que infunden miedo a la gente. Cerca de su muerte se percibe una `transformación' en la conducta de Facundo en Buenos Aires: aparece más tranquilo y educado, con modales de señor y preferencias europeas (que se notan en su forma de vestir y de vivir, por ejemplo). Sin embargo, en Barranca-Yaco y la campaña reaparece su violencia y salvajismo.
En la introducción se plantea a Facundo como un fantasma inmortal, un ser que, aunque muerto, sigue vivo en el recuerdo popular, casi mistificado y eterno. A él se recurre frente a la necesidad de soluciones (“te levantes a explicarnos [...] de un noble pueblo”) y a él se lo compara, irónicamente, con la figura de Rosas (“... su heredero, su complemento”). Este Facundo ha tenido una muerte muy violenta y sangrienta (“sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas” y “trágica muerte”) que Sarmiento explica detalladamente en el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!'. Las primeras características que se le atribuyen a Facundo son el instinto, la tendencia, la iniciación, a diferencia del “sistema, efecto y fin” de Rosas. Luego de tildarlo de bárbaro, provinciano, valiente y audaz, Sarmiento explica que Facundo fue lo que fue “no por un accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos de su voluntad”, que lo convirtieron en “una manifestación de la vida argentina”, en “el tipo más ingenuo del carácter de la guerra civil de la República Argentina; la figura más americana que la revolución presenta”.
El capítulo V `Vida de Facundo Quiroga' comienza con un relato anecdótico del acecho de un tigre muy temido a un gaucho que escapaba por las tierras de San Luis y San Juan. Este gaucho es Facundo, y él mismo cuenta la anécdota a unos oficiales. Es en este capítulo en el único que se deja ver el miedo de Facundo, que durante toda su vida se presenta con una temeridad apasionante: “Entonces supe lo que era tener miedo”, confiesa, frente al peligro que fue que le tigre casi lo matara. Si bien, como ya se dijo, esto es una mera anécdota, la permite a Sarmiento introducir el apodo que recibe Facundo en vida: el `Tigre de los Llanos'. Sarmiento comienza así una descripción física de Facundo (caracterología) en la que constantemente remarcará la apariencia sombría de su cara y, por extensión, sombría y misteriosa de su persona. Con la visión cientificista de la época, Sarmiento establece la posibilidad de la existencia de semejanzas entre el tigre y Facundo, influenciada por el ambiente, o sea, el campo y la naturaleza salvaje. Más tarde se agrega otra anécdota en la vida de Facundo: de pequeño y en la escuela, golpea a su maestro que lo “quiere mal” y se escapa y esconde por tres días. Otra vez, Sarmiento no la escoge al azar, sino para luego poder dar su opinión de la imagen que él quiere dar de Facundo (“¿No es ya el caudillo que va a desafiar, más tarde, a la sociedad entera?”). Durante todo este capítulo se describen muchos aspectos de la vida de Facundo: sus vicios, su violencia, su malhumor, su responsabilidad y, sobre todo, su incapacidad para soportar la disciplina. Facundo “se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe, a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada y en hostilidad con ella”, lo que bien le prodiga la caracterización de Sarmiento del “gaucho malo” (“Este hombre divorciado con la sociedad [...] que habitan las poblaciones”). Todo este retrato que Sarmiento hace de Facundo está enmarcado por el respeto y la admiración que éste le genera, como se advierte cuando dice: “en todos sus actos, mostrábase el hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido y sin carecer de elevación de miras”. De esta manera, Facundo queda caracterizado como astuto pero bestia (como Rosas); con esta astucia es que se impone a los ignorantes y a la gente vulgar: el miedo, el terror y la violencia son su forma de gobierno.
En el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!' se muestra a un Facundo con un poder total sobre ocho provincias del interior, en donde es importante y, por lo tanto, peligroso enemigo de Rosas, con su poderío establecido en Buenos Aires. Este Facundo, una vez que se muda al `territorio de Rosas' sufre una especie de metamorfosis, que lo lleva a comportarse de una manera mesurada, con un aire “noble e imponente”. En la ciudad, “compra seiscientos mil pesos de fondos públicos; juega a la alta y baja; habla con desprecio de Rosas”. Facundo mantiene dentro suyo su espíritu dominante, sin embargo sabe que en Buenos Aires su influencia no es la misma que en el interior, por lo que controla sus actos.
Cuando en diciembre de 1835 se le pide a Facundo que intervenga en las enemistades de algunas provincias, debe abandonar Buenos Aires, y se despide de ella con un saludo casi profético: “Si salgo bien - dice, agitando la mano - te volveré a ver; si no, ¡adiós para siempre!”. Así parte, y a la media jornada de trayecto , ya en el campo, su ambiente verdadero, Facundo se `transforma' frente a dificultades que se presentan: “la brutalidad y el terror vuelven a aparecer desde que se halla en el campo, en medio de aquella naturaleza y de aquella sociedad semibárbara”. Al llegar a Córdoba, le advierten que está todo preparado para asesinarlo, que le conviene volver por el camino de Cuyo, con una gran custodia. Desoyendo esto, continúa su camino, “lima las asperezas” entre las provincias y comienza su retorno por el camino de Córdoba. Ya de vuelta le reiteran el boicot que lo va a matar (a él y a la gente que con él estaba). Sin embargo, y sacando a relucir su temeridad y desafío a la muerte, continúa su marcha (“No ha nacido todavía[...] sin cuidado”). En Barranca-Yaco muere Facundo, asesinado de un balazo en el ojo.
Sarmiento, con un dejo de ironía, acusa a Rosas de ser el autor intelectual del crimen de Quiroga. Sin embargo, dice: “La historia imparcial espera, todavía, datos y relaciones para señalar con su dedo, al instigador de los asesinos...”.
“...Rosas, su heredero, su complemento: su alma (la de Facundo) ha pasado a este otro molde, más acabado, más perfecto; y lo que en él (en Quiroga) era solo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin”.
Esta es la primera alusión a Rosas en Facundo: es claramente una ironía y una crítica, lo que va a reflejarse a lo largo de todo el texto. Es también un discurso descalificante cuyo fin es desmoralizar al discurso de Rosas y sus seguidores, utilizando recursos retóricos pertinentes.
Sarmiento desprecia a Rosas, y en su relato lleno de pasión se permite calumniarlo abiertamente (“Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión...”) y criticarlo en todo lo que le es posible (“organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo”). Sin embargo, este monstruo que es Rosas tiene una inteligencia privilegiada, que le da la capacidad para gobernar, primero en Buenos Aires, después, en toda la república. Mediante esta aseveración se ve una marcada ambigüedad que rige a todo Facundo. Es decir, no hay una constante oposición a Rosas, sino que hay un intercambio de cualidades positivas con otras negativas (concesión), si bien estas últimas son más comunes.
Sarmiento habla de la “grandiosa expedición” para expandir los límites de Buenos Aires que Rosas lleva a cabo: los comentarios están cargados de críticas e ironía (“una poderosa expedición de que él se había nombrado jefe”). Sarmiento muestra así cómo el calculador del “Restaurador” prepara la escena mediante la cual genera, con sus comentarios y órdenes contradictorias, el desorden en Buenos Aires.
De esta manera retorna y toma el poder, con el agregado de Facultades Extraordinarias y la Suma del Poder Público, palabras cuyo alcance y significado sólo el entiende.
Así como con Facundo, Sarmiento justifica su conducta por la influencia que tiene el ambiente sobre el riojano, trata de buscar una explicación similar para Rosas. Lejos de ser compasivo, Sarmiento lo justifica diciendo que Rosas es un típico ganadero, y todos sus comportamientos en el gobierno y con los gobernados tienen un paralelismo con un ganadero y su ganado. Pidiendo perdón a Dios en caso de estar equivocado (“Dios me perdone si me equivoco”), Sarmiento llega a comparar las estrategias de Rosas con las de la Inquisición.
Al hablar de Rosas, el discurso de Sarmiento es netamente polémico. Dicho discurso, por su naturaleza verbal, implica un intercambio, en el cual se confrontan dos textos. Dentro del campo especulativo que aborda Sarmiento, el contradiscurso es citado con el fin de refutarlo, es decir, Sarmiento toma las palabras de Rosas y de sus partidarios para volverlas en su contra. Esto es lo que Arnoux denomina “falsificar la palabra del otro” o bien “formulación a contrario”.
Luego de explicar el mapa de acción (todas las cosas que hizo Rosas para acumular el poder), Sarmiento finalmente dice el objetivo principal del “tirano”: “la reconstrucción del antiguo virreinato de Buenos Aires”.
La República Argentina está caracterizada en Facundo de una manera muy dura y detallada. La primera frase en la que aparece es ya una crítica: la tilda de mujer y, por lo tanto, de cobarde, y de tigre, por lo sanguinario (“un día vendrá [...], Nuevo Mundo”).
En la introducción evoca a la República Argentina como un país que llama la atención de Europa por sus particularidades en cuanto al gobierno y la situación interna: muchos europeos han tratado de estudiarla, pero se han quedado en lo superficial, alegando que “es un volcán subalterno, sin nombre, de los muchos que aparecen en la América, pronto se extinguirá”.
Con respecto a España, Sarmiento la considera atrasada y retrógrada: si bien es bueno mirar hacia Europa, no se debe aspirar a ser como España, aquel país anticuado que nos conquistó. Para Sarmiento, los problemas que tiene Argentina en lo que se refiere a la falta de progreso e involución se la debemos a España. Puede aplicarse entonces el dicho “hay que ver el árbol para entender los frutos”. Esto es, en definitiva, lo planteado por David Viñas en su libro Literatura argentina y realidad política: la hispanofobia, que consiste en la visión de España como lo retrógrado y tradicionalista. También se manifiesta, como cita Viñas, el dilema progresismo-tradicionalismo, siendo la visión de Sarmiento meramente progresista.
El capítulo I de Facundo consta de una descripción del aspecto geográfico de la República Argentina, vital para Sarmiento, quien piensa en la conducta de los seres humanos con relación al ambiente que los rodea. Es por eso que analiza las disposiciones del terreno y la consecuente distribución de la población, y dice que “el mal que aqueja a la República Argentina es la extensión...”. Por esto, van a haber poblaciones separadas de otras por miles de kilómetros, que van a impedir que haya algún tipo de progreso porque, además de todo, los ríos no están navegados. Entonces compara la navegación aquí con la de Estados Unidos y otros países que sí la aprovecharon.
Ya en Buenos Aires, describe al gaucho típico con total dureza: es un vago que no sabe hacer más que descansar y desdeñar las ventajas que la naturaleza le ofrece. De la ciudad, dice que la gente está constantemente mirando hacia Europa.
En el capítulo XIII `¡Barranca-Yaco!', la situación del país ha cambiado. Rosas ha emprendido su campaña para sacar a los indios del sur de Buenos Aires; Quiroga tiene poder sobre ocho provincias del interior; “la paz es ahora la condición normal de la República, como lo había sido antes un estado perpetuo de oscilación y de guerra”.
Alrededor de 1834, Rosas seguía su expedición y los conflictos en Buenos Aires eran cada vez mayores, por lo que cuando vuelve del Sur y se le acaba el período de gobierno la gente le pide por favor que tome de nuevo el poder.
Entonces, lo que plantea Sarmiento con respecto a la Argentina dominada por Rosas es que, si bien él (Rosas) se hizo del poder con toda una estrategia astutamente planeada, la gente se “sometió” a él quizás por ignorancia, quizás, como dice en la introducción (pero hablando de España), “pidiendo a gritos que le impongan el yugo, que parece ser su condición y su modo de existir”.
Bibliografía consultada
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Arnoux, Elvira. Polifonía
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Carpetas personales
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Sarmiento, Domingo F. Facundo. Buenos Aires, Altamira, 1999. Cap. “Introducción”, I, II, V, XIII, XIV.
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Veiravé, Alfredo. Literatura hispanoamericana y argentina. Buenos Aires, Kapelusz, 1973
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Viñas, David. Literatura argentina y realidad política. CEAL
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Zanetti, Susana; Pontieri, Margarita. Facundo y Recuerdos de provincia. Buenos Aires, CEAL, 1979.
Facundo
Materia: Literatura
Curso: .........
Año: 2001
20685
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Enviado por: | Romina |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |