Arte
Fachadas del Monasterio de San Lorenzo del Escorial
Monasterio de San Lorenzo del Escorial
Fachadas
En el invierno de 1561 Felipe II en persona elige la explanada en declive al pie del monte Abantos, en plena sierra de Guadarrama, para construir allí el monasterio. Dos años después se colocan las primeras piedras de la construcción general (en el refectorio del convento) y de la basílica, y las obras comienzan. Se salva el declive concentrando en dos fachadas los accesos al edificio: la principal situada a poniente, como es habitual en las iglesias cristianas, sirviendo de entrada al templo, al convento, a la biblioteca y al colegio, es decir, a las dependencias trascendentes del edificio, y la fachada norte que comunica con las dependencias mundanas, es decir, el palacio, las habitaciones reales y el colegio, este último situado entre ambos mundos. Las otras dos fachadas tienen que salvar el desnivel del terreno enlazando con el campo mediante unos bellos jardines situados sobre terrazas que se apoyan en arcadas de piedra.
La fachada principal tiene 207 m. de largo por 20 de altura, con dos torres en los extremos de 75 m. terminadas en pirámides cubiertas de pizarras coronadas con una bola (1,40 m. de diámetro) con su veleta y cruz de hierro en el remate. La componen tres portadas, de las que sobresale y destaca el hermoso y clásico acceso central-dórico en el cuerpo bajo y jónico en el superior-ornado de pilastras, ventanas, nichos y cornisas, coronado todo ello por un frontón rematado por bola, bajo el que ocupan los lugares de privilegio la figura de San Lorenzo, el escudo real de Felipe II y dos parrillas que recuerdan el martirio del santo patrón. Las otras dos portadas, más simples, pero también rematadas por un frontón, sirven de acceso al colegio y al convento.
La fachada norte, la primera que encuentra accesible el visitante que llega de Madrid, corresponde a uno de los lados menores del rectángulo (162 m.), y nada perturba en ella la horizontalidad de sus líneas características entre los dos torreones que la limitan. Tiene tres grandes puertas; la central es la antigua del Palacio, la de la derecha corresponde al Colegio de PP. Agustinos, y la de la izquierda a las habitaciones reales; una cuarta puerta más pequeña en la torre de las Damas fue la que siempre usó Felipe II.
Las referidas fachadas quedan enlazadas a través de La Lonja, explanada formada por losas de granito perpendiculares entre si, cerrada por un antepecho de piedra berroqueña labrada, intercalada con pilastras y bolas, con nueve entradas cerradas con cadenas de hierro. El espacio de Lonja correspondiente a la fachada norte está atravesado por un camino subterráneo, "La Mina", construido en tiempos de Carlos III para desplazarse entre el zaguán de palacio y las Casas de Oficios a cubierto de las inclemencias climatológicas invernales. Los edificios auxiliares situados frente al Monasterio corresponden a dos momentos distintos: las Casas de Oficios y Ministerios que dan a la fachada norte son obra de Juan de Herrera, y las Casas de Infantes, de la Reina y la Compaña, frente a la fachada principal, se edificaron por Juan de Villanueva en el reinado de Carlos III; todas ellas atendieron las necesidades crecientes de la Corte albergando séquitos, funcionarios, y, en general, personas al servicio del Palacio. Contiguo a los últimos pabellones se encuentra la Compaña, amplia edificación con bello patio central ajardinado, destinada en origen para almacenes y enfermería hasta que en 1893 fundaron los agustinos en ella la Universidad Escurialense que hoy sigue cumpliendo esta función.
La antigua Compaña se comunica con el Monasterio mediante una galería elevada cubierta de pizarra; por ella pasarían los enfermos a la Galería de Convalecientes, lugar resguardado desde el que se goza de hermosas vistas. Pero antes de llegar a la galería se pasa por la antigua Casa de la Botica, y ya si, tras estas dependencias, se encuentra la hermosa galería que adopta forma de L con dos cuerpos o galerías: la baja, a nivel de los jardines, de orden dórico, y la alta, de orden jónico, con una hermosa balaustrada y antepechos de piedra, todo ello debido al excelente diseño del arquitecto Francisco de Mora.
A continuación de uno de los lados de la galería de Convalecientes se inicia la fachada de Mediodía (sur) del Monasterio, quizá la más admirable de todas por su estilo sencillo, de esquemáticas líneas, operando sobre una colosal fábrica, pues a consecuencia de los desniveles del terreno tiene mayor altura que las anteriores. Es la fachada más antigua pues por este lado se comenzó la construcción del edificio, correspondiendo su revolucionario diseño, tan abismalmente alejado de los recargados modos platerescos, a J. B. Toledo, primer arquitecto del Monasterio. Nos ofrece el insólito espectáculo de cerca de 300 ventanas sobre una fachada interminable sólo interrumpida por los torreones esquineros que acotan el edificio.
Las tres pequeñas puertas de la fachada del Mediodía comunican el edificio con el Jardín de los Frailes sobre una gigantesca terraza cubierta por un cuidado parterre, fuentes y un pretil que sirve de excelente mirador tanto del entorno natural como de la propia fachada. Amplias escaleras nos permiten descender a las bóvedas para pasar del jardín a la huerta, en uno de cuyos laterales se sitúa la alberca en la que se refleja el Monasterio.
La fachada de Oriente, que puede contemplarse al llegar al Monasterio si se procede de la estación, es la más sencilla de todas. En su centro se levanta un frontispicio liso, sin ventanas ni adornos, que corresponde al respaldo del altar mayor de la basílica; rodeándolo y a menor altura, acomodándose al desnivel del terreno, destaca la fachada que corresponde al Palacio de los Austrias. También toda esta fachada está rodeada por los hermosos jardines colgantes que así completan los más de 500 m. de la gigantesca terraza sostenida ,a casi 8 metros de altura por 77 arcos de cantería.
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Enviado por: | Alejandro Gómez morán Ballesteros |
Idioma: | castellano |
País: | España |